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Frédéric Martel: “La homofobia de la Iglesia se explica por el alto nivel de homosexualidad en el clero”

Lunes, 25 de febrero de 2019
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91EF5DEC-8EEA-4C77-AA31-4B76630936F9No me ha gustado ni el tono, ni el tufillo homófobo que desprende…

Prólogo de ‘Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano’ (Roca)

“El Papa vive en Sodoma, amenazado, atacado desde todos los flancos, criticado (…) Francisco está entre las Locas”

(Frédéric Martel, prólogo de ‘Sodoma’, Ediciones Roca).- -Ese es de la parroquia -me susurra al oído el prelado, con voz de conspirador.

El primero en usar esta expresión codificada delante de mí es un arzobispo de la curia romana.

-Es muy practicante, ¿sabe? Es de la parroquia -insiste en voz baja, hablándome de las costumbres de un famoso cardenal del Vaticano, antiguo «ministro» de Juan Pablo II, al que ambos conocemos bien. Y añade-: ¡Y si le cuento lo que sé no me creería!

Por supuesto, lo contó.

En el libro nos cruzaremos varias veces con este arzobispo, el primero de una larga serie de sacerdotes que me han descrito una realidad que yo me maliciaba, aunque muchos la considerarán pura invención, una fábula.

-El problema es que, si dices la verdad sobre el armario y las amistades especiales del Vaticano, nadie te creerá. Dirán que te lo has inventado. Porque aquí la realidad supera la ficción -me dijo un franciscano que también trabaja y vive dentro del Vaticano desde hace más de treinta años.

Pese a todo, fueron muchos los que me describieron este armario. A algunos les preocupaba lo que yo pudiera descubrir. Otros me revelaron los secretos cuchicheando, para, a renglón seguido, contarme los escándalos en voz alta. Otros, por último, tenían la lengua muy suelta, demasiado suelta, como si hubieran estado esperando muchos años para romper su silencio. Unos cuarenta cardenales y cientos de obispos, monsignori, sacerdotes y nuncios (los embajadores del papa) aceptaron contarme cosas. Entre ellos, los que habían asumido su homosexualidad, presentes a diario en el Vaticano, me abrieron las puertas de su mundo de iniciados.

¿Secretos a voces? ¿Rumores? ¿Bulos? Yo soy como santo Tomás: para creer necesito comprobar. Por eso he tenido que hacer muchas indagaciones y vivir inmerso en la Iglesia. Pasé en Roma una semana de cada mes, incluso me alojé con regularidad dentro del Vaticano gracias a la hospitalidad de altos prelados que, a veces, también se revelaban como «de la parroquia». Además viajé por el mundo, fui a más de treinta países, conocí los cleros de Latinoamérica, Estados Unidos y Oriente Medio para reunir más de un millar de testimonios. Durante esta larga investigación pasé unas 150 noches al año investigando lejos de mi casa, lejos de París.

Durante estos cuatro años de indagaciones nunca disimulé mi condición de escritor, periodista e investigador cuando pedía entrevistas a los cardenales y sacerdotes, que a veces se negaron. En todas estas reuniones me presentaba con mi verdadero nombre, y a mis interlocutores les bastaba con hacer una simple búsqueda en Google, Wikipedia, Facebook o Twitter para conocer los detalles de mi historial de escritor y reportero de prestigio. Muchas veces estos prelados, pequeños y grandes, me tiraron los tejos solapadamente, y algunos con muy poco disimulo, de forma activa o intensa. ¡Gajes del oficio!

¿Por qué quienes estaban acostumbrados a callar aceptaron romper la omertà? Es uno de los misterios de este libro y su razón de ser.

Lo que contaron fue un tabú durante mucho tiempo. Un libro como este difícilmente habría podido publicarse hace veinte años, ni siquiera hace diez. Los caminos del Señor han permanecido durante mucho tiempo, diría yo, impenetrables. Hoy lo son menos, porque la dimisión de Benedicto XVI y la voluntad reformista del papa Francisco han ayudado a liberar la palabra. Las redes sociales, la audacia creciente de la prensa, la infinidad de escándalos eclesiásticos «de comportamiento» han hecho posible, y necesario, revelar hoy este secreto. Este libro, por tanto, no trata de la Iglesia en su conjunto, sino de un tipo muy especial de comunidad gay; cuenta la historia del componente mayoritario del colegio cardenalicio y del Vaticano.

