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Acoger lo nuevo.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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TE HAS DE ENCONTRAR

Tarde o temprano
te has de encontrar.
No sigas siendo un extraño
en tu heredad.

Vuélcate sobre ti mismo,
abierto de par en par.

Sólo el que sabe enfrentarse
descubrirá la verdad.

Solamente el que se acepta
acogerá a los demás.

Sólo encuentra al Dios oculto
el que se sabe buscar.

*

Pedro Casaldáliga,

***

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:

“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.”

Jesús respondió:

“No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa...”

*

Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

***

Habla H. Cox de dos concepciones de la personalidad. Una concéntrica, la otra excéntrica. La concepción excéntrica no hemos de entenderla en el sentido de extraña o extravagante, sino como algo que tiene su centro fuera de sí. Es la persona que acoge lo nuevo, lo inesperado, lo que llega de «otra parte». Es la persona abierta al Espíritu, disponible a su «juego», capaz de aceptar los riesgos que comporta. Con la concepción concéntrica, tenemos un mundo encerrado en sí mismo, que no reserva sorpresas, que no va más allá de sus propias posibilidades, caracterizado por la rigidez y por la esclerosis. En la concepción excéntrica tenemos un mundo tocado por la gracia, caracterizado por lo imprevisible y por la llegada de lo imprevisto, con personas todas diferentes, siempre «fuera de los esquemas».

        El error más trágico y más común. Todo lo que no está recogido en los códigos queda descalificado. Todo lo que no pertenece al campo de lo «ya visto» y representa una amenaza para la seguridad, para la regularidad, tiene que ser declarado ilegítimo.

        Todo lo que es diferente ha de ser declarado abusivo. Es una operación que, por desgracia, siempre está de moda. Todo lo que se mueve se vuelve automáticamente sospechoso. Es preciso que mantengamos presente esta terrible posibilidad, a través de la cual buscamos al Espíritu como sospechoso y peligroso y tendemos a meterlo en una ¡aula!

*

A. Pronzato,
Evangelios molestos,
Ediciones Sígueme, Salamanca 1997.

***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

“Luchamos por la misma causa”. 26 Tiempo Ordinario – B (Marcos 9,38-43.45.47-48)

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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6677d1a5-6eab-44d2-9514-f184ded5f4b6Con frecuencia, los cristianos no terminamos de superar una mentalidad de religión privilegiada que nos impide apreciar todo el bien que se promueve en ámbitos alejados de la fe. Casi inconscientemente tendemos a pensar que somos nosotros los únicos portadores de la verdad, y que el Espíritu de Dios solo actúa a través de nosotros.

Una falsa interpretación del mensaje de Jesús nos ha conducido a veces a identificar el reino de Dios con la Iglesia. Según esta concepción, el reino de Dios solo se realizaría dentro de la Iglesia, y crecería y se extendería en la medida en que crece y se extiende la Iglesia.

Y sin embargo no es así. El reino de Dios se extiende más allá de la institución eclesial. No crece solo entre los cristianos, sino entre todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad que hacen crecer en el mundo la fraternidad. Según Jesús, todo aquel que «echa demonios en su nombre» está evangelizando. Todo hombre, grupo o partido capaz de «echar demonios» de nuestra sociedad y de colaborar en la construcción de un mundo mejor está, de alguna manera, abriendo camino al reino de Dios.

Es fácil que también a nosotros, como a los discípulos, nos parezca que no son de los nuestros, porque no entran en nuestras iglesias ni asisten a nuestros cultos. Sin embargo, según Jesús, «el que no está contra nosotros está a favor nuestro».

Todos los que, de alguna manera, luchan por la causa del hombre están con nosotros. «Secretamente, quizá, pero realmente, no hay un solo combate por la justicia –por equívoco que sea su trasfondo político– que no esté silenciosamente en relación con el reino de Dios, aunque los cristianos no lo quieran saber. Donde se lucha por los humillados, los aplastados, los débiles, los abandonados, allí se combate en realidad con Dios por su reino, se sepa o no, él lo sabe» (Georges Crespy).

Los cristianos hemos de valorar con gozo todos los logros humanos, grandes o pequeños, y todos los triunfos de la justicia que se alcanzan en el campo político, económico o social, por modestos que nos puedan parecer. Los políticos que luchan por una sociedad más justa, los periodistas que se arriesgan por defender la verdad y la libertad, los obreros que logran una mayor solidaridad, los educadores que se desviven por educar para la responsabilidad, aunque no parezcan siempre ser de los nuestros, «están a favor nuestro», pues están trabajando por un mundo más humano.

Lejos de creernos portadores únicos de salvación, los cristianos hemos de acoger con gozo esa corriente de salvación que se abre camino en la historia de los hombres, no solo en la Iglesia, sino también junto a ella y más allá de sus instituciones. Dios está actuando en el mundo.

José Antonio Pagola

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“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Domingo 26 de septiembre de 2021. Domingo 26º de tiempo ordinario

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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53-OrdinarioB26 cerezoDe Koinonia:

Números 11, 25-29: ¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!
Salmo responsorial: 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
Santiago 5, 1-6: Vuestra riqueza está corrompida.
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48: El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela

Una clave de comprensión para las lecturas de este domingo: «Nadie puede ser excluido del servicio que se realiza en nombre de Dios».

En medio de las tradiciones del pueblo israelita por el desierto, el libro de los Números nos presenta el relato del «reparto» del espíritu de Moisés, entre setenta miembros del pueblo. La intención es que Moisés no tenga que llevar la carga solo. Con esta decisión de Yavé, la responsabilidad queda repartida: cada uno de quienes han recibido «parte» del espíritu que estaba en Moisés debería ser profeta en el pueblo. Ahora bien, tendríamos que atenernos al contexto para intuir qué características implicaba la tarea de estos personajes.

El capítulo 11 del libro de los Números nos da cuenta de las etapas de la marcha por el desierto; la narración se centra en una dificultad que tiene el pueblo: llevan varios meses comiendo maná y ya se encuentran hastiados: «tenemos el alma seca» (v. 6), «no vemos más que maná» (v. 6b), y con esto viene la tentación de añorar el tiempo de abundancia de comida en Egipto. Por aquí podemos intuir la grave dificultad en que se halla Moisés, ¿cómo hacer para que el pueblo no siga pensando en Egipto? El desierto es el gran desafío. Detrás está Egipto, con su abundancia, pero también con su esclavitud. Hacia delante está la promesa de una tierra, una libertad, una vida digna, pero que hay que conquistar a precio de privaciones, sacrificios, esfuerzos.

