Archivo

Entradas Etiquetadas ‘Ciclo B’

Viernes Santo. Celebración de la Pasión. Ciclo B. 29 abril, 2024

Viernes, 29 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Viernes Santo. Celebración de la Pasión. Ciclo B. 29 abril, 2024

4FA6C62A-DA02-4DB5-B108-70246FBE176F

 

Yo soy”

(Jn 18, 1- 19,42)

Hoy corremos el riesgo de perdernos entre tantos encuentros y desencuentros que se dan en estos dos capítulos del Evangelio de Juan. Además creemos que nos lo sabemos de memoria: el arresto, el sumo sacerdote, las negaciones de Pedro, Pilato, los gritos de ¡crucifícalo!, Jesús en la cruz, María y Juan, la lanza que atraviesa el costado, José de Arimatea y Nicodemo dando sepultura al cuerpo.

Es la “parte fea” de la vida de Jesús. Son los momentos en los que nos gustaría cerrar los ojos y los oídos. Y nos pasa en nuestra vida también. En los momentos de dolor, de incertidumbre, de enfermedad que lleva a la muerte… queremos cerrar el corazón y no sentir porque duele mucho.

Al comienzo de todo este relato, Jesús dice “Yo soy”. En una primera lectura podemos pensar que es algo así como “presente” o “aquí estoy”. Pero los judíos que lo escucharon supieron entender el significado y por eso “comenzaron a retroceder y cayeron en tierra”. Esas dos palabras son el nombre que Dios le había dado a Moisés (Ex 3,14) para que pudiera decir a los israelitas que Dios mismo lo estaba enviando. Jesús es Dios encarnado. También nosotras podemos escuchar ese nombre en nuestras vidas: en la enfermedad, en la soledad, en lo que experimentamos como fracaso, ante una persona que nos descoloca…

Otro detalle. El proceso ante Pilato es importante para Juan, le dedica más espacio que los demás evangelistas. Llama la atención ese doble escenario: en el interior del palacio y fuera donde estaban los que lo acusaban. Dentro hay una conversación entre él y Jesús en la que el primero le pregunta sobre su identidad y parece no encontrar nada peligroso el él. Fuera, necesita guardar las apariencias, parecer un hombre respetable y poderoso. Si observáramos nuestra forma de actuar… Quizás nos parecemos más a Pilato de lo que nos gustaría… Hoy es un buen día para callar y escuchar a Dios en el silencio, en el interior de nuestro palacio.

Oración

Haznos escuchar, Trinidad Santa, tu nombre en el interior de nuestro ser.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , ,

Jesús entregando su vida, manifiesta la más absoluta plenitud de vida.

Viernes, 29 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Jesús entregando su vida, manifiesta la más absoluta plenitud de vida.

a_6JVIERNES SANTO (B)

Jn 18,1-19,42

Las tres partes en que se divide la liturgia de este viernes expresan perfectamente el sentido de la celebración. La liturgia de la palabra nos pone en contacto con los hechos que estamos conmemorando en este día de Viernes Santo. La adoración de la cruz nos lleva al reconocimiento de un hecho insólito que tenemos que tratar de asimilar y desentrañar. La comunión nos recuerda que la principal ceremonia litúrgica de nuestra religión es la celebración de una muerte, en la que podemos descubrir la Vida.

No debemos seguir insistiendo en el sufrimiento. No es el dolor lo que nos salva. Tampoco debemos apelar a la voluntad de Dios. Dios ni programó ni permitió ni aceptó la muerte de Jesús. Menos aún la exigió para poder perdonar nuestros pecados. Ese amor, manifestado en el servicio a los demás, es lo que demuestra su verdadera humanidad y, a la vez, su plena divinidad. Mientras el cristianismo siga siendo un ropaje exterior, nos podemos sentir abrigados y protegidos, pero no nos cambia interiormente; y por tanto no nos salva.

¿Qué añade la muerte de Jesús al mensaje de Jesús? Aporta una dosis de autenticidad. Sin esa muerte y sin las circunstancias que la envolvieron, hubiera sido mucho más difícil, para los discípulos, dar el salto a la experiencia pascual. La muerte de Jesús es sobre todo un argumento definitivo a favor del AMOR. En la muerte, Jesús dejó absolutamente claro que el servicio incondicional a los demás era más importante que la misma vida biológica.

La muerte de Jesús, como resumen de su vida, nos lo dice todo sobre su persona. Nos dice todo sobre nosotros mismos, si queremos ser humanos como él. Además, nos lo dice todo sobre el Dios de Jesús, y sobre el nuestro. Sobre Jesús, nos dice que fue plenamente humano. Una trayectoria humana, que comenzó como la de todos, nos demuestra que las limitaciones humanas, incluida la muerte, no impiden al hombre alcanzar su plenitud.

La buena noticia de Jesús fue que Dios es amor. Pero ese amor se manifiesta de una manera desconcertante. El Dios manifestado en Jesús es tan distinto de lo que podemos llegar a comprender, que, aún hoy, seguimos sin asimilarlo. Un Dios que se anonada, se deshace, se aniquila para dejarnos ser nosotros mismos, no puede ser atrayente. Como no aceptamos ese Dios, no acabamos de entrar en la dinámica de relación con Él que nos enseñó Jesús. El tipo de relaciones de toma y da acá, que desplegamos no puede servir para aplicarlas al Dios de Jesús. Por eso el Dios de Jesús nos desconcierta y despista.

Un Dios que siempre está callado y escondido, incluso para una persona tan fiel como Jesús, ¿qué puede aportar a mi vida? Es muy complicado tener que descubrirlo en lo hondo de mi ser, pero sin añadir nada a mi ser, sino constituyéndose en el fundamento de mi ser, siendo parte de mí en lo que tengo de fundamental. Nos descoloca un Dios que es impasible al dolor humano, sin darnos cuenta de que al aplicar a Dios sentimientos, le estamos haciendo a nuestra imagen, fabricándonos nuestro ídolo. Nuestra imagen de Dios siempre tendrá algo de ídolo, pero nuestra obligación es ir purificándola cada vez más.

Un Dios que nos exige deshacernos, disolvernos, aniquilarnos en beneficio de los demás, no para tener en el más allá un “ego” más potente sino para quedar identificados con Él, no puede ser atrayente para nuestra conciencia de individuos separados. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, permanece solo, pero si muere da mucho fruto”. Este es el nudo gordiano que es imposible desenredar. Es el Rubicón que no nos atrevemos a pasar. Como decía el Maestro Eckhart: un Dios hecho nada no puede identificarse conmigo si estoy lleno de mí mismo y creyéndome el ombligo del mundo.

La muerte de Jesús deja claro que su objetivo es imitar a Dios. Si Él es Padre, nuestra obligación es la de ser hijos. Ser hijo es salir al padre, imitar al padre de tal modo que viendo al hijo se descubra cómo es el padre. Esto es lo que hizo Jesús, y esta es la tarea que nos dejó, si de verdad somos sus seguidores. Pero el Padre es don total, entrega incondicional a todos y en toda circunstancia. No solo no hemos entrado en esa dinámica, la única que nos puede asemejar a Jesús, sino que vamos en la dirección contraria, cuando buscamos en nuestra relación con Dios seguridades, incluso para el más allá.

La muerte en la cruz no fue un mal trago que tuvo que pasar Jesús para alcanzar la gloria. La suprema gloria de un ser humano es hacer presente a Dios en el don total de sí mismo, sea viviendo, sea muriendo para los demás. Dios está solo donde hay amor. Si el amor se da en el gozo, allí está Él. Si el amor se da en el dolor, allí está Él también. Se puede salvar el hombre sin cruz, pero nunca se puede salvar sin amor. Lo que aporta la cruz es la certeza de un amor autentico, aún en las peores circunstancias que podamos imaginar.

El hecho de que no dejara de decir lo que tenía que decir, ni de hacer lo que tenía que hacer, aunque sabía que eso le podía costar la vida, es la clave para compren­der que la muerte no fue un accidente, sino fundamental en su vida. Lo esencial no es la muerte, sino la actitud de Jesús, que le llevó a una total fidelidad. El que le mataran, podía no tener mayor importancia; pero que le importara más la defensa de sus convicciones que la vida, nos da la verdadera profundi­dad de su opción vital. Había experimentado la verdadera Vida y comprendido que la vida biológica tenía solamente un valor relativo.

Cuando un ser humano es capaz de consumirse por los demás, está alcanzando su consumación. En ese instante puede decir: Yo y el Padre somos uno. En ese instante manifiesta un amor semejante al amor de Dios. Dios está allí donde hay verdadero amor. Si seguimos pensando en un dios ausente del sufrimiento humano o exigiéndolo para poder perdonarnos, será muy difícil comprender el sentido de la muerte de Jesús. Dios está en el dolor dándole verdadero sentido y convirtiéndolo en plenitud.

Al adorar la cruz esta tarde debemos ver en ella el signo de todo lo que Jesús quiso trasmitirnos. Ningún otro signo abarca tanto, ni llega tan a lo hondo. Pero no podemos tratarlo a la ligera. Debemos tener muy claro que es un signo que nos permite descubrir la realidad de una vida entregada a los demás. Poner la cruz en todas partes, incluso como adorno, no garantiza una vida cristiana. Tener como signo religioso la cruz, y vivir en el más refinado hedonismo, indica una falta de coherencia que nos tenía que hacer temblar.

La muerte de Jesús es el resumen de su vida. Se trata de una muerte que manifiesta sin ambages la verdadera Vida, que es fruto del amor. Pero no se trata tanto de la muerte física cuanto de la muerte al yo y al egoísmo. Este es el mensaje que no queremos aceptar, por eso preferimos salir por peteneras y buscar soluciones que no exijan entrar en esa dinámica. Si nuestro “falso yo” sigue siendo el centro de nuestra existencia, no tiene sentido celebrar la muerte de Jesús; y tampoco celebrar su “resurrección”.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , ,

!Mirad al ser humano!

Viernes, 29 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en !Mirad al ser humano!

Camino del Calvario

Jn 18,1-19,42

Los relatos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús constituyeron muy pronto el centro del kerigma, del anuncio y la predicación. Se utilizaron al hablar de Jesús, al recordarle, al realizar el memorial de la cena… Las narraciones sobre lo sucedido aquellos días en Jerusalén pasaban de boca en boca, no porque se quisiera recordar una crónica, sino desde la profunda necesidad de compartir una experiencia de fe que les había transformado y que les ofrecía –en ese momento de ausencia física del Maestro– un sentido a todo lo vivido. Aún más, un Sentido a sus vidas.