Muchos cardenales y prelados que ofician en la curia romana, la mayoría de los que se reúnen en cónclave bajo los frescos de la capilla Sixtina pintados por Miguel Ángel -una de las escenas más grandiosas de la cultura gay, repleta de cuerpos viriles- rodeados de los ignudi, esos robustos efebos desnudos, comparten las mismas «inclinaciones». Todos tienen un «aire de familia». Con una alusión muy disco queen, un cura me susurró: «We are family!».

La mayoría de los monsignori que tomaron la palabra en el balcón de la Logia de San Pedro entre el pontificado de Pablo VI y el de Francisco para anunciar tristemente la muerte del papa o exclamar, con franca alegría, «Habemus papam!» tienen un secreto en común. È bianca!

Ya se trate de «practicantes», «homófilos», «iniciados», «unstraights», «mundanos», «versátiles», «questioning», «closeted» o simplemente personas que permanecen «dentro del armario», el mundo que descubro, con sus cincuenta matices de homosexualidad, supera el entendimiento. La historia íntima de estos hombres que se muestran tan piadosos en público y llevan otra vida, bien distinta, en privado es una madeja difícil de desovillar. Puede que nunca las apariencias de una institución hayan sido tan engañosas, como lo son también las profesiones de fe sobre el celibato y los votos de castidad, que esconden una realidad muy diferente.

El secreto mejor guardado del Vaticano no es un secreto para el papa Francisco. Él conoce a su «parroquia». En cuanto llegó a Roma comprendió que tenía que vérselas con una corporación fuera de lo común en su género que no se limita, como se ha creído durante mucho tiempo, a unas cuantas ovejas descarriadas. Es todo un sistema, y un rebaño muy numeroso. ¿Cuántos son? Eso da igual. Baste con decir que representan a la gran mayoría.

Al principio, por supuesto, el papa quedó impresionado por la amplitud de esa «colonia deslenguada», por las «cualidades seductoras» y los «defectos insoportables», que menciona el escritor francés Marcel Proust en su célebre Sodoma y Gomorra. Pero lo que a Francisco le resulta insoportable no es tanto que la homofilia esté tan extendida como la hipocresía desbocada de quienes predican una moral mezquina y tienen un amante, o aventuras y que a veces frecuentan a prostitutos de lujo. Por eso el papa fustiga sin descanso a los falsos devotos, a los puritanos farisaicos, a los santurrones. Francisco ha denunciado a menudo esta duplicidad, esta esquizofrenia, en sus homilías matinales de Santa Marta. Sus palabras podrían muy bien aparecer como cita liminar al principio de este libro: «Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido; en muchos casos una doble vida».

¿Doble vida? Lo dijo… y el testigo, esta vez, no es cualquiera. Francisco ha repetido a menudo estas críticas que apuntan a la curia romana: ha señalado a los «hipócritas» que llevan «vidas ocultas y con frecuencia disolutas», a quienes «maquillan el alma y viven del maquillaje», que la «mentira» erigida en sistema «hace mucho daño, la hipocresía hace mucho daño: es una forma de vivir». ¡Haz lo que digo, no lo que hago! Leer más…

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8 de cada 10 curas del Vaticano serían gays, según un libro

Sábado, 16 de febrero de 2019
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91EF5DEC-8EEA-4C77-AA31-4B76630936F9Frédéric Martel es un periodista y escritor francés que ha hablado con 1.500 curas del Vaticano para preguntarles acerca de su orientación sexual.

Entrevistó (entre otros) a 41 cardenales, 52 obispos y monseñores, 45 embajadores papales, 11 Guardias Suizos y 200 curas y seminaristas; fueron cuatro años de rigurosa investigación y, según las fuentes de Martel, el 80% de los curas en el Vaticano son gais, aunque no todos son sexualmente activos.

Frédéric Martel, que es abiertamente gay, lleva años denunciando la homofobia de la Iglesia Católica y ya en 2014, cuando publicó el libro “Global Gay: Cómo la revolución gay está cambiando el mundo” declaró que la postura del Vaticano respecto a la homosexualidad era pura hipocresía: “muchos de los que viven en el Vaticano son gais -un fenómeno que también deriva de la imposición del celibato-, así que para compensar muestran un comportamiento homófobo excesivo“.

