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¡Poneos en camino!

Domingo, 7 de julio de 2019
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Pobreza evangélica

No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.

Solamente el Evangelio, como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo dada.

Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y “mais nada”!

*

Pedro Casaldáliga
Clamor elemental, Editorial Sígueme, Salamanca 1971

***

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

“La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.”

Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.”

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

“Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.”

Él les contestó:

– “Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

*

Lucas 10, 1-12. 17-20

***

 

Si yo, queridos hermanos en la fe, he sido enviado a vosotros para proclamar que Jesús ha resucitado y es el único Rey y Señor; si yo, que he sido llamado a ser vuestro obispo, he sido encargado de despertar la aurora que os duerme ya en el corazón […], ¿quién llevará este anuncio de esperanza a los «otros», a esa porción del pueblo que no coincide ya con el perímetro de la Iglesia, a esos a quienes los valores cristianos ya no les dicen nada? ¿Quién hará llegar la Buena Noticia de Cristo a tantos hermanos que, trastornados por los problemas de la supervivencia y del trabajo, ya no tienen tiempo para pensar en el Señor? […] ¿Quién llevará este anuncio de salvación a tantas personas generosas que no son capaces de atravesar los confines del ¡nframundo y se baten sólo por una justicia sin trascendencias, por una libertad sin utopías, por una solidaridad sin parentescos? ¿Quién gritará el grito de liberación que nos ha traído Cristo en el corazón de tantos jóvenes extraviados que, en su ineludible necesidad de felicidad, buscan respuestas en las ideologías, en la fascinación del nihilismo, en las alucinaciones de la violencia, en el paraíso de la droga? ¿Quién pondrá una brizna de esperanza en el pecho de tanta gente desesperada, envilecida por las miserias morales, derrotada, marginada, para quien Jesús es un forastero, la Iglesia una extraña y el Evangelio sólo un jirón de recuerdos infantiles?

¿Deberé ser sólo yo, vuestro obispo, quien asuma esta tarea tan gravosa respecto al mundo? De ninguna manera. Pero no porque yo no tenga que hacerla. No porque se trate de una empresa que supere mis capacidades y produzca desaliento no digo a mi pobreza, sino incluso a la audacia de los más fuertes. Es sólo porque esta tarea corresponde a todo el pueblo de Dios. Es porque hoy un anuncio de esperanza sólo se vuelve creíble cuando lo ofrece una comunidad que vive en comunión y no por un individuo que juega con las palabras y se ejercita con la academia.

La gente empieza hoy a dudar de los jefes carismáticos. El oficio del «líder» ya no se sostiene, y menos aún en la Iglesia. Nos corresponde, por tanto, a nosotros, a todo el pueblo de los bautizados, depositarios de la esperanza cristiana, pasar por los caminos del mundo y proclamar juntos: «Valor, no te deprimas si adviertes que se reagudizan viejas angustias. Si te espanta la soledad del camino y la indiferencia de tus compañeros de viaje. Si experimentas los escalofríos de viejos delirios y de nuevos miedos. Si te oprime la oscuridad de la noche que no termina nunca… No te desanimes, porque aún no se ha dicho la última palabra. Levántate y camina con nosotros. O, al menos, intenta mirar en nuestra misma dirección. Al fondo hay una luz. Y hay un Hombre que, a pesar de todo, es capaz de presentarte el trecho de camino que te queda, por largo o corto que sea, como una ocasión extraordinaria para renacer».

*

A. Bello,
Lessico di comunione. Insieme alia sequela di Cristo,
Arluno 1991, pp. 133ss

***.

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“La Paz de Dios”. 14 Tiempo ordinario – C (Lucas 10,1-12.17-20)

Domingo, 7 de julio de 2019
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14-TO-C-600x400De pocas palabras se ha abusado tanto como de la palabra «paz». Todos hablamos de «paz», pero el significado de este término ha ido cambiando profundamente alejándose cada vez más de su sentido bíblico. Su uso interesado ha hecho de la paz un término ambiguo y problemático. Hoy, por lo general, los mensajes de paz resultan bastante sospechosos y no logran mucha credibilidad.

Cuando en las primeras comunidades cristianas se habla de paz, no piensan en primer término en una vida más tranquila y menos problemática, que discurra con cierto orden por caminos de un mayor progreso y bienestar. Antes que esto y en el origen de toda paz individual o social está la convicción de que todos somos aceptados por Dios a pesar de nuestros errores y contradicciones, todos podemos vivir reconciliados y en amistad con él. Esto es lo primero y decisivo: «Estamos en paz con Dios» (Romanos 5,1).

Esta paz no es solo ausencia de conflictos, sino vida más plena que nace de la confianza total en Dios y afecta al centro mismo de la persona. Esta paz no depende solo de circunstancias externas. Es una paz que brota en el corazón, va conquistando gradualmente a toda persona y desde ella se extiende a los demás.

Esa paz es regalo de Dios, pero es también fruto de un trabajo no pequeño que puede prolongarse durante toda una vida. Acoger la paz de Dios, guardarla fielmente en el corazón, mantenerla en medio de los conflictos y contagiarla a los demás exige el esfuerzo apasionante pero no fácil de unificar y enraizar la vida en Dios.

Esta paz no es una compensación psicológica ante la falta de paz en la sociedad; no es una evasión pragmática que aleja de los problemas y conflictos; no se trata de un refugio cómodo para personas desengañadas o escépticas ante una paz social casi «imposible». Si es verdadera paz de Dios se convierte en el mejor estímulo para vivir trabajando por una convivencia pacífica hecha entre todos y para el bien de todos.

Jesús pide a sus discípulos que, al anunciar el reino de Dios, su primer mensaje sea para ofrecer paz a todos: «Decid primero: paz a esta casa». Si la paz es acogida, se irá extendiendo por las aldeas de Galilea. De lo contrario, «volverá» de nuevo a ellos, pero nunca ha de quedar destruida en su corazón, pues la paz es un regalo de Dios.