Desde muy pronto, estos relatos relacionaron la Pasión con la Resurrección. Sin esta última, aquella no encontraría significado. Pero sin aquella, la segunda no hubiera sucedido. Hoy, Viernes Santo, la liturgia nos invita a permanecer en la primera, a ahondar en ella sin prisa, a realizar el recorrido –junto a Jesús– desde el huerto de los olivos, al otro lado del torrente Cedrón (cf. Jn 18,1), hasta ese otro huerto que se hallaba en el sitio donde lo crucificaron y donde había un sepulcro nuevo (cf. 19,41).

El evangelio según Juan, que se distingue en gran medida de los sinópticos, presenta, al llegar a la pasión y muerte, una narración que se asemeja mucho a las de los demás evangelios. No obstante, también muestra significativas diferencias. Por ejemplo, Juan omite la agonía en Getsemaní o el detalle del beso de Judas, todo el proceso judío ante el sanedrín, los insultos y maltratos experimentados en casa del sumo sacerdote o en la cruz y el simbolismo de las tinieblas en el momento de la muerte de Jesús. De algún modo, Juan no hace hincapié en los aspectos más trágicos y dolorosos porque contempla todo desde la clave del cumplimiento de la historia de la salvación.

En cambio, este evangelio es el único que señala aspectos no mostrados por los sinópticos, fruto de sus acentos teológicos: la autoridad de la palabra de Jesús que es capaz de hacer caer por tierra a quienes van a detenerle, el interrogatorio de Anás, el amplio proceso ante Pilato, la discusión ante lo escrito en el cartel clavado en la cruz, la presencia de María y el discípulo amado a los pies del crucificado o la referencia a la sangre y el agua que brotaban del costado de Jesús tras la lanzada.

Mucho podríamos detenernos, pues muchos son los acontecimientos que se narran y los matices propios de este evangelio. La persona que lea estas palabras, queda invitada a hacerlo: detente, contempla cada escena, deja que lo contemplado te toque el corazón y percibe las mociones que experimentas ante ello. Es día para contemplar al Amor dando la vida hasta el extremo y eso requiere tiempo, sosiego y silencio. ¡Ojalá se te haga posible!

Pero sí deseo hacer una invitación explícita. Si observamos, en el centro de esta gran narración se encuentra el gran diálogo entre Pilato y Jesús en torno al reinado de este último. Respondiendo a las preguntas, Jesús muestra el verdadero significado de su realeza. En el núcleo de esta sección, es coronado de espinas y echado sobre sus hombros un manto de púrpura, los soldados le dan bofetadas al tiempo que le gritan: “¡Salve, rey de los judíos!” (19,2-3). Torturado, humillado, maltratado como el Siervo del que habla el profeta Isaías, Jesús es presentado ante el pueblo con aquella expresión que hoy repetimos en latín: Ecce homo y que en nuestras biblias encontramos traducido como “¡Este es el hombre!” (19,5).

Esta locución, más allá de sus resonancias veterotestamentarias (en 1Sam 9,17 se utiliza cuando Samuel busca al hombre que Dios ha elegido como rey de Israel) y del profundo contenido teológico que tiene en el evangelio de Juan, traduce la expresión griega ἰδοὺ ὁ ἄνθρωπος, que literalmente significa “he aquí el ser humano” o mirad al ser humano.

En ese cuerpo herido, desgarrado por la violencia, despojado de su dignidad, se nos invita a posar nuestra mirada para ser capaces de descubrir en él al ser humano, a la persona, criatura de Dios hecha a su imagen y semejanza… A ese cuerpo, del que el profeta dice que “no parecía hombre, ni tenía apariencia humana”, “ante el cual se ocultan los rostros”, se nos insta a fijar los ojos y a reconocer en él a Dios mismo. Hoy somos invitados a poner nuestra mirada sobre:

J15 (Papa Moussa Diouf) llegó a El Hierro después de una larga y penosa travesía. En Senegal quedaron su mujer y sus hijos de uno y tres años. J15 (así son nombrados cuando desembarcan, por centenares, de sus cayucos en la isla ante la imposibilidad de hacer un registro pausado) murió el pasado noviembre a causa del pie de patera, una infección letal provocada por mantener durante días sus piernas y pies –llenos de pequeñas heridas– en contacto con el agua contaminada por las heces que se acumula en el fondo de las embarcaciones. ¡Mirad al ser humano!

Karina es mamá a los 15 años. Atrás quedaron los estudios, los juegos… y la infancia. Su cuerpo, delgado y pequeño, amamanta a una niña de cuatro meses en una habitación de la casa de la familia de su exnovio, el papá de la pequeña, que ya vive fuera, con otra pareja. A Karina sus abuelos le echaron de casa y ahora se encuentra allí, en un rancho humilde en la frontera entre Colombia y Venezuela. “Al menos tuve suerte con mis suegros”, expresa. Karina y a sus diez hermanos fueron abandonados por su madre cuando ella tenía apenas unos meses. “Voy a criar a mi hija mejor que ella a mí”. ¡Mirad al ser humano!

Salah Awad El Sousi, doctor en Farmacia, dejó la ciudad de Gaza prácticamente con lo puesto. A sus 73 años se encontró, de repente, sin nada… Bajo los escombros quedaron sus libros, sus títulos, sus pertenencias… su vida. Para comer él, sus hijos y nietos, han de hacer fuego con la madera que encuentran y cocer pan, aunque la harina escasea. Los niños tienen la prioridad, pero hasta ellos padecen ya los efectos del hambre y la deshidratación. “No hay un momento de calma. Hasta lo más simple se ha convertido en un problema enorme: cómo conseguir comida, agua o un poco de electricidad para cargar el móvil. Estamos viviendo como animales y nos hemos transformado en números: números de muertos, números de heridos, números en las colas para comprar un poco de pan…”. ¡Mirad al ser humano!

María, a sus 17 años, se ha herido los brazos con una cuchilla por enésima vez. Entre los más jóvenes, uno de cada 20 adolescentes asegura haberse intentado quitar la vida, según el estudio PsciCE (Psicología en Contextos Educativos). Un tercio de los intentos de autolisis que atiende el teléfono de información toxicológica es de menores de 20 años y las llamadas a los números de atención al suicido entre los jóvenes se está disparando. “No, yo no me quería matar, yo estaba sufriendo y quería que dejara de pasar…”. ¡Mirad al ser humano!

Cada uno podremos seguir poniendo nombres propios y seguir contemplando, en este Viernes Santo, a Jesús en la Cruz.

 

Inma Eibe, ccv

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , ,

Mirarán al que transpasaron

Viernes, 29 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Mirarán al que transpasaron

a20-cristo-crucificado-1631-32Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

Mirarán al que atravesaron 
(Jn 19,37)

01.- Silencio y adoración.

         Ante el crucificado tal vez lo más humano y cristiano es guardar un silencio interior para. Mirar al que transpasaron.

Dios también guardó silencio, el “silencio de Dios” contempló y rompió en llanto a la muerte de Jesús, su Hijo y de todos sus hijos que vivimos y morimos en la historia de la humanidad

         Dios no es impasible, padece con y por nosotros.

02.- Yo soy

         El Viernes Santo leemos y escuchamos la pasión según San Juan.

         Se podría decir que esta tradición evangélica joánica está redactada desde la fe como “largas catequesis” que terminan siempre con un “yo soy”.El evangelio de Juan “aplica” a Jesús lo que ya aparece en el AT: Dios es:“Yo soy el que soy” (Dt 3,14), le dice Dios a Moisés.

En el NT, la cristología de Juan es siempre un “yo SOY” aplicado a Cristo: Cristo es Dios: Yo soy el pan de vida, yo soy el agua, yo soy el buen pastor, yo soy la puerta, yo soy la luz, yo soy el camino, yo soy la resurrección y la vida…

En los relatos de la pasión y muerte según san Juan, también está presente este “Yo soy”:

  • Cuando le van a detener a Jesús en Getsemaní, a la pregunta de “¿A quién buscáis”?, Jesús responde “yo soy” y -con la ironía que caracteriza a Juan-, todas las fuerzas religioso – militares, caen “patas arriba”. Extraño, ¿no?, que todo un batallón caiga por tierra ante Cristo y tres discípulos medio dormidos.
  • Ante Pilato Jesús contesta: “yo soy” rey, si bien no como los de este mundo.

         Jesús había ya anunciado: Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo soy, (Jn 8,28).

No hay vacuna que pueda vencer a la muerte, solamente el “Yo soy”.

         Solamente Cristo crucificado perdona el pecado.

         Solamente el Señor crucificado nos libera de toda ley.

         JesuCristo es, “yo soy”, no desde el poder, sino desde su entrega redentora, que es lo que celebramos el Viernes Santo.

03.- Contemplar la muerte de Jesús.

         Muchos vieron la muerte de Jesús en Jerusalén, en el Calvario: las autoridades religiosas y políticas: fariseos, zelotas, mucha gente del pueblo, soldados, etc., pero fueron pocos quienes contemplaron al crucificado:

  •  Varias mujeres: María, la madre del Señor, María de Cleofás, María Magdalena, (Jn 19,25-27), Salomé, seguramente no estaría lejos Nicodemo, etc.
  •  También tuvo la sensibilidad de estar al pie de la cruz el Discípulo Amado, (Jn 19,27), es decir todo discípulo que se siente amado por el Señor: todos nosotros.
  •  Cercanía trágica y humilde para mirar a Jesús la de quien estaba crucificado con él, el buen ladrón. ¡Acuérdate de mí!… Hoy estarás conmigo en el paraíso, (Lc 23,39.-43).
  •  El centurión romano, responsable inmediato de ejecutar la sentencia de muerte, termina contemplando al crucificado: Verdaderamente este hombre era justo, es hijo de Dios. (Mt 27,54; Mc 15,39; Lc 23,47).
  •  A la muerte de Jesús gran parte del pueblo volvía a Jerusalén dándose golpes de pecho y pidiendo perdón. Lc 22,66-71
  •  José de Arimatea, que era bueno y justo, contempló a Jesús y tuvo la compasión y la valentía de pedirle a Pilato el cadáver para darle una digna sepultura, (Mc 15,44-46; Jn 19,38). En este último gesto de “dar tierra” estaba presente también Nicodemo.
  •  Todas estas personas cercanas a Jesús contemplaban la muerte de Jesús y dónde ponían a Jesús. (Mc 15,47; Jn 19,41-42).

