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Entradas Etiquetadas ‘Interioridad’

San Benito

Miércoles, 11 de julio de 2018
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Sí, la Iglesia y el mundo, por diferentes pero convergentes razones, necesitan que San Benito salga de la comunidad eclesial y social y se rodee de su recinto de soledad y silencio, y desde allí nos haga escuchar el encantador acento de su sosegada oración, desde allí casi nos alabe y acaricie y nos llame a sus claustros, para ofrecernos el cuadro de un taller “del servicio divino”, de una pequeña sociedad ideal, donde finalmente reina el amor, la obediencia, la inocencia, la libertad de las cosas y el arte deusarlas bien, la prepondeancia del espíritu, de la paz. En una palabra, el Evangelio.

Que san Benito vuelva para ayudarnos a recuperar la vida personal; esa vida personal por la que hoy sentimos tanto ansia y afán y que el desarrollo de la vida moderna, a la que se debe el deseo exagerado de ser nosotros mismos, lo sofoca en tanto que lo despierta, lo decepciona al mismo tiempo que lo hace consciente.

Corría el hombre en un tiempo, en los siglos remotos, al silencio del claustro, como corría a ellos Benito de Nursia, para encontrarse a sí mismo. Hoy, no es la carencia de la convivencia social lo que impulsa al mismo refugio, sino la exuberancia. La excitación, el estruendo, la ansiedad, la exterioridad, la multitud amenazan la interioridad del hombre. Le falta el silencio con su genuina palabra interior, le falta el orden, le falta la oración, le falta la paz, le falta él mismo. Para recuperar el dominio y el gozo espiritual de nosotros mismos, tenemos necesidad de  volver a asomarnos al claustro benedictino.

Y una vez recuperado el hombre para sí mismo en la vida monástica, es recuperado para la Iglesia. El monje tiene un puesto de privilegio en el Cuerpo Místico de Cristo, una función tanto más providencial y urgente como nunca.

*

Pablo VI
Discurso después de la Consagración de la Basílica de Monte Casino el día 24 de octubre de 1964.

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Caminos de Libertad

Viernes, 29 de junio de 2018
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Del blog de los Amigos de Thomas Merton:

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De una carta a Victoria Ocampo del 13 de septiembre de 1958: “No hay nada en el mundo tan importante como el diálogo realmente vivo entre los seres vivos, los hijos de Dios, como lo somos nosotros: porque su diálogo no puede existir sin la intervención de Dios mismo. ¡Qué misterio maravilloso el lenguaje humano, en el que se manifiesta la Palabra de Dios!”.

De la misma carta anterior, sobre el SACERDOTE: “Lo peor del diálogo oficial entre un sacerdote y quienes no lo son es esta conciencia terrible de una diferencia que, en suma, no debería contar demasiado.  En efecto, uno termina por creer que el sacerdote está suspendido, como jerarca y burócrata, en la mitad exacta del abismo que separa a los hombres de Dios. No hace allí sino anunciar decisiones oficiales, dogmáticas, morales, canónicas. Es un poco menos amigable que el médico, el abogado, el psicoanalista. No se tiene en cuenta el hecho de que Dios no se separa nunca de los hombres, porque Dios y el hombre son uno en Cristo. Lo que importa en el sacerdote, hombre de Dios, es su humanidad, porque él prolonga, más que todos los demás, el misterio de la encarnación. Ahora bien, si el sacerdote está un poco deshumanizado por su formación en el seminario…”. Luego, sigue más adelante: “No crea jamás que soy un ser distinto de usted, que estoy aquí en un monasterio bien tranquilo, sin problemas como los suyos. Muy por el contrario, vivo en el corazón mismo de su problema, porque estoy en el corazón mismo de la Iglesia. Yo no me creería un verdadero monje, un verdadero sacerdote, si no fuera capaz de sentir en mí mismo todas las revueltas y todas las angustias del hombre moderno. Pero es necesario sentir todo esto, sufrir todo esto, pero no aislado y a la deriva, sino con Cristo que lo ha soportado todo y que lleva todo en nosotros”.

Verdaderamente, lo único que puede liberarnos es Cristo, pero no lo encontramos simplemente a través de las evasiones fáciles, de las renuncias pasivas. No podemos encontrarlo realmente por medio de una abdicación, porque encontrar la verdad supone la fidelidad más heroica a todos sus reflejos en nosotros mismos, comenzando por aquellos que nos muestran nuestra propia miseria y la de los demás” (La misma cita).

Usted sabe muy bien que encontrará a Dios en el centro de sí misma… búsquelo. No va a resolver todos sus problemas en un abrir y cerrar de ojos. Por el contrario, es el medio mismo de estos problemas donde encontrará a Dios y a Cristo, porque Él está con usted. Y es Él quien le hará salir de ellos. Pero piense en Él y no busque evadir las situaciones difíciles; tómese un poco más de tiempo para ser usted misma y encontrará sigilosamente, oscuramente, a Cristo” (Igual, 13 septiembre, 1958).

*

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Nada es si no es Él…

Jueves, 21 de junio de 2018
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Del blog Pays de Zabulon:

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“Sé lo que soy por la gracia de Dios,
Yo soy por tanto sólo lo que Dios es en mí y nada más;
y Dios también es esto mismo que está en mí.

En efecto nada es nada, y lo que es, es;
y, por lo tanto yo no soy, si lo soy, más que lo que Dios es,
y nadie no es sino Dios;
y es por eso que yo no encuentro más que a Dios,
donde sea que penetre,
porque nada es
si no es Él, a decir verdad. “

*

Margarita Porete
(v.1250/1260, 1310)

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Fuente  foto : tohotdontmiss.tumblr.com


[No estoy completamente satisfecho con la elección de la foto: la persona parece esperar o buscar a Dios desde el exterior. En la experiencia mística de Marguerite Porète, es muy en lo interior donde se hace esta revelación, las consideraciones o las circunstancias exteriores no le afectan en absoluto.]

