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TÚ, YO, ÉL

Miércoles, 5 de noviembre de 2014
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Del blog Pays de Zabulon:

Toi-moi-lui

TÚ, YO, ÉL

Yo, Tú, Ellos

Yo, Tú, Nosotros

Yo, Tú, Él.

Tú, Yo, Ellos,

Tú, Yo, Nosotros,

Tú, Yo, Él

Ellos, Nosotros, Yo

Ellos, Nosotros, Tú,

Ellos, Nosotros, Él

Él, Ellos, Nosotros,

Él, Nosotros, Ellos,

Él, Tú y Yo.

Él, Él, Él …

Él, Tú, Yo, Nosotros, Ellos

Él.

*
Zabulon

*
(Para dejar resonar dentro de uno mismo, en silencio como una meditación, una oración, un encuentro. Él, es El Señor Jesús)

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

“Por delante de nosotros”. 28 de septiembre de 2014. 26 Tiempo ordinario (A). Mateo 21, 28-32

Domingo, 28 de septiembre de 2014
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49-OrdinarioA26Un día Jesús pronunció estas duras palabras contra los dirigentes religiosos de su pueblo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de de Dios”. Hace unos años pude comprobar que la afirmación de Jesús no es una exageración.

Un grupo de prostitutas de diferentes países, acompañadas por algunas Hermanas Oblatas, reflexionaron sobre Jesús con la ayuda del libro Jesús. Aproximación histórica. Todavía me conmueve la fuerza y el atractivo que tiene Jesús para estas mujeres de alma sencilla y corazón bueno. Rescato algunos de sus testimonios.

.“Me sentía sucia, vacía y poca cosa, todo el mundo me usaba. Ahora me siento con ganas de seguir viviendo porque Dios sabe mucho de mi sufrimiento… Dios está dentro de mí. Dios está dentro de mí. Dios está dentro de mí. ¡Este Jesús me entiende!…”.

.“Ahora, cuando llego a casa después del trabajo, me lavo con agua muy caliente para arrancar de mi piel la suciedad y después le rezo a este Jesús porque él sí me entiende y sabe mucho de mi sufrimiento… Jesús, quiero cambiar de vida, guíame porque tú solo conoces mi futuro…”

.“Yo pido a Jesús todo el día que me aparte de este modo de vida. Siempre que me ocurre algo, yo le llamo y él me ayuda. El está cerca de mí, es maravilloso… Él me lleva en sus manos, él me carga, siento la presencia de él…”

. “En la madrugada es cuando más hablo con él. Él me escucha mejor porque en este horario la gente duerme. Él está aquí, no duerme. Él siempre está aquí. A puerta cerrada, me arrodillo y le pido que merezca su ayuda, que me perdone, que yo lucharé por él…”

. “Un día yo estaba apoyada en la plaza y dije: Oh, Dios mío, ¿será que yo solo sirvo para esto? ¿Solo para la prostitución?… Entonces es el momento en que más sentí a Dios cargándome, ¿entendiste?, transformándome. Fue en aquel momento. Tanto que yo no me olvido. ¿Entendiste?…”

. “Yo ahora hablo con Jesús y le digo: aquí estoy, acompáñame. Tú viste lo que le sucedió a mi compañera (se refiere a una compañera asesinada en un hotel). Te ruego por ella y pido que nada malo suceda a mis compañeras, Yo no hablo, pero pido por ellas pues ellas son personas como yo…”

. “Estoy furiosa, triste, dolida, rechazada, nadie me quiere, no sé a quien culpar, o sería mejor odiar a la gente y a mí, o al mundo. Fíjate, desde que era niña yo creí en Ti y has permitido que esto me pasara… Te doy otra oportunidad para protegerme ahora. Bien, yo te perdono, pero por favor no me dejes de nuevo…”

José Antonio Pagola

 Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Despierta tu fe. Confía en Jesús. Pásalo.

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“Está entre nosotros”. 7 de septiembre de 2014. 23 Tiempo ordinario (Mateo 18, 15-20)

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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46-OrdinarioA23Aunque las palabras de Jesús, recogidas por Mateo, son de gran importancia para la vida de las comunidades cristianas, pocas veces atraen la atención de comentaristas y predicadores. Esta es la promesa de Jesús: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

Jesús no está pensando en celebraciones masivas como las de la Plaza de San Pedro en Roma. Aunque solo sean dos o tres, allí está él en medio de ellos. No es necesario que esté presente la jerarquía; no hace falta que sean muchos los reunidos.

Lo importante es que “estén reunidos”, no dispersos, ni enfrentados: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificados con su proyecto del reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo.

Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. Esta presencia es el “secreto” de toda comunidad cristiana viva.

Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano.

