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Tomás Muro: “¿Fuera de la iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación no hay Iglesia?”

Domingo, 26 de septiembre de 2021

cristo-cerezo-720_560x280Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

“Las ‘plantillas’ del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente”

“Toda persona sensata y de buena voluntad -creyentes y no creyentes- quiere el bien y trata de expulsar los demonios de su persona y de la sociedad”

“El exclusivismo y enquistamiento de cualquier clase que sea, no es cristiano”

“La Iglesia no coincide con el Reino de Dios. Las ‘plantillas’ del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente. La Iglesia trabaja, -o debe trabajar-, por el Reino de Dios: por la justicia, la paz, el bienestar de las personas, etc., pero la Iglesia no es el Reino”

“Muchas personas buscan la curación, la salvación por caminos que no son los nuestros, pero buscan la vida”

  1. Expulsar demonios.

Demonio y diablo[1] son términos griegos para significar el mundo del mal.

No es que el diablo exista como ser personal con tridente, echando humo y apestando a azufre, pero sí que hay realidades en la vida que, -dañada libertad humana-, pueden constituirse en diabólicas: el poder, el dinero, el placer: droga, erotismo, etc.

Ya de Magdalena habían salido siete demonios con lo que el número siete supone de plenitud. Hay circunstancias y situaciones en la vida en las que el mal se apodera de nosotros. En ciertos momentos, nos encontramos totalmente (siete) despistados en la vida.

 Al mismo tiempo no falta en el ser humano la tendencia al bien y a expulsar los muchos demonios que habitan nuestro mundo y nuestra propia persona.

Toda persona sensata y de buena voluntad -creyentes y no creyentes- quiere el bien y trata de expulsar los demonios de su persona y de la sociedad.

  1. Uno que no era de los nuestros también expulsaba demonios en tu nombre, v 38.

Uno que no era de los nuestros.

         El texto tiene una coloración eclesial. Ya en el grupo de Jesús y en la comunidad naciente comienzan los eternos líos de que estos “son de los nuestros”, los otros no, estos son de los “oficiales y seguros” del partido y estos otros de la Teología de la Liberación y medio heterodoxos. Estos son comunistas y estos otros de la Iglesia. Estos son católicos y aquellos protestantes o de otras religiones.

         Siempre tenemos tendencia a crear “guetos”, grupos sectarios, movimientos que se arrogan la verdad, etc.

El exclusivismo y enquistamiento de cualquier clase que sea, no es cristiano.

  1. Iglesia y Reino de Dios.

La Iglesia no coincide con el Reino de Dios. Las “plantillas” del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente. La Iglesia trabaja, -o debe trabajar-, por el Reino de Dios: por la justicia, la paz, el bienestar de las personas, etc., pero la Iglesia no es el Reino.

Muchas personas que no son ni están en la Iglesia trabajan también por los grandes valores del Reino de Dios. De modo que, “aunque no son de los nuestros, también expulsan demonios. No se lo impidáis”.

Lo importante es que “cunda” el bien, la justicia y la salud, no quién cura o quién profetiza.

         Lo decisivo no es “mi grupo”, ni las ideologías, ni tan siquiera las iglesias, lo decisivo es el “Reino de Dios para todo ser humano”: reino de justicia, de amor y paz.

La instancia crítica y última no es la Iglesia, sino el Reino.

Allá donde hay quien trabaja por estos grandes valores, allá está o se está haciendo presente el Reino de Dios.

  1. ¿Fuera de la iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación, no hay iglesia?

El discípulo Juan, que en este momento es el portavoz del grupo, expresa el malestar de la “institución”. Les molestaba que aquella curación -y otras muchas que se dan en la historia- no estaba en el eje jerárquico-eclesiástico.

La salvación se había dado: aquel hombre endemoniado estaba curado, lo que pasa es que “no la controlaba mi partido”.

Desde hace décadas venimos viviendo y hablando de la descristianización y la marcha de la Iglesia del mundo obrero, de los jóvenes, de los intelectuales, más recientemente la ausencia de la mujer en la Iglesia

Muchas personas buscan la curación, la salvación por caminos que no son los nuestros, pero buscan la vida.

En el seno de la Iglesia hay salvación, hay carismas, gentes honestas, padres y madres creyentes, misioneros, “miles” de tareas de Cáritas, voluntariado, vida contemplativa, “publicanos y zaqueos”, hijos pródigos y “magdalenas”.

         Y fuera de los “límites jurídicos” de lo eclesiástico, también hay Iglesia y salvación. Santo Tomás decía que, la verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo, viene de Dios. Jesús dijo lo mismo de otra manera del bien: el bien, lo haga quien lo haga, viene de Dios.

 En otras religiones y culturas encontramos vestigia Verbi: huellas de la Palabra (que decía el Concilio).

Dios regala su salvación, su vida y la curación a todos y siempre: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a la verdad (y a la vida) (1Tim 2,3-6)

Los efectos salvíficos del Reino se pueden experimentar al margen de lo eclesiástico.

Nadie tiene el label de garantía o la denominación de origen de la salvación de Dios ¿Quiénes somos nosotros para determinar dónde y a través de quién tenga que actuar Dios su salvación? La vida de Dios vuela y tú no sabes cómo:

El viento (el espíritu, la vida, la salvación) sopla donde quiere, y oyes su voz,  pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.      Así es todo el que nace del Espíritu. (Juan 3,8)

Algunas reflexiones a partir del Documento preparatorio para el Sínodo sobre la “Iglesia sinodal”

  1. Un final esperanzador.

El pasaje del evangelio que hemos leído hoy es muy esperanzador: el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.

Una cierta teología y muchos clérigos fácil y ligeramente nos envía al infierno por menos de nada.

Pero podemos pensar y acoger con esperanza que Dios es amor y el infierno para quien es un gran problema es para Él, para Dios Padre que quiere que todos nos salvemos.

En la vida podremos hacer poco, -quizás mucho-, de bueno. Aunque solamente demos un vaso de agua, Dios Padre nos lo agradecerá.

No se trata de cumplir con normas, ritos y preceptos sino con hacer un poco de bien en la vida. Dios nos lo agradecerá. Y tal agradecimiento (gracia) es el cielo.

[1] Demonio: daimonion: significa espíritu, divinidad (ser como dioses). Diablo: dia – ballein: arrojar a través de: dispersar, “despistar”.

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