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Tamara Montenegro, la lideresa trans que rompe los imaginarios violentos contra su comunidad en Arauca

Viernes, 29 de julio de 2022
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BC4CE28D-68BA-45CF-AA4E-1B6CFE99C244-768x432Tamara Montenegro fue la primera persona trans en el departamento de Arauca en hacer el cambio de nombre y género en su documento de identidad. / FOTO: Tamara Montenegro.

Esta víctima del desplazamiento forzado, se graduó con honores del bachillerato y ahora trabaja en la restitución de derechos para la comunidad trans en Arauca. Esta es la historia de Tamara Montenegro. Tercera entrega de la serie de liderazgos jóvenes diversos en las regiones de Colombia.

Tamara tiene 25 años. Nació y creció en Arauca capital y fue la primera persona trans en cambiar su nombre y su casilla de género en su cédula en todo el departamento. Zelny Tamara Montenegro fue el nombre que eligió ponerse sus 20 años, aunque siempre supo que esa era su identidad.

Desde los diez años tenía claro que el cuerpo que la había tocado no era el cuerpo en el que quería estar y, sobre todo, no era la identidad que quería tener. Cuenta que desde pequeña se sentía a gusto cuando se ponía vestidos y pelucas.

Cuando les contó a sus padres no recibió sino reproche y malos tratos. Tuvo que salir de su casa y comenzar a ejercer trabajo sexual para sobrevivir, pero a causa de la violencia que se cierne sobre esa población, trans y trabajadora sexual, fue víctima de persecuciones de actores armados, tuvo que abandonar su ciudad y «andar las calles de Colombia”.

“Los grupos armados daban 24 horas para que saliéramos del territorio, si no lo hacíamos, nos mataban. Debíamos permanecer en las sombras por la violencia. Muchas compañeras fueron asesinadas, sobre todo por paramilitares” cuenta.

Anduvo por varias ciudades del Norte de Santander y el maltrato no se detuvo. “Eso me dolió. Había una mentalidad de que las personas trans éramos una aberración, algo antinatural y eso me llevó a pensar que las mujeres trans solo nacían para ser trabajadoras sexuales”.

Aun así, se mantuvo viva y firme, en ocasiones apoyada por extraños que aparecían como ángeles a ofrecerle posada o comida y que, cuenta, le dieron una enorme fortaleza para continuar.

Graduada con diplomas de excelencia y honores

EDBE9466-7CFE-4C1F-8836-67E313FBFB64-768x432Tamara retomó el colegio cuando tenía 17 años y empezó a validar desde sexto bachillerato. Se graduó con honores después de haber sido personera. / FOTO: Tamara Montenegro

Siete años después volvió a Arauca a retomar sus estudios. Tenía 16 años y entró a validar desde el sexto grado, no sin antes enfrentarse a múltiples trabas, “porque hay que dejar claro que la institucionalidad educativa a las mujeres trans les cohibía el derecho a la educación, decían que como era trans iba a ‘mariquiar’ a todo el colegio. Ninguna entidad gubernamental me dio una oportunidad, todo por el hecho de ser trans o ser trabajadora sexual”.

Cuando volvió, cuenta, “yo ya estaba transformadísima, ya era una chica y obviamente una trans a plena luz es la más llamativa en toda Arauca”. Tenía que ir con los vestidos y los tacones con los que en las noches trabajaba porque no tenía nada más y eso supuso constantes burlas, maltratos y señalamientos. Además, como todavía no se había hecho el cambio de nombre, sus compañeros de colegio se reían de ella cuando la llamaban con su nombre anterior.

“Yo me quedaba achantada en la silla y me sentía mal, a veces pedía permiso para ir al baño y me iba a llorar. Salía al descanso y me tiraban bolsas de agua, me tiraban cosas desde el segundo piso. Estuve muy cerca de tirar la toalla y decir no más”.

Y agrega: “Pero me puse a pensar y dije: me quedo con el perjuicio o lucho contra el perjuicio. Entonces seguí luchando y obvio hubo obstáculos, pero ese mismo rechazo me comenzó a dar fortaleza”.

