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Tamara Montenegro, la lideresa trans que rompe los imaginarios violentos contra su comunidad en Arauca

Viernes, 29 de julio de 2022
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BC4CE28D-68BA-45CF-AA4E-1B6CFE99C244-768x432Tamara Montenegro fue la primera persona trans en el departamento de Arauca en hacer el cambio de nombre y género en su documento de identidad. / FOTO: Tamara Montenegro.

Esta víctima del desplazamiento forzado, se graduó con honores del bachillerato y ahora trabaja en la restitución de derechos para la comunidad trans en Arauca. Esta es la historia de Tamara Montenegro. Tercera entrega de la serie de liderazgos jóvenes diversos en las regiones de Colombia.

Tamara tiene 25 años. Nació y creció en Arauca capital y fue la primera persona trans en cambiar su nombre y su casilla de género en su cédula en todo el departamento. Zelny Tamara Montenegro fue el nombre que eligió ponerse sus 20 años, aunque siempre supo que esa era su identidad.

Desde los diez años tenía claro que el cuerpo que la había tocado no era el cuerpo en el que quería estar y, sobre todo, no era la identidad que quería tener. Cuenta que desde pequeña se sentía a gusto cuando se ponía vestidos y pelucas.

Cuando les contó a sus padres no recibió sino reproche y malos tratos. Tuvo que salir de su casa y comenzar a ejercer trabajo sexual para sobrevivir, pero a causa de la violencia que se cierne sobre esa población, trans y trabajadora sexual, fue víctima de persecuciones de actores armados, tuvo que abandonar su ciudad y «andar las calles de Colombia”.

“Los grupos armados daban 24 horas para que saliéramos del territorio, si no lo hacíamos, nos mataban. Debíamos permanecer en las sombras por la violencia. Muchas compañeras fueron asesinadas, sobre todo por paramilitares” cuenta.

Anduvo por varias ciudades del Norte de Santander y el maltrato no se detuvo. “Eso me dolió. Había una mentalidad de que las personas trans éramos una aberración, algo antinatural y eso me llevó a pensar que las mujeres trans solo nacían para ser trabajadoras sexuales”.

Aun así, se mantuvo viva y firme, en ocasiones apoyada por extraños que aparecían como ángeles a ofrecerle posada o comida y que, cuenta, le dieron una enorme fortaleza para continuar.

Graduada con diplomas de excelencia y honores

EDBE9466-7CFE-4C1F-8836-67E313FBFB64-768x432Tamara retomó el colegio cuando tenía 17 años y empezó a validar desde sexto bachillerato. Se graduó con honores después de haber sido personera. / FOTO: Tamara Montenegro

Siete años después volvió a Arauca a retomar sus estudios. Tenía 16 años y entró a validar desde el sexto grado, no sin antes enfrentarse a múltiples trabas, “porque hay que dejar claro que la institucionalidad educativa a las mujeres trans les cohibía el derecho a la educación, decían que como era trans iba a ‘mariquiar’ a todo el colegio. Ninguna entidad gubernamental me dio una oportunidad, todo por el hecho de ser trans o ser trabajadora sexual”.

Cuando volvió, cuenta, “yo ya estaba transformadísima, ya era una chica y obviamente una trans a plena luz es la más llamativa en toda Arauca”. Tenía que ir con los vestidos y los tacones con los que en las noches trabajaba porque no tenía nada más y eso supuso constantes burlas, maltratos y señalamientos. Además, como todavía no se había hecho el cambio de nombre, sus compañeros de colegio se reían de ella cuando la llamaban con su nombre anterior.

“Yo me quedaba achantada en la silla y me sentía mal, a veces pedía permiso para ir al baño y me iba a llorar. Salía al descanso y me tiraban bolsas de agua, me tiraban cosas desde el segundo piso. Estuve muy cerca de tirar la toalla y decir no más”.

Y agrega: “Pero me puse a pensar y dije: me quedo con el perjuicio o lucho contra el perjuicio. Entonces seguí luchando y obvio hubo obstáculos, pero ese mismo rechazo me comenzó a dar fortaleza”.

Fue así, y con el apoyo de un par de profesores que le reforzaron las ya enormes ganas de estudiar que tenía, y que hicieron también que la discriminación cesara y su identidad fuera respetada, que Tamara se graduó con honores.

Antes de hacerlo,  se postuló como personera del colegio por sugerencia del coordinador, pues desde sexto grado sus calificaciones habían sido las mejores y siempre le era otorgado un diploma de excelencia y de honores.

