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Domingo VI del Tiempo Ordinario. 11 de febrero, 2024

Domingo, 11 de febrero de 2024
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“Encolerizado (Jesús se enfada), extendió la mano y lo tocó diciendo: -Quiero: queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.”

(Mc 1, 40-45)

Muchas traducciones dicen que Jesús sintió lástima o se compadeció del leproso cuando le dijo  «si quieres puedes sanarme», pero quienes entienden de Biblia, y traducciones como la de la Biblia de Jerusalén, aseguran que los textos originales dicen que Jesús se “encolerizó”: “encolerizado, extendió su mano le tocó y le dijo: quiero, queda limpio”.

Jesús no se enfada muchas veces, al menos no nos lo cuentan los evangelios, pero hay por lo menos tres momentos en los que se dice o se muestra que Jesús se ha enfadado: este fragmento con el leproso, con los fariseos por lo que piensan en su interior, y con los mercaderes en el Templo.

Por más que nos choque y que tratemos de maquillarlo, Jesús se enfadaba.

Pero, ¿por qué se enfada con este pobre leproso que le pide que lo sane? No parece muy en la línea de Jesús esto de enfadarse en lugar de “compadecerse” ante la enfermedad.

Bien, según quienes estudian la Biblia, lo que enfada a Jesús hasta el punto de encolerizarse es que le busquemos solo para quedar libres de una enfermedad. Le enfada que no queramos conectar con la hondura de su mensaje, de su Buena Noticia.

Jesús no quiere sanar por sanar. No vino a librarnos de la enfermedad. Tampoco del sufrimiento. Jesús no es un “solucionador de problemas”. Dios tampoco.

Jesús vino a mostrarnos quién es Dios. Ese es su mensaje. Ese es el sentido de su vida y también el motivo de su muerte violenta en una cruz.

Marcos, en su evangelio, nos dice que Jesús nos manifiesta quién es Dios cuando se deja clavar en la Cruz. Dios es el que escoge el último lugar, el que nadie quiere. Y para llegar al Dios de Jesús no hay más camino que ocupar el lugar de las últimas de nuestra sociedad, de nuestro mundo.

No se trata tanto de ir a ayudar a quienes lo pasan mal, se trata de ser una más, de ocupar su lugar para que esa persona pueda ocupar el nuestro.

Algo similar a lo que hacían los frailes trinitarios en los orígenes de la Orden, quedarse en el lugar de los cautivos.

Oración

No permitas, Trinidad Santa, que te busquemos solo para liberarnos de nuestras ataduras personales. Haznos comprender el camino exigente de tu evangelio. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Jesús liberaba al aceptar a todos sin reservas.

Domingo, 11 de febrero de 2024
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Mc 1,40-45

Seguimos en el primer capítulo de Marcos. Después de un enunciado general, que resume su habitual manera de actuar, nos narra la curación de un leproso. El leproso no tiene nombre. Tampoco se habla de tiempo y lugar determinados. Se trata de una generalización de la manera de actuar de Jesús con los oprimidos. Se advierte una falta total de lógica narrativa. Apenas ha pasado un día de la predicación de Jesús y ya le conocen hasta los leprosos que vivían en total aislamiento de la sociedad.

La lepra era el motivo más radical de marginación. Lo que se entendía por lepra en la antigüedad, no coincide con lo que es hoy esa enfermedad concreta. Más bien se llamaba lepra a toda enfermedad de la piel que se presentara con un aspecto más o menos repugnante. Tanto la lepra como las normas sobre la enfermedad no son originales del judaísmo. Esas normas nos parecen hoy inhumanas, pero no tenían otra manera de defenderse de una enfermedad que podía causar estragos.

Se acercó, suplicándole: Si quieres puedes limpiarme. Esta actitud indica a la vez valentía, porque se atreve a transgredir la Ley, pero también el temor a ser rechazado. Se puede descubrir una complicidad entre el leproso y Jesús. Los dos van más allá de la Ley. La liberación solo es posible a través de una relación profundamente humana. Si no salimos de la trampa de un poder divino para hacer milagros, nunca entenderemos el verdadero mensaje del evangelio. Jesús libera, humaniza, porque trata humanamente a los demás. De ese modo les devuelve la capacidad de ser humanos.

Sintiendo lástima. La devaluación del significado de la palabra “amor” nos obliga a buscar un concepto más adecuado para expresar esa realidad. En el NT, ‘compasivo’ se dice solo de Dios y de Jesús. Es la acción de Dios manifestada a través de los sentimientos humanos. La compasión era ya una de las cualidades de Dios en el AT. Jesús la hace suya en toda su trayectoria. Es una demostración de que para llegar a lo divino no hay que destruir lo humano. La compasión es la forma más humana de amor.

Le tocó. El significado del verbo griego aptw no es en primer lugar tocar, sino sujetar, atar, enlazar. Este significado nos acerca más a la manera de actuar de Jesús. Quiere decir que no solo le tocó un instante, sino que mantuvo esa postura durante un tiempo. Había que traducirlo por ‘le dio la mano’ o le abrazó. Teniendo en cuenta lo que acabamos de decir de la lepra, podemos comprender el profundo significado del gesto, suficiente por sí mismo para hacer patente la actitud de Jesús. No solo está por encima de la Ley, sino que asume el riesgo de contraer la lepra.

Quiero… La simplicidad del diálogo esconde una riqueza de significados: Confianza total del leproso y respuesta que no defrauda. No le pide que le cure, sino que le limpie. Por tres veces se repite el verbo kadarizw limpiar, verbo que significa también, liberar. Nos lanza más allá de una simple curación. Desaparece la enfermedad y le restituye en su plena condición humana: Le devuelve su condición social y su integración religiosa. Vuelve a sentir la amistad de Dios, que era el valor supremo para un judío.

Lo echó fuera… y cuando salió… La segunda parte del relato es de una gran importancia. Se supone que estaban en un lugar apartado del pueblo, sin embargo, el texto griego dice literalmente: lo expulsó fuera, y del leproso dice: cuando salió. Una vez más nos está empujando a una comprensión espiritual. Jesús no quiere que continúe junto a él y lo despide inmediatamente; eso sí, con el encargo de no contarlo y de presentarse ante el sacerdote. Una vez más, manifiesta Marcos el peligro de que las acciones de Jesús en favor del marginado fueran mal interpretadas.

¡Qué curioso! Jesús acaba de saltarse la Ley a la torera, pero exige al leproso que cumpla lo mandado por Moisés. Hay que estar muy atento para descubrir el significado. Jesús no está contra la Ley, sino contra las injusticias y tropelías que se cometían en nombre de ella. Él mismo tuvo que defenderse: no he venido a abolir la Ley, sino a darle plenitud. Jesús se salta la Ley cuando le impide estar a favor del hombre. Presentarse al sacerdote era el único modo que tenía el leproso de recuperar su estatus social.

El evangelio nos dice que las consecuencias de la proclamación, de hecho, fueron nefastas para Jesús. Si había tocado a un leproso, él mismo se había convertido en apestado. “Y no podía ya entrar abiertamente en ningún pueblo”. Las consecuencias de la divulgación del hecho, podían también ser nefastas para el leproso. Era el sacerdote el único que podía declarar puro al contagiado. Los sacerdotes podían ponerle dificultades si tenían conocimiento de cómo se había producido la curación.

La lepra producía exclusión porque la sociedad era incapaz de protegerse de ella por otros medios. Hoy la sociedad sigue creando marginación por la misma razón, no encuentra los cauces adecuados para superar los peligros que algunas conductas suponen para ella. No somos todavía capaces de hacer frente a esos peligros con actitudes humanas. Tenemos que recurrir a métodos deshumanizadores.

Jesús se pone al servicio del hombre sin condiciones, mostrándonos lo que tenemos que hacer nosotros. Dios no tiene nada que ver con la injusticia, ni siquiera cuando está amparada por la ley humana o divina. Jesús se salta a la torera la Ley, tocando al leproso. Ninguna ley humana, sea religiosa, sea civil, puede tener valor absoluto. Lo único absoluto es el bien del hombre. Pero para la mayoría de los cristianos sigue siendo más importante el cumplimiento de la ley que el acercamiento al marginado.

No creo que haya uno solo de nosotros que no se haya sentido leproso y excluido por Dios. El pecado es la lepra del espíritu, que es mucho más dañina que la del cuerpo. Es un contrasentido que, en nombre de Dios, nos hayan separado de Dios. El evangelio de Jesús es buena noticia. El Dios de Jesús es Padre porque es Ágape. De Él, nadie se tiene que sentir apartado. La experiencia de ser aceptado por Dios es el primer paso para no excluir a los demás. Si partimos de la idea de un Dios que excluye, encontraremos mil razones para excluir en su nombre.

Seguimos aferrados a la idea de que la impureza se contagia, pero el evangelio nos está diciendo que la pureza, el amor, la libertad, la salud y la alegría también. Seguimos justificando demasiados casos de marginación bajo pretexto de permanecer puros. ¡Cuántas leyes deberíamos saltarnos hoy para ayudar a todos los marginados a reintegrarse en la sociedad y permitirles volver a sentirse seres humanos!

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El leproso

Domingo, 11 de febrero de 2024
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Mc 1, 40-45

«De modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad»

Otra escena para contemplar, para imaginar, para paladear, para aparcar la razón y disfrutar.

Jesús sale de Cafarnaúm para predicar la buena Noticia. El camino discurre entre suaves colinas de tierra rojiza tachonada de arbustos y pequeños árboles retorcidos por el viento. Le sigue un amplio séquito posiblemente superior a doscientas personas, y, tal como solía ocurrir, sus seguidores se apretujan en la cabeza de la marcha en un intento permanente de acercarse más al profeta. Los rayos del sol a sus espaldas y la brisa del oeste contra el rostro les proporciona una marcha agradable y placentera.

De súbito, en un recodo del camino aparece un leproso que se dirige a ellos con paso decidido. Sus vestiduras, blancas antaño, se han convertido en un montón de harapos sucios y desastrados. «Si quieres, puedes limpiarme» —grita, con fuerza.

Un leproso no sólo tiene que soportar su terrible enfermedad, sino la marginación total de la sociedad en que vive. Esta marginación es el reflejo del supuesto rechazo del propio Dios, que de esa forma le castiga por sus pecados. Es impuro ante la Ley y transmite su impureza a todo aquel que osa tocarle. Un leproso es considerado, en definitiva, como causa de contaminación y maldición para el pueblo, y tocar a un leproso no solo es una imprudencia desde el punto de vista higiénico, sino, sobre todo, un quebrantamiento grave de la Ley de Moisés.

Pero volvamos al relato. Quienes hasta entonces se habían esforzado por mantenerse al lado de Jesús, comienzan a ralentizar el paso para evitar que el leproso pueda llegar hasta a ellos; y no solo eso, sino que al ver al leproso seguir acercándose, vuelven sobre sus pasos olvidando la compostura y atropellando a los que todavía no se han hecho cargo de la situación. Solo Jesús se mantiene firme esperando al desventurado, e incluso algunos testigos dicen que avanzó hacia él.

Jesús siente una infinita compasión por aquel hombre; por la insoportable soledad en la que vive a causa de la brutal injusticia a la que le someten sus hermanos. El reino de Dios, la buena Noticia, también son para él, o mejor dicho, son preferentemente para él; para aquel Hijo cuya única esperanza parece ser la muerte. A pocos pasos de Jesús, el leproso hinca la rodilla en tierra y vuelve a suplicarle: «Si quieres, puedes sanarme».

Los acompañantes de Jesús contemplan la escena a distancia prudencial. Algunos le instan para que se retire antes de que pueda incurrir en impureza. «¡No le hagas caso! —le gritan—, es un pecador y está quebrantando la Ley». Pero Jesús no les oye. Solo piensa en la tragedia de aquel hombre y en cómo ayudarle. Ante el estupor de todos, da unos pasos hacia él, le coge de los codos y lo levanta. Sin soltarle, cierra los ojos, implora la misericordia del Padre y, cuando vuelve a abrirlos, la lepra ha desaparecido.

Aquel hombre, casi sin respiración al ver el prodigio que acababa de producirse en su persona, se mira incrédulo las manos, antes convertidas en muñones, y se palpa el rostro, antes carcomido por la enfermedad. Jesús le pone afectuosamente la mano sobre su hombro, y le dice: «Mira; no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y ofrece por la purificación lo que ordenó Moisés». Pero el leproso, después de partir, comienza a pregonarlo a los cuatro vientos, y lo hace tan a conciencia, que el conocimiento de este suceso precede a Jesús en todo el camino.

Cuando continúan la marcha hacia la aldea a la que se dirigen, la muchedumbre ya no le estruja en su afán por acercarse más, sino que guarda una prudente distancia porque Jesús ha incurrido en impureza y no quieren que nadie pueda acusarles de impuros por haberse rozado con él. Algunos quedan perplejos y escandalizados ante semejante trasgresión de la Ley por parte de Jesús, pero a él esto le trae sin cuidado. Para él lo importante es la gente —sobre todo la gente necesitada—, y ningún poder humano va a apartarle de su camino.

