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La iglesia, diez mujeres. Un sacerdocio de luz en la noche (Mt 25, 1-13)

Miércoles, 11 de noviembre de 2020

mujeres-768x383Del blog de Xabier Pikaza.

Con ocasión del evangelio del 8.11.20, publiqué un trabajo de tipo bíblico-teológico titulado. Las diez “vírgenes”: Parábola de amor y de aceite en la noche (Mt 25, 1-13). Retomo lo allí dicho, en la línea de mi Comentario de Mateo, para exponer en ese fondo el sentido y tarea de la Iglesia, representada de un modo ministerial y espiritual por las diez “mujeres” de la parábola.

Este pasaje (Mt 25, 1-13) ha sido bastante manipulado al servicio de una visión, patriarcal de una Iglesia que, como decía el Cardenal Congar en su Diario (quizá con algo de exageración), sólo ha leído la Biblia al servicio de su estructura de poder

Con la institución del “año de la Biblia” (2020), el Papa Francisco ha querido cambiar esa actitud (Congar decía “obsesión”), a fin de que de la teología y la vida de la iglesia pueda volver al principio de la Biblia. En esa línea ofrezco una lectura básica de Mt 25, 1—13, mostrando que toda la iglesia (varones y mujeres) aparece simbolizada en la experiencia y autoridad de los/as diez “vírgenes” de esta parábola

09.11.2020

MT 25, 1-13. UNA INTERPRETACIÓN ABIERTA…  No digo feminista, pues el texto no es feminista ni machista, sino simplemente católico, es decir, “universal” Algo he pensado y escrito sobre el tema, sobre todo en mi  Comentario de Mateo, y así lo indicare de un modo telegráfico en los puntos que siguen:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.”

