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“Es un Cristo afeminado”: El cartel de la Semana Santa de Sevilla de 2024 que ha puesto en pie de guerra a la fachosfera y a toda la ultraderecha.

Lunes, 29 de enero de 2024
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El problema es que no creen en la Resurrección, se quedan en la tortura y un dolorismo anticristiano…

El Consejo de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla lo ha presentado el sábado, 27 de enero, en el salón de actos de la Fundación Caja Rural del Sur, y refleja “la parte luminosa de la Semana Santa”, según su autor Salustiano García

Es la imagen de un Resucitado con el sudario de la Hermandad del Cachorro y las potencias del Cristo del Amor

El ultraconservador Instituto de Política Social (IPSE) ha calificado el cartel del anuncio de la Semana Santa 2024 en Sevilla como “afeminado” y ha considerado que no tiene “nada que ver con la Semana Santa”

El presidente de este organismo, Pablo Hertfelder García-Conde, considera la imagen del cartel “un posible delito de odio y atentado contra los sentimientos religiosos, dado que se estaría haciendo mención a la Semana Santa, con un Cristo afeminado”

Una imagen de Cristo coronado con sus potencias, con el torso desnudo, cubierto por un paño y con un fondo rojo, protagoniza el cartel oficial de la Semana Santa sevillana de 2024. Este sábado 27 de enero,  se ha presentado en la capital de la ciudad el cartel oficial de esta festividad, una obra del pintor Salustiano García. Sin embargo, la obra promocional no ha sido gusto de todos los públicos y ha generado todo tipo de reacciones en redes sociales.

El cartel es un óleo sobre lienzo de estilo realista que utiliza los colores rojo, negro y blanco, además de la luz. Obra del pintor sevillano Salustiano García, la obra ha sido presentada este sábado en el Consejo de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla. Según el pintor, el cartel refleja “la parte luminosa de la Semana Santa” y la figura de Cristo está inspirado en su hijo Horacio, de 18 años, que ha ejercido de modelo para ejecutar esta obra.

“Mi Cristo luce joven y bello. Joven, como metáfora de pureza: así se ha mostrado a la Virgen María en la historia del arte, casi como una adolescente. Y bello porque, me remito a Platón, belleza y bondad son la misma cosa”, ha explicado en la presentación.

Pese a la inspiración y el resultado de la obra, tras conocerse el cartel promocional para la Semana Santa que se celebrará entre el 24 al 31 de marzo en Sevilla, se han hecho virales muchas de las opiniones de los usuarios.

En el interior del cartel, y como ha informado el Consejo de Hermandades y Cofradías, hay dos elementos muy característicos de la Semana Santa sevillana: el paño del Cristo de la Expiración de la Hermandad del Cachorro y las potencias del Cristo del Amor.

En la presentación que ha tenido lugar hoy, el pintor Salustiano García, nacido en Villaverde del Río, Sevilla, en 1965, ha explicado que el origen de la obra está inspirado en la muerte de su hermano y tiene como modelo a su hijo Horacio de 18 años. El artista ha asegurado que se ha inspirado en el rostro de su hijo Horacio para dibujar el cartel:Necesitaba un modelo y la solución la tenía en casa. Mi hijo Horacio es bellísimo, a la manera que lo son los ángeles, los arcángeles y los querubines“, explica García. “Por eso y por la ternura, la serenidad, espiritualidad que desprende su mirada, enseguida entendí que era el modelo perfecto para mi cuadro”, señaló. El autor señaló que hubiera querido homenajear a todas las hermandades pero sólo pudo a dos: con el sudario de la Hermandad del Cachorro y las potencias del Cristo del Amor.

 El autor explicó en la presentación del cartel quehan sido cuatro meses muy duros, muy intensos. Ha sido un parto complicado pero, como pasa con el parto de una mujer, cuando le ves la cara al niño se te olvida todo”. Salustiano habló de “mi niño” porque “literalmente es mi niño“, ya que el modelo es su hijo Horacio. En estos cuatro meses me he sentido un poco como el Conde de Montecristo en la cueva, trabajando laboriosamente, para conseguir no que esté bien pintado sino que comunique y emocione“, señaló. “Un cuadro no necesita ser explicado, debe hablar por sí mismo y todos los idiomas”, indicó el autor.

Las claves de la obra las explicó el autor a través de un texto que leyó su sobrina Estrella titulado “Entre la multitud sólo estás tú“. El autor narró la muerte de su hermano, portando “la luz más amable que jamás hubiera visto” y que es “la luz interior” que busca en sus obras.  “Tenía doce años cuando mi hermano murió. Mi madre me pidió que entrara en la habitación donde reposaba su cuerpo para despedirme de él. Yo estaba aterrado, pero cuando vi su cara y el gesto sereno de sus manos cruzadas sobre su pecho, me quedé estremecido. ¡Cómo un cuerpo yacente podía contener tanta belleza!”. Esta particular evocación de Cristo Resucitado, de alguna manera, “me serviría para confirmar la resurrección de la memoria de mi hermano”, ha explicado.

Salustiano explicó también que estuvo “tentado de representar a Cristo yacente” pero descartó esa idea pronto porque su trabajo “siempre se había posicionado del lado más sereno e iluminado de la vida”. De ahí que eligiera “la resurrección y en parte la de la “memoria” de su hermano. “Es un Cristo clásico como los barrocos”, “sereno”, “celebrando al dios que hay en Cristo” y no al hombre doliente como en otras zonas de Europa.

El Cristo de Salustiano presenta “unas heridas mínimas en el costado y en la mano, prácticamente ya curadas”, indicó la sobrina en palabras escritas por su tío.En la presentación y en la nota de prensa difundida, el autor ha explicado que su hijo Horacio ha ejercido de modelo. “Mi Cristo luce joven y bello. Joven, como metáfora de pureza: así se ha mostrado a la Virgen María en la historia del arte, casi como una adolescente. Y bello porque, me remito a Platón, belleza y bondad son la misma cosa”.

“El amor de Cristo nos alimenta y redime y ha sido el amor de padre, del hijo y del hermano” el que inspiró al autor “a crear esta obra plena de sereno respeto y de un insaciable anhelo de resurrección en la eternidad”, concluyó.

El Instituto de Política Social (IPSE) ha calificado el cartel del anuncio de la Semana Santa 2024 en Sevilla como “afeminado y ha considerado que no tiene “nada que ver con la Semana Santa”.

Así lo indica el IPSE en un comunicado en el que añade que ha exigido a todas las hermandades que insten a la retirada del cartel que consideran ofensivo y a que se pida perdón de manera pública, pues argumentan que es un cartel que ofende a los católicos, y que “podría ser constitutivo de un delito de odio y atentado grave contra los sentimientos religiosos”. Advierten que de no retirarse el cartel, tomarán todas las medidas que sean necesarias, como llevarles a los tribunales.

El presidente de este organismo conservador, Pablo Hertfelder García-Conde, considera la imagen del cartel “un posible delito de odio y atentado contra los sentimientos religiosos, dado que se estaría haciendo mención a la Semana Santa, con un Cristo afeminado“. Daría risa si no viéramos quién es este chico y cómo se presenta en su página oficial. Pablo Hertfelder García-Conde, es un periodista y político español, nacido el 15/03/1998 en Valladolid. Es presidente y fundador del Instituto de Política Social (IPSE) desde el año 2019. Entre 2015-2018 fue esponsable de Movilización y Asuntos Sociales del Partido VOX en Madrid, y encabezó la candidatura al congreso por VOX Ceuta. De 2018-2019 fue responsable de Asuntos Sociales e igualdad del Partido Unidad de Centro (UDEC)

La obra ha generado mucha polémica y las cuentas en redes sociales vinculadas a la ultraderecha han estallado contra ella: “Esto no es mi Semana Santa ni mi Sevilla representada”, “Lo bueno es que lo pueden usar también para las fiestas del orgulloo “Solo tiene una descripción: una absoluta vergüenza, una blasfemia y un desprecio a Dios”, entre otros comentarios.

Atención, pregunta. ¿Qué pensáis del cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024?. Empiezo yo, totalmente inapropiado...”.

Mensajes como este han expuesto en redes sociales la diversidad de opiniones que ha despertado el cartel.

Mientras que usuarios lo tachan de ser “totalmente inapropiado”, otros han compartido que “los rancios, los homófobos y los casposos, han salido en trompa a criticarlo”.

Entre las primeras reacciones en redes sociales, el presidente de la Red Estatal de Municipios Orgullosos, Manolo Rosado, lo ha definido como “maravilloso y rompedor.

El tuitero ‘Dios‘, asegura: “Me encanta el cartel de la Semana Santa de Sevilla. Estoy divino“.

y otro…

Tantas han sido las críticas, que incluso Gabriel Rufián no ha dudado en difundir su opinión en redes sociales:El cartel de la Semana Santa de Sevilla MAL, pero un señor vestido de torero y de betún hasta arriba para reyes BIEN“.

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Entrevista con el autor del cartel de la Semana Santa de Sevilla: “Si alguien ve en mi cuadro algo sucio, es su propia suciedad interna

“Yo quería hacer un cartel respetuoso para las instituciones y para todos los cristianos. En ningún momento he querido molestar a nadie y de hecho los referentes que hay en el cuadro los tengo en mi familia, está basado en mi hermano mayor que murió joven y mi hijo que es el modelo. Los he tratado a los dos con un amor y un respeto absoluto“, ha indicado

“Algunos medios de comunicación han dicho que es revolucionario, y no lo es porque yo no quería hacerlo, quería hacer un cuadro amable y respetuoso con la entidad que me lo ha encargado“, en referencia, al Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla

Todo lo demás que ha salido, en su opinión, es “fruto de la incultura, de no saber nada, de no haber estado nunca en un museo. Incluso, no sé, imagino que en ninguna iglesia, porque no me he inventado ningún elemento que aparece en el cuadro”, ha puntualizado

El cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 no es ni revolucionario, ni sucio, según asegura su autor, Salustiano García, quien considera que si alguien ve en su cuadro algo sucio es “su propia suciedad interna la que está proyectando en la imagen”.

En una entrevista con EFE, después de la polémica suscitada tras la presentación del cartel, que ha generado tanto halagos como críticas, ha indicado que “mi intención a la hora de realizar el cartel era anunciar la Semana Santa, que es la función de cualquier cartel”.

En mi caso concreto, quise centrarme en su parte más luminosa, la Resurrección. Y luego ser fiel a mi estilo, que es trabajar con personas, con seres vivos y no copiar imágenes”, ha expliclado.

Una vez que tenía clara la idea, estuvo buscando un modelo que le ayudase a “contar toda la bondad, la majestad y la paz que hay después de la muerte y trabajó la postura y los diferentes elementos que le iba a incorporar como las potencias del Cristo del Amor o el paño de pureza de ‘El Cachorro‘.

“Hice con intención un Cristo joven, bello, sin marcas ya casi de su tortura, porque lo que quería representar es al Dios que hay en Cristo, ya su parte de hombre la ha dejado en la tierra y ahora ya está preparado para ser 100 % Dios y un Dios”, ha indicado.

Su forma de trabajar es metódica, lo primero que hizo fue estudiar todo lo que se ha hecho en los dos últimos siglos y no descartar ninguna idea. Sin embargo, la idea “se fue destacando por sí sola, ya que cuando pensé que tenía que ser un cuadro de Salustiano, no quedaba más remedio que representar una figura viva y la única figura viva que podía representar era Cristo Resucitado”, ha defendido.

Un cuadro “amable

Por su estilo y la propia concepción del cuadro le sorprende la polémica que está generando: “Algunos medios de comunicación han dicho que es revolucionario, y no lo es porque yo no quería hacerlo, quería hacer un cuadro amable y respetuoso con la entidad que me lo ha encargado”, en referencia, al Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla.

“Yo quería -ha proseguido- hacer un cartel respetuoso para las instituciones y para todos los cristianos. En ningún momento he querido molestar a nadie y de hecho los referentes que hay en el cuadro los tengo en mi familia, está basado en mi hermano mayor que murió joven y mi hijo que es el modelo. Los he tratado a los dos con un amor y un respeto absoluto”, ha indicado.

Todo lo demás que ha salido, en su opinión, es “fruto de la incultura, de no saber nada, de no haber estado nunca en un museo. Incluso, no sé, imagino que en ninguna iglesia, porque no me he inventado ningún elemento que aparece en el cuadro, ha puntualizado.

“Paño de pureza”

Se ha referido al paño que luce la imagen, un paño que, por cierto, ha recordado que se llama “paño de pureza” y ha detallado que es una copia del que luce el Cristo de El Cachorro porque “es un homenaje que quería hacerle a la ciudad. Mi Cristo enseña la misma piel que enseña el Cristo de El Cachorro”, ha remarcado.

Si alguien ve al Cristo de El Cachorro pecaminoso, yo creo que esa persona está enferma y necesita ayuda. Si alguien ve en mi cuadro algo sucio, es su propia suciedad interna la que está proyectando en el cuadro”, ha manifestado.

Salustiano García subraya, no obstante, que respeta todas las opiniones, pero a quien ha criticado su cartel les ha dicho: Estamos en 2024. Yo soy fiel a las tradiciones, soy fiel a la religión en la que he nacido y crecido, y todo eso está en el cuadro. Si aún así alguien sigue viendo cosas extrañas, solamente me queda decir que le mando un besito”.