Hemos de reavivar la conciencia de que somos comunidades de Jesús. Nos reunimos para escuchar su Evangelio, para mantener vivo su recuerdo, para contagiarnos de su Espíritu, para acoger en nosotros su alegría y su paz, para anunciar su Buena Noticia.

El futuro de la fe cristiana dependerá en buena parte de lo que hagamos los cristianos en nuestras comunidades concretas las próximas décadas. No basta lo que pueda hacer el Papa Francisco en el Vaticano. No podemos tampoco poner nuestra esperanza en el puñado de sacerdotes que puedan ordenarse los próximos años. Nuestra única esperanza es Jesucristo.

Somos nosotros los que hemos de centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de regenerar nuestra fe gastada y rutinaria. El único capaz de atraer a los hombres y mujeres de hoy. El único capaz de engendrar una fe nueva en estos tiempos de incredulidad. La renovación de las instancias centrales de la Iglesia es urgente. Los decretos de reformas, necesarios. Pero nada tan decisivo como el volver con radicalidad a Jesucristo.

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Dom 7. 9. 12. Reunidos en mi Nombre… Quién es Iglesia, quién “manda”…Quién y qué es Iglesia (Mt 18)

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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46ordinarioB17Del blog de Xabier Pikaza:

Domingo 22, tiempo ordinario, ciclo A: Mt 18, 15-20. Nos ha “sorprendido” estos días (en España) el cese de Rouco y el ascenso o “traspaso” de Osoro y Cañizares, en las listas de la jerarquía católica… como si fueran fichajes y bajas de un fútbol millonario.

Pero, bien mirados, esos cambios deberían pasar inadvertidos, pues lo que en importa en la Iglesia no son los monseñores y cardenales/obispos, sino las comunidades reunidas y organizadas en nombre de Jesús.

Así lo ratifica este evangelio sorprendente, por encima de todo Derecho legal y Jerarquía. Éstos son sus rasgos principales, que quiero desarrollar en lo que sigue:

a. Cada comunidad cristiana es Iglesia uniéndose en nombre de Cristo, orando a Dios Padre y resolviendo sus propios problemas, en diálogo en el que todos participan (sin duda, en comunión con otras iglesias). Hay posiblemente presbíteros y obispos (es decir, representantes y supervisores), pero los asuntos de la comunidad los resuelve toda la comunidad, de manera que obispos y presbíteros son de algún modo invisibles.

b. Todas las comunidades se vinculan, porque las une el mismo Cristo y porque en ellas se invoca al mismo Dios; pero cada una tiene su propia vida, su propia “marcha” de evangelio, apareciendo así como espacio mesiánico de amor mutuo y de esperanza mesiánica. Se trata (por todo lo que sabemos) de comunidades pequeñas (de unos cincuenta miembros cada una), donde todos se comunican entre sí.

c. Cada Iglesia es responsable de su propio camino de oración, comunión y decisión, con sus propias instituciones; ni el amor, ni la toma de conciencia de “estar en Cristo”, ni la solución de los posibles problemas pueden delegarse en otra comunidad más alta (o en personas especiales, como son los obispos o papas), aunque todas las comunidades son solidarias y se unen entre sí por el mismo Cristo. El amor de Jesús y la comunión de los creyentes no se puede delegar, pues si hiciere dejaría de ser amor cristiano, comunión evangélica.

d. Esta forma de entender las iglesias concretas y la comunión de todas ha sido formulada por Mateo, pero responde igualmente a la teología y experiencia del conjunto de las comunidades del NT (las de Pablo y Marcos, las de Juan y Lucas, las de Santiago y Hebreos…). Las variantes entre las comunidades son muchas, pero todas concuerdan en lo esencial (la comunión en Cristo).

Buen día a todos, buen domingo.

Texto. Mt 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

1. Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

2. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

3. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Tres son, pues, los “problemas”. (a) El primero es “quién es iglesia”: los límites de la comunidad. (b) El segundo es la autoridad: Quién decide… (c) El tercero es la oración, es decir, la vinculación con Dios (lo que hoy llamaríamos dirección de la eucaristía y de los sacramentos)

1. MT 18, 15-17. ¿QUIÉN ES IGLESIA? LOS LÍMITES DE LA COMUNIDAD

Este pasaje refleja el comportamiento de la iglesia ante un miembro que peca y define en el fondo la pertenencia a la Iglesia:

Principios:

a. Ciertamente, hay otros signos de pertenencia eclesial: Fe en Dios, fe en Jesús, un tipo de posible liturgia grupal… Pero el texto sé fija en aquellos que “no pecan entre sí” (unos contra otros). Iglesia son según eso aquellos que viven en armonía mutua.

b. El evangelio de Mateo supone quizá que hay otros pecados…, pero aquí sólo se fije en el pecado contra el prójimo: el pecado “contra ti”, es decir, contra un hermano de la comunidad.

c. En este mismo cap. 18, Mateo hable de perdonar siempre (setenta veces siempre), pero el perdón eclesial (¡para formar parte de la Iglesia!) implica corrección fraterna y conversión. Quien no se “convierte”, quien sigue pecando contra un hermano, no forma parte de la Iglesia.

