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San Juan Evangelista

Martes, 27 de diciembre de 2022

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Señor Jesús, quien escoge amarte no queda defraudado porque nada se puede amar mejor y más provechosamente que a ti, y esta esperanza nunca decae. No hay miedo de excederse en la medida, porque en amarte a ti no está prescrita ninguna medida. No hay que temer a la muerte, que pone fin a las amistades del mundo, porque la vida no puede morir. En el amarte a ti no hay que temer ofensa alguna, porque no puede haberlas, si no se desea otra cosa que el amor. No se insinúa sospecha alguna, porque tu juzgas según el testimonio de la conciencia que ama. Ésta es la suavidad que excluye el temor.

¡Verbo devorador, ardiente de justicia, Verbo de amor, Verbo de toda perfección, Verbo de ternura. Verbo devorador a quien nada puede escapar! Verbo que compendias en tí toda la ley y los profetas. Del que tiene tal amor, dice abiertamente la Verdad estas palabras: “El que acepta mis mandatos y los cumple, este me ama” (Jn 14,21). Se debe saber también que el amor de Dios no se mide por sentimientos momentáneos, sino por la perseverancia de la voluntad. El hombre debe unir su voluntad a la de Dios, de modo que la voluntad humana consienta todo lo que dispone la voluntad divina, sin querer esto o aquello si no es porque sabe que lo quiere Dios.

Esto significa amar a Dios de modo absoluto. En efecto, la misma voluntad no es otra cosa que amor”.

*

Elredo de Rievaulx,
Discurso sobre el amor de Dios.

***

 

Sentirse amado es el origen y la plenitud de la vida del Espíritu. Digo esto porque, apenas comprendemos un destello de esta verdad, nos ponemos a la búsqueda de su plenitud y no descansamos hasta haber logrado encontrarla. Desde el momento en que reivindicamos la verdad de sentirnos amados, afrontamos la llamada a llegar a ser lo que somos. Llegar a sentirnos los amados: he aquí el itinerario espiritual que debemos hacer. Las palabras de san Agustín: “Mi alma está inquieta hasta reposar en ti, Dios mío”, definen bien este itinerario.

Sé que el hecho de estar a la constante búsqueda de Dios, en continua tensión por descubrir la plenitud del amor, con el deseo vehemente de llegar a la completa verdad, me dice que he saboreado ya algo de Dios, del amor y de la verdad. Puedo buscar sólo algo que, de algún modo, he encontrado ya.

*

H. J. M. Nouwen,
Tú eres mi amado: la vida espiritual en un mundo secular, Madrid s.f

***.

***

 

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Tuyo es todo esto, y todo es para ti.

Miércoles, 14 de diciembre de 2022

Juan de Yepes, hijo de Gonzalo de Yepes y de Catalina Álvarez, nació en Fontiveros (Ávila) en el año 1542. Tras una niñez llena de miseria, entró en 1563 en el Carmelo. En 1567, año de su ordenación sacerdotal, conoció a Teresa de Jesús en Medina del Campo y decidió seguirla en la fundación de la nueva familia del Carmelo. Fue primero carmelita descalzo en Duruelo, en 1568, y ocupó a continuación el cargo de maestro y formador.

En 1572 lo reclamó Teresa para confesor del monasterio de la Encarnación del que era priora. Fue perseguido y encerrado, entre diciembre de 1577 y agosto de 1578, en la cárcel conventual de Toledo, donde realizó una fuerte experiencia del sufrimiento y de la «noche oscura». Tras salir de la cárcel, se incorporó a la vida de la naciente Reforma y ocupó el cargo de superior en Segovia. Murió en Ubeda el 14 de diciembre de 1591. Fue canonizado por Benedicto XIII en 1726 y proclamado doctor de la Iglesia por Pío XI el 24 de agosto de 1926.

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En la Fiesta del poeta enamorado de lo Indecible, Juan de la Cruz, traemos esta preciosas palabras… Hasta su prosa es poesía. El ritmo y la cadencia lo acompañan en revestir de palabra lo inefable.

La obra de Juan es un tratado ecológico, una espiritualidad telúrica. La primera mitad del Cántico Espiritual es un canto de amor a la creación y de comunión con ella. Versos arrobadores que cantan el desposorio con la creación. La relación entrañable con el cosmos, con la madre tierra, muestra una espiritualidad telúrica admirable:

 “Buscando mi amores…

¡Oh cristalina fuente…!

Mi Amado las montañas…

La música callada

 la soledad sonora

la cena que recrea y enamora”.

*

Cántico espiritual

***

San Juan

Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues, ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en meajas que se caen de la mesa de tu Padre.”

*
Oración de alma enamorada

*

San Juan de la Cruz

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Juan de la Cruz es un enamorado de Dios. Trataba familiarmente con él, hablaba constantemente de él. Lo llevaba en el corazón y en los labios, porque constituía su verdadero tesoro, su mundo más real. Antes de proclamar y cantar el misterio de Dios, es su testigo; por eso habla de él con pasión y con dotes de persuasión no comunes: «Ponderaban los que le oían, que así hablaba de las cosas de Dios y de los misterios de nuestra fe, como si los viera con los ojos corporales». Gracias al don de la fe, los contenidos del misterio llegan a formar para el creyente un mundo vivo y real. El testigo anuncia lo que ha visto y oído, lo que ha contemplado, a semejanza de los profetas y de los apóstoles (cf. 1 Jn 1,1-2).

Como ellos, el santo posee el don de la palabra eficaz y penetrante; no sólo por la capacidad de expresar y comunicar su experiencia en símbolos y poesías transidos de belleza y lirismo, sino por la exquisitez sapiencial de sus dichos de luz y amor, por su propensión a hablar «palabras al corazón, bañadas en dulzor y amor», «de luz para el camino y de amor en el caminar».

La viveza y el realismo de la fe del doctor místico estriban en la referencia a los misterios centrales del cristianismo. Una persona contemporánea del santo afirma: «Entre los misterios que me parece tenía grande amor era al de la Santísima Trinidad y también al del Hijo de Dios humanado». Su fuente preferida para la contemplación de estos misterios era la Escritura, como tantas veces atestigua; en particular, el capítulo 17 del evangelio de san Juan, de cuyas palabras se hace eco: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).

Teólogo y místico, hizo del misterio trinitario y de los misterios del Verbo Encarnado el eje de la vida espiritual y el cántico de su poesía. Descubre a Dios en las obras de la creación y en los hechos de la historia, porque lo busca y acoge con fe desde lo más íntimo de su ser: «El Verbo Hijo de Dios, juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, esencial y presencialmente está escondido en el íntimo ser del alma… Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él, pues le tienes tan cerca. Ahí le desea, ahí le adora».

¿Cómo consigue el místico español extraer de la fe cristiana toda esa riqueza de contenidos y de vida? Sencillamente, dejando que la fe evangélica despliegue todas sus capacidades de conversión, amor, confianza, entrega. El secreto de su riqueza y eficacia estriba en que la fe es la fuente de la vida teologal: fe, caridad, esperanza. «Estas tres virtudes teologales andan en uno».

Una de las aportaciones más valiosas de san Juan de la Cruz a la espiritualidad cristiana es la doctrina acerca del desarrollo de la vida teologal. En su magisterio escrito y oral centra su atención en la trilogía de la fe, la esperanza y el amor, que constituyen las actitudes originales de la existencia cristiana. En todas las fases del camino espiritual son siempre las virtudes teologales el eje de la comunicación de Dios con el hombre y de la respuesta del hombre a Dios.

La fe, unida a la caridad y a la esperanza, produce ese conocimiento íntimo y sabroso que llamamos experiencia o sentido de Dios, vida de fe, contemplación cristiana. Es algo que va más allá de la reflexión teológica o filosófica. Y la reciben de Dios, mediante el Espíritu, muchas almas sencillas y entregadas.

Al dedicar el Cántico espiritual a Ana de Jesús, anota el autor: «Aunque a Vuestra Reverencia le falte el ejercicio de teología escolástica con que se entienden las verdades divinas, no le falta el de la mística que se sabe por amor en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan». Cristo se les revela como el Amado; aún más, como el que ama con anterioridad, como canta el poema de «El pastorcico» .

*

Carta apostólica Maestro en la fe,
en el IV centenario de la muerte de san Juan de la Cruz, 8-10.

