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El Evangelio más que un libro es una persona, Cristo.

Domingo, 10 de diciembre de 2023

1jlfbweDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- EL EVANGELIO COMO PRINCIPIO DE NUESTRA VIDA.

El evangelio de hoy nos ofrece el PRINCIPIO del evangelio de JesuCristo.

San Marcos se sitúa en el comienzo de la Biblia, en el Génesis: en el PRINCIPIO creó Dios… (Gn 1,1) y también es el mismo modo con el que san Juan comienza su evangelio: En el PRINCIPIO existía la Palabra (Cristo).

No es una mera cuestión lingüística: No comenzamos a leer un libro, una biografía. Se nos está diciendo que el evangelio es el principio, la luz y la fuente de nuestra vida. El Evangelio es por principio “Buena Noticia” de JesuCristo para el ser humano. Nuestro principio (“nuestros principios”, como decimos coloquialmente) es el Evangelio de JesuCristo Hijo de Dios.

El mismo Dios de la creación y que se ha hecho uno de nosotros es nuestro evangelio, es nuestro principio en la

vida. Desde el PRINCIPIO, desde el Génesis hasta el final de la historia estamos impregnados de EVANGELIO, de salvación. ¡Estamos salvados!

Evangelio significa noticia salvífica, anuncio liberador.

02.-  EL EVANGELIO NO ES UN LIBRO, ES UNA PERSONA: CRISTO.

Se suele decir con razón que el evangelio es anterior a los cuatro evangelios. Y es que el evangelio no es un libro, o cuatro, sino una persona: el Señor Jesús. La buena noticia es Cristo. El encuentro personal con Cristo es evangelio, liberación, salvación.

Este es nuestro PRINCIPIO en la vida, este evangelio, Cristo, embarga toda nuestra existencia.

Hay situaciones en la vida en las que nos hace bien volver sobre “nuestros principios”, dirigir de nuevo la mirada y el corazón al “PRINCIPIO”: al EVANGELIO que preside desde el comienzo nuestras vidas. En nuestras noches oscuras, en nuestras dudas, “desiertos”, volvamos a la fuente de aguas vivas, al Evangelio.

Desde el principio y por principio Cristo es nuestro Evangelio.

03.-  ESTAMOS EN EL DESIERTO: JUAN BAUTISTA, (Marcos).

El texto de Marcos sitúa a Juan Bautista en el desierto. Extrañamente Juan Bautista predica, grita en el desierto. Pero en el desierto no vive nadie. ¿O sí?

El desierto no es tanto un lugar geográfico, cuanto un lugar de travesía, de crisis, y por tanto, el desierto es un momento de experiencia dura, de experiencia intensa humana y religiosa.

a. El Éxodo y la travesía de las tribus hebreas durante cuarenta años por el desierto fue una experiencia dura de constitución del pueblo. En el desierto, en el momento Sinaí se plasma la ética, los diez mandamientos. La libertad no es fácil y en el camino de Egipto estábamos mejor: al menos teníamos para comer. Vivieron una experiencia de la dureza de la vida: sin pan, sin agua (maná y la roca).

b. También hoy en día -siempre- los humanos atravesamos por desiertos y etapas de sequía y aridez. Se suele decir que no estamos tanto en una época de cambios, sino en un cambio de época. Todo se viene abajo: la religión, el matrimonio, la familia, las tradiciones. Sentimos que un mundo está concluyendo y nos

lamentamos de la pérdida de valores, de lo que han cambiado las cosas y de lo mal que van. Nada es ya lo que fue.

Este es nuestro desierto, nuestro lugar de crisis, de hundimientos, de no ver salida. Es también el lugar de purificación, de paciencia, de camino y esperanza.

04.-  CONSOLAD A MI PUEBLO, A MI GENTE, (ISAÍAS).

Pocas veces pensamos y ofrecemos consuelo, tan necesario en la vida.

El consuelo es el descanso y alivio de la pena y sufrimientos que pueden afligir y oprimir el ánimo del ser humano.

Dios consuela a su pueblo.

Consolar, estar cerca, aliviar son actitudes muy de nuestro Dios, de JesuCristo y, por tanto, entra también en nuestro PRINCIPIO para con nosotros mismos y para con los demás. Seremos consolados por el Señor, (Mt 5).

¡Cuántas veces vemos a Jesús consolando a personas, sintiendo lástima de los enfermos, llorando ante el pueblo de Jerusalén!

La misericordia, sentir compasión, consolar son cuidados muy humanizadores y, por tanto, cristianos.

05.- EL DESIERTO TERMINARÁ Y LLEGARÁN LOS CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA, (2 PEDRO).

El desierto de la vida termina. El evangelio del Señor nos anuncia un cielo nuevo y una tierra nueva.

El cielo no puede esperar”, porque es lo que da sentido a la tierra. Desde el PRINCIPIO estamos llamados a terminar nuestro desierto, nuestro Éxodo en la tierra de promisión. El destierro de las “muchas babilonias” concluye en la Nueva Jerusalén.

Esperemos y soñemos con los cielos nuevos y la tierra nueva.

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