El convencimiento de Martel de que la homofobia del Vaticano se debe a una mezcla de auto represión y ganas de disimular es lo que le acabó llevando a trabajar en este libro que la editoral Bloomsbury promociona con la frase: “Cuánto más homófobo es el prelado, más probable es que él mismo sea gay“.

En este “impactante relato de la corrupción y la hipocresía en el corazón del Vaticano”, según una frase de la editorial, se explica, por ejemplo, que el -ya difunto cardenal colombiano Alfonso López Trujillo no solo era gay sino que tenía por costumbre contratar prostitutos.

Sodoma: Poder y escándalo en el Vaticano sale a la venta (en 20 países y 8 idiomas -en España lo edita Roca Editorial el 14 de marzo) justo cuando 100 obispos se reúnen en el Vaticano para debatir sobre los abusos contra menores. Y aunque algunos medios han mostrado su preocupación porque el libro se use como excusa para relacionar la homosexualidad con la pederastia, la editorial lo defiende asegurando que la obra de Martel lo que hace es describir la “cultura de secretismo“ que comienza en los seminarios y llega hasta lo más alto, lo que explica por qué resulta tan difícil denunciar los abusos sexuales cometidos por clérigos católicos.

Según Il Giornale, se trata de la teoría más “chocante” sobre el Vaticano: “Es la comunidad gay más grande del mundo

Fuente  Pink News, vía HazteQueer

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El Vaticano reconoce que hubo una campaña para denigrar a monseñor Romero

Martes, 24 de marzo de 2015
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SALVADOREÑOS CONMEMORARÁN MAÑANA EL 32 ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE ROMEROEste martes se cumplen 35 años de su martirio, en vísperas de su beatificación

Se le tildó de “desequilibrado”, “marxista” o “títere manipulado por la teología de la liberación”

Treinta y cinco años después del asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero, el Vaticano reconoció que hubo una campaña para denigrar al religioso centroamericano, cuya beatificación estuvo bloqueada en la época de Juan Pablo II y reivindicada en la nueva era de Francisco, que lo considera un modelo para América Latina.

Asesinado en San Salvador cuando oficiaba misa el 24 de marzo de 1980 por un francotirador contratado por la ultraderecha, monseñor Romero fue tildado tanto en los últimos años de su vida como después de muerto de ser un desequilibrado”, “un marxista”, un “títere manipulado por curas de la teología de la liberación que le escribían sus encendidos sermones” contra la oligarquía, las injusticias sociales y la represión en su país.

Acusaciones, denuncias y críticas lanzadas por diplomáticos, políticos, religiosos y hasta cardenales.

Intrigas y presiones que frenaron el proceso de canonización de monseñor Romero, quien será finalmente beatificado el próximo 23 de mayo en su ciudad, 19 años después de que el proceso fuera abierto oficialmente por el Vaticano en 1997.

El arzobispo italiano Vincenzo Paglia, actual presidente del Consejo Pontificio de la Familia y postulador de la causa de beatificación de monseñor Romero, reconoció en febrero pasado las numerosas trabas que el proceso sufrió.

De no haber sido por el papa latinoamericano Francisco Romero no hubiera sido beatificado, confesó.

Entre los enemigos de Romero dentro del Vaticano figuran dos influyentes cardenales, los colombianos Alfonso López Trujillo, ya fallecido y conocido por sus posiciones ultraconservadoras y Darío Castrillón Hoyos, jubilado, los cuales ocupaban en la década del 90 importantes cargos en la Curia Romana.

“López Trujillo temía que la beatificación de Romero se transformara en la canonización de la Teología de la Liberación”, recordó Andrea Riccardi, fundador de la comunidad de San Egidio, el movimiento católico que apoyó y financió la causa de Romero.

Los enemigos de la canonización del prelado centroamericano arremetieron aún antes de que la causa fuera abierta formalmente y lo criticaban por su cercanía al teólogo jesuita Jon Sobrino, censurado por años por el Vaticano como uno de los grandes exponentes de la Teología de la Liberación, quien sobrevivió a la matanza perpetrada en 1989 por militares salvadoreños contra seis compañeros jesuitas.

Los problemas doctrinales, el extenuante análisis de sus homilías, el temor de una instrumentalización ideológica por parte de la izquierda de su beatificación fueron algunos de los argumentos para obstruir la causa.