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***

“Fuera de su nativa España, San Juan de la Cruz nunca fue un santo muy popular. Su doctrina es considerada como “difícil”, y le exige a los demás la misma austeridad intransigente que él practicó durante su vida entera. Sin embargo, un estudio más ceñido a su doctrina…, probaría que San Juan de la Cruz poseía todo el equilibrio, la prudencia y la “discreción” que caracteriza a la más elevada santidad. No es un fanático aplicado a sobrecargar a sus subordinados con fardos insoportables que acabarían por reducirlos a ruinas morales y físicas. Las exigencias que formula son inflexibles en lo esencial pero flexibles en sus aspectos accidentales. Su único propósito consiste en situar al hombre entero, cuerpo y alma, bajo la guía del Espíritu de Dios. En la práctica, San Juan de la Cruz se opuso inexorablemente al formalismo y la inhumanidad de quienes comparaba con “herreros espirituales” que martillaban violentamente las almas de sus víctimas para hacerlas calzar en algún modelo convencional de perfección ascética. Sabía muy bien que este tipo de ascetismo era uno de los más defectuosos, porque a menudo era una manifestación de incorregible orgullo espiritual. La claridad y la lógica de este carmelita español, sumada a su insuperable y experimentado conocimiento de las cosas de Dios, lo sitúan de lejos como uno de los más grandes y más confiables de todos los teólogos místicos”.

Ascenso a la Verdad”, páginas 320-323

Thomas Merton

Ed. Lumen,
vía Amigos de Thomas Merton

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“Juan de la Cruz, un amor que no sabe de pecado”

Miércoles, 14 de diciembre de 2022

são joão da cruzDel blog de Xabier Pikaza:

Celebra hoy la Iglesia Católica la memoria de San Juan de la Cruz, el más poderoso de los testigos del amor en la historia de occidente.

En esta postal (tomado de mi libro Amor de hombre, Dios enamorado, Desclée de Brouwer, Bilbao 2004),quiero presentar su figura y comentar una estrofa de su Cántico Espiritual, para indicar que en el amor no hay pecado. Esto dice el hombre o mujer que ama:

Está el alma en este punto en cierta manera
como Adán en la inocencia,
que no sabía qué cosa era mal,
porque está tan inocente
que no entiende el mal, ni cosa juzga a mal

Muchas veces he presentado en este blog a Jesús con los pecadores, y algunos lectores creyeron que decía que Jesús era pecador. Pero es todo lo contrario. Precisamente porque no tenía pecado Jesús podía (y debía) hacerse presente en amor entre los pecadores.

Quizá nadie con San Juan de la Cruz ha entendido este misterio y compromiso: vivir en amor, sin pecado; andar con los pecadores, sin juzgarles, vivir en la inocencia. Esto que dice SJC es el centro de la vida cristiana, el mensaje de Jesús. Éste debía ser el mensaje y ejemplo de la iglesia: vivir en inocencia de amor.

Con Juan de la Cruz quiero dejar a mis lectores este día. Presento primero la estrofa de bebida de amor, a vida sin pecado, en amor enamorado. Resume después, de un modo erudito, su vida y obra. Quien sólo se interese por la vida, lea sólo la primera parte; quien se interesa por la experiencia, lea la segunda.

1. En el amor no hay pecado CB 26).

En el Cántico Espiritual B, estrofa 26. En la interior bodega. Ignorancia de amor ha expuesto San Juan de la Cruz la experiencia más honda de una vida sin pecado, en inocencia «original»:

En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía
y el ganado perdí que antes seguía.

Esta bebida transforma el entendimiento y juicio de la Amante, haciéndole olvidar lo que sabía (en un nivel de ley), de manera que ella puede saber-saborear el amor inocente, más allá del pecado

1. En la interior bodega.

Parece que hay siete bodegas y que ésta es la más honda, el amor más profundo (cf. Cant 2, 4), que transforma al hombre en Dios:

Y lo que Dios comunica al alma en esta estrecha junta
es totalmente indecible y no se puede decir nada,
así como del mismo Dios
no se puede decir algo que sea como Él,
porque el mismo Dios es el que se le comunica
con admirable gloria de transformación de ella en Él,
estando ambos en uno, como si dijéramos ahora:
la vidriera con el rayo de sol, o el carbón con el fuego
(Coment 26, 4).

El amante queda así transfigurado en el calor y luz de Dios, renaciendo en el vino de Cristo. Esta es la eucaristía teológica, la embriaguez del hombre que nace y crece en la bodega del Amado, al interior del ser divino. En esa línea, los hombres y mujeres (re)nacen al amarse.

2. De mi Amado bebí.

Los hombres “beben de su Amado” (Dios), como los amantes se beben entre sí. Ciertamente, han nacido de unos padres (de una madre); ahora renacen de aquellos que les aman y en ellos viven y así se transforman unos en los otros.

Como la bebida se difunde y derrama
por todos los miembros y venas del cuerpo,
así se difunde esta comunicación de Dios
sustancialmente en toda el alma
o, por mejor decir, el alma se transforma en Dios,
según la cual transformación
bebe el alma de su Dios, según la sustancia de ella
y según sus potencias espirituales; porque
según el entendimiento bebe sabiduría y ciencia,
y según la voluntad bebe amor suavísimo
y según la memoria bebe recreación…
(Coment 26, 5).

Este beber y transformarse en Dios es la eucaristía más honda, que no está hecha de celebraciones aisladas (en momentos especiales), sino de la misma vida de Dios en amor, sobre todas las exigencias moralistas. No nacemos ni vivimos para “merecer el cielo” por las obras buenas, sino para recibir y asumir el don de la vida, el mismo Dios, nuestro cielo.

3. Y cuando salía por toda aquesta vega ya cosa no sabía.

El conocimiento de Dios se vuelve olvido del mundo, como habían destacado los griegos, hablando de la embriaguez o manía religiosa y del río Leteo, hecho de aguas frías o fuego, donde los muertos olvidan lo viejo cuando pasan al mundo interior (inferior o superior) de lo divino:

Aquella bebida de altísima sabiduría de Dios que allí bebió
le hace olvidar todas las cosas del mundo
y le parece al alma que lo que ante sabía
y aún lo que sabe todo el mundo,
en comparación de aquel saber, es pura ignorancia…
(El alma queda así informada de ciencia sobrenatural…
ante la cual) todo el saber natural y político del mundo
antes es no saber que saber
(Coment 26, 13).

4. Y el ganado perdí que antes seguía.

La amante era pastora acompañando y guardando su ganado. “Y de este ganado unos tienen más y otros menos…, hasta que, entregándose a beber en esta interior bodega, lo pierden todo, quedando (como habemos dicho) hechos todos en amor” (Coment 26, 19). Lógicamente, el alma que ha bebido de Dios y se ha embriagado se pierde al mundo viejo, como seguirán destacando las próximas estrofas (CB 27- 29.

Tanto Platón como Filón, judío alejandrino (Vida contemplativa), habían comparado el conocimiento de Dios con una embriaguez. También la amante de SJC ha entrado en la bodega de ebriedad o entusiasmo de amor, que en-ajena al hombre, quedando fuera de sí, en el éxtasis más hondo. Por eso, cuando sale “por toda aquesta vega” de las leyes racionales, programadas de un modo “político”, el hombre enamorado siente y dice que ya no sabe nada.

“La sabiduría de los hombres y de todo el mundo es pura ignorancia”, porque “las mismas ciencias naturales y las mismas obras que Dios hace, delante de lo que es saber a Dios es como no saber, porque donde no se sabe a Dios no se sabe nada” (Coment 26, 13).

En este contexto ha presentado SJC la exigencia de superar una lógica de mundo o de sistema, donde cada cosa se demuestra a partir de lo anterior, en un conjunto bien organizado, en un nivel de juicio.

Aquel endiosamiento y levantamiento de mente en Dios
en que queda el alma como robada y embebida en amor,
toda hecha en Dios, no la deja advertir a cosa alguna del mundo,
porque no sólo de todas las cosas, más aún de sí
queda enajenada y aniquilada,
como resumida y resuelta en amor,
que consiste en pasar de sí al Amado…
Está el alma en este punto en cierta manera
como Adán en la inocencia,
que no sabía qué cosa era mal,
porque está tan inocente
que no entiende el mal, ni cosa juzga a mal,
y oirá cosas muy malas y las verá con sus ojos
y no podrá entender que lo son,

porque no tiene en sí hábito de mal por donde lo juzgar,
habiéndole Dios raído
los hábitos imperfectos y la ignorancia (… del pecado)
con el hábito perfecto de la verdadera sabiduría
(Coment 26, 14).

La hermosura y fuerza del amor pone a la Amante en contemplación directa del Amado, sobre todo conocimiento particular, sobre todo interés, en amor puro y total, de manera que podemos hablar de una experiencia de sublimidad. Por eso, la Amante se encuentra más allá del bien y del mal, no en indiferencia, como si todo le diera lo mismo, sino en sobreabundancia bondadosa, conforme a la palabra de Jesús: “no juzguéis, perdonad…” (Cf. Mt 7, 1).

. APÉNDICE: San Juan de la Cruz (=SJC(, poeta de amor. Vida y obra

Nace en 1542, Fontiveros (Avila), de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. Queda pronto huérfano de padre. Su madre, tejedora de oficio, sin protección familiar ni dinero, busca trabajo en Arévalo (1548) y Medina del Campo (1551), rica ciudad de Castilla. SJC conoce la estrechez y pobreza rigurosa de los pobres de su tiempo.