Al llegar a la puerta de la aldea, las autoridades le impiden el paso. «Tú no puedes pasar —le dicen— hasta que cumplas tu período de impureza». Jesús tiene que quedarse fuera y sus amigos se quedan fuera con él. Durante el tiempo que prescribe la Ley, tiene que permanecer en los descampados sin poder acercarse a las ciudades, pero hasta él llegan las gentes de todas las partes para escucharle…

¡Fascinante Jesús!

 

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Rehabilitar la compasión.

Domingo, 11 de febrero de 2024
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5df7Optimized-leproso336xcDOMINGO 11 de febrero

Mc 1,40-45

En tiempos de pandemia y distancia social, recuperar la compasión y la projimidad se hace imprescindible en nuestras sociedades para no dejar de ser humanos. Pero también es necesario liberarla del marco en que ha sido secuestrada y desvirtuada. El Evangelio de este domingo nos ofrece pistas para ello.

La compasión vivida al modo de Jesús nunca naturaliza la injusticia ni el sufrimiento ajeno, especialmente el de las personas más excluidas, como sucede en la situación del leproso. Nace siempre de la proximidad y la cercanía, del cuerpo a cuerpo con el otro. Es una reacción ante el sufrimiento ajeno interiorizado, que llega hasta las entrañas y el corazón propio y mueve a actuar, a ponerse en la situación de quien sufre, a acompañar ese sufrimiento e incidir en las causas para evitarlo. En consecuencia, la compasión no tiene sólo una incidencia interpersonal, sino que tiene repercusiones comunitarias y sociales. Alude siempre a una dimensión práxica. Si carece de ella se convierte en “lastima”.  La lástima es la domesticación de la compasión, se alimenta del dolor del otro para realizarse y termina por generar servilismo o dependencia. El centro es el yo y no el otro. La compasión, sin embargo, se apoya en gestos y no en discursos y su centro es siempre el otro, nunca la autosatisfacción ni la autocomplacencia.

Adentrarnos en el Evangelio de Marcos es hacerlo en un itinerario compasivo donde los relatos de sanación resultan sumamente significativos y en el que las manos, el sentido del tacto, ocupan un papel fundamental. Los verbos poner sobre, tocar, extender se repiten en ellos para significar la acción liberadora de Jesús al entrar en contacto con los cuerpos considerados malditos, impuros, “indignos de Dios” en Israel. Las manos de Jesús son fuente de conocimiento y reconocimiento. Jesús al tocar sana, libera, “empodera”. En sus relaciones y trato humanizador con los más excluidos y excluidas les confirma como imagen y semejanza del Creador. Las manos de Jesús se abren en gesto de comunión y reconciliación y la impureza queda invalidada en su poder de contagio. El tacto de Jesús les hace recuperar su identidad negada, hace de ellos criaturas nuevas. Su modo de tocar la vida y relacionarse con las personas revela la compasión y la ternura de un Dios que invita no a cumplir preceptos sino a humanizar la vida desde los últimos y últimas. De esta experiencia brota el agradecimiento y el anuncio.

En tiempos en los que el contacto humano queda o limitado a grupos burbujas con distancia social y mascarilla ¿Cómo rehabilitar la compasión y no olvidar que el autocuidado cristiano va de la mano del cuidado de los últimos y últimas?

Pepa Torres

Fuente Fe Adulta

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Compasión

Domingo, 11 de febrero de 2024
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compasion-en-guerra-coreaDomingo VI del Tiempo Ordinario

11 febrero 2024

Mc 1, 40-45

La compasión constituye uno de los signos más palpables de madurez humana y de espiritualidad genuina. Y esto no es así por un convencionalismo arbitrario, sino porque la compasión brota espontáneamente de la comprensión.

Una persona es psicológica y espiritualmente madura cuando se habita a sí misma, viviendo en conexión consciente con lo que es, más allá de la imagen, de la acción y del propio ego. Y lo que somos de fondo, más allá del yo, es una realidad transpersonal que se ha designado como Verdad, Bondad y Belleza. Dicho más brevemente: somos Amor. Por eso, cuando lo comprendemos, no podemos sino vivirlo. Por eso también, es lo único que nos hace felices.

Sin embargo, la experiencia nos dice que encontraremos dificultades para vivirlo: desde una sensibilidad más o menos endurecida hasta un estado de alejamiento de nuestra propia identidad profunda, pasando por un mayor o menor bloqueo de nuestra capacidad de amar, como consecuencia de carencias afectivas importantes en los primeros momentos de nuestra existencia.

Eso explica que, con frecuencia, nos veamos enfrentados a una paradoja: somos Amor, pero necesitamos entrenarlo para poder vivirnos en coherencia. Entrenar el amor no significa entrar por un camino de voluntarismo. La voluntad la necesitaremos para mantener la perseverancia en el entrenamiento, pero el amor despertará en la medida en que nos sea posible experimentarlo.

Es probable que, en ese camino, haya que empezar por cuidar y desarrollar el amor a sí mismo. Un cuidado que no tiene nada de egoísta, ya que ese mismo amor es el que nos libera del encierro narcisista, gracias a dos características que lo acompañan: la humildad y la universalidad.

El amor es humilde, es decir, verdadero e íntegro y, por tanto, desapropiado, porque se reconoce infinitamente más grande que el propio yo. No se trata, por tanto, de que yo me ame -aunque lo nombremos de este modo-, sino de que el Amor me alcanza y me envuelve. Al reconocerlo así, el yo o ego ha perdido su protagonismo.

Por otro lado, el amor es universal, no deja nada ni a nadie fuera. Porque no es un sentimiento que dependiera de mí y conociera altibajos, sino una certeza que se apoya en la realidad de lo que es: todo es uno, todos somos uno. En el Amor lo experimentamos.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Marginados (leprosos) en la vida: si quieres puedes limpiarnos.

Domingo, 11 de febrero de 2024
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28c3Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.-     UNA ANÉCDOTA SOBRE LA LEPRA

Me lo contaba un sencillo y buen catequista africano que él lo vivió:

Allá en Guinea Ecuatorial, en plena selva africana, en un poblado llamado Mikomeseng, había –y hay- una humilde pero hermosa leprosería construida con la ayuda de la Fundación belga del P. Damián (apóstol de los leprosos).

Hace cincuenta / sesenta años, más o menos, el entonces dictador de Guinea Ecuatorial, Macías, quiso eliminar la lepra de su país, para lo cual no tuvo mejor ocurrencia que expulsar a todos los leprosos de la leprosería a la selva. Cuando los pobres leprosos: gente muy limitada por la enfermedad huían a la selva como buenamente podían, Macías dio fuego a los leprosos y a la selva.

2.- LA LEPRA EN LA VIDA DE ISRAEL; IMPUREZA Y MARGINACIÓN

La lepra y las enfermedades de la piel, llagas, erupciones, etc. eran consideradas como el signo exterior de una situación de pecado interior.

Por esta razón los leprosos eran considerados impuros y debían salir de la convivencia familiar, dejar la convivencia del pueblo y vivir en las afueras sin tener contacto alguno con la gente.

La lepra era la enfermedad que más alteraba la vida de una persona. Desfiguraba y deterioraba el cuerpo, el alma y la dignidad hasta convertirlo en “impuro”.

Por esta razón los leprosos vivían en las afueras de las ciudades, vestidos con andrajos, entre la basura, (Job). El leproso tenía que llamar la atención con una campanilla o haciendo gestos para que nadie se le acercara, pues quien tocaba un leproso queda igualmente impuro y, por tanto, excluido. El leproso permanece aislado, condenado a su suerte. El leproso solamente puede vivir en compañía de quienes padecen su misma enfermedad. (2 Rey 7,3; Lc 17,11-19).

Es el caso de Job:

Satán salió de la presencia de Yahveh, e hirió a Job con una llaga maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. Job tomó una tejoleta para rascarse, y fue a sentarse entre la basura. (Jb 2,7-8)

En el AT el leproso es impuro también ante Dios, por lo que no puede participar en el culto, en las celebraciones. El leproso, vive, pero es considerado como muerto, que también es impuro e intocable. La lepra es exponente de la dureza del sistema religioso marginando sin compasión.

3.- JESÚS -EL CRISTIANISMO- ANTE LA LEPRA Y LA MARGINACIÓN.

Tanto Jesús como el leproso hacen lo que no debían. Ni debían ni podían acercarse uno al otro. Uno por enfermo y Jesús para no quedar contaminado.

Aquel hombre leproso -marginado- se acerca humildemente -se puso de rodillas- y le suplicó a Jesús: si quieres puedes limpiarme.

Jesús, como buen judío, debía haber salido corriendo, como lo hicieron el sacerdote y el levita en la parábola del buen samaritano, (Lc 10,25-37).

Pero Jesús siente compasión, se acerca, toca y limpia al leproso. Jesús rehabilita al leproso: lo de vuelve a la vida, a la convivencia. Siempre eres hijo de Dios.

Dios no hace acepción de personas, ni relega a nadie.

4.- COMPASIÓN

Jesús es la expresión de la misericordia de Dios. En JesuCristo se nos hace presente la bondad de Dios.

¡Cuántas veces aparece en los evangelios que: “Jesús se compadeció, sintió lástima”.

+ La misericordia de Dios es entrañable (Lc 1).

+ Bienaventurados los que tienen misericordia, (Mt 5,7).

+ Jesús siente compasión de la multitud. (Mt 9,36; 14,14; 15,32).

+ Dejaos de tanto rito y liturgias celestiales: misericordia y no sacrificios, (Mt 9,13).

+ Jesús siente pena por aquella madre viuda de Naím que acompaña a enterrar el cadáver de su hijo, y le devuelve a la vida. (Lc 7,13).

+ El padre del hijo pródigo, cuando le ve volver a casa, se conmovió. (Lc 15,23).

+ El buen samaritano es puesto como modelo porque tuvo misericordia. (Mc 10,33).

+ Jesús siente compasión de tantas personas… Extiende su mano al leproso, al paralítico, a la mujer que perdía la vida (sangre), a la muerte (Lázaro), a la suegra de Pedro, etc.

Dios se compadece siempre del ser humano e interviene con fuerza para rehabilitarnos, para acogernos en la convivencia.

Jesús, que es puro, toca al impuro. Nosotros no manchamos a Cristo, Él nos limpia, nos sana,

Lo que Jesús hace con el leproso y con tantos enfermos es la bondad de Dios para con nosotros.

5.- ¿HEMOS VUELTO AL AT?

También hoy creamos marginación en nuestro derredor: marginaciones en la familia, muchos ancianos son marginados en los centros sanitarios; marginaciones en el campo del trabajo; aparcamientos y marginaciones en la vida eclesiástica; menosprecios y marginaciones de corte étnico, marginaciones de los emigrantes, etc.

¿No es marginación lo que hacen muchos obispos, curas y laicos con los homosexuales en contra incluso del papa Francisco?

Salgamos de la sinagoga, de la ley y volvamos a la misericordia del Señor. Es más importante la ley que el Evangelio.

Dios, JesuCristo son misericordia.

Lo propio de ser cristiano es la compasión, sentir lástima y curar.

Señor, si quieres puede limpiarme

Jesús sintió lástima, le tocó y le dijo: queda limpio.

PARA CONCLUIR LA PALABRA

Un viejo documento cristiano (apócrifo), el papiro Egerton, recoge allá por el siglo II una oración que pone en boca del leproso cuando se encuentra con a Jesús. vamos a terminar la homilía rezando todos juntos esta oración

Maestro Jesús, tú que andas con los leprosos y comes con ellos en su casa:

yo también me he puesto leproso;

si tú quieres, me volveré a poner puro.

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“La ideología eclesiástica”, por Guillermo Jesús Kowalski.

Viernes, 9 de febrero de 2024
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IMG_2686De su blog Poliedro y periferia:

Evangelii Gaudium advierte del riesgo de separar la realidad de la idea, refugiándose en la palabrería, la imagen, el sofisma. Si la realidad es superior a la idea, nuestros proyectos no pueden ser solo formales manipulaciones de la realidad.

La idea, en Tomás de Aquino o Pascal, es deudora de la realidad, percibida con el “corazón” que ama, “intus legere” y que capta que «todo está relacionado, conectado» (LS 16; 117; 138), se integra a un poliedro de sentido.

Jesús no se fija en nuestra ideología, que tener siempre la tenemos, sino que su Amor va más allá y hace de nosotros, un pueblo de hermanos.

Pero la Esperanza cristiana está en aquel que, al resucitar, ha vencido a la ideología religiosa que lo condenó. Aquel que, con la fuerza de su Espíritu, teje día a día su Reino de Misericordia entre las guerras de este mundo. Que nos envía profetas, que todos los días nos anuncian desde distintos lugares y culturas, el Evangelio del amor y la compasión, para cambiar el mundo.