Ella, dubitativa al principio, decidió lanzarse con una propuesta centrada en que no se podía limitar el derecho a la educación por un criterio de vestimenta. “Porque además de mí, llegaban muchas personas de zonas rurales y población migrante que tampoco cumplían con el código de vestimenta”.

Y para su sorpresa, ganó. Ahora aspira a entrar a la universidad a estudiar trabajo social, pues sus ganas de estudiar, dice, «son enormes».

“Así comencé a cambiar el estigma que hay en el territorio hacia la población trans y así estoy probando que no somos unas buenas para nada, sino que podemos hacer lo que queramos, como cualquier persona”.

Dignidad Trans

0D04DB00-55FF-46C0-9A31-3CAEBFC8DBF7-768x432La lucha de la población trans en Arauca, entre otras cosas, es por hacerse visibles y “dejar de vivir en las sombras”. / FOTO: Tamara Montenegro

En el 2019, cuenta, llegó al territorio María Victoria Leguizamo, lideresa y la primera persona trans en trabajar en la Personería de Bogotá, pero quien hoy se encuentra exiliada en Alemania a causa de constantes amenazas que recibió por parte del ELN por su trabajo.

Ella, cuenta, motivó a Tamara, así como a otras personas trans del municipio a reunirse, juntarse y hacer visible la situación de discriminación y violencia que constantemente vive su comunidad, así como a plantear y ejecutar soluciones.

“Y claro, el miedo de nosotras porque hacernos visibles implica también exponernos a muchos peligros y de manera colectiva sin duda íbamos a ser más visibles”.

Sin embargo, y recordando de nuevo esa motivación que había sentido en el colegio cuando la discriminaban y señalaban, Tamara decidió crear la Colectiva Dignidad Trans.

Desde allí adelantaron un censo de las personas trans en el departamento y encontraron que había 80 personas transgénero, entre nacionales y migrantes. Y aunque a primera vista no parezcan muchas, para Tamara y sus compañeras en la colectiva era encontrarse con un mundo entero, pues anteriormente se reunían en grupos de 3 o 4, precisamente porque nunca habían adelantado un proceso de articulación a causa de la violencia.

Con eso, entonces, comenzaron a realizar una caracterización de las necesidades de su población en el departamento y pudieron conseguir algunas ayudas, no muchas, en términos de población y algo de vivienda.

Luego llegó la pandemia del covid-19 y esperaban que la colectiva funcionara como plataforma para gestionar ayudas humanitarias para la población trans, particularmente afectada porque en su mayoría se dedicaba, y todavía hoy, al trabajo sexual “y con todo el mundo guardado en la casa, no había clientes ni manera de subsistir. Además, había varias, particularmente migrantes, que se encontraban en condiciones de vulnerabilidad extrema por las condiciones en las que vivían”.

Sin embargo, y aunque lograron conseguir algunas ayudas de alimentación, “incluso así todavía no nos escuchaban en el territorio”.

Así, y queriendo profundizar su incidencia y poder atender de manera más integral a su comunidad, Tamara fundó, junto con Leguízamo y otra mujer trans migrante, la Fundación Dignidad Trans, de la que hoy es representante legal.

Retribuir, formar y empoderar para generar empatía y afecto

8DFBC5A6-0C99-46F1-B27C-B3D53D0B0DB5-768x432En las sesiones de capacitación que la Fundación Dignidad Trans realiza, participan actores públicos como la policía, con la que la población trans no ha tenido buena relación, pero con la que, gracias a esos espacios, han podido mejorar la conciencia. / FOTO: Tamara Montenegro

“La fundación se creó con el propósito de retribuir a la población trans los derechos que nos han sido vulnerados toda la vida. Hoy ya no queremos vivir más en las sombras, queremos ser visibles y que nuestras identidades sean respetadas. Tenemos talentos y capacidades para trabajar y contribuir al país”.

Desde allí han adelantado varias acciones que han generado un impacto directo y positivo en el territorio y que han mejorado la calidad de vida de las personas trans, al tiempo que la salvaguarda y garantía, en la medida de lo posible,  de sus derechos.

Por ejemplo, han dictado capacitaciones a diversas entidades y funcionarios públicos que incluyen el sector salud, el sector comercio e incluso la policía, con quien, según cuenta Tamara, la población trans ha tenido siempre una difícil relación a causa de los abusos que se dan por parte de la fuerza pública.

