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Los fariseos (incluidos los de hoy) de la historia se sienten muy seguros. Los publicanos siempre confían en la compasión de Dios.

Domingo, 23 de octubre de 2022

fariseoypublicanoDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- Dios es compasivo

En la parábola del fariseo y el publicano que acabamos de escuchar aparecen, una vez más, los grandes y humildes temas cristianos: el mensaje de compasión, consuelo y perdón de Dios ante la miseria y el pecado humano.

Jesús y el Dios -Padre de Jesús- tienen alergia a la autosuficiencia y fanfarronería de los orgullosos y fariseos.

Pero nos quedaríamos en una visión superficial de esta parábola si únicamente viésemos en ella un enfrentamiento entre el orgullo del fariseo y la humildad del publicano. No es que el publicano sea humilde –que lo es-, sino que confía en la misericordia de Dios: Ten compasión de mí.

El cristianismo es compasión, siempre compasión y misericordia.

02.- La Actitud farisaica no se fía ni de Dios.

Ante este Dios bueno y perdonador el fariseoes el representante de un tipo de religión, que tiene por base la auto.seguridad, auto.suficiencia y, por tanto, el fariseo no necesita propiamente ninguna ayuda de Dios. Dios es un mero espectador de su auto.salvación y de su auto.incensación.

El fariseo propiamente no debe nada a Dios. Para el fariseísmo Dios es un mero inspector de hacienda que pasa revista a la infinidad de cosas religiosas que ha hecho bien. El fariseo no cree ni necesita de Dios: el fariseo, como tantas posturas católicas creen en sí mismos, son unos creídos… La actitud farisea no cree en el perdón, en la gratuidad de la salvación, no cree en la redención de Cristo, el fariseo no cree a Dios, desconfía de Dios y únicamente cree en sí mismo y se fía de sí mismo y de sus obras, “por si acaso Dios no es bueno” voy a hacer esto y lo otro… El fariseo no cree en la gracia por eso no tiene que agradecer nada a Dios, todo lo logra por sí mismo… El fariseo no se fía ni de Dios.

Nosotros no podemos hacer nada para salvarnos, nada más que acoger la gracia y la bondad que Dios nos ofrece. Habéis sido salvados (justificados) por pura gracia, (Efesios 2).

En el fariseo y fariseísmo todo gira con fuerza en torno al “yo”: sus acciones, su justicia, sus méritos etc…

03.-Señor, ten compasión de mí

La postura del publicano es de gran contenido humano y cristiano. El publicano es un hombre pecador y que se sabe pecador, reconoce su culpa y recuerda –como el hijo perdido- la bondad del Padre: ¡Señor, ten compasión de este pecador! El publicano es un hombre religiosamente condenado, que sabe que no tiene salida porque no puede hacer nada para salvarse: solamente le queda -nos queda- una posibilidad de salvación: la compasión del Padre y de Cristo Jesús, es decir caer confiadamente en brazos de Dios misericordioso: poner su confianza en el Padre del hijo pródigo, en Jesús que acoge a la adúltera, en el buen Pastor que sale a buscar la oveja perdida, en el mismo que cena con Zaqueo, en el mismo que da la vida a la hemorroísa y perdona al buen ladrón.

La actitud del publicano es humilde: misericordia, Dios mío por tu bondad (salmo 50), no por mis acciones… Misericordia, Señor, porque eres bueno y tu misericordia es eterna (salmo 99). Para el publicano su único punto de apoyo es el Señor, que es bueno y rico en misericordia, (salmo 85).

El publicano desde su pecado reconoce y es comprensivo con el pecado de los demás. Si yo soy el primero que peca cómo no voy a comprender a los demás que también pecan. ¿Cómo voy a lanzar una pena, una excomunión, una condena contra mi hermano si yo soy más pecador que él?

El publicano no es un hombre seguro de sí mismo, “pagado de sí”, el publicano confía en Dios y admite la crítica de su pensamiento y de su actuación. El publicano es un hombre que agradece infinitamente la comprensión y la gracia -lo gratuito- de la salvación de Dios.

04.-El fariseo no salió justificado, el publicano, sí.

El fariseo no salió justificado (tampoco le hacía falta…). Este tipo de personas no necesitan justificación, ya están justificadas por sí mismas.

El publicano es quien queda justificado por la bondad de Dios.

Algunos años más tarde a esta parábola, San Pablo, inicialmente fariseo, romperá con el esquema religioso de la ley. La ley mata, la circuncisión y el rito son puro cuento, el cumplimiento no sirve para nada más que para satisfacer la arrogancia del ego. Sois hijos de la libertad y del espíritu. Estáis justificados por pura gracia y don de Dios.

Os digo que el publicano salió justificado y el fariseo, no.

¡Ten compasión de mí, de nosotros!

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