1559–1563:

Trabaja en el hospital de infecciosos (de enfermedades venéreas) de Medina, entrando así en contacto con la miseria y dureza de la vida. Al mismo tiempo cursa humanidades en el Colegio de la Compañía de Jesús, uno de los centros más prestigiosos de cultura humanista y literaria de su tiempo. Conoce a los clásicos latinos, se familiariza con la poesía renacentista.

1563-1968:

Ingresa en la Orden de los Carmelitas, en Medina (1963), con el nombre de Juan de San Matías. Estudia en la Universidad Salamanca, donde es delegado de estudiantes, interesándose por la espiritualidad y teología bíblica más que por la escolástica. Abandona la Universidad sin acabar los estudios. Se ordena presbítero (1567) y encuentra a Teresa de Jesús.

1568-1877:

Inicia la Reforma del Carmelo masculino en Duruelo y Mancera, junto a Peñaranda (Salamanca), siendo maestro de novicios y rector en Alcalá de Henares. De 1572 a 1577 es Confesor del Monasterio de la Encarnación de Ávila, donde Teresa de Jesús es superiora. Realiza una intensa función de maestro y director espiritual, especialmente de religiosas.

1577-1578:

Acusado de falta de obediencia contra la Orden de los Carmelitas (Calzados) y contra la Iglesia, es recluido en una cárcel conventual de Toledo, de donde se evade a los ocho meses. Vive allí sus más hondas experiencias de amor en soledad y las recoge en sus poemas, especialmente en el Cántico Espiritual, que expresan su madurez personal y le permiten realizar su tarea de maestro de almas.

1578-1591:

Como Prior o Rector de los conventos de Jaén, Baeza, Granada y Segovia y como Definidor de los Descalzos, viaja por las dos castillas, Andalucía y Portugal. Comenta sus poemas y escribe tres libros de iniciación y dirección espiritual. (1) Subida al Monte Carmelo y Noche Oscura (básicamente de 1578 a 1582), que pueden tomarse como dos obras o dos partes de una misma obra. (2) Cántico Espiritual, con dos redacciones: la primera, CA, de 39 estrofas (1584); la segunda, CB, de 40 estrofas (1585-1586) que aquí comentaremos. (3) Llama de amor viva, fue redactada al mismo tiempo que CB (entre 1585-1586); de ella se conservan también dos versiones (LA y LB), realizadas por el mismo SJC.

1591:

Culminada básicamente su producción literaria en 1586, tras haber realizado una obra muy intensa de dirección espiritual y de organización de la Reforma del Carmelo, SJC cae en desgracia ante las nuevas autoridades de la Orden, siendo relegado por los superiores. Quieren destinarle para la fundación de México. Muere en Úbeda (Jaén), el 14 de diciembre de 1591, a los 49 años, pidiendo que lean en su lecho de agonía el Cantar de los Cantares.

Podrían destacarse algunas fechas y datos: hospital de infecciosos, universidad de Salamanca, colaboración con Teresa de Jesús, cárcel en Toledo, organización de la Reforma del Carmelo, dirección espiritual… Viajó mucho, pero fue hombre de acción interior más que exterior, de contacto personal más que de organización. Murió casi fracasado: la Reforma del Carmelo masculino que él había iniciado e impulsado parecía tomar otros caminos de institución y ascesis; pero quedó su testimonio y, sobre todo, quedaron sus libros.

Los libros de San Juan de la Cruz nacieron de su experiencia personal y de su contacto con personas a quienes dirigía y, en general, son un comentario de sus versos. Había escrito y divulgado también otros poemas significativos, por su contenido teológico o espiritual (Romance de la Trinidad, El Pastorcico, La Fonte, Super Flumina Babylonis); pero sólo comentó por escrito tres de ellos, porque le parecían más significativos o porque así se lo pidieron las personas de su entorno:

* La Subida y La Noche empiezan siendo comentarios paralelos de las ocho estrofas del poema En una noche oscura, / con ansias, en amores inflamada… Pero en un caso y en otro, SJC olvida pronto los versos y escribe de hecho un tratado (en dos partes o dos libros) sobre el proceso de purificación de aquellos que quieren encontrar a Dios, esto es, ascender (ser elevados) hasta su presencia.

* El Cántico Espiritual comenta las 39 (CA) o las 40 (CB) estrofas del poema del mismo nombre, donde SJC ofrece una versión nueva del Cantar de los Cantares de la Biblia, en la que se expresa como poeta y analista, creador y hermeneuta del amor enamorado. Siguen influyendo en esta obra las negaciones de Subida y Noche, pero ellas son ahora un presupuesto o medio. Lo que importa es el encuentro de amor.

* La Llama de Amor Viva, que expone y comenta cuatro canciones que empiezan Oh llama de amor viva, / que tiernamente hieres…, es la obra teológicamente más honda de SJC y en ella muestra que al fin sólo importa y queda Dios, como fuego interior que consume y consuma la vida de los hombres. Desaparecen las restantes referencias: no hacen falta purificaciones ni caminos largos. El fuego de Dios lo llena todo.

Estos son los libros. Parecen escritos al azar y, sin embargo, ofrecen una poderosa visión de conjunto de la experiencia de un hombre que ha visto el amor de Dios en la experiencia del amor humano. SJC es poeta de ese amor. Pero, siendo poeta, es también hermeneuta: no sólo dice y despliega en amor su experiencia, sino que la interpreta, desde su visión del cristianismo (de la Biblia) y la cultura de su tiempo. Vive en una época de crisis humana y religiosa, al interior de la gran aventura imperial y colonial de la corona española. Pero esa aventura no le importa, ni tampoco las luchas de católicos contra protestantes, ni la gloria externa de la Iglesia católica. Sólo le importa una cosa: que hombres y mujeres aprendan a querer a Dios y que se quieran.

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Lógica

Sábado, 10 de diciembre de 2022

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“Si no puedo creer,

al menos podré amar”.

*

Teresa de Lisieux

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La lógica del evangelio es la lógica del amor, que rebasa, pero no anula, a la lógica de la justicia.

La lógica del amor rebasa incluso a la lógica de la fe.

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Creadores de Paz.

Sábado, 26 de noviembre de 2022

Convivencia-sana_2425867397_15930040_667x375Basta abrir los ojos a la realidad y vemos que algo que existe en el mundo a todos los niveles es la diferencia, la riña, los grupos opuestos, la división. Y una de las cosas más difíciles de conseguir es vivir en paz.

Guerras en todo el mundo, riñas, peleas, mala convivencia. Caín y Abel en todos los aspectos, Ahora me están comentando las dificultades que están sufriendo en muchos colegios, al restringir las normas de castigo a los niños porque estamos habituados al castigo.

Veo que en el mundo, en general, hay mediadores, personas e instituciones dedicadas a crear diálogo con las personas de convivencia más difícil. Y a otros niveles están la ONU, los jueces y personas o instituciones para fomentar la convivencia partiendo del diálogo. Pienso en instituciones como la comunidad de san Egidio…

Tenemos soluciones terribles como pueden ser las guerras, las cárceles, los hogares protegidos.

Es mucho más fundamental ayudar a que cada persona se valore en su justo ser, en su saber vivir en compañía. Y eso a todos los niveles personales, vecinales, autonómicos, estatales, mundiales.

Me gustaría que la ONU fuese más efectiva y más activa, que tuviera mayor valor y autoridad entre países, que los mediadores pudieran ejercer con autoridad.

Tenemos actualmente divididas a las personas. A los que no cumplen con las reglas de la sociedad, les metemos en cárceles, pisos tutelados, les infringimos castigos. Pero lo cierto es que como adultos trabajamos poco ayudando a sacar lo bueno que hay en cada persona y tratar de que aflore lo positivo de cada uno. Con castigos, a nivel que sea, no conseguimos educarnos, ser personas responsables y no aprendemos a convivir en paz. Es preciso luchar y trabajar hasta que consigamos aquello que nos lo dice el profeta Isaías: ”Habitarán juntos el lobo y el cordero”. Y todos tenemos dentro un poco de lobos y otro poco de cordero. Dejemos aflorar la paz, la Justicia, el amor, la fraternidad, y habrá paz.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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Si me quieres…

Viernes, 25 de noviembre de 2022

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, también podemos decirlo con poesía…

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“Si me quieres, quiéreme entera,

no por zonas de luz y sombra…

Si me quieres, quiéreme negra

y blanca. Y gris, y verde y rubia,

y morena…

Quiéreme día,

quiéreme noche…

¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes:

¡Quiéreme toda… O no me quieras!”

*

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Dulce María Loynaz

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La lógica del evangelio.