El Papa pedía en la misa de Reyes: “Ideologías eclesiásticas, ¡no!”, ellas alientan la división en la Iglesia y quitan a Jesús del centro

El Evangelio no es una idea o una ideología, es un anuncio que te toca y te cambia el corazón. Pero si te refugias en una ideología estás haciendo del Evangelio un partido político, un club de personas” … “el Evangelio no es una ideología” que crea “agotadoras polarizaciones” “En la Iglesia todo debe conformarse a las necesidades del anuncio del Evangelio; no a las opiniones de conservadores o progresistas”, insistió, “sino a que Jesús llegue a la vida de las personas. Por lo tanto, toda elección, uso, estructura y tradición deben ser evaluados en la medida en que favorezcan el anuncio de Cristo”. (Papa Francisco)

La ideología no es solo cuando se identifica el evangelio con la derecha, la izquierda, los conservadores o los progresistas, encontrando algunas afinidades, se renuncia a ser una instancia crítica que vaya más allá de la mera identificación política.

También la Iglesia puede vivir una reducción ideológica cuando ella misma se erige en poder, en un sistema de ideas para someter otros seres humanos…en nombre de “Dios”. Es el origen de todos los fundamentalismos. Las ideologías siempre son una justificación de ciertos intereses para poder influenciar y hacerse con el poder. El que no tenga una “que tire la primera piedra” (L. Gera). El tema es ser conscientes de esta forma limitada de abordar la realidad y no reducir el Misterio de Dios a ellas, sino redimirlas desde una comprensión evangélica más amplia.

Para Evangelii Gaudium, el programa de Francisco, la ideologización del cristianismo deriva del clericalismo. Una “ideología” hegemónica para gobernar la Iglesia, un discurso parcial e interesado del Evangelio, concentrado en formas secundarias y desconectado de la raíz …” para justificar la estructura de poder de un clero carrerista y autorreferencial.

Va más allá de ser conservador o progresista. De lo que se trata es de tener el poder y defenestrar al mejor estilo “Maquiavelo”, al que intente ponerlo en duda (inquisición, cruzadas, expulsión, quema de disidentes, “abandono al brazo secular”, soporte de colonialismos, excomuniones… y ahora la persecución mediática del Papa Francisco y sus reformas).

De lo que se trata en la ideología clerical, es de “mandar en nombre de Dios”. El camino contrario a Jesús, que no vino a ser servido sino a servir, que fue víctima de los poderosos civiles y religiosos de este mundo y les insistió a sus apóstoles en la última cena que “entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande deberá ser vuestro servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20)

Por eso, esta ideología interpreta la evangelización como proselitismo, no como contagio de “una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos (Lc 2,10). De lo que se trata es de convencer con miedos y condenas para domesticar, homogenizar …y así reproducir el sistema. Son sacralizados objetos, gustos, vestimentas y modos de vida del clero, como el celibato obligatorio que ha sido erigido como algo más importante incluso que el sacramento del Orden Sagrado. Nada de cercanía con el pueblo, sino “desde arriba”, con sacralizaciones absurdas…que terminan en pandemias de abusos y pederastias.

El reduccionismo dogmático de la pretendida “pureza doctrinal”, piedra filosofal del clericalismo, es como el casamiento entre parientes, endogámico, genera malformaciones, asfixia. Diferente del amor del Dios hecho hombre, que es expansivo, poliédrico, dialogal, una identidad abierta, humilde, respetuosa, inclusiva. Los dogmas, que son pocos, son solo una señal hacia el misterio, no su encorsetamiento con el lenguaje de una época y  de un grupo.

La perspectiva de la ideología clerical no es buscar el Reino de Dios y su Justicia, sino afirmar en este mundo la institución eclesiástica como exigente aduana del Cielo regida por una “casta sagrada”. Anula el interés por hacer un mundo mejor, la tensión hacia los cielos nuevos y tierra nueva” (Ap.21). Nada de compromiso con el sufrimiento personal y estructural de este mundo. Sólo hay que “acatar, rezar y sostener el culto” sumisamente, para tranquilizar la conciencia. El juicio final descripto por Jesús en Mt 25, donde el acento está puesto en el amor samaritano, es reemplazado por misticismos desencarnados, por “sentirse bien con uno mismo” en la lógica narcisista actual, donde el otro es un obstáculo.

En la ideología eclesiástica predomina la preocupación obsesiva por la institución. Es sabido que todo movimiento social requiere institucionalidad para la profundización y continuidad del mensaje que abraza. Pero en el caso de la ideologización de la institución eclesiástica, su cultura organizacional, siempre deudora de una época y una elite, predomina sobre el mensaje y la vida que ha de transmitir a lo largo de la historia e interpretando “los signos de los tiempos”.

Cambia el foco del Evangelio, que ya no se dirige a los que tienen hambre y se les da de comer… ya no son los bienaventurados por sufrir la injusticia y luchar por ella, ya no es el Reino de Dios y su Justicia sino el reino de los clérigos y sus privilegios, que siempre nos embarcan en cruzadas contra los “enemigos de la fe”.

Pero la Esperanza cristiana está en aquel que, al resucitar, ha vencido a la ideología religiosa que lo condenó. Aquel que, con la fuerza de su Espíritu, teje día a día su Reino de Misericordia entre las guerras de este mundo. Que nos envía profetas, que todos los días nos anuncian desde distintos lugares y culturas, el Evangelio del amor y la compasión, para cambiar el mundo.

Puedo entregar mi cuerpo a las llamas, pero si no tengo amor… (1 Cor 13) El amor, no la idea del amor, redime, construye, cura, perdona, da sentido, capacita para ver lo que nadie ve…Como Jesús, que ve “algo grande” en el enfermo, en el pecador, en la viuda que lo toca entre la multitud, en Zaqueo, en el centurión…todos amados, comprendidos. Él no se fija en nuestra ideología, que tener siempre la tenemos, sino que su Amor va más allá y hace de nosotros, un pueblo de hermanos.

La ideología impide ver a las personas como totalidad y finalidad, sus necesidades profundas, sus aficiones, su verdad. Como decía Mafalda “amo a la humanidad, lo que me molestan son las personas. Puede que a las individualistas no le interesen los pobres o que las colectivistas hagan de los pobres solo una bandera para revoluciones que terminan empeorando su situación. Como cita la película Napoleón de Ridley Scott: El pueblo entra en la revolución por la miseria …y termina en la miseria por la revolución”.

Ese desinterés por la persona concreta, hace que la gente se vaya de la iglesia, hay un instinto que les dice que por ahí no es. Es una de las principales causas de la apostasía de las masas. Las personas sienten que la institución no tiene interés verdadero por ellas, sino por “imponerles ideas” y controlarlas.

Evangelii gaudium advierte del riesgo de separar la realidad de la idea, refugiándose en la palabrería, la imagen, el sofisma. Si la realidad es superior a la idea, nuestros proyectos no pueden ser solo formales manipulaciones de la realidad. La idea, en Tomás de Aquino o Pascal, es deudora de la realidad, percibida con el “corazón” que ama, “intus legere” y que capta que «Todo está relacionado», «todo está conectado» (LS 16; 117; 138), se integra a un poliedro de sentido.

poliedroyperiferia@gmail.com

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“Donde nace la esperanza”, por Carlos Osma

Jueves, 8 de febrero de 2024
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IMG_2645Del blog Homoprotestantes:

En la oscuridad de la nada, donde el frío hace temblar a los que no existen, nace la esperanza. Donde no hay camino, excepto aquel por el que alguna vez vagaron los animales salvajes, surge la necesidad de abrir un nuevo camino. Cuando no hay nada que perder, cuando no hay refugio donde refugiarse, la salvación puede estar presente. Sólo después de los límites de la realidad impuestos por quienes poseen la fuerza, el poder y la verdad, irrumpe el Mesías. Donde nadie lo espera, donde es imposible, en el lugar que nadie jamás imaginó. Al final de todo, Dios se acerca a mujeres y hombres que quieren una vida digna.

Siempre hay esperanza, incluso en la completa soledad de quien no es importante para nadie. En la indignidad de quienes no tienen nombre o cuyo nombre es continuamente mancillado por los santos, la luz de una estrella ilumina a quien realizará nuestro deseo de ser, sentir, amar y ser amados, querer y ser queridos. Desde la insignificancia del desvalido que acaba de nacer, Dios se compromete con aquellos que creían que no había vida, ni sueños, ni nada para ellos.

Incluso en medio del desierto donde el viento borra cualquier rastro que dé testimonio de nuestra existencia, es posible que el soplo del Espíritu divino abra un nuevo camino que nos lleve a la libertad y a la vida que queremos. Sólo aquellos que no tienen caminos buscan vigorosamente, y sólo ellos pueden encontrar, arrastrarse y vivir en la Tierra Prometida que viene detrás de ellos. Y es en esos caminos imposibles que Dios se hace uno de nosotros para caminar a nuestro lado.

En los hogares poco acogedores de aquellos que han fosilizado a Dios a su imagen, Dios puede volver a hacerse carne. En esos hogares donde no viven reyes ni reinas, ni príncipes ni princesas, donde cada día la gente tiene que luchar para defender la vida y los derechos de sus hijos, la salvación llega con fuerza. Así como el ímpetu de un bebé que llora, que grita pidiendo comida, calor y amor; La salvación de Dios aparece en la vida de madres y padres, hombres y mujeres, cuyo único hogar es el amor que se profesan.

Al final de lo que es aceptable, deseable, digno, para un dios convertido en papel, es posible que Dios se convierta en uno de nosotros. Después de la realidad fija, excluyente, que pronuncia la verdad de unos pocos, pero que ha sido divinizada como verdad absoluta, surge la realidad de carne y hueso; una realidad diversa, imperfecta, a veces sucia y a veces luminosa; la razón por la que ese niño cobró vida. En el expolio de la religión, de la economía, de la moral, de la salud, de lo divino… irrumpe el Mesías.

Quien no tiene vida, la anhela. Quien se siente oprimido espera el nacimiento de la salvación. Quien se siente tratado injustamente sueña con un mundo justo. Quien es consciente de no tener libertad aspira a ella. Y ahí, en esos anhelos, esperanzas, sueños y aspiraciones, Dios está con nosotros, construyéndolos y haciéndolos realidad poco a poco. Y en esta voluntad común de vida y de verdad acompañamos también a otros que se sienten excluidos, pero que no se dejan vencer por la desesperación y, lo sepan o no, se aferran a la esperanza que representa la Navidad para nosotros los cristianos. La esperanza de la salvación, de una vida plena para todos.

Carlos Osma

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Jesús no volverá hasta que aprendamos a amar y aceptar a todas las personas

Miércoles, 7 de febrero de 2024
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Jesús no volverá hasta que aprendamos a amar y aceptar a las personas trans e intersexuales

por Stephen Ferguson y Lillian-Paige Turner | 12 de abril, 2022

Mientras gran parte del mundo se ocupaba de los confinamientos de Covid y las invasiones rusas, el Parlamento australiano abordaba la espinosa cuestión de la discriminación religiosa. Fue una gran noticia aquí.

Ante la preocupación por el aumento del sentimiento antirreligioso, el Gobierno conservador de coalición de Australia (liderado por el Partido Liberal, de nombre confuso, aunque es de derechas) hizo de un nuevo proyecto de ley de libertad religiosa una promesa fundamental durante las elecciones federales de 2019. El 25 de noviembre de 2021, en los últimos días del 46º Parlamento de Australia, se presentó finalmente el Proyecto de Ley de Discriminación Religiosa (Enmiendas Consecuentes) de 2021.

A pesar de la propaganda inicial, el 10 de febrero de 2022 el Gobierno de Coalición se negó a impulsar el proyecto de ley en el Senado de Australia. ¿Por qué? Porque una enmienda de la Oposición Laboristas pretendía impedir que los alumnos transgénero fueran expulsados por las escuelas religiosas. Como explica la Australian Broadcasting Corporation:

“El gobierno ha aplazado indefinidamente su intento de revisar las leyes de libertad religiosa, dejando en la incertidumbre uno de los compromisos electorales centrales de la Coalición para 2019… El proyecto de ley de discriminación religiosa en sí mismo permanece sin cambios, pero algunos grupos religiosos han sido firmes en no apoyar las protecciones para los estudiantes transgénero aprobadas junto a la Ley… El Lobby Cristiano Australiano dijo que la eliminación de las exenciones que permitían a las escuelas discriminar a los estudiantes trans ‘socava completamente’ el proyecto de ley”.

Si se trata de estudiantes transgénero, ¿qué significa transgénero?

Para seguir leyendo, es posible que tengas que entender algunos conceptos diferentes pero relacionados: sexo, género, transexualidad, intersexualidad y orientación. Como explica Amnistía Internacional:

La palabra “transexual” -o trans- es un término que engloba a las personas cuya identidad de género es diferente del sexo que se les asignó al nacer. La palabra “intersexual” se refiere a las características sexuales físicas, y no a un sentido interno de identidad. Una persona intersexual también puede identificarse como trans, pero son cosas distintas, porque el género y el sexo están separados. Una persona intersexual puede ser heterosexual, gay, lesbiana, bisexual o asexual, y puede identificarse como mujer, hombre, ambos o ninguno. Tanto las personas intersexuales como las trans tienen derecho a elegir su propia identidad de género, y nunca deben ser obligadas a vivir con cuerpos o identidades con los que no se sientan cómodas.