“Por 15 años la causa estuvo en un estado de parálisis burocrático”, explicaron fuentes religiosas, que acusan a la Congregación para la Doctrina de la Fe, liderada por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy en día el papa emérito Benedicto XVI, de frenar el proceso.

Juan Pablo II estaba convencido de que Romero era un mártir, no sé lo que pensaba Benedicto XVI. Creo que para él era más un asunto de oportunidad. Ninguno de los dos conocían la situación en la región como la conoce el papa Francisco”, comentó en Roma monseñor Jesús Delgado, su exsecretario personal.

Delgado acaba de lanzar en italiano un libro con las cartas inéditas de Romero entre 1977 y 1980 con el título “La iglesia no puede callar”.

Tras haber sido un obispo conservador muy cercano al poder, Romero asumió el arzobispado de San Salvador en febrero de 1977, pero su conversión y cercanía con la Teología de la Liberación comenzó 15 días después de su asunción horrorizado por la represión y la pobreza.

Si bien el papa polaco incluyó personalmente el nombre de Romero en la lista de los “testigos de fe” del siglo XX durante el Jubileo del año 2000 y rezó ante su tumba cuando visitó El Salvador, algunos no olvidan “la humillación” a la que lo sometió en vida cuando lo recibió tras muchas dificultades en 1979 en el Vaticano.

“Buscaba respaldo y terminó sintiéndose solo, decepcionado, frustrado, humillado”, escribió en un testimonio María López, quien conversó con Romero pocos días después de ese encuentro.

El anuncio pocos días después de su elección en marzo del 2013 de Jorge Mario Bergoglio de que quería “una Iglesia pobre y para los pobres“, desbloqueaba de hecho el proceso.

Francisco empleaba casi las mismas palabras que hace más de tres décadas monseñor Romero: “La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres”.

Cuando en agosto pasado Francisco reconoció que “no hay más impedimentos” para su beatificación, quería decir que se había encontrado el camino para elevarlo a los altares.

En efecto la beatificación, sin necesidad de probar un milagro tras ser proclamado un mártir por su fe, resulta coherente con su papado y respalda la lucha por la justicia social en América Latina.

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‘Un nuevo triunfo para la comunidad LGBTI’: Fallo del Consejo de Estado de Colombia reconoce la diversidad familiar:

Sábado, 2 de agosto de 2014
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Colombia Gay MarriageEl Consejo de Estado reabrió la polémica sobre el concepto de familia. / Archivo

En la decisión que condena al DAS por la muerte de un hombre en Antioquia el alto tribunal recordó que dos personas del mismo sexo pueden constituir una familia.

Por: Juan Sebastián Jiménez Herrera

Mientras en la Corte Constitucional se discute desde hace varios años sobre la posibilidad de que las parejas homosexuales adopten, el Consejo de Estado acaba de emitir un fallo que reitera que dos personas del mismo sexo pueden constituir una familia.

En una sentencia del magistrado Enrique Gil Botero, conocida por El Espectador, el Consejo de Estado señaló que “el matrimonio y —principalmente— la familia han dejado de ser unas instituciones ancestrales estructuradas sobre conceptos eminentemente biológicos y religiosos; al contrario como lo demuestra la historia, son fenómenos o procesos dinámicos o vivientes que han evolucionado con el paso del tiempo para transformarse o mutar en organismos sociales que pueden presentar diversas manifestaciones, estructuras o integraciones”.

Y agregó que “en esa medida, la familia podrá estar constituida —a modo simplemente ilustrativo— por un padre y una hija, o por una madre soltera con su respectivo primogénito, o por la tradicional decisión libre y voluntaria entre un hombre y una mujer de hacer vida conyugal, o por la decisión libre y voluntaria de dos personas del mismo sexo que se profesan amor y desean realizar vida conyugal”.

Este pronunciamiento hace parte de una sentencia en la que el Consejo de Estado le ordenó al DAS indemnizar a los familiares de Luis Enrique Alzate Gómez —asesinado por un agente de esa entidad el 18 de enero de 1997— y reconoció entre los indemnizados a Lucía Zuluaga Alzate, hermana de crianza de Alzate, bajo el argumento de que no por ser tal dejaba de ser su familiar y de sufrir con su muerte.