El relato causa admiración porque Yavé monta en cólera… Es un recurso literario para introducir la preocupación de Moisés, que se expresa en una bella oración de intercesión por el pueblo. La solución que plantea Yavé es la adecuada: reunir setenta representantes del pueblo para repartir entre ellos el espíritu que estaba en Moisés; de esa manera la dirección, orientación y concientización del pueblo sería obligación de muchos y no sólo de Moisés.

El espíritu que se dona a todas estas personas viene a ser, entonces, profético; es decir, está en función de profetizar. Hay que asumir que esta actividad profética está orientada a ayudar al pueblo a tomar más y más conciencia del plan de Dios con ellos, a entender lo que hay realmente detrás: Egipto y su abundancia de comida pero con su esclavitud que es lo contrario al plan divino, y lo que está por delante: un desierto inevitable, desafiante, mortal, pero al fin y al cabo, un medio que es necesario asumir para poder llegar a la tierra de la libertad, tierra de promisión. A cualquier persona del pueblo que, entendiendo las cosas así, «catequizara» a sus hermanos en este sentido había que verlo como profeta «autorizado» no porque hubiera estado necesariamente en la tienda del encuentro, sino por estar en comunión con el ideal de Yavé.

Ese parece ser el caso de Eldad y Medad. Ellos no estuvieron en el momento del reparto del espíritu y sin embargo estaban profetizando. Viene la reacción de Josué, el mismo que más tarde se encargará de guiar a su pueblo en los trabajos de conquista y ocupación de la tierra prometida. Josué no entiende todavía que todo el que influya de manera positiva en la conciencia del ser hermano, debe ser considerado profeta, y por eso aconseja a Moisés que lo prohíba (v. 28). Por su parte, Moisés ha captado muy bien que en el trabajo de liberación del pueblo, todos y todas tienen una gran tarea, y responde a Josué con palabras aparentemente duras, pero que en definitiva buscan también abrir la conciencia de su ayudante: «ojalá todo el pueblo fuera profeta» (v. 29); ojalá cada uno asumiera con verdadero empeño la tarea de concientizarse y concientizar a su semejante, a su prójimo, ¿no es eso justamente lo que Dios quiere y espera? A Josué pues, no le preocupaba mucho la necesidad de que cada miembro del pueblo tuviera una conciencia bien formada para continuar hacia adelante por el desierto; le preocupaba más defender lo «oficial», lo «autorizado» por Dios en la tienda del encuentro, es decir lo «instituido», la defensa de «los derechos de Dios».

En la misma línea, nos presenta el evangelio de Marcos para este domingo, una situación semejante con los discípulos de Jesús. Apenas transmitida por Jesús la lección sobre quién es el mayor (Mc 9,33-37), se produce un incidente que tiene que ver con la exclusividad de los miembros del grupo seguidor de Jesús. Juan le cuenta a Jesús que le han impedido a un hombre expulsar demonios en su nombre porque no se trataba de uno de los miembros del grupo (v. 38). No hay una pregunta, cómo hacer en casos semejantes, qué posición asumir, etc. La respuesta de Jesús es sabia, «nadie que obre un milagro en mi nombre puede después hablar mal de mí» (v. 39), y «el que no está contra nosotros, está con nosotros». En la tarea de construcción del reino nadie tiene la exclusiva. Tal vez los discípulos no tenían claro o no recordaban que su pertenencia al grupo de Jesús fue un don de pura gratuidad; ninguno de ellos presentó ante Jesús un concurso de méritos para ser elegido; fue Jesús quien se presentó ante ellos, se les atravesó a cada uno por su camino y los llamó, aun a sabiendas de que no eran ni los mejores ni lo más representativo de su sociedad. En ese sentido también otros y otras pueden seguir siendo llamados. En cada hombre y en cada mujer Dios ha sembrado las semillas del bien; cómo y cuándo esas semillas comienzan a germinar y dar frutos, eso es decisión de cada uno. A veces nos parecemos a Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin pertenecer a la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale inevitablemente la frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión, o de tal o cual grupo…». Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la práctica del amor, unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de exclusividad absolutamente rechazados por Jesús (cf. Mc 9,39)

El diálogo de Jesús con sus discípulos refleja la situación de la comunidad para la cual Marcos escribe su evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo que eran las exclusiones, pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista, con una excusa quizás aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser o no ser del camino», «estar o no estar en el proceso…», y en fin otras talanqueras que pretendidamente intentan justificarse con la excusa de defender la «pureza» de la fe o del «credo» o del «orden» o, en definitiva, de «defender los derechos» de Dios.

Pues bien, cuando se cae en el extremo de «defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en definitiva es minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la consecuencia más inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en la primera comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le preocupan los «pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que él propone.

Con todo, a través de los siglos, los peligros de la comunidad primitiva se convierten en hechos reales: cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz excluidos o en entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad que, por supuesto, nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar cada vez más a muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede reducirse a los estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus adeptos se cuenten por millares.

Si logramos tomar conciencia de que Dios es más grande que un grupo o una institución y que en ningún momento nuestra vocación es la de defender unos supuestos derechos de Dios, sino simplemente servir, ponernos en función de construir el Reino con y desde las múltiples posibilidades que ello implica dada la insondable riqueza del mismo espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá pensar si éste o aquél es o no es «de los nuestros», sino mejor… ¡como cooperar más y mejor con aquél o aquélla que tan bien están luchando por construir aquí el Reino! Leer más…

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Dom 26.9.21 (Mc 9, 38-40): integrismo eclesial: Le impedimos hablar en tu nombre, porque no andaba con nosotros

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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quienes-son-los-cardenalesDel blog de Xabier Pikaza:

Así hablaban y hablan algunos “controladores” de Iglesia: Podrían contarse entre ellos algunos cardenales (no hace falta dar nombres), con obispos difíciles de catalogar, y miles de cristianos de a pie que quieren excomulgar a los que están fuera su grupo, exigiendo patente de ortodoxia y comunidad al mismo Papa Francisco.

Esos controladores tienen un “famoso” patrono, Juan Zebedeo, hermano de Santiago. Ambos habían exigido a Jesús los puestos de control de la iglesia (Mt 20, 20-28; Mc 10, 35-45), pero  Jesús les criticó y parece que se “convirtieron”.