Mientras que las personas trans e intersexuales difieren en cuestiones de sexo (características sexuales físicas), a menudo comparten los desafíos para navegar por la cuestión de la identidad de género (incluyendo si uno se identifica como hombre o mujer y en qué grado). Mientras tanto, el sexo y la identidad de género son distintos de la orientación (ya que una persona trans o intersexual puede ser gay, lesbiana o bisexual).

Las investigaciones sugieren que entre el 0,3 y el 0,6% de la población es transgénero y entre el 1 y el 2% es intersexual. Si estás un poco confundido, no pasa nada, pero el punto clave es que no te molestes en citar Levítico 18:22 o Romanos 1:26-27 (textos comúnmente asociados con la orientación), porque este artículo trata sobre el sexo y la identidad de género.

¿Deben los cristianos preocuparse por el derecho de alguien a elegir su propia identidad de género?

El fallido proyecto de ley de libertad religiosa de Australia nos lleva a preguntarnos, suponiendo que las organizaciones religiosas deban tener derecho a discriminar a las personas trans o intersexuales, si deberían poder hacerlo. Nos gustaría hacer esta pregunta especialmente a los cristianos que se han pasado los dos últimos años argumentando, con un lenguaje apocalíptico y ruidoso, “mi cuerpo, mi elección” como el más alto ideal espiritual.

Deberíamos tener este debate precisamente porque la autonomía corporal se considera cada vez más una cuestión de libertad religiosa. No sólo en el mundo, sino también fuera de la Iglesia. La autonomía corporal ha llegado a definir quién, cuándo y cómo se puede participar en el culto, dentro de la Iglesia. Para ser franco, ¿por qué debería la Iglesia luchar por su derecho a participar en el culto sin una vacuna o un tapabocas, cuando lucha por excluir a otros por sus propias decisiones sobre la autonomía corporal?

¿Deben las personas trans e intersexuales preocuparse por lo que piensen los cristianos?

A la inversa, puede haber lectores trans e intersexuales a los que no les importe lo que piensen la mayoría de los cristianos. Sin embargo, el cristianismo sigue siendo el telón de fondo ideológico y cultural dominante en gran parte del mundo. El proyecto de ley se introdujo, sin duda, en parte debido a las fuertes creencias cristianas del propio Primer Ministro australiano. Por tanto, este debate es importante, incluso para los ateos.

Tanto si se trata de terroristas suicidas que aplican erróneamente el Islam, como del terror fascista o del encubrimiento de abusos entre los judíos jasídicos, todo el mundo tiene interés en garantizar que las principales religiones no sean secuestradas por interpretaciones erróneas. En el caso del cristianismo, esas malas interpretaciones se deben más a los prejuicios victorianos del siglo XIX que a la antigua Judea del siglo I.

¿Qué dice la Biblia sobre las personas transexuales e intersexuales?

Es probable que la Biblia no se refiera a las personas transgénero e intersexuales exactamente igual que nosotros, los modernos. Al igual que con los temas de la esclavitud o la guerra, debemos ser cautos a la hora de adaptar los mandamientos bíblicos a la vida contemporánea.

Sin embargo, encontramos correlación en los antiguos “eunucos”. Es un término que utilizamos con gran reticencia por sus evidentes connotaciones negativas. Evitaríamos usar ese término por completo, salvo que sea necesario explorar los vínculos con palabras antiguas en lenguas antiguas. Es importante, como esperamos que muestre este artículo, que cuando se utiliza en su antiguo sentido bíblico, la palabra eunuco no es peyorativa, aunque haya sido convertida en un insulto por siglos de transfobia.

Desde la perspectiva del Antiguo Testamento, el término hebreo para eunuco es saris. La Concordancia de Strong en [5361] sugiere que la palabra es de origen extranjero, y probablemente está vinculada a un tipo de cirugía sexual. Sin embargo, el Antiguo Testamento también sugiere un significado más amplio, ya que Potifar es descrito como el sari de Faraón en Génesis 37:36, aunque tenía una esposa famosa.

En el Nuevo Testamento, el término griego es eunouchos. La Concordancia de Strong en [2135] describe a esta persona como un eunuco, una persona castrada, o alguien que se abstiene voluntariamente del matrimonio”. Jesús se refiere a los eunucos en Mateo 19:12, donde, al igual que en el Antiguo Testamento, adopta un significado amplio que abarca al menos tres subgrupos:

“Pues algunos son eunucos porque nacieron así; a otros los hicieron así los hombres; y otros se han hecho así por causa del reino de los cielos”.

Sin necesidad de entrar en detalles sobre las gónadas, la cirugía de reasignación de sexo o la terapia hormonal, y teniendo en cuenta que la Biblia no limita a los eunucos a la biología de todos modos, parece obvio que Jesús tendría en mente a las personas trans e intersexuales en la actualidad. ¿Quiénes más podrían ser?

¿Pero no creó Dios dos géneros separados e invariables en el Edén?

Uno casi puede oír a los guerreros del teclado escribiendo: “Pero Dios creó dos géneros en el Jardín del Edén”. En la mayoría de los casos, el Edén ilustra lo que Dios pretendía originalmente para la humanidad, no lo que Dios espera como modo de vida moderno obligatorio. A menos que, como Adán y Eva, seas nudista, vegano, sin casa y cazador-recolector.

Una verdadera ironía, entonces, es que algún tipo de estado trans o intersexual puede haber sido el estado primordial de Dios para la humanidad. Génesis 1:27 dice que Dios creó a Adán (lit. haʾadam, artículo-sustantivo, masculino) como hombre y mujer.

Génesis 2:22 dice a su vez que Dios creó a la mujer a partir de una parte del hombre. Sin embargo, la palabra “costado” (lit. tsela), a menudo traducida como “costilla” en español, también puede significar “lado” en hebreo. Es decir, Dios no creó originalmente un varón y luego creó a la mujer a partir de una pequeña costilla, sino que Dios creó un único ser primordial que abarcaba ambos géneros, al que luego dividió por la mitad.

¿Pero no condena Dios el travestismo?

Uno casi puede oír a alguien más tecleando Deuteronomio 22:5:

“La mujer no se pondrá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer, porque el Señor tu Dios detesta a cualquiera que hace tal cosa”.

Claro, esto simplemente afirma que una mujer trans debe vestirse como una mujer porque, para decir lo obvio – ¡es una mujer!

En cualquier caso, citar pasajes de los aspectos ceremoniales y diversos del Antiguo Testamento es problemático, ya que estos mandatos eran a menudo medidas temporales para el antiguo Israel. Si cita Deut. 22:5, siga leyendo y cite los versículos 11 y 12:

“No te vistas con ropa de lana mezclada con lino. Pon cuatro borlas en las puntas del manto con que te cubres”.

Mira tu propio vestuario antes de juzgar a los demás.

¿Qué pensaba Jesús de los eunucos?

Lo más importante, y si no hay nada más que tomar de este artículo, es que Jesús nunca utiliza el término eunuco como un insulto. Lejos de verlos como grandes pecadores que necesitan arrepentirse, Jesús sugiere que los eunucos viven en un estado superior del ser. Tanto es así que Jesús dijo:

El que pueda aceptar esto [vivir como eunuco] que lo acepte”.

También se puede argumentar que un tipo de estado trans o intersexual nos espera a todos en la otra vida. Porque Jesús dice en Mateo 22:30:

“En la resurrección, las personas no se casarán ni serán dadas en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en el cielo”.

El celibato, la intervención quirúrgica y otros estados “no normativos” tienen un lugar muy arraigado tanto en la historia cristiana como en la judía. Sin embargo, a muchos cristianos modernos les cuesta aceptar las enseñanzas positivas de Jesús que apoyan a los eunucos. ¿Por qué?

¿La exclusión de las personas trans e intersexuales impide la segunda venida de Jesús?

Jesús no sólo no dijo nada malo sobre los eunucos (para usar el término bíblico), sino que parece que esperaba que fueran acogidos como condición previa a su venida. Este es el meollo de la profecía de Isaías 56:4-7. La Biblia hace una promesa mesiánica de que no sólo los gentiles, sino también los eunucos, serán bienvenidos en el Templo de Dios, un lugar históricamente prohibido para ambos grupos (Deuteronomio 23:1-6):

“A los eunucos que observen mis sábados, que elijan lo que me agrada y sean fieles a mi pacto, les concederé ver grabado su nombre dentro de mi templo y de mi ciudad; ¡eso les será mejor que tener hijos e hijas!”

Jesús cita este pasaje como motivo para desalojar el Templo (Mateo 21:13), lo que desencadenó su propia crucifixión, el punto de inflexión de la historia cósmica. En cumplimiento de esta profecía, los Apóstoles se dirigieron no sólo a los no judíos, sino también a los eunucos (Hechos 8:26-40).

La mayoría de los cristianos, incluyendo a la mayoría de los adventistas, creen que estos acontecimientos de Pentecostés, que implican la primera lluvia, son una especie de prototipo de la última lluvia del verdadero fin de los tiempos. Pero aquí está el problema: ¿dónde está nuestra misión voluntaria hacia los eunucos bíblicos de hoy, es decir, nuestros amigos trans e intersexuales? ¿Por qué no les hemos invitado al Templo Verdadero, que es la Iglesia dirigida por Cristo (Juan 2:13-22)?

Cómo aprendí a odiar a Dios (y a mí misma) – La historia de Lilly

Sabía que era diferente desde que tengo uso de razón. La mejor manera de describirlo es que mi vida era una actuación para todos menos para mí. Intenté actuar como los demás querían que actuara, e intenté que me gustaran las cosas que debían gustarme. Pero siempre me parecía mal, una mentira. Me costaba establecer relaciones con otras personas porque todo lo que les daba eran mentiras. De niña, no tenía las palabras para entenderlo… o comunicarlo.

Pero lo intenté.

“Cuando sea grande quiero ser una chica”, dije.

Estás insultando a Jesús”. Su tono dejaba claro que yo había dicho algo malo.

No lo entendía, no entendía qué tenía que ver Jesús con todo esto. “¿Por qué?”

“Porque Él te hizo un niño”.

Estas no eran las palabras más fuertes del mundo. De hecho, sospecho que soy la única persona en el auto que recuerda esa conversación. Pero como niño sensible, ya acostumbrado a ser quien los demás querían que fuera, aprendí una importante lección ese día: Jesús no me quería, no a mi verdadero yo. Quería que siguiera actuando, mintiendo, escondiéndome. Entonces no conocía la palabra resentimiento, pero sabía lo que se sentía.

No hace falta decir que no fue la única vez que aprendí esa lección. La aprendí con cada sermón sobre la perversión de “los transexuales”. Aprendí esa lección cada vez que el chico femenino era acosado. La aprendí cada vez que llamaban pervertido o friki a un chico que llevaba vestido. Sin embargo, tuve suerte, no me golpearon para convertirme en “un hombre”, ni me echaron a la calle ni me repudiaron. Pero sabía que eso les ocurría a los chicos trans desde que conocí la palabra transgénero y a los chicos gays mucho antes.

Quizá nada de esto te importe; quizá tampoco debería importarme ya nada. Después de todo, ahora soy ateo. Pero sí me importa. Hay muchos otros niños trans por ahí, aprendiendo a encontrar las palabras para expresarse. Muchos de ellos creen y aman a Dios como yo. Tal vez todo lo que necesitan es saber que Dios también los ama. A ellos de verdad.

Después de todo, cuando Jesús vino y vio cómo algunos judíos habían utilizado las Escrituras, se enfadó. Las Escrituras habían sido retorcidas y aplicadas dogmáticamente para imponer su voluntad al pueblo. No estoy sugiriendo esto para decir que debes ignorar las Escrituras. Al contrario, puede que sea ateo, pero aprecio la importancia que tiene la Biblia en la vida de muchas personas. Simplemente te pido que la leas de nuevo y te asegures de que no la estás tergiversando para tus propios fines antes de que otra generación aprenda la lección que yo aprendí.

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IMG_2080Stephen Ferguson es un abogado de Perth, Australia Occidental, con experiencia en planificación, medio ambiente, inmigración y derecho administrativo-gubernamental.

Está casado con Amy y tiene dos hijos, William y Eloise. Stephen es miembro de la Iglesia Adventista de Livingston.
___________


IMG_2079Lillian-Paige Turner es de Perth, Australia. Actualmente está terminando una licenciatura en Psicología y Asesoramiento en la Universidad Edith Cowan, además de trabajar a tiempo parcial como trabajadora de apoyo a la salud mental. Además, Lilly es voluntaria de Living Proud en su tiempo libre..

Fuente AdventistToday

 

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Mc 1, 29- 31. Primera autoridad: la suegra de Pedro

Martes, 6 de febrero de 2024
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IMG_2870Del blog de Xabier Pikaza:

Comenté ayer (sábado 3 de enero)  en RD y FB el texto entero del evangelio de este dom 5 TO (3.2.24: Mc 1,29-33) en el contexto de Marcos.  Hoy me fijo sólo en el milagro (paradigma, relato ejemplar) de la curación de la suegra de Simón-Pedro, que aquí aparece como primera autoridad de la iglesia según el evangelio.  

Texto

29 Al salir de la sinagoga, se fue inmediatamente a casa de Simón y Andrés, con Jacob y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Le hablaron en seguida de ella, 31 y él se acercó, la agarró de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció y se puso a servirles.