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Salustiano García, con su hijo, el modelo del cartel

El autor:

Nacido en Villaverde del Río (Sevilla) en 1965, Salustiano se licenció en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. El Consejo de Cofradías señaló, citando a la galería Stoa, que “Salustiano es un pintor sevillano, maestro del ámbito figurativo, que cuenta con un merecido reconocimiento internacional. Sus obras, retratos impactantes, sobresalen por la brillante técnica de ejecución y esa fina elegancia que solo consiguen los clásicos. En la contemplación de su obra, resulta inequívoca la reminiscencia al Renacimiento más sublime, con una composición de invocación cuatrocentista, en la que deslumbran los fondos planos monocolores, de un rojo rotundo, el “rojo Salustiano”, o un negro tornasolado, logrados a partir de pigmentos naturales que saturan ese fondo y lo desbordan, contagiando la ropa. Ello consigue aislar las figuras, mayoritariamente torsos, obteniendo un efecto de tridimensionalidad superlativa, a modo de rompimiento de gloria del siglo XXI. De este modo, sus figuras se convierten en tipos iconográficos de nuestro tiempo, consiguiendo ser el paradigma de un nuevo neorrenacimiento de rotunda contemporaneidad”.

Salustiano actualmente trabaja con galerías de New York, Miami, Múnich, París, Florencia, Dusseldorf, Palm Beach, Holanda, México DF, Santiago de Chile, Maryland, Seúl, Sun Valley (Idaho), Berlín, Hamburgo, Tel Aviv o Nuremberg.

La sede de la Fundación de la Caja Rural del Sur, entidad colaboradora en la realización del cartel de la Semana Santa, ha sido un nuevo año el marco de excepción de este acto en el que han intervenido el presidente del Consejo de Hermandades, D. Francisco Vélez de Luna, el presidente de la Fundación Caja Rural del Sur, D. José Luis García-Palacios, y el alcalde de Sevilla, D. José Luis Sanz. Además, la presentación del cartelista ha corrido este año a cargo del vicepresidente del Consejo de Hermandades, D. José Roda Peña. El Consejo de Hermandades retransmitió el acto por Youtube:

Fuente Agencias/Religión Digital

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La vida real, en persona, de cerca, en Carne y hueso.

Lunes, 17 de abril de 2023
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TomasApostol1Las lecturas litúrgicas de hoy para el Segundo Domingo de Pascua (Domingo de la Divina Misericordia) se pueden encontrar aquí.

El Papa Francisco ha sido reconocido correctamente como un líder católico que ha promovido un enfoque positivo hacia las personas LGBTQ+ en la iglesia. Como líder de la Iglesia Católica Romana, incluso los pequeños gestos o palabras de apoyo para las personas LGBTQ+ tienen un efecto inmenso a nivel mundial. Francisco tiene mucho que aprender, particularmente en lo que respecta a la identidad de género, pero aún merece reconocimiento y aplausos por sus esfuerzos para difundir un mensaje de bienvenida y diálogo.

El Papa, sin embargo, no originó la idea de la aceptación LGBTQ+ en la Iglesia Católica. Esta idea proviene de la base: de muchas décadas de padres católicos que aceptan a sus hijos LGBTQ+, de ministros pastorales que se acercaron a las personas LGBTQ+ incluso cuando estaban amenazados con la censura eclesial, y de los mismos católicos LGBTQ+, cuyos testimonios y testigos han demostrado a la iglesia que el Espíritu de Dios está activo en sus vidas.

Me acordé de esta realidad histórica cuando leí las lecturas litúrgicas de hoy. La primera lectura de Hechos ofrece una descripción de cómo se difundió la fe cristiana en los primeros días de la iglesia. Si bien se mencionan los líderes apostólicos, los que se alaban en este pasaje son los cristianos comunes que dieron testimonio de lo que realmente son la fe y la vida en el Espíritu. Confiar en ese mensaje extraordinario del amor de Dios y de que Dios da nueva vida a todos los que sufren permitió a estos primeros cristianos transformar sus comunidades locales y difundir la fe.

Lo mismo ha ocurrido con los católicos LGBTQ+ en la iglesia contemporánea. Si bien la mayor apertura de la iglesia está relacionada con los mensajes positivos de algunos líderes de la iglesia, el cambio real, fuerte y duradero se ha producido porque las personas LGBTQ+ han seguido desempeñando un papel activo en la comunidad de la iglesia, incluso cuando han enfrentado discriminación, humillación. y persecución. Persistían incluso cuando las instituciones religiosas los rechazaban rotundamente, y tenían que “partir el pan en sus casas”, como nos dice Hechos que hicieron los primeros cristianos. Y, sobre todo, continuaron viviendo y celebrando “con júbilo y sinceridad de corazón”, sin dudar de que Dios estaba con ellos a pesar de su condición de minoría y la negación de su existencia por parte de otros.

La lectura del evangelio de hoy de Juan, que describe dos apariciones de Jesús a sus apóstoles después de la resurrección, es paralela a la historia de la gran cantidad de católicos en las bancas, quienes, incluso antes de que las personas LGBTQ+ fueran más aceptadas en la sociedad y la iglesia, se dieron cuenta de la santidad de sus vidas y los acogió abiertamente.

En la primera aparición de Cristo, el apóstol Tomás estaba ausente, y sólo llegó a creer que Jesús había resucitado cuando, en la segunda aparición, metió la mano en las llagas de Cristo. Tomás tuvo que tener un encuentro en la vida real, en persona, de cerca, en persona con Jesús para aceptar esta nueva realidad. Aún más importante, Tomás llegó a creer cuando pudo encontrar los lugares donde Jesús fue herido, los lugares donde experimentó dolor.

Los aliados pioneros de años pasados, e incluso del presente, han podido acoger a las personas LGBTQ+ no porque leyeran sobre ellas en un periódico o las vieran en la televisión. Estos aliados llegaron a aceptar y amar a las personas LGBTQ+ porque experimentaron estar en una relación con una persona o personas LGBTQ+ de la vida real. Nuestra fe cristiana es una fe encarnacional y, como tal, nos invita a relacionarnos con personas del mundo real, con todas sus heridas y dones. Y esa relación puede ser transformadora, no solo para nosotros o para las personas con las que nos encontramos, sino para toda la iglesia, cuando compartimos esa experiencia con los demás.

Como dije al comienzo de esta reflexión, el Papa Francisco realmente merece crédito por ayudar a nuestra iglesia a avanzar hacia enfoques más positivos para las personas LGBTQ+. No puedo evitar preguntarme que una de las principales razones por las que el Papa Francisco ha sido tan amigable con la comunidad LGBTQ es por su profunda amistad con dos hombres homosexuales, Yayo Grassi y Juan Carlos Cruz. El Papa sigue sus propias recomendaciones de estar abiertos al encuentro y al diálogo con los que son diferentes a nosotros.

Nuestra iglesia se está transformando no solo por la iniciativa personal del Papa Francisco, sino porque, como cualquier buen líder de la iglesia, él está articulando la fe de las personas en la iglesia, aquellos que viven vidas LGBTQ+ y aquellos que se han encontrado con ellos. Al igual que la “piedra desechada por los constructores que se convirtió en piedra angular“, el ministerio y la participación LGBTQ+ ahora está ayudando a transformar nuestra iglesia en una que sea más fiel al mensaje evangélico de amor y abierta al poder del Espíritu que constantemente renueva el mundo como Los cristianos continúan desarrollando el depósito de la fe a través de sus continuos encuentros humanos.  Como concluye la lectura de hoy de Hechos, es debido a las acciones de la gente común en la comunidad cristiana primitiva que “cada día Dios añadía a su número a los que iban a ser salvos”.

–Francis DeBernardo, New Ways Ministry, 16 de abril de 2023

Fuente New Ways Ministry

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“Abiertos al Espíritu”. 2 Pascua (A). Juan 20, 19-31.

Domingo, 16 de abril de 2023
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thomas-et-jesusNo hablan mucho. No se hacen notar. Su presencia es modesta y callada, pero son «sal de la tierra». Mientras haya en el mundo mujeres y hombres atentos al Espíritu de Dios será posible seguir esperando. Ellos son el mejor regalo para una Iglesia amenazada por la mediocridad espiritual.

Su influencia no proviene de lo que hacen ni de lo que hablan o escriben, sino de una realidad más honda. Se encuentran retirados en los monasterios o escondidos en medio de la gente. No destacan por su actividad y, sin embargo, irradian energía interior allí donde están.

No viven de apariencias. Su vida nace de lo más hondo de su ser. Viven en armonía consigo mismos, atentos a hacer coincidir su existencia con la llamada del Espíritu que los habita. Sin que ellos mismos se den cuenta son sobre la tierra reflejo del Misterio de Dios.

Tienen defectos y limitaciones. No están inmunizados contra el pecado. Pero no se dejan absorber por los problemas y conflictos de la vida. Vuelven una y otra vez al fondo de su ser. Se esfuerzan por vivir en presencia de Dios. Él es el centro y la fuente que unifica sus deseos, palabras y decisiones.

Basta ponerse en contacto con ellos para tomar conciencia de la dispersión y agitación que hay dentro de nosotros. Junto a ellos es fácil percibir la falta de unidad interior, el vacío y la superficialidad de nuestras vidas. Ellos nos hacen intuir dimensiones que desconocemos.

Estos hombres y mujeres abiertos al Espíritu son fuente de luz y de vida. Su influencia es oculta y misteriosa. Establecen con los demás una relación que nace de Dios. Viven en comunión con personas a las que jamás han visto. Aman con ternura y compasión a gentes que no conocen. Dios les hace vivir en unión profunda con la creación entera.

En medio de una sociedad materialista y superficial, que tanto descalifica y maltrata los valores del espíritu, quiero hacer memoria de estos hombres y mujeres «espirituales». Ellos nos recuerdan el anhelo más grande del corazón humano y la Fuente última donde se apaga toda sed.

José Antonio Pagola

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“A los ocho días, llegó Jesús”. Domingo 16 de abril de 2023. 2º Domingo de Pascua.

Domingo, 16 de abril de 2023
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24-PascuaA2Leído en Koinonia:

Hch 2,42-47: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
Salmo responsorial 117: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
1Pe 1,3-9: Nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva
Jn 20,19-31: A los ocho días, llegó Jesús

Si la resurrección de Jesús no tuviera efecto alguno en la vida del discípulo, es decir, si la Resurrección no tuviera como sentido final la re-creación del ser humano y por tanto la re-creación de un nuevo orden, entonces eso de la Resurrección de Jesús no habría pasado de ser un asunto particular entre el Padre y su Hijo. Pero, como la resurrección de Jesús es la base y fundamento de una comunidad y el horizonte hacia el cual tiende toda la creación, por eso, tanto el evangelio de hoy como la primera lectura de Hechos, tratan de iluminarnos sobre cuál es ese horizonte y cuáles, por tanto, son los efectos inmediatos, reales y concretos de la Resurrección.

Las fallas, los tropiezos y las caídas en el proceso de construcción de una comunidad igualitaria y justa no hay que verlos como la demostración de que no se puede lograr esa construcción; esos aspectos negativos se pueden percibir como el signo de que ciertamente no es fácil, pero en todo caso no es imposible, máxime si hay plena conciencia de que ése es el proyecto de Dios y que por ese proyecto Jesús hasta derramó su sangre y entregó su vida. Pero, también por ese proyecto, el Padre lo resucitó, para que quienes confesamos ser seguidores suyos veamos si nos comprometemos o no con ese “su” proyecto que él quiere compartir con nosotros y que ciertamente él respalda y acompaña en todo momento. Ese es el principal sentido de la Resurrección y eso es lo que los discípulos no entienden de manera inmediata.

Justamente el evangelio de hoy nos da la pista para entender que el descubrimiento de los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no se comprenden rápidamente, de un momento a otro. Aunque los dos discípulos han comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (cf. Jn 20, 1-18), los discípulos siguen encerrados. Dos veces en el pasaje de hoy escuchamos estas dos expresiones, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v.19) y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v. 26), lo cual es signo de que esto es un proceso de maduración de la fe. No nos dice el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús, con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar la fe de cada discípulo.

Tal vez a nosotros, como creyentes de este tiempo, nos hace falta madurar aún mucho más el aspecto de la fe; tal vez nuestros conceptos tradicionales aprendidos sobre Jesús y su evangelio no nos permiten ver con claridad cuál es el horizonte de esa fe cristiana que confesamos tan folclóricamente y que, por tanto, no impacta a nadie. Valdría la pena hacer el ejercicio de desaprender; vaciar completamente nuestro ser, nuestro corazón, hacer lo de Tomás, viendo el caso de Tomás desde la óptica más positiva, claro está; es decir, si no lo juzgamos de entrada como “el incrédulo”, sino como el que quiere creer y poner en práctica su fe, pero que desde su vacío interior necesita ser llenado por la presencia de su Señor. Éste es el camino que estamos llamados nosotros hoy a recorrer. Leer más…

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16.4.23. Dom 2. Pascua de Tomás, resurrección: Ser iglesia (comunión) y tocar/curar las llagas de los crucificados (Jn 20, 19-31)

Domingo, 16 de abril de 2023
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9777A289-2AE6-47A8-B235-72125F15AF06Del blog de Xabier Pikaza:

El domingo 1 fue la pascua de Magdalena: tocar a Jesús amigo y realizar su misión (no me sigas tocando…). Este domingo 2 es la pascua de Tomás (crear iglesia, compartir la vida con los crucificados).