Miércoles, 23 de noviembre de 2022

jesus-woman-taken-adultery_1344951_tmb¿Es que el Evangelio tiene lógica? ¿Es lógico que los últimos sean los primeros, y los primeros sean los últimos? ¿Que las prostitutas y los publicanos precedan a los sacerdotes en el Reino? ¿Es lógico abandonar a todo el rebaño para buscar a una oveja que se ha perdido? ¿Es lógico que los justos paguen por el comportamiento de los pecadores? ¿Es lógico proclamar “Bienaventurados los que eligen la pobreza” y ensalzar a la mujer que lo unge un perfume muy caro? ¿No era más consecuente la reprensión que le hacían los discípulos?

Vamos por partes. En primer lugar Jesús generalmente hablaba para el pueblo sencillo, no para los sabios y entendidos; y hablaba con exageraciones, con caricaturas, para que el pueblo captara al momento el mensaje transmitido. A nadie del pueblo se le ocurrió arrancarse un ojo o castrarse para no caer en la tentación; sólo se cuenta de Orígenes, un eximio teólogo y exegeta, que se castró siendo joven, pero posteriormente en su exégesis de Mateo 19,12 insiste en que no debe interpretarse literalmente.

En segundo lugar en los evangelios existen dos planos, que requieren dos lógicas diferentes. El plano de la plenitud del Reino, que sólo alcanzará su plenitud en la vida definitiva; y el plano de la vida mortal en la que ya se inicia el Reino, pero no se alcanza su plenitud. Ya sí está presente el Reino, pero todavía no, como dicen los teólogos.

También las leyes humanas conocen dos situaciones, las leyes ordinarias, que tratan de proteger (más o menos) los derechos y las libertades de las personas, y la ley marcial, que permite a la autoridad militar o civil el suspender algunos de estos derechos.

En la plenitud del Reino la única norma, la única lógica, es el amor desinteresado e incondicional; y ni siquiera es una norma ni una lógica, porque es una tendencia espontánea, es la Vida misma. No tiene sentido hablar de defender derechos o libertades, porque todo es donación de sí mismo por amor.

Durante la vida mortal coexisten las dos lógicas, la del Reino y la legislación ordinaria (o quizás habría que llamarla la ley marcial), que tiene que defender los derechos y libertades de los débiles, frecuentemente amenazados por los fuertes.

Jesús tiene que presentar su proyecto de Reino en toda su plenitud y animar a vivirlo, pero conoce perfectamente el lastre de egoísmo que todos arrastramos. Por eso emplea una pedagogía progresiva, adaptada al momento y posibilidades de cada oyente o grupo de oyentes.

Siempre me ha chocado la contradicción que surge frecuentemente en los evangelios entre la retribución por méritos y la gracia total por parte de Dios. Entre el ciento por uno (incluso por el vaso de agua) y la gratuita llamada de Dios a compartir la plenitud de su amor. La retribución por méritos corresponde a la lógica del caminante; la gratuidad del amor corresponde a lo que ya ha percibido de la plenitud del amor. “No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido / Ni me mueve el infierno tan temido / para dejar por eso de ofenderte…”

En conclusión

¿Existe una lógica en el Evangelio?

La lógica del Evangelio no es una lógica argumental, que se basa en frágiles conceptos abstraídos de experiencias limitadas en el tiempo. Es más semejante a la lógica de la vida, que se basa en un proceso evolutivo hacia la colaboración integradora.

La lógica del evangelio tiene una coherencia que se desarrolla en forma pedagógica progresiva, que va acomodándose a las posibilidades cada uno.

La lógica del evangelio es la lógica del amor, que rebasa, pero no anula, a la lógica de la justicia; como también la física cuántica rebasa, pero no sustituye, a la física determinista.

La lógica del amor rebasa incluso a la lógica de la fe. Teresa de Lisieux confiesa “Si no puedo creer, al menos podré amar”.

Gonzalo Haya

gonzalohaya@telefonica.net

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Amada

Viernes, 4 de noviembre de 2022

Del blog Nova Bella:

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Todo lo que quería era lo que todo el mundo quiere, 
ya sabes, ser amada.

*

Rita Hayworth

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Francisco de Asís, vestido de Evangelio

Martes, 4 de octubre de 2022

En la fiesta del cristiano por excelencia, Francisco, el Poverello de Asís… Siguiendo su ejemplo, se nos invita a despojarnos  de todo lo superfluo y revestirnos con la desnudez del Evangelio:

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Francisco, hijo de un rico comerciante de Asís, nació en 1181 (o 1182). Disuadido de sus ideales de gloria caballeresca a raíz de las experiencias decisivas de su encuentro con los leprosos y de la oración ante el crucifijo en la iglesia de San Damián, Francisco abandonó su familia y comenzó una vida evangélica de penitencia. Con los numerosos compañeros que muy pronto se unieron a él, comprendió que estaba llamado a vivir el Evangelio sine glossa, como fraternidad de menores a ejemplo de Jesús y de sus discípulos. Al año siguiente a la aprobación de la Regla y vida de los hermanos menores en  1223 por el papa Honorio III, Francisco recibió los estigmas del Crucificado, sello de la conformidad con su único Señor y Maestro. Cuando murió, en 1226, Francisco era un hombre extenuado por la fatiga y por las enfermedades y, al mismo tiempo, un hombre reconciliado con el sufrimiento, consigo mismo y con toda criatura. Fue canonizado en 1228 y es patrono de Italia y de los ecologistas.

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“Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad…”

*

San Francisco de Asís.
Cántico de las Criaturas

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Su vida estuvo enteramente caracterizada -hasta el momento de la conversión- por la búsqueda de un modelo que pudiera educar y plasmar su natural propensión al canto.

Lo encontró de repente en el Señor Jesús, en la belleza de su vida narrada por el Evangelio y, en particular, en el luminoso canto nuevo de su muerte en la cruz.

Dejó que la pasión marcara cada uno de sus pasos y afinara de manera progresiva todas las fibras de su persona con la humanidad del Hijo de Dios, que se entregó por completo a sí mismo por nosotros.

Francisco oró así: «Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor» (oración Absorbeat).

Su camino estuvo siempre acompañado por confirmaciones y consuelos. Su predicación y su ministerio tocaron el corazón de las personas y suscitaron decisiones de conversión y de reconciliación.

Su manera de seguir radicalmente al Señor se volvió, cada vez más, casa hospitalaria para otros muchos hermanos y hermanas, que encontraron en su itinerario personal una modalidad radical y actual de interpretar y vivir el Evangelio de la nueva estación histórica que avanzaba. Sin embargo, en el tiempo del monte Alverna, parece apagarse el canto fluente.

En esta estación encuentra Francisco la prueba más terrible: las fatigas originadas por un movimiento que se institucionaliza -que pierde en intensidad evangélica y llega incluso a dudar sobre la posibilidad de que sea integralmente practicable su estilo de vida- repercuten en su misma fe.

La pregunta sobre la verdad de sus intuiciones más profundas y la duda sobre el origen divino de su proyecto de vida resuenan en un silencio opresor en el que Dios no parece hablarle ya, a pesar de haberlo buscado con tanta tenacidad.

Francisco experimenta el abandono de Dios y se retira de los hermanos para no mostrar su semblante, que ha perdido la serenidad habitual. El canto nuevo, por consiguiente, no le fue dado en un momento de paz y consolación, sino en un momento en el que -como dice el salmista- «fallan los cimientos» (Sal 11,3) y todas las seguridades parecen hundidas

*

C. M. Martini – R. Cantalamessa,
La cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino, Estella 2002, pp. 15-16).

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Leer también: Francisco de Asís, signo del futuro”, por José Arregi.

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Teresa de Lisieux: La gran desdibujada.

Sábado, 1 de octubre de 2022

En la Fiesta de esta santa inclusiva, nos acercamos a ella con este post del blog de Amigos de Thomas Merton:

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“El gran regalo que se me dio ese octubre en el orden de la gracia fue el descubrimiento de que la Florecita era realmente una santa, y no una santa muda como una muñeca en las imaginaciones de muchas ancianas sentimentales. No sólo era santa, sino una gran santa, una de las mayores: ¡Tremenda! Le debo toda clase de disculpas y reparación por haber ignorado su grandeza durante tanto tiempo.”

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Thomas Merton.
Autobiografía.

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Teresa de Lisieux viene a decirles a sus contemporáneos, a su siglo y al nuestro, que el Dios de Jesucristo no tiene nada que ver con un ave de presa; que Dios ama apasionadamente al hombre; que amarle no es ponerse en manos de alguien que nos posee como un amo; que no es, en primer término, despreciar nuestra vida de hombres, sino estimularla, como Él mismo la estima. Teresa coincide con la gran tradición hebrea de la ternura de Dios para con el hombre –al revés de los dioses griegos, impasibles e indiferentes-, un Dios que se alía a los hombres. ¿No se designa en la Biblia el amor que Dios profesa al hombre con el plural rahamin, entrañas? Esa emoción que le hace a uno estremecerse en lo más profundo de su ser es un amor vulnerable, un amor de ternura.

