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Se casa la primera pareja gay rarámuri (México)

Jueves, 3 de febrero de 2022
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Carlos-Eduardo-Lara-Gonzalez-y-Rogelio-Aguirre-LopezCarlos Eduardo Lara González y Rogelio Aguirre López se han convertido en la primera pareja gay rarámuri que contrae matrimonio.

Los rarámuris son una comunidad indígena del norte de México, en la parte de la Sierra Madre Occidental que atraviesa territorio del estado de Chihuahua, el suroeste del estado de Sonora y el noroeste del estado de Durango.

Carlos y Rogelio se conocieron por redes sociales. Pero cuando se vieron en persona surgió el enamoramiento casi de inmediato. Ambos tenían vivencias similares, como discriminación de su comunidad por no usar completamente la vestimenta de la etnia ya que combinan un pantalón de mezclilla con la camisa tradicional u otra prenda características de su comunidad.

Ellos solo esperan que el amor se pueda vivir en libertad. “Teníamos tres años viviendo juntos, con esto buscamos motivar que el amor es universal. Pueden estar hombre y hombre, mujer y mujer, es lo mismo simplemente cortar la brecha de discriminación”, señaló a Efe Aguirre López.

La pareja, de 20 y 18 años, es estudiante de derecho y de enfermería. “Yo sufrí discriminación en la secundaria por parte de compañeros y maestros, me decían “joto” (maricón) o “marica” y lo que me hizo ser fuerte fue mi familia, mi madre y mis tías (que) han estado en todo momento apoyándome”, contó Rogelio.

México permite el matrimonio igualitario en 19 de sus 32 estados. ya en 2016, la  Suprema Corte de Justicia de México reiteró que prohibir el matrimonio igualitario es inconstitucional. Sin embargo, México se mantiene como el segundo país de Latinoamérica y Centroamérica con más violencia por homofobia y transfobia, después de Brasil, según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT de la Fundación Arcoíris.

El matrimonio igualitario en América y el mundo

Con la aprobación del matrimonio igualitario en Chile, los países del continente americano donde está permitido suman ya 10 (entre paréntesis, la entrada en vigor de la ley):

El continente americano se sumó rápidamente a legislar la igualdad de las parejas del mismo sexo. Una de las peculiaridades es que, en muchos de estos países, fueron primero los tribunales quienes dictaminaron la inconstitucionalidad de la discriminación de las parejas LGTB. En otros, sin embargo, fue el poder legislativo quien tomó la iniciativa. Estos son los 10 países americanos donde existe el matrimonio igualitario (con su año de entrada en vigor entre paréntesis):

Canadá (2005), México (en vigor en algunos estados, aunque desde 2010 deben ser reconocidos a nivel nacional), Argentina (2010), Brasil (2013), Uruguay (2013), ,Brasil (2013), Uruguay (2013) , Estados Unidos (2015), Colombia (2016), Ecuador (2019), Costa Rica (2020) y Chile (2021).

Este sería el mapa de la situación del matrimonio igualitario en América (podéis pinchar en él para verlo a mayor tamaño):

 

Matrimonio-igualitario-en-America-solo-matrimonio-30-11-2021-scaled

Actualmente, en todo el mundo son 31 los países donde existe el matrimonio igualitario (entre paréntesis, la entrada en vigor de la ley):

Holanda (2001), Bélgica (2003), España (2005), Sudáfrica (2006), Noruega (2009), Suecia (2009), Portugal (2010), Islandia (2010), México (en vigor en algunos estados, aunque desde 2010 deben ser reconocidos a nivel nacional), Argentina (2010), Dinamarca (2012), Brasil (2013), Uruguay (2013) , Francia (2013), Reino Unido (2014 en Inglaterra, Gales y Escocia, 2020 en Irlanda del Norte), Luxemburgo (2015), Irlanda (2015), Estados Unidos (2015), Colombia (2016),  Finlandia (2017), Alemania (2017), Malta (2017), Australia (2017),  Austria (2019),Taiwán (2019), Ecuador (2019), Costa Rica (2020),  Suiza (2021).y Chile (2021).(Podéis pinchar en el mapa para verlo a mayor tamaño).