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En el dolor, un nuevo templo.

Miércoles, 13 de junio de 2018
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catedral-del-buen-pastorCarolina Abarca
Buenos Aires (Argentina).

ECLESALIA, 02/10/17.- El año pasado viajamos con mi familia a Europa a visitar a mi hermana, quien se encontraba viviendo allá con su marido. Recuerdo que llegamos a Madrid el domingo de Pascua y fuimos a misa juntos, a una iglesia cerca del Templo de Debod, en donde habíamos estado horas antes viendo el atardecer. Me acuerdo con sorprendente nitidez la sensación que tuve en esa misa. La homilía triste, seca y vacía que pronunció un cura entrado en años, contrastaba con el esplendor de la Iglesia en la que estábamos. Sentí que alguien tenía que avisarle al sacerdote y a las imágenes que poblaban la iglesia que era Pascua y estábamos festejando la resurrección de Cristo. A veces, nuestra religión parece olvidarse algo que la sana espiritualidad mantiene presente: Dios está vivo, cerca y presente.

Después de algunos días en Madrid, alquilamos un auto y emprendimos un roadtrip en el que recorreríamos Galicia y Asturias. Durante los diez días que duró, visitamos no solo ciudades emblema como Santiago de Compostela o Bilbao, sino también una innumerable cantidad de pueblitos. Y uno no puede creer que sean tan increíbles y estén ahí, silenciosos, aparentemente perdidos en el camino. No podría especificar con certeza la cantidad de iglesias que visitamos durante esos días, pero vale decir que fueron realmente muchas. Quizás influenciada por el sinsabor que me había dejado la misa de Pascua, no pude dejar notar que en todas ellas había demasiadas imágenes lúgubres y Cristos crucificados.

Recuerdo haber pensado dos cosas. Lo primero fue que difícilmente un niño se sienta a gusto dentro de esas iglesias, lo cual, como mínimo, me genera suspicacia. Cada vez confío más en el criterio de los niños que, en su inocente sabiduría, parecen saber más que los adultos sobre las cosas importantes. Lo segundo fue una pregunta con aire a reclamo: ¿cómo puede ser? ¿No hemos podido, en todos estos años de Iglesia, encontrar espacios, imágenes y signos que representen mejor al Dios de la Vida, de la Misericordia, del Amor y del Perdón? ¿No estamos subrayando demasiado exageradamente un renglón de la historia de Cristo y quitando luz a los demás que le dan sentido? A pesar de mi personalidad ansiosa, ya he aprendido que, si estamos atentos, más tarde o más temprano, Dios responde nuestras preguntas. Y esta no fue la excepción.

Cuando llegamos a San Sebastián, uno de nuestros últimos destinos, el usual ritual de conocer las iglesias de la ciudad nos llevó a la Catedral del Buen Pastor. Entré esperando encontrarla igual a todas las que ya habíamos conocido pero, para mi sorpresa, al terminar de recorrer la nave central noté que detrás del altar, en lugar de la tradicional cruz, se encontraba una escultura de Jesús Buen Pastor. Confieso que me conmovió ver esa imagen de Jesús manso, con su cayado, mirando y acariciando a su oveja. Me pregunté qué tipo de mella habrá hecho en nuestra fe y espiritualidad tanta imagen de Dios sufriente y muerto, y tan poca de buen pastor. Me senté a rezar contemplando esa imagen y, luego de unos minutos, pude casi escuchar a Dios diciéndome: “Mirá Caro, hubo alguien que se animó a construir un templo diferente donde hoy te estás encontrando conmigo. ¿No podés vos también hacer lo mismo?”.

Debo decir que este recuerdo no viene hoy casualmente hasta mí. Este ha sido un año difícil. Un año de pérdidas. El cáncer se llevó en el mismo puñado de meses a mi madrina y a la mamá de una de mis mejores amigas, a quien quería muchísimo. Uno cree que sabe algunas cosas, que es fuerte, que tiene fe, pero cuando la muerte o la pérdida toca de cerca, todo se vuelve difuso y parece quedar patas para arriba. Creemos conocer algunas respuestas por haber reflexionado sobre ellas, pero cuando toca sostener en un abrazo a una mejor amiga desarmada en lágrimas que, con la fe quebrantada pregunta sobre el cielo y dice que extraña tanto los abrazos de su mamá que daría cualquier cosa por tener uno más, todo lo que uno cree saber se vuelve silencio.

Hoy, mientras escribo estas líneas, mi madrina estaría cumpliendo 62 años. Tengo una mezcla de emociones que no logro terminar de procesar. Pienso en mi abuela, que perdió a su hija. En cómo mis primos estarán extrañando a su mamá y mi tío a su mujer. Pienso en mi propia mamá, que durante los meses de enfermedad de su hermana eligió acompañarla incondicionalmente y mantuvo la esperanza hasta el último minuto. Se me escapan algunas lágrimas que no dejan lugar para elucubraciones racionales y, sin tregua, interpelan mi fe. ¿Hay consuelo? Y si lo hay, ¿dónde está?

Lo que me viene una y otra vez al corazón en este momento está lejos de las lúgubres imágenes de Dios que todavía pueblan gran parte de nuestras iglesias, o de lo que algunos años de estudio me hicieron conocer sobre la religión. Hoy el alma me trae las palabras que me regaló una amiga hace algunas semanas al verme los ojos tristes y notar la fuerza que hacía para que no se notara tanto. Me dijo:  “Carito, no le tengas miedo al dolor, a la tristeza… Tranquila, dejate acompañar. Ya va a pasar y, si te lo permitís, te va a convertir en una mejor persona. Te va a hacer más sensible, menos omnipotente y más sabia. Te va a transformar en alguien mejor”. Me dijo esto, se paró y así, sin que se lo pidiera, me abrazó en silencio.