“Los capacitamos en lo que se refiere al abordaje y la atención hacia la población trans, a respetar su identidad de género más allá de cuál sea su identidad jurídica, si todavía no han hecho el cambio formal”.

En ese sentido, cuenta que en las jornadas de capacitación evidenciaron un profundo desconocimiento por parte de los uniformados en cómo abordar a una persona de identidad diversa, por ejemplo, al momento de una requisa.

“Por eso en muchos casos se presentaban conflictos y altercados entre las personas y la policía, porque no sabían qué hacer cuando se encontraban con una persona trans. Pero la idea es aprender, socializar y allegar para tratar con dignidad.

Tanto así que llegaron a un acuerdo para que cada vez que se rote el personal de la policía, todos los funcionarios entrantes tengan que recibir una capacitación al respecto. Con ello, según Tamara, han logrado reducir los altercados entre policía y población trans en un 89% en Arauca capital.

“Pero la idea es también capacitar y empoderar a las personas trans del territorio, fortalecerlas y motivarlas a que dejen de vivir en las sombras, donde estuvimos muchas y donde están todavía muchas por el miedo al conflicto y a la discriminación social. Queremos hacernos visibles.

Además de ello, la Fundación se enfoca en la atención en situaciones de vulneración de derechos en temas laborales y de educación. Así, entonces, cuando hay, por ejemplo, un rechazo por parte de una institución educativa a que un joven trans vista el uniforme con el que se sienta más cómodo.

“Lo que hacemos es activar una ruta: lo primero es que hablamos con el joven acerca de identidad de género, le decimos que si le gusta y se siente cómodo, nadie tiene porqué cohibirlo o impedírselo y que su identidad debe ser respetada, como todas. Luego nos acercamos a la institución y sus representantes para ver cómo se puede solucionar el asunto y si ahí no hay respuesta procedemos a tomar acciones en la secretaría de salud. Todo con el acompañamiento de la familia, cuando la familia reconoce a la persona con su identidad”.

6073D440-E14E-494C-9B78-C64FE10FC6EE-768x432La población trans en Arauca ha sido perseguida de manera sistemática por actores armados en el marco del conflicto armado. Ya cansades, insisten en un mensaje de paz. / FOTO: Tamara Montenegro

Y aunque la Fundación Dignidad Trans es una organización que trabaja principalmente con esa población, a su sede también llegan personas indígenas, afro, migrantes, con discapacidad y demás, buscando ayuda cuando se encuentran en situaciones de ese estilo, cuando sus derechos han sido vulnerados.

“Cualquier persona que llegue y requiera nuestra atención, se la damos. No cerramos las puertas a nadie nunca, porque sabemos lo que se siente cuando te cierran las puertas, y eso es ser egoísta”.

Al final, afirma Tamara, se trata de construir con amor y generar afecto. “Como que la persona trans también te puede ayudar, también te puede guiar, te puede apoyar. Tenemos capacidades para contribuir y fortalecer a la sociedad en su conjunto”. 

Andrés Ortiz

Fuente Colombia Visible

General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , ,

La lucha de Juan Carlos por la equidad y la justicia para las personas LGBTIQ + en Sucre

Miércoles, 27 de julio de 2022
Comentarios desactivados en La lucha de Juan Carlos por la equidad y la justicia para las personas LGBTIQ + en Sucre

DA55604C-E6F5-45C1-ABC4-D6B8EDF8ECE7-768x432Juan Carlos es una persona extrovertida y efusiva por naturaleza y no está dispuesto a negociar esas expresiones, pues dice que son parte de su esencia. / FOTO: Juan Carlos Contreras.

Desde organizaciones como Sucre Diversa, Juan Carlos trabaja por el trato igualitario de las personas LGBTIQ +. Primera entrega del especial de liderazgos jóvenes y diversos en las regiones, de Colombia Visible.

Esto es una lucha” dice Juan Carlos Contreras, líder gay de Sincelejo, capital del departamento de Sucre. A pesar de los casos de discriminación que vive la comunidad LGBTIQ + en su departamento, dice que es un lugar, en su mayoría, de gente cercana y ‘calidosa’.

“Es una lucha que vivo todos los días en la universidad, en la casa, en la administración pública, en la educación, en la administración de justicia”, menciona al hablar de su misión.

Tiene 22 años, es estudiante de derecho de la Universidad de Sucre y de administración pública en la Escuela Superior de Administración Pública, ESAP. 