  1. Mt 25, 1-13, una parábola de Mateo. No la proclamó Jesús, pero recoge elementos importantes de su proyecto y mensaje. No trata sólo de una “vírgenes mujeres” (no varones), sino de todos los cristianos (varones y mujeres), como vírgenes (parthenoi), esto es, hombres y mujeres abiertos a la palabra, partiendo de María, la Madre de Jesús, desde una perspectiva radicalmente humana, en la que están incluidos todos los cristianos (cf. Mt 1, 18-25 y 2, 1-23. En esa línea, culminando el camino de María, estos/estas 10 vírgenes (parthenoi) de Mt 25, 1-13 son “toda la iglesia” (varones y mujeres) en clave de responsabilidad y amor, simbolizada por el aceite y la luz.
  2. Un tipo de iglesia posterior ha interpretado esta parábola en clave de “género”, desde una perspectiva que puede ser helenista y romana, pero q no es bíblica. Según ella, los/las 10 vírgenes serían solo mujeres, “amantes” de un Cristo varón…, y sometidas después (a lo largo de la historia de la iglesia, hasta el siglo XX) a un tipo de “jeráarquía” de varones (representantes de Jesús) a quienes ellas deben someterse. En la Iglesia habría, según eso, dos tipos de personas: varones-jerarcas (representantes de Cristo) y mujeres-vírgenes, bajo el cuidado de la jerarquía masculina, con obligación de sometimiento y clausura, en contra del evangelio. En este contexto, quiero decir que la interpretación práctica de esta parábola ha sido y sigue siendo, en gran parte, una desviación grave del evangelio la Iglesia según san Mateo.
  3. En contra de esa división, estas 10 vírgenes de Mt 25, 1-13, son toda la iglesia de Jesús…, varones y mujeres, sin diferencia esencial por su “sexo”. Todos los cristianos aparecen de esa forma bajo el signo de “mujeres que aman” y esperan al Cristo-Señor, que no es novio-masculino de mujeres, sino Nymphios Mesiánico, amor divino de hombres y mujeres, amigas-os/esposas-os/hermanas-os del Dios amor, representado en Cristo. Ciertamente, estos/as diez vírgenes tienen un “toque femenino”; ellos son la humanidad amante que está al fondo del Shema israelita (Dt 7,4-6), donde se pide amor y fidelidad por igual a varones y mujeres. Su virginidad no se entiende en forma ascético/sexual, sino en gesto de apertura y madurez de amor, en línea de evangelio.
  4. Todo intento de interpretar a estos 10 vírgenes como mujeres bajo la dirección y guía de un Cristo varón, y no como personas va en contra del evangelio de Mateo, que no cita la palabra clave de Gal 3, 28, pero que la supone: Ya no hay varón y mujer, pues todos sois uno en Cristo. Interpretar este pasaje de los/las diez vírgenes iría en contra sin incluir a los varones (de quienes se supondría que no están llamados al aceite y luz del amor de Cristo…) va totalmente en contra del evangelio “católico” de Jesús. Varones y mujeres están llamados por igual a la espera y amor del Cristo-amor” (Cristo esposo/esposa). Estos diez “vírgenes” son simbólicamente toda la iglesia.
  5. Todos los cristianos, varones y mujeres, han de ser vírgenes, como María, en la línea de Is 7, no en sentido sexual de género, sino en gesto y camino fundante de apertura al amor de Dios y a su revelación, como la Madre de Jesús y como las mujeres de la pasión y resurrección de Jesús (Mt 27-28). A diferencia de lo que se dice en Mc 16, 1-8, estas mujeres de Mt 28, 1-20 no sólo han recibido el mensaje del ángel de la pascua, sino que han acogido y visto al mismo Jesús, proclamando su mensaje en el principio de la iglesia (siendo creadora de la iglesia, pero no sólo para ellas, como mujeres, sino para todos los varones y mujeres, como “parthenoi” representantes de toda la Iglesia en Mt 25, 1-13).
  6. De un modo consecuente, en el conjunto del evangelio de Mateo (tanto en el Sermón de la Montaña, Mt 5-7, como en los discursos eclesiales de Mt 18 y M 23) no hay diferencia ente varones y mujeres… No hay una ética de mujeres y otra de varones (como en el tratado Nashim, mujeres, de la Misná), ni jerarquía de varones y otra de mujeres… Todo intento de entender a los/las parthenoi de Mt 25, 1-13 como mujeres sólo para un tipo de intimidad en amor, dejando el resto de tareas oficiales de la iglesia en manos de varones para la jerarquía resulta imposible y absurdo en el evangelio de Mateo. No hay hombres/jerarcas de iglesia sin amor de bodas, ni mujeres/vírgenes sin autoridad evangélico. Todo lo que dice el evangelio lo dice para todos/todas.
  7. Estos/estas 10 vírgenes son por tanto toda la iglesia (varones y mujeres), y sus signos de aceite y luz, que no son una señal exclusiva de intimidad de novia, sino el signo y tarea más honda de la identidad cristiana (entendida desde el ritual judío de la luz del templo…). Ciertamente, hay un “aceite individual” de buenas obras y luz individual, pero en la línea del culto judío, aceite y luz son el culto más hondo de la comunidad, representada por la Menorah, que es la gran lámpara de Dios, la de los siete brazos… Cada uno de esos diez varones/mujeres son expresión de la comunidad entera, del gran culto del templo, centrado en la Monorah, del culto de vida de la iglesia cristiana. Estos/estas son los “celebrantes” de la nueva alianza, en la línea de la carta a los Hebreos. Todo intento posterior de reservar la “animación” del culto cristianos a los varones va en contra de una lectura integral de Mt 25, 31-46.
  8. Estos/estas vírgenes son (representan) la jerarquía fundante de la Iglesia… que no es institución de poder sagrado sobre otro, sino autoridad personal expresada en el aceite/luz que alumbra mientras unos y otros (unas y otras) seguimos esperando la culminación de amor de Dios en el Cristo/Esposo (amor, amigo) de todos. En ese sentido, esta parábola no trata de lo que pasará al final, cuando venga el Cristo/Esposo definitivo, sino lo que esta pasando ahora, en una noche que parece larga o vacía, pero que está llena de la luz de esperanza de amor de varones y mujeres…
  9. No olvidemos ésta es una parábola, una palabra para sentir, pensar, comprometerse…Una palabra que queda abierta y que ha de ser interpretada en la vida de la iglesia. Pues bien, una jerarquía eclesial de varones ha interpretado mal esta parábola; y por eso ella tiene que volver al evangelio (como quiere el Papa Francisco)  No se trata de que esta tarde (mejor que mañana) Francisco diga: La mujeres pueden ser “sacerdotes”, igual que los varones, fifty/fifty, a 50%, aunque eso no estaría mal. Se trata, más bien, de recrear desde el fondo lo que quiere esta parábola, que trata del “sacerdocio de la vida/amor” (aceite, luz…); se trata de aplicarlo de una forma personal y social, al conjunto de la Iglesia Se trata de empezar a leer la Biblia desde su origen… Evidentemente, iniciado este camino, la iglesia tendrá que abandonar con vergüenza y gozo su machismo impenitentes, para instituir con Mt 25, 1-13 el ministerio y tareas de aceite y luz, de amor de Cristo, abierto a todos, varones y mujeres, en forma personal y comunitaria.
  10. No pido nada… sólo empezar… Volver a la Biblia bien leída y recreada, como quiere el Papa Francisco, aunque pienso que él (y el Varicano en su conjunto) no está preparado para dar el paso necesario de evangelio. Francisco ha marcado el camino, pero no sé si se atreverá a seguirlo. Ha dicho “volvamos a la Biblia”, pero quizá no se ha dado cuenta de lo que eso significa. Por eso, tenemos que empezar por lo más simple, leer la Biblia, no hacernos los vagos… Leerla de verdad, y encontraremos textos luminosos como éste de los/las diez vírgenes que son a iglesia entera, como signo y camino de amor. Leer la Biblia y empezar a dar con ella unos pasos sencillos pero intensos, abierto, misioneros, de evangelio. Una vez que empecemos en serio todo seguirá como por sí mismo, pero ésta es una siembra de evangelio. Pero, vuelvo a decir: No olvidemos que es una parábola… y que el 50% de vírgenes necias y el 50% de prudentes es simbólico… Esa parábola está abierta. Ella nos dice hay un camino distinto, abierto a todos los hombres y mujeres… Por eso termina diciendo “velad”, velad y poneos en verdad en marcha en el gran camino de la noche de la espera de Jesús.

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