Fue así, y con el apoyo de un par de profesores que le reforzaron las ya enormes ganas de estudiar que tenía, y que hicieron también que la discriminación cesara y su identidad fuera respetada, que Tamara se graduó con honores.

Antes de hacerlo,  se postuló como personera del colegio por sugerencia del coordinador, pues desde sexto grado sus calificaciones habían sido las mejores y siempre le era otorgado un diploma de excelencia y de honores.

Ella, dubitativa al principio, decidió lanzarse con una propuesta centrada en que no se podía limitar el derecho a la educación por un criterio de vestimenta. “Porque además de mí, llegaban muchas personas de zonas rurales y población migrante que tampoco cumplían con el código de vestimenta”.

Y para su sorpresa, ganó. Ahora aspira a entrar a la universidad a estudiar trabajo social, pues sus ganas de estudiar, dice, «son enormes».

“Así comencé a cambiar el estigma que hay en el territorio hacia la población trans y así estoy probando que no somos unas buenas para nada, sino que podemos hacer lo que queramos, como cualquier persona”.

Dignidad Trans

0D04DB00-55FF-46C0-9A31-3CAEBFC8DBF7-768x432La lucha de la población trans en Arauca, entre otras cosas, es por hacerse visibles y “dejar de vivir en las sombras”. / FOTO: Tamara Montenegro

En el 2019, cuenta, llegó al territorio María Victoria Leguizamo, lideresa y la primera persona trans en trabajar en la Personería de Bogotá, pero quien hoy se encuentra exiliada en Alemania a causa de constantes amenazas que recibió por parte del ELN por su trabajo.

Ella, cuenta, motivó a Tamara, así como a otras personas trans del municipio a reunirse, juntarse y hacer visible la situación de discriminación y violencia que constantemente vive su comunidad, así como a plantear y ejecutar soluciones.

“Y claro, el miedo de nosotras porque hacernos visibles implica también exponernos a muchos peligros y de manera colectiva sin duda íbamos a ser más visibles”.

Sin embargo, y recordando de nuevo esa motivación que había sentido en el colegio cuando la discriminaban y señalaban, Tamara decidió crear la Colectiva Dignidad Trans.

Desde allí adelantaron un censo de las personas trans en el departamento y encontraron que había 80 personas transgénero, entre nacionales y migrantes. Y aunque a primera vista no parezcan muchas, para Tamara y sus compañeras en la colectiva era encontrarse con un mundo entero, pues anteriormente se reunían en grupos de 3 o 4, precisamente porque nunca habían adelantado un proceso de articulación a causa de la violencia.

Con eso, entonces, comenzaron a realizar una caracterización de las necesidades de su población en el departamento y pudieron conseguir algunas ayudas, no muchas, en términos de población y algo de vivienda.

Luego llegó la pandemia del covid-19 y esperaban que la colectiva funcionara como plataforma para gestionar ayudas humanitarias para la población trans, particularmente afectada porque en su mayoría se dedicaba, y todavía hoy, al trabajo sexual “y con todo el mundo guardado en la casa, no había clientes ni manera de subsistir. Además, había varias, particularmente migrantes, que se encontraban en condiciones de vulnerabilidad extrema por las condiciones en las que vivían”.

Sin embargo, y aunque lograron conseguir algunas ayudas de alimentación, “incluso así todavía no nos escuchaban en el territorio”.

Así, y queriendo profundizar su incidencia y poder atender de manera más integral a su comunidad, Tamara fundó, junto con Leguízamo y otra mujer trans migrante, la Fundación Dignidad Trans, de la que hoy es representante legal.

Retribuir, formar y empoderar para generar empatía y afecto

8DFBC5A6-0C99-46F1-B27C-B3D53D0B0DB5-768x432En las sesiones de capacitación que la Fundación Dignidad Trans realiza, participan actores públicos como la policía, con la que la población trans no ha tenido buena relación, pero con la que, gracias a esos espacios, han podido mejorar la conciencia. / FOTO: Tamara Montenegro

“La fundación se creó con el propósito de retribuir a la población trans los derechos que nos han sido vulnerados toda la vida. Hoy ya no queremos vivir más en las sombras, queremos ser visibles y que nuestras identidades sean respetadas. Tenemos talentos y capacidades para trabajar y contribuir al país”.