“Alguien puede ser el mejor doctor del mundo, el mejor abogado del mundo, pero si es homosexual, van a venir las burlas, los comentarios y la discriminación. Por eso hay que hacerse paso y no ceder, porque estamos hartos y cansados de ser menos. Nosotros no somos menos” agrega con fuerza.

Cuenta que es una persona efusiva, a la que le gusta ‘botar pluma’, como se dice localmente, y eso lo hace sentir orgulloso de sí mismo, pues es su esencia la que se manifiesta cada vez que habla, camina, canta o baila.

Lo molestan en particular los comentarios de ‘hazlo como hombre’: baila como hombre, camina como hombre, habla como hombre, “pero no, yo camino y digo las cosas como me nazca, siempre con respeto, pero nadie tiene que venir a decirme cómo expresarme”.

Desde hace tiempo, ya incluso desde el colegio, Juan Carlos ha ejercido un liderazgo dirigido hacia la equidad de las personas LGBTIQ + en su ciudad y el departamento. Liderazgo que él llama ‘académico’, pues ha estado enfocado, sobre todo y gracias a sus carreras, a romper barreras institucionales y legales para que las personas puedan acceder a derechos que muchas veces les son negados.

Estaba a punto de entrar en la adolescencia cuando se dio cuenta de que era gay. Pero contrario a muchos jóvenes preadolescentes que suelen sentirse confundidos en esa etapa, cuando suele comenzar la búsqueda de una identidad propia dentro de un contexto social que puede resultar abrumador, Juan Carlos no se sorprendió cuando se dio cuenta de que le gustaban los hombres.

“No fue la mayor cosa. Fue como ‘ah bueno, está bien’. Fue fácil de aceptar en ese punto”.

Lo fue porque, según cuenta, creció en una ‘burbuja de privilegio’ durante su niñez y el comienzo de su adolescencia que lo mantuvo aislado de la violencia que a diario sufrían, y todavía hoy sufren, las personas de su comunidad.

Pero habiendo reconocido su identidad, con la alegre efusividad que lo caracteriza, llegó la inevitable intención de manifestar quién era “sin cohibirme, sin limitar la persona que yo soy”, y así, esa burbuja se rompió y comenzaron los señalamientos, las burlas y los malos tratos.

Los últimos años de su bachillerato, cuenta, “no fueron los mejores”, no solo por el ‘matoneo’ de parte de sus compañeros, sino por los recurrentes intentos de silenciamiento que recibió por parte de maestros y directores, que truncaban cualquier tipo de discusión acerca de diversidad e inclusión LGBT en el colegio.

“Yo comencé a querer ejercer un liderazgo y ahí es cuando comenzaron los peores señalamientos. En los colegios siguen existiendo pensamientos retrógrados por parte de los profesores que se aferran a ideas que son sesgadas de la realidad, todavía hoy”.

“¿Para qué va a hablar eso?” recuerda que le preguntaban, “eso no lo puede hacer”.

Desfallecer y guardarse o respirar y luchar

4A53077F-5D83-4B02-8E91-8FAE9E813AB1-768x432Desde el Consultorio Jurídico de su universidad, Juan Carlos lidera un grupo que se dedica a enfrentar situaciones discriminatorias en distintos escenarios. / FOTO: Juan Carlos Contreras

Esa es la decisión que, dice Juan Carlos, hay que tomar cuando alguien se enfrenta a una situación como esa.

“Estamos en un momento en que nos queremos expresar libremente y nos chocamos con un mundo de discriminación y un montón de cosas que no nos lo permiten, no nos permiten ser lo que somos. Entonces hay que tomar una decisión: me dejo vencer por esto y me guardo todo para mi o lucho y persisto por no perder la esencia de lo que soy”.

Así, Juan Carlos se dio cuenta de que su única salida era aferrare a sus convicciones y a la creencia de que la causa por la que comenzaría a luchar es justa y necesaria.

Entonces se convirtió en el líder que es hoy. “Yo me he identificado siempre con el liderazgo académico, que ha derivado también en un liderazgo social, agrega.

Por un lado, desde el consultorio jurídico de su universidad, lidera un grupo que se enfoca en tramitar acciones discriminatorias hacia la población LGBTIQ + en situaciones como negación de corrección de sexo o cambio de nombre en documentos oficiales o cuando el personal médico se rehúsa a entregar medicamentos, así como negativas ante la donación de sangre por parte de algunas clínicas que persisten en esa idea a pesar de que la Corte Constitucional cambió la normativa hace unos meses.