El  pasaje de Tomás (Jn 20) forma con Jn 21 el epílogo y conclusión del Cuarto Evangelio, su mensaje final, en contra de unade “gnosis” de sabios que van a lo libre, con pretendida mística, pero poca iglesia (no comparten vida con los hermanos) y menos acción liberadora (no “tocan” ni curan las llagas de los crucificados.

Introducción.

Éste es un evangelio y programa de Iglesia “de carne” (comunidad real: compromiso por los crucificados y vinculación “carnal” entre los creyentes)  que ha de interpretarse a partir de los grandes textos anti-gnósticos de Juan, empezando por las bodas de Caná (Jn 2), siguiendo por el sermón del pan de vida  (Jn 7) y culminando en el Sermón de la Cena (Jn 13-17).

Este programa anti-gnóstico de Juandesemboca en el epílogo pascual (Jn 20-21), con Magdalena “tocando” en amor a Jesús y la “gran pesca” con el pacto/complementariedad de Pedro y el Discípulo, amado,  en el que,  como testigo y compañero “de carne” de la iglesia, emerge Tomás, con Natanael, los zebedeos y dos discípulos más. Éstos son son los siete u ocho fundadores de la iglesia (si el discípulo amado es uno de los dos discípulos innominados del finson siete; si es distinto son ocho).Divido mi exposición en 4 partes

(1)   Jn 20,19‒23. La Pascua es comunión de vida,  creación de una comunidad de discípulos/amigos comunión, que se expresa en forma de paz, presencia activa acción del Espíritu Santo y perdón mutuo.

(2)  Jn 24,31. La pascua es redención/liberación de los crucificados Sólo resucita aquel que mete su mano y toca (cura) las heridas de los crucificados de la historia para compartir con ellos el dolo y  el amor, la  redención de Jesús crucificado.

(3) Visión de conjunto de Tomas, apóstol de la pascua en los evangelios canónicos. Pablo no le cita entre los testigos de Jesús, (Pedro, los Doce) Santiago…: 1 Cor 15, 3-9), pero él es con Magdalena y las demás mujeres el representante más significativo de la Pascua cristiana.

(4) Contrapunto. El Tomás gnóstico del evangelio apócrifo de Tomas. Todo lo anterior se entiende y sitúa desde la perspectiva de ev.Tomás (apócrifo). En esa línea podemos decir que el Cuarto evangelio es el primero y más fuerte de todos los librosnti-gnósticos del NT, y eso aparece de un modo especial en nuestro pasaje.

 1)   JN 20,19‒23. PASCUA COMO PRESENCIA DE JESÚS EN LA COMUNIÓN DE SUS DISCÍPULOS

María Magdalena había “tocado a Jesús”, que le dijo “deja ya de tocarme” (noli me tangere), vete y diles a mis hermanos…  (Jn 20, 17). Ahora es Tomás el que toca a Jesús, un apóstol a quien la tradición concederá gran inmensa importancia (como indica el evangelio de su nombre, no incluido en el canon). Parece formar parte de un tipo de “gnosis” (cristianismo sin comunidad/iglesia ysin presencia liberadora en los heridos y crucificados). No vive en comunión de iglesia (de vida compartida con los hermanos); no puede haber visto a Jesús resucitado.  Así comienza el texto:

A la tarde de aquel día primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde estaban los discípulos, por el medio a los judíos, vino Jesús y se colocó en medio de ellos diciendo:- ¡La paz con vosotros! Y diciendo esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron viendo al Señor. Y les dijo de nuevo: – ¡La paz con vosotros! Como me ha enviado el Padre os envío también yo. Y diciendo esto sopló y les dijo:- Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les serán perdonados; y a quienes se los retengáis les serán retenidos (20, 19-23).

 Tomás andaba a lo libre y no  podía “ver” al resucitado, pues en soledad espiritual, sin iglesia (sin amor mutuo,) no hay salvación, ni hay pascua… porque la pascua y salvación de Jesús  es comunión de vida entre los creyentes… Pero los otros cristianos le invitan y él viene, y de esa forma, en unión con los hermanos, ve y toca a Jesús.

La iglesia, reunida aquí en comunidad, está formada por un grupo extenso  de creyentes; no son sólo los Doce apóstoles, sino más, hombre y mujeres, reunidos en oración y amor En este contexto se inscribe la experiencia de pascua. Tomás, que anda por libre, no puede ver/tocar a Jesús resucitado.

Estos  discípulos no son iglesia por estar sometidos a una autoridad superior, sino por ser todos hermanos en comunión de vida y perdón. Por eso se han separado  de un tipo de judaísmo de ley; ellos mismos son ley de vida en amor, pro tienen miedo, cierran las puertas, esperando y amando a   Jesús en su amor.

 Tienen miedo y Jesús les conforta con su palabra y su presencia sensible (manos y costado), su envío y su poder de perdón. Es el Jesús “real” que vive en ellos, no una fantasía. Ésta son las notas de su experiencia de resurrección.

La Pascua es ante todo paz, vivir en comunión.Jesús saluda a sus discípulos dos veces, con la misma palabra: paz a vosotros (Eirênê hymin: 20,19.21). Sobre un mundo atormentado por la guerra y la violencia, dividido, enfrentado en odios, ofrece Cristo paz entre y para todos. Sobre una comunidad encerrada por el miedo extiende el Cristo pascual la gracia de su vida hecha principio de misión universal, una vida que se abre a todos en perdón y resurrección. Jesús es paz para aquellos que le reciben y para todos. Eso es pascua.

La pascua es presencia gloriosa del crucificado. El Señor resucitado es el mismo Jesús que se entregó por los hombres. Como señal de identidad, como expresión de permanencia de su pasión salvadora, Jesús mostró a sus discípulos las manos con la llaga de los clavos y el costado herido por la lanza (20, 20). Jesús resucitado no es tipo de idea espiritual intimista, sino experiencia y principio de comunión de amor, desde los perseguidos y crucificados. La iglesia no empieza con los triunfadores o jerarcas de la ley, sin con los perseguidos, conforme a la palabra clave del evangelio:  ¡Era necesario que el Cristo  fuera perseguido y muriera…! (Lc 24, 26.46). Sólo los perseguidos, los humillados y crucificados pueden ser principio de la iglesia de pascua de Cristo.

La pascua se vuelve así Pentecostés: A través de los heridos y crucificados se hace presente en el mundo el Espíritu Santo, el camino de la nueva humanidad.. Jesús resucitado sopla sobre sus discípulos diciendo recibid el Espíritu Santo (Jn 20,22), en gesto que evoca sin duda una nueva creación. El mismo Dios había soplado en el principio sobre el ser humano, haciéndole viviente (Gen 2, 7). Ahora sopla Jesús, como Señor pascual, para culminar la creación que en otro tiempo había comenzado.

Ésta es la nueva creación que comienza con los perseguidos y los crucificados… La pascua se vuelve así Pentecostés: aquel que muere por los demás abre un camino de amor y de transformación en esta misma tierra. Éste es el don de Pascua: tener el mismo Espíritu de Jesús, vivir de su aliento.

La pascua es finalmente misión: ¡como el Padre me ha enviado así os envío yo! (20, 21). A lo largo de todo el evangelio, Juan ha presentado a Jesús como enviado de Dios: misión es toda su existencia. De ahora en adelante, los cristianos son enviados de Jesús. Realizan una obra que es propia del Señor resucitado: expanden y despliegan su camino, realizan su misterio sobre el mundo. Están cerrados por miedo, tienen que abrirse. Están a la defensiva: tiene que ofrecer su testimonio a todos, generosamente.

El texto de pascua y la pascua de Jesús culmina en un signo de perdón. Según el Padre nuestro, las notas de los creyentes (de la pascua) son el pan nuestro y el perdónanos como nosotros perdonamos… Juan insiste en el perdón de todos, para todos… Este es a los ojos de Jn el gran problema del mundo: no hay perdón, los hombres se encuentran divididos, destruidos; carecen de medios para expresar el perdón, no hay para ellos sacrificios que puedan transformarles. Ha perdido su sentido el sacerdocio de Jerusalén, no consigue perdonar el templo. Pues bien, sobre esa violencia y guerra de pecado (falta de perdón), Juan ha interpretado la pascua como experiencia transformante de perdón.

Éste no es el perdón que unos jerarcas de ley imparte sobre otros inferiores, no es el perdón que unos sacerdotes de templo declaran sobre los legos del pueblo, sino el de todos los creyentes. Todos los cristianos de la pascua son sacerdotes y mediadores del perdón, de manera que si no hay perdón y comunión de vida no hay Pascua (perdónanos como nosotros perdonamos). Esta experiencia de gracia pascual pertenece al conjunto de la comunidad. El perdón de la resurrección  no está reservado a los Doce, ni a presbíteros, ni a varones, sino a todos. En este texto pascual no se distinguen ni mujeres, pues todos son creyentes, todos con la misma experiencia, todos con la misma tarea.  Jesús confía su palabra y obra de perdón pascual a todos… de forma que si ellos no se perdonan no puede expresarse y realizarse en el mundo el perdón de Dios en Cristo.

2. PASCUA ES “TOCAR” LAS LLAGAS DE JESUS EN LOS CRUCIFICADOS, ACOMPAÑARLES Y CURARLES (Jn 20, 24-29).

El texto sigue diciendo que faltaba Tomás, precisamente uno de los Doce. No es un cristiano normal el que ha dejado de participar en la asamblea, sino uno de los antiguos compañeros de Jesús, de sus Doce seguidores. Precisamente Tomás, uno de los líderes de la iglesia primitiva, corre el riesgo de entender la resurrección de un modo espiritualista, individualista, sin comunión mutua, sin compartir la vida con los crucificados.  fuera de la comunidad.

Éste Tomás es un seguidor “especial” de Jesús, máxima autoridad en plano espiritualista, pero sin “carne y sangre”, es decir, sin compromiso social. Los otros discípulos le dicen hemos visto al Señor de las llagas, al Señor del Perdón para todos los pueblos (Jn 20, 25). Pero él duda, tiene su Jesús interior, no quiere otro. Por eso pide un signo (si no veo en sus manos la huella de los clavos…). No es un signo más, sino el signo y verdad  de la resurrección en la carne, como principio de misión y perdón universal. Pide un signo y Jesús se lo concede, en eta bellísima parábola pascual:

Y ocho días después, estaban de nuevo sus discípulos en casa y Tomás con ellos; llegó Jesús, estando las puertas cerradas,se puso en medio y dijo:- ¡Paz a vosotros!Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo aquí y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino fiel! Respondió Tomás y dijo:- ¡Señor mío y Dios mío!Y Jesús le dijo: – Porque has visto has creído. ¡Felices los que no han visto y han creído! (Jn 20, 26-29).

 Tomás es como el dicho un cristiano espiritual, un tipo de gnóstico-líder separado del pueblo)… un pretendido cristiano, pero sin resurrección, es decir, sin verdadera comunión de iglesia, sin auténtico servició liberador, que empieza desde los crucificados y oprimidos.

 Probablemente cree en Jesús, pero en un Jesús espiritual (puramente interior), sin compartir la vida con los hermanos y con los crucificados.  Cree en un Cristo glorioso, pero desligado de la de amor y sufrimiento de los hombres. Pues bien, ese Tomás, sólo puede ver/tocar al Cristo resucitado si vive en comunión con los hermanos, si toca y ayuda a los perseguidos, a las víctimas.

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“El Tomás incrédulo y las comunidades creyentes”. Domingo 2º de Pascua. Ciclo A.

Domingo, 16 de abril de 2023
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expo3Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Todas las apariciones de Jesús resucitado son peculiares. Incluso cuando se cuenta la misma, los evangelistas difieren: mientras en Marcos son tres las mujeres que van al sepulcro (María Magdalena, María la de Cleofás y Salomé), y también tres en Lucas, pero distintas (María Magdalena, Juana y María la de Santiago), en Mateo son dos (las dos Marías) y en Juan una (María Magdalena, aunque luego habla en plural: «no sabemos dónde lo han puesto»). En Mc ven a un muchacho vestido de blanco sentado dentro del sepulcro; en Mt, a un ángel de aspecto deslumbrante junto a la tumba; en Lc, al cabo de un rato, se les aparecen dos hombres con vestidos refulgentes. En Mt, a diferencia de Mc y Lc, se les aparece también Jesús. Podríamos indicar otras muchas diferencias en los demás relatos. Como si los evangelistas quisieran acentuarlas para que no nos quedemos en lo externo, lo anecdótico. Uno de los relatos más interesantes, y diverso de los otros, es el del próximo domingo.

Un relato con dos partes y un epílogo (Jn 20,19-31)

            Lo que cuenta Juan se divide en dos partes, separadas por ocho días, y el final de su evangelio (al que más tarde se añadió otro final, el c.21).

            Lo que ocurre al anochecer del primer día de la semana contiene un clímax y un anticlímax. El clímax lo representa la aparición de Jesús, que transforma el miedo de los discípulos en alegría, y el don del Espíritu Santo. El anticlímax, la reacción incrédula de Tomás, que no estaba presente en aquel momento y su exigencia de unas pruebas claras para creer en la resurrección de Jesús. No olvidemos que Tomás fue el que dijo, cuando Jesús decidió ir a curar a Lázaro: «Vamos también nosotros y muramos con él». Tomás quiere mucho a Jesús, pero la otra vida no entra en su perspectiva.

            Al cabo de ocho días se presenta de nuevo Jesús y se dirige especialmente a Tomás, que nos representa a todos nosotros, para darle y darnos la gran lección: «Dichosos los que creen sin haber visto».