José Antonio Pagola

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“Descansará sobre ellos vuestra paz”. Domingo 7 de julio de 2019. 14º Domingo del tiempo ordinario

Domingo, 7 de julio de 2019
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39-ordinarioC14 cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 66, 10-14c: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz.
Salmo responsorial: 65: Aclamad al Señor, tierra entera.
Gálatas 6, 14-18: Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
Lucas 10, 1-12. 17-20: Descansará sobre ellos vuestra paz.

Primera lectura. La alegría del pueblo de Israel cuando contempla su renacer después de todas las amarguras del destierro la muestra el tercer Isaías con la figura del parto y los hijos recién nacidos que necesitan de la madre para mamar de sus pechos y recibir sus consuelos, los llevaran en sus brazos y sobre las rodillas los acariciarán. Están en la mano del Señor y como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo.

La figura de Dios Madre es muy querida para los profetas. Sin duda la experiencia familiar del padre, de la madre y de los hijos, es quizás la más admirable y comprensible para todos, cuando se quiere hablar del amor de Dios.

Cuando la Biblia habla de Dios Padre, ciertamente no está determinando el género masculino de la divinidad. Es cierto que esta denominación y esta traducción están condicionadas sociológicamente y sancionadas por una sociedad de carácter varonil. Pero, realmente, a Dios no se le quiere concebir simplemente como a un varón. Sobre todo en los profetas, Dios presenta rasgos femeninos maternales. La noción de Padre aplicada a Dios, debe interpretarse simbólica¬mente. Padre es un símbolo patriarcal -con rasgos maternales-, de una realidad transhumana y transexual que es la primera y la última de todas.

El profeta Oseas en el capítulo undécimo, trae uno de los textos más bellos del Antiguo Testamento. La experiencia del amor de Dios hace decir al profeta que el Señor ha ejercido las tareas de un padre-madre con el pueblo. También otros profetas presentan a Dios con características materno-paternales: un Dios que consuela a los hijos que se marchan llorando, porque los conduce hacia torrentes por vía llana y sin tropiezos (Jer 31,9); un Dios a quien le duele reprenderlos: ¡Si es mi hijo querido Efraim, mi niño, mi encanto! Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello, se me conmueven las entrañas y cedo a la compasión. (Jer 31,20).

Esa ternura del amor de Dios queda expresada de manera inigualable en la figura de la madre:

¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré (Is 49,15).

Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo (Is 66,13).

Realmente el pueblo se sentía hijo de Yahveh. Desde la primera experiencia salvífica de Dios en la salida de Egipto, el Señor ordenó a Moisés decir al Faraón: Así dice el Señor. Israel es mi hijo primogénito, y yo te ordeno que dejes salir a mi hijo para que me sirva (Ex 4,23). Y esa seguridad que la experiencia de Dios-Padre daba a los israelitas no les permitía sentirse huérfanos porque, si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá (Sal 27, 10).

La paternidad de Dios evocaba también una atención especial y una relación de protección de frente a aquellos que necesitaban ayuda y cuidado. Los profetas muestran la predilección de Dios por los pobres, los pecadores, los huérfanos y las viudas, en una palabra por todos aquellos que sólo podían esperar la salvación de la intervención amorosa del Padre-Madre que se preocupa más por los hijos desprotegidos y abandonados que por los demás.

Segunda lectura. En la despedida de su carta a los Gálatas, Pablo de manera muy sintética reafirma dos de sus temas preferidos. La salvación no se da por la ley, y el hombre en Cristo es una nueva criatura.

La circuncisión era una muestra clara del cumplimiento de la Ley, pero Pablo les dice a los Gálatas que la salvación no proviene de la ley sino de Cristo. Y se apoya en la Cruz, signo de ignominia para los romanos, los paganos y los judíos, que ahora es el signo de la victoria y de la salvación, y por eso Pablo se gloría en ella, como también todos los cristianos, porque de ella brota la vida.

Circuncidarse o no circuncidarse no es lo importante. Lo importante es renacer como nueva criatura. El mundo de la ley ha muerto. Ya no hay diferencia entre judíos y paganos. Ya no hay circuncisos e incircuncisos, lo único que cuenta es el hombre nuevo, el hombre que es capaz de superar la tragedia del pecado y realizar el proceso de la resurrección de Jesús, para vivir como una persona nueva.

Por segunda vez en el evangelio de Lucas, Jesús envía a sus discípulos a la misión. Ahora la época de la cosecha ha llegado y es necesario muchos obreros para recoger la mies; son setenta y dos, un número que evoca la traducción de los Setenta en Génesis 10, en donde aparecen setenta y dos naciones paganas. Jesús va camino hacia Jerusalén, el camino que debe ser modelo del camino de la Iglesia futura. Salen de dos en dos para que el testimonio tenga valor jurídico según la ley judía (cfr. Dt 17,6; 19,15).

La misión no será fácil; debe llevarse a cabo en medio de la pobreza, sin alforjas ni provisiones. La misión es urgente y nada puede estorbarla, por eso no pueden detenerse a saludar durante el camino; tampoco los discípulos deben forzar a nadie para que los escuchen pero sí es el deber anunciar la proximidad del Reino.

Este modelo de evangelización es siempre actual. Ciertamente es una tarea difícil si se quiere ser fieles al evangelio de Jesús. Muchas veces por una falsa comprensión de la inculturación se hacen concesiones que van contra la esencia del evangelio.

Cuando los discípulos regresan de la misión están llenos de alegría. Hay una expresión que merece un poco de atención: Hasta los demonios se nos someten en tu nombre. ¿Qué significado tienen los demonios? Una breve explicación del término se dará al final.

Jesús manifiesta su alegría porque se han vencido las fuerzas del mal, porque él rechaza cualquier forma de dominio, y exhorta a sus discípulos a no vanagloriarse por las cosas de este mundo. Lo importante es tener el nombre inscrito en el cielo, es decir participar de las exigencias del Reino y vivir de acuerdo con ellas (cfr. Ex 32,32).