Desde allí han adelantado varias acciones que han generado un impacto directo y positivo en el territorio y que han mejorado la calidad de vida de las personas trans, al tiempo que la salvaguarda y garantía, en la medida de lo posible,  de sus derechos.

Por ejemplo, han dictado capacitaciones a diversas entidades y funcionarios públicos que incluyen el sector salud, el sector comercio e incluso la policía, con quien, según cuenta Tamara, la población trans ha tenido siempre una difícil relación a causa de los abusos que se dan por parte de la fuerza pública.

“Los capacitamos en lo que se refiere al abordaje y la atención hacia la población trans, a respetar su identidad de género más allá de cuál sea su identidad jurídica, si todavía no han hecho el cambio formal”.

En ese sentido, cuenta que en las jornadas de capacitación evidenciaron un profundo desconocimiento por parte de los uniformados en cómo abordar a una persona de identidad diversa, por ejemplo, al momento de una requisa.

“Por eso en muchos casos se presentaban conflictos y altercados entre las personas y la policía, porque no sabían qué hacer cuando se encontraban con una persona trans. Pero la idea es aprender, socializar y allegar para tratar con dignidad.

Tanto así que llegaron a un acuerdo para que cada vez que se rote el personal de la policía, todos los funcionarios entrantes tengan que recibir una capacitación al respecto. Con ello, según Tamara, han logrado reducir los altercados entre policía y población trans en un 89% en Arauca capital.

“Pero la idea es también capacitar y empoderar a las personas trans del territorio, fortalecerlas y motivarlas a que dejen de vivir en las sombras, donde estuvimos muchas y donde están todavía muchas por el miedo al conflicto y a la discriminación social. Queremos hacernos visibles.

Además de ello, la Fundación se enfoca en la atención en situaciones de vulneración de derechos en temas laborales y de educación. Así, entonces, cuando hay, por ejemplo, un rechazo por parte de una institución educativa a que un joven trans vista el uniforme con el que se sienta más cómodo.

“Lo que hacemos es activar una ruta: lo primero es que hablamos con el joven acerca de identidad de género, le decimos que si le gusta y se siente cómodo, nadie tiene porqué cohibirlo o impedírselo y que su identidad debe ser respetada, como todas. Luego nos acercamos a la institución y sus representantes para ver cómo se puede solucionar el asunto y si ahí no hay respuesta procedemos a tomar acciones en la secretaría de salud. Todo con el acompañamiento de la familia, cuando la familia reconoce a la persona con su identidad”.

6073D440-E14E-494C-9B78-C64FE10FC6EE-768x432La población trans en Arauca ha sido perseguida de manera sistemática por actores armados en el marco del conflicto armado. Ya cansades, insisten en un mensaje de paz. / FOTO: Tamara Montenegro

Y aunque la Fundación Dignidad Trans es una organización que trabaja principalmente con esa población, a su sede también llegan personas indígenas, afro, migrantes, con discapacidad y demás, buscando ayuda cuando se encuentran en situaciones de ese estilo, cuando sus derechos han sido vulnerados.

“Cualquier persona que llegue y requiera nuestra atención, se la damos. No cerramos las puertas a nadie nunca, porque sabemos lo que se siente cuando te cierran las puertas, y eso es ser egoísta”.

Al final, afirma Tamara, se trata de construir con amor y generar afecto. “Como que la persona trans también te puede ayudar, también te puede guiar, te puede apoyar. Tenemos capacidades para contribuir y fortalecer a la sociedad en su conjunto”. 

Andrés Ortiz

Fuente Colombia Visible

General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , ,

José Luis Rodríguez: ser rezandero, cantaor y líder LGBTIQ+ en Tumaco

Jueves, 28 de julio de 2022
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El joven rezandero y cantaor de 28 años defiende la libertad, los derechos y la vida de la población LGBTIQ+ de este municipio del pacífico colombiano.