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Esperemos que esta lista se vaya ampliando en todos los continentes.

Fuente Oveja Rosa/Cristianos Gays

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Marcelo Galicia, originario y LGBT, y está al frente de la primera radio indígena de El Salvador

Miércoles, 27 de enero de 2021
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Marcelo-Galicia-diretor-da-Radio-La-Voz-de-Mi-Gente-de-El-Salvador-768x576Por Stanley Luna, desde San Salvador

Fotos: Gentileza ARPAS

Hace 10 años, Marcelo Galicia marcó historia al convertirse en el director de la primera radio de pueblos originarios en El Salvador, un país que rechaza sus raíces ancestrales y reporta alarmantes casos de intolerancia hacia la población LGBTI.

Galicia tiene 29 años y ha dedicado la mitad de su vida a la comunicación comunitaria. Es el director más joven del colectivo de radios de la Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS).

En Tacuba, un municipio que queda a 118 kilómetros de la capital salvadoreña y que ha sido declarado territorio de comunidades indígenas por la Asamblea Legislativa, dirige la radio La voz de mi gente y, a la vez, es corresponsal de ARPAS.

La radió comenzó sus transmisiones a nivel local en 2005. “Es una programación con la que queremos que la gente se identifique. Por eso es que la radio se llama La voz de mi gente, para que la gente se sienta comprometida y parte. Sienta que hay un medio que le escucha, que visibiliza sus problemáticas, que les acompaña y que también les apoya”, señala.

Corazón Ancestral se llama el programa participativo de las comunidades indígenas, donde abordan temas como la medicina natural, la organización comunitaria, historia y expresiones culturales.

El local donde está ubicada la radio, en el centro de Tacuba, también es conocido en el municipio como La Casa de la Juventud. En este espacio les jóvenes se reúnen para recibir talleres formativos ante la falta de una Política de Juventud Municipal.

Galicia tiene a su cargo a un equipo de 14 jóvenes periodistas. Su trabajo es sensibilizar a las juventudes a tomar consciencia sobre las problemáticas sociales y las disidencias sexuales. El tema históricamente ha sido tabú El Salvador, y también en las comunidades.

Él es del pueblo nahua-pipil, uno de los tres pueblos indígena de El Salvador -Nahua o Nahua-Pipil, Lenca y Kakawira-. Se define como un hombre cultural y sexualmente diverso.

Al hablar sobre la discriminación de la que ha sido víctima por aceptarse abiertamente como un hombre gay dentro de una comunidad indígena dice: “Hay gente que cristianamente casi apedrea, como a María Magdalena”.

Creció en un hogar cristiano-católico, donde nunca le ha hablado a su familia sobre su orientación sexual. Desde la religión, dice, hay una postura “radical” hacia la diversidad sexual.

Machismo y comunidades indígenas

arpas-2-720x360De niño soñaba con convertirse en sacerdote. Pero en su adolescencia, la formación social y política lo llevó a trabajar en las comunicaciones y el activismo comunitario.

Cree que no ha sido fácil. Por su orientación sexual ha sufrido ataques homoodiantes. Aunque con el tiempo la gente lo ha empezado a reconocer como un líder. Incluso en los espacios de decisiones dominados por hombres heterosexuales. “Los patrones machistas están bastante predominados en las comunidades indígenas”, reconoce Amadeo Martínez, Consejero Mayor del Consejo Indígena de Centroamérica.

Martínez es un líder indígena salvadoreño, de 59 años y origen Lenca. Dentro de las comunidades ha conocido a personas LGBTI que también se autoreconocen indígenas. Pero algunes, dice, deciden migrar a las zonas urbanas porque son víctimas de discriminación por su orientación sexual, identidad y expresión de género.

En las comunidades indígenas no existen leyes o estatutos que prohíban las disidencias sexuales o las relaciones entre personas del mismo sexo. La prohibición, aclara, ocurre desde “la moral”.