Hay otro motivo de alegría para bendecir la Padre. Sus discípulos son una muestra de que el Reino se revela a los sencillos y humildes. No son los conocimientos lo que permite la experiencia del Reino. Es esa experiencia de Dios por medio del contacto íntimo con Jesús y su seguimiento. Leer más…

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7.7.19. Dom 14, ciclo C: De dos en dos, ana duo‒duo.

Domingo, 7 de julio de 2019
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de-dos-en-dos1Les envió de dos en dos. ¿Una diarquía eclesial?

Conforme al evangelio del domingo anterior (Lc 9, 57‒62), Jesús, “hijo de hombre”, no tenía dónde reclinar la cabeza ni podía ofrecer ventaja alguna, social o material, a sus ministros.  De manera sorprendente, en la lectura que sigue, este domingo (Lc 12, 1‒12), Jesús envía sólo como delegados suyos a hombres y/o mujeres que puedan y quieren ir “de dos en dos”: ana duo‒duo (en griego), shenaym‒ shenaym (en hebreo). No les pone ninguna otra condición:

No dice si han de ser más jóvenes o ancianos, varones o mujeres, hermanos o amigos, letrados o de pueblo, casados o solteros, hetero‒ u homo‒sexuales

La única condición que les pone es que vivan y vayan “de dos en dos”, como testigos del evangelio (de Jesús que viene), sin más “cosa” o propiedad que el evangelio, y la mutua compañía (de dos en dos).

 Texto de Marcos

             Así ha formulado Mc 6, 7‒12 este envío, conforme a la tradición más antigua de la Iglesia, suponiendo que estos enviados, que van “de dos en dos”, son en principio los “doce”, como signo de la misión universal judía (doce tribus), pero abierta a todas las naciones, es decir, a la humanidad entera:

Llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos,  dándoles poder sobre los espíritus impuros. (a. Equipamiento) Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja. Que calzaran sandalias, pero que no llevaran dos túnicas. Les dijo además:Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar etc. (Mc 6, 7‒30).

maxresdefault (1) Una tradición posterior  de Lc 9,1‒5 (que parece tomar ese motivo del llamado documento Q) y la tradición de Mt 10, 5‒13 (que parece tomarlo  del Q y de Mc Q), ha recogido este envío de formas convergente, pero sin incluir la condición “de dos en dos”, que puede parecerles menos necesaria en su contexto.

Pues bien, de un modo muy significativo, el evangelio Lucas, que es el último de todos,retoma el motivo  de Mc 6 (de dos en dos) y lo reelabora probablemente, a partir del documento Q (y/o de la tradición antigua de la iglesia), para establecerlo como norma de la misión cristiana, abierta a todas las naciones, a principios del siglo II d.C. Éste es su texto, el evangelio de este domingo 14 del ciclo C (7.7.18):

Lc 10, 1‒12:

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios….” 

  1. De los 12 de Israel a los 72, para todos los pueblos
Los envió de dos en dos.

Los envió de dos en dos.

Jesús quiso refundar el Israel escatológico y para ello juntó a Doce discípulos y les envió, para preparar la llegada del Israel definitivo (del Reino de Dios), en misión de testimonio mesiánico. Pero este envío, centrado en los Doce y dirigido a Israel, fracasó por el asesinato de Jesús y queda superado por la pascua: los israelitas no se convirtieron, los Doce (que habían ido de dos en dos anunciando la llegada del Reino) desertaron de Jesús, y las autoridades de Israel le condenaron a muerte, siendo ajusticiado por los romanos.   Lógicamente, esa misión histórica de los Doce, dirigida a Israel, antes de la muerte de Jesús fue humanamente un fracaso.

Nuevo fondo histórico. Para mostrar pedagógicamente ese fracaso, con la nueva misión de Jesús dirigida a todos los pueblos escribió Marcos su evangelio, invitando a los discípulos de Jesús a reiniciar su anuncio y preparación del Reino en Galilea, abandonando para ello Jerusalén (Mc 16, 1‒8). De igual forma ha respondido el evangelio de Mateo, instituyendo el nuevo anuncio pascual del Reino en la montaña de Galilea (Mt 28, 16‒20), pero sin retomar expresamente el motivo del “de dos en dos”.

En esa línea, el evangelio de Lucas ha querido añadir este “segundo envío”, que estaría fundado en el mismo Jesús (que además de haber envidado una vez a los Doce: Lc 9, 1‒6), conforme a un mandato en el fondo fracasado, mandó después, de un modo más preciso, a 70 o 72 misioneros (según el texto citado de Lc 10, 1‒12). En número de los enviados varía, unos manuscritos ponen 70 (como los intérpretes de la biblia griega de los LXX), otros ponen 72, como indicando todos los pueblos de la tierra (según la división que establece Gen 10). Leer más…

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“Homenaje a los apóstoles anónimos”. Domingo 14 Tiempo Ordinario. CICLO C

Domingo, 7 de julio de 2019
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72 discípulos2Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

La liturgia ofrece la posibilidad de elegir un texto largo u otro breve del evangelio. El motivo es que la segunda parte del discurso de Jesús tiene palabras muy duras contra los pueblos que no acojan a los discípulos; en nuestra época tan políticamente correcta pueden escandalizar a algunas personas. Y las referencias finales a Satanás y a pisotear serpientes y escorpiones resultan lejanas a nuestra cultura. Limito el comentario a la primera parte, aunque al final digo algo de la segunda.

Lectura breve, políticamente correcta (Lucas 10, 1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

‒ La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!

Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. 

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.

Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” 

            Quien conoce el evangelio de Mateo sabe que Jesús envió a los Doce con instrucciones muy parecidas. Pero Lucas no habla de doce, sino de setenta y dos (6 x 12: otro número simbólico). En su perspectiva, la misión no es obra de un pequeño grupo de selectos; si el mensaje del evangelio se difundió por el imperio romano fue gracias a gran número de personas anónimas, igual que ocurre en nuestros días.