¿Contemplo yo al que transpasaron?

¿Me siento querido, amado por el Señor como el discípulo a quien Jesús quería? ¿Contemplo a Cristo desde mi pecado profundo como el buen ladrón y me siento perdonado, salvado? ¿Quizás contemplo y sigo a Jesús como María Magdalena, porque también han salido de mí siete demonios? Cómo José de Arimatea y Nicodemo ¿contemplo con compasión y audacia a Jesús transpasado y a los crucificados de este mundo?

Somos nosotros quienes miramos al Señor desde nuestra situación personal. Es muy diferente mirar a Jesús como Pilatos, Herodes, zelotismo, fariseos y poder religioso, desde el poder, a mirar a la cruz como publicano, pecador, “magdalena”, buen ladrón, etc.

La sociedad actual mira al crucificado (las procesiones de Semana Santa) pero como mero interés turístico, (si bien este año también eso ha quedado truncado por la pandemia)

Contemplar a Cristo crucificado infunde una gran paz, perdón, bondad en lo más profundo de nuestro ser. Quizás no hayamos de dar ningún paso más: El Viernes Santo es la redención universal.

         La crucifixión de Jesús es redención de los abismos más profundos del ser humano: hundimientos personales de todo tipo. Jesús descendió al abismo, a los infiernos y nos liberó del pecado y de la muerte

04.- De la cruz desciende perdón, redención, agua y sangre, espíritu.

         Humanamente poco puede descender de la cruz. El paredón de ejecución poco puede ofrecer.

Allá en el Génesis, en el comienzo de la vida, Dios llena el barro de “todo Adán”, Dios infunde su aliento vital (espíritu) en el vacío humano: y el barro (por evolución o como fuere) llega a ser viviente. La existencia humana en principio está llena de sentido y de vida.

Jesús en la cruz descendió a lo más profundo de los vacíos humanos, a los infiernos. Él se sintió abandonado; ¿por qué me has abandonado? ¿Cuántos seres humanos han vivido también esta misma experiencia de abandono y vacío? ¿No estamos viviendo en esta pandemia una cierta sensación de angustia, de soledad, de abandono?

Desde la contemplación del sufrimiento resuenan ecos de perdón: perdónales porque no saben lo que hace, hoy estarás conmigo en el paraíso. A tus manos encomiendo mi espíritu.

          Jesús en la cruz, inclinando su cabeza, entregó su Espíritu, nos entregó su espíritu a la humanidad, a la comunidad cristiana representada en María y el Discípulo Amado.

Cristo nos entrega su Espíritu del Reino: la justicia, la paz, la libertad, la gracia, llenan, son capaces de llenar los vacíos humanos. El espíritu de Cristo perdona nuestros pecados, confiere ánimo a nuestras depresiones.

05.- Contemplemos al que transpasaron.

         Cuando nos sentimos vacíos, débiles, pecadores, cansados, mirar al crucificado es fuente de paz y serenidad infinitas. San Pablo dirá quién nos podrá acusar

¿Quién será el que condene, si Cristo Jesús ha muerto, más aún, ha resucitado y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rom 8).

         La obra del barro inicial de la creación termina ahora en la cruz: consumatum est. El Señor no abandona la obra de sus manos, (Salmo 137), por todo ello, estamos salvados, redimidos de nuestros fracasos, pobrezas y nuestro vacío existencial está lleno del Espíritu de vida de JesuCristo.

Contemplemos al que transpasaron

Biblia, Espiritualidad , ,

Jueves Santo. Ni Grial ni Mantel, nosotros somos la Cena de Cristo

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Jueves Santo. Ni Grial ni Mantel, nosotros somos la Cena de Cristo

eucaristia-720_270x250Del blog de Xabier Pikaza:

“Jesús en nosotros, desde y con los pobres, excluidos, oprimidos y perdidos de la tierra”

Los de Valencia dicen que el Grial, del que bebieron Jesús y sus discípulos, es suyo. Los de Coria (Cáceres) responden que el paño o mantel lo tienen ellos. Pero los cristianos creemos que la Eucaristía  de Jesús o Jueves Santo, somos nosotros mismos.

Jesús nos hizo para siempre sus amigos (su sangre y cuerpo) en la Última Cena, confiándonos así su testamento: “Vosotros sois yo, yo soy vosotros”. Por eso, la Eucaristía no es un Grial ni un Paño, ni siquiera un rito separado, sino nuestra existencia, en comunión del pan y vino (comida, bebida), con los hombres y mujeres en Cristo.

No está de más el paño, ni el cáliz, pero la Eucaristía  es Jesús en nosotros, nosotros en él, y unos en otros, desde y con los pobres, excluidos, oprimidos y perdidos de la tierra. Comer con ellos, compartiendo vida, desde y con Cristo, ésa es la verdad del evangelio (Gálatas 2, 5.14).[1]

No es sólo rezar unos al lado de los otros,  sino “compartir la comida” (syn-esthiein, dice Pablo),  de forma que seamos con Jesús comida/vida compartida.

Así define Jesús su evangelio, desde la bienaventuranza de los hambrientos (Lc 6,21-22 par.) hasta la bendición de Mt 25,31-46, donde dice: Venid, benditos, porque tuve hambre y me disteis de comer…”. 

Éste es el amor real, Cena que recrea y enamora el Jueves Santo,fiesta cristiana de Eucaristía[1]. De ello trata lo que sigue, de manera algo más técnica, siguiendo el texto de La Palabra se hizo carne (=eucaristía”), ampliado al final con algunas notas técnicas. Buen Jueves Santo a todos

Xabier Pikaza

De Jesús a Pablo

Las palabras de la cena (Mc 14, 22-25 par) retoman el mensaje y vida de Jesús, es decir, su “novedad mesiánica”, como reinterpretación de la pascua judía, que habían querido celebrar sus discípulos. En su forma actual esas palabras sólo han podido fijarse (como recuerdo histórico y texto litúrgico), desde una perspectiva pascual, según estos cuatro momentos [2]:

 − Cena (comida). Jesús celebró con sus discípulos una cena de solidaridad y despedida, marginando (superando) los rituales de la pascua nacional judía (cordero sacrificado), para insistir en el pan compartido (multiplicaciones) y el vino del Reino. Es probable que esa cena tuviera un carácter dramático, y marcara una ruptura entre el ideal/camino de Jesús y la propuesta real de sus discípulos (que seguían buscando un triunfo político/mesiánico). Sea como fuere, ella es el centro de la Historia de Jesús.

Primera comunidad. Los seguidores de Jesús mantuvieron y actualizaron (celebraron) su signo en las cenas/comidas comunitarias, centradas en el pan compartido y, de un modo especial, en el vino de la promesa del Reino. Esas cenas eran momentos fuertes de celebración de Jesús resucitado, a quien sus seguidores descubrían al juntarse y recordarle en el pan de su proyecto/mensaje y en el vino de la esperanza del Reino. En este momento, las “eucaristías” se identificaban con las mismas reuniones de oración, recuerdo y comida de las iglesias (en ese fondo puede situarse Mc 14, 3‒9).

Comunidades helenistas (Pablo). En un momento dado, que podemos conocer de algún modo por Pablo (1 Cor 11, 23-26), algunas comunidades de Jerusalén y Damasco, de la costa palestina y de Fenicia y después en Antioquía “descubrieron” (encontraron, desplegaron) un sentido especial en los signos de la cena, como memoria de Jesús, interpretando el pan como “cuerpo mesiánico” (sôma)del Cristo y el vino de la promesa del reino como “copamesiánica” (sangrehaima) de la nueva alianza que Dios ha realizado en y por Cristo [3].

El evangelio de Marcos recoge esa tradición de las comunidades y de Pablo y la integra en la historia de Jesús, en el contexto de su cena histórica, situando en un contexto biográfico la afirmación central de Pablo: «El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan…» (1 Cor 11, 23). En el fondo de esa “entrega histórica” (descrita bien por Marcos) recibe su sentido el signo del pan como cuerpo mesiánico y del vino como sangre de la alianza.

Jesús y la Iglesia no han tenido que crear los signos, estaban ahí, el pan y el vino de las fiestas judías y de la última cena, que pueden relacionarse con la pascua judía, pero recibiendo nuevo sentido, en la línea de la entrega de Jesús por el reino.

1 Cor 11, 23-25

  1. 23 Yo recibí del Señor lo que os he transmitido:
  2. el Señor Jesús, la noche en que fue entregado,
  3. tomó pan, 24 y dando gracias, lo partió y dijo:
  4. – Esto es mi Cuerpo (dado) por vosotros.
  5. +Haced esto en memoria mía.
  6. 25 De igual modo el cáliz, después de cenar diciendo:
  7. – Este cáliz es la Nueva Alianza en mi Sangre.
  8. +Haced esto… en memoria mía

Mc 14, 22-2

  1.  22 Y estando ellos comiendo, tomando pan, bendiciendo, lo partió y se lo dio y dijo:
  2. – Tomad, esto es mi Cuerpo.
  3.  23 Y tomando (un) cáliz, dando gracias, se lo dio y bebieron todos de él. Y les dijo:
  4. −Ésta es la sangre de mi alianza derramada por muchos

 Marcos presenta estas palabras a modo de conclusión y compendio del evangelio, para indicar que aquello que Jesús había comenzado a realizar, proclamando su mensaje (1, 14-15), lo ha culminado y ratificado al fin, al presentarse como pan y vino de Reino para nueva comunidad mesiánica. Pablo, en cambio, sitúa esas palabras en un contexto de “celebración ritual” de la Iglesia, añadiendo que él ha recibido del Señor (parelabon apo tou kyriou) la tradición que ha transmitido (ho kai paredôka hymin), de manera que puede ofrecer y ofrece una formulación nueva de la “Cena del Señor” (kyriakon deipnon: 1 Cor 11), sin limitarse a repetir lo que decía la comunidad anterior, sino aportando lo que ha recibido por revelación pascual [4].

Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , ,

Jueves Santo. la Cena del Señor. Ciclo B. 28 de abril de 2024

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Jueves Santo. la Cena del Señor. Ciclo B. 28 de abril de 2024

Jueves-Santo-2048x1152

 

“Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora, lo comprenderás después”

(Jn 13, 1-15).

El Evangelio de hoy está cargado de símbolos en los que es interesante profundizar. En la actualidad, a nosotras, como personas que seguimos a Jesús, más de dos milenios después, nos puede resultar muy enriquecedor pararnos en la actitud de los discípulos, porque, como nos ocurre a nosotras, ellos tampoco entendían qué estaba pasando en sus vidas.

“Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora, lo comprenderás después”, dijo Jesús a Pedro cuando se negaba a que le lavara los pies. ¡Cómo nos cuesta aceptar esta frase! ¡Qué poco nos gusta no comprender todo en el instante en que nos lo proponemos! Vivimos con la meta de conocer, de controlar cada situación. Pedro continúa negándose y Jesús le responde: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. A veces necesitamos parar en seco para reaccionar y optar. ¿Queremos tener que ver con Jesús? ¿En qué cambia nuestra vida el llamar a Jesús “maestro”?

Hoy también celebramos el día del amor fraterno, sororal, y este podría definirse como ese amor que no se entiende, que no se comprende. El amor que lleva a servir, a acoger, a entregarse gratis, sin esperar nada a cambio… ¿Nada? Eso tampoco lo entendemos. Resulta que eso es lo que Jesús hizo cada día de su vida y es lo que nos propone, a quienes nos denominamos cristianas, como guía en nuestra vida.

Hoy es el día del “porque sí”. Esa frase que de pequeños hemos dicho mucho, y que podemos escuchar responder a los pequeños de las familias. Y resulta que Dios nos quiere “porque sí”, que se entregó y se entrega cada día “porque sí”, que nos pide que nosotras hagamos lo mismo “porque sí”.

Oración

Lávanos, Jesús, aunque nos peleemos contigo porque no entendamos, y haznos personas entregadas por amor, por tu Amor.

*

Fuente  Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , ,

Jesús es pan partido, repartido, compartido.

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Jesús es pan partido, repartido, compartido.

<

os_he_dado_ejemplo

JUEVES SANTO (B)

Jn 13,1-15

El tema central del Triduo Pascual es el AMOR. El jueves se manifiesta en los gestos y palabras que lleva a cabo Jesús en la entrañable cena. El viernes queda patente el grado supremo de amor al poner su vida entera, hasta la muerte, al servicio del bien del hombre. El sábado celebramos la Vida que surge de ese Amor incondicional. En la liturgia de estos días manifestamos, de manera plástica, la realidad del amor supremo que se manifestó en Jesús. Lo importante no son los ritos, sino el significado que éstos encierran.

La liturgia del Jueves Santo está estructurada como recuerdo de la última cena. La lectura del evangelio de Juan debe hacernos pensar; se aparta tanto de los sinópticos que nos llama la atención que no mencione la fracción del pan. Pero en su lugar, nos narra una curiosa actuación de Jesús que nos deja desconcertados. Si el gesto sobre el pan y el vino tuvo tanta importancia para la primera comunidad, ¿por qué lo omite Juan? Y si realmente Jesús realizó el lavatorio de los pies, ¿por qué no lo mencionan los tres sinópticos?

No es fácil resolver estos interrogantes, pero tampoco debemos ignorarlos o pasarlos por alto. Seguiremos haciendo sugerencias, mientras los exégetas no lleguen a conclusiones más o menos definitivas. Sabemos que fue una cena entrañable, pero el carácter de despedida se lo dieron después los primeros cristianos. Seguramente en ella sucedieron muchas cosas que después se revelaron como muy importantes para la comunidad. El gesto de partir el pan y de repartir la copa de vino, eran gestos normales que el cabeza de familia realizaba en toda cena pascual. Lo que pudo añadir Jesús, o los primeros cristianos, es el carácter de signo, de lo que en realidad fue la vida entera de Jesús.

El gesto de lavar los pies era una tarea exclusiva de esclavos. A nadie se le hubiera ocurrido que Jesús la hiciera si no hubiera acontecido algo similar. Es una acción original y de mayor calado que el partir el pan. Seguramente, en las primeras comunidades se potenció la fracción del pan, por ser más cultual. Poco a poco se le iría llenando de contenido sacramental hasta llegar a significar la entrega total de Jesús. Pero esa misma sublimación llevaba consigo un peligro: convertirla en un rito mágico que no compromete a nada. Aquí está la razón por la que Juan se olvida del pan y el vino. La explicación que da de la acción, lleva directamente al compromiso con los demás y no es fácil escamotearla.

Parece demostrado que, para los sinópticos, la Última Cena es una comida pascual. Para Juan no tiene ese carácter. Jesús muere cuando se degollaba el cordero pascual, es decir el día de la preparación. La cena se tuvo que celebrar la noche anterior. Esta perspectiva no es inocente, porque Juan insiste, siempre que tiene ocasión, en que la de Jesús es otra Pascua. Identifica a Jesús con el cordero pascual, que no tenía carácter sacrificial, sino que era el signo de la liberación. Jesús, el nuevo cordero, es signo de la nueva liberación.

Los amó hasta el extremo. Se omite toda referencia del lugar y los preparativos de la cena. Va directamente a lo esencial. Lo esencial es la demostración del amor hasta el extremo, es decir, en el más alto grado, hasta alcanzar el objetivo final. Manifestó su amor durante toda su vida, ahora va a manifestarse de una manera total y absoluta. “Había amado… y demostró su amor hasta el final”, dos aspectos del amor de Dios manifestado en Jesús: amor y lealtad, (1,14) amor que nunca se desmiente ni se escatima.

Dejó el manto y tomando un paño, se lo ató a la cintura. Ya dijimos que no se trata en Juan de la cena ritual pascual, sino de una cena ordinaria. Jesús no celebra el rito establecido, porque había roto con las instituciones de la Antigua Alianza. Dejar el manto significa dar la vida. El paño (delantal, toalla) es símbolo del servicio. Manifiesta cuál debe ser la actitud del que le siga: Prestar servicio al hombre hasta dar la vida como él. Juan pinta un cuadro que queda grabado en la mente de los discípulos. Esa acción debe convertirse en norma para la comunidad. El amor es servicio concreto a cada persona.

Se puso a lavarles los pies y a secárselos con la toalla. El lavar los pies era un signo de acogida o deferencia. Solo lo realizaban los esclavos o las mujeres. Lavar los pies en relación con una comida, siempre se hace antes, no durante la misma. Esto muestra que lo que Jesús hace no es un servicio cualquiera. Al ponerse a los pies de sus discípulos, echa por tierra la idea de Dios creada por la religión. El Dios de Jesús no actúa como Soberano, sino como servidor. El verdadero amor hace libres. Jesús se opone a toda opresión. En la nueva comunidad todos deben estar al servicio de todos, como Jesús. La única grandeza del ser humano es ser como el Padre, don total y gratuito para los demás.

¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Esta explicación de Jesús nos indica hasta qué punto es original esa actitud. Retomó el manto, pero no se quita el delantal. Se recostó de nuevo, símbolo de hombre libre. El servicio no anula la condición de hombre libre, al contrario, da la verdadera libertad y señorío. La pregunta quiere evitar cualquier malentendido. Tiene un carácter imperativo. Comprended bien lo que he hecho con vosotros, porque estas serán las señas de identidad de la nueva comunidad.

Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor” y decís bien porque lo soy. Juan es muy consciente de la diferencia entre Jesús y ellos. Lo que quiere señalar es que esa diferencia no crea rango de ninguna clase. Las dotes o funciones de cada uno no justifican superioridad alguna. Los hace iguales y deben tratarse como iguales. La única diferencia es la del mayor o menor amor manifestado en el servicio. Esta diferencia nunca eclipsará la relación de hermanos, todo lo contrario, a más amor, más igualdad, más servicio.

Pues si yo os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Reconoce los títulos, pero les da un significado completamente nuevo. Es “Señor”, no porque se imponga, sino porque manifiesta el amor, amando como el Padre. Su señorío no suprime la libertad, sino que la potencia. El amor ayuda al ser humano a expresar plenamente la vida que posee. Llamarle Señor es identificarse con él, llamarle Maestro es aprender de él, pero no doctrinas sino su actitud vital. Se trata de que sienten la experiencia de ser amados, y así podrán amar con un amor que responde al que reciben.

Os dejo un ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Los sinópticos dicen, después de la fracción de pan: “Haced esto para acordaros de mí”. Es exactamente lo mismo, pero en el caso del lavatorio de los pies, queda mucho más claro el compromiso de servir. Lo que acaba de hacer no es un gesto momentáneo, sino una norma de vida. Ellos tienen que imitarle a él como él imita al Padre. Ser cristiano es imitar a Jesús en un amor que tiene que manifestarse siempre en el servicio a todos los hombres. Celebrar la eucaristía es comprometerse con el gesto y las palabras de Jesús. La misma Vida de Dios, manifestada por el que acepta su mensaje.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , ,

Magdalena Bennasar: La ternura no se piensa.

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Magdalena Bennasar: La ternura no se piensa.

jesus-cura

Jn 13, 1-15

Si dejamos que Jesús nos lave los pies, nos habremos comprometido con Él y como Él a lavárselos a los demás.

Un Jueves Santo, más nos encontramos con este texto entrañable, sorprendente y desestabilizador. Para darle un poquito más de novedad os propongo que empecemos a leerlo por el final.

Así, lo primero que escuchamos, no es una narración, sino una petición directa del Señor: “Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis Jesús, la víspera de su muerte nos pide, a ti y a mí, como su último deseo que hagamos con los demás, lo que Él ha hecho con nosotros. No solo que le admiremos o le agradezcamos… sino que lo hagamos.