De todas formas, el evangelio hoy afirma que Juan Zebedeo y su grupo siguieron siendo “controladores apostólicos”, pues dijeron a Jesús que prohibiera y expulsara de su ministerio a un exorcista que hablaba en su nombre y hacía exorcismos, sin formar parte del “grupo Zebedeo”.

Jesús criticó a Juan y sus controladores,  pero sigue habiendo muchos de ellos todavía.Aquí no quiero ni puedo hablar de ellos, pues hay medios especializados que tratan de ellos, diciendo la forma en que se oponen incluso al Papa Francisco. Hablo más bien del “complot” integrista de Juan Zebedeo, conforme a mi comentario de Marcos.

Texto. Mc 9, 38-40

(a. Juan)38 Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos impedido, porque no nos sigue a nosotros.

(b. Jesús) 39 Jesús replicó: No se lo impidáis, porque nadie que realice en mi Nombre un gesto de poder podrá hablar luego mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro.

Introducción

Juan Zebedeo, muy unido a Pedro en principio de la iglesia (ambos aparecen unidos  sn Hech 3, 1-11; 4, 13-19; 8, 14; Gal 2, 9). quiere imponer su autoridad sobre un exorcista que actúa en nombre de Jesús, pero sin formar parte de su grupo (quizá podría ser Pablo, quizá Apolo, quizá el mismo Discípulo Amado).

El texto da a entender que los Doce siguen en la Casa central de la Iglesia (9, 33), donde pueden y deben resolver los problemas apelando a Jesús. Pues bien, entre ellos se plantea un caso no previsto, y así piden consejo a Jesús (¡al Jesús pascual!) o, mejor dicho, le comunican la solución que han tomado: ¡Han impedido que alguien (hombre o mujer) expulse demonios apelando al “nombre” de Jesús, porque no es de su grupo!.

     El texto anterior (Mc 9, 33-37) afirmaba que el más importante para el Reino (y la Iglesia) es el niño, y se oponía al peligro de una autoridad o jerarquía impositiva. Pues bien, en este nuevo texto (9, 38-40) Jesús rechaza un tipo de autoridad impositiva de un grupo oficial (de los Doce) sobre el legado mesiánico de Jesús[1]:

              De un modo sorprendente y decisivo, Jesús desautoriza y rechaza a este Juan  integrista (que parece el “segundo de a bordo” de la iglesia) y sigue presentando su proyecto, de un modo abierto, a todos los que quieran apelar a su “Nombre”, rompiendo así las estructuras de una iglesia “zebedea” (algo que está haciendo en este momento, otoño del 2023, el papa Francisco, contra cardenales y obispos zebedeos)[2].

9, 38. Juan: Se lo hemos impedido

38 Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos impedido, porque no nos sigue a nosotros.

            Aparece como representante de una iglesia bien establecida (con su estructura interna) y actúa en nombre de ella (se lo hemos impedido: ekôlyomen). Así aparece  como jefe de aquellos que no han entendido (o no han querido aceptar) la enseñanza anterior de Jesús, y quieren una iglesia de poder y control, centrada en ellos mismos. La palabra de Juan Zebedeo (se lo hemos impedido) parece reflejar un lenguaje legal, que encontramos también en Hech 8, 36.

Los mismos que buscaban antes los primeros puestos quieren ahora dominar y controlar el movimiento de Jesús, quien les ha dado el poder de expandir el evangelio, expulsando a los demonios y curando a los enfermos (Mc 6, 6b-13; cf. 3, 14-15). Es normal que se organicen, para cumplir mejor su tarea. No se les puede acusar porque quieran imponer condiciones y controles, impidiendo que otros, de fuera del grupo, utilicen el nombre de Jesús (9, 38)[3].

            De esa manera, según Marcos, los de Juan han querido convertirse en la primera iglesia oficial controladora. Humanamente, en clave social, hay que darles razón. Es como si hubieran inscrito en un registro religioso este nombre (Iglesia de Jesús), de forma que sólo ellos poseyeran el derecho de llamarse los del Cristo (cf. 9, 41). Lógicamente, ellos, los controladores, reaccionan con violencia, oponiéndose al exorcista ajeno (¡se los hemos impedido: ekôlyomen auton!), iniciando así un camino de imposición que se ha vuelto normal en largos trechos de historia cristiana.

Estos cristianos de Juan pretenden la exclusiva de Jesús, quizá por egoísmo (¡este camino es nuestro!), pero quizá también por mantener la pureza del nombre de Jesús y por identidad de grupo (¡sólo nosotros lo hacemos bien!). ¿No tendrán razón? ¿Para qué sirve una Iglesia o comunidad mesiánica si hay otros que apelan a Jesús y curan a los posesos (realizan su función) fuera de ella? Pero Jesús no es como estos cristianos de Juan: acaba de pedirles que acojan a los niños en su nombre (9, 37); por eso les dice ahora que acepten a los de fuera, si emplean el nombre de Jesús para obras buenas[4].

Este Juan es  jefe del grupo Zebedeo y  necesita que la iglesia de Jesús sea una estructura clara, con una identidad propia (como otros tipos de judaísmo), con poder sobre los bienes mesiánicos. Históricamente, este Juan ha sido (tras la muerte de Jesús) un hombre de la Iglesia de Jerusalén, compañero de Pedro, como supone Hch 3-4 y Gal 2, 9, un hombre de autoridad, que quiere imponer (extender) su poder no sólo en Samaria (cf. Hech 8, 14), sino también en Galilea, donde también le encontramos (probablemente), para «controlar» el despliegue de los exorcismos de Jesús

El exorcista “no comunitario” (que no forma parte de la comunidad de Juan) podría formar parte de los nazoreos de Galilea, donde han existido grupos de “cristianos” libres, personas que apelan a Jesús, pero no se integran dentro del modelo eclesial de Juan (o de Pedro y los Doce de Jerusalén). Podría ser también Pablo y su grupo, o Magdalena y las mujeres, o el Discípulo Amado.

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De amigos y enemigos. Domingo 26. Ciclo B

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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beber-agua-con-bicarbonatoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves, que se pueden memorizar fácilmente; por ejemplo: «El Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores». Los evangelistas reunieron más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave que se repetía. Para comprender la primera enseñanza de hoy («el que no está contra nosotros está a favor nuestro», conviene comenzar recordando lo que cuenta la lectura del Antiguo Testamento.