Curiosamente, lo primero que deben hacer los setenta y dos es rezar para que el Señor envíe operarios a su mies. El tema empalma con el del domingo pasado, a propósito de los tres casos de vocación. Jesús hablaba con tanta dureza que parecía no querer seguidores. Aquí queda claro que son absolutamente necesarios y hay que pedir al dueño de la mies que los envíe. El dueño de la mies no es Dios Padre, sino el mismo que Jesús, que les ordena ponerse en camino. Con una advertencia y unas órdenes.

La advertencia: no van a una labor fácil ni agradable. Van como corderos en medio de lobos. El peligro no es la dentellada que provoca la muerte sino la que desprestigia y tira por tierra el mensaje del evangelio. El imperio romano estaba repleto de grupos y predicadores religiosos parecidos a muchos de los actuales que utilizan la religión como forma de ganarse la vida. Por eso, la mejor forma de evitar las dentelladas de los lobos es llevar una forma de vida totalmente pobre y austera: No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias. La talega hace referencia al dinero, la alforja al alimento, las sandalias al vestido.

Luego añade unas palabras que sólo se encuentran en su evangelio: y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Eso mismo le dijo el profeta Eliseo a su criado Guejazí, un día que lo envió a una misión urgente (curar al hijo de la sunamita). Lucas, que conocía el Antiguo Testamento de memoria, pensó que este momento era el adecuado para poner en boca de Jesús las mismas palabras. La misión de los discípulos es urgente, no se puede perder el tiempo charlando a mitad de camino.

¿Qué hacer cuando llegan a un pueblo o aldea? Jesús concede una importancia capital al alojamiento, insistiendo en no cambiar de casa, ya que esto puede provocar muchos celos y tensiones. Probablemente refleja su experiencia personal; y Lucas, la de los primeros misioneros.

Las palabras siguientes resultan extrañas en este sitio: Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” Los discípulos ya habían llegado a un pueblo y habían sido bien acogidos por una familia, que les da de comer. Si Lucas hubiera escrito con ordenador, quizá hubiera marcado bloque, cortado y pegado, cambiando el orden de las frases. O quizá no, porque este orden ilógico deja para el final, dándole mayor importancia, la misión de los discípulos: curar a los enfermos y anunciar la cercanía del Reino de Dios. Exactamente lo mismo que hacía Jesús.

Continuación, políticamente incorrecta (Lucas 10,17-20)

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.

[La liturgia omite la condena de Corozaín y Betsaida, dos ciudades galileas que no aceptaron a Jesús].

            Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

‒ Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

Él les contestó:

‒ Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Lectura del libro de Isaías 66, 10-14c

 

El texto, muy poético, puede desconcertar al lector moderno. Por eso comienzo con dos aclaraciones:

1) Para un judío, Jerusalén representa infinitamente más que para un católico Roma o el Vaticano. Desde el siglo VI a.C. hasta el tiempo de Jesús, que fueron los siglos más duros en la historia de Judá (dominio sucesivo de babilonios, persas, griegos y romanos), la mayor esperanza se centraba en la gloria y esplendor de Jerusalén. El tema aparece en numerosos textos proféticos y Salmos.

2) Jerusalén es representada como ciudad y como madre. Como ciudad, quedó totalmente destruida después de la conquista de los babilonios en el año 586 a.C. Como madre, se vio desprovista de hijos, porque fueron deportados. Y los hijos, a su vez, están desprovistos del alimento y el cariño de su madre.

En este contexto, el profeta proclama su mensaje utópico, centrado en la vuelta de los hijos a su madre, la mayor alegría para Jerusalén y el mayor consuelo para los desterrados. También habla, en el centro, de la paz y la riqueza que inundarán la ciudad. Un mundo maravilloso de alegría, consuelo, paz y esplendor.

¿Cómo se consigue? ¿Qué deben hacer los judíos? Según este poema, nada. Todo lo hace Dios. Es él quien hace derivar hacia Jerusalén la paz y la riqueza de las naciones; es él quien consuela. Es él quien manifiesta a sus siervos su poder (su mano), como dice la última frase del poema.

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto. Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.

Porque así dice el Señor:

«Yo haré derivar hacia ella,  como un río, la paz,como un torrente en crecida,  las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán;como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados.

Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado; la mano del Señor se manifestará a sus siervos.

El contraste entre la lectura de Isaías y el evangelio

            El mundo utópico de Isaías, el esplendor de Jerusalén, se realiza sin esfuerzo alguno, por pura obra de Dios. En cambio, el mundo utópico que predican Jesús y los discípulos conlleva mucho sacrificio y esfuerzo. Además, es un mensaje que puede ser rechazado, como le ocurrió al mismo Jesús en Corozaín y Betsaida. Pero la última palabra es de victoria y esperanza: Satanás, símbolo de la oposición al evangelio, cae del cielo como un rayo, mientras que los discípulos triunfan sobre los espíritus inmundos y, sobre todo, sus nombres están escritos en el cielo.

Además, y esta es la gran aportación de Lucas, esos discípulos enviados a la misión no son un grupo de selectos. Todos hemos conocido gente que nos ha hecho gran bien desde el punto de vista humano y cristiano, que nos han anunciado el Reino de Dios. Y también nosotros hemos llevado y debemos llevar adelante esa tarea, a veces dura, y muchas veces con sensación de fracaso. Pero esto no es motivo para dejar de esperar en el triunfo de la utopía.

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Domingo XIV del Tiempo Ordinario. 7 Julio, 2019

Domingo, 7 de julio de 2019
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«…el Señor designó a otros setenta y los envió por delante». fragilidad

(Lc 10, 1-12.17-20)

Jesús tiene urgencia por anunciar el Reino y se decide a compartir su misión personal con un grupo a quienes envió delante de él. Los seguidores de Jesús somos camino en el Camino, casa en Casa y alegría en la Alegría. Jesús nos habla de ser cauces, puentes de CORRESPONSABILIDAD,  COMUNIÓN, pero antes nos instruye desde el espíritu del amor. Nos advierte de las dificultades, al mismo tiempo que nos abre el camino de la confianza.

