14.9.18. Recuperar a Pedro. Ante la tarea de Francisco
Dom 24, tiempo ordinario. Mc 8, 27-33.
Éste es un pasaje enigmáticos del evangelio de Marcos, silenciado por Lucas, corregido por Mateo… un pasaje esencial de la Biblia, en el que Pedro dice a Jesús tú eres el Crito, y Jesús le responde (Mc 8: ¡Apártate de mí, Satanás, pues vas en contra de Dios…).
Ha existido un Pedro que ha querido convertir a Jesús en Cristo Político, con todo el poder social sobre la tierra, un Pedro que puede terminar siendo peligroso, pues va en contra del evangelio.
Por eso, Jesús ha tenido que corregir a ese Pedro, exigiéndole que retorno al buencamino (el de Jesús), que abandone la línea de poder, ques es la de Satanás.
La iglesia católica, en general, ha olvidado este pasaje de Marcos, en el que Jesús critica al deseo de poder de Pedro llamándole “Satanás”… Esa Igiesia ha insistido en una interpretación bastante triunfalista del pasaje queriéndose apoyar en un Pedro-Papa lleno de poder sobre la tierra.
Éste año 2018 es un buen momento para retomar este evangelio, después de haber escuchado y leído la carta de Mons. Viganó que acusa al Papa Francisco de conocer y no condenar ciertos males de la iglesia, pidiéndole que se “aparte”, es decir, que renuncie al “poder papal”, dejando abierto el paso para un Papa verdadero (en la línea de Mons. Viganó y de aquellos que están de su parte.
Estamos en un momento duro fuerte, cuando cardenales y obispos cristican abiertamene al Papa, cosa que es sí nos parece muy buena, pues un Papa al que no se pudiera criticar no sería Papa verdadero, signo de unidad en la diversidad de las Iglesia.
Pienso, sin embargo, que la crítica de Viganó no ha sido clara, no sirve en verdad para avanzar en solidaridad, buscando juntos caminos de evangelio… transformando la institución clerical-
En ese contexto de la crítica de Vigano y del “silencio activo” del Papa, dejando que los temas se aclaren dede su mismo fondo, tras haber convocado a los presidentes de las conferencias episcopales para tratar juntos del tema, quiero leer una vez más este pasaje de Marcos, utilizando elementos de mi Comentario a su libro, en solidaridad intensa con el Papa Francisco, no para que no puedan darse y disentir personas como Viganó, sino para que la disensión sea camino más alto de comunión en pluralidad de evangelio, al servicio de los máss indefensos, como son los niños (en el caso de fondo de una prepotencia clerical que unida a veces a un tipo de inmadurez afectiva y de deseo de poder ha podido desembocar en formas de pederastia).
Ha pasado el año 2017, los quinientos años de Lutero, que criticó al Papa/Poder a partir de este pasaje de Mc 8… Un Lutero que no quiso (o no pudo) llegar al Pedro de Mt 16… En ese camino que va de Mc 8 (Pedro satánico) a Mt 16 (Pedro piedra de la Iglesia) se sitúa toda la tradición critiana: Católicos, ortodoxos, protestantes…
Por eso es bueno que entremos hoy en este pasaje de Mc 8, sabiendo que este pasaje no es todo el NT (ni toda la Biblia, ni toda la historia cristiana…), pero es fundamental. Olvidar este pasaje es renunciar a la catolicidad cristiana. Así voy a indicarlo (retomando algunos elementos de mi comentario de Mc), en una postal algo larga, dividida en dos partes.
Esta postal quiere ser un ejercicio escolar (y dramático) de lectura de la Biblia, en este momento de la Iglesia. Buen domingo a todos.
Mc 8, 27-33. Un texto dramático. Esquema general.
1. Pedro formula la buena confesión de fe cristiana, diciendo que Jesús es el Mesías, es decir, el Cristo, no un simple profeta. Lo que dice es recto, pero corre el riesgo de cerrarse en tradición israelita muy limitada, en una postura común de la iglesia posterior, que busca el poder para triunfar (hacer que triunfe Dios). Éste es el Pedro que quiere “salvarse a sí mismo” (tomar el poder religioso) pensando que honra a Jesús.
2. Pero Jesús no acepta la “toma de poder” social y/o religioso que le propone Pedro. Por eso, le rechaza, diciendo que su postura es “diabólica”. Jesús no “salva” al Pedro del poder, sino que le condena, diciendo que representa y defiende a Satán, no al Dios creador del amor, que se introduce en la vida de los hombres, estando dispuesto a fracasar con (por) ellos.