            El epílogo insiste en la finalidad del evangelio. Todo lo escrito, que podría haber sido mucho más, pretende que creamos «que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y con esta fe tengáis vida gracias a él». Este mensaje de fe y vida resulta muy adecuado en estos momentos, cuando estamos tan rodeados de noticias de enfermedad y muerte.

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

–Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

– Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

– Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

– Hemos visto al Señor.

Pero él les contestó:

– Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

– Paz a vosotros.

Luego dijo a Tomás:

– Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

Contestó Tomás:

– ¡Señor Mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

– ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Las peculiaridades de este relato de Juan

  1. El miedo de los discípulos. Es el único caso en el que se destaca algo tan lógico, y se ofrece el detalle tan visivo de la puerta cerrada. Acaban de matar a Jesús, lo han condenado por blasfemo y rebelde contra Roma. Sus partidarios corren el peligro de terminar igual. Además, casi todos son galileos, mal vistos en Jerusalén. No será fácil encontrar alguien que los defienda si salen a la calle.
  2. El saludo de Jesús: «paz a vosotros». Tras la referencia inicial al miedo a los judíos, el saludo más lógico, con honda raigambre bíblica, sería: «no temáis». Sin embargo, tres veces repite Jesús «paz a vosotros». Aunque parezca extraño, este saludo sólo se encuentra también en la aparición a los discípulos en Lucas (24,36). Lo más frecuente es que Jesús no salude: ni a los once cuando se les aparece en Galilea (Mc y Mt), ni a los dos que marchan a Emaús (Lc 24), ni a los siete a los que se aparece en el lago (Jn 21). Y a las mujeres las saluda en Mt con una fórmula distinta: «alegraos». ¿Por qué repite tres veces «paz a vosotros» en este pasaje? Vienen a la mente las palabras pronunciadas por Jesús en la última cena: «La paz os dejo, os doy mi paz, y no como la da el mundo. No os turbéis ni acobardéis» (Jn 14,27). En estos momentos tan duros para los discípulos, el saludo de Jesús les desea y comunica esa paz que él mantuvo durante toda su vida y especialmente durante su pasión.
  3. Las manos, el costado, las pruebas y la fe. Los relatos de apariciones pretenden demostrar la realidad física de Jesús resucitado, y para ello usan recursos muy distintos. Las mujeres le abrazan los pies (Mt), María Magdalena intenta abrazarlo (Jn); los de Emaús caminan, charlan con él y lo ven partir el pan; según Lucas, cuando se aparece a los discípulos, les muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de palparlo, para dejar claro que no es un fantasma, y come delante de ellos un trozo de pescado. En la misma línea, aquí muestra las manos y el costado, y a Tomás le dice que meta en ellos el dedo y la mano. Es el argumento supremo para demostrar la realidad física de la resurrección. Curiosamente, se encuentra en el evangelio de Jn, que es el mayor enemigo de las pruebas físicas y de los milagros para fundamentar la fe. Como si Juan se hubiera puesto al nivel de los evangelios sinópticos para terminar diciendo: «Dichosos los que crean sin haber visto».
  4. La alegría de los discípulos. Es interesante el contraste con lo que cuenta Lucas: en este evangelio, cuando Jesús se aparece, los discípulos «se asustaron y, despavoridos, pensaban que era un fantasma»; más tarde, la alegría va acompañada de asombro. Son reacciones muy lógicas. En cambio, Juan sólo habla de alegría. Así se cumple la promesa de Jesús durante la última cena: «Vosotros ahora estáis tristes; pero os volveré a visitar y os llenaréis de alegría, y nadie os la quitará» (Jn 16,22). Todos los otros sentimientos no cuentan.
  5. La misión. Con diferentes fórmulas, todos los evangelios hablan de la misión que Jesús resucitado encomienda a los discípulos. En este caso tiene una connotación especial: «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo». No se trata simplemente de continuar la tarea. Lo que continúa es una cadena que se remonta hasta el Padre.
  6. El don del Espíritu Santo y el perdón. Mc y Mt no dicen nada de este don y Lucas lo reserva para el día de Pentecostés. El cuarto evangelio lo sitúa en este momento, vinculándolo con el poder de perdonar o retener los pecados. ¿Cómo debemos interpretar este poder? No parece que se refiera a la confesión sacramental, que es una práctica posterior. En todos los otros evangelios, la misión de los discípulos está estrechamente relacionada con el bautismo. Parece que, en Juan, perdonar o retener los pecados significa admitir o no admitir al bautismo, dependiendo de la preparación y disposición del que lo solicita.

Dos lecturas contra Tomás

Las dos primeras lecturas le quitan la razón a Tomás cuando piensa que para creer hace falta una demostración personal y científica. Las dos hablan de personas que creen en Jesús resucitado, y viven de acuerdo con esta fe sin pruebas de ningún tipo.

La primera, de Hechos, ofrece un cuadro espléndido, quizá demasiado idílico, de la primitiva comunidad cristiana. Que en medio de numerosas críticas y persecuciones un grupo de gente sencilla desee formarse en la enseñanza de los apóstoles, comparta la oración, los sentimientos y los bienes, es algo que supera todo expectativa. Estas personas creen, sin necesidad de prueba alguna, que Jesús ha resucitado y las salva.

Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.

La segunda, tomada de la Primera carta de Pedro, alaba a Dios por su gran misericordia y destaca la fe de la comunidad en medio de diversas pruebas. Para terminar con unas palabras, las que indico en rojo, que son el mejor comentario a lo que dice Jesús a Tomas:

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe –de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego– llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

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Domingo II de Pascua. 16 Abril, 2023

Domingo, 16 de abril de 2023
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Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más signos de los que han sido recogidos en este libro. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el mesías, el Hijo de Dios; y para que, creyendo tengáis en él vida eterna.”

(Jn 20, 19-31)

Hoy es fácil hablar de los apóstoles reunidos “a puerta cerrada” o de las dudas de Tomás. También de la insistencia del resucitado en ofrecerles paz a aquellos discípulos amedrantados por el miedo.Y está muy bien hablar de todas estas cosas. Ya que muchas veces el conocer la experiencia de otras personas nos ayuda a confrontar nuestras vidas.

Pero lo cierto es que al leer el evangelio me han golpeado los dos últimos versículos. Los que la Biblia de la Casa de la Biblia titula: “Finalidad del evangelio”. Los dos versículos con los que hemos empezado este comentario:

“Jesús hizo en presencia de sus discípulos muchos más signos de los que han sido recogidos en este libro. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el mesías, el Hijo de Dios; y para que, creyendo tengáis en él vida eterna.” (Jn 20, 30-31)

De manera que el evangelio, los evangelios, no pretenden contarnos la vida de Jesús, un Galileo del siglo primero. Tampoco nos quieren contar lo que sucedió en un momento dado, no son una crónica. El evangelio es un despertador.

Su finalidad, lo que quiere conseguir es que CREAMOS y “para que creyendo tengáis en él (en Jesús) vida eterna.”

Por eso no podemos acercarnos a los evangelios buscado una respuesta. Algo así como la receta exacta para la felicidad plena.

No hay recetas. La fe no es una respuesta, es un camino. Casi podríamos decir que la fe es una pregunta. Y creer es tratar de dar respuesta a ese anhelo. Como enamorarse. Cuando te enamoras no encuentras una respuesta, lo que encuentras es un camino lleno de novedad.

Podemos decir que los evangelios fueron escritos para “enamorarnos. Para mostrarnos un camino lleno de novedad.

Si creemos, si amamos… entonces comenzamos a dar pasos, a entrar en la VIDA eterna, en la vida plena.

Oración

Trinidad Santa, despierta nuestro corazón para que CREAMOS.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Solo amando, podemos descubrir a Jesús vivo.

Domingo, 16 de abril de 2023
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image2DOMINGO 2º DE PASCUA(A)

Jn 20,19-31

Es esclarecedor que en los relatos pascuales Jesús solo se aparece a los miembros de la comunidad. O como es el caso de hoy, a la comunidad reunida. No hace falta mucha perspicacia para comprender que están elaborados cuando las comunidades estaban ya constituidas. No tiene mucho sentido pensar, como sugieren los textos, que el domingo a primera hora de la mañana o por la tarde ya había una comunidad establecida. Los exégetas han descubierto que los textos quieren decir algo muy distinto.

“Todos lo abandonaron y huyeron”. Eso fue lo más lógico, desde el punto de vista histórico y teológico. La muerte de Jesús en la cruz perseguía precisamente ese efecto demoledor para sus seguidores. La muerte en la cruz no pretendía solo matar a la persona sino borrar completamente su memoria. Seguramente lo dieron todo por perdido y escaparon para no correr la misma suerte. Todos eran galileos, que habían venido a la fiesta para volver a su tierra. La muerte de Jesús solo pudo acelerar esa vuelta.

Cómo se fueron estructurando esas primeras comunidades, es una incógnita. Ese proceso de maduración de los seguidores de Jesús no ha quedado reflejado en ninguna tradición. Los relatos pascuales nos hablan ya de la convicción absoluta de que Jesús está vivo. Es una falta de perspectiva histórica el creer que la fe de los discípulos se basó en las apariciones. Los evangelios nos dicen que para “ver” a Jesús después de su muerte, hay que tener fe. El sepulcro vacío, sin fe, solo lleva a la conclusión de que alguien lo ha robado y las apariciones, a pensar en un fantasma.

Esa experiencia de que seguía vivo, y además, les estaba comunicando a ellos mismos Vida, no era fácil de comunicar. Antes de hablar de resurrección, en las comunidades primitivas, se habló de exaltación y glorificación, del juez escatoló­gico, del Jesús taumaturgo, de Jesús como Sabiduría. Estas maneras de entender a Jesús después de morir, fueron condensándose en la cristología pascual, que encontró en la idea de resurrección el marco más adecuado para explicar la vivencia de los seguidores de Jesús. En ninguna parte de los escritos canónicos del NT se narra el hecho de la resurrección. La resurrección no es un fenómeno constata­ble empíricamente.

La experiencia pascual de los seguidores sí fue un hecho histórico. Cómo llegaron los primeros cristianos a esa experiencia no lo sabemos. En los relatos se manifiesta la dificultad del intento de comunicar a los demás esa vivencia de una realidad que está fuera del tiempo y el espacio. Fueron elaborando unos relatos que intentan provocar en los demás lo que ellos estaban viviendo. Para transmitir esa experiencia, no tuvieron más remedio que encuadrarla en el tiempo y el espacio para que fuera comprensible.

Reunidos el primer día de la semana. Jesús comienza la nueva creación el primer día de una nueva semana. El texto manifiesta la práctica de reunirse el domingo que se hizo común muy pronto entre los cristianos. Los que seguían a Jesús, todos judíos, empezaron a reunirse después de terminar la celebración del sábado, que seguían manteniendo como buenos judíos. Al reunirse en la noche, era ya para ellos el domingo. En el texto se ve que estaba ya consolidado el ritmo de las reuniones litúrgicas.

Se hizo presente en medio sin recorrer ningún espacio. Jesús había dicho: “Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Él es para la comunicad fuente de Vida, referencia y factor de unidad. La comunidad cristiana está centrada en Jesús y solamente en él. Jesús se manifiesta, se pone en medio y les saluda. No son ellos los que buscan la experiencia, sino que se les impone. Después de lo que habían vivido, era imposible que no pensaran en Jesús que estaba vivo.

Los signos de su amor (las manos y el costado) evidencian que ese Jesús que están viendo es el mismo que murió en la cruz. Este es el objetivo de todos los relatos pascuales. Lo que ven no es un fantasma ni una elucubración o alucinación mental de cada uno. El miedo que les había atenazado al ser testigos de su muerte en la cruz, desaparece. Ahora descubren que la verdadera Vida nadie puedo quitársela a Jesús ni se la quitará a ellos. La permanencia de las señales indica la permanencia de su amor. La comunidad tiene la experiencia de que Jesús comunica su misma Vida.

Sopló” es el verbo usado por los LXX en Gn 2,7 para indicar que Dios convirtió el hombre barro en ser viviente. Ahora Jesús les comunica el Espíritu que da la verdadera Vida. Queda completada así la creación del hombre nuevo. “Del Espíritu nace espíritu” había dicho Jesús (Jn 3,6). Ahora toman conciencia de lo que significa nacer de Dios. Se ha Hecho realidad en Jesús y en ellos, la capacidad para ser hijos de Dios. La condición de hombre-carne queda transformada en hombre-espíritu, objetivo de la creación.

Al dejar claro en el relato que Tomás no estaba con ellos, pretende aportar una lección magistral para todos los cristianos. Separado de la comunidad, es imposible llegar a la experiencia de un Jesús vivo. El separado está en peligro de perderse. Solo cuando se está unido a la comunidad se puede ver a Jesús, porque solo se manifiesta en el amor a los demás que sería imposible si no hay alguien a quien amar. Nadie puede pensar en un amor intimista que pudiera existir sin hacerse efectivo en los demás.

Cuando los otros le decían que habían visto al Señor, le están comunicando la experiencia de la presencia de Jesús, que les ha trasformado. Les sigue comunicando la Vida, de la que tantas veces les había hablado. Les ha comunicado el Espíritu y les ha colmado del amor que ahora brilla en la comunidad. Jesús no es un recuerdo del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos. De todos modos, queda demostrado en el relato, que los testimonios de otros no pueden suplir la experiencia personal.