Y podemos preguntarle, ¿de qué hablas Señor, que es lo que has hecho con nosotros? Y escuchamos, “Os he lavado los pies.” ¿Lavarnos los pies? Hoy nos es difícil vernos lavándonos los pies unos a otros pero, vamos a actualizarlo. ¿Qué es hoy lavarnos los pies? Nombremos personas, hechos y situaciones… Quizá atender a ese enfermo solo, desagradable, maloliente… O interesarnos y escuchar a los desanimados y desesperados de cualquier condición social, o estar disponibles y tener paciencia una y otra vez con los más cercanos ancianos, niños, adolescentes. (Podemos seguir nuestra lista)

Seguimos leyendo el texto hacia arriba y nos encontramos con una secuencia de los hechos que precisa lo que Jesús hace para lavar los pies, o quizá cómo es ese lavar los pies de Jesús. Secuencia que no nos deja escapatoria y que posiblemente nos descoloca de nuestras rutinas y costumbres. Nos dice que Jesús: Se levanta, se quita el manto, coge unas herramientas de servicio (la palancana, el agua y la toalla), se arrodilla delante de cada uno y se pone a lavarles los pies.  Es decir “lavarnos los pies unos a otros” nos exige levantarnos de donde estamos, cambiar de lugar o cambiar nuestro lugar con los que creemos que están más abajo, salir de nuestra situación más o menos cómoda. Quitarnos, despojarnos de una serie de signos que nos dan nuestra imagen, la consideración de los demás… Buscar, tomar, hacernos con herramientas, tiempo, características… que son necesarias para atender a los otros y luego abajarnos, acercarnos, ponernos delante de cada persona para ver qué necesita lavarse en ella.

¿De donde me siento llamado/a a levantarme, para poder acercarme a los demás? ¿Qué quiero quitarme de encima? ¿Qué herramientas, actitudes, tiempos… estoy poniendo a disposición de los otros? Porque según Juan, levantarnos, despojarnos y tomar la toalla es indispensable para ponernos delante del hermano, de la hermana, y lavarle los pies, secándoselos con la toalla.

Damos un paso más, y vemos a Jesús que toma en sus manos, toca, los pies de cada persona, la parte de su cuerpo que Él mismo dice que no está limpia. Es este un gesto muy repetido en la vida de Jesús, a pesar de lo que los judíos pensaban sobre el hecho de entrar en contacto con lo que “ensuciaba”. Los distintos evangelios nos dicen que Jesús es un hombre que “toca” a los leprosos, a los mudos, a los sordos, a los ciegos… que toca la vida y entorno de las personas entrando en casa de pecadores. Es más Jesús se “deja tocar” por la Magdalena y la hemorroisa… Y sobre todo Jesús se ha dejado tocar por Dios, desde su concepción, en sus largas noches de oración, en las tentaciones de los desiertos de cada día, en Getsemaní y en  la cruz. Y este tocar y ser tocado, este contacto  que ha sido patente en su vida, es lo que ahora, tan cercana su muerte, realiza de una forma significativa con los suyos, con nosotros, y nos pide que nosotros lo hagamos con los demás.

¿Me dejo tocar por los hermanos/as necesitados, por las realidades sangrantes de nuestra sociedad? ¿Tengo experiencia de dejarme tocar por Dios? ¿De sentir que ese contacto va transformando mi vida? ¿O soy de las personas que mantienen distancias, que se mantienen “en su sitio” sin que ningún contacto inesperado desestabilice mi vida? ¿A quién toco yo? ¿A quién me acerco, en que situaciones me implico…?

Y ahora nos encontramos con Pedro. El que no entiende, pero intuye que hacer así las cosas no es “lo esperado” de Jesús, lo que siempre hemos hecho, lo que nos da seguridad. Un Jesús, un Dios arrodillado a mis pies ¿tocando lo más débil, sucio y enfermo de mi…? “Eso nunca” dice Pedro. ¿Y yo? Porque si le dejamos lavarnos los pies nos habremos comprometido con Él y como Él a lavárselos a los demás, a trastocar el orden de muchas cosas, a ponernos a los pies de los que quizá hemos pensado muchas veces, están por debajo de nosotros…  A no pasar de largo, a acercarnos a las necesidades y tocar, es decir a limpiar suciedades que afean, secar lágrimas que hacen sufrir, sanar heridas infligidas tantas veces a inocentes… acompañar esfuerzos y logros, compartir el amor, la salvación, el contacto sanador recibido.

Y terminamos con los primeros versículos. Esos que nos hablan del momento en que este hecho se sitúa, en la “hora” de Jesús, en su Ultima Cena, en un momento deseado hondamente, con la plena conciencia de su realidad como Hijo de Dios, y de la muerte que se acerca, aceptada en la libertad y confianza en su Dios, su Abbá. Estamos en un momento privilegiado y lo que se nos dice tiene la hondura del amor que todo el texto rebosa. La importancia de sintetizar o significar lo que ha sido toda la vida de Jesús y lo que quiere que sea la nuestra, en una única clave “amar hasta el extremo” ¿Nos atrevemos a acoger y vivir este amor? Posiblemente nos llevará a situaciones de muerte y dolor, pero sin duda nos hará gozar para siempre de la Pascua.

¡Feliz día de Jueves Santo!

 

Guadalupe Labrador Encinas, fmmdp

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , ,

Se levantó de la mesa…

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Se levantó de la mesa…

041317-jn-13-1-15-660x330En la noche en que iba a ser entregado, Jesús realizó un gesto insólito: se levantó de la mesa distanciándose del lugar reservado a quienes presiden y se situó en el de los que, entonces y ahora, pertenecen a la categoría de “los que sirven”. Sabía que el lugar en que estemos situados condiciona nuestra mirada y por eso tomó distancia y adoptó la perspectiva que le permitía percibir otras dimensiones de la vida. Desde ese lugar se toca de cerca el barro, el polvo, el mal olor, la suciedad…, todo eso de lo que los sentados a la mesa creen estar a salvo o sencillamente ignoran y desprecian. A ras del suelo y en contacto con los pies de los demás, se produce un cambio de plano que revela lo elemental de cada persona, su desnudez, las limitaciones de su corporalidad. Y miradas desde ahí, cualquier pretensión de superioridad o dominio se descubre como ridícula y falsa.

Desde aquel lugar, el de “uno de tantos”, él veía cerca y dentro a los que otros consideraban lejos y fuera y, en cambio, los de arriba resultaban estar abajo. Porque para él los más, los mayores y los importantes eran aquellos que a nuestros ojos son menos. El lugar en que había decidido situarse había creado esta “revolución de adverbios” que tanto nos sobresalta y a la que tanto nos resistimos. La sola posibilidad de ese desplazamiento nos resulta amenazadora porque nos saca del terreno de lo conocido y nos invita a descubrir nuevos significados que no coinciden con los que consideramos evidentes. Y sin embargo él se lo exigirá a quien quiera seguirle: tendrá que estar dispuesto, lo mismo que él, a “no tener dónde reclinar la cabeza”, a ir más allá de todo aquello en lo que la cabeza (la de ellos y la nuestra) “se reclina”, descansando en lo que se cree saber, controlar o dominar.

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , ,

El lavatorio de los pies como momento fundacional de la Iglesia. Jueves Santo

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en El lavatorio de los pies como momento fundacional de la Iglesia. Jueves Santo

IMG_3777Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01.- Mientras haya hambre en el mundo, la Eucaristía no será plena ( P. Arrupe)

La Eucaristía de Jesús la podemos situar no  solamente la Última Cena, cena que nosotros llamamos del Jueves Santo, sino que la Eucaristía se es la infinidad de veces que Jesús comió con publicanos y pecadores. Las comidas de Jesús fueron siempre salvíficas y gozosas:

  • Eucaristía es la multiplicación de los panes: Jesús toma el pan, lo bendice, lo reparte por medio de sus discípulos: Yo soy el pan de vida. (Jn 6):
  • Jesús comía con publicanos y pecadores” (Mc 2,16),
  • Jesús aceptó la hospitalidad de Zaqueo y fue a hospedarse en su casa: hoy ha entrado la salvación a esta casa. (Lc 19,1-10).
  • Jesús cenó con los dos de Emaús, (Lc 24): tomó el pan y lo partió y los dos de Emaús se llenaron de gran alegría

Por otra parte, las comidas de Jesús tenían un enorme significado porque violaban casi todas las normas judías. Jesús comía con personas con las que un buen judío no podía, ni debía compartir la mesa. Además declaraba que todos los alimentos eran puros, no observaba el ayuno ni quería que sus discípulos lo hicieran (Mc 2,18-22).

La Eucaristía es una acción de gracias gozosa de la salvación, no un cumplimiento o precepto, ni un amasijo incomprensible de ritos hieráticos.

02.- Momentos fundacionales de la Iglesia: servicio y bondad (Amor)

        La “Última cena” del Señor con los suyos tiene una solemnidad intensa, pero no por la grandeza y “esplendor del Templo”, ni por las liturgias llenas de “trastos”, sino por la dignidad de Jesús que:

  • Primero amó a los suyos hasta el final
  • Y por eso se quita el manto de Señor y se ciñe la toalla de esclavo para lavar los pies de los suyos.

        El amor y el servicio

        El amor y el servicio –no el poder- constituyen la fundación e identidad de la comunidad, de las comunidades de Jesús.

        La Iglesia, la comunidad eclesial nace de las actitudes que Jesús que Jesús muestra y activa en sus discípulos:

        +      Todos vosotros sois hermanos.

        +      El lavatorio de los pies como actitud de servicio en la vida comunitaria.

        +      La Eucaristía como mesa abierta a todos.

        El orden jurídico es necesario para algunas cuestiones, pero lo que hace bien es la bondad en la vida.

        El amor, la caridad pueden tener también validez y repercusiones en la vida social, jurídica y política.

        Solemos decir en muchas situaciones de la vida que hay que actuar la justicia: “el que la hace la paga”. Pero una justicia sin caridad y sin amor, fácilmente se tornan en venganza y revancha.

JesuCristo, la Eucaristía y la Iglesia son amor y servicio.

        La Eucaristía y el pensamiento de Jesús no se ventilan en las academias o en la Curia, sino en su cercanía hacia los débiles, hacia los suyos, los pobres. Jesús hace una teología en vivo.

La misma tradición de san Juan dice que en el amor os conocerán que sois mis discípulos, (Jn 123,35).

¿Buscamos la comunión, el amor o la victoria?

Os he dado ejemplo, haced vosotros lo mismo

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , ,

“La vida cristiana consiste en comunicar la Buena noticia de la vida resucitada que Jesús alcanzó para toda la humanidad“, por Consuelo Velez.

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en “La vida cristiana consiste en comunicar la Buena noticia de la vida resucitada que Jesús alcanzó para toda la humanidad“, por Consuelo Velez.