Al mismo tiempo, descubre en el hombre el gusto por responder a Dios, por responderle con pasión. Si Dios es ese Dios compañero de los caminos del hombre, si es un Dios vulnerable, entonces es un auténtico compañero que desea el amor del hombre. ¿No es evidente que ese mensaje de la experiencia de un combate con Dios, en emulación de un amor cada vez más profundo entre un Dios y un hombre que no odian su existencia recíproca, que están desarmados el uno frente al otro, que con una libertad recíproca se dan, digamos, la existencia el uno al otro, no es evidente que esta experiencia coincide con lo que agita al presente el fondo de la humanidad, el deseo de ver liberada la creatividad última del hombre?

..Era inaguantable el Dios preconizado por tantos cristianos. La vida de Teresa es un grito de rebeldía contra ese supuesto Dios propietario y captador que se representaba; contra ese Dios aristócrata que solo se interesaba por quienes son santos desde la infancia o poseen un psiquismo equilibrado que les permite alcanzar una alta perfección moral. Teresa, que conoció la noche de la neurosis y se reconoció hermana de los criminales y pecadores; Teresa responde a la voz de Dios que llama a las gentes de las calles y las plazas y a todo el mundo –a todos nosotros- a los (discapacitados), a los angustiados, a los desafortunados, a los desamparados, a los desesperados…

¿Ha muerto hoy el ‘Dios potentado’? Me temo que no. Hoy se sigue presentando al Dios de Jesucristo como un amo siempre suspicaz, dispuesto en todo momento a condenar. ¿No leemos todavía con frecuencia que si nuestro mundo se encuentra tan bajo y tan cerca de la catástrofe se debe a su castigo por haberse separado de Dios? ¡Siniestra mancha del rostro joven y gozoso del Dios de Jesucristo!..¿Seguirán ciertos escribas muertos de miedo –al contrario de aquella muchacha, de un valor insobornable- haciéndola morir y apartando al pueblo cristiano del agua viva y del fuego devorador que es la vida de Teresa?

*

Jean FranÇois Six.
La verdadera infancia de Teresa de Jesús. Neurosis y santidad.
Herder 1982.

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Arroja en el Señor tus ansiedades y Él te sustentará: El abandono en Teresa de Lisieux

Teresa de Lisieux: “El abandono es el fruto delicioso del amor”

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María, pequeña María…

Jueves, 8 de septiembre de 2022

En la Festividad de la Natividad de María. Del blog de la Communion Béthanie:

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“Cualquiera que sean nuestros estados de vida y de responsabilidades,

estamos totalmente envueltos en la maternidad dulce de María,

que cumple para nosotros los mismos hechos que toda madre prodiga a sus hijos:

ama, vela, protege, intercede…

Como la pequeña Teresa de Lisieux, ama siempre más a María,

y, siempre más también,  has de saber hacerla amar.

Qué, por ella, traigas a tus hermanos a Cristo Jesús.”

*

Su Santidad Juan XXIII

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Bernardo de Claraval: Amo porque amo, amo por amar.

Sábado, 20 de agosto de 2022

Celebramos hoy la fiesta de San Bernardo,  místico del camino  hacia la unión espiritual con Dios, cantor del amor esponsal… Traemos uno de los textos del Oficio de Lectura preparados para hoy… Excelente meditación.

Amo porque amo, amo por amar

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El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la creatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.

El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?

Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la creatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.

Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera. Porque, aunque la creatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con mayor intensidad.

*

De los Sermones de san Bernardo, abad, sobre el Cantar de los Cantares
(Sermón 83, 4-6: Opera omnia, edición cisterciense, 2 [1958], 300-302)

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Bernardo de Claraval – obra de Rowan Lewgalon

Bernardo, primer abad de Clairvaux (Claraval) y doctor de la Iglesia, nació el año 1090 en el seno de una familia noble de Borgoña. Inflamado por el Espíritu y enardecedor de almas desde su juventud, entró a los 20 años en el monasterio de Cíteaux, conquistando para el ideal monástico a muchos jóvenes nobles.

Tras ser nombrando en 1115 abad de Claraval, convirtió muy pronto su monasterio en un cenáculo de vida espiritual y en un auditorio del Espíritu Santo. Fue llamado por príncipes, obispos y papas, refutó herejías, defendió los derechos de la Iglesia y al papa legítimo. Como doctor de la unión mística con el Verbo y cantor sublime de la Virgen María, es autor de numerosos tratados, cartas y sermones. Murió en 1 153, llorado en Claraval por más de 700 monjes y siendo padre de más de 160 monasterios.

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El fin del hombre es el reconocimiento de la verdad, que es Dios, lo que implica el conocimiento de la relación del hombre con Dios, que es una relación de indigencia. Como el obstáculo es el orgullo, el remedio es la humildad; la condición es la gracia, el encuentro con Dios en Cristo. El resultado es la estima del hombre por su dignidad recuperada de imagen de Dios: mientras que la ignorancia de sí y el orgullo disminuyen el valor del hombre, la humildad, reconocimiento de la necesidad de Dios, pero también de la capacidad de Dios que hay en el hombre, revela a éste lo que él mismo es. De este modo, «sale» de él mismo y se eleva, crece, «se extiende» a nuevas dimensiones, las del amor a Dios y al prójimo. El ser humilde se vuelve manso, misericordioso. Así, la fe vivida y, por así decirlo, transformada en humildad, en caridad, hace, según los modos de hablar de nuestro tiempo, salir al «mí mismo» del «yo»: despierta al yo a la libertad del «mí mismo», le hace convertirse en persona en presencia de Dios, en comunión de solidaridad con todos.

En Bernardo está siempre presente este mensaje de gloria, condicionado por su mensaje de humildad, este realismo extremo en la consideración de la miseria del hombre, y esta confianza indefectible en la gloria que está ya en él y no espera más que manifestar sus efectos. La función de la expresión literaria será hacer ver un poco de esta luz oculta que percibe la mirada de la fe. En Bernardo, como también en otros grandes espirituales que fueron escritores, la intensidad de la experiencia explica el carácter ferviente, apasionado de la expresión y, por consiguiente, la parte de exageración que ésta pueda tener: tanto si evoca las profundidades de nuestra bajeza o la sublimidad de las visitas del Verbo, parece ir a veces demasiado lejos, rebasar los límites de lo razonable y, en todo caso, de lo normal y de lo habitual. A decir verdad, se limita simplemente a revelar, a propósito de él mismo, lo que puede ser el caso de todos.

Sus escritos manifiestan un pensamiento a la vez contemplativo y tan comprometido como es posible. Cada uno de ellos empezó siendo un acto bien preciso, pero en cada uno de ellos alcanza Bernardo lo universal. Cuanto más lúcido es un ser sobre sí mismo, más ilumina a los otros sobre ellos mismos.

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J. Leclercq,
Bernardo de Claraval,
Edicep, Valencia 1991, pp. 212-213.

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El amor

Martes, 2 de agosto de 2022

Del blog Nova Bella:

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…ya que sólo el amor cuenta

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María Victoria Atencia

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“La opción de Jesús ante el amor de Magdalena”,

Viernes, 22 de julio de 2022

Del blog de Pedro Miguel Lamet:

¿Cómo fue el amor de Jesús a María Magdalena?

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 Eran la bruma azul
con que el sueño dibuja los adioses
y Dios se hace tejido y primavera.
¡Y cómo eran de puras las palabras
que lloraban sus ojos en mí recién nacidos
como coplas, quejidos de lo eterno!

11.07.2022 | Pedro Miguel Lamet

¡RABBONI!