Los celos de Josué y la amplitud de miras de Moisés (Números 11,25-29)

Este episodio se ha elegido porque recuerda bastante a lo que cuenta el evangelio. Durante la etapa por el desierto, Moisés se queja a Dios de que el pueblo es muy numeroso para que pueda él encargarse de todos los problemas. El Señor le responde que elija a setenta ancianos; hará bajar sobre ellos el espíritu y le ayudarán a cumplir su tarea. Así ocurre. Dos de los elegidos, Edad y Medad, no se presentan (siempre hay gente despistada y que llega tarde o no llega), pero más tarde empiezan a profetizar en el campamento. Josué, indignado, pretende que Moisés se lo prohíba. Pero la reacción de este es muy distinta de la que imaginaba.

En aquellos días, el Señor bajó en la nube habló con Moisés y, apartado algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. En cuanto se posó sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar. Pero no volvieron a hacerlo.

Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque eran de los designados, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:

       -Eldad y Medad están profetizando en el campamento.

Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:

       -Señor mío, Moisés, prohíbeselo.

Moisés le respondió:

       -¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara!

Este deseo de Moisés no se cumplirá de inmediato. Lo recogerá el profeta Joel, que anunciará la venida del Espíritu sobre hijos e hijas, ancianos y jóvenes, siervos y siervas (Joel 3,1-2), Y se hará realidad el día de Pentecostés.

Los celos de Juan y la corrección de Jesús (Marcos 9,38-43)

Josué, aunque indignado, no se atreve a prohibir a Eldad y Medad que profeticen. Juan es distinto, más radical e impulsivo. Con razón les puso Jesús, a él y a su hermano, el sobrenombre de «los hijos del trueno»). Por eso, le impide actuar al que expulsa demonios en nombre de Jesús, y se lo comenta lleno de orgullo.

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:

     -Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir porque no viene con nosotros.

Jesús respondió:

     -No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre luego no puede hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro.

Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver amigos: «Quien no está contra nosotros, está a favor nuestro.»

¿Por qué han actuado los discípulos de ese modo? Si relacionamos el evangelio con la primera lectura de hoy, el motivo serían los celos; con el agravante de que Josué le dice a Moisés que se lo prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el poder de prohibir, sin contar primero con Jesús. El fallo de los discípulos radicaría en ese celo injustificado y algo mezquino.

Sin embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación. Los discípulos justifican su conducta aduciendo que ese individuo «no viene con nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.

Debemos recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no viene con nosotros». No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.

Otras enseñanzas de Jesús (Mc 9,45.47-48).

Como ocurre a menudo, el evangelista aprovecha un episodio para introducir otras enseñanzas breves de Jesús. En este caso encontramos una que completa lo anterior, sobre los amigos, y otras que desvelan quién es el auténtico enemigo.

El valor de un vaso de agua (9,41)

Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os aseguro que no perderá su paga.

El episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.

      El peligro de poner trampas a otros y a mí mismo (9,42-48)

En griego, el sentido básico de «escándalo» es el de «trampa», la tendida en el suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida cristia­na es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden los dos peligros de los que habla el evangelio:

  1. a) Poner trampas a los pequeños (9,42)

El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar.

Estas palabras resultan enigmáticas, porque no queda claro a quién se dirigen. ¿Quién puede escandalizar? ¿Un cristiano, o una persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo, pagano)? ¿Quiénes son los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos los cristianos? La historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos son posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus críticas y ataques a Jesús y su mensaje. Pero también cualquier actitud nuestra, cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la forma de vida que él propone, cae bajo su condena.

El gran peligro del escándalo no son solo las revistas porno­gráfica, las películas violentas, la droga, sino tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de la Iglesia (lujo, vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos niveles. Los casos de pederastia, que tanto angustian ahora a la iglesia, son un ejemplo actual de ese escándalo de los pequeños que, por ese motivo, como ha recordado recientemente el Papa Francisco, han dejado de creer en Jesús.

Jesús deja muy clara la gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser arrojado al mar con una enorme piedra atada al cuello. Se refiere a la piedra superior del molino grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o un esclavo. Tirar al mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el cadáver quedaba insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.

Estas palabras tan duras plantean un serio problema: ¿carece de perdón el escándalo? ¿No basta el arrepentimiento y la penitencia, ni siquiera de por vida? Negar la posibilidad de perdón iría en contra del evangelio. Pablo, que fue motivo de escándalo para tantos cristianos, no fue arrojado al mar con una piedra al cuello. Entregó su vida a propagar la fe en Jesús.

  1. b) Ponerme trampas a mí mismo (9,43-48)

Si tu mano te induce a pecar, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.

Y si tu pie te induce a pecar, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.

Y si tu ojo te induce a pecar, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Las diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el ojo. Jesús ha dicho en otra ocasión que el peligro viene del interior del hombre. Ahora, esas tendencias negativas se ponen en marcha a través de lo que hacemos (la mano), del sitio al que nos dirigimos (pie), de lo que miramos (ojo). Sugerencias para hacer un examen de conciencia.

Para dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano o el pie, o sacarse el ojo. Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.

En el caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehenna, «al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». La gehenna como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.

Reflexión final

En pocas palabras da Marcos abundante materia de reflexión y de examen sobre nuestra actitud ante los demás y ante nosotros mismos: ¿excluimos a quienes nos van con nosotros, a quienes consideramos que no viven un cristianismo tan exigente como el nuestro? ¿Valoramos el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la necesidad de grandes gestos para terminar no haciendo nada? ¿Pongo obstáculos a la fe de la gente sencilla o de los menos importantes dentro de la iglesia? ¿Me voy tendiendo trampas que me impiden caminar junto a Jesús?

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Domingo XXVI del Tiempo Ordinario. 26 de septiembre de 2021

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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“El que no está contra nosotros está a favor nuestro.”

(Mc 9, 38-43.45.47-48)

Esto es algo que muy pocas personas han descubierto en nuestra Iglesia. Por eso cuando nos encontramos con alguien que sabe “sumar”, que sabe incluir, nos quedamos asombradas.

No sé cómo será en otras sociedades, en otras culturas, pero la nuestra, y lo que he podido atisbar de las que nos rodean, nos enseñan a dividir.

Nos pasamos media vida dividiendo y separando. Dividimos y separamos a quienes son de una raza y otra. De una cultura y otra. Una ideología y otra. De una religión y otra. Una orientación sexual y otra.

Y con estas divisiones decidimos quiénes son buenos y quienes son malos. Quiénes son de los nuestros… Los buenos, por supuesto, son siempre los que pertenecen a mi grupo. Los demás que no se atrevan a tocar nada de lo nuestro.