Elementos principales

– La suegra, primera autoridad de la iglesia. De la “llamada y misión” de Simón Pedro y de los cuatro primeros apóstoles Jesús (Simón-Pedro, con su hermano Andrés; Jacob-Santiago y Juan: Los dos zebedeos) ha tratado Mc 1, 16-20. Pero el primer signo de iglesia y de la tarea intra-eclesial es este de la curación y ministerio de la suegra de Pedro.

– Los zebedeos son ricos/autónomos: Tienen un barco con jornaleros, un padre importantes… Son signo de una iglesia empresa, que puede convertirse en negocio, con padre empresario  y madre exigente (exige buen trabajo para sus hijos: los primeros puestos en la empresa de la Iglesia.

– Simón-Pedro y su hermano Andrés no tienen barca ni empresa. Pescan desde la orilla, con una red artesana… Y el texto supone que no tienen ni casa, sino que viven en la casa de la suegra de Pedro. Carecen de autonomía doméstica, económica y familiar. Pedro no es dueño de la casa (depende de la suegra); la tradición posterior le hará dueño de barco, pero, en principio, según este evangelio de Marcos, no manda ni en la casa donde  vive, ni sobre un barco que sería suyo (con jornaleros, como los zebedeos.

– Curar a la suegra… Es un gesto de piedad… Pero es, al mismo tiempo, un gesto de necesidad. Pedro (con Andrés, su hermano) depende de la suegra para vivir  y comer. La casa-iglesia no es de ellos, es de la suegra. Ésta es una imagen fantástica: Un Papa joven y prometedor que depende de su suegra…. Está por tanto casa. Su suegra es, por tanto, la que dirige su casa, la que le enseña…

La diaconisa/ministerio de la suegra.Según Mc 15-16 (y paralelos) la iglesia pascual cristiana nace por el testimonio y ministerio de unas mujeres. Sin ellas no hay iglesia; sin la suegra de Pedro no hay “casa-comunidad”, servicio. Nuestro texto termina diciendo que la suegra curada les servía (a Jesús y a su gente: diêkonei autois: 1, 31).

La diakonía es en Mc 13 el signo primordial de los ángeles de Dios que, en vez de descansar, servían a Jesús en el desierto (1, 13); la diaconia  define a las mujeres que al fin del evangelio aparecen como servidoras o diaconisas mesiánicas (15, 41). La suegra “sirve a todos”, y; su servicio no se puede entender como trabajo servil de la mujer, bajo el dominio de varones ociosos, sino como verdadero ministerio mesiánico, creador de la nueva familia de Jesús. Ella es en realidad el primer “sacerdote-obispo” de la iglesia cristiana.

Jesús levanta a la suegra de Pedro, la eleva, utilizando una palabra de tipo pascual, egeirô, levantar, lo mismo que en Mc 16,6 (cf. 2,11; 5,41; 9,27). La mujer está postrada, y Jesús la levanta, para que pueda realizar con autoridad y eficacia el  servicio eclesial. Ella sabe y realiza desde el principio  algo que Simón (su nuevo, su subordinado) no logrará aprender en el transcurso de su seguimiento histórico de Cristo (como indica Mc 8,32; 14,29-31. 66-72).

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Pero hay todavía otro detalle significativo: estamos en sábado; conforme al ritual judío, se hallaban todos obligados al descanso; pues bien, esta mujer rompe ese descanso ritual, supera el sábado judío y comienza a realizar la obra mesiánica, sirviendo a Jesús y sus discípulos. En ese sentido, esta suegra, superiora a Pedro,  Ella responde como auténtica discípula, rompiendo por Jesús la misma ley del sábado: sirve a los que vienen y convierte así su casa en primera de todas las «iglesias» (= de todos los lugares de servicio cristiano).

– Esta suegra ha aprendido en la escuela de Jesús: una vez sanada, respondió con un gesto de servicio, en su casa, ofreciendo la  eucaristía/comida a Jesús y a sus compañeros, en gesto que inaugura el primer ministerio cristiano. Nadie se lo ha dicho; no ha tenido que aprender de alguna exégesis rabínica. Lo ha comprendido ella misma, como mujer, que sabe estar al servicio de la vida, al recibir la ayuda de Jesús y al responderle, precisamente en sábado, de manera que su gesto (dejarse levantar por Jesús y servir a los demás) marcará de ahora en adelante todo el evangelio (hasta el final en que las mujeres vuelven a ser protagonistas: 15, 40.37; 16, 1-8)..

Simón y los restantes discípulos no lo entenderán hasta la pascua (y quizá nunca, si no vuelven a Galilea: Mc 16, 7), a no ser que se hagan servidores de los otros (cf. 9, 35; 10, 43), siguiendo al Hijo del hombre, que ha venido a servir y dar la vida por todos (10,45). Ella, en cambio, lo sabe desde el principio: ha superado el judaísmo de los escribas y se ha vinculado a Jesús; en el fondo ya es cristiana diaconisa, servidora de la iglesia reunida en la casa de su Simón y Andrés. No tiene que aparecer más en el evangelio, Marcos no dice ya nada de ella; pero su recuerdo queda anclado aquí, al comienzo del texto de Macos, como signo de apertura y respuesta al camino del evangelio.

De la sinagoga rabínica a la casa cristiana. Así empieza el texto: Al salir de la sinagoga, se fue inmediatamente a casa de Simón y Andrés, con Jacob y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre (1, 28-29).     De la sinagoga (ámbito judío) pasamos a la casa (espacio normal de la comunidad cristiana), el mismo sábado, que se convertirá en tiempo de salud y convivencia. Jesús entra con sus cuatro pescadores en la casa de la suegra de Simón, que está enferma. No se dice que tenga un espíritu impuro, como el hombre de la sinagoga (cf. 1, 23), sino simplemente que yace en el lecho con calentura (pyressousa: 1, 30).

Parece impotente, no puede hacer nada. Pero Jesús la agarra con fuerza de la mano y la levanta, en gesto de evocación pascual. La casa (oikia: 1, 29) es espacio de reunión y encuentro familiar, lugar privilegiado de la comunidad (cf. 3, 20.31-35). Lógicamente, la casa aparece después de la sinagoga. El texto dice que es la casa de Simón y Andrés y parece que ha de ser signo de pascua, de encuentro con Jesús al volver a Galilea (cf. 16, 7). Pues bien, precisamente en esa casa “cristiana” hay una mujer enferma, que no puede actuar: la suegra de Simón (que parece en realidad la “dueña” de la casa) está enferma de fiebre; ella es para Marcos la primera cristiana.

− E inmediatamente le hablaron de ella…El poseso de la sinagoga se presentó a sí mismo, gritando. Por el contrario, los que hablan a Jesús de la mujer son otros, quizá porque ella está en la habitación más privada, cerrada, donde Jesús no puede entrar directamente, a no ser que le hablen de ella y le lleven. ¿Quiénes? ¿Los que vienen con él de la sinagoga? ¿Los que estaban en casa? El texto no lo dice, sino sólo que Jesús entró en la habitación (proselthôn) e inmediatamente, sin preguntarle si quería, la agarró por la mano y la levantó (êgeiren autên: la resucitó: 1, 31; cf. 16, 6), de manera que ella pudo ponerse en pie a servirles (diêkonei autois). A la mujer relegada a la cama en un día de sábado hay que levantarla, pero después es ella misma la que toma la iniciativa de “su casa” (su iglesia), donde realiza el auténtico servicio humano.

− Todo eso sucede en un sábado (cf. 1, 21), un día en que nadie (ningún judío) debía trabajar, porque es descanso sagrado y no puede realizarse ninguna acción externa o material. El hecho de que ese día esté enferma la mujer de casa parece irrelevante, pues ella no tiene ninguna labor que realizar. Pues bien, Jesús la toma de la mano y la levanta, en signo de resurrección, como indica el verbo egeirein (cf. 2 Cor 4, 14; Rom 8, 11 y sobre todo Mc 16, 6, donde se dice que Jesús êgerthê, ha sido elevado/resucitado). El mismo sábado es tiempo de resurrección, y este pasaje supone que no hay que esperar al “día después” (el actual domingo, como en 16, 1), pues Jesús resucita/levanta a la suegra de Simón el mismo sábado pascual.

− Ella les servía (diêkonei autois: 1, 31). El servicio (diakonía) era el signo primordial de los ángeles de Dios que sirven/ayudan a Jesús en el desierto, enfrentándose a las fieras (1, 13), y será también el signo de las mujeres que hacia el final de la vida de Jesús aparecen como servidoras mesiánicas (15, 41). En esa línea, la suegra de Simón interpreta la curación que ha recibido como llamada a un servicio que no se puede entender a modo de simple trabajo servil (propio de mujeres que están bajo el dominio de varones ociosos), sino como ministerio mesiánico, creador de la nueva familia mesiánica. Jesús no le manda, no le dice nada, sino que se limita a levantarla; pero ella asume la iniciativa y saca las consecuencias de ese gesto, descubriendo el valor del servicio,  como esencia de la iglesia.

– Iglesia, la casa de la suegra… En el origen de toda obra eclesial (antes que Pedro/Papa y que los otros 4 apóstoles) se encuentra esta mujer, conforme a Marcos; ella es la primera resucitada y servidora en la iglesia, el primer “ministro” de la comunidad. Había casos en que el marido tenía su propia casa (a la que llevaba a su esposa); pero otros en los que el marido vivía  en la casa de los padres (o de la madre) de la esposa (matrimonio uxorilocal). En este caso, Simón (natural de Betsaida, al otro lado de la frontera entre Galilea y el Golán/Gaulan) habría venido a vivir (con su hermano Andrés) a la casa de la madre de su esposa, de manera que, estrictamente hablando, no podemos hablar de la casa de Simón (como suele hacerse), sino de la casa de su suegra.

En esta línea se entiende mejor el hecho de que ella (la suegra, la dueña de la casa) sea la que sirve a todos después de haber sido curada, viniendo a presentarse, al menos de forma simbólica, como el primer “ministro” de la iglesia de Jesús. De un modo significativo, la tradición cristiana (y en especial la católica) ha puesto muy de relieve el “ministerio de Simón”, llamado Pedro (=Roca). Pues bien, en el principio del evangelio resulta más destacado el ministerio o servicio de su suegra, que actúa como primera “presidente” de una comunidad “cristiana”. Leer más…

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¡Vámonos a otra parte!

Lunes, 5 de febrero de 2024
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 ¡Vámonos a otra parte!

No es bueno dormirse en los laureles
ni asentarse allí donde nos reconocen.
No es bueno mantener nuestro puesto y estatus
mientras otros son marginados y expulsados.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

No es bueno ser el centro del encuentro
mientras hay quienes se quedan fuera, al margen.
No es bueno vivir con abundancia y confort
mientras otros carecen de lo básico y necesario.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

No es bueno que a uno le atienda y sirvan
mientras a otros se les esconde y olvida.
No es bueno tener tanta calidad de vida
mientras hay quienes luchan por ella cada día.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

No es bueno creer que estamos en lo cierto
mientras hay tantos hermanos perdidos.
No es bueno quedarse donde hemos llegado
habiendo tantos caminos que no hemos recorrido.

Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.

¡Vámonos a otra parte!

*

Florentino Ulibarri Fe Adulta

***

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“Dios no quiere que seas miserable”.

Lunes, 5 de febrero de 2024
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IMG_2860Kori Pacyniak

La reflexión de hoy es de la colaboradora invitada Kori Pacyniak (ellos/ellos), una católica queer, no binaria y trans, candidata a doctorado en la Universidad de California Riverside. Actualmente están completando una disertación titulada “Cuerpos sagrados, vidas sagradas: alegría, resistencia y liberación transcatólica” sobre las experiencias religiosas vividas por los transcatólicos. Ordenada sacerdote a través de Womenpriests católicas romanas, Kori actualmente se enfoca en crear espacios sagrados y liturgia por y para católicos queer y trans.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el V Domingo del Tiempo Ordinario se pueden encontrar aquí.

La primera lectura litúrgica de hoy que relata el lamento de Job por su sufrimiento podría resultar demasiado cercana para algunos de nosotros, especialmente en un año electoral y una semana después de que el Senado de Ohio anulara el veto del gobernador a un proyecto de ley de atención médica anti-trans. Muchos de nosotros probablemente hemos compartido la desesperanza de Job en algún momento. Sin embargo, nuestras lecturas combinan este pasaje de Job con un salmo que alaba a Dios y una segunda lectura y un pasaje del evangelio que exhorta nuestra obligación y propósito de predicar.

¿Qué significa tener la obligación o el propósito de predicar las buenas nuevas? ¿Estamos bajo la misma obligación que tenían Pablo y Jesús? Me imagino que la mayoría de nosotros no estamos llamados a ser predicadores itinerantes, viajando de ciudad en ciudad y predicando el evangelio desde púlpitos y esquinas. En lugar de pensar en la predicación únicamente en términos de lo que sucede en las iglesias o en los “predicadores” que protestan en las marchas del Orgullo, ¿qué pasaría si pensáramos en cómo nuestras vidas pueden dar testimonio de las buenas nuevas y la gloria de Dios como una forma de predicación?