El tema y método de esta “praxis jurídica” seguido se parece al de otros grupos judíos del tiempo, por ejemplo el de Qumrán. Pero quien decide en Qumrán es una instancia jerárquica especial y bien organizada de sacerdotes, miembros elegidos. En Mt, en cambio, decide la comunidad reunida:

Texto:

1. Y si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele a solas;
si te escucha, has ganado a tu hermano.
2. Si no te escucha, toma contigo a uno o a dos, pues
todo problema se resuelva por dos o tres testigos (cf. Dt. 19, 19).
3. Y si no les escucha llama a la iglesia y si no la escucha, sea para ti como gentil y publicano (18, 15-17)

Explicación.

Formulación hipotética (no apodíctica) de perdón y exclusión comunitaria, con cita de Dt 19, 19. Cada iglesia o comunidad cristiana aparece con autonomía jurídica: independiente de la sinagoga (y de otras comunidades cristianas). Sólo forman parte de la Iglesia aquellos que viven en armonía fraterna (no pecan contra los hermanos). Los que rompen la armonía y no se corrigen quedan fuera de ella, y son como “el gentil y publicano” ((aquellos que en terminología judía no participan en la vida del pueblo de Dios)).

La comunidad reunida es instancia suprema, de manera que ella rechaza a quienes rompen la unidad fraterna. Así establece Mt el “derecho” de la Iglesia para instituirse como grupo autónomo y visible.

Dentro y fuera de la Iglesia. La primera ortodoxia práctica

Esta es la primera declaración de ortodoxia práctica de la iglesia: son comunidad quienes perdonan y se dejan perdonar; pero quienes niegan el perdón y pecan contra los hermanos no pueden formar parte de la Iglesia. Mt 16, 18-19 presentaba a Pedro como “roca y rabino primera” de la Iglesia (es decir, de todas las comunidades), pues había interpretado (atado-desatado) los principios de la Ley judía desde Jesús (comparar con 5, 19).

Pues bien, Mt 18, 15-20, aceptando esa “base petrina” del origen de la Iglesia en su conjunto (de las diversas iglesias), define a cada iglesia (formada por unos cincuenta miembros…) como grupo autónomo, capaz de organizar su vida interna desde los principios del perdón y de la corrección fraterna. Leer más…

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¡Qué fácil es criticar, qué difícil corregir! Domingo 23 Ciclo A.

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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abrazoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La formación de los discípulos

A partir del primer anuncio de la pasión-resurrección y de la confesión de Pedro, Jesús se centra en la formación de sus discípulos. No sólo mediante un discurso, como en el c.18, sino a través de las diversos acontecimientos que se van presentando. Los temas podemos agruparlos en tres apartados:

1. Los peligros del discípulo:

* ambición (18,1-5)
* escándalo (18,6-9)
* despreocupación por los pequeños (18,10-14)

2. Las obligaciones del discípulo:

* corrección fraterna (18,15-20)
* perdón (18,21-35)

3. El desconcierto del discípulo:

* ante el matrimonio (19,3-12)
* ante los niños (19,13-15)
* ante la riqueza (19,16-29)
* ante la recompensa (19,30-20,16)

De estos temas, la liturgia dominical ha seleccionado el 2, corrección fraterna y perdón, que leeremos en los dos próximos domingos (23 y 24 del Tiempo Ordinario) y el último punto del 3, desconcierto ante la recompensa (domingo 25).

La corrección fraterna

Como punto de partida es muy válida la primera lectura, tomada del profeta Ezequiel. Cuando alguien se porta de forma indebida, lo normal es criticarlo, procurando que la persona no se entere de nuestra crítica. Sin embargo, Dios advierte al profeta que no puede cometer ese error. Su misión no es criticar por la espalda, sino dirigirse al malvado y animarlo a cambiar de conducta.

Así dice el Señor: A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: «¡Malvado, eres reo de muerte!», y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.

En la misma línea debemos entender el evangelio de hoy, que se dirige a los apóstoles y a los responsables posteriores de las comunidades. No pueden permanecer indiferentes, deben procurar el cambio de la persona. Pero es posible que ésta se muestre reacia y no acepte la corrección. Por eso se sugieren cuatro pasos: 1) tratar el tema entre los dos; 2) si no se atiene a razones, se llama a otro o a otros testigos; 3) si sigue sin hacer caso, se acude a toda la comunidad; 4) si ni siquie­ra entonces se atiene a razones, hay que considerarlo «como un gentil o un publicano».