IMG_6565


De su blog Fe y Vida:

Jueves Santo: Cuando el discípulo siente el amor incondicional de Dios hacia su propia vida, es capaz de testimoniar ese mismo amor de Dios a los demás

Viernes Santo: El viernes santo es día de silencio, de estupor, de dolor, pero también es día de conversión, de cambio, de valentía. Ojalá estemos entre los que asumen estas últimas actitudes.

Vigilia Pascual: El pregón pascual es más que un pregón litúrgico. Es la vida resucitada que podemos testimoniar en todos nuestros actos

Si algo proclama el cristianismo es el amor incondicional de Dios hacia la humanidad, amor que Jesús manifiesta a lo largo de toda su vida con sus palabras y acciones y que concentra en esta última cena (para Juan no es la cena pascual, es un día antes) en la que, como en un intento de volver a confiar a sus amigos su legado, se ciñe el vestido, toma la toalla y lava los pies de cada uno de sus discípulos, entre los que sabemos estaba Judas quien lo entregaría más adelante. Es que así es el amor servicial del reinado de Dios: se da a todos no en virtud de su bondad sino en razón de su ser hijo de Dios, destinatario de la misericordia infinita de Dios.

Muy posiblemente Jesús esperaría que ese gesto convenciera tan profundamente a sus discípulos que pudiera darse un vuelco a la situación que, Él ya intuía, le esperaba. O, por lo menos, que todos ellos le siguieran sin titubeos. Pero si Judas lo traicionará, Pedro lo negará. Este último ya muestra la postura equivocada con la que está siguiendo a Jesús. No sé si Pedro no se sentía digno de ser lavado por Jesús, pero, lo más seguro, es que no acababa de entender que ese amor total de Dios también es para los que se creen perfectos o que creen estar más cerca de Jesús que los demás. Pareciera que el reino es para los otros, los que no forman el círculo de Jesús. Sin embargo, Jesús les muestra que, si no se comienza con ellos, si no cambian su forma de ser y actuar, si no pasan a vivir en el horizonte del Reino, ellos no podrán dar testimonio de este. Precisamente, porque cada discípulo siente el amor incondicional de Dios hacia su propia vida, será capaz de testimoniar ese mismo amor. Quien no se siente frágil no puede comprender la fragilidad de los demás. Quien no se siente perdonado, no podrá perdonar a otros. Quien no se siente con una segunda oportunidad, no podrá dársela a ninguno de sus semejantes.

Por todo lo anterior, las palabras de Jesús aclaran el significado profundo de ese gesto: si yo, siendo el Maestro, les he lavado los pies a cada uno, con más razón ustedes han de lavarse los pies unos a otros.

Participemos, entonces, de este lavatorio de los pies, con la actitud de quien se deja lavar los pies y, la vida entera, por Jesús, pidiéndole que el amor recibido nos haga amor para los demás, sin límite, sin medida. Solo desde esta actitud de necesidad reconocida se pondrá entender que la Eucaristía no es para los perfectos sino para los pecadores y que, participar de esa mesa compartida supone acoger e incluir a toda persona, comenzando por los más pobres y necesitados, por los más discriminados social y religiosamente. El lavatorio de los pies no fue solo un gesto del pasado, sino también un gesto necesario para este presente que precisa mostrar el amor incondicional de nuestro Dios para todas las personas.

VIERNES SANTO

El Viernes Santo no se celebra la Eucaristía porque Jesús ha muerto. Pero se hace una celebración en la que se lee el texto de la pasión, según el Evangelio de Juan. Por razones de espacio no transcribimos aquí todo el texto, sólo señalamos los momentos que acontecen: Prendimiento de Jesús; Jesús ante Anás y Caifás; Negaciones de Pedro; Jesús ante Pilato; Condenación a muerte; La crucifixión; Reparto de los vestidos; Jesús y su madre; Muerte de Jesús; La lanzada; La sepultura (Jn 18, 1 – 19, 42)

El relato de la pasión nos lo cuentan los cuatro evangelistas cada uno con sus características propias. En el caso del evangelio de Juan -lectura del viernes santo- ya conocemos que es un evangelio más elaborado teológicamente y por eso aquí Jesús se muestra mucho más conocedor de lo que va a pasar y con mucha más serenidad ante los acontecimientos que le esperan. Por eso el relato comienza con el prendimiento y en el, Jesús no teme decir que es el nazareno y pedir que dejen a sus discípulos tranquilos ya que Él se está entregando. En la escena aparece Judas con los guardas de los sumos sacerdotes y fariseos, entregándole. Y más adelante Pedro quien busca defender a Jesús cortándole la oreja al siervo del sumo sacerdote. Pero Jesús le reprende y con la tranquilidad con la que el evangelista Juan presenta a Jesús, le hace caer en cuenta a Pedro que Él no va a traicionar la tarea encomendada, aunque esto conlleve la muerte: “La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?”.

Continua el relato con los interrogatorios ante Anás y Caifás. Jesús habla con autoridad frente a ellos como quien reafirma lo que ha hecho porque todo fue público, en la sinagoga y en el Templo y reta a Anás a que pregunte a la gente sobre sus obras. No tiene nada que ocultar. Esa actitud molesta a la guardia y uno de ellos da una bofetada en Jesús. Jesús continua sereno y la confronta: ¿Qué he dicho mal para que me pegues? Como no se encuentran los cargos contra Jesús, Anás lo envía a Caifás y de allí lo llevan ante Pilato. Mientras pasa lo anterior, Pedro consigue entrar a la casa del sumo sacerdote y ahí la portera le reconoce como uno de los de Jesús. Pedro lo niega. Y sigue negándolo frente a los guardias, completando tres negaciones. El gallo canta como lo había dicho Jesús, mostrando con este relato que todo se va cumpliendo según se había dicho. Recordemos que el evangelio de Juan pone en el inicio del mismo las bodas de Caná donde Jesús le dice a María que no ha llegado su hora, mientras que en el lavatorio de los pies se afirma que ha llegado la hora. Esa hora se está cumpliendo con estos acontecimientos de la pasión.

Ante Pilato la conversación es sobre “la verdad” pero no como un discurso filosófico sino la manera del evangelista Juan de expresar el contraste entre la verdad que viene de Dios y la mentira que viene del mundo. Pilato está representando esa mentira que no se deja transformar por la verdad. Pilato pregunta a Jesús ¿qué es la verdad? Pero no escucha su respuesta. La hora ha llegado y la suerte de Jesús está echada. Solo, si Él se retracta, podrá darse un cambio en la decisión, pero supondría perder la fidelidad al proyecto del reino. Si los poderosos de este mundo no quieren acoger la verdad, Jesús no va a renunciar a ella, aunque le cueste la vida.

Pilato libera a Barrabás y entrega a Jesús para ser azotado, burlándose de él con el manto, la corona y el cetro que le colocan para dejar en evidencia que los reyes de este mundo no ceden ante el anuncio de un Reino que cuestiona todos sus valores. Pilato sigue desafiándole diciéndole que en sus manos está soltarlo, pero Jesús también lo cuestiona directamente: “No tendrías ningún poder si no se te hubiera dado de arriba”.

La condena a muerte es evidente no solo por decisión de las autoridades judías y romanas sino por el mismo pueblo que pide que lo crucifiquen porque afirman está yéndose contra el César. Jesús carga con su cruz y lo crucifican en medio de dos que, el evangelio de Lucas, dirá que son ladrones (Juan no lo dice).

Juan relata la presencia de María y de Juan al pie de la cruz haciendo esa conexión con la llegada de la hora a la que ya nos referimos. En esa hora final, está de nuevo María a quien Jesús llamó “mujer” en las bodas de Caná y aquí llama de la misma forma. También están las otras mujeres y el discípulo Juan. La comunidad del reino está allí de pie, sosteniendo, tal vez, la fidelidad de Jesús hasta el final. O Jesús sosteniendo la fidelidad de esa primera comunidad.

Juan señala una palabra de Jesús en la cruz: “Tengo sed”, a lo que sus enemigos responden dándole vinagre. En ese momento Jesús afirma: “Todo está cumplido” y muere. Pero los enemigos, hasta después de muerto siguen agrediéndole: le introducen la lanza en el costado.

Pero siguen apareciendo aquellos que en su vida histórica tuvieron un encuentro con él. Nicodemo que se encontró con Jesús, según el evangelista Juan, por la noche y José de Arimatea que seguía a Jesús en secreto, se encargan de embalsamarlo y sepultarlo en un huerto a semejanza del huerto donde lo prendieron al inicio del relato de la pasión. Jesús fue crucificado y murió, efectivamente.

Hasta aquí no he hecho sino relatar, desde mi estilo, lo dicho por el evangelista Juan, historia que ya conocemos. Podemos recordarla de nuevo como un relato conocido desde hace tantos años. Pero también podemos actualizarlo y preguntarnos cómo sigue actual esa pasión de Jesús. La mentira del mundo, es decir, la injusticia, la desigualdad, la competencia, la discriminación, la indiferencia y tantas otras realidades que muestran el mal de nuestro mundo siguen allí porque los que tenemos que vencer esas mentiras con la verdad del amor incondicional de Dios, seguimos siendo espectadores y no actores, seguimos negando a Jesús como Pedro, aunque luego nos entren arrepentimientos sin que supongan una conversión definitiva. Nos quedamos al margen de la cruz y no estamos ahí, como esa incipiente comunidad, al pie de ella. Posiblemente queramos embalsamar y sepultar a Jesús, es decir, hacer alguna obra buena o comprometernos con algunas cosas, pero no nos empeñamos en “bajar los crucificados de la historia” -como se ha dicho tanto en nuestra América Latina, en denunciar las cruces de nuestro mundo, en no resignarnos a que existan, sino buscar caminos para que llegue la resurrección y la vida. Por supuesto, la vida y la verdad son don de Dios, pero sin discípulos que no teman correr la misma suerte que Jesús, no llegará el tercer día que cambie la mentira en verdad, la muerte en vida.

El viernes santo es día de silencio, de estupor, de dolor, pero también es día de conversión, de cambio, de valentía. Ojalá estemos entre los que asumen estas últimas actitudes.