¡Señor mío y Dios mío! La respuesta de Tomás es tan extrema como su incredulidad. Se negó a creer si no tocaba sus manos traspasadas. Ahora renuncia a la certeza física y va mucho más allá de lo que ve. Al llamarle Señor y Dios, reconoce la grandeza, y al decir mío, el amor de Jesús y lo acepta dándole su adhesión. Naturalmente Tomás no es una persona concreta sino un personaje que representa a cada uno de los miembros de la comunidad que dudan, pero terminan por superar esas dudas.

Dichosos los que crean sin haber visto. Todos tienen que creer sin haber visto. Lo que se puede ver no hace falta creerlo. Lo que Jesús le reprocha es la negativa a creer el testimonio de la comunidad. Tomás quería tener un contacto con Jesús como el que tenía antes de su muerte. Eso ya no es posible. Solo el marco de la comunidad hace posible la experiencia de Jesús vivo pero desde una perspectiva nueva.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La misión.

Domingo, 16 de abril de 2023
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Jn 20, 19-31

envio-misionero«Recibid el Espíritu Santo»

Tras la lectura de los relatos de la Pasión —eminentemente históricos— corremos el riesgo de pensar que los textos de la Resurrección siguen narrando los sucesos de aquel fin de semana; y no es así. El único suceso que podemos considerar histórico es la increíble transformación de los discípulos de Jesús, que pasaron de estar con las puertas atrancadas por miedo a los judíos, a jugarse la vida, y en muchos casos perderla, para dar testimonio de su fe en el crucificado.

¿Pero cuál fue la experiencia que provocó ese cambio? … El evangelio la expresa como apariciones del resucitado, pero sospechamos que el peso de lo simbólico y teológico apenas nos deja adivinar los sucesos que tuvieron lugar. Nos gusta suponer (quizá basados en los relatos evangélicos) que los discípulos creyeron de repente fulminados por una gracia espectacular. Así lo narra Juan en el texto de hoy: «Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”», pero en Jesús hemos visto que éste no es el estilo de Abbá; que su forma de actuar en el mundo se parece más a la de la semilla o la levadura.

La muerte de Jesús supuso un golpe mortal para la fe de sus seguidores, y todo indica que tras ella estaban en proceso de disolución. Lucas expresa esta idea con el pasaje de los dos discípulos de Emaús volviendo desmoralizados a su casa. Juan nos dice que Pedro, los Zebedeos y otros discípulos, había vuelto a Galilea y retomado sus ocupaciones…

Probablemente fue en este contexto de dispersión y desánimo cuando actuó en ellos el Espíritu; sin alardes, desde dentro, despacio, en silencio; como la semilla, como la levadura… Porque sólo la fuerza del Espíritu hace comprensible que recuperasen la fe contra toda evidencia; o, mejor dicho, que naciesen a otra fe, porque la anterior estaba muerta, enterrada con el cuerpo de Jesús en el sepulcro y sellada con la losa.

Y desde esta perspectiva, podemos aventurar que los relatos de la Resurrección son en realidad una profesión de fe en “Jesús Señor”, y solo seremos fieles a los textos leyéndolos así. Pero la curiosidad nos tienta y nos plantea preguntas: ¿Cuánto tiempo pasó hasta que los testigos manifestasen su fe? ¿semanas? ¿meses?… No lo sabemos ni nos importa, porque lo importante es que aquellos hombres, acobardados tras su muerte, se presentaron de nuevo en el Templo afirmando, y empeñando su vida en ello, que lo habían visto vivo después de su muerte y que habían recibido de él una misión: «Como el Padre me envió, así os envío yo a vosotros».

Excelente definición de la Iglesia: enviados por Jesús, con su misma misión. Ruiz de Galarreta invitaba a leer también en términos de misión esta otra frase del texto de hoy: «Lo que atéis quedará atado, y lo que desatéis quedará desatado» … Es decir, “Si perdonáis y compadecéis habrá perdón y compasión en el mundo, y si no lo hacéis no los habrá” … mucho más profunda que la meramente jurídica o fundacional

Es el compromiso con la misión lo que da sentido a la vida del cristiano, y lo hace hasta el punto que lo demás solo es importante en la medida que ayude a la misión.

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo en su momento, pinche aquí

Fuente Fe Adula

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Carta abierta a Tomás, apóstol, (e incrédulo, como yo).

Domingo, 16 de abril de 2023
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Juan 20, 19-31

Querido Tomás, apóstol y hermano:

El evangelio de hoy nos habla de ti, pero el evangelista Juan no nos lo pone fácil.  En primer lugar, apenas tenemos datos sobre tu vida. En segundo lugar, Juan no narra una situación, sino que ofrece una catequesis a su comunidad. Hoy, veinte siglos más tarde, ayúdame a recuperar el sentido de esa catequesis.

Para empezar, voy a imaginarme la escena, como si nos la contara alguien del grupo que hubiera presenciado lo que narra el texto. O, como decía San Ignacio de Loyola: “Como si presente me hallase”.

Anochecía. El día se nos había hecho muy largo, porque no podíamos hacer nada; estábamos con las puertas cerradas, sin hacer ruido. Los judíos nos buscaban; seguramente los romanos también, porque cuando ajusticiaban a uno de los nuestros, perseguían a su grupo, para ajusticiarlo. Lo sabíamos por experiencia.

Nos mirábamos en silencio, pero no acertábamos a decir nada. En el Gólgota nos habíamos hecho muchas preguntas: ¿Había merecido la pena acompañar al Maestro hasta el final? ¿Nos crucificarían los romanos por formar parte del grupo? ¿Cómo sería la morada que nos había prometido Jesús, para estar a su lado, cuando él se fuera? Ahora, sin la presencia de Jesús ¿qué íbamos a hacer? ¿Nos iríamos cada uno por nuestro lado? ¿Qué sería de nosotras, las mujeres del grupo, que habíamos dejado todo para seguirle y no podíamos volver a nuestras casas?  

Hoy ya no nos hacíamos preguntas, sólo cabía esperar… ¡Y ni siquiera sabíamos lo que esperábamos!

De repente, en la penumbra, oímos la voz inconfundible de Jesús:

– Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así os envío yo.

Quedamos desconcertados. Supimos que era Él. Su voz era inconfundible. Se había dado cuenta de que el miedo nos ahogaba, de que ni siquiera teníamos aliento para vivir, por eso sopló con fuerza sobre nosotros y nos dijo:

– Recibid el Espíritu Santo

Recordé que muchas veces nos había hablado del Espíritu Santo y nos lo había prometido. Que solía saludarnos dándonos su paz… Pero esta vez era diferente. En medio de nuestro miedo y de nuestra cobardía, el Maestro se hacía presente en la comunidad para comunicarnos el aliento de Vida.

Es más, se atrevía a enviarnos. Pero, ¿a dónde? ¿Cuál sería nuestra misión, de ahora en adelante? ¿No se daba cuenta de la situación de Jerusalén? Había crucifixiones casi a diario. La fiesta de la Pascua era una ocasión para que las autoridades políticas sembraran el pánico sobre el pueblo, especialmente sobre la gente de Galilea.

Esta noche no estaba Tomás en el grupo. Era un tipo curioso. En realidad, se llamaba Judas, pero le llamaban Tomás (que significa gemelo en arameo) y Dídimo (que significa gemelo en griego), aunque él nunca nos habló de quién había sido su hermano o hermana.

Cuando le contamos nuestro encuentro con Jesús, Tomás reaccionó como era habitual en él, como un “incrédulo”, pero, en el fondo, reconocíamos que todos éramos tan incrédulos como él, o más. Pero él era valiente y lo reconocía. Los demás disimulábamos nuestra falta de fe.

Pocos días después, cuando seguíamos reunidos en la casa, Tomás se quedó helado, como si viera a un fantasma. No se atrevía a acercarse a Jesús, pero el Maestro le ofreció sus manos y le invitó a tocarle; cuando le dijo: “No seas incrédulo, sino creyente”, supimos que nos lo estaba diciendo a cada uno de nosotros, a cada una. No era un reproche, era una invitación del Maestro a confiar, a entregarle nuestros miedos y acoger su paz.

Nuestros padres habían visto muchas señales. Habían sido liberados de Egipto, habían recibido a los profetas y habían creído, porque habían visto la mano de Yahvé que los acompañaba. Ahora Jesús, a través de Tomás, nos pedía creer sin haber visto.

Entendimos que nos pide creer, en lugar se sucumbir a la vida pagana de los romanos, que se extiende cada vez más. Creer, aunque por ello nos persigan los judíos y quienes no entienden nuestro discipulado. Creer que Jesús es el Hijo de Dios, aunque nosotros, con nuestros ojos, veamos a un proscrito, crucificado a las afueras de la ciudad. Creer que somos hijos e hijas de Dios, aunque continuamente toquemos nuestro barro. Creer que el Reino está dentro de nosotros y de cada persona, aunque veamos leprosos, pecadores o tiranos. Jesús nos pide dar un salto sobre el abismo, en lugar de quedarnos atrapados en lo que ven nuestros ojos…

——————

Tomás, hermano, ayúdanos, para que descubramos que HOY, en medio de los vaivenes del mundo, sigue haciéndose presente el Resucitado, en cada persona y en cada comunidad, con su saludo de paz. Que no olvidemos que sigue enviándonos su aliento de Vida. Que nos demos cuenta de que no podemos tocar las huellas de sus manos, pero nos ofrece “tocar” las huellas que ha ido dejando en nuestra vida y en la comunidad, para reconocerle. Que nos invita a “tocar” las heridas de las manos y el costado de l@s crucificad@s de la tierra. Y, que, al tocarlas y abrazarles, podamos decir contigo: ¡Señor mío y Dios mío!

 

Marifé Ramos

Fuente Fe Adulta

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¿Resurrección de la carne?

Domingo, 16 de abril de 2023
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DD218862-6A09-4A61-BFDF-F52EFC1534A9Domingo II de Pascua

16 abril 2023

Jn 20, 19-31

Hace unas semanas, en una web de contenido religioso, Leonardo Boff, citando a Rumi, escribía: “Cuando muera, mi espíritu volverá al Espíritu del que nunca se separó. Cuando desaparezca mi forma, volverá al Sin-forma, del que ninguna frontera le separaba”.

Pues bien, comentando esas palabras, un participante escribió lo siguiente: “Nuestro Señor resucitado asó pescado en la orillica con su gente y me temo que las formas disueltas en formas espectrales no son del mismo placer. Francamente igual que adoro a Dios muerto en la cruz y arrojado a la fosa de los ajusticiados malditos, adoro a Jesús disfrutando del pescaico asado (sic) al amanecer”.

(El “pescaico asado” hace referencia a un “relato de apariciones” que se narra en el apéndice añadido al evangelio de Juan (21,1-14). Pero tal relato no quiere reflejar un hecho acaecido. Se trata, más bien, de una catequesis, construida con elementos simbólicos, sobre la presencia del Resucitado y la Eucaristía, simbolizada justamente en la imagen de los peces asados que, en la narración, Jesús les ofrece).

Está bien que alguien tenga unos gustos u otros. La cuestión, sin embargo, es que no se trata de gustos, sino de atender a la verdad. Si por gustos fuera, también los niños desearían que sus papás fueran omnipotentes y que los Reyes Magos existieran realmente. Y mucho me temo que, hablando del “más allá de la muerte”, los humanos tenemos tendencia a crear paraísos a nuestra medida, acordes con nuestros gustos personales, buscando perpetuar el yo, que se vería finalmente liberado de todo sufrimiento. Ahora bien, ¿no suena esto más a ilusión que a realidad? ¿Qué ocurre cuando se ha comprendido que el yo, como tal, no existe? Si no somos el yo que pensamos ser, si ninguna forma -el yo es una forma más- es permanente, si todo lo que nace muere…, ¿tiene sentido pensar que los yoes pervivirán más allá de la muerte? ¿No es más sensato y más verdadero tener el coraje de deshacernos de ilusiones infantiles?

Sabemos que el pensamiento griego, al partir de una antropología dualista, podía defender la inmortalidad del alma, aun aceptando la descomposición del cuerpo. Por el contrario, el mundo judío, sobre la base de una concepción antropológica monista -que no concebía un “alma” separada del cuerpo- únicamente podía hablar de una vida más allá de la muerte garantizado que habría de resucitar la persona “entera”, dado que toda ella sería indivisible. Y esto fue lo que llevó a hablar de la “resurrección de la carne”. Pero, ¿realmente alguien puede creer que los cuerpos -por más que se hable de “cuerpos gloriosos”- vayan a resucitar?

Carecemos de respuesta a lo que haya de ocurrir tras la muerte. Sin embargo, no parece difícil saber lo que no puede ser. En cualquier caso, la postura de cada cual ante ese tema, dependerá de la respuesta que de a la gran cuestión: ¿qué soy yo? Si, en la línea de Rumi, lo que somos es Consciencia, Lo sin-forma, Espíritu…, esto es lo único que permanecerá, porque solo eso es eterno, no la forma del yo.

Se comprende que el yo ame perpetuarse por toda la eternidad, incluso que disfrute del “pescaico asado al amanecer”. Pero quizás necesitemos abandonar sueños y ahondar en la verdad de lo que somos. Hemos “olvidado” que el yo es solo un hijo del pensamiento -una construcción de la mente- y nos hemos apegado tanto a él que hemos terminado pensando que era nuestra identidad. ¿Dónde está ese yo al que tanto queremos, cuando la mente se silencia y no hay pensamientos? Cuando nos atrevemos a mirar con rigor, descubrimos que la “forma espectral” no es la consciencia sin forma, sino el yo, realidad virtual (pensada), que añora el disfrute de aquello a lo que nuestra mente se había apegado.