Mucho de la cosmovisión indígena en varios territorios tiene arraigada la concepción de familia tradicional impuesta por los españoles que invadieron América.  “No concebían la idea de creer que ¨familia¨ también se le puede decir a una pareja de hermanas o hermanos acompañados, eso no se veía en ese contexto”, agrega Martínez.

Un país clasista y racista

En 1931, el general Maximiliano Hernández Martínez llegó a la presidencia de El Salvador por un golpe de Estado y marcó el inicio de las cinco décadas de dictaduras militares.

Gobernó hasta 1945, pero en enero de 1932 asesinó a miles de indígenas nahua-pipiles y campesines en el occidente del país, quienes se alzaron contra la expropiación de sus tierras y la explotación laboral a las que les sometían los terratenientes.

La represión contra les indígenas se volvió sistemática y elles, obligades, ocultaron su identidad. Galicia está aprendiendo el náhuat, la lengua que olvidaron sus antepasades, también víctimas del despojo de tierras.

La Constitución salvadoreña reconoció la existencia de pueblos indígenas hasta junio de 2014. El Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS) estima que el 11% la población total del país centroamericano es indígena.

Dos identidades estigmatizadas

arpasEn Galicia hay dos identidades estigmatizadas: ser indígena y ser gay, sostiene Amaral Arévalo, investigador del Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.

A estos estigmas, Arévalo suma la discriminación que existe en El Salvador por las condiciones económica, porque, asegura, es un país donde se mezcla el racismo y el clasismo.

Durante la colonia, según el investigador, hubo un entronque entre el patriarcado occidental con el patriarcado indígena, donde continuó la discriminación hacia las mujeres.

“Desde mi perspectiva, puede existir, en el caso de los procesos de discriminación al interior de comunidades indígenas, este tipo de entronque patriarcal contra procesos de discriminación contra personas de las disidencias sexuales y de género”, explica.

En Tacuba, Galicia ha sido testigo de cómo la discriminación hacia les indígenes y la población LGBTI es más visible con la pandemia del covid-19. Actualmente, en La voz de mi gente trabaja con su equipo una campaña informativa sobre medidas de bioseguridad, en náhuat, para prevenir los contagios.

“Próximamente también tengo dentro de mis planes enfocarme en ser vocero internacional de los derechos de la diversidad cultural y sexual”, concluye. Además, aspira a especializarse en el periodismo digital, dentro o fuera de El Salvador, y llevar estos temas a una radio online.

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Fuente Agencia Presentes

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Periodismo, Covid-19 y grupos vulnerables: 5 recomendaciones

Viernes, 15 de mayo de 2020
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Un interesante y necesario encuentro:

taller-periodismo--1208x604Por Airam Fernández

Cómo se dispararon los pedidos de auxilio de mujeres víctimas de violencia doméstica en medio del confinamiento por la Covid-19 en América Latina, obligadas a convivir con sus agresores en una región donde el promedio de femicidios supera la decena diaria. Cómo sobreviven las personas trans y trabajadorxs sexuales en las calles mientras el grueso de la población pasa la cuarentena en talleres y reuniones virtuales y bajo resguardo en casa. Qué tipo de dificultades enfrentan las comunidades indígenas, aisladas en zonas donde no hay servicios de salud, o lxs migrantes vulnerables ante el cierre de fronteras, que además de mantener su propia economía también velan económicamente por sus familias en sus países de origen, y que ahora suman a las altas tasas de desempleo producto de la crisis.

Estos fueron algunos de los temas discutidos en un panel donde participó Presentes, en el marco del Foro Virtual e Hispanoamericano de Periodismo Científico organizado por Factual, titulado ‘COVID-19 y grupos en riesgo: pueblos originarios, migrantes, poblaciones LGBTI y trabajadoras sexuales’. Fue una mesa de periodistas mujeres, convocada para proponer estrategias de cobertura y narrativa y reflexionar sobre el rol del periodismo frente a estos grupos vulnerables, que históricamente han tenido poco espacio en los grandes medios de comunicación.