Aquí podría insertar el tan citado “Predicad el evangelio. Si es necesario, utilice palabras” que se atribuyen (con razón o sin ella) a San Francisco de Asís. También podría añadir: “Vive tu vida de modo que la Iglesia Bautista de Westboro proteste por tu funeral”. Cada uno de nosotros tiene una vocación única, pero todos estamos llamados al camino de Jesús, a compartir y vivir la buena nueva.

IMG_2859Esta forma de predicación significa vivir la plenitud de mi identidad como católica y como persona trans y no binaria queer. Admito que probablemente pienso en género y sexualidad más que la mayoría de la gente. He pasado años tratando de discernir qué palabras (si las hay) representan adecuadamente quién soy y cómo existo en este mundo. Mi narrativa trans no es la de nacer en el cuerpo equivocado, pero aun así pasé años tratando de ser quien pensaba que otras personas querían que fuera. Tratando de obligarme a meter etiquetas y cajas que no eran mías.

A lo largo de todos esos años, esas noches turbulentas y días miserables cuando, como Job, pensaba que no había esperanza para un futuro, Dios nunca dejó de amarme. Incluso cuando me sentí tan sola porque no conocía a ningún otro católico trans, cuando sentí que la sociedad me hacía elegir entre ser católica y ser queer y trans, Dios estaba ahí conmigo. Como muchas personas trans, hubo días (y noches) en los que me preguntaba si la lucha valía la pena. Pero en el más desesperado de esos momentos, siempre había esa vocecita en mi cabeza y en mi corazón, recordándome que no perdiera la esperanza, que tuviera fe y perseverara.

Ocultar quiénes somos –ya sea nuestro género o nuestra sexualidad– normalmente no dura para siempre. Cuando tengo ganas de esconderme, vuelvo a algo que me dijo un sacerdote cuando luchaba con mi género. “Dios no quiere que seas miserable“. Palabras tan simples y, sin embargo, me ayudaron a darme cuenta de que Dios no tenía ningún problema en que yo fuera trans o queer. Yo, como todos, fui hecho a imagen de Dios, y Dios no puede ser contenido por las interpretaciones occidentales tradicionales del binario de género. Dios es mucho más que eso.

Cuando nos tomamos la molestia de discernir quiénes somos, a quién amamos, cómo nos entendemos a nosotros mismos, sería una pena ocultarlo. Nuestros diversos cuerpos, géneros y sexualidades son un reflejo de la infinita y asombrosa diversidad de Dios. Vivir nuestras vidas auténticamente, ser fieles a nosotros mismos y a Dios, quien nos hizo a su imagen, es nuestro propósito. ¿Qué mejor manera de predicar el amor de Dios que vivir según como Dios nos creó para ser?

Una invitación a participar en la investigación

Como parte de la disertación de Kori, sobre la cual explican más aquí, Kori está realizando entrevistas con católicos trans (cualquier persona que se identifique como trans, no binario, queer, agénero, no conforme con el género, etc. y se haya identificado como católico en algún momento). explorar las experiencias religiosas vividas por la comunidad, enfocándose en temas de alegría, resistencia y liberación, mientras trabajamos para construir una ética religiosa trans afirmativa y liberadora basada en la justicia social católica. Para conocer más sobre el proyecto o participar en él, haga clic aquí.

——Kori Pacyniak (ellos/ellos), 4 de febrero de 2024

Fuente New Ways Ministry

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En otra parte…

Domingo, 4 de febrero de 2024
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(Hermana Veva, Tapirapé)

ALDEIA TAPIRAPÉ

-A las Hermanitas de Jesús, en entrañable comunión.
Lago Tapirapé. Navidad de 1969.

Los naranjos de tierna piel cuidada
guardan la aldea verde
todavía en la paz del paraíso
y en mi fe sorprendida.

Bajo las nubes plata de un otoño
que ni es otoño, amigo, ni es cielo de Bretaña,
los villancicos de las Hermanitas
bordan el gran Mensaje del total abandono.

Bala una flauta exótica, primera;
la misma de Belén, aquella Noche.

Huele el fogón caipira; llora el humo;
huele la paja buena.

Una canoa pesca los peces de colores del ocaso
en la perfecta placidez del agua.
Y en la arcilla cocida,
sobre la arena, pura
como polvo de estrellas,
Dios ha nacido indio…

(Foucauld sonríe, con su barba leve
-esa hierba comida a fuego lento-;
con sus cansados ojos beatíficos.
Y en la carne desnuda de los indios dichosos
puntea el Evangelio, miniado
de jenipapo negro).

      *

Pedro Casaldáliga
Clamor elemental,
Editorial Sígueme, 1971

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(Hermana Veva: partera de un pueblo)

***

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron.

– “Todo el mundo te busca.”

Él les respondió:

“Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

*

(Marcos 1,29-39)

***

La compasión es una cosa diferente a la piedad. La piedad sugiere distancia, incluso una cierta condescendencia. Yo actúo frecuentemente con piedad: doy dinero a un mendigo en las calles de Toronto o de Nueva York, pero no le miro a los ojos, no me siento a su lado, no le hablo. Mi dinero sustituye a mi atención personal y me proporciona una excusa para proseguir mi camino. La compasión, en cambio, es un movimiento de solidaridad hacia abajo. Significa hacerse próximo a quien sufre. Ahora bien, sólo podemos estar cerca de otra persona si estamos dispuestos a volvernos vulnerables nosotros mismos. Una persona compasiva dice: «Soy tu hermano; soy tu hermana; soy humano, frágil y mortal, justamente como tú. No me producen escándalo tus lágrimas. No tengo miedo de tu dolor. También yo he llorado. También yo he sufrido». Podemos estar con el otro sólo cuando el otro deja de ser «otro» y se vuelve como nosotros.

Tal vez sea ésta la razón principal por la que, en ciertas ocasiones, nos parece más fácil mostrar piedad que compasión. La persona que sufre nos invita a llegar a ser conscientes de nuestro propio sufrimiento. ¿Cómo puedo dar respuesta a la soledad de alguien si no tengo contacto con mi propia experiencia de la soledad? ¿Cómo puedo estar cerca de una persona con discapacidad si me niego a reconocer mis discapacidades? ¿Cómo puedo estar con el pobre si no estoy dispuesto a confesar mi propia pobreza? Debemos reconocer que hay mucho sufrimiento y mucho dolor en nuestra vida, pero ¡qué bendición cuando no tenemos que vivir solos nuestro dolor y nuestro sufrimiento! Estos momentos de verdadera compasión son a menudo, además, momentos sin palabras, momentos de profundo silencio.

Recuerdo haber pasado por una experiencia en la que me sentía totalmente abandonado: mi corazón estaba sumido en la angustia, mi mente enloquecía por la desesperación, mi cuerpo se debatía con violencia. Lloraba, gritaba, pataleaba contra el suelo y me daba contra la pared. Como en el caso de Job, tenía a dos amigos conmigo. No me dijeron nada: simplemente, estaban allí. Cuando, algunas horas más tarde, me calmé un poco, todavía estaban allí. Me echaron encima sus brazos y me tuvieron abrazado, meciéndome como a un niño.

*

H. J. M. Nouwen,
Vivir en el Espíritu,
Brescia 41998, pp. 101-103, passim

***

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“Pasión por la vida”. 5 Tiempo Ordinario – B (Marcos 1,29-39).

Domingo, 4 de febrero de 2024
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A portrait of an elderly African woman.Donde está Jesús crece la vida. Esto es lo que descubre con gozo quien recorre las páginas entrañables del evangelista Marcos y se encuentra con ese Jesús que cura a los enfermos, acoge a los desvalidos, sana a los enajenados y perdona a los pecadores.

Donde está Jesús hay amor a la vida, interés por los que sufren, pasión por la liberación de todo mal. No deberíamos olvidar nunca que la imagen primera que nos ofrecen los relatos evangélicos es la de un Jesús curador. Un hombre que difunde vida y restaura lo que está enfermo.

Por eso encontramos siempre a su alrededor la miseria de la humanidad: poseídos, enfermos, paralíticos, leprosos, ciegos, sordos. Hombres a los que falta vida; «los que están a oscuras», como diría Bertolt Brecht.

Las curaciones de Jesús no han solucionado prácticamente nada en la historia dolorosa de los hombres. Su presencia salvadora no ha resuelto los problemas. Hay que seguir luchando contra el mal. Pero nos han descubierto algo decisivo y esperanzador. Dios es amigo de la vida, y ama apasionadamente la felicidad, la salud, el gozo y la plenitud de sus hijos e hijas.

Inquieta ver con qué facilidad nos hemos acostumbrado a la muerte: la muerte de la naturaleza, destruida por la polución industrial, la muerte en las carreteras, la muerte por la violencia, la muerte de los que no llegan a nacer, la muerte de las almas.

Es insoportable observar con qué indiferencia escuchamos cifras aterradoras que nos hablan de la muerte de millones de hambrientos en el mundo, y con qué pasividad contemplamos la violencia callada, pero eficaz y constante, de estructuras injustas que hunden a los débiles en la marginación.

Los dolores y sufrimientos ajenos nos preocupan poco. Cada uno parece interesarse solo por sus problemas, su bienestar o su seguridad personal. La apatía se va apoderando de muchos. Corremos el riesgo de hacernos cada vez más incapaces de amar la vida y de vibrar con el que no puede vivir feliz.

José Antonio Pagola

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“Curó a muchos enfermos de diversos males”. Domingo 4 de febrero de 2024. Domingo quinto del tiempo ordinario.

Domingo, 4 de febrero de 2024
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14ordinarioB5 cerezoLeído en Koinonia:

Job 7,1-4.6-7: Mis días se consumen sin esperanza.
Salmo responsorial: 146: Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
1Corintios 9,16-19.22-23: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Marcos 1,29-39: Curó a muchos enfermos de diversos males

Hoy el libro de Job nos lo presenta sumido en un gran sufrimiento. Delante de sus amigos desnuda su corazón, su desilusión. Ellos, que defienden una teología alejada de la vida, no pueden comprender la queja de su amigo ni acompañarlo plenamente en su dolor. El grito de Job está presente en la vida diaria de muchos hombres y mujeres en todos los rincones del planeta, que enfrentan una vida de lucha y dificultad. Job compara su existencia con la vida de un «mercenario»; mercenario es quien vende su lucha, que libra por dinero causas que no son suyas y se fatiga por empresas que no ama.

El libro de Job, como sabemos, es una joya literaria dentro de la Biblia hebrea (de la que está tomado nuestro «Primer Testamento»). Es una reflexión sapiencial sobre ese problema irresoluble, o mejor, sobre ese misterio eterno que es «el mal». El misterio del mal, su presencia injustificada en el mundo, ante la cual necesitamos justificar a quienes podrían resultar implicados por la existencia del mal. A Dios, en primer lugar. En efecto, la «teodicea» o disciplina filosófica que trata de mostrar la existencia de Dios, trata en realidad de «justificar» a Dios –como expresa la etimología misma de la palabra–.

Lo importante del libro de Job no son sus «datos históricos» (que no existen, pues no es un libro histórico), ni las respuestas de tipo explicativo que quisiera dar sobre el dolor humano (que estarían hoy absolutamente sobrepasadas), sino la sabiduría que encierra en sus reflexiones.

En efecto, la ciencia avanza cada día, y no tiene sentido hoy estudiar la óptica en la obra de Newton por ejemplo, que fue uno de sus fundadores, pues como ciencia su obra está hoy enteramente sobrepasada. En cambio, no avanzamos cada día en sabiduría –que no está en el mismo plano de la ciencia–, y hoy la humanidad sigue viviendo de la sabiduría de personajes como Confucio, Buda, Sócrates, Jesús… En realidad no hemos avanzado sobre aquella sabiduría fundamental adquirida hace ya tres mil años… Esa constatación nos permite escuchar y leer el libro de Job.

Pablo, de manera parecida a Job, se encuentra en una discusión acalorada con sus interlocutores, en la comunidad de Corinto, en la que grupos fracciones que critican y cuestionan su autoridad (v.3). Pablo responde haciendo una defensa radical de su misión y declara su absoluta libertad frente a toda manipulación o poder humano. No se declara miembro de un movimiento o representante de alguna institución, sino como un hombre “obligado a cumplir una tarea”. En el imperio Romano era común la práctica del clientelismo, en la cual el benefactor se convertía en patrón de quien recibía sus beneficios. El apóstol desea dejar en claro la pureza de su mensaje, que no está vendido a ningún “cliente”, ni moldeado por ningún interés personal (v. 17-18). Esta libertad en Cristo, le permite al apóstol ser un servidor de los demás. No teme amoldarse a las condiciones de vida de los destinatarios de su mensaje: judíos, seguidores de la ley o rebeldes a ella, débiles. Pablo anuncia así el Evangelio de la libertad que no se matricula con la rigidez, ni hace el juego a ningún interés particular o sectario, sino que es capaz de entrar en diálogo con la diferencia y de llegar a “todas” las realidades humanas, como una Buena Noticia del amor de Dios.