Le buscaba la voz como una antorcha
en la garganta oscura de la estancia,
con el sabor a tiemblo que amanece
allá en el blanco amor de adolescencia.
Y mis pies conservaban aún
todo el aroma sutil
de aquella seda:
cabellos de mujer, misterio de la noche
derramada.Amar a veces es decir me dueles.
Te espían mis sentidos por el hueco
pasillo del recuerdo,
la cueva de lo ignoto que desande
preguntas aún suspensas de la infancia.
Eran sus manos las alas de un deseo
que había llegado a ser desvencijado amor
sin nombre, mil veces derramado
en un sabor a esquina, a asco, a beso
por denario.
Eran la bruma azul
con que el sueño dibuja los adioses
y Dios se hace tejido y primavera.
¡Y cómo eran de puras las palabras
que lloraban sus ojos en mí recién nacidos
como coplas, quejidos de lo eterno!
Escuchar era el agua de un arroyo
que nacía de dentro buscando el manantial.
¡Oh pámpanos antiguos, que vuelven
a la vida!
Me gustaba aquel nombre con son de bajamar
y el timbre de sus labios quebrándose en la tarde
al pronunciar “Rabboni”,
mientras el Padre andaba
asomado a los lagos perfectos de sus ojos.
Me gustaba mirararla, caminar en la noche
con su paso de niña que no pesa,
blanca huida de risas que se esfuman
desde el quicio vibrante de un tiemblo de palmera.
¡Qué frágil la blancura del aire de su manto!
Era el amor así espejo de mi Espejo
y yo tan solo el Hombre.
¿No es hermoso ser hombre solamente?
La voz puso el amor al borde del abismo
y el sueño estaba en hora con mi asombro.
Pero no pude ser solo un israelita
enamorado
y amar con ese amor de solo un hombre…
Había que andar de nuevo aquel camino
y cubrirlo de sangre.
¿Se escurrirá el perfume entre mis dedos
para ser todo el Hombre con mi hombre?
Aun con la muerte cerca su voz me golpearía
en los oídos, oliendo a Jericó sobre los pies llagados:
¡Rabboni! ¡Maestro mío!
Y en cada golpe clavándose aquel verso:
“Amar a veces es decir me dueles”.
*

Pedro Miguel Lamet

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No sé cómo amarte: la  novela de Pedro Miguel Lamet sobre María Magdalena.

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¡Caminante de la vida, procura hacer tú lo mismo!

Domingo, 10 de julio de 2022

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El buen samaritano
(Lc 10, 30)

No es muy larga la distancia,
sí es peligroso el camino
que va de Jerusalén
hasta el verde paraíso
de Jericó, fértil vega,
novia del sacro Jordán
y manantial del Profeta.
Y, aunque próxima al Mar Muerto,
es rico vergel de vida:
“la ciudad de las palmeras
y las rosas encendidas.”

Yace en la cuneta un hombre,
medio muerto y malherido,
mas todos pasan de largo
eludiendo compromisos:
el sacerdote, el levita
y otros muchos peregrinos.
Pasa un buen samaritano,
caballero en su pollino,
y sin preguntar quién es
-aunque bien ve que es judío-
se aproxima sin desdén,
le hace una cura de urgencia
con su propio aceite y vino,
y lo lleva hasta el mesón
donde lo cuida con mimo.
“¡Cuídalo bien mesonero,
yo te pagaré con creces
cuanto hayas gastado en él,
cuando vuelva de camino!

¿El prójimo verdadero?
El que prestó sus auxilios,
el que olvidó que aquel hombre,
medio muerto y malherido
que yacía en la cuneta,
era un olvidado judío;
el que olvidó que era suyo
su propio aceite y su vino.

¡Caminante de la vida,
procura hacer tú lo mismo!

*

José Luis Martínez SM

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(El buen Samaritano gay)

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:

“Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”

Él le dijo:

“¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”

Él contestó:

“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.”

Él le dijo:

– “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.”

Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:

“¿Y quién es mi prójimo?”

Jesús dijo:

“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.

Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.” ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?

Él contestó:

“El que practicó la misericordia con él.

Díjole Jesús:

– “Anda, haz tú lo mismo.”

*

Lucas 10, 25-37

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A lo largo de la historia, cada vez que los hombres y las mujeres han sido capaces de responder a los acontecimientos del mundo tomándolos como ocasiones para madurar su propio corazón se ha abierto una fuente inagotable de generosidad y de vida nueva, entreabriendo una esperanza que superaba toda predicción humana. Si pensamos en las personas que nos han infundido esperanza, reforzando nuestro espíritu, descubrimos con frecuencia que no eran en absoluto profesionales del consejo, de la amonestación y de la moral, sino sólo personas capaces de expresar, con sus palabras y sus acciones, la condición humana de la que participaban, y que nos han incitado a hacer frente a los hechos reales de la vida.

Los predicadores que reducen lo inexplicable a problema, ofreciendo soluciones de servicios médicos de urgencias, nos deprimen porque evitan la piadosa solidaridad de donde proviene la curación. Ni Kierkeqaard, ni Sartre, ni Camus, ni siquiera Solzhenitsin han ofrecido nunca soluciones. Sin embargo, muchos de los que les leen encuentran energías para proseguir en la búsqueda. Quien no huye de nuestros dolores, sino que los toca piadosamente, nos cura y nos refuerza. A decir verdad, la paradoja consiste en el hecho de que el comienzo de la curación está en la solidaridad en ese dolor. En nuestra sociedad, orientada hacia las soluciones, cada vez es más importante darse cuenta de que pretender aliviar el dolor sin compartirlo es como pretender salvar a un niño de una casa en llamas sin correr el riesgo de quemarse.

*

H. J. Nouwen,
Viaggio spirituale per l’uomo contemporáneo,
Brescia 81999, p. 54

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“Vivir en el Espíritu, hoy y aquí”, por Gabriel Mª Otalora

Miércoles, 6 de julio de 2022

08mayopentecostesDe su blog Punto de Encuentro:

  | Gabriel Mª Otalora

Hoy está de moda la espiritualidad. Lo curioso es que no han sido los cristianos quienes han liderado, en este tiempo, la revitalización social de esta realidad humana, sino el exceso de materialismo que ahoga de tal manera a lo plenamente humano que resurge la espiritualidad con fuerza de diferentes maneras: por supuesto, vivida en el marco de una experiencia religiosa de fe; pero también como un poder superior no necesariamente religioso, en forma de humanismo conectado a la naturaleza, como experiencia de meditación interior que busca una vida en armonía a partir de pensamientos positivos, etc. Al fin y al cabo, los valores espirituales forman parte de la inteligencia que se manifiesta en forma decomportamientos y creencias relacionados con lo inmaterial, bien sea lo artístico, lo psíquico, místico o religioso.

La búsqueda en esta dirección anhela una espiritualidad que traiga armonía humana donde hay conflicto y violencia. Desde esta realidad, los cristianos tenemos un tesoro vital, desplegado sobre todo en el Evangelio, donde la figura de Jesús nos remite en momentos trascendentes a ese Espíritu de Dios del que no conocemos nada excepto por lo que nos ha sido revelado desde la fe y cuyos dones deberíamos cultivar y transmitir con nuestro ejemplo como diferentes expresiones de eso que llamamos Amor.

Pentecostés debiera ser para el cristiano un ejercicio de salir de nosotros mismos, de nuestro egocentrismo. Y en cada ocasión que lo logramos y nos acercamos a los demás para encontrarlos, escucharlos, ayudarlos, el Espíritu de Dios nos ha impulsado. Gabriel Marcel lo expresó de esta bella manera: “Entrar dentro de sí quiere decir, en el fondo, salir de sí”. Quien vive según el Espíritu, devuelve bien por mal, responde a la arrogancia con mansedumbre, a la malicia con bondad, al ruido con el silencio, a las murmuraciones con la oración, al derrotismo y al fracaso con la sonrisa.

Nuestra limitación humana no alcanza a comprender la grandeza de la Trinidad, lo cual no es suficiente para que el Espíritu Santo sigue siendo para muchos de nosotros el “hermano menor” de la Trinidad, a pesar de que su presencia está unida al comienzo mismo de la Iglesia, en el bautismo de Jesús en el Jordán y después, derramado a los atemorizados apóstoles para implicarles de lleno en la Buena Noticia del Reino del amor divino para toda la humanidad.

Pentecostés supone un tiempo litúrgico más largo que el de la Cuaresma; por algo será. Vivamos esperanzados en la presencia de Dios entre nosotros, que irrumpe por cualquier intersticio para evangelizar la presencia del Reino. Así lo atestiguaron sobre todo Pablo, Lucas y Juan, que nos dejó toda una catequesis del Espíritu; o Juan de la Cruz, que lo ha evocado como nadie. Como afirma Xabier Pikaza, el Espíritu no es un don que Dios nos da, sino el mismo Dios que es don; pertenece a la intimidad de Dios, no es cosa de Ley sino Dios regalo que nos hace vivir gratuitamente en su presencia sin imponerla a la fuerza. Es poder y presencia del Reino, no solo promesa de futuro sino experiencia actual de de perdón y acogida gratuita, Amor creador.

Pentecostés es, en definitiva, una llamada para activar nuestro interior desde la escucha activa en oración para dar fruto. Porque sin amor verdadero, no hay fruto posible. Este tiempo histórico no es mejor ni peor que otros, pero en el que nos ha tocado vivir con el peligro siempre latente de vaciar el mensaje activo del Dios trinitario, el mismo que acogieron aquellas primeras comunidades cristianas. No soy diácono ni presbítero, pero se me ocurre que la mejor homilía para la Pascua de Pentecostés podría ser proponer a toda la comunidad una lectura humilde y abierta a la espiritualidad que rezuma el libro de los Hechos de los Apóstoles, la continuación del Evangelio de Lucas. Y además tiene mucho que ver también con la sinodalidad que nos propone el Papa Francisco.