Es loco, pero nos alejamos de Dios al dejar de encontrarlo en las iglesias, o por dejar de identificarnos con las imágenes que tenemos de Él, sin ser conscientes de que quizás esa crisis es Dios mismo diciéndonos que ya no entra en ellas, que han quedado obsoletas y quiere darnos más. Si ante el dolor y la pérdida nuestra fe no encuentra consuelo, quizás no se trate de que hemos perdido la fe, sino de que ha llegado el momento renovarla. Si es eso lo que sentimos, quizás aún esté vigente la pregunta que, sentí, me hizo Dios en San Sebastián: ¿vas a quedarte al margen, mirando los templos vacíos, o vas a animarte a construir uno nuevo donde podamos encontrarnos?

De seguro, no me siento capaz de responder a todas las preguntas a las que nos enfrenta el dolor de las pérdidas pero, aún así, tengo la irracional certeza de que mientras escribo estas palabras Dios está cerca, pidiéndome que haga lugar para él y ensanche una vez más mi tienda.

Si el dolor ha enfriado nuestra fe y sentimos que Dios se ha convertido en alguien lejano y obsoleto, quizás la clave esté en recordar lo que el alma sabe desde siempre: el Dios verdadero hace nuevas todas las cosas y el templo en donde quiere encontrarse con nosotros, no es ya un lugar físico. Sospecho que tiene mucho más que ver con encuentros como el que tuve con mi amiga ese día en el café de un aeropuerto. En la escena no había ni rastros de lo que tradicionalmente llamamos “templo” pero cuánto tuvo de sagrado: con su abrazo me tocó el alma y no recuerdo la última vez que sentí a Dios tan cerca

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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La fuente

Lunes, 30 de abril de 2018
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Del blog Nova Bella:

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Dentro de mí hay una fuente muy profunda. Y en esa fuente está Dios. A veces consigo llegar a ella; a menudo está cubierta de piedras y de arena: entonces Dios está sepultado. Es necesario, pues, desenterrarlo de nuevo. Me imagino que algunas personas rezan con los ojos dirigidos al cielo: buscan a Dios fuera de ellas. Hay otras personas que inclinan la cabeza profundamente, ocultándola entre sus manos. Creo que buscan a Dios dentro de sí.

*

Etty Hillesum

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Color Púrpura

Lunes, 23 de abril de 2018
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Del blog Nova Bella:

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*

Dios está dentro de ti y dentro de cada cual,

-dice Shug-.

Tú vienes al mundo con Dios.

Pero solo lo encuentra aquél que lo busca dentro de sí

*

Alice Walker,
El color púrpura

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De viaje

Viernes, 16 de marzo de 2018
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Del blog Nova Bella:

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“No hace falta para nada dar la vuelta al mundo,

pues ya posees el mundo entero,

en la hondura de tu ser,

en la soledad y el silencio.

Ya no hace falta irse lejos,

o marchar tras una quimera”

*

Un cartujo

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Permanece asiduamente en tu santuario interior…

Miércoles, 20 de septiembre de 2017
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Del blog de la Comunidad Anawin de Zaragoza:

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“Permanece asiduamente en tu santuario interior… No te des a nada en exceso; conténtate con el uso sencillo de las cosas presentes de las que hay que ocuparse cuando es preciso, sin que tu corazón se pegue a ellas. Remite a Dios enseguida todo acontecimiento triste o alegre, vive sin multiplicidad, a fin de que Dios permanezca presente a ti. Rechaza todo impedimento… No desees complacer a nadie, salvo a Dios sólo. Elige con María la mejor parte, no vagabundees de aquí para allá… Vuelve sin cesar a la soledad, a la conversación interior. El que tú buscas no puede encontrarlo ningún sentido ni ninguna inteligencia, sólo las almas puras lo reciben. Que Él sea tu pensamiento, tu búsqueda continua, y, pase lo que pase, sigue tu camino. Vuelve siempre así al interior donde está presente la verdad misma. No llegarás jamás allá en el borboteo inconsciente de las palabras. Guarda, pues, silencio, permanece en paz, soporta todo, ten confianza en Dios, haz lo que esté en tu poder, y pronto recibirás una maravillosa luz para conocer los caminos perfectos de la vida interior”

*

Juan Lanspergio

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Dr. Norberto Levy: La relación con Dios.

Miércoles, 30 de agosto de 2017
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2011-05-11-norberto-levy¿Es posible hablar con Dios?

Apelemos a una metáfora: imaginemos a un glóbulo rojo que tuviera conciencia de su vida individual y se percibiera único y diferente de todas las demás células. Y que a este glóbulo se le dijera: ¿sabías que además de ti existen millones y millones de glóbulos que cumplen tu misma función, que llevan oxígeno y traen anhídrido carbónico? Y no sólo eso, sino que además están coordinadas con millones y millones de otras, que realizan tareas muy distintas a la tuya, pero que todas en su conjunto forman parte de una misma unidad?

Imaginemos la sorpresa de este glóbulo al percibir semejante contraste entre su tamaño y el de esa unidad de la cual forma parte. Si él sólo se percibe a sí mismo en lo que tiene de diferente del resto, en su propio “nombre y apellido”, su sensación de pequeñez sería enorme, casi innombrable. Similar tal vez a la que uno siente cuando contempla la infinita vastedad del cielo estrellado.