“La mies es abundante”: nos habla  de que hay mucho trabajo por realizar, pero no nos dice que nos estresemos y agobiemos, sino que roguemos para que nos envíen ayuda.

“Rogad por tanto al dueño de la mies”: en una sociedad de la inmediatez, donde cada vez somos más autosuficientes, Jesús nos ruega que oremos, que pidamos al Padre, que seamos pequeñas y humildes, sabiendo que nuestra fuerza es LA CONFIANZA en Dios.

“Que envíe obreros”: esto somos los seguidores de Jesús, obreros, personas que trabajamos un campo que no es nuestro. Hij@s que descubren el Reino del Amor y no solo entregan su tiempo, sino  su Vida entera. No nos pertenecemos porque no somos pagados con dinero sino retribuidas con Amor, y el Amar de Dios es calidad.

“Y nos envía como corderos en medio de lobos”: nos habla de vulnerabilidad, de fragilidad, y así somos los seguidor@s de Jesús, pequeñ@s, frágiles  pero sabemos que  la fuerza se realiza en la debilidad. Solo en lo pequeño, en lo frágil y vulnerable Dios actúa, porque ahí es donde nos dejamos acariciar. En lo grande y perfecto, Dios no tiene espacio, se queda fuera.

Oración

Padre, ayúdanos a entregar la vida por el Reino desde nuestra fragilidad.

Descúbrenos el valor de despertenecernos

para ser camino que otr@s transiten hacia Ti.

 

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El Reino es Vida, que solo puede surgir de la Vida.

Domingo, 7 de julio de 2019
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envio-misioneroLc 10,1-12; 17-20

Solo Lc narra este episodio. En el c. 9, ya había narrado el envío de los 12. No es verosímil que este relato sea histórico. Quiere acentuar el carácter universal de la predicación, pero Mt dice expresamente que no entren en tierra de paganos ni vayan a ciudades de Samaria. 70 era el número de las naciones gentiles, según Génesis. Para los demás evangelistas, el límite de la gentilidad estaba en la frontera de Galilea; para Lc se encuentra en la misma Samaria.

El domingo pasado se hablaba del fracaso de los discípulos en su intento de preparar el camino a Jesús en su subida a Jerusalén. Probablemente, Lc quiere poner este envío de “otros setenta y dos” para dejar un buen sabor de boca. Estos vuelven “muy contentos” de sus correrías y tienen mejor acogida que los discípulos. “De dos en dos”, porque para los judíos la opinión de uno solo no tenía ningún valor en un juicio, y los misioneros son, sobre todo, testigos. También, porque el mensaje debe ser proclamado siempre por la comunidad.

No penséis que se trata de enviar a un número de especialistas en comunicación. No se trata de enviar a unos cuantos escogidos. Ni siquiera dice que fueran discípulos. Presupone que todo cristiano por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia que él vive. El modo de esa predicación puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos es la mejor predicación y la que convence. En cada instante estamos predicando, para bien o para mal.

No es fácil delimitar lo estrictamente histórico de este relato. Además de que solo Lc lo narra, exigiría un grado de organización que no se percibe en el grupo de los que han seguido a Jesús. El simbolismo del número 12 y 70 nos invita a pensar que son relatos elaborados por la comunidad, más tarde. Por otra parte, para predicar El Reino, se necesita haberlo comprendido y experimentado. Los evangelios se encargan de manifestar que antes de la experiencia pascual ni los doce se habían enterado de nada.

Las recomendaciones de Jesús son la clave de todo anuncio del mensaje cristiano. Están puestas en boca de Jesús, pero son las condiciones mínimas que debía tener todo cristiano para llevar la Buena Noticia a los demás. En ningún caso se habla de doctrina que tienen que enseñar o de normas morales que deben exigir. Se trata de comunicar lo que Dios es, para todos, sin condiciones ni excepciones. Esa tarea la cumplió la primera comunidad en todas partes. Es la tarea que tiene que llevar a cabo todo cristiano en cualquier tiempo y lugar.

“Poneos en camino”. La itinerancia es la clase de vida que eligió Jesús cuando se decidió a proclamar su buena noticia. El domingo pasado nos decía que no tenía donde reclinar la cabeza. Este desapego de toda clase de seguridades es la actitud básica y fundamental que debe adoptar todo enviado. El anuncio no se puede hacer sentado. Seguir a Jesús exige una dinámica continuada. Nada se puede comunicar desde una cómoda instalación personal. La disponibilidad y la movilidad son exigencias básicas del mensaje de Jesús.

“Os mando como ovejas en medio de lobos”. Cuando se escribieron los evangelios, las primeras comunidades cristianas estaban viviendo la oposición, tanto del mundo judío como del pagano. Denunciar la opresión, o poder despótico, no puede agradar a los que viven desde esa perspectiva, y sacan provecho de ella a costa de los demás. Por desgracia, cuando el cristianismo adquirió poder, se comportó como lobo en medio de corderos. El provecho personal, o el de la institución, no es buena noticia para nadie.

“Ni talega ni alforja ni sandalias”. La pobreza material es solo signo del abandono de toda seguridad. Significa no confiar en los medios externos para llevar a cabo la misión. No debemos hacer de la predicación un logro humano. Se trata de confiar solo en Dios y el mensaje. No buscar seguridades de ningún tipo, ni en el dinero, ni en el poder, ni en el prestigio, ni en los medios. Tenemos la obligación de utilizar al máximo los medios que la técnica nos proporciona, pero no debemos poner nuestra confianza en ellos.