Espiritualidad ,

Amor frente a jurisdicción

Martes, 28 de junio de 2022

 

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Juan Zapatero Ballesteros
Sant Feliú de Llobregat (Barcelona).

ECLESALIA, 17/06/22.- Además de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, en el mes de junio se celebra también la festividad de dos santos muy importantes: san Juan Bautista y san Pedro.

Por lo que al segundo se refiere, la historia del arte en general, concretamente la escultura, y, de manera especial la pintura, nos presentan un señor serio, generalmente con barba, que tiene dos llaves en la mano; son las llaves de la Iglesia, la única puerta a través de la cual se puede entrar al Reino de los cielos, si tenemos en cuenta la expresión acuñada por san Cipriano, en el siglo III “Extra Ecclesiam nulla salus” (fuera de la Iglesia no hay salvación); las llaves, pues, como un signo jurídico “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo” (Mt 16,13-20).

Si nos remitimos al evangelio de Juan, allí nos encontramos con el Resucitado que pregunta a Pedro por tres veces seguidas “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?”.

Han tenido que pasar muchos siglos para que lo “jurídico” haya dejado de ser patrimonio del sexo masculino, para pasar a formar parte también del mundo femenino, aunque no en la medida y en la extensión, a nivel de territorio, que debiera y, que por lo mismo, fuera de desear.

En cambio, la capacidad de amar siempre se ha considerado como una cualidad propia de ambos; aunque, para ser justos, tendríamos que decir que ha sido a la mujer a quien se le ha atribuido, casi siempre, de manera más patente. Incluso me atrevería a decir que, en ciertos momentos, no quedaba bien presentar el amor como cualidad masculina, por dar la impresión de que ello suponía rebajar al varón de la autoridad que le pertenecía, pasando a ser considerado como un blandengue y un flojo.

Así nos ha ido muchas veces y así nos sigue yendo en muchas ocasiones, también ahora, tanto a nivel social como eclesial en este caso; quizás por aquello de que lo jurídico ofrece seguridad, pues venga, a dar preminencia a lo jurídico, para que así todos los cabos queden atados y bien atados. Es en lo que la Iglesia se ha venido fundamentando desde los primeros tiempos, sin olvidar la caridad, todo hay que decirlo, pero haciendo de lo primero, en todo caso, el fundamento sobre el que apoyar lo segundo. No sé si los dogmas, en general, han servido para mucho, me temo que no e incluso para lo contrario; pero, sea como fuere, la pregunta de Jesús a Pedro “Me amas más que estos”, el evangelista Juan la sitúa después de la resurrección, precisamente porque es a partir de ese momento en que las ataduras ya no sirven (“Noli me tangere, no me toques” que el resucitado dice a María), porque la vida y las cosas pueden ser cambiadas por las leyes, pero a las personas solamente las transforma el amor. Es el amor profundo que lleva a las mujeres al sepulcro a embalsamar y cuidar el cuerpo de “su señor”, desafiando el poder y la fuerza de la ley, mientras “ellos”, incluido Pedro, continúan encerrados “por miedo a los judíos”. Y es que, cuando el amor se erige en la única ley, es capaz de desafiar al poder más fuerte, asumiendo, si fuera necesario, las consecuencias más graves. Y resulta que es a aquellas mujeres que se lanzan, transgrediendo la ley, impulsadas por el amor, en vez de a los hombres que se mantienen inmóviles, obedeciendo la ley, atenazados por el miedo, es a aquellas mujeres a quien el propio resucitado les anuncia que Él está vivo, encargándoles, a la vez, que vayan a decírselo a los “suyos”, que no hacía mucho que hasta uno de ellos había perjurado con fuerza que estaba dispuesto a morir si fuera necesario”. Es a estas mujeres, trastocadas por el amor, que les dice, y ellas se lo creen a pie juntillas, que ya no será en Jerusalén, centro neurálgico de la ley religiosa, donde le encontrarán, sino en Galilea, donde la vida de las personas es la verdadera protagonista.

Por tanto, si solo el amor es capaz de realizar, no cambios, sino transformaciones tan profundas en las personas, ¿por qué continuar haciendo de la ley, “Todo lo que ates y desates”, el fundamento y la base, en vez de fundamentarlo en el amor? ¿“Me amas más que estos”?

Creo que los dogmas, amparados siempre por la ley, no son buenos instrumentos ni buenos pedagogos de cara a ayudar a entender la mejor de las “Noticias”, como es, en este caso, que Jesús no es historia, sino vida y, además, en abundancia. Por tanto, si la Iglesia se presenta como la portadora del mensaje de Jesús, que es y consiste en el amor hasta la saciedad, ¿por qué, entonces, tiene que continuar prevaleciendo “Lo que ates y desates”, en vez “Del amor más grande que me tienes”? ¿No será, quizás, a que si se opta por lo segundo, la preminencia del varón se viene abajo? ¿Qué pasaría, si esto sucede? Pues, quizás, lo mejor; es decir, que, por una parte, el amor pasaría por delante de la jurisdicción, mientras por otra, mujer y varón quedarían situados ya para siempre al mismo nivel, que es realmente el único verdadero.

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Dios Amor

Viernes, 24 de junio de 2022

padres-e-hijos-3Inicialmente me costó encontrar el título: ¿cómo había que relacionar las dos palabras que lo componen? Tanto consciente como inconscientemente la relación entre ambas palabras puede generar reacciones no deseadas en los lectores. Con ambos términos no me refiero a religiosidad ni espiritualidad alguna. Es importante que la persona lectora se deje ir para ver estas dos palabras qué le hacen resonar en su interior, sin filtrar nada de la parte cognitiva. ¿Son dos realidades?, o ¿una tal vez? ¿Universales? Cada cultura tiene sus propias palabras. Vamos a ver, en primer lugar, su etimología o estudio del sentido verdadero. Es un asunto de desmenuzar las palabras.

La palabra “Dios” sin dudas reenvía de repente a un Ser Supremo o Superior, y puede resonar bien, regular o muy mal en cada uno de nosotros. Esta palabra, Dios, viene del latín y éste del griego y éste de la lengua más antigua, el indoeuropeo. En resumen: el significado original es “luz“. Y aquí la cosa cambia muchísimo. Esta “Luz”, que por tanto ilumina, no es una palabra sino una Realidad. Me atrevo a indicar un nivel de conciencia que permite ver y vivir las situaciones interiores que tienen como base toda la anatomía y la fisiología. Hoy lo ubican todo, no muy acertado, en el cerebro. Éste no puede existir aislado sino en el contexto no únicamente biológico sino también psicosocial que permite sintonizar tanto con la realidad interior como la exterior, que es la misma. Luz que resplandece en la macro y micro realidad. Ahora bien, sin olvidar que no hay más ciego que aquel que no quiere ver.

La palabra Amor nos permite en castellano realizar un juego etimológico forzado, pero no académico. La vocal “a” la podemos considerar como negación o privación: no. Y la segunda “mor” por la pronunciación puede sentirse como muerte (mor, mortis). Por tanto, amor es donde no está la muerte: a-mor. Donde no hay muerte, hay vida. Amor es vida. Y si vamos a la raíz más antigua, la indoeuropea “am”, significa “madre”. Y la madre da la vida. “Ha dado a luz” una forma de expresar el nacimiento de un ser humano. Y nos acercamos a un ámbito donde hay cariño, estimación, apego, entrega incondicional y otros valores fácticos. Dicho de otra forma, la palabra “amor” sintetiza una cantidad de emociones accionales. Emoción y cuerpo son dos palabras de la misma realidad humana: Corporeidad. Por tanto, diferenciar no es separar. Desafortunadamente, hay ciertas ciencias que lo hacen y así vamos. Es un problema muy serio que debe considerarse en la nueva sociedad del conocimiento, cambio y creatividad. La robotización o la mecanización no tienen emociones ni creatividad ni ven; sí un enorme cálculo matemático. La robótica, como la ciencia y técnica, no aman ni dan luz vital; no tienen valores humanos. Son como un cuchillo bien afilado, pero ¿en manos de quién está?

Dios: LUZ. Amor: VIDA. Por lo tanto, LUZ VITAL. Y el problema de palabras es que utilizamos la palabra amor, como he insinuado antes, con muchos sentidos distintos. Y ahí está la confusión. Nuestra lengua es pobre para expresar esta riqueza pneumapsicosomática. O dicho de otra forma “la energía vital dinamizando las emociones expresadas en la corporeidad”. Es decir, la totalización radical del ser humano. Esta gran “calidad humana profunda”, que es un dato antrópico, forma parte de la estructura humana. Los entendidos nos dice que el finlandés tiene unas cuarenta palabras para expresar los matices distintos de la nieve. Y un poeta sufí persa Ḥusayn ibn Manṣūr al-Ḥal·lāğ (858-922) utiliza unas sesenta palabras para expresar los matices distintos de amar. Y la lengua griega tiene tres palabras para expresar el amor: Eros, filia, ágape. Y en castellano, una: amor. Y aquí entramos en el gran ámbito del erotismo. Este instinto pulsional, a la vez genético y sin objeto específico, empuja, da energía: luz y vida. La palabra “amor” es una gran tapadera en muchos matices perversos, cuando es simple instinto.