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
― Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

Esta práctica recuerda en parte la costumbre de la comunidad de Qumrán. La Regla de la Congregación, sin expresarse de forma tan sistemática como Mateo, da por supuestos cuatro pasos: 1) corrección fraterna; 2) invocación de dos testi­gos; 3) recurso a «los grandes», los miembros más antiguos e importantes; 4) finalmente, si la persona no quiere corregirse, se le excluye de la comunidad.

La novedad del evangelio radica en que no se acude en tercera instancia a los «grandes», sino a toda la comunidad, subrayando el carácter democrático de la vivencia cristiana. Hay otra diferencia notable entre Qumrán y Jesús: en Qumrán se estipulan una serie de sanciones cuando se ofende a alguno, cosa que falta en el Nuevo Testamento. Copio algunas de ellas en el Apéndice.

Hay un punto de difícil interpretación: ¿qué signifi­ca la frase final, «considéralo como un gentil o un publicano»? Generalmente la interpretamos como un rechazo total de esa persona. Pero no es tan claro, si tenemos en cuenta que Jesús era el «amigo de publicanos» y que siempre mostró una actitud positiva ante los paganos. Por consiguiente, quizá la última frase debamos entenderla en sentido positivo: incluso cuando parece que esa persona es insalvable, sigue considerándola como alguien que en algún momento puede aceptar a Jesús y volver a él. Esta debe ser la actitud personal («considéralo»), aunque la comunidad haya debido tomar una actitud disciplinaria más dura.

¿Qué valor tiene la decisión tomada en estos casos? Un valor absoluto. Por eso, se añaden unas palabras muy parecidas a las dichas a Pedro poco antes, pero dirigidas ahora a todos los discípulos y a toda la comunidad:

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Relacionado con este tema están las frases finales.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Generalmente se los aplica a la oración y a la presencia de Cristo en general. Pero, dado lo anterior y lo que sigue, parece importante relacionar esta oración y esta presencia de Cristo con los temas de la corrección y del perdón.

El conjunto podríamos explicarlo del modo siguiente. La correc­ción fraterna y la decisión comunitaria sobre un individuo son algo muy delicado. Hace falta luz, hallar las palabras adecuadas, el momento justo, paciencia. Todo esto es imposible sin oración. Jesús da por supuesto -quizá supone mucho- que esta oración va a darse. Y anima a los discípulos asegurándoles la ayuda del Padre, ya que El estará presente. Esta interpretación no excluye la otra, más amplia, de la oración y la presencia de Cristo en general. Lo importante es no olvidar la oración y la presencia de Jesús en el difícil momento de la reconciliación.

Apéndice: la práctica de la comunidad de Qumrán

Nota: En el siglo II a.C., un grupo de judíos, descontentos del comportamiento del clero y de las autoridades de Jerusalén, se retiró al desierto de Judá y fundó junto al Mar Muerto una comunidad. Se ha discutido mucho sobre su influjo en Juan Bautista, en Jesús y en los primeros cristianos. El interesado puede leer J. L. Sicre, El cuadrante. Vol. II: La apuesta, cap. 15.

Los cuatro pasos en la Regla de la congregación

1) «Que se corrijan uno a otro con verdad, con tranquilidad y con amor lleno de buena voluntad y benevolencia para cada uno» (V, 23-24).

2 y 3) «Igualmente, que nadie acuse a otro en presencia de los “grandes” sin haberle avisado antes delante de dos testigos» (VI, 1).

4) «El que calumnia a los “grandes”, que sea despedido y no vuelva más. Igualmente, que sea despedido y no vuelva nunca el que murmura contra la autoridad de la asamblea. (…)

Todo el que después de haber permanecido diez años en el consejo de la comunidad se vuelva atrás, traicionando a la comunidad… que no vuelva al consejo de la comunidad. Los miembros de la comunidad que estén en contacto con él en materia de purificación y de bienes sin haber informado de esto a la comunidad serán tratados de igual manera. No se deje de expulsarlos» (VII,16-25).

Algunos castigos en Qumrán

«Si alguien habla a su prójimo con arrogancia o se dirige a él groseramente, hiriendo la dignidad del hermano, o se opone a las órdenes dadas por un colega superior a él, será castigado durante un año…»

«Si alguno habló con cólera a uno de los sacerdotes inscri­tos en el libro, que sea castigado durante un año. Durante ese tiempo no participará del baño de purificación con el resto de los gran­des.»

«El que calumnia injustamente a su prójimo, que sea castiga­do durante un año y apartado de la comunidad.»

«Si únicamente hablo de su prójimo con amargura o lo engañó conscientemente, su castigo durará seis meses.

«El que se despereza, cabecea o duerme en la reunión de los “grandes” será castigado treinta días».

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