La conversación fue moderada por la periodista colombiana Ginna Morelo y tuvo espacio para más de 100 participantes. Durante una hora, todxs escucharon atentxs detrás de sus pantallas las intervenciones de periodistas y editoras de Argentina, Perú, México y Chile: Ana Fornaro y María Eugenia Ludueña, codirectoras de Presentes; María Isabel Torres, directora de Mongabay LATAM; Eileen Truax, periodista especializada en migraciones; y Nataly González, consejera nacional del Colegio de Periodistas de Chile.

Cada una contó brevemente cuál es la situación de estos grupos en los países que cubren y cómo ha sido la respuesta de los gobiernos para atenderlos. Argentina es el único país que lleva ventaja, por estar a la vanguardia respecto a leyes progresistas para la diversidad sexual, dijo Ana Fornaro: “Este es un caso atípico: tenemos Ley de Identidad de Género, Matrimonio Igualitario, Cupo Laboral Trans en algunas provincias y eso hace que a nivel institucional se tenga mayor contemplación con estos grupos en la pandemia. Por eso vemos una disparidad enorme frente a otros países. En Centroamérica, por ejemplo, no hay ningún tipo de medidas, políticas públicas ni apoyos específicos, y no sólo eso, sino que se ejerce violencia desde el Estado sobre estos grupos”.

Cuando el gobierno chileno anunció las primeras cuarentenas progresivas, los movimientos feministas locales comenzaron a hablar sobre cómo el confinamiento podría afectar a las mujeres en sus casas, sobre todo a las que a diario son víctimas de violencia doméstica. Y en consecuencia, la autoridad tomó algunas medidas. “Este tema está en la agenda gracias a las mujeres y a los movimientos sociales, nunca fue planteado por el gobierno. Además, no teníamos ministra en el Ministerio de la Mujer porque la que estaba renunció en marzo. Y la que llegó hace poco está muy cuestionada”, dijo Nataly González.

En Estados Unidos, las políticas antiinmigrantes del presidente Donald Trump han afectado a mujeres, niños y familias enteras durante los últimos años y eso no ha cambiado con la pandemia. Esa es una de las preocupaciones de Eileen Truax, que aunque es mexicana, vive y trabaja en ese país. Pero la periodista reconoce una fortaleza que ha sido clave para abordar la crisis: la capacidad de gestión que tienen los gobernadores, aunque en la mayoría de los casos, las respuestas se dan según el bando político al que pertenezcan. “Hemos visto reacciones muy diferentes, a veces muy opuestas, dependiendo del estado. Los demócratas son los que han respondido más rápido y de manera más oportuna”, explicó Truax.

María Isabel Torres subrayó el hecho de que los Estados y gobiernos de la región están desbordados por la pandemia. Por eso, cree que la ausencia de respuestas para los pueblos originarios es más notoria y su vulnerabilidad es, por ende, mayor: “Es muy difícil encontrar cifras específicas de indígenas con el virus. Las que tenemos provienen de las mismas organizaciones y representantes de cada pueblo, lo que evidencia que hay pocos nexos con el Estado”.

A pesar del aporte y el trabajo que cada una hace desde sus medios y organizaciones en los países que cubren, la conversación reflejó cuánto queda por trabajar y reflexionar en el interior de las redacciones acerca de estos temas. A continuación, una serie de recomendaciones recogidas a lo largo del panel sobre cómo enfrentar la crisis con coberturas pensadas desde un enfoque de derechos humanos, para ofrecer narrativas innovadoras, reveladoras y contextualizadas a las audiencias:

1- Escuchar todas las denuncias y amplificarlas

Ana Fornaro recomienda que en la agenda de género las denuncias de la diversidad sexual también sean escuchadas y amplificadas en la agenda mediática: “Si bien el tema de la violencia contra las mujeres es importantísimo de visibilizar, no es el único. En general, no se cubre lo que pasa con la diversidad sexual, las personas trans o les trabajadores sexuales, que son los grupos de mayor vulnerabilidad en este momento, porque viven al día, porque fueron desalojades de sus viviendas y porque además sufren violencia institucional”.