José Luis Rodríguez nació y creció en San Andrés de Tumaco, en Nariño. Su madre es del mismo municipio y su padre era de Barbacoas. Fue criado en una familia religiosa y tradicional del Pacífico, algo muy frecuente en la comunidad del lugar.

Desde pequeño, cuenta, sintió pasión por las tradiciones afrodescendientes del Pacífico colombiano y, con esfuerzo, se convirtió a los diez años en un talentoso rezandero y cantaor en su comunidad. A la par con ese marcado entusiasmo por su cultura, también desarrolló un fuerte sentido de justicia social.

A pesar de crecer en un entorno conservador, a sus 11 años se aceptó a sí mismo como un hombre gay y, en lugar de ocultarlo, decidió vivir su vida con la cabeza en alto y con orgullo al identificarse como tal.

Desde entonces ha sido un activista que busca un mundo más digno para la población LGBTIQ+. Y, a pesar de que el camino no ha sido fácil, a sus 28 años es un reconocido líder que ha impactado la vida de muchas personas diversas del Pacífico nariñense.

Cantando arrullos y rezando a santos, con Orgullo

BFDCADC8-8C84-4C15-A5EE-AC573EB819D7-768x480Desde los 11 años, este joven lucha por los derechos de la población LGBTIQ+ en Tumaco. / FOTO: Archivo Personal

José Luis creció en la casa de su madre. Era un hogar conservador, “machista”, señala él. Su padre fue asesinado cuando era niño. Crecer en Tumaco fue duro: fue víctima de agresiones físicas, psicológicas y de la negación de su familia por su orientación sexual.

Su refugio fueron las tradiciones de su pueblo. Aprendió sobre plantas medicinales, sobre medicina tradicionalMaría del Carmen Segura, sabedora reconocida en Tumaco, fue quien le enseñó a cantar y rezar.

“Ella me vio como una hojita de cuaderno en blanco. Al poco tiempo de que comenzó a enseñarme a rezar había un funeral al que iban asistir como 500 personas. Por eso tuve que aprenderme el rosario de memoria en dos días, porque María del Carmen dijo ‘ningún pupilo mío puede llegar a un evento sin saberse bien los rezos’”, recuerda.

A pesar de ser un rezandero y cantaor destacado, José Luis cuenta que vivió situaciones de ‘matoneo. “Así uno fuera reconocido, la gente no dejaba de señalar a ‘la marica’», cuenta él.

Y aunque vivió rechazo por parte de miembros de su comunidad cuando niño, la sabedora María del Carmen Segura, fallecida hace seis años, nunca lo rechazó por su orientación sexual.  “Tuvimos un vínculo muy cercano. Vivíamos y ella admiraba mi vocación, el cómo yo ayudaba a vestir las tumbas, cómo rezaba y cantaba. Un día me dijo: ‘mijo, para adelante, porque usted siendo el hombre que es, no importa lo que le guste, usted es grande y su don es muy fuerte”, relata.

Hoy, sigue cantando arrullos, asistiendo funerales y rezando como siempre lo hizo: siguiendo las enseñanzas de la sabedora. Además, lo hace con orgullo, no solo por preservar las tradiciones afrodescendientes, sino porque se ha convertido en una forma de apoyar a la población LGBTIQ+ del Pacífico nariñense.

José Luis señala que “otros chicos gays y mujeres trans son muy fuertes en los temas culturales. Cantar arrullos con ellas y ellos es muy lindo, y así tejemos confianza con las víctimas de violencia sexual, física o psicológica. En las verbenas podemos escucharlas y contar sus historias”.

Su trabajo en la defensa de la población diversa, agrega, no se desprende de su oficio como rezandero y cantaor. Y, aunque destacarse en su oficio le ha servido para ganar el respeto de su comunidad, incluso en sectores conservadores, insiste en que la discriminación no para allí y por eso sigue trabajando por una vida digna para todas las personas diversas de Tumaco.