Imaginemos ahora que a nuestro desconsolado glóbulo se le dijera después: Pero hay una parte tuya que es idéntica a esa vastísima unidad. Si te fijas con cuidado observarás que hay algo, que es tu código genético, que está presente por igual en todas esas millones de células….Y que él orientara su percepción hacia ese componente de su ser en donde está el código genético común. Mientras lo hace percibiría que su sensación de sí mismo, su identidad, trasciende los límites de su propio cuerpo y se enlaza con una vastedad desconocida para él. “¡Uuaauuh!!! Qué sorpresa!!! Me he conectado con Dios… Y está en mí…” La inmensidad de esa experiencia lo transformaría por completo, y cuando volviera a sus tareas “cotidianas” como glóbulo rojo, aunque siguiera haciendo lo mismo, él ya no sería el mismo. Y no lo sería porque ya sabe que él es mucho más que ese glóbulo, y simultáneamente, también es ese glóbulo. Y que cuando ese glóbulo cese, él no va a cesar.

En ese momento habrá completado el ciclo evolutivo de su conciencia individual.

¿Y cómo es esta experiencia en nosotros, los seres humanos?

Lo que nosotros intentamos nombrar con la palabra Dios y lo que sentimos al acercarnos a esa dimensión es similar a lo que el glóbulo sentiría al percibir esa zona de su ser que está más allá de su identidad particular. Aníbal Sabatini, un querido maestro que tuve decía: “Los seres humanos somos células integrantes y conscientes del gran organismo universal”. La vivencia de tomar contacto con la pertenencia a ese organismo es lo que llamamos experiencia trascendente, experiencia transpersonal o experiencia mística.

¿Y dónde se la encuentra?

Cuando uno habla de Dios, en última instancia está hablando del Amor. Y el Amor no es algo misterioso o estrafalario, es simplemente una calidad de relación. Es respeto, solidaridad y cooperación. Esa es la esencia. Luego adoptará las diferentes formas según el vínculo en el que se active: puede ser el amor pasional, el amor a los hijos, a la naturaleza, a una mascota, etc.

Cuando uno siente esa calidad de sentimiento sabe lo que es disolverse gozosamente en algo más grande. El amor en sí adquiere presencia en sí misma, es como otra identidad, que a uno lo trasciende y lo incluye. En esos momentos uno siente que es amor, siente a Dios en uno y se siente uno con Dios.

Sentir a Dios en uno no es arrogancia, no es algo especial o exclusivo, es algo natural, que siempre y en todos está. Es la posibilidad que tiene “lo creado” de tomar contacto con el creador.

Un estudiante de budismo estaba meditando con la foto del Buda enfrente reverenciando la conciencia y el amor de esa figura, y lo hacía arrojando pétalos de rosa sobre esa foto…hasta que en un momento tuvo una intensa revelación y, espontáneamente, continuó arrojando los pétalos, pero también sobre sí mismo. La revelación había sido el encontrar en él mismo lo que antes percibía sólo en el Buda.

¿A Dios se le habla con la mente o con el corazón?

Tal vez habría que revisar la idea misma de la opción: La mente “o” el corazón. En el nivel de la opción: es con el corazón. Si trascendemos ese plano y dejamos de pensar en términos excluyentes te diría que le hablamos con ambos simultáneamente. No encuentro ninguna razón para retirarle a la mente la posibilidad intrínseca que también existe en ella de hablar con Dios. Se dice y con razón que la mente es un terrible amo y un excelente sirviente. Cuando la mente, en su crecimiento, alcanza la madurez y recupera su rol esencial de excelente sirviente, desde ahí es también un digno y noble interlocutor de Dios.

¿Dios también puede estar en la mirada de otra persona o en un atardecer?

Puede estar en la mirada, en la nariz, en la boca, en cualquier parte de su cuerpo…y en cualquier hora del día. Sin duda que hay momentos, como los que nombras, que estimulan más esa conexión: No por nada a los ojos se los llama la ventana del alma. Pero la trama amorosa e inteligente que constituye la vida se manifiesta en todo lugar, y en todo momento. La Madre Teresa de Calcuta decía: “Cuando cuido a un mendigo enfermo de lepra, a quien yo veo y siento que estoy cuidando es a Cristo mientras atraviesa uno de sus momentos más difíciles“.  De modo que no es tanto dónde está, si no cómo son los ojos que lo miran.

¿El amor es un sentimiento?

Es también un sentimiento pero es mucho más que eso. Es una calidad de energía, una calidad de relación. Para presentarlo en su dimensión más simple: ¿Qué es lo que hace que dos células cooperen para realizar una tarea necesaria para el organismo? Esa energía básica es el Amor. Y esto está presente en cada una de las células, en relación con cada una de las otras. Millones y millones de veces, segundo tras segundo. Si simplemente pudiéramos imaginar ese universo comenzaríamos a percibir hasta qué punto estamos impregnados de Amor, y que en última instancia somos ese Amor. No sólo en el nivel microscópico sino también en su opuesto, el macroscópico. Se dice que el Amor es el pegamento que mantiene unido al universo. Goethe lo expresó con mucha belleza cuando dijo: “He visto el Amor que mueve al sol y las demás estrellas”. Cuando podemos entrar en contacto con esta calidad de energía en nuestro ser logramos comprender mejor la actitud del estudiante que comenzó a arrojarse pétalos de rosa, o al glóbulo rojo imaginario que sintió el éxtasis de estar en contacto con Dios.

¿En los seres humanos el amor esta sólo en el nivel celular?

Claro que no. Ese es sólo un nivel. Por eso es necesario alinear el cuerpo, las emociones, la mente y el alma (que sería nuestro código genético cósmico) para realizar nuestra unión consciente con Dios. Algunos místicos dicen que si contáramos los granos de arena de la playa sabríamos las veces que como seres humanos hemos intentado realizar la Unicidad con Dios.

