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El ministro marroquí de Derechos Humanos califica a los homosexuales de “basura”

Martes, 17 de octubre de 2017
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mustapha-ramidY luego habrá quien banalice esta situación o quien defienda a la banalizadora

La homosexualidad sigue siendo castigada con la cárcel en Marruecos. Ramid acaba de asistir en Ginebra al “examen periódico universal” sobre los derechos humanos.

El Código Penal marroquí castiga en su artículo 489 la práctica de la homosexualidad (definida como “la comisión de actos contra natura con individuos del mismo sexo”) con penas de hasta tres años de cárcel.

“Basura”Así calificó el pasado 28 de septiembre el ministro de Derechos Humanos de Marruecos, Mustafá Ramid, a los homosexuales. No se trata, por desgracia, de la primera vez que Ramid se pronuncia en términos ofensivos hacia las personas LGTB, que viven en Marruecos una situación muy complicada.

Mustafá Ramid participaba en una reunión sobre la prevención de la tortura en los países del norte de África organizada en Rabat por el Consejo Nacional de Derechos Humanos marroquí. Al ser interpelado en los pasillos por periodistas sobre la criminalización de la homosexualidad, Ramid, visiblemente molesto, contestó que era un tema al que no debía darse tanta importancia. “Esa gente es basura”, añadió (la web marroquí en francés Le Site Info muestra el vídeo y explica que el vocablo árabe que utilizó fue “aousakh”).

“¿Y qué les pasa ahora (a los homosexuales)? Si hablamos mucho de este tema, eso es darles importancia… Mira, somos marroquíes“, dice Ramid ante una cámara, y cuando se aleja, aparentemente sin saber que sigue estando grabado, dice: “Son basura”. Algunos medios aseguran que el ministro creía que no estaba siendo grabado, pero lo cierto es que viendo las imágenes de Le Site Info su actitud de desagrado ante los periodistas era evidente y no parece que le importara mucho ser grabado:

Ramid acaba de asistir en Ginebra al “examen periódico universal” sobre los derechos humanos, donde presentó algunas mejoras introducidas en su país, pero sin tocar los temas más espinosos, como son la prohibición de la homosexualidad, de las relaciones sexuales extramaritales, de la infracción del ayuno en ramadán o de la conversión a cualquier religión distinta del Islam.

Las palabras del ministro marroquí han desencadenado indignación en las organizaciones defensoras de los derechos humanos, como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos o la Asociación de Lucha contra el Sida, que han dirigido una carta al primer ministro, Saadeddine Othmani, para que tome cartas en el asunto. Tanto Othmani como Ramid pertenecen al Partido Justicia y el Desarrollo, la formación conservadora e islamista que gobierna en la actualidad Marruecos.

No se trata, por desgracia, de la primera vez que recogemos declaraciones LGTBfóbicas de Mustafá Ramid, quien nunca ocultó su opinión sobre los homosexuales y en numerosas ocasiones ha dicho que la sociedad marroquí “no está preparada” para admitir la homosexualidad. En 2015, cuando era ministro de Justicia, se refirió a un espantoso ataque sufrido por una mujer transgénero en Fez insinuando que las personas LGTB son en parte culpables de las agresiones que reciben por “provocar” a la sociedad.

Constante persecución de las personas LGTB en Marruecos

Actitudes como las del ministro Ramid son muy preocupantes, especialmente cuando de un tiempo a esta parte asistimos a un recrudecimiento de la persecución contra las personas LGTB por las autoridades de Marruecos, desmintiendo el tópico preexistente de que las leyes represoras no se aplican en la práctica (el artículo 489 del Código Penal marroquí castiga los “actos licenciosos o contra natura con un individuo del mismo sexo” con penas de hasta 3 años de prisión, además de una sanción económica. Y el artículo 483 establece penas de hasta dos años de prisión por “obscenidad pública”).

Lo cierto es que cada vez llegan más noticias de detenciones y condenas por violar la ley. En marzo de este mismo año, dos varones fueron condenados a seis meses de prisión por mantener relaciones homosexuales. La detención se produjo tras difundirse a través de las redes sociales un vídeo de ambos. Durante el juicio, uno de los acusados declaró que había sido maltratado verbal y físicamente por los agentes de Policía durante su estancia en comisaría. En noviembre de 2016, un varón homosexual español de 73 años y su pareja sexual, de 23, fueron detenidos, tras ser delatados por una camarera del hotel de Marrakech en el que se alojaban. El ciudadano español fue posteriormente puesto en libertad, pero no tuvimos noticias de qué acciones se tomaron con el detenido de nacionalidad marroquí. Un mes antes, dos adolescentes eran detenidas tras haber sido sorprendidas por un familiar mientras se besaban en su propio domicilio. Finalmente, el tribunal desestimó los cargos por falta de evidencias, aunque ambas permanecieron detenidas, y una de ellas incomunicada, durante varios días.

También en 2016, en el mes de junio, fueron juzgados dos jóvenes por mantener relaciones sexuales en el interior de un vehículo y fueron condenados a 6 meses de prisión, en un “juicio” exprés y sin una defensa digna (ningún abogado quiso representarles). En el mes de abril, dos jóvenes fueron sorprendidos en la cama por un grupo de hombres que habían irrumpido en su vivienda, fueron brutalmente agredidos, y, con el rostro ensangrentado y desnudos, llevados a la calle para su humillación pública. La Policía, en vez de perseguir a los agresores, detuvo a las víctimas, que fueron juzgadas y condenadas a penas de hasta 4 meses de prisión por practicar la homosexualidad.