Un Arcoíris en Tumaco

3E8B082D-5310-4F87-B37F-16E5C3ACF197-768x480José Luis Rodríguez es un destacado rezandero, cantaor y líder LGBTIQ+ en Tumaco. / FOTO: Archivo personal

Aunque José Luis fue activista por los derechos LGBTIQ+ desde los 11 años, fue solo hasta que tuvo 16 que, junto con otras seis personas, conformó una organización que cuidara las libertades y protestara por las vidas de las personas diversas en Tumaco.

Oscar Valencia, Gregorio Arboleda, Gustavo Ortiz, Rito Alegría, Cristal Nahomi Arboleda y David Quiñones se juntaron en 2012, en medio de charlas como amigos, para crear lo que sería la Fundación Afrocolombiana Arco Iris, apostándole a la defensa de los derechos LGBTIQ+ desde lo jurídico, la cultura y la incidencia política.

En el camino afrontaron dificultades y amenazas de todo tipo, al punto que hoy Oscar Valencia no vive en el territorio, mientras que Cristal Nahomi perdió la vida ante el miedo de ser discriminada en un centro médico por ser una persona VIH positivo.

“Trabajamos por nuestros amigos y por nosotros mismos. Comenzamos a hacer actividades interveredales y cuando se empezó a hablar de que una fundación en Tumaco velaba por la vida digna de las personas LGBTIQ+ nos convertimos en una piedra en el zapato y la discriminación se agudizó”, cuenta José Luis.

Pero su trabajo continuó y empezó a dar frutos con el tiempo. Se asociaron con entidades del Estado y organizaciones de cooperación internacional como USAID, también con Colombia Diversa y Caribe Afirmativo, lo que les ha permitido fortalecer aún más la gestión en los territorios.

Hoy, la Fundación Arco Iris es referente en la defensa de los derechos LGBTIQ+ en los diez municipios del Pacífico nariñense. Su enfoque es el acompañamiento judicial para víctimas de amenazas, discriminación, extorción o violencia sexual, con el fin de presionar a las autoridades colombianas para que presten más atención a los problemas que vive esta población.

“He pasado todo este tiempo como líder, entregándole mi vida, la vida, a las personas diversas. Hoy es muy grato ver cómo esta semilla que sembramos con mis compañeros está dando frutos. Veo familias más tolerantes con sus miembros LGBTIQ+, jóvenes más expresivos, con mayor información para asumir su propia postura identitaria y, también, que cada vez más saben cómo protegerse y tomar acciones ante la discriminación”, concluye José Luis.

Andrés Ortiz

Fuente Colombia Visible

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La lucha de Juan Carlos por la equidad y la justicia para las personas LGBTIQ + en Sucre

Miércoles, 27 de julio de 2022
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DA55604C-E6F5-45C1-ABC4-D6B8EDF8ECE7-768x432Juan Carlos es una persona extrovertida y efusiva por naturaleza y no está dispuesto a negociar esas expresiones, pues dice que son parte de su esencia. / FOTO: Juan Carlos Contreras.

Desde organizaciones como Sucre Diversa, Juan Carlos trabaja por el trato igualitario de las personas LGBTIQ +. Primera entrega del especial de liderazgos jóvenes y diversos en las regiones, de Colombia Visible.

Esto es una lucha” dice Juan Carlos Contreras, líder gay de Sincelejo, capital del departamento de Sucre. A pesar de los casos de discriminación que vive la comunidad LGBTIQ + en su departamento, dice que es un lugar, en su mayoría, de gente cercana y ‘calidosa’.

“Es una lucha que vivo todos los días en la universidad, en la casa, en la administración pública, en la educación, en la administración de justicia”, menciona al hablar de su misión.

Tiene 22 años, es estudiante de derecho de la Universidad de Sucre y de administración pública en la Escuela Superior de Administración Pública, ESAP. 