Nos pasa lo mismo en la Iglesia. Nos enfada que la gente se vaya a hacer yoga o zen, queremos que vengan a misa. O en la vida consagrada nos enfada que otras congregaciones tengan vocaciones.

No nos alegramos si la gente no se encuentra con la imagen de Dios que tenemos nosotros. ¡Pobres de nosotros! Nos creemos que Dios es tan estrecho como nuestra mente o nuestro corazón.

Después de más de dos mil años todavía no comprendemos que “quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Dios no nos quiere a todos iguales: del mismo color, las mismas ideas y las mismas sensibilidades. Si nos quisiera a todas iguales nos habría creado diferentes.

Diferentemente iguales. Sí, así nos quiere Dios. ¿Qué quiere decir esto? Pues que Dios nos quiere igualmente a todos. Seamos como seamos. Hagamos lo que hagamos. A todos nos ama igual, con la misma intensidad.

Somos iguales porque toda persona tiene una dignidad inviolable. Pero somos diferentes, diversos, variados… Porque solo en esa diversidad podemos alcanzar a reflejar lo que Dios es en su Totalidad.

El Dios en el que creemos los cristianos es Trinidad, es diversidad, es relación de diferentes. Por eso nuestra Iglesia solo se parecerá al Reino cuando crezca en pluralidad, inclusión y humildad.

Oración

Trinidad Santa, enséñanos a descubrir que en tu Amor todo ocurre “a favor” nuestro y que solo cuando amamos podemos convertir las diferencias en ventajas.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa 

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Todo gueto es un egoísmo amplificado.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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ob_d6b70d_koder-la-joieMc 9, 38-48

El texto de hoy es continuación inmediata del que leímos el domingo pasado. Es Juan el que, sin hacer mucho caso a lo que acaba de decir Jesús, salta con una cuestión al margen de lo que se viene tratando en el evangelio. Este texto tiene un significado aún más profundo si recordamos que, en este mismo capítulo (Mc 9,14-29), justo antes del episodio que hemos leído el domingo pasado, se cuenta que los discípulos no pudieron expulsar un demonio.

Una vez más, Jesús tiene que corregir su afán de superioridad. Siguen empeñados en ser ellos los que controlen el naciente movimiento en torno a Jesús. Con el pretexto de celo, buscan afianzar privilegios. Seguramente se trata de un problema, planteado ya en la primitiva comunidad donde se escribe el evangelio. El resto de lo que hemos leído no es un discurso, sino una colección de dichos que pueden remontarse a Jesús.

No es de los nuestros. El texto griego dice: “porque no nos sigue a nosotros”. Este pequeño matiz podría abrirnos una perspectiva nueva en la interpretación. Solo pronunciar esta frase, supone alguna clase de exclusión y una falta de compresión del evangelio. Todo lo que nos hace diferentes como individuos es accidental y anecdótico. Unirnos a un grupo con la intención de ser superiores y más fuertes es un egoísmo amplificado.

Muchas veces me habéis oído hablar de las contradicciones del evangelio; pues hoy lo vemos con toda claridad. (Mt 12,30) dice exactamente lo contrario de lo que acabamos de oír a Mc: “El que no está con nosotros está en contra nuestra, y el que con nosotros no recoge, desparrama.” En Lucas encontramos las dos fórmulas, (10,50) y (11,23); así que no hay manera de desempatar. No hay contradicción, solo son contextos distintos.

La contradicción es aparente. El mensaje del Jesús no se puede meter en conceptos. La razón necesita crear opuestos para poder explicar la realidad. Solo se puede entender lo que es el frío en contraposición con lo que es el calor. Se entenderá lo que es el color blanco, solo cuando se tenga la idea de negro. La luz solo se puede comprender si tenemos en cuenta la oscuridad. Para poder afirmar algo como verdadero, tenemos que considerar lo opuesto como falso. En el orden espiritual las contradicciones quedan superadas en la unidad.

El que no está conmigo está contra mí, se refiere a que la pertenencia al Reino. Es una opción personal, no es lo natural, no viene dada por el ADN. Hay que hacer un verdadero esfuerzo por descubrirlo y entrar en él. Recordad las frases del evangelio: “El reino de los cielos padece violencia y solo los esforzados lo arrebatan”; y “estrecha y angosta es la senda que lleva a la vida y pocos dan con ella”. Para entrar en el reino hay que nacer de nuevo.

El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Quiere decir que del Reino no se excluye a nadie. Todo el que busca el bien del hombre, está a favor del Reino, que predica Jesús. Solo queda fuera el egoísta que rechaza al otro. La posesión diabólica era el paradigma de toda opresión. Expulsar demonios era el paradigma de toda liberación. Jesús anuncia un Dios que es amor y que no excluye a nadie, ni siquiera a los pecadores.

La pretensión de exclusividad ha hecho polvo las mejores iniciativas religiosas de todos los tiempos. Considerar absoluta cualquier idea de Dios como si fuera verdad definiti­va es la mejor manera de entrar en el integrismo, fanatismo e intransigen­cia. Monopolizar a Dios es negarlo. Poner límites a su amor es ridiculizarlo. Nuestra religión ha ido más lejos que ninguna otra en esa pretensión de verdades absolutas y excluyentes. Recordad: fuera de la Iglesia no hay salvación. Fuera de la Iglesia hay salvación. A veces, más que dentro de ella.

En una ocasión en que no los recibieron en Samaría, Santiago y Juan dicen a Jesús: ¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo para que les destruya? Jesús les dice: no sabéis de qué espíritu sois. Seguimos sin enterarnos del espíritu de Jesús. Seguimos pretendiendo defender a Dios, sin darnos cuenta de que estamos defendiendo nuestros intereses. No se trata de tolerar lo malo que hay en los otros. Se trata de apreciar en ellos lo que hay de bueno.

Entre el episodio de la primera lectura y el que nos narra el evangelio hay doce siglos de distancia, pero la actitud es idéntica. Desde que se escribió el evangelio hasta hoy han pasado veinte siglos, y aún no nos hemos movido ni un milímetro. Seguimos esgrimiendo el “no es de los nuestros”. Todo aquel que se atreve a disentir, todo el que piense o actúe de modo diferente sigue excluido. Incluso arremetemos contra todo el que se atreve a pensar.