“No os detengáis a saludar a nadie por el camino”. No se trata de negar el saludo a los que se encuentren en el camino. “Saludar” tenía para ellos, un significado muy distinto al que tiene para nosotros. El saludo llevaba consigo un largo ceremonial que podía durar horas o días. Esta recomendación quiere destacar la urgencia de la tarea a realizar. Seguramente está haciendo referencia a la inmediata llegada del fin de los tiempos, en que las primeras comunidades cristianas creyeron a pies juntillas.

“Decid primero: ¡Paz! Para entender esta recomendación hay que tener en cuenta el sentido de la “paz” para los judíos de aquel tiempo. “Shalom” no significaba solo ausencia de problemas y conflictos, sino la abundancia de medios para que un ser humano pudiera conseguir su plenitud humana. Llevar la paz es proporcionar esos medios que hacen al hombre sentirse a gusto e invitado a humanizar su entorno. Significa no ser causa de tensiones ni externas ni internas. Sería ayudar a los hombres a ser más humanos.

“Comed y bebed de lo que tengan”. Esta es de las más difíciles. Ponerse al nivel del otro. Aceptar sus costumbres, su cultura, su idiosincrasia… Se trata de estar disponible para todos, sin esperar nada a cambio, pero aceptando con humildad lo que den; siempre que sea lo indispensable. ¡Qué difícil es no imponer lo nuestro! Muchos intentos de evangelizar han fracasado por no tener esto en cuenta. Lo más difícil es aceptar la dependencia de los demás en las necesidades básicas: no poder elegir ni lo que comes ni con quien comes.

Curad. No se refiere solo a las enfermedades físicas. De hecho los 70 solo hacen alusión a que los demonios se les sometían. Seguimos dando demasiada importancia a la salud corporal, sin enterarnos de que con una grave enfermedad puede un ser humano alcanzar su plenitud. Curar significa alejar de un ser humano todo aquello que le impide ser él. Hoy las enfermedades físicas están cubiertas por la medicina. Pero ¿qué pasa con las enfermedades psíquicas y mentales, que arruinan la existencia de tantas personas?

“El reino, que es Dios, está cerca”. Nada de peroratas teológicas, ni discursitos apologéticos, ni propagandas ideológicas. Lo único que un ser humano debe saber es que Dios le ama. Predicar el reino, que es Dios, es hacer ver a cada ser humano que Dios es algo cercano, que es lo más hondo de su propio ser, que no tiene que ir a buscarlo a ningún sitio raro, ni al templo ni a las religiones ni a las doctrinas ni a los ritos ni al cumplimien­to de la norma. Dios es (está) en ti. Descúbrelo y lo tendrás todo…

Sin estas condiciones, la predicación se hace inútil. No es nada fácil salir de la dinámica de la propaganda, del proselitismo a toda costa, buscando más el potenciar la institución que el servicio de las personas. El que va a proclamar el Reino de Dios tiene que manifestar que pertenece a ese Reino. Tiene que responder a las necesidades del otro. Tiene que estar dispuesto al servicio en todo momento. No debe exigir absolutamente nada, ni siquiera la adhesión. Tiene que limitarse a hacer una oferta.

Meditación

¿Cuál es tu preocupación primera?
¿Es la comida, el vestido, la salud, la casa, el prestigio?
De esas necesidades básicas tienes obligación de ocuparte,
siempre que la prioridad sea el desplegar tu humanidad.
Escucha, sobre todo, tu ser profundo;
lo que él te pida, te llevará a plenitud y felicidad.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Sin alforja ni sandalias.

Domingo, 7 de julio de 2019
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caminar-montanaCaminante no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)

7 de julio. DOMINGO XIV DEL TO

Lc 10, 1-12. 17-20

No llevéis bolsa, ni alforja ni sandalias (v 14)

El evangelista nos aconseja no llevar nada con nosotros cuando vamos a un poblado, quizás sea para que nuestra mochila no nos canse, porque en mi opinión debiéramos llevarla bien cargada de regalos. Dar, enriquece más al que da que al que recibe, aunque nos pueda parecer una antinomia.

También puede ser que los peregrinos de Santiago, que saben mucho de caminos, lleven su mochila bien cargada, que habitualmente comparten generosamente suelen compartir con otros.

Yo llevo la mía repleta de ideas, pensamientos, ideas y emociones, que me agrada intercomunicar con otros. Y no solo con personas, sino también con el sol y la lluvia -San Francisco de Asís decía hermano sol, hermano lobo-, y a mi me gusta añadir hermana lluvia de las nubes y hermano viento del oeste.

Entretanto, el agua tocará el laúd, y mis sentidas notas sonarán bulliciosas, como mensajes mentales que llenen las alforjas y señales los caminos que orientan, alimentan y guían a viajeros.

Cleopatra se bañaba en leche de burra para mantener su piel joven. La última gran reina de Egipto, se ha convertido prácticamente en una figura mitológica, cuyas costumbres más íntimas son completamente del dominio público Una belleza mitológica y radiante debida a su famoso baño de leche de burra: era su secreto para cuidar su piel.

Qué tendrá este precioso elixir, como el de mores que, en la ópera L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti, vendía Dulcámara a las hermosas damas que asistían al espectáculo.

¿Y qué puede tener este precioso elixir, que bellas de todos los tiempos, de Cleopatra a Paulina Bonaparte, no dudaron en incorporarlo a sus recetas secretas de belleza? Una beldad que puede y debe hacer felices a cuantos la poseen.

Yo, que también asistí a la feria, me alejé luego sembrando el camino de lágrimas que me llevó a mi casa, después de ver llorar a Nemorino el payaso, mientras cantaba el aria:

“Una furtiva lacrima
negli occhi suoi spuntó.

Son sin duda las exclamaciones líricas mas famosas, conocidas y cantadas de Antonio Machado. Forma parte del Proverbios y Cantares del libro Campos de Castilla y refleja una reflexión filosófica de la vida.