¿Puedo ver más allá de la ilusión del yo?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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“Con Francisco, el paradigma y los criterios han cambiado y van volviendo al Evangelio”

Domingo, 16 de abril de 2023
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010-主耶稣向门徒显现-远景-20160129Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

La comunidad de Jesús vive en paz, con serenidad-alegría,e ilusión (Espíritu). Lo demás son agencias de servicios religiosos

01.- Ni son todos los que están, ni están todos los que son.

    Aquel grupo inicial de creyentes –o no tan creyentes- y nosotros podríamos hacer nuestro el refrán castellano: ni están todos los que son, ni son todos los que están.

Y no estaban todos, porque faltaba Judas, que se había suicidado. Faltaba Tomás, que probablemente “había echado la toalla” y “había dejado ya la iglesia”. Probablemente faltaban muchos que terminaron decepcionados de Jesús y habían vuelto a sus tareas normales de pescadores. Por otra parte los “Once” que estaban, estaban “derrotados”.

¿Como nosotros?

Estaban los “Once” (número símbólico de los “Doce”), pero estaban encerrados y con el miedo metido en el alma.

¿También como nosotros?

02.- Cristo no estaba en el grupo, en la comunidad,

    Estaba el grupo, pero no estaba Cristo. Era un grupo “medio-judeo cristiano” pero sin JesuCristo.

    Y, porque no estaba Cristo, aquella comunidad naciente se encontraba agitada (sin paz),encerrada, triste, con miedo y sin ganas de vivir.

    El miedo bloquea, paraliza la mente y la creatividad y se echa mano del eterno “siempre se ha hecho así”, que hace unos días criticaba el papa Francisco [1].

03.- La resurrección, Cristo, impregna la vida de paz, alegría y espíritu

    Pocas huellas y poco testimonio de resurrección daba aquella comunidad eclesial: aquellos “Once”, y, sobre todo, faltaba Cristo.

    Pero, cuando Cristo está presente en nuestras vidas, en una comunidad cristiana, en la Iglesia, confiere: paz, alegría y Espíritu (aliento vital– ganas de vivir).

    Cuando Cristo está presente en nosotros experimentamos una profunda paz-serenidad, una inmensa alegría-gozo y su espíritu nos infunde vitalidad.

    El Evangelista San Juan de nuevo vuelve al Génesis, a la creación. Dios, para terminar la creación exhaló su aliento vital sobre el barro humano y así llegó, llegamos- a ser seres vivientes, (Gn 2,7).

    Una comunidad, una Iglesia en la que Cristo está presente, tiene y vive en paz, con serenidad-alegría, con ilusión (Espíritu). Lo demás son agencias de servicios religiosos y doctrinarios.

    ¿Y nuestra diócesis?

    Con el cambio de obispo hay expectativas de que la vida eclesial en nuestra diócesis, en nuestra iglesia local de San Sebastián cambie, mejore y se acerque al evangelio de Jesús y al Concilio Vaticano II. (Sería no querer ver la realidad decir que aquí no ha pasado nada)

    Se barajan nombres para los cambios en los cargos diocesanos que parecen más que necesarios. No se trata de derrocar a nadie, pero quiera Dios que quienes sean elegidos para tales tareas diocesanas sean personas que transmitan paz, alegría – serenidad e ilusión (Espíritu) a nuestra comunidad eclesial.

04.- Se intuye en la Iglesia una vuelta al origen en las intuiciones de Francisco

  Gracias a Dios que el estilo y tono cristiano y eclesial de Francisco es más evangélico del que pulula en algunas diócesis y jerarquía.

El paradigma ha cambiado con Francisco.

Aunque el papa Francisco no logre muchas cosas y cambios que quisiera y son necesarios, al menos el paradigma y los criterios han cambiado y van volviendo al Evangelio. Quedémonos con el “tono vital” de Francisco, el espíritu que Jesús infundió en la comunidad naciente. Desde el papa Francisco, lo principal en la Iglesia católica ya no es el miedo y la represión, la cerrazón, la condenación, y el infierno, la Inquisición y la doctrina, liturgia y moral fanáticas contra quien sea. Francisco no carga machacona y agresivamente contra todo lo que se mueve en la Iglesia.

    Si el poder eclesiástico y religioso te hace daño, si una moral legalista te ha hecho daño: el Señor te alivia, te confiere paz, alegría e ilusión.

El ¡Señor mío y Dios mío! es JesuCristo y nadie más ni en el ámbito social-político, ni ninguna jerarquía eclesiástica sustituye a JesuCristo.

05.- Tomás no está en el grupo: Vivir a descampado es difícil

   El ser humano es un haz de relaciones, no somos islotes en el Atlántico. Somos y vivimos en grupo, en familia, en amistades, pueblo, en ideologías, en iglesia, en comunidad, etc.

Es difícil vivir “afuera”, “a descampado”: fuera de la familia, del pueblo al que uno pertenece, de la cultura en la que uno ha nacido, de la fe que ha dado sentido a la vida.

Fuera del grupo uno vive dislocado, hace frío, se está mal.

    Mientras Tomás está “fuera”, no cree.

    ¿Cómo nos va la vida “al margen” de la comunidad, en las rupturas familiares, en las disensiones eclesiásticas, ideológico-políticas?

Tomás “dejó la Iglesia” como tantas personas han abandonado la fe, la práctica religiosa, la Iglesia.

06.- Tomás vuelve al grupo.

    A los ocho días, o cuando fuere, Tomás se reincorpora al grupo. Son “los otros discípulos” los que le comunican: hemos visto al Señor.

    La educación, la fe, la cultura nos la transmiten siempre “los otros”, la familia, el pueblo, la iglesia. Es muy difícil vivir siempre sólo y al margen de alguna comunidad humana y de la comunidad cristiana. No se puede ser “cristiano por libre”, como no se puede ser familia por libre o no se pertenece a un pueblo si no es con un cierto sentido comunitario

    Y es que vivir en comunidad es algo tan natural y espontáneo como difícil y, en ocasiones, duro. La vida matrimonial y familiar es muy problemática en determinadas situaciones, lo mismo que la vida socio-política, y eclesiástica, en las comunidades religiosas. Pero no es menos cierto que somos socio-comunitarios. [2]

    La mayor y mejor parte del “Windows” que configura nuestra existencia, lo hemos recibido del “grupo” familiar, social, eclesial al que pertenecemos.

07.- Jesús se acerca a Tomás, al ser humano: Sus heridas nos han curado (1Pedro 2,25)

Jesús se acerca a la frustración  y angustia de Tomás, como se acerca a todo ser humano: a los dos de Emaús, a la hemorroísa, la samaritana, al ciego, leprosos, epilépticos, etc.

Sus heridas nos han curado, (1Pedro 2,25).

La herida de Tomás, como las viejas cuestiones familiares, las polémicas eclesiásticas, enfrentamientos políticos, etc., no estaban sanadas todavía.

    La herida está curada cuando ya no rezuma amargura y rencor y es fuente de luz y de paz.

    Las heridas de Cristo han sanado y nos han sanado desde el amor.

La memoria eclesial de Cristo nos sana y ayuda a vivir en paz, ilusión (espíritu), y esperanza.

    Solamente a Cristo le decimos:

Señor mío y Dios mío

[1] Decía el papa Francisco en la audiencia de hace dos o tres miécoles: “En la Iglesia tenemos que evitar lógica del siempre se ha hecho así”

[2] En la vida eclesial se baraja con excesiva frivolidad y simplismo las ideas de comunión y obediencia, sin tener en cuenta otras dimensiones como son el pluralismo, la diversidad, las tradiciones varias, los estilos eclesiales y carismas, la armonía, que no van, ni mucho menos contra la vida comunitaria. La obediencia no es dominación ni sometimiento.

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Lo contrario de paz.

Domingo, 16 de abril de 2023
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14-doubtingthomas_1“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos” (Jn 20, 19-31)

Apasionantes las lecturas de la primera semana de Pascua. Leerlas te adentra en el tiempo que vivieron los que luego les tocaría contarlo y dejar su testimonio escrito; aunque en esos momentos, su estado de ánimo sólo les permitiera estar atemorizados, mirando las puertas cerradas a un mundo hostil y excesivamente peligroso tras la pérdida de quien consideraban su guía y protector de cara al futuro.

El inicio de la Pascua es un camino lleno de luces y sombras, subidas y bajadas,  interrogantes y sorpresas y de profundos temores que echaron por tierra todo lo vivido antes la muerte de su Maestro.

Cayendo la noche escuchan con toda claridad. “¡Paz a vosotros”!… así, directo, de forma sencilla, coloquial.

Pero conociendo quiénes eran (y somos), ve que sería de ayuda aportar una prueba visible: “les enseñó las manos y el costado”. Los conocía bien, a nosotros también.

Viendo como reaccionaban, alegría en sus caras y posturas erguidas, se escuchó por segunda vez: “¡Paz a vosotros!

Me hice una pregunta directa: ¿Qué es lo contrario de Paz? Me ha servido a lo largo de la primera semana de Pascua para rumiar qué es lo que les ofrecías y que nos ofreces, más allá de un saludo.

He buceado intentando comprender qué es lo destruye la Paz. He preguntado a algunos amigos y personas cercanas, intentando abrir el abanico de posibilidades para saber qué entendemos como contrario a la Paz.

Alguien dijo que lo contrario de la paz es la guerra. Otro, la violencia. Una joven decía que es un estado de intranquilidad interior que genera desasosiego. Una amiga con mucho recorrido de vida dijo que es el dolor. La enemistad destruía la paz, dijo otra persona. Hostilidad y conflicto también salieron como contrarios a la Paz.

Mi respuesta es que lo contrario de Paz es miedo. El evangelio de Juan, antes de acabar el segundo renglón, lo deja claro. Pero he tenido que pasar la vista muchas veces para concretar.

El Miedo inyectado en el corazón humano mata la Paz. Todo lo demás son los hijos del Miedo que van minando el estado interior del ser humano, de la familia, comunidades, sociedad, estados y cualquier otro grupo humano por pequeño que sea.

El caso de Tomás que no estaba con los demás (quizás por miedo no se atrevió ni a salir a la calle) es ejemplo claro de lo que el miedo demanda: certezas y datos concretos: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado,  no lo creo”.

“A los ocho días, estaban otra vez los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros”. Aunque la mayoría había recibido el Espíritu Santo y la misión que Jesús les encomendaba, las puertas seguían cerradas. Necesitaban tiempo.

Tomás escuchó el saludo más lo que iba dirigido en exclusiva a él: el dato, la certeza y el resultado. Que no es a lo que Jesús da primacía sino a lo contrario: “Bienaventurados los que crean sin haber visto”.

¿Cómo es la Paz de Cristo?

“La paz de Cristo no es una fórmula de evasión individual ni de realización egoísta. No puede haber paz en el corazón del hombre que busca la paz para él solo. Para hallar la verdadera paz, la paz de Cristo, tenemos que desear que otros también tengan la paz y estar dispuestos a sacrificar parte de nuestra paz y felicidad, con el fin de que otros tengan paz y sean felices.

La paz que trae Cristo no es la paz de un orden tiránico que es desorden porque en él toda oposición queda suprimida, y las diferencias se borran violentamente. La paz no significa la supresión de todas las diferencias, sino su coexistencia y fecunda colaboración. La paz no consiste en un hombre, un partido o una nación, que aplauden y dominen a todo lo demás. La paz existe donde los hombres que pueden ser enemigos son, por el contrario, amigos en razón de los sacrificios que han hecho con el fin de encontrarse en un nivel más alto, donde las diferencias entre ellos no son ya origen de conflicto”.  (Thomas Merton –  La paz monástica, 83)

Sí, dichosos y bienaventurados los que crean sin haber visto porque a través del perdón, la justicia, la acogida, la reconciliación la solidaridad… mantendrán abonada y bien regada la Paz que nos traes cada Pascua.

Vayamos por ahí cada día a repartirla gratis.

Mari Paz López Santos

II Domingo de Pascua –  16 abril 2023

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El Resucitado y el Cordero del Apocalipsis

Jueves, 17 de noviembre de 2022
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este-es-el-cordero-de-dios-que-quita-el-pecado-del-mundo-2103-blog_imagenA propósito de Ap. 5*

Maite Parga
Monforte de Lemos (Lugo).

ECLESALIA, 31/07/22.- Cuando el Resucitado se aparece en el cenáculo, les muestras las heridas, heridas como la del costado, herida mortal con la que ningún ser humano puede vivir. Sin embargo Jesús no solo vive, sino que es confesado como el Viviente, el que vive, no quien está vivo ahora, sino, aquel que vive por sí, el que vive y, por ello, la fuente de la vida. Jesús vive por el Padre, con quien comparte su naturaleza divina, y de quien recibe por creación su naturaleza humana.

Los evangelios, podían presentar a Jesús, sin huellas de la pasión, una victoria tan radical que no quedaran marcas de la lucha, sin heridas, sin heridas mortales, sin costado abierto, pero no lo hacen.

Juan, el autor del Apocalipsis, nos muestra un libro que es imprescindible que se abra, pero no hay nadie digno de hacerlo; entonces aparece un personaje que es digno de hacerlo, un cordero, el animal más inocente; se trata, además, de un cordero degollado, es decir sacrificado, muerto. Ese cordero degollado, está en pie, vivo; algo inaudito, está vivo pero lleva las huellas de su sacrificio y es él quien abre el libro y ante quien se postran todos los habitantes del cielo. El cordero está en pie precisamente porque fue sacrificado, porque derramo su sangre para que con ella se pudiesen lavar los seres humanos.