El espíritu de Jesús va mucho más allá de lo que abarca el cristianismo oficial. Se ha acuñado una frase, “patrimonio de la humanidad”, que se podía aplicar a Jesús. Jesús no es propiedad de la Iglesia. El mensaje de Jesús no se puede encerrar en ninguna iglesia. Jesús intentó que todas las religiones descubriesen que el único objetivo de todas ellas es hacer seres cada vez más humanos. Cualquier religión que no tenga esa meta es simplemente falsa.

De la misma manera que la mente racional potenció el yo para garantizar la subsistencia biológica, el ser humano ha ido creando guetos que potencian ese objetivo de seguridad. Desde la familia a la nación, todas las instituciones tienen como objetivo que nos sintamos más seguros. La socialización ha sido un medio para el progreso humano y debe seguir siéndolo, pero se convierte en el mayor enemigo del hombre si se utiliza para ir contra los demás.

Para los seres humanos ha sido mucho más nefasta la idolatría teísta que el ateísmo. Las mayores barbaridades de la historia se han cometido en nombre de dios. Es un ídolo el dios que hace diferencia entre buenos y malos; el dios que depende de lo nosotros hagamos para estar de nuestra parte o en contra nuestra. Ese dios nos tranquiliza, porque si él hace eso, está justificado que nosotros estemos a favor de los nuestros y en contra de los que no lo son.

Que en el evangelio de Marcos, la causa de Jesús no coincida con la causa del grupo, es un toque de atención para nosotros. Jesús no es monopolio de nadie. Todo el que está a favor del hombre está con Jesús. Todo el que trabaja por la justicia, por la paz, por la libertad, es cristiano. Nada de lo que hace a los hombres más humanos es ajeno a Jesús. Es inquietante que todas las religiones hayan sido causa de las mayores divisiones y guerras.

 

Meditación

Aunque alguien se empeñe en estar en contra nuestra,
nosotros nunca debemos estar contra nadie.
Mi actitud no debe depender de la actitud el otro.
Si aún me cuesta aceptar al otro tal cual es,
es señal de que aún no he comprendido el evangelio.
Estoy esperando que cambie él para sentirme yo bien.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El escándalo.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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Mc 9, 38-43

«El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar».

Antes de orar, ve a reconciliarte con tu hermano … Cuando te abofeteen una mejilla, pon también la otra … Perdonad setenta veces siete … Devolved bien por mal … No alleguéis tesoros en la Tierra … No podéis servir a Dios y al dinero … Amaros los unos a los otros … Amad también a vuestros enemigos … Convertíos en servidores de todos … Dad de comer al hambriento y de beber al sediento … Que vuestras buenas obras sean reflejo del amor del Padre … ¡Cuánto más dichosos seríais si aprendieseis a vivir con poco, si aprendieseis a sufrir, si fueseis pacíficos y misericordiosos, si trabajaseis por la paz y la justicia! … y si os persiguiesen por ello, todavía seríais más dichosos…

El evangelio nos propone un estilo de vida radicalmente distinto al que nos propone el mundo, porque los criterios de Jesús son los opuestos a los criterios del mundo. Las primeras comunidades eran consecuentes con estos criterios, eran respetadas por sus vecinos y se distinguían por su estilo fraterno de encarar la vida. Vivían a lo cristiano, y en “Hechos” se afirma que estas comunidades eran fértiles y no dejaban de crecer. Eran contagiosas. Respondían a la misión que Jesús encomendó a sus seguidores: «Id por el mundo y proclamad el evangelio a todas las gentes», y lo proclamaban con su simple actitud, con su forma de vida convincente.

A partir de entonces, el movimiento cristiano de ha visto sometido a mil perversiones y manipulaciones —de dentro y de fuera—, pero, a pesar de ello, siempre han existido personas y comunidades que han mantenido su auténtico espíritu, y su testimonio ha sido sin duda la causa de que, a día de hoy, perviva el seguimiento de Jesús. Sin ellos, ni siquiera le habríamos conocido. Como decía Ruiz de Galarreta: «Nuestro seguimiento de Jesús está llamado a ser testimonio: nuestra vida cristiana es “para que el mundo crea”. Pero la otra cara de la moneda es que el mundo dejará de creer en Jesús si nuestro testimonio no es válido».

Y esto tiene su aplicación al evangelio de hoy, pues el escándelo al que se refiere Jesús consiste en impedir el acceso a Dios a aquellos cuya fe es más vulnerable —«estos pequeñuelos que creen»—. Y esto, claro está, se puede producir de muchas formas distintas. Hay personas que “pierden la fe”, o no se deciden abrazarla, como consecuencia de los escándalos mediáticos en los que se ve envuelta la Iglesia, pero también los hay que la pierden porque nuestro testimonio no invita a creer en quien nosotros decimos creer.

Y dicho esto, podemos dar carpetazo el evangelio de hoy señalando con el dedo a la jerarquía: «Estos son los que escandalizan», o podemos tomárnoslo en serio, mirarnos en primer lugar a nosotros mismos, y preguntarnos si nuestra vida invita a creer en Jesús o todo lo contrario.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí.

 Fuente Fe Adulta

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La veracidad a través de los hechos.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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DOMINGO 26º T.O. (B)

(Mc 9,37-42)

“El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela”.

A nivel profundo nos comunicamos cuando expresamos vivencias o sentimientos; sólo entonces somos veraces. No basta afirmar verdades, sino ser veraces. La verdad está ligada a la conciencia, a la persona. Somos veraces en la medida que nos revelamos o nos entregamos, en tanto nos expresamos libremente.

Sin embargo, según el pensamiento occidental, el conocimiento consiste en extraer, separar de las cosas su esencia inmutable. Así, la verdad es lo que capta la mente en actitud distanciada, separada.

Ese tipo de conocimiento se ha alejado del modo de entender la verdad y de expresar la veracidad. Verdad equivale en la Biblia a fidelidad y se comprueba a través de los hechos. Es decir, la verdad no sólo se piensa sino que se hace, se practica. Se logra con fidelidad, en actitud comprometida.

Jesús fue veraz porque hizo/practicó la verdad. Incluso afirmó de sí mismo: “Yo soy la verdad”. Amó hasta el extremo a su Abbá y se entregó por la justicia del Reino. A nivel humano le costó muy caro.

¿Quién de nosotros hoy, está dispuesto a practicar así la verdad? ¿Quiénes de los que ejercen el poder y poseen los recursos y los métodos para decir y practicar la verdad en este mundo desgarrado y dividido se dejan la vida construyendo verdad?: personas importantes, influyentes, políticos y gobiernos incapaces de llegar a consensos y ponerse de acuerdo con los opositores en temas esenciales para la normal convivencia de un país (educación, justicia, eutanasia, inmigración, mercantilización de los cuerpos de las mujeres, el paro, el desempleo…), clérigos que han ocultado el sufrimiento vivido por menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un número notable de éstos y personas consagradas, cristianos anónimos que decimos seguir a Jesús y no practicamos la justicia que Dios quiere.