3. El tema de fondo de Marcos es saber si Jesús rechaza para siempre a Pedro… o si deja abierto un camino de conversión y seguimiento. ¿Podrá salvarse Pedro, a pesar de todo? ¿Podrá salvarse el Papa? Ésta no es una pregunta retórica de teólogos (exegetas). Es una pregunta eclesial (formulada por Lutero y por los ortodoxos). Es una pregunta dolorosa y esperanzada: ¿Podrá salvarse el Papado? ¿Tendrá razón Vigano?
Yo sigo aquí con Pedro-Francisco. Esta “confesión” de Pedro, con el rechazo y corrección de Jesús sigue estando en la raíz de la historia cristiana, representada por papas y simples cristianos que buscan, promueven y defienden (buscamos, promovemos…) el poder social o religioso de Cristo (¡poder, no amor de servicio!), equivocándose (equivocándonos) de bando, aunque se llamen (nos llamemos) cristianos. Por eso es bueno volver a este motivo, leer a Marcos, aunque la “postal” que ofrezco sea un poco larga.
1. PRIMERA PARTE. Mc 8, 27-30. PEDRO, LA BUENA CONFESIÓN
8, 27-28. ¿Quién dicen?
27 Y salieron Jesús y sus discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo y en el camino les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo? 28 Ellos le contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que uno de los profetas.
La respuesta es semejante a la de Herodes y su corte: le siguen vinculando a Juan Bautista, Elías o un profeta (Mc 6, 14-16). Es normal. No pueden llamarle mesías, pues en ese caso deberían seguirle, pero tienden a verle como enviado escatológico, alguien que se pone al servicio de la renovación penitencial de Israel, en la línea del cumplimiento mesiánico. Esta respuesta de la gente es parcial y bondadosa, porque otros (cf. 3, 20-35) habían afirmado que es un emisario de Satán, alguien que quiere destruir la obra de Dios en su pueblo.
1. Es Juan Bautista. Algunos opinan que Jesús es el mismo Juan Bautista, que ha revivido, como pensaba Herodes con miedo: ¡Si Jesús es Juan que ha vuelto (ha resucitado) él puede venir a destruirnos! Pero, en nuestro caso, la gente que identifica a Jesus con Juan no lo hace por miedo, sino, básicamente, de un modo positivo, en la línea de las esperanzas de Israel.
2. Es Elías. En un contexto semejante se sigue situando la visión de aquellos que le identifican con Elías o con otro profeta, conforme a una tema que habíamos destacado al comienzo del evangelio (comentando 1, 1-7). La esperanza de un profeta escatológico ha sido el «humus» o caldo de cultivo principal del movimiento mesiánico judío, según ha destacado Flavio Josefo, tanto en el libro sobre La guerra judía como en Las antigüedades de los judíos.
8, 29-30. ¿Y vosotros? El Cristo de Pedro
29 El siguió preguntándoles: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le respondió: Tú eres el Cristo. 30 Y les prohibió terminantemente que hablaran a nadie acerca de él
— Pedro confiesa ¡Tú eres el Cristo! (8, 29). Ese título (ho Khristos) había aparecido ya al comienzo, en el encabezamiento del libro, lo que significa que para Marcos es positivo y valioso (1, 1). Pues bien, el primero que lo proclama dentro del texto es Pedro, en palabra de fidelidad mesiánica y de compromiso de seguimiento, que Jesús no rechaza, en principio, pero que después matiza, de un modo radical (de manera que, a consecuencia de ello, Pedro le abandonará más tarde). En un aspecto, podemos afirmar que Pedro ha visto bien: ha sacado las consecuencias del camino anterior; ha entendido a Jesús como Cristo/Mesías y se muestra dispuesto a seguirle, pero en su línea, no en la de Jesús.
Quien habla así es el “Pedro histórico” (del tiempo de la vida de Jesús, cuyo recuerdo se mantiene en las comunidades), pero es también el Pedro de la Iglesia quien, según Marcos, ha visto y confesado a Jesús como Cristo, pero no dado el paso para confesarle de verdad como Hijo de Hombre que entrega la vida por todos. Éste es el momento clave de la “confesión de Pedro”, una confesión que, como indicará, a partir de aquí, todo el evangelio de Marcos, no es la adecuada, de forma que Jesús debe rechazarla (o corregirla). Leer más…
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