“Alguien puede ser el mejor doctor del mundo, el mejor abogado del mundo, pero si es homosexual, van a venir las burlas, los comentarios y la discriminación. Por eso hay que hacerse paso y no ceder, porque estamos hartos y cansados de ser menos. Nosotros no somos menos” agrega con fuerza.

Cuenta que es una persona efusiva, a la que le gusta ‘botar pluma’, como se dice localmente, y eso lo hace sentir orgulloso de sí mismo, pues es su esencia la que se manifiesta cada vez que habla, camina, canta o baila.

Lo molestan en particular los comentarios de ‘hazlo como hombre’: baila como hombre, camina como hombre, habla como hombre, “pero no, yo camino y digo las cosas como me nazca, siempre con respeto, pero nadie tiene que venir a decirme cómo expresarme”.

Desde hace tiempo, ya incluso desde el colegio, Juan Carlos ha ejercido un liderazgo dirigido hacia la equidad de las personas LGBTIQ + en su ciudad y el departamento. Liderazgo que él llama ‘académico’, pues ha estado enfocado, sobre todo y gracias a sus carreras, a romper barreras institucionales y legales para que las personas puedan acceder a derechos que muchas veces les son negados.

Estaba a punto de entrar en la adolescencia cuando se dio cuenta de que era gay. Pero contrario a muchos jóvenes preadolescentes que suelen sentirse confundidos en esa etapa, cuando suele comenzar la búsqueda de una identidad propia dentro de un contexto social que puede resultar abrumador, Juan Carlos no se sorprendió cuando se dio cuenta de que le gustaban los hombres.

“No fue la mayor cosa. Fue como ‘ah bueno, está bien’. Fue fácil de aceptar en ese punto”.

Lo fue porque, según cuenta, creció en una ‘burbuja de privilegio’ durante su niñez y el comienzo de su adolescencia que lo mantuvo aislado de la violencia que a diario sufrían, y todavía hoy sufren, las personas de su comunidad.

Pero habiendo reconocido su identidad, con la alegre efusividad que lo caracteriza, llegó la inevitable intención de manifestar quién era “sin cohibirme, sin limitar la persona que yo soy”, y así, esa burbuja se rompió y comenzaron los señalamientos, las burlas y los malos tratos.

Los últimos años de su bachillerato, cuenta, “no fueron los mejores”, no solo por el ‘matoneo’ de parte de sus compañeros, sino por los recurrentes intentos de silenciamiento que recibió por parte de maestros y directores, que truncaban cualquier tipo de discusión acerca de diversidad e inclusión LGBT en el colegio.

“Yo comencé a querer ejercer un liderazgo y ahí es cuando comenzaron los peores señalamientos. En los colegios siguen existiendo pensamientos retrógrados por parte de los profesores que se aferran a ideas que son sesgadas de la realidad, todavía hoy”.

“¿Para qué va a hablar eso?” recuerda que le preguntaban, “eso no lo puede hacer”.

Desfallecer y guardarse o respirar y luchar

4A53077F-5D83-4B02-8E91-8FAE9E813AB1-768x432Desde el Consultorio Jurídico de su universidad, Juan Carlos lidera un grupo que se dedica a enfrentar situaciones discriminatorias en distintos escenarios. / FOTO: Juan Carlos Contreras

Esa es la decisión que, dice Juan Carlos, hay que tomar cuando alguien se enfrenta a una situación como esa.

“Estamos en un momento en que nos queremos expresar libremente y nos chocamos con un mundo de discriminación y un montón de cosas que no nos lo permiten, no nos permiten ser lo que somos. Entonces hay que tomar una decisión: me dejo vencer por esto y me guardo todo para mi o lucho y persisto por no perder la esencia de lo que soy”.

Así, Juan Carlos se dio cuenta de que su única salida era aferrare a sus convicciones y a la creencia de que la causa por la que comenzaría a luchar es justa y necesaria.

Entonces se convirtió en el líder que es hoy. “Yo me he identificado siempre con el liderazgo académico, que ha derivado también en un liderazgo social, agrega.