Cuando dice Caminante, son tus huellas el camino, y nada más… es probablemente una convicción de que solo importa lo que se vive, y se vive si se decide a andar el camino; lo imaginado o deseado poco importa.

CAMINANTE NO HAY CAMINO

Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

 

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Audaces para continuar la misión de Jesús.

Domingo, 7 de julio de 2019
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envio misioneroNos encontramos ante un texto dirigido a presentar la misión que los discípulos y discípulas, en continuidad con la misión de Jesús, están llamados y llamadas a realizar.

El texto se articula a partir de diversas sentencias recogidas de la fuente Q que en Mateo está señaladas como parte de la misión de los Doce, mientras que Lucas las presenta dirigidas a un grupo más amplio de discípulos/as. La opción lucana de diferenciar la misión de los doce de la de este grupo más amplio se sustenta en su interés literario por presentar ya en vida de Jesús la tarea evangelizadora a la que están llamados los seguidores y seguidoras de Jesús tras la Pascua.

A diferencia de la misión de los doce, que está centrada en Israel (Lc 9,1-6), la de los setenta y dos señala ya a la misión futura de los creyentes en Cristo que han de anunciar el Reino a lo largo y ancho del Impero romano, a personas que no solo ya no son judías, sino que no han conocido a Jesús. Lucas es consciente de que en la vida de las comunidades de creyentes tras la Pascua las cosas ya no son iguales que cuando estaba Jesús y conoce los desafíos que implica vivir la misión en esos nuevos momentos, por ello intenta iluminar la nueva praxis con un argumento de autoridad, como es la palabra de Jesús, introduciendo ya en la narrativa evangélica la nueva experiencia de envío a la misión.

Esta inclusión del evangelista no es una mera ficción, sino que se hace eco de aquellos seguidores y seguidoras del Jesús histórico que no formaban parte de los doce pero que se implicaron activamente en el proyecto de Jesús y fueron orientando su vida al estilo de la propuesta del Maestro. Por tanto, estos setenta y dos discípulos que recuerda Lucas señalan una realidad histórica, pero busca a través de ella sostener la misión de todos aquellos y aquellas que la viven en su tiempo.

Vivir la misión

El texto comienza con el envío, un envío que llevará a los/as discípulos/a pueblos y lugares que Jesús no ha visitado aún. (Lc 10,1). De este modo la audiencia del evangelio de Lucas puede sentirse incorporada a la narración, pues ellas y ellos se han sentido enviados también a lugares donde Jesús todavía no es conocido.

Todas las instrucciones que Jesús les da remiten a la misión itinerante que fue central en la vida de Jesús pero que también fue determinante para la expansión del cristianismo por toda la cuenca mediterránea en el siglo I. En ellas se destacan tanto las dificultades que han de afrontar los misioneros y misioneras como el estilo con que han de afrontar el envío.

La conciencia de la inmensa tarea que tenían por delante podía asustar. Eran pocos y sabían que el mensaje del Reino no siempre era bien acogido (Lc 10,8-12). Por eso Jesús les recuerda que Dios está impulsando la misión junto a ellos (Lc 10,2) pero que no sean ingenuos, pues tendrán mucha oposición (Jesús fue el primero que la tuvo) y querrán arrebatarles su mensaje liberador (Lc 1,3).

Les recuerda también que el éxito de su misión no depende del poder que tengan, ni de los recursos que utilicen, sino que por el contrario depende del testimonio de su vida y de la pasión con que ellas y ellos mismos vivan el mensaje del Reino (Lc 10, 4). Y esto no es sólo una cuestión de austeridad, sino de un modo de ser y de estar que deje fluir la bondad, el perdón y el amor del Abba en quien Jesús les ha enseñado a creer (Lc 10, 17-20).

Quizá el modo de narrar y los ejemplos que se proponen en el texto responden al contexto de una cultura muy diferente a la contemporánea, pero lo importante es buscar hoy como caminar como discípulas y discípulos enviados a anunciar el Reino de Dios. Un anuncio que implica un estilo contracultural pero no anticuado. Un envío que nos lleva a sanar, reconciliar y dar esperanza, pero sin caer en la tentación de pactar con los poderes que nos pueden dar seguridad, pero nos quitan la libertad.

En el horizonte de nuestra misión está el Reino de Dios tal como Jesús lo entendió y lo vivió y no una religión o una doctrina. El mensaje por tanto de nuestra misión ha de ser siempre liberador y capaz de incluir y nunca excluir, capaz de denunciar la injustica y los poderes manipuladores y opresores. Y ante quien quiera domesticarlo o recortarlo “sacudamos el polvo de nuestras sandalias en la plaza” (Lc 10, 10-12) y continuemos nuestro camino.

Carmen Soto Varela

Fuente Fe Adulta

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Corderos y lobos.

Domingo, 7 de julio de 2019
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lobo-ovejaDomingo XIV del Tiempo Ordinario

7 julio 2019

Lc 10, 1-9

En una primera aproximación, pareciera que el mundo se halla dividido entre “lobos” y “corderos”: los primeros poseen poder –económico, político, religioso…– y carecen de escrúpulos, mientras los segundos padecen indefensión y son víctimas de abusos.

Se trata de un dato que salta a la vista, y que invita a una doble movilización: por un lado, a mantener una actitud lúcida y crítica –el mismo Jesús que animaba a ser “sencillos como palomas”, recordaba la necesidad de ser, al mismo tiempo, “astutos como serpientes” (Mt 10,16)–; y, por otro, a tomar partido –ser parciales– a favor de cualquier tipo de víctimas.

Ese hecho, sin embargo, no puede ocultar que lo percibido en el ámbito social es un “reflejo” de lo que sucede en nuestro interior. En todos nosotros habita un “lobo” y un “cordero”. Las fronteras que delimitan ambos comportamientos no son exteriores, sino que se hallan en nuestro corazón.