Al cristianismo le ha gustado en muchas ocasiones ser un movimiento dominador. Una Iglesia que ponga a todos de rodillas a rezar, un Cristo Rey que aplaste a todos los pecadores o los convierta de golpe, un Jesús triunfante.

En tiempos de Jesús se quería un Mesías poderoso, que cortará el cuello a los romanos, que dominase. Después de la resurrección y hasta la llegada del Espíritu Santo parece que sus propios seguidores seguían pensando lo mismo, por eso le pregunta Pedro a Jesús si es ahora cuando va restaurar el reino de Israel. Jesús seguramente se río a carcajadas y después le recordó que el Padre tiene sus tiempos.

El Apocalipsis nos muestra que el problema sigue, pero entonces aparece un personaje que da una gran noticia: “acaba de triunfar el león de la tribu de Judá” y cuando esperamos ver al león, nos aparece el Cordero, el Cordero degollado y vivo que, además, Dios sienta en su trono: ese es el León de Judá, porque Dios no salva por la fuerza, salva por la debilidad, salva por la cruz.

*«Vi también a un ángel formidable que proclamaba con voz potente:

– “¿Quién es digno de abrir el libro y de romper los sellos?”

Y no se encontró a nadie, ni en el cielo, ni en la tierra, ni en el mundo de abajo, que fuera capaz de abrir el libro y de leerlo. Yo lloraba mucho al ver que nadie había sido hallado digno de abrir el libro ni de leerlo. Entonces uno de los ancianos me dijo:

– «No llores más; acaba de triunfar el león de la tribu de Judá, el brote de David; él abrirá el libro y sus siete sellos.»

Entonces vi esto: entre el trono con sus cuatro Seres Vivientes y los veinticuatro ancianos un Cordero estaba de pie, a pesar de haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. El Cordero se adelantó y tomó el libro de la mano derecha del que está sentado en el trono. Cuando lo tomó, los cuatro Seres Vivientes se postraron ante el Cordero. Lo mismo hicieron los veinticuatro ancianos que tenían en sus manos arpas y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. Y cantaban este cántico nuevo:

– “Eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación. Los hiciste reino y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.”

Yo seguía mirando, y oí el clamor de una multitud de ángeles que estaban alrededor del trono, de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Eran millones, centenares de millones que gritaban a toda voz:

– “Digno es el Cordero degollado de recibir poder y riqueza, sabiduría y fuerza, honor, gloria y alabanza

Y les respondían todas las criaturas del cielo, de la tierra, del mar y del mundo de abajo. Oí que decían:

– “Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Y los cuatro Seres Vivientes decían el Amén».

Ap. 5

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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Magda Bennásar: Anochecía, como cada día…

Miércoles, 19 de mayo de 2021
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imagesPero esa tarde fue especial. Tratar de recoger en unas líneas es imposible, tanto como transmitir un paisaje maravilloso con una foto de móvil barato: los matices, las expresiones de las caras, el trabajo aportado de cada uno, sencillo y profundo.

¡Chapeau! hermanxs de comunidad online que el sábado hicimos nuestra celebración del Tiempo de Pascua. Éramos 31 personas de todas las regiones de España, Bélgica, y dos religiosas de Colombia. Íbamos “admitiendo” a nuestro templo virtual a cada uno con rostro y nombre, sencillo, sonrientes, entrando y saludando, presentándonos para los que no nos conocíamos.

La primera rueda fue decir quiénes éramos y brevemente como estábamos. Un poco tímidos al principio, varias personas más expertas iniciaron su compartir con cercanía y profundidad; algo se puso en marcha. Había vida, había experiencias, había palabra compartida.

Nadie presidía, solo una sencilla coordinación para indicar los tiempos y los diferentes movimientos de la celebración. Todos a una, en un silencio que impresionaba iniciamos el compartir escuchando con toda el alma a la persona que, rompiendo la timidez, compartía su reflexión breve del Evangelio del domingo.

El texto se preparó con tiempo. Sabíamos que ese día sería especial no por la buena música o buena homilía del de turno (bien escaso), sino que sería especial porque sería “fruto de nuestro humus- realidad y nuestro trabajo”, en igualdad, con delicadeza, comunicado y acogido como Palabra de Dios hecha carne en los educadores, médicos, administrativos, políticos, amas de casa, diseñadora gráfica con hijos propios y adoptados… de diferentes edades y circunstancias vitales.

Me impactó la capacidad de transmitir cómo la Palabra ilumina nuestras realidades. No era teórico. Parecía que Jesús iba a “pedir ser admitido” en la pantalla en cualquier momento porque si Él se hace presente cuando ve gente que da la vida, ese era su momento, y lo fue. ¡Uf!!!, como un susurro en el gemido del dolor que cada uno llevamos con más o menos gracia.

Vi sufrimiento en los educadores -de profes de Universidad a maestros, pasando por secundaria- un año especialmente complicado, han salido muchos problemas serios en los chavales, en sus familias: desempleo, covid, falta de perspectiva de futuro…

Las sanitarias agotadas, demasiado trabajo, a veces desorganización, sentirse desbordadas para también acoger a una población crispada por la situación…

Otros esperanzados porque sus ONGS caseras o nuevos partidos políticos van cobrando fuerza por su sensibilización con la realidad del planeta y las consecuencias a nivel socio-económico y sobre todo “humano”.

Varias personas agobiadas por mayores a su cargo además de trabajo, familia…emocionalmente afectadas por tanta vulnerabilidad.

Y el eterno comentario sobre la iglesia, que no voy a repetir. Dicen que no encuentran a posibles obispos en nuestro país. Yo el sábado vi a laicos, laicas y religiosas capaces de ello y mucho más. Gente que se forma, que trabaja, que tiene profesiones comprometidas, y que tienen o no familia, pero que intentamos estar ahí, donde respira la vida.

Yo les daría a la mayoría la autoridad para acompañar comunidades, como en los inicios del cristianismo. Ellas y ellos, sin báculos, con la consagración del bautismo, ejerciendo un mano a mano con el Resucitado. Sin pagas, sin púrpuras, sin templos, con el evangelio en el corazón y una comunidad que acompaña y a quien acompañar.

Le decíamos a una religiosa que había invitado a varias amigas, organiza algo en tu área, acompaña a estas personas hambrientas de espiritualidad y comunidad. No nos amedrentemos porque no nos sintamos preparados. Es un error que los laicos se dediquen a leer y leer comentarios de otros, pero que a la hora de compartir, piensen que no tienen nada que decir.

No podemos desmerecer al Resucitado que todos los días, nos espera en la orilla de nuestra vida con unos peces asados y una gran sonrisa para que recobremos el aliento y le sigamos donde la vida nos conduce porque, como nos decía el domingo, él nos sigue. Él permanece en nosotrxs y nos sigue donde vayamos, porque él sí se fía de nosotros. La iglesia no, por ser mujeres, laicos… nos desautorizan, pero el Señor resucitado nos llama por nuestro nombre y nos sigue en nuestras tareas.

Ese modelo de iglesia tradicional, está terminando porque ya no refleja el espíritu del nazareno. Él también cogía la copa de vino, del buen vino de la vida y lo compartía con su gente. Y eso hicimos, cada uno en su casa, teníamos la copa preparada, algunos de zumo de uva por respeto a procesos de desintoxicación, y la levantamos emocionados y nos sentimos Uno.

Cuando al final pedíamos por las necesidades fue gracioso descubrir que la mayoría dábamos gracias, ¡claro! cuando estás a gusto, ves más lo que te sobra que lo que te falta.

De verdad que nuestra pantalla-casa- templo no se vacía, todos queremos repetir y acercar a amigas y a hijos… así fue al principio. ¡Una pasada de sencillez y profundidad!

Gracias

Magda Bennásar Oliver, sfcc

Fuente espiritualidadintegradoracristiana.es

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Magda Bennásar: Calidad de presencia: el Espíritu.

Sábado, 6 de junio de 2020
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maxresdefaultAl igual que las discípulas y discípulos vamos haciendo el recorrido que los evangelistas nos ponen delante para que en la diversidad de encuentros con el Resucitado, descubramos el nuestro.

¿Cómo está siendo el tuyo?

En el mío se trenzan tres mechones, a cual más hermoso. Uno sería el dolor de tantas personas que puedo acompañar a través de unas palabras o unas letras… otros dos: la experiencia personal de Presencia y la experiencia de Comunidad que increíblemente va creciendo en calidad y compromiso.

¿Cómo acompaño el proceso de dolor?

Debido al confinamiento ha sido mayormente a través de comunicación online de reflexiones, que durante este año además de los dos Blogs nuestros, nos han publicado también en Inglés en el apartado Global Sisters Report: The life, dentro del periódico digital católico National Catholic Reporter.  Aportaciones hechas desde nuestro “humus”, como actitud de servicio, ante una demanda ingente de aportaciones de personas de otros países, lenguas y continentes. Publicaron también nuestra pascua online bilingüe.

Sentir que lo que experimentas en la intimidad silenciosa de tu corazón y estudias-elaboras… se convierte en apoyo para miles de personas, produce un “temor y temblor” que sólo puede ser de la Ruah. Dejas atrás el tan patriarcal  “yo no valgo, y menos en Inglés” para dejarte conducir y seducir por el que te envía a realizar su tarea, la de sembrar Vida, también con tu vida.

Experiencia personal de Presencia:

Descubrir, día a día, que el Espíritu es esa Presencia fuerte y tierna a la vez, que como el oxígeno para respirar nos envuelve, nos habita y nos constituye, es muy empoderador y liberador. Aun estando en confinamiento, aun estando con problemas del tipo que sea, esa Presencia percibida como silencio, como cercanía, como fuerza, como alegría, se convierte en camino, en Vida amasada con mi vida, y me “levanta-resucita” del sueño mortecino para conectarme con el sueño de Dios, inabarcable, pero fascinantemente real.

Experiencia de Comunidad viva:

Y sí, se va convirtiendo en Comunidad. Así en mayúscula, porque no es la comunidad de vecinos, ni la de senderismo…es una comunidad suscitada por el espíritu y mensaje renovador de las Hermanas para la Comunidad Cristiana (SFCC). Estas mujeres, después del Concilio, llevaron hasta las últimas consecuencias sus directrices, formando así,  a golpe de fidelidad y tal vez de desobediencia a normativas encorsetadoras del pasado, una comunidad imposible de soñar más abierta, más empoderadora, más humilde en su acogida a lo que el Espíritu va suscitando.

Hace poco más de dos años, que gracias a que hay gente que escribe su experiencia las descubrimos online. Hemos hecho un proceso de pertenencia y a la vez acogido a las personas que se unían a nuestra alegría liberadora. Tanto es así que ya hemos constituido la Región de España y son diez en estos momentos, los hombres y mujeres de 29 a 70 años, casados y solteros… que gozosamente vamos haciendo un camino juntos, muy enriquecedor y gozoso.

Para nosotras Pentecostés está siendo un proceso de acoger y acompañar… de canalizar la fidelidad y liberación que estas hermanas y hermanos van viviendo. Todos, desde nuestra profesión y vocación, vamos formando comunidad desde el rincón que nos ha tocado como parcela-regalo del Espíritu y con sus dones, y el de gozo abunda, vivimos, compartimos, servimos según las necesidades que cada uno, con madurez discierne.

¿De dónde salimos? De casi todos los rincones de España: Bilbao, Pamplona, Barcelona, Mallorca, Madrid, Valencia, Córdoba.

¿Comunidad a distancia?  ¡Quién dijo miedo! “nada hay imposible para Dios”: Compartimos Reflexión Teológica de los textos fundacionales  y oración compuesta por tiempo profundo de Silencio y Palabra. Quincenalmente compartimos esas reflexiones y luego necesitamos vernos y sentirnos por Skype. Por supuesto que tenemos un xat y nos comunicamos libremente por teléfono, yo creo que compartimos más y mejor que si viviéramos bajo el mismo techo.

¿Proyectos comunes? No es necesario tenerlos ya que la comunidad precisamente evita toda propiedad conjunta, atadura… pero sí tenemos uno importante, que si Dios y las personas ayudan pondremos en marcha próximamente. El confinamiento está siendo el tiempo de gestación y maduración necesaria.

Deseamos compartir esta experiencia de Presencia real, encarnada porque es vuestra. Su calidad viene enmarcada por vidas llenas de realismo, de personas preocupadas por sus familias, por como nutrir su interioridad y la de sus seres queridos, todos planteándonos como abrir caminos a la comunidad de Jesús hoy, y dándonos cuenta de que “lo estamos haciendo”.

Nuestras puertas están abiertas, y como para el Resucitado, no hay distancias. De hecho una mujer desde Egipto también hace su proceso con nosotras en un arabspanish muy divertido y profundo. Por supuesto que hay más gente en Europa. Eso otro día. Si no os aburre, claro.

Magda Bennásar Oliver, SFCC

www.espiritualidadintegradoracristiana.es

Vía Fe Adulta

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Abriendo puertas

Martes, 19 de mayo de 2020
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Del blog Amigos de Thomas Merton:

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La puerta es, en muchos cuentos y leyendas, un símbolo importante del hacerse hombre, ser humano adulto, maduro. Jesús mismo dice de sí en el evangelio que se lee el Domingo del Buen Pastor: “Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo: entrará y saldrá y encontrará pasto” (Juan 10,9). Jesús no sólo ingresa a través de nuestras puertas cerradas, sino que Él mismo es una puerta, a través de la cual podemos encontrar la vida.