VIGILIA PASCUAL

Pasado el día de reposo, María Magdalena, María, la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.  Y muy de mañana, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro cuando el sol ya había salido.  Y se decían unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?  Cuando levantaron los ojos, vieron que la piedra, aunque era sumamente grande, había sido removida. Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con ropaje blanco; y ellas se asustaron.  Pero él les dijo: No se asusten; buscan a Jesús nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; miren el lugar donde le pusieron.  Pero vayan y digan a sus discípulos y a Pedro: “Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, tal como les dijo (Mc 16, 1-7)

La vigilia pascual es central en nuestra fe. Pablo escribía a los Corintios: “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe” (1 Cor 15, 14). El viernes santo nos dejó en el sepulcro. El primer día de la semana nos coloca en la vida y, una vida para siempre. Eso fue lo que supieron hacer las mujeres del evangelio, comenzando por María Magdalena, en compañía de las otras mujeres. Muy de mañana van al sepulcro dispuestas a superar las dificultades que conocen encontrarán, como la pesada piedra de la entrada al sepulcro. Y, tal vez su persistencia les permite ser las primeras en encontrar esa vida nueva: la piedra ya está removida y el joven vestido de blanco les da la buena noticia: “Ha resucitado, no está aquí. Primeras testigas de la resurrección, primeras anunciadoras de la buena noticia del Reino. Aunque el texto propuesto para hoy, termina en la el mensaje del joven a las mujeres, si siguiéramos leyendo más versículos, veríamos que el evangelista Marcos dice que las mujeres tuvieron miedo y no dijeron nada. Otros evangelistas visibilizan más el protagonismo de las mujeres en la transmisión de esa buena noticia y, por eso, podemos recuperar esa presencia activa de ellas en los orígenes cristianos.

De todas maneras, lo que nos interesa considerar hoy es que la vida cristiana consiste en comunicar esta buena noticia. El pregón pascual es más que un pregón litúrgico. Es la vida resucitada que podemos testimoniar en todos nuestros actos. Pero ¿en qué consiste esa vida resucitada? En que a nadie se le niegue su dignidad. Se tengan los medios para vivir. Se goce de oportunidades para progresar. Se garantice la tierra, el techo y el trabajo, como dije el papa Francisco. Se cuide la casa común. Se viva la igualdad entre varones y mujeres. No exista la misoginia ni la homofobia. Haya más diálogo interreligioso e intercultural. Y cada uno podría seguir añadiendo todas aquellas realidades que mostrarían que el Reinado de Dios se va haciendo presente entre nosotros. La oración cristiana nos compromete con todas estas realidades y el compromiso nos permite orar con el Jesús del Reino. La vigilia pascual renueva la vida del Resucitado en nosotros. Por eso: ¡demos testimonio de tanta gracia recibida!

(Foto tomada de: https://www.redentoristasdecolombia.com/ha-resucitado-el-senor/)

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Vicky Irigaray: Jueves Santo.

Jueves, 28 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Vicky Irigaray: Jueves Santo.

Sin títuloHermanos y hermanas, como lo hizo con sus discípulos hoy Jesús también quiere reunirnos, sentarnos a su lado en la mesa, lavarnos los pies y mirarnos a los ojos y hablarnos al corazón. Oremos.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús quiere una Iglesia reunida, donde tengan su lugar todos y todas; nos quiere unidos porque nos sabe dispersos; reclina su pecho porque nos sabe a falta de amor.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús nos invita a su mesa como muestra de amistad y confianza; quiere que en su mesa no falte nadie: los pobres, enfermos, abandonados y hambrientos. Nos invita a la mesa del pan y de la vida, donde lo que se sirve es el alimento que nos nutre y restaura nuestra dignidad.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús quiere lavarnos nuestros pies y en ese lavarnos nos declara su amor y su vida que es servicio. Poniéndose a nuestros pies nos recuerda que nos tenemos que tratar con esmero y ternura. Su amor es entrega total de la vida.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

• Jesús nos pide que nos dejemos hacer, que nos dejemos afectar por su invitación, que nos atrevamos a escucharle con el corazón y cruzar nuestra mirada con la suya.

Jesús, que nos dejemos seducir por ti

Padre Madre buena, una vez más tú vas por delante, Buscas, deseas que comprendamos que somos amados por tu amor sin medida, gratuito que brota desde tus entrañas. Te damos las gracias por el regalo que nos haces en tu hijo Jesús.

Vicky Irigaray

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , ,

“Conspiración contra Jesús, el carpintero de Nazareth”, por Guillermo Jesús Kowalski

Lunes, 25 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en “Conspiración contra Jesús, el carpintero de Nazareth”, por Guillermo Jesús Kowalski

 

IMG_3736

Viacrucis con las víctimas


Del blog de Jesús Kowalski Poliedro y periferia:

La semana de la compasión de Dios

Es un Dios que se hizo carpintero, como uno de tantos, pobre y sin “contactos” o “enchufes” que lo pudieran sacar airoso de la situación…pero hizo falta un complot religioso-militar para “acabar” con Él, ya que su tiraje popular ponía en riesgo los sistemas de este mundo basados en el tener, el poder, la violencia, la vanidad del lujo…

Él sabe lo que es la pobreza desde que nació… Centra su atención en los que sufren, en los descartados, desprecia a los soberbios, como proclamó su madre en el Magnificat (Lc 1,46). Y a los que ayuda les pide que no lo anden divulgando (Mc 1,43), que Él no vino para montar un club de fans en las redes para alimentar su vanidad.

Más de una vez se pasaba por alto las normas rituales cuando lo que estaba en juego era el hambre o la salud de la persona. A nadie andaba “psicopateando” con eso de la “culpa” para manipular la conciencia de la gente. Hoy también busca liberarnos del egoísmo y la vanidad, no para caer en otras esclavitudes rituales e ideológicas, sino para “amar como Él nos ha amado

“Los dirigentes religiosos se dieron cuenta de que Jesús y ellos eran incompatibles…fueron lúcidos y consecuentes: o él o nosotros. Y tomaron la decisión lógica: hay que matarlo. Los sacerdotes exigían sumisión (hasta la muerte), mientras que Jesús daba la vida (para siempre).” (J.M.Castillo)

Jesús es la redención de la puerta de al lado. La salvación desde los pequeños, como el grano de mostaza, que se vuelve grande y estructural.

Jesús no llevó a cabo una de estas guerras moralistas actuales para demostrar que el adversario es peor. Él no vino a condenar, sino para salvar. El que lo sigue ya está cambiando el mundo para siempre, dejando una marca de eternidad en la historia.

Su nueva ética consistió en vivir la experiencia del mal en carne propia, solidarizándose con el doliente. Él decía con su vida: lo que a ti te pasa, a mí me pasa y vamos a hacer lo posible para solucionarlo, que para eso he venido al mundo, ése es el sentido de mi vida.

No le interesaba ser “bueno” cumpliendo con el “deber” o los reglamentos escritos por “los que mandan“. Conocía la trampa burguesa de los que “cumplen y mienten”. Era bastante criticado por esto. Más de una vez se pasaba por alto las normas rituales cuando lo que estaba en juego era el hambre o la salud de la persona. A nadie andaba “psicopateando” con eso de la “culpa” para manipular religiosamente las conciencias. Hoy también busca liberarnos del egoísmo y la vanidad no para caer en otras esclavitudes rituales e ideológicas, sino para “amar como Él nos ha amado” (Jn 13,34). No es un mandamiento más, sino uno “Nuevo“.

IMG_3738Sabía que el pecado era algo muy serio y no había que disimularlo en un mar de contravenciones ritualistas de control clerical. El pecado del mundo tiene que ver con usar los talentos de modo egoísta, para hacer daño, para someter y aprovecharse de los demás, para ser indiferentes al sufrimiento humano y la complicidad silenciosa con los sistemas injustos, máquinas reproductoras del mal.

A los “doctores de la ley” de ayer y de siempre no les gusta esta simplicidad, porque destruye su emperifollado chiringuito montado para “colar el mosquito y tragar el camello (Mt 23,24). Por eso Jesús no se fiaba de ellos, porque sabía lo que había su corazón (Jn 2,24) Podrían engañar a muchos y sostener su sistema con trampas e hipocresía, pero “Dios ve en lo secreto” (Mt 6,6) y “no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz”. (Mc 4,22). La pandemia de pederastia de clérigos “célibes“, es una muestra de ese pus que sale a la superficie de un sistema farsante y soberbio, tan habituado a juzgar, condenar y discriminar a los demás.

A Jesús le interesaba las personas, ellas son lo real, no las ideas. Le interesaba y disfrutaba al darles de comer, curarlas, compartir la mesa, aliviar las cargas de la vida… Jesús es una vida para los demás, que Él llamó Reino de Dios y su Justicia.

Él no enseñó técnicas de introspección para gurúes, exóticas espiritualidades intimistas “fuga mundi” para unos pocos iluminados, sino la compasión para vecinos de la puerta de al lado. Puso todo de sí para darse de comer a los pobres y nos pidió que hagamos eso “en memoria de Él”…, en vez de “hacer tres carpas” para una embriaguez mística que nos aleje de la realidad. (Mc 9,5)

El centro de la vida de Jesús es la convivencia como fruto de la misericordia y el amor, no de la superioridad moral para justificar el dominio sobre los otros.  Él vino para convivir, no para “mandar” y que le hagan reverencias…por ser “más sagrado” que la plebe “profana”. Las reverencias deben ser para los que sufren, a quienes llama “bienaventurados” y son el Templo de la Nueva Alianza. El mérito no es competir y ganarle a los demás, sino hacer crecer los talentos para el bien común, que nunca será “bien” si no tiende a ser “común” y alcanza a los excluidos.

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se anonadó así mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz”. (Filipenses 2 6)

Él es un Dios hecho carpintero, uno del montón, pobre y sin “contactos” o “enchufes” que lo pudieran sacar airoso de los problemas. No era como tantos otros delincuentes que hoy vemos entrar por una puerta y salir por la otra. Sin embargo, hizo falta un complot religioso-militar para “acabar” con Él, ya que su tiraje popular ponía en riesgo los sistemas de este mundo basados en el tener, el poder, la violencia y la vanidad del lujo protegido por un exagerado “derecho” de propiedad para pocos a costa de muchos.