Al conocer de este histórico pronunciamiento, Mauricio Albarracín, director de la ONG Colombia Diversa, recordó que ya en una ocasión el Consejo de Estado se había pronunciado a favor del matrimonio igualitario y aplaudió que la jurisprudencia reciente de este alto tribunal “reconoce las familias conformadas por parejas del mismo sexo y se une a la Corte Constitucional en garantizar la igualdad y la protección de estas familias. Esta decisión del Consejo de Estado es un espaldarazo a la protección de los hijos de las parejas del mismo sexo y a la plena protección de estas familias. Este es un nuevo triunfo judicial de las familias y de las personas LGBT, quienes más temprano que tarde tendremos igualdad de derechos familiares”. A lo cual agregó: “Queda muy poco de ese Consejo de Estado controlado por el procurador. En el Consejo existen voces democráticas y coherentes con la protección de los derechos de todas las personas sin discriminación”.

Por su parte, el abogado Germán Humberto Rincón Perfetti, reconocido defensor de los derechos de la comunidad LGBTI, indicó que “la justicia de nuestro país avanza en la protección de la realidad social, es decir, el reconocimiento de la familia social (la cual va más allá de la familia biológica como hermanos(as), padres, primos, tías, abuelos y demás) para integrar el amor como elemento fundamental en el reconocimiento de derechos y dentro de ello a las familias diversas, como las parejas del mismo sexo. No se puede tapar el sol con discursos conservadores que niegan la realidad y el reconocimiento legal de estas muchísimas formas de expresión”.

Familia y matrimonio

74e1b7b3434e47164228ec1111de039fAprovechando el debate generado por cuenta de este caso, el magistrado Enrique Gil Botero sostuvo que la familia no depende “inefablemente del matrimonio, sino que más allá de la existencia de un contrato o vínculo formal, nace de la decisión libre y voluntaria entre dos personas que de manera consciente asumen la existencia de lazos de solidaridad, apoyo, cariño, amor y convivencia que generan cohesión entre ellos, al grado que pueden procrear, adoptar o asumir la crianza de hijos o hijas para acogerlos dentro de la misma” y que, de la misma forma, esta no es “de forma horizontal sino también a nivel vertical, es decir, no sólo surge de los vínculos naturales y jurídicos entre dos personas heteroafectivas u homoafectivas, sino que también puede surgir a nivel monoparental (uno de los padres y un hijo(a)), o puede ser analizada de forma extensiva, es decir, la que integran abuelos, padres, hijos y nietos (consanguíneos o de crianza)”.

Por ello hizo un llamado —que bien parece dirigido a los sectores que se oponen al matrimonio igualitario— a “superar los atavismos que hacen nugatorio el derecho de las personas de cualquier clase, raza, orientación sexual, etcétera, a conformar de manera libre y autónoma familia, para dar paso a una protección efectiva y garantista que respete los derechos de las personas en un verdadero y real plano de igualdad, es decir, la posibilidad de constituir una familia con el ser que se quiere con el fin de proteger a los hijos biológicos, adoptados o de crianza, en un panorama de solidaridad y apoyo mutuo permanente”.

En 2006, el Pontificio Consejo para la Familia del Vaticano, presidido en ese momento por el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo (ya fallecido), sostuvo que “el acto unitivo del hombre y la mujer no puede separarse de su dimensión connatural, que es la procreación, la cual hace posible la paternidad y maternidad responsable. Sólo desde esta base personal se comprende la moralidad conyugal”, casi dando a entender que la familia —que para el catolicismo se compone de un hombre, una mujer y los hijos, nunca de dos hombres o dos mujeres y sus hijos— es para procrear niños.

En una orilla muy distinta, el magistrado Gil Botero sostiene que “la noción de familia en la modernidad ha sufrido un cambio de paradigma para abandonar su existencia y fundamentación en la relación biológica y genética, para apoyarse en el apoyo mutuo y en el concepto de amor. De modo que, aunque la familia se haya iniciado como un fenómeno biológico, como unidad reproductora de los primates, ha venido a ser un fenómeno social, algo más cercano a unidades de colaboración, cooperación, apoyo, y fraternidad, es decir, más como una orden monástica o un gremio de artesanos, que a su propio antecesor remoto”.

 jjimenez@elespectador.com

Fuente El Espectador

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