¿Cómo saber si estamos hablando con El o con un impostor, una fantasía creada por nosotros mismos?

Para conocer a Dios primero es necesario aprender a escuchar todas las voces interiores: la del miedo, el enojo, la venganza, el deseo de dominación… Cuando uno ha aprendido a escucharlas, identificarlas y asistirlas, más sencillo se hace reconocer la amabilidad, el calor y la luz de la propia sabiduría interior.

Pero no podemos conocer su aspecto o su figura. Así como el glóbulo rojo no puede conocer cómo es el ser humano en el que vive porque no tiene los medios para acceder a esa dimensión, nuestra mente humana es demasiado pequeña para poder percibir esa vastedad. Por esta razón algunas religiones prohíben nombrar o representar a Dios a través de alguna imagen. Es una manera de decir que quien ha accedido a esa vastedad sabe que no puede abarcarla. Quien cree que la puede abarcar y entonces le da una forma es porque no la ha conocido. Esto conduce a cierta humildad natural que reconoce sus límites y sabe que puede reconocer la existencia de algo más vasto, que puede sentir su presencia pero no puede ir más allá.

¿Qué hacer si los consejos de Dios van en contra de nuestros intereses personales?

El alejamiento de Dios fue el inicio de un viaje de amor. La conciencia individual pretende, a través de la experiencia humana, conocerse a sí misma por completo y poder regresar así a la Unicidad con un conocimiento mayor. Ese es un supremo acto de amor que implica momentos de olvido, escisión, desconexión. De la fricción de esos momentos, de las peripecias humanas con su cuota de duda, dolor, aprendizaje, es que se va gestando el crecimiento de la conciencia individual. Cada vez que se inicia un movimiento humano de alejamiento del Orden Divino ya está implícito en él, con las vicisitudes y el tiempo que sea, el camino de retorno, con su aprendizaje y su crecimiento.

Todo está latiendo: la galaxia, la tierra, las células del propio cuerpo, la separación de Dios y el regreso a Él.
Se trata del latido creador del universo.

¿Sólo podemos comunicarnos con Dios rezando o meditando?

Es bueno distinguir el camino de la meta. Rezar o meditar son caminos pero no los únicos. Nos comunicamos con Dios cuando nos conectamos con la trama amorosa básica que nos constituye y de la cual estamos hechos. Y eso puede ocurrir en cualquier situación, generalmente cuando nos sentimos amando, ya sea a otra persona, o a la vida misma en cualquiera de sus formas.

¿De qué manera nos habla?

El código es muy personal. Esa sabiduría interior puede llegar a través de un sueño, de una imagen, de una palabra, de una resonancia distinta que se produce ante un mismo hecho habitual, y tantas otras formas… Y también es variable la contundencia con la que lo percibimos. A veces tenemos la clara certeza de su verdad, otras veces aparece como un susurro que nos invita en cierta dirección y que requiere de nosotros un acompañamiento para observar qué nos produce…es decir, que no es tanto una fotografía estática y definitiva sino más bien una película que se va desenvolviendo.

¿Sus respuestas tardan en llegar?

Lo que tarda es muy variable. Lo que sí es seguro es que el tiempo no depende, y muchas veces no coincide, con el de nuestro deseo personal.

¿Es pecado pedirle ganar más dinero?

De ninguna manera. Vivimos en un mundo físico y el dinero es un medio para obtener los objetos materiales que necesitamos para vivir en este mundo. Lo que es importante es descubrir qué hacemos con ese dinero, al servicio de qué lo ponemos. Si de la expansión, el disfrute y la cooperación, o al servicio del dominio y la explotación. De modo que el tema no es el dinero sino el uso que cada uno le da.

¿Qué sucede si desobedecemos sus consejos?

Por supuesto que no hay tal cosa como penitencia o castigo. Es una oportunidad más para observar cómo siguen los acontecimientos y realizar el aprendizaje hasta donde podamos. En este sentido es similar a ese relato en el que la abuela le dice al nieto: “No te sientes allí porque te vas a quemar“. Cuando la abuela se aleja, el niño, atraído por su curiosidad, va y se sienta. Estalla en llanto por el dolor, la abuela viene, se da cuenta de lo que pasó…, le dice: “¡Yo te avisé!” y le coloca una pomada donde se quemó. Tal vez ni hace falta que le dijera que le avisó. El niño ya hizo su aprendizaje, en otro escalón en donde por cierto hay mucho más dolor, pero es al que necesitó llegar para comprender lo que no entendía. Leer más…

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San Benito

Martes, 11 de julio de 2017
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Sí, la Iglesia y el mundo, por diferentes pero convergentes razones, necesitan que San Benito salga de la comunidad eclesial y social y se rodee de su recinto de soledad y silencio, y desde allí nos haga escuchar el encantador acento de su sosegada oración, desde allí casi nos alabe y acaricie y nos llame a sus claustros, para ofrecernos el cuadro de un taller “del servicio divino”, de una pequeña sociedad ideal, donde finalmente reina el amor, la obediencia, la inocencia, la libertad de las cosas y el arte deusarlas bien, la prepondeancia del espíritu, de la paz. En una palabra, el Evangelio.

Que san Benito vuelva para ayudarnos a recuperar la vida personal; esa vida personal por la que hoy sentimos tanto ansia y afán y que el desarrollo de la vida moderna, a la que se debe el deseo exagerado de ser nosotros mismos, lo sofoca en tanto que lo despierta, lo decepciona al mismo tiempo que lo hace consciente.