Por un lado, desde el consultorio jurídico de su universidad, lidera un grupo que se enfoca en tramitar acciones discriminatorias hacia la población LGBTIQ + en situaciones como negación de corrección de sexo o cambio de nombre en documentos oficiales o cuando el personal médico se rehúsa a entregar medicamentos, así como negativas ante la donación de sangre por parte de algunas clínicas que persisten en esa idea a pesar de que la Corte Constitucional cambió la normativa hace unos meses.

De la misma manera, y desde su carrera de administración pública, Juan Carlos ha estado involucrado en la evaluación de los planes de desarrollo de diversos municipios de Sucre, así como el departamental.

En un trabajo conjunto con la delegación departamental de la Contraloría General de la Nación, revisan la obligatoria inclusión del enfoque de género en los planes y evalúan su cumplimiento durante los tiempos de gobierno.

En esa misma línea, estuvo involucrado en la construcción de la política pública LGBTIQ + de Sincelejo, en la que aportó en la formulación del plan conceptual, dirigida a crear mecanismos y herramientas para reducir las discriminaciones hacia esa población.

Por otra parte, y como voluntario de la fundación Sucre Diversa, realiza jornadas informativas a las que acude la comunidad en caso de que tenga alguna complicación legal: “les decimos a qué entidad tiene que remitirse para tramitar esa complicación. Aunque yo no soy abogado todavía, sí conozco bien las rutas de atención, entonces remito a las personas porque muchas veces no conocen a dónde deben acudir”.

Además, ha realizado actividades de inclusión y tolerancia en colegios donde, dice, todavía es difícil trabajar, precisamente porque aun persisten a las mismas ideas que lo limitaron a él.

Los Centenialls, una generación diversa y abierta

DEAD0D0C-B6D7-4D5C-B453-343C7B662E31-768x432Aunque afirma que todavía existe mucha discriminación hacia la población LGBTIQ +, lo tranquiliza el hecho de que las nuevas generaciones son más abiertas y empoderadas, así como poco tolerantes con esa discriminación. / FOTO: Juan Carlos Contreras

Pero, aunque en los colegios y otras instituciones persisten esas ideas, Juan Carlos dice que es de parte de las personas mayores, profesores y directivos, y que, por el contrario, los estudiantes son más diversos, más abiertos con esa diversidad y “menos corrosivos”.

“Yo me quedo sorprendido porque hay compañeros de primeros semestres de la universidad que ya tienen mucha libertad para hablar de temas LGBT, empoderamiento y eso, y me parece maravilloso”.

Él, por su parte, a pesar de ser una persona extrovertida por naturaleza, tuvo que ser muy reservado durante sus primeros semestres, pues aunque pensaba que en la universidad se encontraría con un entorno más maduro, continuaron las situaciones y los actos de discriminación, y todavía hoy.

Cuenta que incluso habiendo estudiado dos carreras, siendo uno de los estudiantes más destacados en ambas, habiendo participado y liderado grandes proyectos de investigación, entre varias otras cosas, “habiendo destacado de esa manera, incluso así, no va a hacer que a uno lo equiparen o uno pueda igualarse a una persona heterosexual”.

Sin embargo, lo emociona que estas generaciones más jóvenes tengan esa libertad, pues “eso da cuenta de todo el proceso que uno viene haciendo hace un tiempo, y el proceso más grande que otras personas tuvieron que llevar antes de nosotros”.

Y agrega: “nosotros tuvimos la oportunidad de que cuando estaban saliendo las sentencias más grandes que reconocían derechos de la comunidad, éramos unos niños, entonces todo lo que nosotros hemos podido hacer, crecer en un entorno cada vez más incluyente y respetuoso, aunque persista la discriminación, es gracias a eso”.

En ese sentido, en sus palabras, se está arrasando con la discriminación que todavía persiste pues hay muy poca tolerancia hacia ella entre los jóvenes, quienes se están convirtiendo en una generación de líderes mucho más empoderados, comprometidos y críticos. 