María Eugenia Ludueña añadió que, por estos días, las cárceles son espacios alejados del foco periodístico y donde pueden ocurrir mayores irregularidades y violaciones a los derechos humanos: “No se están cubriendo con la complejidad requerida y hay muchas denuncias de vulneraciones que están saliendo desde estos espacios”, advirtió.

Las redes sociales también son herramientas importantes y canales de denuncia. “Muchas organizaciones indígenas incluso hacen sus denuncias por esta vía. Son canales que no podemos desatender aunque el virus esté en la calle”, sugirió María Isabel Torres. Eso sí: con mucha responsabilidad para no caer en denuncias falsas.

2- Visibilizar a lxs verdaderxs protagonistas, cambiar rostros y derribar mitos

En temas de migración, las mujeres suelen quedar invisibilizadas, dijo Eileen Truax. La razón es que la mayoría de las coberturas se levantan sobre mitos: “En las imágenes que aparecen en los medios sobre migrantes cruzando el desierto o caminando para llegar de un país a otro, lo usual es ver hombres. Pocas veces aparece una mujer porque hay una sensación generalizada de que la migración es masculina. También persiste la idea de la reunificación familiar y de que el hombre se va a trabajar y la mujer lo alcanzará después”. Pero nada más alejado de la realidad: 48% de los migrantes de todo el mundo son mujeres y más de la mitad son cabezas de familia, dijo Truax. Partiendo de esos puntos, una de sus recomendaciones es buscar rostros y voces de mujeres a la hora de contar historias, para visibilizar el importante rol que tienen al sostener dos economías y contribuir con la fuerza laboral del país del que salieron y al que llegaron.

Truax también propuso indagar en los oficios y orígenes. Y lo dijo con cifras en mano: en EEUU hay dos millones de trabajadores agrícolas y 75% son migrantes. Tres de cada cuatro campesinos que trabajan para llevar la comida a la mesa no nacieron allí y muchos no tienen documentos ni posibilidades de regularizar esa situación. De este porcentaje, se estima que 6% son indígenas. “Entonces ya ven: son migrantes, a veces indocumentados, mujeres y además indígenas. Esto nos muestra capa tras capa de vulnerabilidad y esas historias no se cuentan. Entonces creo que es muy importante diversificar el rostro de los migrantes en toda su diversidad”, sugirió.

A ellos se suman los hijos de migrantes que en ese país son conocidos como dreamers: los chicos que llegaron con sus padres migrantes y hoy tienen cerca de 20 o 30 años. “El tema es que sólo conocen este país, siempre han estado aquí y tienen una situación migratoria irregular. Muchos de ellos ya han ido a la universidad, se han especializado en algún área y están desempeñando roles esenciales en la pandemia. Sin embargo, tienen una situación migratoria sólo de protección temporal”, planteó Truax.

Torres insistió en replantear cómo se cubre el tema indígena, porque las estrategias que normalmente se aplican muchas veces hacen que la invisibilización sea mayor, aunque no se quiera así. A su juicio, los grandes medios no lo han hecho bien al hablar de “pueblos originarios”. Es un concepto “demasiado amplio”, dijo, porque dentro de esos pueblos hay muchísimas comunidades y etnias: “Meterlos a todos en ese único concepto, de alguna manera es invisibilizar todas las posibilidades que hay para poder contar sus historias. Por ejemplo, tenemos comunidades indígenas de zonas remotas, o las que están cerca de las ciudades y tienen problemas para poder acceder a alimentos, o los ciudadanos que están estudiando en ciudades y se quedaron varados sin poder regresar a sus comunidades. Y a eso sumemos que todas son comunidades diferentes, que ya estaban amenazados antes de la pandemia viviendo situaciones de alta vulnerabilidad, con líderes asesinados, invasiones de tierra y minería ilegal, por nombrar sólo algunos de sus problemas”.