En febrero de 2016 nos hacíamos eco de la condena a 18 meses de prisión a dos jóvenes por cometer “actos con un individuo del mismo sexo” por un tribunal de Tiznit, al sur de Marruecos. Y poco antes, en enero, dábamos cuenta de la detención de dos jóvenes marroquíes por haber difundido un vídeo en el que se besaban en un lugar público.

También en el pasado año 2015 tuvimos conocimiento de varias condenas en Marruecos, en aplicación de ese artículo. En el mes de junio se produjo la detención de Lahcen y Mohsine, otros dos hombres que se besaron, fotografiaron y dieron muestras de afecto ante la Torre Hasán, uno de los entornos históricos marroquíes más prominentes. A pesar de conseguir más de 71.000 firmas de personas todo el mundo pidiendo su liberación, ambos fueron condenados finalmente a cuatro meses de cárcel y una sanción económica. Ese mismo mes, se denunció la detención de 20 hombres homosexuales en Agadir, acusados de “difundir la corrupción”. Según el colectivo Aswat, no serían las únicas detenciones por ese motivo llevadas a cabo en ese año, que formarían parte de una campaña de arrestos dirigida por el Gobierno marroquí contra la población homosexual masculina para reafirmar su posición en el debate público sobre la despenalización de la homosexualidad. Un mes antes, tres hombres más fueron condenados a la pena máxima, tres años de cárcel. Tras recibir una denuncia, la Policía capturó a dos de los hombres mientras mantenían relaciones sexuales en el centro de trabajo de uno de ellos. Al ser interrogados, informaron de que se habían conocido a través de un tercero, que finalmente también fue detenido y condenado.

También en años anteriores,nos hemos hecho eco de diversas detenciones a personas homosexuales. En mayo de 2013 publicábamos la condena a cuatro meses de cárcel a dos jóvenes detenidos en “delito flagrante” cuando se encontraban en el interior del coche de uno de ellos. En mayo de 2014 seis hombres fueron condenados a penas que oscilaban entre uno y tres años por cometer “actos contra natura”. En octubre de ese mismo año informábamos de que un británico de 69 años era condenado a cuatro meses de prisión por homosexualidad (aunque, finalmente, fue puesto en libertad).

Un compendio de noticias que son solo una muestra de la realidad a la que se enfrentan las personas LGTB en Marruecos. Y es que, como dijera el joven marroquí Hamza (en el vídeo de la campaña que el colectivo Aswat lanzó para concienciar de la homofobia social marroquí) “ser homosexual en Marruecos es algo muy difícil, porque tienes que lidiar a diario con los estereotipos sociales preconcebidos, que no aceptan diferencias, especialmente el ser gay”.

Y hemos incluido solo las referidas a persecución por parte del estado porque, por poner un sólo ejemplo, el pasado agosto vimos espantados cómo un joven gay, muy conocido en redes sociales de Marruecos, era agredido después de que un director de cine incitase a “violarlo”

No podemos olvidar cómo el pasado 25 de marzo, un vídeo grabado con un teléfono móvil comenzó a circular como la pólvora por la red: en él se veía cómo un grupo de personas asaltan un domicilio particular, sacan a dos hombres de la cama, los golpean e insultan y finalmente los sacan a la calle desnudos y ensangrentados para mayor escarnio. La pareja era detenida en Beni Melal, después de haber sufrido la cruel agresión . Mientras que uno conseguía huir, el otro era condenado a 2 meses de cárcel y pagar una multa de 500 dirhams, aunque sería finalmente puesto en libertad, después de admitir su condición sexual y de que su abogado solicitara la anulación de la Ley 489.  Este episodio puso a Marruecos en el foco de organizaciones internacionales, desde Human Rights Watch (HRW) a la feminista Femen, que envió a Beni Melal a dos activistas que trataron de desnudarse ante la puerta del tribunal, aunque la policía intervino con presteza e impidió su acción.

HRW, que envió a un observador al proceso y ha publicado varios comunicados sobre el caso, se escandalizó por el hecho de que la Justicia marroquí procesara a las víctimas de una agresión antes que a los agresores. “Agredidos, ensangrentados, sacados desnudos a las calles y luego mandados a la cárcel por su vida privada (…) Este veredicto va a desanimar a las víctimas a la hora de buscar justicia y aumentará la probabilidad de delitos de homofobia” en el país, dijo la organización. Queda, no obstante, la preocupación expresada en numerosos medios por el carácter de la agresión: el allanamiento de un domicilio, la agresión colectiva y la vejación pública en plena calle contra dos seres indefensos. “El proceso de Beni Melal -decía Karim Bujari- interpela a todo el mundo porque también es el de la libertad individual opuesta a la resistencia violenta de la comunidad”.

Y aún tenemos grabadas en la retina otras terribles imágenes, las de un intento de linchamiento de una mujer transgénero en Fez, ocurrido en junio pasado. Ocurrió lo mismo: solo gracias a que el vídeo se viralizó y desencadenó un escándalo que trascendió las fronteras de Marruecos, acabaron con una dos de los agresores fueron condenados a cuatro meses de prisión, y ello pese a que el propio ministro de Justicia; Mustafá Ramid, llegó a insinuar entonces que las personas LGTB son culpables de las agresiones que reciben.

Sin pronunciamiento oficial de España

No podemos obviar la clamorosa falta de una denuncia contundente ante estas violaciones de los derechos humanos por parte del Gobierno español, ni siquiera cuando en 2015 una cooperante de nuestro país fue expulsada por apoyar “las causas de la desviación de la moral”. Y ello pese a que Marruecos sea un país vecino con el que España mantiene una intensa relación cultural, comercial y social.

 Fuente Dosmanzanas/Cristianos Gays

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