La puerta representa el pasaje de un sector a otro, por ejemplo del aquí al más allá, del territorio profano al sacro. En la época medieval, las puertas de las catedrales siempre se decoraban con Cristo Rey. Así se recordaba que sólo a través de Cristo se puede entrar en la vida verdadera.  Si tomamos en serio las palabras de Jesús, nuestra vida primero será sanada y salvada, y llegaremos a nuestro verdadero yo cuando atravesemos la puerta que es Jesús mismo.

Las dos imágenes usadas por Jesús ilustran lo que significa esta vida: entrar y salir por una puerta, y encontrar la pradera. La puerta nos impulsará de ida y de vuelta. Ya no giraremos introspectivamente sobre nosotros mismos. Pero tampoco viviremos sólo en la superficie. En sueños a veces no encontramos la puerta que nos lleva a casa. Esta es una imagen que simboliza el no tener acceso a nuestro corazón, a nuestro propio ser; el sólo corretear por fuera, sin acceso a nuestra propia alma. Si ingresamos por la puerta que es Cristo, entraremos y saldremos; estaremos en relación con nuestro corazón y al mismo tiempo formaremos parte del mundo. También la imagen de “entrar y salir” evoca libertad; entrar por la puerta que es Cristo no nos encierra en un lugar, una realidad, un tiempo, sino que nos descubro como hijos, herederos, y por tanto abiertos al impulso del Espíritu y a los caminos nuevos que este abra para nosotros.

Y encontraremos pasto. Encontraremos el alimento que nos nutre realmente. Nunca nos faltará lo necesario para llegar a la siguiente etapa del camino, a la otra puerta que tendremos que cruzar.

 Cristo como verdadera puerta es una hermosa imagen de la resurrección.

Podemos sellar nuestras puertas, pero igual Jesús como Puerta de Vida, romperá y atravesará nuestras puertas selladas. Cuando Él entra por nuestra puerta cerrada, volvemos a tener acceso a nosotros mismos, perdemos el miedo y tenemos paz.

Es importante que tomemos conciencia de las puertas que atravesamos o de las puertas que cerramos en torno nuestro. Deja que el Resucitado camine a tu lado, contigo, a través de todo tu mundo interior; que lo cerrado se abra, y que la vida verdadera entre en esos espacios oscuros y sofocantes de tu realidad personal, familiar o comunitaria.

Pregúntate: ¿Cuál es la puerta que debo abrir para que la vida se haga más amplia y tenga más luz?

¿Qué puertas esperan por mí para que las abra?

*

(Recreación de un texto de Anselm Grün)

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Dolores Aleixandre: “Lo que añoramos y ansiamos recuperar es precisamente lo más corriente y cotidiano”

Martes, 5 de mayo de 2020
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amigos2-572x750De su blog Un grano de mostaza:

Lo que asombra es la discreta manera de hacerse próximo del Resucitado”

“La banalidad de los lugares comunes, el ‘Descanse en paz’ de las esquelas y necrológicas y su oferta de una eternidad dedicada fundamentalmente a descansar, resulta mínimamente estimulante”

“Lo que añoramos y ansiamos recuperar es precisamente lo más corriente y cotidiano: salir a la calle sin miedo, caminar con libertad, estrechar una mano, abrazar a alguien, sentir la calidez de la cercanía de los que queremos, mirarnos a los ojos en directo”

Si hemos aprendido, un poco más, a no separar a Dios de la vida misma, a no desear ninguna apoteosis fuera de nuestra vida cotidiana, estamos empezando a entender lo que es la Encarnación. Estamos, como Nicodemo, “naciendo de nuevo”

Tanto el imaginario sobre “vida eterna” como el de “resurrección” me han parecido siempre escasos, planos y poco atrayentes. Ya sé que voy a decir una barbaridad pero el políptico de la Adoración del Cordero Místico, de los hermanos Van Eyck, por muy obra de arte que sea,  no me inspira el más mínimo deseo de participación. Y en el otro extremo, el de la banalidad de los lugares comunes, el “Descanse en paz” de las esquelas y necrológicas y su oferta de una eternidad dedicada fundamentalmente a descansar, resulta mínimamente estimulante.

En cuanto a la “resurrección”, entiendo que es muy difícil encontrar lenguajes para hablar de ella y no hay más que ver los ensayos y tanteos de los autores del Nuevo Testamento a la hora de hablar de encuentros con el Resucitado. Entonces, nos dejamos llevar por nuestra tendencia a suplir lo que le falta a la discreción del lenguaje bíblico, y damos rienda suelta a nuestros deseos de grandiosidad.

En la Pascua del año pasado me llegó una presentación con el título: Apoteosis de la Resurrección. Me apresuré a mandarla sin abrir a la papelera, movida por el convencimiento de que, si algo está ausente en las apariciones del Resucitado tal como  las cuentan los evangelios, es precisamente la apoteosis. El diccionario de la RAE la define como “ensalzamiento de una persona con grandes honores y alabanzas”,  con sinónimos como “delirio, júbilo, frenesí, entusiasmo, enardecimiento, culminación, cúspide, homenaje o glorificación”. Pero, por más que busquemos algo de eso en los relatos pascuales (y cuánto nos gustaría, la verdad…), nos es imposible encontrar ni rastro de semejantes exaltaciones, resplandores, centelleos o arrebatos.

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Políptico de la Adoración del Cordero Místico. Hnos Van Eyck

A la hora de contar cómo conectaba el Resucitado con los suyos, lo que asombra es su discreta manera de hacerse próximo, de sorprenderles en sus trayectos habituales, de saludarles con el Shalom de cada día, de presentarse bajo las apariencias más comunes: un trabajador de parques y jardines, un transeúnte desinformado al que hay que poner al día de los últimos sucesos, un desconocido ocioso que pregunta desde la orilla qué tal va la pesca.

“Si hemos aprendido a no desear ninguna apoteosis fuera de nuestra vida cotidiana, estamos empezando a entender lo que es la Encarnación”

Todo reenvía a la vida ordinaria, a la Galilea de la cotidianidad más corriente y moliente pero iluminada ahora desde el interior por una secreta alegría. Lo definitivamente portentoso y extraordinario no es que Jesús diera de comer a cinco mil en el desierto, sino que preparara él mismo las brasas para que desayunaran los suyos. O que les preguntara otro día si les había sobrado algo del pez asado que acababan de comer. La maravilla no era haber hecho andar a un paralítico con la fuerza de su palabra, sino que Pedro, Juan y María de Magdala corrieran juntos a buscarle en la mañana de Pascua.

Y todo esto, ¿qué tiene que ver con la pandemia del coronavirus? Pues creo que mucho porque, junto a la desolación de tantas pérdidas, estamos descubriendo con asombro que lo esencial de nuestra vida resulta ser aquello que dábamos por supuesto y que no nos parecía importante. Lo que añoramos y ansiamos recuperar es precisamente lo más corriente y cotidiano: salir a la calle sin miedo, caminar con libertad, estrechar una mano, abrazar a alguien, sentir la calidez de la cercanía de los que queremos, mirarnos a los ojos en directo, citarnos con amigos para tomar unas cañas.

Si después de esta sacudida vamos identificando la presencia íntima de Dios en nuestra oscuridad diaria y en las existencias frágiles de los otros; si aprendemos a mirar realmente lo que tenemos delante, con su mezcla de alegrías, sorpresas, fracasos y preguntas; si nos asombramos de que amanezca un día más, de que haya brotes en las ramas de los castaños y de que el vecino del 3º salga de casa a las 5 de la mañana porque a las 6 empieza su turno como conductor de la EMT; si hemos aprendido, un poco más, a no separar a Dios de la vida misma, a no desear ninguna apoteosis fuera de nuestra vida cotidiana, estamos empezando a entender lo que es la Encarnación. Estamos, como Nicodemo, “naciendo de nuevo”.

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“Alegría y Paz”. 19 de abril de 2020. 2 Pascua (A). Juan 20, 19-31.

Domingo, 19 de abril de 2020
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thomas-et-jesusNo les resultaba fácil a los discípulos expresar lo que estaban viviendo. Se les ve acudir a toda clase de recursos narrativos. El núcleo, sin embargo, siempre es el mismo: Jesús vive y está de nuevo con ellos. Esto es lo decisivo. Recuperan a Jesús lleno de vida.

Los discípulos se encuentran con el que los ha llamado y al que han abandonado. Las mujeres abrazan al que ha defendido su dignidad y las ha acogido como amigas. Pedro llora al verlo: ya no sabe si lo quiere más que los demás, solo sabe que lo ama. María de Magdala abre su corazón a quien la ha seducido para siempre. Los pobres, las prostitutas y los indeseables lo sienten de nuevo cerca, como en aquellas inolvidables comidas junto a él.

Ya no será como en Galilea. Tendrán que aprender a vivir de la fe. Deberán llenarse de su Espíritu. Tendrán que recordar sus palabras y actualizar sus gestos. Pero Jesús, el Señor, está con ellos, lleno de vida para siempre.

Todos experimentan lo mismo: una paz honda y una alegría incontenible. Las fuentes evangélicas, tan sobrias siempre para hablar de sentimientos, lo subrayan una y otra vez: el Resucitado despierta en ellos alegría y paz. Es tan central esta experiencia que se puede decir, sin exagerar, que de esta paz y esta alegría nació la fuerza evangelizadora de los seguidores de Jesús.

¿Dónde está hoy esa alegría en una Iglesia a veces tan cansada, tan seria, tan poco dada a la sonrisa, con tan poco humor y humildad para reconocer sin problemas sus errores y limitaciones? ¿Dónde está esa paz en una Iglesia tan llena de miedos, tan obsesionada por sus propios problemas, buscando tantas veces su propia defensa antes que la felicidad de la gente?

¿Hasta cuándo podremos seguir defendiendo nuestras doctrinas de manera tan monótona y aburrida, si, al mismo tiempo, no experimentamos la alegría de «vivir en Cristo»? ¿A quién atraerá nuestra fe si a veces no podemos ya ni aparentar que vivimos de ella?

Y, si no vivimos del Resucitado, ¿quién va a llenar nuestro corazón?, ¿dónde se va a alimentar nuestra alegría? Y, si falta la alegría que brota de él, ¿quién va a comunicar algo «nuevo y bueno» a quienes dudan?, ¿quién va a enseñar a creer de manera más viva?, ¿quién va a contagiar esperanza a los que sufren?

José Antonio Pagola

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“A los ocho días, llegó Jesús”. Domingo 19 de abril de 2020. 2º Domingo de Pascua.

Domingo, 19 de abril de 2020
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24-PascuaA2Leído en Koinonia:

Hch 2,42-47: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
Salmo responsorial 117: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
1Pe 1,3-9: Nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva
Jn 20,19-31: A los ocho días, llegó Jesús

Si la resurrección de Jesús no tuviera efecto alguno en la vida del discípulo, es decir, si la Resurrección no tuviera como sentido final la re-creación del ser humano y por tanto la re-creación de un nuevo orden, entonces eso de la Resurrección de Jesús no habría pasado de ser un asunto particular entre el Padre y su Hijo. Pero, como la resurrección de Jesús es la base y fundamento de una comunidad y el horizonte hacia el cual tiende toda la creación, por eso, tanto el evangelio de hoy como la primera lectura de Hechos, tratan de iluminarnos sobre cuál es ese horizonte y cuáles, por tanto, son los efectos inmediatos, reales y concretos de la Resurrección.

Las fallas, los tropiezos y las caídas en el proceso de construcción de una comunidad igualitaria y justa no hay que verlos como la demostración de que no se puede lograr esa construcción; esos aspectos negativos se pueden percibir como el signo de que ciertamente no es fácil, pero en todo caso no es imposible, máxime si hay plena conciencia de que ése es el proyecto de Dios y que por ese proyecto Jesús hasta derramó su sangre y entregó su vida. Pero, también por ese proyecto, el Padre lo resucitó, para que quienes confesamos ser seguidores suyos veamos si nos comprometemos o no con ese “su” proyecto que él quiere compartir con nosotros y que ciertamente él respalda y acompaña en todo momento. Ese es el principal sentido de la Resurrección y eso es lo que los discípulos no entienden de manera inmediata.

Justamente el evangelio de hoy nos da la pista para entender que el descubrimiento de los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no se comprenden rápidamente, de un momento a otro. Aunque los dos discípulos han comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (cf. Jn 20, 1-18), los discípulos siguen encerrados. Dos veces en el pasaje de hoy escuchamos estas dos expresiones, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v.19) y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v. 26), lo cual es signo de que esto es un proceso de maduración de la fe. No nos dice el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús, con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar la fe de cada discípulo.

Tal vez a nosotros, como creyentes de este tiempo, nos hace falta madurar aún mucho más el aspecto de la fe; tal vez nuestros conceptos tradicionales aprendidos sobre Jesús y su evangelio no nos permiten ver con claridad cuál es el horizonte de esa fe cristiana que confesamos tan folclóricamente y que, por tanto, no impacta a nadie. Valdría la pena hacer el ejercicio de desaprender; vaciar completamente nuestro ser, nuestro corazón, hacer lo de Tomás, viendo el caso de Tomás desde la óptica más positiva, claro está; es decir, si no lo juzgamos de entrada como “el incrédulo”, sino como el que quiere creer y poner en práctica su fe, pero que desde su vacío interior necesita ser llenado por la presencia de su Señor. Éste es el camino que estamos llamados nosotros hoy a recorrer. Leer más…

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