Además, cree que la homofobia y la discriminación no es un virus que le sea inherente a la sociedad, y para justificarlo apela al compadrazgo y la cercanía entre las personas en su natal Sincelejo, en donde “yo paso por un barrio y, por costumbre, digo ¡adiós! ¡y la gente me responde!: Adiós. No tenemos ni idea de quienes somos, pero es esa cercanía y esa hermandad que persiste en el caribe, y eso es solo un ejemplo”.

Y es que aunque su región es característica por la homofobia y el machismo, no cree, de nuevo, que sea un tema inherente. “El caribe, y ser costeño, es sentirse en los otros, es sentir calor, por la temperatura, claro, pero sobre todo el calor de la gente, incluso de la que no conoces, somos personas muy calidosas, abiertas”.

Así, está convencido de que en esa esencia caribeña puede estar la solución a la discriminación y la violencia

Andrés Ortiz

Fuente Colombia Visible

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El Cardenal de Chicago Blase Cupich sale en defensa de James Martin, y le invita a impartir las reflexiones cuaresmales en su diócesis

Martes, 3 de octubre de 2017
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cardenalcupichyjamesmartin_560x280El cardenal Cupich y James Martin sj

“Un sacerdote que ha dado su vida al servicio de la Iglesia” 

Ve “desafortunados” los ataques recibidos por el jesuita por construir puentes con el mundo LGBTIQ

Solo le diría a la gente: decide por ti mismo, formar tu propia decisión, leyendo exactamente lo que Martin escribió”

(Cameron Doody).- “Un sacerdote que ha dado su vida al servicio de la Iglesia”. Ese es el respaldazo que el cardenal Blase Cupich acaba de brindar al jesuita James Martin, objeto de una campaña de acoso por parte de la ultraderecha católica. “Ha sido muy dedicado, es muy respetado”, ha añadido el arzobispo de Chicago sobre el autor de Building a Bridge, que busca “construir un puente” de respeto entre la Iglesia y las personas LGBTIQ.

Según informa el National Catholic Reporter, el cardenal Cupich invitó al padre Martin a que diera una serie de reflexiones públicas durante la próxima Cuaresma en la catedral de Chicago. Dicha invitación viene después de que Martin viera canceladas tres charlas suyas previstas para los próximos meses: en el seminario de la Universidad Católica de América, en una cena de la orden del Santo Sepulcro en Nueva York y en la agencia para el desarrollo internacional de los obispos de Inglaterra y Gales.

Al extender su invitación al jesuita -autor de una docena de libros y un editor de la revista America– Cupich dijo que “quería asegurarme de que refrendara lo que [Martin] estaba haciendo, tal y como informa The Sun Times. “Creo”, continuó el purpurado, “que estas instancias de no invitarle o retirarle la invitación fueron muy desafortunados, y quería hacerle saber que le apoyaba”.

Martin “es un sacerdote que ha dado su vida al servicio de la Iglesia”, añadió el arzobispo de Chicago. “Ha sido muy dedicado, es muy respetado. El Santo Padre le nombró a una comisión en Roma [a la Secretaría para la Comunicación]. Así que, solo le diría a la gente: decide por ti mismo, forma tu propia decisión, leyendo exactamente lo que escribió”.

Por su parte, Martin dijo al Sun Times que estaba “encantado” de ir a Chicago pese a las cancelaciones forzadas por las campañas de los católicos ultras. Con respecto al elogio del cardenal Cupich, el jesuita lo calificó como un “voto de confianza de un líder de la Iglesia muy respetado por lo que estoy intentando lograr con este libro”.

Ya bromeando acerca de la polémica levantada por su libro, Martin afirmó que “las noticias de las cancelaciones… triplicaron las ventas semanales”, algo que en todo caso, testifica el hecho de que la acogida que ha recibido su tomo ha sido tremendamente positiva.

“Tengo el apoyo del 99,9% de los fieles católicos”, zanjó Martin, añadiendo que cuando visita parroquias “es todo abrazos y el darme las gracias”. Por no decir nada de que, incluso tras la tumulta, “Jesús me está muy cerca en la oración, y también tengo su apoyo, que es lo que más importa”.

Fuente Religión Digital

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