Corría el hombre en un tiempo, en los siglos remotos, al silencio del claustro, como corría a ellos Benito de Nursia, para encontrarse a sí mismo. Hoy, no es la carencia de la convivencia social lo que impulsa al mismo refugio, sino la exuberancia. La excitación, el estruendo, la ansiedad, la exterioridad, la multitud amenazan la interioridad del hombre. Le falta el silencio con su genuina palabra interior, le falta el orden, le falta la oración, le falta la paz, le falta él mismo. Para recuperar el dominio y el gozo espiritual de nosotros mismos, tenemos necesidad de  volver a asomarnos al claustro benedictino.

Y una vez recuperado el hombre para sí mismo en la vida monástica, es recuperado para la Iglesia. El monje tiene un puesto de privilegio en el Cuerpo Místico de Cristo, una función tanto más providencial y urgente como nunca.

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Pablo VI
Discurso después de la Consagración de la Basílica de Monte Casino el día 24 de octubre de 1964.

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Exiliados

Viernes, 3 de febrero de 2017
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Del blog Nova Bella:

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Nosotros no tenemos ninguna necesidad de abandonar nuestro país para llegar al reino de los cielos, ni cruzar el mar para adquirir la virtud. Porque el Señor ha dicho, “el reino de los cielos está dentro de vosotros”. La virtud no tiene necesidad más que de vuestro querer, puesto que está en nosotros y nace de nosotros.

*

San Atanasio

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“Monólogos y soliloquios”, por Dolores Aleixandre

Lunes, 23 de enero de 2017
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De su blog Un grano de mostaza:

Al evangelista Lucas parecen interesarle los monólogos internos de sus personajes: al administrador sinvergüenza lo presenta como si lo conociera hasta los tuétanos y sus pensamientos le fueran transparentes: “El administrador pensó: ¿Qué voy a hacer…? Para cavar no tengo fuerzas, mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer…” (Lc 16, 3). Del rico que había tenido abundante cosecha también nos revela cuáles eran sus cavilaciones: “Empezó a pensar: «¿Qué puedo hacer? Porque no tengo donde almacenar mi cosecha». Y se dijo: «Ya sé lo que voy a hacer; derribaré mis graneros, construiré otros más grandes, almacenaré en ellos todas mis cosechas y mis bienes, y me diré…” (Lc 10, 17).

Es una lástima que el contenido de las reflexiones de ambos gire en torno a cómo enriquecerse más y tampoco consuela mucho que el hijo pródigo salga del agujero negro en el que estaba gracias a que “entró en sí” y se dijo “me levantaré…, iré…le diré…” (Lc 15, 17): la realidad es que tenía un hambre tan feroz que sus pensares le fluían desde el estómago.

Menos mal que aparece María, la madre de Jesús, con una interioridad “decente” y respiramos al saber que ella rumiaba otras cosas y todo lo que tenía que ver con su Hijo “lo guardaba dándole vueltas en su corazón” (Lc 2,19). Santa Teresa hablará después de “un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma…

Qué suerte contar con maestras que orienten nuestros soliloquios en otra dirección…

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

“Quien me ve, ve a Abba”, por Juan Masiá Clavel, sj

Jueves, 5 de enero de 2017
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buddha_and_jesus1De su blog Vivir y Pensar en la Frontera:

Camino, Verdad y Vida con Jesús y Buda

Para empezar el año con un día de espiritualidad compartida, se reúne una pequeña comunidad de personas budistas y cristianas, que pasan un día de retiro, meditando y conversando sobre Verdad, Vida y Camino en torno al Evangelio y el Sutra del Loto.

Un tema central en el Evangelio y en el Loto: el Camino hacia la Verdad de la Vida: Discernir la Verdad última de la vida más allá de las verdades aparentes, agradecer la Vida verdadera de la Fuente de Vida Eterna; y practicar el Camino de la misericordia compasiva.

Despertar a la luz de la Verdad del Dharma, vivir respirando en el seno de la Vida Verdadera y practicar el camino de los bodisatvas: vivir y convivir dándonos vida mutuamente.

Evangelizar es dar vida, dice Francisco (EG n. 10)

Origen y fruto de esta espiritualidad compartida, es la alegría del Dharma (en japonés; hou-etsu), alegría del Evangelio, alegría de la lucidez cordial del discernimiento y la misericordia.

Textos para primera lectura de sutras y lectio divina de Evangelio:

Del Sutra del Loto:

“No estoy en la otra orilla, sino aquí,
entre vosotros, anunciando
día a día el mensaje del Dharma.
Habito permanentemente entre vosotros…
Veo a todos los vivientes
sumidos en un mar de sufrimiento
Por eso no me muestro como soy,
sino que incito a que me añoren
para que se revele el Dharma
cuando despierte el anhelo…
Los dóciles de corazón
me verán tal cual soy.
Entonces se percatarán
de que habito entre vosotros proclamando el Dharma.

(Sutra del Loto, trad. de poemas: J. y E. Masiá, ed. Sígueme, Salamanca, 2009, cap. 16, p 180-181)

Del Evangelio según Juan:

No os voy a dejar desamparados, volveré con vosotros.
Dentro de poco, el mundo dejará de verme;
vosotros, en cambio, me veréis,
porque de la vida que yo tengo
viviréis también vosotros.
Aquel día experimentaréis
que yo estoy identificado con mi Padre,
vosotros conmigo y yo con vosotros.

(Jn 14, 18, 20)

Meditación:

Al desenterrar el tesoro de la interioridad y descubrir, en uno mismo y en todo la Vida, se comprende que quien me ve, ve la Vida, “quien me ve, ve al Dharma” (Gautama, el Buda), “Quien me ve, ve a Abba (Jesús, el Cristo).

Ver más en: Vivir. Espiritualidad en pequeñas dosis. Religión Digital y Ed.Desclée, 2015, cap. 29, p. 77).