Con frecuencia proyectamos el mal fuera, en una actitud que se mueve, a partes iguales, entre la propia autojustificación y la culpabilización de los otros. Con esa estrategia, el yo trata de afirmarse, situándose incluso en una especie de “superioridad moral” frente a quienes juzga y condena de manera simplista y facilona.

Con la misma frecuencia, se nubla nuestra capacidad de comprensión, olvidando que cada persona hace, en cada momento, lo mejor que sabe y puede. Tal comprensión no significa justificar cualquier comportamiento, sino comprenderlo a partir de la representación mental desde la que se mueve la persona que actúa de un modo determinado. Comprender no es justificar, sino reconocer que, en el origen del daño que cometemos, hay siempre ignorancia –inconsciencia, en su sentido más radical–, que lleva a creer que es “bueno” lo que en realidad produce sufrimiento.

En este contexto, me parece oportuno transcribir la historia que cuenta el filósofo David Loy. Un anciano americano estaba hablando con su nieto tras la tragedia del 11 de septiembre de 2001 y le decía: “Siento como si tuviese dos lobos combatiendo en mi corazón. Un lobo es vengativo, iracundo y violento. El otro lobo es amoroso, capaz de perdón y compasivo”. El nieto preguntó: “¿Qué lobo ganará la batalla en tu corazón?”. El abuelo respondió: “Aquel a quien yo alimente”

Será necesario –como decía el recientemente fallecido Jean Vanier, el fundador de “El Arca”– “descubrir el lobo que todos llevamos dentro”. Pero verlo desde la certeza de que, en nuestra verdadera identidad, somos inocencia.

La comprensión nos hace ver que todos, sin excepción, somos Bondad, Verdad y Belleza –nombres todos ellos que apuntan a nuestra identidad profunda– pero que, como consecuencia de la ignorancia acerca de quienes somos –ignorancia trufada de sufrimiento no elaborado–, fácilmente nos instalamos en la confusión y generamos sufrimiento.

¿Sé ver lo que hay de “lobo” y de “cordero” en mí?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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Cuidado con el Clericalismo

Domingo, 7 de julio de 2019
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índiceDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

  1. La mies es mucha.

La Iglesia no es, no debe ser, un “ghetto”, un coto cerrado de personas más o menos religiosas. Mucho menos la iglesia es el clero, con el peligro del clericalismo en el que ciertamente hemos caído.

Sería un reduccionismo pensar que los trabajadores de la mies se refiera a los curas o a las vocaciones o a los seminarios. Francisco es muy consciente de que hemos de abandonar el clericalismo. En la visita a una parroquia de Roma decía el papa:

“Debemos extirpar el clericalismo de la Iglesia. Un párroco sin Consejo pastoral corre el riesgo de llevar la parroquia adelante con un estilo clerical, y debemos extirpar el clericalismo de la Iglesia. El clericalismo hace mal, no deja crecer a la parroquia, no deja crecer a los laicos”.

Id y predicad, que la mies es mucha. Francisco ha entendido muy bien cuando habla y desea una Iglesia de las periferias, una Iglesia que incluso puede padecer accidentes y enfermedades por andar a descampado, en las afueras: entre los pobres, en el mundo sociopolítico, en la educación de los niños y universitarios. La mies es mucha.

En el museo de la evolución, que se encuentra en Burgos, muestran un cerebro en formol. La Iglesia es -debe ser- primavera y vida, no formol. ¿A qué se debe si no la escasa o nula presencia de la Iglesia en los ámbitos políticos, culturales, en la sociedad? En lugar de transmitir el evangelio nos limitamos a atacar el ateísmo, el relativismo, el marxismo, los medios de comunicación, etc.

La Iglesia ha de estar donde se trabaja, se cultiva, se lucha, donde el pueblo sufre y vive.

Dice Francisco: “cuando la Iglesia se encierra, se enferma”; “prefiero mil veces una Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí misma”.

  1. Los obreros pocos.

Ante todo, los obreros de la mies no son, al menos no son solamente los obispos y los curas. Obreros, trabajadores del Evangelio somos todos. Jesús nos llama a todos a ser testigos del Evangelio.

Da la impresión de que en muchos momentos y contextos no somos testigos del Evangelio sino más bien de un sistema religioso. Nos lamentamos de que la gente se haya marchado de la Iglesia, pero es que a veces da la impresión de que el Evangelio (buena noticia) está muy escasamente en los medios eclesiásticos. A muchos grupos y sectores no les interesa lo más mínimo nuestro mensaje. Les interesaría el Evangelio, pero no nuestro sistema.

Por otra parte, el mensaje de Jesús no se impone. El Evangelio no se extiende por proselitismo, sino por la atracción que tiene el mismo Evangelio.

  1. 0 volver al evangelio.

    Los discípulos vuelven contentos porque han hecho obras, han expulsado demonios, etc. El éxito ejerce un gran atractivo. Al sistema religioso le vuelve loco los números: han asistidos miles de personas, tantas vocaciones, etc.

    Lo que importa no es el éxito, sino el mérito, el trabajo callado, el servicio humilde.

La novedad de la Iglesia está en salir con el Evangelio. Hemos vivido años, décadas, de enquistamiento, de cerrazón. En algunas diócesis y movimientos religiosos seguimos en ese repliegue. Id, salid a las afueras, a todos los caminos. La Iglesia ha de salir de sí misma a la periferia, a dar testimonio del Evangelio y a encontrarse con los demás”.

Los obispos tenían que apoyar a sus curas y laicos cuando se equivocan por anunciar el evangelio.

  1. poneos en camino.

La actitud de camino, de Éxodo, de Emaús es muy humana y cristiana. Caminar en la vida -en todos los sentidos- y vivir en actitud de búsqueda y de camino es algo muy cristiano. Tanto en el orden de la misión, como en las búsquedas personales, en cuestiones doctrinales, ideológicas el ser humano es quien está abierto y en búsqueda:

Poneos en camino y no llevéis ni alforja, ni dinero, ni poder,

Llevad la buena noticia

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