En la primera lectura Moisés se lo recuerda a su ayudante Josué. “¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!”. El espíritu de Dios es luz y fuerza. El que lo recibe, sea quien sea, es su testigo en este mundo opaco y atormentado. Es don gratuito no para propio provecho sino para el servicio a los demás.

Sin embargo, no parecen abundar los Moisés (o las Miriam) que son testigos del espíritu. Seguimos, por poner un ejemplo, en la confrontación, en las discrepancias irreconciliables, en las mezquinas separaciones, en los nacionalismos excluyentes y manipuladores de la historia, en las medias verdades… mientras la humanidad está al borde del abismo en desigualdad económica y social, en violencia de todo tipo, en la degradación de la tierra y de los mares, en la droga que arruina y deshumaniza a los jóvenes o en el ínfimo esfuerzo pedagógico para superar los períodos negros de la historia que han provocado tanto desencuentro y tanta discordia.

Deberíamos evitar escandalizar o servir de tropiezo a aquellos que, aun sin saberlo, “no están contra nosotros”. El espíritu de Dios penetra hondamente en el ser humano y conlleva la disponibilidad para la lucha concreta y determinada. Eso significa comprometerse en las causas urgentes y cotidianas que afectan a millares de personas.

Si tu ojo, tu mano o tu pie te hace caer… córtatelo!“, porque también nosotros contribuimos a esa porción que obstaculiza el Reino, aquí y ahora.

Más allá de esa brecha que se empeñan en agrandar y profundizar, estamos llamados unos y otros a hacer emerger esos pequeños milagros de cada día. Si se me permite, en el documento preparatorio del Sínodo, bajo el lema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, se destacan, entre otros [1]:

– reconocer y apreciar la riqueza y la variedad de los dones y de los carismas que el Espíritu distribuye libremente, para el bien de la comunidad y en favor de toda la familia humana;

– examinar cómo se viven en la Iglesia la responsabilidad y el poder, y las estructuras con las que se gestionan, haciendo emerger y tratando de convertir los prejuicios y las prácticas desordenadas que no están enraizadas en el Evangelio;

– sostener la comunidad cristiana como sujeto creíble y fiable en caminos de diálogo social, sanación, reconciliación, inclusión y participación, reconstrucción de la democracia, promoción de la fraternidad social;

– la “tragedia global” de la pandemia del coronavirus, ha hecho detonar las desigualdades y las injusticias ya existentes: la humanidad aparece cada vez más sacudida por procesos de masificación y de fragmentación; la trágica condición que viven los migrantes en todas las regiones del mundo patentizan cuán fuertes son aún las barreras que dividen la única familia humana”, como ya se encargó de señalar Francisco en Laudato Si y Fratelli Tutti.

El texto trata de articular una respuesta que sirva para todos los rincones del mundo, el caminar “junto a la entera familia humana”, con otras religiones, los alejados o el mundo de la política, la cultura, la economía o la sociedad civil.

La finalidad del Sínodo, no es producir documentos, sino «hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar la esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos».

Hacer realidad ese anhelo: Que sepamos vivir, amar y respetar en tu nombre.

Shalom!

[1] RD, 07.09.2021, Jesús Bastante

Mª Luisa Paret

Fuente Fe Adulta

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Etnocentrismo y pluralismo.

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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D23F5A40-44C4-406D-83E8-B51216308477Domingo XXVI del Tiempo Ordinario

26 septiembre 2021

Mc 9, 38-48

Podría decirse que un signo claro de avance de nuestra especie es el paso de una consciencia etnocéntrica a otra mundicéntrica. La primera, que ha imperado durante siglos y todavía perdura en gran medida, se caracteriza por una visión que gira alrededor del propio grupo (tribu, etnia, raza, pueblo, partido, ideología…), que es absolutizado, como referencia única de verdad y de bondad. Es verdadero lo que el grupo cree y es bueno lo que lo beneficia.

Mientras las personas se hallan en este nivel de consciencia, el diálogo es prácticamente imposible. Tanto la cerrazón al diálogo como el juicio y la descalificación del otro no nacen de la “maldad” de las personas, sino que son consecuencia del nivel de consciencia en que se encuentran. Por lo que, desde este punto de vista, podría decirse que son inevitables…, mientras perdure ese nivel de consciencia.

Desde él, quienes piensan diferente no pueden ser comprendidos; al contrario, es necesario obligarlos a cambiar. Por lo que cualquier propuesta o intento de comprensión será tachada, como mínimo, de “buenismo” condescendiente y radicalmente equivocado.

El fanatismo y la intolerancia nacen de una consciencia etnocéntrica, centrada en el propio grupo (o el propio ego) y se pone de manifiesto en las palabras que aparecen en el texto evangélico de hoy: “No es de los nuestros”. Porque no importa lo que el otro dice o hace sino, simplemente, que no pertenece a nuestro grupo.

La disputa política suele ser un campo donde es fácil advertir ese tipo de funcionamiento: no se valora –mucho menos se apoya– ninguna propuesta de otro partido…, porque no es de los nuestros. Con lo cual se hace evidente lo que mucha gente constata a diario: los partidos políticos no buscan el bien de la sociedad, sino sus propios intereses, entre los que destaca “quedar por encima” del rival (y ganar las próximas elecciones). Este modo de funcionar, que aparece también en otros ámbitos sociales, pone de relieve la extensión y la fuerza que todavía posee entre nosotros la consciencia mítica.

Por el contrario, el proceso de expansión de la consciencia permite asumir una perspectiva pluralista, que se caracteriza por la capacidad de comprender otras perspectivas, distinguir el “mapa” del “territorio”, reconocer la relatividad de todo modo de conocer….

Este nivel de consciencia más amplio (mundicéntrico, pluralista, integral) abre nuestro horizonte, nos libera de la necesidad de tener razón y constituye el fundamento profundo del respeto y la cooperación.

Globalmente, me parece que la humanidad camina desde una consciencia etnocéntrica a otra pluralista o integral. Sin embargo, esto no niega que en cualquier momento y en cualquiera de nosotros puedan activarse viejos registros tribales que nos coloquen en actitudes rígidas e intolerantes.