3- Tener especial cuidado al cubrir trabajo sexual y mujeres víctimas de violencias

En Argentina hay un debate muy fuerte entre lo que es trabajo sexual y prostitución. “Son como dos corrientes de pensamiento distintas”, aclaró Ludueña. Al menos desde la experiencia de Presentes, ha visto que sólo algunas personas travestis y trans deciden y pueden estar en el primer grupo, “pero la mayoría está en prostitución y la verdad es el único trabajo al que están podiendo acceder para subsistir. Eso plantea una situación de cobertura muy compleja, empezando porque no viven la cuarentena de la misma forma que otras personas”, detalló. En estos casos, su consejo es no contar nunca casos aislados para no caer en estereotipos o “visiones reduccionistas” de estos roles. “Contar las tramas y no los casos es lo que funcionará mejor, sobre todo en una situación tan complicada como la que vivimos, donde la violencia institucional es lo primero que sale a relucir”, dice.

Nataly González cree que es muy fácil caer en esos estereotipos con este tipo de coberturas en la región, porque la mayoría de los países carece de un marco de derechos para el trabajo sexual. Por eso, la mirada periodística debe ser muy cuidadosa: “En un contexto donde el trabajo sexual no está prohibido pero tampoco reconocido, estos grupos quedan fuera de cualquier beneficio institucional posible y además, expuestos al sensacionalismo o a esas visiones reduccionistas que muchas veces vemos en los medios”.

González añadió que en ningún caso es recomendable tomar el testimonio de mujeres que están viviendo episodios de violencias, específicamente justo cuando esa violencia está ocurriendo, primero por la seguridad de las víctimas y segundo por un asunto de ética: “Esos testimonios se toman cuando vemos que lo superaron y lograron sobrevivir y ahí es cuando en verdad son un aporte al trabajo que hacemos”.

4- Tener diversidad de fuentes

Las organizaciones sociales son las fuentes principales en Presentes y desde siempre, la articulación con ellas ha sido muy importante. “Pero ahora se intensificó muchísimo más y son claves para la cobertura diaria”, dijo Fornaro. También son indispensables para el trabajo de un medio como Mongabay, añadió Torres, sobre todo en este momento donde ir al terreno o a cubrir una historia en una comunidad indígena implica ponerles en riesgo. “Por eso es necesario activar una red de fuentes importante y diversa y apoyarnos con la gente en sus zonas, con sus dirigentes y representantes, de tal manera que nos permita suplir nuestra presencia en el campo”, señaló.

Torres también dijo que no hay que olvidar que los gobiernos y autoridades también son fuentes necesarias: “Aunque ya sepamos que frente a determinado tema no nos dirán nada o que su estrategia es no responder, es importante intentarlo. Escribir eso en una nota también es información”.

Cambiar las narrativas

Para Truax, la crisis de la Covid-19 es una oportunidad perfecta para cambiar la narrativa en los medios y girar hacia una que respete la dignidad de estos grupos vulnerables. Tenemos la gran oportunidad de que los grandes medios y los líderes políticos dejen de referirse a ellos como enemigos, culpables, invasores. Pero el gran reto es cómo rompemos esa barrera de la otredad y cómo planteamos un nosotros como colectivo, dijo. Su recomendación es hacer énfasis en historias de personas que ya pasaron por una situación de vulnerabilidad y la superaron: “En EEUU, los dreamers o las mujeres migrantes ya establecidas y que tienen una historia de vida positiva son perfectas para esto”.

Ludueña planteó la línea del periodismo de soluciones y la búsqueda de historias con tres componentes: resistencias, luchas y redes: “Vemos que las personas trans son las más afectadas en la pandemia pero también son de las más activas en generar resistencias y brazos solidarios con su comunidad, ya sea recolectado dinero, comida, o abriendo refugios”. Y Fornaro añadió: “Muches activistas la están remando para poder llevar alimento a personas que realmente están pasando hambre. Eso también es admirable y tiene que visibilizarse más”.

Fuente Agencia Presentes

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