De la misma manera, y desde su carrera de administración pública, Juan Carlos ha estado involucrado en la evaluación de los planes de desarrollo de diversos municipios de Sucre, así como el departamental.

En un trabajo conjunto con la delegación departamental de la Contraloría General de la Nación, revisan la obligatoria inclusión del enfoque de género en los planes y evalúan su cumplimiento durante los tiempos de gobierno.

En esa misma línea, estuvo involucrado en la construcción de la política pública LGBTIQ + de Sincelejo, en la que aportó en la formulación del plan conceptual, dirigida a crear mecanismos y herramientas para reducir las discriminaciones hacia esa población.

Por otra parte, y como voluntario de la fundación Sucre Diversa, realiza jornadas informativas a las que acude la comunidad en caso de que tenga alguna complicación legal: “les decimos a qué entidad tiene que remitirse para tramitar esa complicación. Aunque yo no soy abogado todavía, sí conozco bien las rutas de atención, entonces remito a las personas porque muchas veces no conocen a dónde deben acudir”.

Además, ha realizado actividades de inclusión y tolerancia en colegios donde, dice, todavía es difícil trabajar, precisamente porque aun persisten a las mismas ideas que lo limitaron a él.

Los Centenialls, una generación diversa y abierta

DEAD0D0C-B6D7-4D5C-B453-343C7B662E31-768x432Aunque afirma que todavía existe mucha discriminación hacia la población LGBTIQ +, lo tranquiliza el hecho de que las nuevas generaciones son más abiertas y empoderadas, así como poco tolerantes con esa discriminación. / FOTO: Juan Carlos Contreras

Pero, aunque en los colegios y otras instituciones persisten esas ideas, Juan Carlos dice que es de parte de las personas mayores, profesores y directivos, y que, por el contrario, los estudiantes son más diversos, más abiertos con esa diversidad y “menos corrosivos”.

“Yo me quedo sorprendido porque hay compañeros de primeros semestres de la universidad que ya tienen mucha libertad para hablar de temas LGBT, empoderamiento y eso, y me parece maravilloso”.

Él, por su parte, a pesar de ser una persona extrovertida por naturaleza, tuvo que ser muy reservado durante sus primeros semestres, pues aunque pensaba que en la universidad se encontraría con un entorno más maduro, continuaron las situaciones y los actos de discriminación, y todavía hoy.

Cuenta que incluso habiendo estudiado dos carreras, siendo uno de los estudiantes más destacados en ambas, habiendo participado y liderado grandes proyectos de investigación, entre varias otras cosas, “habiendo destacado de esa manera, incluso así, no va a hacer que a uno lo equiparen o uno pueda igualarse a una persona heterosexual”.

Sin embargo, lo emociona que estas generaciones más jóvenes tengan esa libertad, pues “eso da cuenta de todo el proceso que uno viene haciendo hace un tiempo, y el proceso más grande que otras personas tuvieron que llevar antes de nosotros”.

Y agrega: “nosotros tuvimos la oportunidad de que cuando estaban saliendo las sentencias más grandes que reconocían derechos de la comunidad, éramos unos niños, entonces todo lo que nosotros hemos podido hacer, crecer en un entorno cada vez más incluyente y respetuoso, aunque persista la discriminación, es gracias a eso”.

En ese sentido, en sus palabras, se está arrasando con la discriminación que todavía persiste pues hay muy poca tolerancia hacia ella entre los jóvenes, quienes se están convirtiendo en una generación de líderes mucho más empoderados, comprometidos y críticos. 

Además, cree que la homofobia y la discriminación no es un virus que le sea inherente a la sociedad, y para justificarlo apela al compadrazgo y la cercanía entre las personas en su natal Sincelejo, en donde “yo paso por un barrio y, por costumbre, digo ¡adiós! ¡y la gente me responde!: Adiós. No tenemos ni idea de quienes somos, pero es esa cercanía y esa hermandad que persiste en el caribe, y eso es solo un ejemplo”.

Y es que aunque su región es característica por la homofobia y el machismo, no cree, de nuevo, que sea un tema inherente. “El caribe, y ser costeño, es sentirse en los otros, es sentir calor, por la temperatura, claro, pero sobre todo el calor de la gente, incluso de la que no conoces, somos personas muy calidosas, abiertas”.

Así, está convencido de que en esa esencia caribeña puede estar la solución a la discriminación y la violencia

Andrés Ortiz

Fuente Colombia Visible

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