¿Qué hay en mí de intolerancia y de respeto?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Tomás Muro: “¿Fuera de la iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación no hay Iglesia?”

Domingo, 26 de septiembre de 2021
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cristo-cerezo-720_560x280Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

“Las ‘plantillas’ del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente”

“Toda persona sensata y de buena voluntad -creyentes y no creyentes- quiere el bien y trata de expulsar los demonios de su persona y de la sociedad”

“El exclusivismo y enquistamiento de cualquier clase que sea, no es cristiano”

“La Iglesia no coincide con el Reino de Dios. Las ‘plantillas’ del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente. La Iglesia trabaja, -o debe trabajar-, por el Reino de Dios: por la justicia, la paz, el bienestar de las personas, etc., pero la Iglesia no es el Reino”

“Muchas personas buscan la curación, la salvación por caminos que no son los nuestros, pero buscan la vida”

  1. Expulsar demonios.

Demonio y diablo[1] son términos griegos para significar el mundo del mal.

No es que el diablo exista como ser personal con tridente, echando humo y apestando a azufre, pero sí que hay realidades en la vida que, -dañada libertad humana-, pueden constituirse en diabólicas: el poder, el dinero, el placer: droga, erotismo, etc.

Ya de Magdalena habían salido siete demonios con lo que el número siete supone de plenitud. Hay circunstancias y situaciones en la vida en las que el mal se apodera de nosotros. En ciertos momentos, nos encontramos totalmente (siete) despistados en la vida.

 Al mismo tiempo no falta en el ser humano la tendencia al bien y a expulsar los muchos demonios que habitan nuestro mundo y nuestra propia persona.

Toda persona sensata y de buena voluntad -creyentes y no creyentes- quiere el bien y trata de expulsar los demonios de su persona y de la sociedad.

  1. Uno que no era de los nuestros también expulsaba demonios en tu nombre, v 38.

Uno que no era de los nuestros.

         El texto tiene una coloración eclesial. Ya en el grupo de Jesús y en la comunidad naciente comienzan los eternos líos de que estos “son de los nuestros”, los otros no, estos son de los “oficiales y seguros” del partido y estos otros de la Teología de la Liberación y medio heterodoxos. Estos son comunistas y estos otros de la Iglesia. Estos son católicos y aquellos protestantes o de otras religiones.

         Siempre tenemos tendencia a crear “guetos”, grupos sectarios, movimientos que se arrogan la verdad, etc.

El exclusivismo y enquistamiento de cualquier clase que sea, no es cristiano.

  1. Iglesia y Reino de Dios.

La Iglesia no coincide con el Reino de Dios. Las “plantillas” del Reino de Dios y la Iglesia no concuerdan exactamente. La Iglesia trabaja, -o debe trabajar-, por el Reino de Dios: por la justicia, la paz, el bienestar de las personas, etc., pero la Iglesia no es el Reino.

Muchas personas que no son ni están en la Iglesia trabajan también por los grandes valores del Reino de Dios. De modo que, “aunque no son de los nuestros, también expulsan demonios. No se lo impidáis”.

Lo importante es que “cunda” el bien, la justicia y la salud, no quién cura o quién profetiza.

         Lo decisivo no es “mi grupo”, ni las ideologías, ni tan siquiera las iglesias, lo decisivo es el “Reino de Dios para todo ser humano”: reino de justicia, de amor y paz.

La instancia crítica y última no es la Iglesia, sino el Reino.

Allá donde hay quien trabaja por estos grandes valores, allá está o se está haciendo presente el Reino de Dios.

  1. ¿Fuera de la iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación, no hay iglesia?

El discípulo Juan, que en este momento es el portavoz del grupo, expresa el malestar de la “institución”. Les molestaba que aquella curación -y otras muchas que se dan en la historia- no estaba en el eje jerárquico-eclesiástico.

La salvación se había dado: aquel hombre endemoniado estaba curado, lo que pasa es que “no la controlaba mi partido”.

Desde hace décadas venimos viviendo y hablando de la descristianización y la marcha de la Iglesia del mundo obrero, de los jóvenes, de los intelectuales, más recientemente la ausencia de la mujer en la Iglesia

Muchas personas buscan la curación, la salvación por caminos que no son los nuestros, pero buscan la vida.

En el seno de la Iglesia hay salvación, hay carismas, gentes honestas, padres y madres creyentes, misioneros, “miles” de tareas de Cáritas, voluntariado, vida contemplativa, “publicanos y zaqueos”, hijos pródigos y “magdalenas”.

         Y fuera de los “límites jurídicos” de lo eclesiástico, también hay Iglesia y salvación. Santo Tomás decía que, la verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo, viene de Dios. Jesús dijo lo mismo de otra manera del bien: el bien, lo haga quien lo haga, viene de Dios.

 En otras religiones y culturas encontramos vestigia Verbi: huellas de la Palabra (que decía el Concilio).

Dios regala su salvación, su vida y la curación a todos y siempre: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a la verdad (y a la vida) (1Tim 2,3-6)

Los efectos salvíficos del Reino se pueden experimentar al margen de lo eclesiástico.

Nadie tiene el label de garantía o la denominación de origen de la salvación de Dios ¿Quiénes somos nosotros para determinar dónde y a través de quién tenga que actuar Dios su salvación? La vida de Dios vuela y tú no sabes cómo:

El viento (el espíritu, la vida, la salvación) sopla donde quiere, y oyes su voz,  pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.      Así es todo el que nace del Espíritu. (Juan 3,8)

Algunas reflexiones a partir del Documento preparatorio para el Sínodo sobre la “Iglesia sinodal”

  1. Un final esperanzador.

El pasaje del evangelio que hemos leído hoy es muy esperanzador: el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.

Una cierta teología y muchos clérigos fácil y ligeramente nos envía al infierno por menos de nada.

Pero podemos pensar y acoger con esperanza que Dios es amor y el infierno para quien es un gran problema es para Él, para Dios Padre que quiere que todos nos salvemos.

En la vida podremos hacer poco, -quizás mucho-, de bueno. Aunque solamente demos un vaso de agua, Dios Padre nos lo agradecerá.

No se trata de cumplir con normas, ritos y preceptos sino con hacer un poco de bien en la vida. Dios nos lo agradecerá. Y tal agradecimiento (gracia) es el cielo.

[1] Demonio: daimonion: significa espíritu, divinidad (ser como dioses). Diablo: dia – ballein: arrojar a través de: dispersar, “despistar”.

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