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El Secreto

Lunes, 22 de agosto de 2016
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Del blog Nova Bella:

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Oh tú, que buscas el camino que conduce al secreto,

retorna sobre tus pasos,

pues es en ti mismo donde se halla el secreto.

*

Ibn l-Arabi

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“Barullos interiores”, por Dolores Aleixandre

Jueves, 18 de agosto de 2016
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ESPRITUSANTOYFUEGOCONMANOSDe su blog Un grano de mostaza:

¿Qué tienen que ver entre sí Gregorio el Sinaita, monje bizantino del monte Athos del s. XIV, Sri Aurobindo, sabio hindú muerto en el pasado siglo y Thich Nhat Hant, maestro zen vietnamita , autor actual de numerosos libros? Más allá de la diversidad de sus culturas y épocas, los tres coinciden en señalar la importancia de aquietar ese barullo de pensamientos, juicios, ideas y cavilaciones que nos habitan y que, como una marea incontrolable, nos arrastra como las olas a una botella vacía.

Me avergüenzan mis pensamientos, se queja un orante anónimo del s. X.- vagan por sendas torcidas mientras rezo los salmos; ante los ojos del Dios verdadero se agitan. Sin barcas cruzan los mares, desde la tierra hasta el cielo llegan a mí con rápidos brincos. Van en loca carrera en torno a mí o por tierras lejanas en vertiginosa huida y luego me vuelven. Aunque los quisiera atar y les pusiera grilletes no gustarían de un breve reposo. Ningún cerrojo ni cárcel del mundo, ni fortalezas, ni mares detienen su vuelo…”

“Ya estamos con el rollito del mindfulness ese, que me tiene hasta la coronilla”, estará pensando más de uno. “Vaya hartura de modas orientales, y todo desde que Richard Gere se declara budista…”. “A esos, antes de ponerse a hablar de la atención plena, les ponía yo a rezar los quince misterios del rosario …

Me permito avisar a estos escépticos de que sus resistencias les vienen de su ignorancia acerca de la importancia que da el NT a esos murmullos oscuros de retorcimiento, doblez y descontento y que salen al exterior en forma de crítica, protesta o murmuración: “Del corazón salen los pensamientos malvados (dialogismoi)” (Mt 15,19)

“Estaban allí sentados unos letrados que murmuraban para sus adentros…” (Mc 2,8). Discutían los discípulos sobre quién era el más importante y Jesús “conociendo los pensamientos de sus corazones, tomando un niño lo puso en medio…” (Lc 9,46). Santiago observa las actitudes discriminatorias de los que tratan bien a los ricos y desprecian a los pobres (“siéntate cómodamente aquí”, “quédate ahí de pie…”) y deduce que ese comportamiento procede de sus “pensamientos perversos” (San 2,4).

Jesús dirige a los suyos este reproche en uno de los relatos de apariciones: ¿Por qué suben esos dialogismoi a vuestros corazones? (Luc 24,38) y la imagen espacial (algo sube de lo más hondo del corazón de los discípulos …), hace pensar en una incredulidad agazapada en lo profundo que asciende y ocupa el espacio que debería abrirse a la alegría del Resucitado.

Como aquel salmista que suplicaba a Dios: “¡Que te sean gratos los pensamientos de mi corazón!” (Sal 19,15), necesitamos contagiarnos de su deseo de aquietar y silenciar esos murmullos indeseables que amenazan con ocupar nuestra interioridad. Contamos para ellos con la complicidad del “Dulce Huésped del alma”, el único capaz de sosegar y acallar el barullo de nuestro corazón.

Dolores Aleixandre

Fuente: Alandar Junio 2016

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Dentro de mí

Sábado, 13 de agosto de 2016
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De blog Nova Bella:

SUFI 22

“Debajo de esta túnica

está Dios

y nada más que Dios”

*

Abu Yazid Bistami

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Cristo es la Transparencia

Sábado, 6 de agosto de 2016
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Del blog de la Communion Béthanie:

Vivamos el verano con el libro “15 días con el Hermano Roger de Taizé “ escrito por Sofía Laplane en la Editorial Ciudad Nueva: 

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Dios mismo vino sobre la tierra como un pobre,
como un humilde.
Vino a través de Cristo Jesús.
Dios permanecería lejos de nosotros si
Cristo no fuera la transparencia.
Desde el comienzo Cristo estaba en Dios.
Desde el nacimiento de la humanidad,
era palabra viva.
Vino sobre la tierra para hacer accesible
la confianza de la fe.
Resucitado, hace su morada en nosotros,
nos habita por el Espíritu Santo.
Y descubrimos que el amor de Cristo se expresa ante todo
por su perdón y por su presencia continua dentro de nosotros.

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Durante el verano, vuestras hermanas y hermanos de Cristianos Gays rezan contigo y por tí. De hecho, nuestro deseo es vivir nuestra vida cotidiana, iluminados interiomente por medio de Jesucristo. Queremos estar cerca de los que pasan las pruebas.

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Desde la intemperie

Jueves, 7 de enero de 2016
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homeless-streetsMagdalena Bennásar Oliver
Mallorca.

ECLESALIA, 21/12/15.- Me siento llamada por dentro a reflexionar sobre esa realidad: la intemperie. Me resisto, pienso que total la gente lee tantas cosas, escribes y nadie te dice ni que lo ha recibido apenas… como veis me resisto a “mi intemperie”. Intento disuadir la invitación, la voz interior que me vuelve a sugerir que comparta lo que de intemperie he vivido, vivo, resisto…y al fin, sucumbo. Casi pidiendo perdón porque estos días la gente va cargada, pero ya sabéis que el tiempo de Dios funciona con otros registros. Desearía estar en ellos para compartir lo que me regala.