Esto es precisamente lo que hace Jesús en el evangelio de Marcos: entrar en la vida de las personas, ser uno de ellos en su cotidianidad. El domingo pasado, lo vimos sanando a un endemoniado. Hoy, lo acompañamos con Simón y Andrés a la casa de Pedro. La casa, el lugar íntimo done se comparte el techo, la mesa. Allí se encuentra con una anciana enferma, la suegra de Pedro, Jesús se acerca, la toma de la mano y la levanta. Un gesto tan simple como es el acercarse, y tomar de la mano hace el milagro de recuperar a esta mujer, que no sólo recupera su salud, sino su capacidad de servicio. Al atardecer muchos vinieron a buscarlos, y relata el evangelista que Jesús continuó sanando. Era común en la época de Jesús que los enfermos fueran tenidos por malditos o poseídos por espíritus malos, de manera que eran alejados, excluidos y nadie se atrevía a acercarse a ellos. Jesús, al contrario, se entrega con amor y dedicación a su cuidado, siendo su servidor.

La práctica de curación, la lucha contra el mal, es decir, la praxis liberación del ser humano… es la práctica habitual de Jesús. Tan importante como hacer el bien, es evitar el mal, y luchar contra él: dar la vida en la tarea de procurar la paz, la salud, el bienestar, la felicidad… a todos aquellos que la han perdido. Ser cristiano es, entre otras muchas cosas, luchar contra el mal, no quedarse de brazos cruzados, o ensimismado en los propios asuntos, cuando vivimos en un mundo con las cifras escalofriantes de pobreza y miseria que hoy padecemos.

«Anunciar hoy el Reino» no es cuestión de sólo palabras; exige simultáneamente construirlo. La «evangelización», la nuestra, ha de ser como la de Jesús. Su «anunciar» la buena noticia no es cuestión de simplemente transmitir información… sino de hacer, de construir, de luchar contra el mal, de sanar, curar, rehabilitar a los hermanos, ponernos a su servicio, acompañar y dignificar la vida que, en todas sus manifestaciones, es manifestación de la mano creadora de Dios. Leer más…

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(4.2.24.Dom 5 TO). Marcos, un evangelio de milagros (Mc 1,29-39)

Domingo, 4 de febrero de 2024
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Un evangelio-de-marcosDel blog de Xabier Pikaza:

El pasado 11.3.2023, en la Purísima de Salamanca, parroquia de mi amigo Policarpo Diaz, dirigí un pequeño curso sobre los milagros en el Evangelio de Marcos, partiendo de dos libros que he dedicado al tema: Evangelio de Marcos,  VD, Estella 2012 y Comentario al evangelio de Marcos, Clie, Viladecavalls 2013.   

 Los milagros en el evangelio de Marcos cumplen varias funciones:

(a) Son testimonio de la presencia de Jesús en la vida de los creyentes, para indicar que la vida entera del cristiano es un “milagro”, una transformación. (b) Son un lenguaje, una forma de expresar de presencia de Jesús, de recordar su pasado y actualizar su presente. (c) Tienen un fondo histórico, pero no pueden entenderse de un modo historicista. (d) Son una experiencia histórica y una esperanza pascual, abren un camino de conversión y transformación de vida.

La reflexión que sigue consta de dos partes:  (1) Tres milagros de este domingo. (2) Dos esquemas  de milagros en Marcos.

TRES MILAGROS: CASA DE SIMÓN, CALLE DE CAFARNAUM Y CAMPO ABIERTO (Mc 1, 29-39)

1.- Casa de Simón; curación y servicio de suegra (1, 29-34)

(a. Suegra de Simón). 29 Al salir de la sinagoga, se fue inmediatamente a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Le hablaron en seguida de ella, 31 y él se acercó, la agarró de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció y se puso a servirles.

 De la sinagoga (ámbito comunitaria de la vida judía), donde se situaba el pasaje anterior de Marcos,  pasamos a la casa(espacio normal de la comunidad cristiana). Jesús viene con sus cuatro pescadores a la casa de Simón, cuya suegra está enferma. No se dice que tenga un espíritu impuro, como lo tenía el hombre de la sinagoga (cf. 1, 23), sino que está con calentura (pyressousa: 1, 30), una fiebre que le impide trabajar. Parece impotente, no puede hacer nada. Pero Jesús agarra con fuerza su mano, para levantarla, en gesto y palabra de evocación pascual.

Se completa así la pareja de enfermos primordiales: el endemoniado de la sinagoga, sometido a la impureza de una enseñanza opresora; la enfebrecida de una casa que parece invadida por varones. Jesús cura a los dos, pero sólo a la mujer la levanta o resucita, de manera que ella puede servir en la casa.

 − La casa (oikia: 1, 29) es espacio de reunión y grupo familiar, lugar privilegiado de la comunidad (cf. 3, 20.31-35). Estamos en la casa de Simón y Andrés, donde entra Jesús con sus cuatro. Es quizá la casa de pascua donde deberían reunirse las mujeres de la tumba vacía cuando vuelvan a Galilea (cf. 16, 7). Jesús toma la mano de la enferma y la levanta (êgeiren autên: la resucita: 1, 31; cf. 16, 6), para convertirla en servidora. Casa de evocación pascual y servicio mutuo será la iglesia de Jesús. La mujer curada, es la primera cristiana de la historia.

El sábado (cf. 1, 21). Para los judíos es día sagrado en que nadie se afana en hacer cosas externas (trabajos materiales). Parece irrelevante que una mujer enferme en ese día, pues ese día no tiene labor que realizar entre las obras o trabajos de la casa. Pues bien, Jesús la toma de la mano y la levanta. Ésta es una experiencia pascual:superada por Jesús la fiebre (signo de muerte), la enferma se levanta y transforma el sábado en día pascual de servicio a los demás. Jesús no le manda. Es ella la que asume la iniciativa y saca las consecuencias, descubriendo el valor del servicio mutuo, por encima de la sacralidad del sábado judío.

Ella les servía (diêkonei autois: 1, 31). La diakonía era el signo primordial de los ángeles de Dios que, en vez de descansar, servían a Jesús en el desierto (1, 13); ella define a las mujeres que al fin del evangelio aparecen como servidoras o diaconisas mesiánicas (15, 41). La suegra de Simón interpreta el don que ha recibido; su servicio no se puede entender como trabajo servil de la mujer, bajo el dominio de varones ociosos, sino como verdadero ministerio mesiánico, creador de la nueva familia de Jesús. Por eso, la curada es la primera servidora de Jesús (cf. esquema 6, 4). En el origen de toda obra eclesial se encuentra esta mujer, conforme a Marcos.

 El gesto de Jesús resulta sorprendente, y casi puede verse como anuncio pascual, pues Marcos utiliza el verbo egeirô, levantar, lo mismo que en 16,6 (cf. 2,11; 5,41; 9,27). La mujer está postrada, y Jesús la levanta, realizando el verdadero trabajo humanizante que debía distinguir al sábado, aunque los fariseos no compartan esa forma de entenderlo (cf. 3,1-6). Pero tan importante como el gesto de Jesús resulta en este caso el tipo de respuesta de la suegra: se puso a servirles (diêkonei autois).

Recordemos que el servicio es un tema clave del evangelio, como hemos visto en la escena de la tentación: Satanás pone a prueba a los hombres para destruirles, los ángeles sirven (1,13). Servidoras de Jesús, el siervo universal (cf. 10,45), vendrán a ser las mujeres de la cruz y de la pascua (15,51). Pues bien, como primera servidora de Jesús y sus discípulos, como mujer que desde ahora ha comenzado a ser el más perfecto o grande entre todos los discípulos (cf. 9,3), hallamos a la suegra de Simón.

Ella sabe y realiza desde ahora algo que Simón (al que Jesús llamará Pedro) no querrá aprender en el transcurso de su seguimiento histórico de Cristo (como indica 8,32; 14,29-31. 66-72). Pero hay todavía otro detalle significativo: estamos en sábado; conforme al ritual judío, se hallaban todos obligados al descanso; pues bien, esta mujer rompe ese rito, supera el sábado judío y comienza a realizar la obra mesiánica, sirviendo a Jesús y sus discípulos.

No ha hecho falta que Jesús la llame a través de una vocación especial al seguimiento (como en 1,16-20). No hace falta que le diga cómo debe comportarse. Jesús ya le ha enseñado todo en el momento mismo de curarle. Ella responde como auténtica discípula, rompiendo por Jesús la misma ley del sábado: sirve a los que vienen y convierte así su casa en primera de todas las «iglesias» (= de todos los lugares de servicio cristiano).

Milagros a la puerta de casa, milagros en la calle (1, 32-34).

 1, 32 Al atardecer, cuando ya se había puesto el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. 33 La población entera se agolpaba a la puerta. 34 Él curó entonces a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero a éstos no los dejaba hablar, pues sabían quién era.

A la puesta del sol, terminado el descanso sagrado de los judíos (escribas incapaces de curar), las gentes del entorno vienen trayendo ante la casa de Simón a sus enfermos para que Jesús les cure (1, 32-34), pues son muchos los que siguen oprimidos por el mal, endemoniados. Precisamente cuando acaba el sábado judío del culto y el descanso puede empezar para los pobres el tiempo mesiánico de las curaciones. Leer más…

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La anticipación del Reino en la victoria sobre la enfermedad. Domingo 5 Ciclo B.

Domingo, 4 de febrero de 2024
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IMG_2832Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El evangelio del domingo pasado contaba el asombro causado por la predicación de Jesús y por su poder sobre los espíritus inmundos. Todo eso ocurrió un sábado en la sinagoga de Cafarnaúm. El evangelio de este domingo nos cuenta cómo terminó ese sábado y qué ocurrió en los días siguientes.

Curación de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31)

Quien lee este relato de Marcos no presta atención al hecho de que la curación tenga lugar en sábado. Pero cuando se recuerda que una de las acusaciones más fuertes contra Jesús fue la de curar en sábado, el detalle adquiere mucha importancia. Para Jesús, como él mismo dirá más tarde, la persona está por encima de la ley, aunque sea la ley más santa.

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Curaciones al atardecer (Mc 1,32-34)

  Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Al ponerse el sol termina el descanso sabático. La gente puede caminar, comprar, etc., y aprovecha la ocasión para llevar ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados. No se dice cuánto tiempo dedicó a curar a muchos de ellos. Se supone que hasta tarde. En Israel, como en todo el Mediterráneo, la noche no cae de repente.

El relato supone que Jesús realiza las curaciones sin ningún esfuerzo ni uso de la magia. Es interesante compararlo con lo que cuenta Plutarco a propósito del rey Pirro, rey de Epiro (+ 272 a.C.): “Se creía que Pirro curaba las enfermedades del bazo sacri­ficando un gallo blanco, haciendo dormir a los enfermos de espaldas y apretándoles suave­mente esa víscera con el pie derecho. (…) Se dice que el dedo gordo de su pie tenía una virtud divina, hasta el punto de que, después de su muerte, una vez quemado enteramente su cuerpo, se observó que aquel dedo no había sufrido las llamas y que estaba intacto” (Plutarco, Vida de Pirro).

En este contexto dice Marcos, casi de pasada, que Jesús «expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar». Esta idea, que ya apareció en el relato del endemoniado del domingo pasado y que se repetirá en otros momentos, la presentó Wilhelm Wrede en 1901 como «el secreto mesiánico». Jesús no quiere que la gente sepa desde el principio su verdadera identidad, tienen que irla descubriendo poco a poco, escuchándolo y viéndolo actuar.

Jesús y sus colaboradores siguen proclamando el Reino (1,35-39)

 Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

  ̶ Todo el mundo te busca.

Él les responde: 

̶ Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

La conducta de Jesús trae a la mente las palabras del Salmo 63: «¡Oh, Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo!». Estamos al comienzo del evangelio, y Marcos indica algo que será una constante en la vida de Jesús: su oración, el contacto diario e intenso con el Padre, del que saca fuerzas para llevar adelante su misión.

 Esta misión no se caracteriza por elegir lo cómodo y fácil. En Cafarnaúm toda la gente pregunta por él, quiere verlo y escucharlo. Sin embargo, él decide recorrer de nuevo toda Galilea. Ya lo había hecho solo, cuando metieron a Juan en la cárcel. Ahora lo hace acompañado de los cuatro discípulos. Y no solo predica, también expulsa demonios.

El demonio de la depresión (Job 7,1-4.6-7)

La primera lectura, tomada del libro de Job, ha sido elegida pensando en los enfermos a los que cura Jesús. Job pertenece al grupo de los endemoniados, pero en sentido moderno. No se trata de que esté poseído por un espíritu inmundo, sino de que se halla sumido en una profunda depresión. No le encuentra sentido a la vida, la ve como una carga insoportable, una noche que no se acaba, un futuro sin esperanza. La solución le vendrá por un duro enfrentamiento con Dios, que le obligará a salir de sí mismo, a abrir la ventana y contemplar las maravillas que lo rodean, hasta terminar reconociendo humildemente que no puede discutir con Dios ni culparlo de lo que le ocurre.

Relacionando esta lectura con el evangelio, parece sugerir al deprimido: acude a Jesús, o que alguien te lleve a él. No te hablará duramente, como Dios a Job, pero quizá te ayude a salir de ti mismo y a superar tu depresión. Porque, como dice el Salmo de hoy: «Él sana los corazones destrozados, venda sus heridas» (Sal 146,3).

