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En todo amar y servir

Domingo, 19 de septiembre de 2021
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«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos»

El evangelio nos muestra a Jesús como un líder carismático que arrastra tras de sí a las multitudes; un orador genial capaz de impresionar con su palabra hasta a los mismos guardias de Herodes: «Jamás hombre alguno habló como éste»; un hombre, a la par compasivo y valeroso, que no dudó en llegar hasta el final para que su luz alumbrase todos los rincones de este mundo… Diríamos que poseía todos los talentos, pero, como decía Ruiz de Galarreta, «Jesús no es el primero por los talentos que había recibido, sino porque los puso al servicio de todos».

Es muy fácil ponerse al servicio de los poderosos, porque ellos suelen recompensar a los serviles; lo difícil es ponerse al servicio de los más necesitados sin esperar nada a cambio. Y Jesús se puso al servicio de los pobres, los marginados, los leprosos, los ciegos… y les dedicaba todo su tiempo, les sanaba, les enseñaba y les abría una puerta a la esperanza asegurándoles que sus calamidades no eran castigo de Dios, sino que a los ojos de Dios ellos eran los más importantes precisamente por ser los más necesitados.

Entre los necesitados incluyó a los pecadores, y comía con ellos demostrando que él no los despreciaba; que lo importante son las personas; que los tenidos por pecadores son en realidad los más necesitados de ayuda. Y no dudó en jugarse el prestigio ofreciéndoles su amistad porque quería librarles de la vergüenza, la humillación y el sentido de culpa que con tanto ahínco fomentaban en ellos los tenidos por buenos…

No cabe duda de que el servicio es la piedra angular del Reino, y si no entendemos su importancia en el esquema de Jesús, es que no hemos entendido nada. De hecho, al ver que su tiempo se había acabado, su principal urgencia fue remachar esta idea en la mente de quienes debían continuar su obra.

Así, Mateo nos dice que en su último discurso —síntesis y compendio de su predicación— Jesús puso todo el énfasis en la necesidad de servir a quienes nos necesitan, es decir, de dar de comer al hambriento y de beber al sediento, de vestir al desnudo y visitar al enfermo y al encarcelado… Y lo demás ni siquiera mereció una mención por su parte… Según versión de Juan, al ver discutir a sus discípulos sobre el puesto a ocupar en la última cena, tomo una jofaina y una toalla, y se puso de rodillas a lavarles los pies.

Esta imagen de Jesús lavando los pies nos señala como ninguna otra la actitud del cristiano. No se trata tanto de hacer un inventario de servicios a prestar y a quién prestárselos (que también), sino de ir atentos por la vida y no pasar de largo cuando nos encontramos con la pobreza, la tristeza, la soledad, la enfermedad, la vejez… El samaritano que bajaba de Jerusalén a Jericó puede ser un excelente guía que nos marque el camino.

Ignacio de Loyola —empapado hasta los tuétanos del espíritu de Jesús— nos propone un lema genial para vivir a lo cristiano: «En todo, amar y servir»… Amar y servir como respuesta al amor del Padre… y porque así seremos mucho más felices.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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