Muchas de nosotras y nosotros tenemos intemperies pegadas a la piel y tal vez no las vemos o no sabemos cómo gestionarlas. Una de ellas, que comparto, es el duelo. El duelo te hace entrar dentro, y buscar entre los millones de recuerdos y experiencias vividos los compartidos con la persona que se ha ido. A veces consuela, otras duele tanto que cambio de canal.

El duelo te deja a la intemperie, sin cobijo, sin escape, sin zona de confort. El duelo te pone en camino, ¿hacia dónde? hacia el camino, que es lo que importa. La persona que se ha ido te pone en comunicación con una realidad profunda, la Vida, la realidad sin decoración, al vivo.

Las calles de nuestras ciudades y pueblos están sobrecargadas de luces, justo estos días, y sin embargo el Evangelio nos habla de camino oscuro, de una pareja que se tiene que ir a empadronar a su lugar de origen justo cuando ella está a punto de dar a luz… ¡intemperie!

Es otra forma de duelo, de pérdida, cuando tenemos que dejar lo familiar, lo conocido y querido, puede ser un destino que te cae y asumes, y te sientes a la intemperie, no conoces a nadie, no tienes casa, no tienes mucho suelto, pero hay una llamada más fuerte y más clara que lo oscuro del camino. Puede ser una necesidad de emigrar o de buscar refugio y quedarte bastante a la intemperie, dependiendo totalmente de la buena voluntad de las instituciones y de las personas concretas. Ellos y ellas “saben a intemperie”, sin necesidad de definir el término.

Y luego está la intemperie de la enfermedad. No buscada, no deseada por supuesto. Te llega, te asusta, te deja bastante descolocada, a la “intemperie” tanto si es terminal como si te debilitan tanto para debilitar a la enfermedad que te sientes tan a la intemperie que ni osas decirlo. No quieres preocupar a nadie pero, ahí estás, dialogando con el Dios de las intemperies a ver si te da alguna pista, algún consuelo.

Y la intemperie de los que adoptaron un hijo, o dos o tres, que los hay y les conozco. Nunca tranquilos, siempre negociando, siempre como a escondidas, como el hijo adoptado de una gran amiga, por Navidad se dedicó a vaciar los bolsos de todos los tíos y tías… ¡Qué intemperie! En silencio, de noche le llama, para quererle. Los dos están a la intemperie, ella no puede decir nada porque el marido, bueno sí, pero ya sabes…lo ve diferente. La intemperie de la soledad, acompañada a veces, o soledad a secas. La de tantos mayores que no dicen mucho pero su mirada expresa intemperie. Solitos, sonriendo o menos amables, pasando por su larga intemperie.

Trabajando en pastoral universitaria en un campus civil en Boston hace años, nos dijeron que no hablásemos a los jóvenes de “familia” en Navidad. Podía ser dramáticamente contraproducente. Ellos, esos jóvenes y niñas y niños de familias desestructuradas también viven la intemperie. Un fin de semana aquí, otro allá…

Y Jesús va y se le ocurre nacer a la intemperie, de unos padres desestructurados y en un lugar desconocido, inhóspito, exageradamente impropio. Pero sí, sí, eso dicen los textos, y de verdad creo que si no fuera cierto no lo dirían ya que no es la imagen de Dios que quisiéramos normalmente, sólo cuando, como El, nos sentimos a la intemperie.

Entonces sí, todo tiene más sentido. El evangelio empieza a tener más luz y relevancia y también más capacidad de movernos por dentro a confiar, a acoger, a acompañar a los y las que están a la intemperie, como nosotros y nosotras que lo estamos o lo hemos estado o lo estaremos cualquier día.

Y no me quiero olvidar de los y las que acompañáis, en esta etapa de vuestra vida, a personas que están a la intemperie. Reconocer tu propio cansancio, tus propios límites que te hacen sentir culpable sin serlo, pero se espera tanto de ti, sobre todo, de tantas mujeres cuidadoras de mayores y de personas enfermas. Recuerdo a otra amiga querida. Lleva meses cuidando muy de cerca por no molesta o invadir, a una hermana que está muy terminal, y hace dos semanas muere su hermano apoyo, de repente, a los 50 años, ¡qué dura intemperie! Qué poco oportuna esa noche oscura, pero qué fuerte la fe de esa mujer fuerte, que sí, claro, se siente a la intemperie, porque además, hay que seguir acompañando con ánimo a la que se está muriendo… ¡Uff! Necesitamos Navidad, y como sugieres Ignacio, meternos en la cueva, olerla, sentirla y coger al crío en brazos para así abrazar nuestra intemperie y la de los que nos rodean. De pronto se me hace más evidente el porqué de los textos de estos días. No los quisiera diferentes. Así cabemos todas y todos

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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El Dios interior

Jueves, 5 de febrero de 2015
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Del blog À Corps… à Coeur:

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El Hijo nace del Padre de un nacimiento espiritual, de un nacimiento que es conocimiento (co-nacimiento). Lo absurdo de la Encarnación mal comprendida.  En lugar de decir “Dios tiene un Hijo” hay que decir: “Dios es Hijo “ … Dios sólo existe en el intercambio y la comunicación entre las Personas divinas. Para comprender el sentido y la actualidad (el hoy y ahora) de esta vieja historia, hay que comprender que el único y verdadero Dios es un Dios interior. Jesús no tuvo que descender del Cielo ya que  siempre está  ahí. Es la humanidad la que está ausente.

*

P. Maurice Zundel en Ghazir, 1959

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Una selva virgen…

Jueves, 10 de julio de 2014
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Cada uno oculta en él una selva virgen,

una extensión de nieve donde ningún ave dejó su huella.”

*

Virginia Woolf

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