Habló Job, diciendo:

«El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio,

sus días son los de un jornalero;

como el esclavo, suspira por la sombra,

como el jornalero, aguarda el salario.

Mi herencia son meses baldíos,

me asignan noches de fatiga;

al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré?

Se me hace eterna la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba.

Mis días corren más que la lanzadera,

y se consumen sin esperanza. 

Recuerda que mi vida es un soplo,

y que mis ojos no verán más la dicha.»

«Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados» (Sal 146,1)

  En las diversas y numerosas curaciones que ha contado el evangelio, resulta extraño que nadie dé las gracias a Jesús. Ni la suegra de Simón, ni su familia, ni los que acuden al ponerse el sol, ni los enfermos de toda Galilea. Pasa haciendo el bien sin esperar recompensa.

  Por eso es bueno que el Salmo nos invite a alabar al Señor, reconociendo todo el bien que nos ha hecho. Este himno recoge motivos muy diversos para alabar a Dios: empieza por la reconstrucción de Jerusalén y la vuelta de los deportados, pero no pierde de vista a cada individuo, vendando las heridas de los que tienen el corazón destrozado y sosteniendo a los humildes.

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Domingo V del Tiempo Ordinario. 04 de febrero, 2024

Domingo, 4 de febrero de 2024
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D-V-TO

 

“Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simeón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: -Todo el mundo te busca.”

(Mc 1, 29-39)

Seguimos como la semana pasada en Cafarnaún. Es decir, en la “Aldea del Consuelo”.

Y este domingo Jesús primero se hace consuelo en casa. En lo íntimo y con los suyos sana la fiebre de la suegra de Pedro. En el evangelio no dice que los vecinos se enterasen del suceso. Solo dice que Jesús “la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.”

¿Cómo se enteraron los vecinos? No lo sabemos. Pero al anochecer le llevaron todos los enfermos y poseídos. Y así Jesús se hace consuelo para toda la aldea: “la población entera se agolpaba a la puerta”.

Pero estos baños de masas siempre provocan la misma reacción en Jesús: “se marchó al descampado y allí se puso a orar”. Soledad y oración. Encuentro con su Dios Abba, fuente de todo consuelo. El encuentro necesita silencio y soledad; necesita intimidad.

Todas las personas necesitamos de ese encuentro, y de manera especial cuando recibimos de Dios grandes dones o beneficios. Cuando las cosas nos van bien y saboreamos el dulce sabor del éxito. Ahí necesitamos más que nunca el Encuentro profundo con Dios pues corremos el grave peligro de quedarnos con los dones de Dios y alejarnos de Él (Cfr. Lc 15: “Dame la parte de la herencia que me corresponde…”). Corremos el dramático y original peligro de querer ocupar el lugar de Dios; podemos recordar lo que les sucede a Adán y Eva.

Por eso nos viene bien no perder de vista este ejemplo de Jesús. Esta manera de actuar tan suya. Tras el éxito se retira a orar. También lo hace en el fracaso. “Se marchó al descampado y allí se puso a orar”.

Oración

Danos, Trinidad Santa, el acierto necesario para volver siempre a Ti, tanto al oír el clamor de los aplausos como al escuchar las murmuraciones y las críticas. Amén.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Jesús nos quiere llevar a la verdadera vida.

Domingo, 4 de febrero de 2024
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Mc 1,29-39

Recuerda que los evangelios no son crónicas de sucesos sino teología narrativa. No tiene importancia que las palabras atribuidas a Jesús sean exactamente las que él pronunció; ni que los hechos narrados hayan sucedido así. Lo importante es el mensaje que quieren trasmitirnos. Lo difícil será traducirlo adecuadamente a nuestro lenguaje, siempre relativo, de manera que lo podamos entender hoy. Para ello es imprescindible que nos coloquemos en el ambiente de aquella época y conozcamos las características de aquella cultura.

Seguimos en el primer día de la actuación de Jesús. Marcos intenta perfilar a grandes rasgos y con firmes trazos, la figura de Jesús. Se trata de un montaje programático para dejar muy clara la manera que tenía Jesús de desarrollar su ministerio. No podemos desligar la perícopa que hemos leído hoy de la del domingo pasado. Ambas forman un todo teológico progresivo, que empieza en la sinagoga y termina orando solo en descampado. Allí consigue reavivar la experiencia de Dios, que le permite hablar y actuar con autoridad.

El paso de la sinagoga a la casa, y después a la calle, nos dice que Jesús lleva la salvación a todos los lugares en donde se desarrolla la vida y a todas las personas que tienen necesidad de liberación. Con toda naturalidad se nos habla de la suegra de Pedro, aunque nunca se hable de la esposa. En aquella sociedad era impensable el estado de soltero y Jesús nunca cuestionó las normas existentes con relación a la sexualidad, al matrimonio o a la familia. Los cambios que después se produjeron no se pueden vender como mensaje evangélico.

La cogió de la mano y la levantó. La palabra katekeito para decir “estaba postrada”, puede significar enfermedad o muerta, en cualquier caso, falta de vida. También para decir que la levantó, Mc emplea hgeiren, que puede significar levantar o resucitar. Está claro que Mc quiere dar un doble sentido a todo el relato, más allá del sentido literal.

Se le pasó la fiebre y se puso a servirles”. Jesús cura para que la mujer pueda servir. En el mundo griego, el servicio (diakonía) se consideraba una deshumanización. En las primeras comunidades cristianas, era el signo de seguimiento de Jesús. El verbo que se utiliza en griego es dihkonei = servía a la mesa. Los cristianos eligieron precisamente la palabra “diakonía” para expresar el nuevo fundamento de las relaciones humanas en la comunidad. El mismo Jesús dirá que no ha venido a ser servido sino a servir.

Al anochecer… Nos está indicando que los que se admiraban de las palabras y obras de Jesús eran judíos y no habían superado la dependencia de la Ley, que era la causa de la opresión. Al ponerse el sol terminaba el sábado y la obligación de descanso. Por lo tanto, ya podían ellos llevar a los enfermos y Jesús curarlos, sin faltar al primer precepto de la Ley.

Curó a muchos y expulsó muchos demonios. Todos buscan a Jesús para ser curados. Todos los evangelios comienzan con un éxito espectacular de la predicación de Jesús. Más tarde se verá que no les interesa nada más que ser atendidos en sus necesidades. Cuando queda claro que ese no es el objetivo de Jesús, le abandonan sin ninguna consideración.

Se marcha a descampado y allí se puso a orar. En muchos lugares de los evangelios se dice lo mismo: “Se levantó de madrugada, se fue a un descampado y allí se puso a orar”.Pasó la noche en oración”. “Por la mañana estaba allí sólo“. Es la clave de la vida de Jesús. Realmente necesitaba orar como verdadero ser humano que era. Descubrir lo que era su Abba para él y lo que era él para su Abba fue la clave de su espiritualidad. Esto solo se puede hacer apartándose de bullicio de la gente en soledad y silencio.

El domingo pasado decía el evangelio que hablaba con autoridad, no como los letrados. La clave está en este descubrimiento continuado de la presencia de Dios en él. A pesar de la absorben­te actividad, encontraba tiempo para estar a solas consigo mismo y cargar las pilas. Los evangelios nos dicen que también iba a la sinagoga y al templo, pero el verdadero encuentro con Dios lo realizaba a solas y en medio de la naturaleza.

¡Todo el mundo te busca! En el relato encontramos tres exageraciones intencionadas: ‘todo el mundo te busca’; ‘la población entera’; ‘todos los enfermos’. Los discípulos están en la misma dinámica que la gente. No quieren que su Maestro pierda la ocasión de afianzar su prestigio (poder). Jesús sabía muy bien lo que tenía que hacer: “Vámonos a otra parte”. En el principio del relato se habló por dos veces de su enseñanza (didach). Ahora dice predicar (khruxw), de donde viene kerigma, concepto clave de la primera comunidad.

Todos los evangelios empiezan constatando la euforia con que la gente sigue a Jesús. Pero pronto, se va apoderando de ellos, primero la decepción, después el abandono, y finalmente la oposición total. En Juan este proceso se escenifica de manera genial en el c. 6, después de la multiplicación de los panes, cuando quieren hacerle rey y terminan abandonándole todos diciendo: “¿quién puede hacerle caso?” El porqué de esta actitud es claro: buscan ser curados, liberados, queridos, no les interesa curar, servir y amar.

Si tomásemos conciencia de este cambio en la gente, comprenderemos donde falla nuestro cristianismo. La respuesta está en el relato de la curación de la suegra de Pedro. Jesús cura para que seamos capaces de servir. Esto es precisamente lo que no nos gusta. Cuando Jesús va dejando claro que Dios no es un tapagujeros, que su predicación lo que persigue es cambiar las actitudes fundamentales del ser humano y convertirle en libre servidor en vez de opresor, la gente empieza a sentirse incómoda y le abandona sin contemplaciones.

El evangelio no habla de resignación ante cualquier clase de dolor, sea físico, sea psíquico, sea moral. Tampoco identifica la salvación con la supresión del dolor. Todo lo contrario, afirma expresamente que la verdadera salvación puede alcanzarla todo ser humano a pesar del mal que nos rodea. Siempre que se pueda, se debe suprimir el dolor. La victoria contra el mal no está en suprimirlo, sino en evitar que te aniquile.

La solución al problema vital del hombre no puede venir de fuera, la tenemos que encontrar dentro. Solo un conocimiento de lo hondo del ser nos descubrirá lo que somos. El hombre tiene que superar sus limitaciones. Pero solo lo conseguirá descubriendo que esas limitaciones no le impiden alcanzar su plenitud. Conocerme a mí mismo es conocer a Dios como fundamento de mi ser. Ser fiel a sí mismo es la única manera de ser fiel a Dios.

El fallo del cristianismo fue convertir la buena noticia del evangelio en una religión. Jesús quiso liberar al ser humano de todo lo que le impide ser él mismo, incluida la religión. Hay problemas que no tienen solución, pero una vida más humana siempre es posible. El esperar que cambien las circunstancias para sentirme bien es señal de hedonismo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Planteamiento de Marcos

Domingo, 4 de febrero de 2024
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Mc 1, 27-39

«Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios»

Estamos acostumbrados a leer el evangelio a pequeñas dosis, y esto tiene el riesgo de hacernos perder su visión de conjunto. Por ejemplo, el comienzo del evangelio de Marcos es una unidad que debe leerse de un tirón, pues muestra el ambiente de confrontación que vivió Jesús desde el primer momento y nos da las claves para entender mejor el resto. Vamos pues a tratar de hacer una síntesis de sus primeros capítulos.

Jesús, carpintero de Nazaret, siente la llamada de Dios, deja oficio y familia y va al Jordán al encuentro de Juan el Bautista. Se bautiza con él y se dirige al desierto para confirmar o afianzar su vocación antes de dedicar la vida a la misión a la que se siente llamado.

A su regreso del desierto, conoce e Simón, Andrés, Juan y Natanael y vuelve con ellos a Galilea. Se hospeda en Cafarnaúm, en casa de Simón, e invita a los tres primeros y a Santiago (hermano de Juan) a unirse a él en la aventura de predicar el Reino de Dios por los caminos de Galilea. Ellos aceptan y se emplazan el sábado en la sinagoga de Cafarnaúm.

Ante el asombro de todos, el carpintero toma la palabra y expone con autoridad una doctrina nueva y sorprendente. Al finalizar, un demente le increpa, y Jesús lo devuelve a su ser con la simple autoridad de sus palabras. A la salida, cura a la mujer de Simón que estaba enferma, y al atardecer le llevan a su puerta multitud de enfermos para que los cure. Pronto su fama se extiende por toda la comarca.

Marcos hace hincapié en el enfrentamiento que desde el principio mantiene Jesús con escribas y fariseos… y lo curioso es que parece ser él quien lo provoca. Su primera sanación la hace en sábado, quebrantando el precepto más sagrado para todo israelita. Sale a los caminos, encuentra un leproso, se acerca a él y le toca incurriendo en impureza. Vuelve a Cafarnaúm, perdona los pecados de un paralítico que le presentan para que lo sane, y los fariseos le acusan de blasfemo.

Invita a Leví, el publicano, a unirse al grupo y cena en su casa, con escándalo de los justos. Cuando le acusan de no ayunar, les habla del vino nuevo que va a romper sus odres viejos, y cuando les increpan por comer espigas en sábado, se arroga una vez más la potestad de interpretar la Ley en contra del criterio de los doctores: «El Sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el Sábado». Esta serie constante de enfrentamientos culmina en la sinagoga de Cafarnaúm, donde cura en sábado (sin necesidad alguna) a un hombre que tiene la mano paralizada. Los fariseos se conjuran con los herodianos para matarle…

Y ésta es la base del planteamiento posterior: Jesús, hombre poderoso en palabras y avalado por Dios con hechos asombrosos, es seguido por la gente sencilla a quien sana y devuelve la esperanza, y es rechazado de plano por la ortodoxia y el poder que acaban llevándolo a la muerte.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fe Adulta

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