Y si hay un ámbito donde es necesario “educar” mucho, es en este mundo psicoafectivo o sexualidad o sexuación. Y las experiencias de los demás no son válidas para el proceso de autorrealización. Este proceso es LUZ VITAL. Y la fuente o el manantial es el núcleo profundo de todo ser humano, que no tiene nombre, pero Es. Al nacer, fruto de la relación amorosa como ideal, que surge en el momento del deseo de querer “dar a luz vital” tanto en el padre como en la madre. Es necesario “educar o hacer emerger del interior” al reconocer a través de los diferentes niveles de conciencia de que la corporeidad es su expresión.

Dicho con una metáfora: La luz que la bombilla da no tiene la fuente en la bombilla misma, que puede creérselo (y entonces tenemos un narcisismo), sino que la energía le es dada. Y así tomar conciencia la bombilla de cuál es su hondura. Toda una gran trabajo de la hominización a la humanización o “humanizar la humanidad”. Como me decía un buen librero de Santiago de Compostela a la pregunta de los peregrinos: ¿Cuándo falta por llegar a Santiago? Les respondía, y ha hecho una postal: ¡No corras! que dónde debes llegar es a ti mismo. Es decir, hacerte consciente de la LUZ VITAL. La profundidad eres tú mismo/a.

Jaume PATUEL PUIG (1935)

Pedapsicogogo

Fuente Fe Adulta

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Espíritu Santo, ven…

Domingo, 5 de junio de 2022

 

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“Sin el Espíritu Santo, Dios es lejano, Cristo queda en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia una simple organización, la autoridad un dominio, la misión proselitismo, el culto una evocación, la praxis humana una moral de esclavos…

Pero en el Espíritu Santo el cosmos es elevado a gemidos de parto del Reino, Cristo resucitado está presente, el Evangelio es potencia de vida, la Iglesia significa comunión, la autoridad un servicio, la misión es un pentecostés, la liturgia un memorial y una anticipación, la praxis humana queda divinizada”

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Ignacio IV,
patriarca de Antioquía

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Pentecost-fire

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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros.

El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.”

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Juan 14, 15-16. 23b-26

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Jesús nos envía al Espíritu para que pueda llevarnos a conocer del todo la verdad sobre la vida divina. La verdad no es una idea, un concepto o una doctrina, sino una relación. Ser guiados hacia la verdad significa ser insertados en la misma relación que tiene Jesús con el Padre; significa llegar a ser partner en un noviazgo divino. Esa es la razón por la que Pentecostés es el complemento de la misión de Jesús. Con Pentecostés, el ministerio de Jesús se hace visible en plenitud. Cuando el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos y habita en ellos, su vida queda«cristificada», esto es, transformada en una vida marcada por el mismo amor que existe entre el Padre y el Hijo. La vida espiritual, en efecto, es una vida en la que somos elevados a ser partícipes de la vida divina.

Ser elevados a la participación de la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no significa, sin embargo, ser echados fuera del mundo. Al contrario, los que entran a formar parte de la vida espiritual son precisamente los que son enviados al mundo para continuar y llevar a término la obra iniciada por Jesús. La vida espiritual no nos aleja del mundo, sino que nos inserta de manera más profunda en su realidad. Jesús dice a su Padre: «Yo los he enviado al mundo, como tú me enviaste a mí» (Jn 17,18). Con ello nos aclara que, precisamente porque sus discípulos no pertenecen ya al mundo, pueden vivir en el mundo como lo ha hecho él (cf. Jn 17,15s). La vida en el Espíritu de Jesús es, pues, una vida en la cual la venida de Jesús al mundo -es decir, su encarnación, muerte y resurrección- es compartida externamente por los que han entrado en la misma relación de obediencia al Padre que marcó la vida personal de Jesús. Si nos hemos convertido en hijos e hijas como Jesús era Hijo, nuestra vida se convierte en la prosecución de la misión de Jesús.

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H. J. M. Nouwen,
Tú eres mi amado: la vida espiritual en un mundo secular,
PPC, Madrid 2000.

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“Los tres amores “, por Gabriel Mª Otalora

Martes, 31 de mayo de 2022

rosto-de-jesus-na-multidaoDe su blog Punto de Encuentro:

Una primera lectura del Evangelio parece indicarnos que lo más importante es no pensar en uno mismo, llegando incluso al menosprecio personal como sinónimo de humildad, tal como parecen señalar algunos textos piadosos preconciliares que aún mantienen interés en determinados círculos cristianos: pensar en uno mismo como sinónimo de egoísmo, cuando lo cierto es que una lectura más madura de la Palabra puede indicarnos algo bien diferente, Me explico.

Una de las frases más conocidas e importantes atribuidas a Jesús es el imperativo de que tengo que amar al prójimo como a mí mismo. Esto quiere decir que existe un sano amor a uno mismo que debe casarse con esta otra frase no menos conocida: quien quiera seguir a Jesús, niéguese a sí mismo. Amarse sin ser egoísta… ¿es esto posible? Pues es lo único sano. De hecho,  cualquier psicólogo, incluso los más novatos, nos dirá que el egoísta no ama a nadie, empezando por él mismo, precisamente por ser egoísta. Puede dar la apariencia de que toda esta energía que centra para sí mismo es debida al amor que se tiene. No obstante, su actitud implica una gran incapacidad para amarse.

La sabiduría evangélica ilumina nuestra conducta casando los tres amores esenciales: amor a Dios, amor al prójimo y amor a uno mismo, empezando por este último como algo básico para un amor maduro a los demás y a Dios. La razón es que, si uno no se quiere, difícilmente es capaz de amar a otros en plenitud y madurez. La aceptación amorosa de mi persona, con todas las luces y sombras, es un aspecto esencial de la maduración espiritual del creyente. Y de ahí, surge la necesidad de sentirnos amados y amar fuera de nosotros pues amar es Plenitud.

La abnegación a la que nos invita el Evangelio no es a la infravaloración de la persona, da igual si se trata de uno mismo o del prójimo, ambos crisoles queridos por Dios, creados a su imagen y semejanza. Otra cosa es repudiar las actitudes y conductas insolidarias y egoístas que nos impiden llegar a ser lo que estamos llamados a ser, y que hay que domeñar cada día. Recordemos que no hay que amar las obras malas… pero sí al pecador porque todos somos hijos e hijas amados por Dios.

Ese negarse a sí mismo podría traducirse por amarse plenamente a sí mismo, que es lo más alejado que existe del egoísmo, de la llamada “resignación cristiana” (un oxímoron), del narcisismo y del altruismo neurótico que degenera en la manipulación del prójimo. Servir a los demás con verdadera solidaridad cristiana requiere un cierto nivel de autoestima. Si somos fruto del amor de Dios, estamos destinados a amar a los demás, a desear su bien y alegrarnos con ello. Porque eso es amar, alegrarnos con el bien ajeno, hacerlo propio y, por tanto, procurarlo siempre que podamos.

El Papa Francisco es muy claro: “La resignación no es una virtud cristiana”. Hemos escuchado muchas veces que hay que resignarse a la voluntad de Dios, sin entender que esta palabra tiene un matiz pasivo y opresor que señala la manera menos indicada de afrontar una dificultad. La verdadera aceptación ante lo inevitable está relacionada con una liberación y el aprendizaje maduro de la vida sin restregarse en culpas fatalistas que incapacitan para asumir la realidad y seguir proyectando la vida, buscando mejores opciones y reinventarnos.

Los cristianos seguimos teniendo pendiente entender y vivir una sana autoestima como expresión madura de nuestra fe: aceptación de uno mismo, buscar y alegrarse de los logros ajenos, luchar para la erradicación del sufrimiento… Nada de esto está reñido con la verdadera humildad; al contrario. Exaltar el dolorismo haciendo del sufrimiento un fin no es cristiano. ¡Somos hijos de la Buena Noticia! Como dice el maestro Eckhart, noble y justa es la persona que, amándose a sí misma, ama a todos los demás en la misma medida. Y esta es la mejor manera de amar a Dios.

POSDATA – Si al leer esta breve reflexión quedan dudas, tenemos una poderosa arma de contraste. Ni más ni menos que detenernos y reflexionar, en serio, sobre las actitudes y conductas de Jesús, que es nuestro ejemplo a seguir; un ser humano asertivo, fuerte y compasivo a la vez, alegre y agradecido por los dones del Padre, alguien cercano que transmite vida y esperanza y cuyo amor lo llevó hasta el extremo, buscando siempre el bien de todos, especialmente de quienes peor lo tienen.

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