Los dirigentes religiosos del judaísmo se dieron cuenta de que Jesús y ellos eran incompatibles. El peligro mayor estaba en la fe de los que tomaban a Jesús en serio. La fe, cuando es fe de verdad, representa una amenaza de muerte para el templo y para todo sistema religioso-político. Los hombres del Sanedrín fueron lúcidos y consecuentes: o él o nosotros. Y tomaron la decisión lógica: hay que matarlo. Los sacerdotes exigían sumisión (hasta la muerte), mientras que Jesús daba vida.” (“La religión de Jesús…”J.M.Castillo)

Al comenzar su vida pública en el desierto, Jesús había sido tentado por el príncipe del mal para usar sus mismas artimañas . Pero para Él, el fin no justifica los medios. No usa el método del demonio para hacer la voluntad de Dios. Es la historia que se repite todos los días. Y cada día tiene su aflicción y su juicio.

 La asimetría del poder económico, político o religioso generan las estructuras de pecado que condenan a Jesús. Ésta solo puede ser confrontada con la estructura de Gracia que Él inaugura y se llama Reino de Dios. Es un tejido de perdón y amor donde las asimetrías del sometimiento son allanadas y los dones e iniciativas individuales crecen para el servicio al Bien Común y no para las falsas meritocracias del postureo.

Jesús es la redención de la puerta de al lado. La salvación desde lo pequeño, como el grano de mostaza, que se vuelve grande y estructural. Su prédica no es bonachona y complaciente. Su propuesta de ser como niños para entrar en la lógica del Reino implica nacer de nuevo, una conversión profunda, una transformación que no está al alcance de lo humano pero que nos hace mucho mas humanos.

IMG_3737Jesús y el poder religioso.

Él pone el dedo en la llaga permanentemente. Su misericordia es conflictiva, “hace lío. Polemiza a rabiar con los escribas y fariseos que se creen “dueños de Dios”, llama “zorro” a Herodes, hecha a los mercaderes del templo a latigazos.

 Él sabe lo que es la pobreza desde que nació. No es como esos ricos buenorros con sentimiento de culpa que hacen un poco de beneficencia y volunturismo por el mundo para tranquilizar la conciencia y de paso posturearse aún más. Centra su atención en los que sufren, en los descartados, desprecia a los soberbios como proclama su madre en el Magnificat (Lc 1,46). Y a los que ayuda les pide que no lo anden divulgando (Mc 1,43), que Él no vino para montar un club de fans en las redes para alimentar su vanidad, como tantos predicadores del “éter“.

Ni se defiende en un juicio amañado cuya sentencia ya fue preparada de antemano. Incluso se muestra irreverente en el momento de ser juzgado ante Pilato: “ninguna autoridad tendrías sobre mi si no te fuese dada de arriba” (Jn 19)

Así como fue perseguido Jesús, sus seguidores de verdad, también lo son. Asistimos actualmente a una persecución fariseo- integrista del papa Francisco. Un fundamentalismo destructivo para la convivencia, la comunión eclesial y el servicio a la humanidad. El objetivo siempre es el mismo: callar a uno para que la ideología de este mundo siga beneficiándoles.

Una intransigencia pseudocatólica, cerrada al diálogo, que tiene más de Maurrás que de Francisco de Asís. Inspirados en los retrógrados Syllabus y Mirari vos más que en el esperanzador Gaudium et Spes. Reacios a comprender la evolución de la cultura y la ciencia, la democracia, las libertades, los derechos humanos, el nuevo papel de la Iglesia del Vaticano II y la Sinodalidad que vencen la soberbia del clericalismo y la autorreferencialidad eclesiástica.

El Nazareno continúa con su revolución de la compasión en las calles y en la voz de profetas como Francisco. Difícil encontrarlo en domesticadas imágenes en los templos de los mercaderes. Por eso están vacías las iglesias a no ser para el consumismo turístico que todo lo fagocita. Jesús es aclamado de día con ramos por un Pueblo sencillo que lo reconoce por su amor cercano que cura, alimenta y comparte. De noche, los conspiradores siguen planificando el sacrificio de los crucificados del mundo para perpetuar las estructuras del pecado.

Fuente Religión Digital

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

¿Quién es este que viene?

Domingo, 24 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en ¿Quién es este que viene?

IMG_3232


¿Quién es este que viene,

recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.

Éste es Cristo, el Señor,
convocado a la muerte,
glorificado en la resurrección.

Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.
Amén.

***

El pueblo que fue cautivo
y que tu mano libera
no encuentra mayor palmera
ni abunda en mejor olivo.
Viene con aire festivo
para enramar tu victoria,
y no te ha visto en su historia,
Dios de Israel, más cercano:
Ni tu poder más a mano
ni más humilde tu gloria.

¡Gloria, alabanza y honor!
Gritad: “¡Hosanna!”, y haceos,
como los niños hebreos
al paso del Redentor.
¡Gloria y honor
al que viene en el nombre del Señor!
Amén.

*

(Himnos de las Primeras Vísperas y de los Laudes de la Liturgia de las Horas del Domingo de Ramos)

***

No se puede abordar la vida de Jesús a sangre fría, porque ahí se juega el destino del hombre: Jesús se presenta como el Maestro de la vida.

          Sus lágrimas nos conmueven aún más al aproximarse el domingo de Ramos, donde asistimos a una especie de triunfo del Señor que no le lleva a engaño. Pocos días antes de su crucifixión, lleva sobre sí a toda la humanidad, a toda la historia, a todo el universo, a la luz de esta revelación formidable que hará de la muerte de Dios una afirmación de su omnipotencia.

          ¿Cómo puede llorar Dios? ¿Qué significa esto? ¿No se repite hasta el infinito que Dios es omnipotente? Pues bien, no: lo que Dios ha revelado al mundo es precisamente el fracaso de un Dios que se revela como amor, que no es otra cosa que amor. ¿Y qué puede hacer el amor? Sólo amar. Y cuando el amor no encuentra amor, cuando siempre choca con un rechazo obstinado, se queda impotente, y sólo puede ofrecer las propias heridas. Si Dios no se hubiese comprometido con nuestro destino y nuestra historia hasta morir en la cruz, sería un Dios incomprensible y escandaloso. Por suerte, Jesús nos ha librado de tal escándalo y ha abierto los ojos de nuestro corazón: él imprime en lo más hondo de nuestra alma ese rostro de un Dios silencioso, de un Dios incapaz de obligarnos y que se entrega en nuestras manos, de un Dios que nos concede un crédito insensato; de un Dios, finalmente, que no puede entrar en nuestra historia sin el consentimiento de nuestro amor. Quien no se aleja de sí mismo para tomar contacto con Jesús no puede pretender haberlo encontrado.

*

Maurice Zundel,
Scintille, Cinisello B. 1990, 98s.

***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

“El gesto supremo”. Domingo de Ramos – B (Marcos 14,1–15,47)

Domingo, 24 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en “El gesto supremo”. Domingo de Ramos – B (Marcos 14,1–15,47)

Man hands palm up praying and worship of cross, eucharist therapy bless god helping, hope and faith, christian religion concept on sunset background.

Jesús contó con la posibilidad de un final violento. No era un ingenuo. Sabe a qué se expone si sigue insistiendo en el proyecto del reino de Dios. Es imposible buscar con tanta radicalidad una vida digna para los «pobres» y los «pecadores» sin provocar la reacción de aquellos a los que no interesa cambio alguno.

Ciertamente, Jesús no es un suicida. No busca la crucifixión. Nunca quiso el sufrimiento ni para los demás ni para él. Toda su vida se había dedicado a combatirlo allí donde lo encontraba: en la enfermedad, en las injusticias, en el pecado o en la desesperanza. Por eso no corre ahora tras la muerte, pero tampoco se echa atrás.

Seguirá acogiendo a pecadores y excluidos, aunque su actuación irrite en el templo. Si terminan condenándolo, morirá también él como un delincuente y excluido, pero su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no excluye a nadie de su perdón.

Seguirá anunciando el amor de Dios a los últimos, identificándose con los más pobres y despreciados del imperio, por mucho que moleste en los ambientes cercanos al gobernador romano. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá también él como un despreciable esclavo, pero su muerte sellará para siempre su fidelidad al Dios defensor de las víctimas.

Lleno del amor de Dios, seguirá ofreciendo «salvación» a quienes sufren el mal y la enfermedad: dará «acogida» a quienes son excluidos por la sociedad y la religión; regalará el «perdón» gratuito de Dios a pecadores y gentes perdidas, incapaces de volver a su amistad. Esta actitud salvadora, que inspira su vida entera, inspirará también su muerte.

Por eso a los cristianos nos atrae tanto la cruz. Besamos el rostro del Crucificado, levantamos los ojos hacia él, escuchamos sus últimas palabras… porque en su crucifixión vemos el servicio último de Jesús al proyecto del Padre, y el gesto supremo de Dios entregando a su Hijo por amor a la humanidad entera.

Para los seguidores de Jesús, celebrar la pasión y muerte del Señor es agradecimiento emocionado, adoración gozosa al amor «increíble» de Dios y llamada a vivir como Jesús, solidarizándonos con los crucificados

José Antonio Pagola

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

“Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte”. Domingo 24 de marzo de 2024. Domingo de Ramos

Domingo, 24 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en “Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte”. Domingo 24 de marzo de 2024. Domingo de Ramos

24-ramosB cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 50,4-7: No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
Salmo responsorial: 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Filipenses 2,6-11: Se rebajo, por eso Dios lo levantó sobre todo.
Marcos 14,1-15,47: Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte.

Un año más, pedimos disculpas a quienes buscarán un comentario bíblico-teológico «normal» para un domingo de Ramos; esperamos que podrán encontrarlo fácilmente en la red. Nosotros esta vez queremos volver a tratar de hacer un comentario pensando en aquellas personas que –como también nosotros ante el comentario que teníamos ya redactado– se sienten mal ante ese conjunto de conceptos bíblicos que se repiten y enlazan indefinidamente sin salir de un bucle teológico-litúrgico dentro el cual muchos de nosotros –que pensamos como personas seculares, de la calle, con las preocupaciones diarias de la vida– sentimos que casi nos asfixiamos.

En efecto, muchos de nuestros comentarios bíblicos al uso pareciera que se mueven en «otro mundo», un mundo propio de referencias teológicas intrasistémicas, que funcionan con una lógica diferente a la real, y que parecen estar de antemano inmunizados contra toda crítica, porque, en ese ambiente bíblico-litúrgico al que están destinados, en las homilías, todo debe ser escuchado y recibido sin discusión, sin espíritu crítico, «con mucha fe». Los que tenemos una fe más o menos crítica, una fe que no quiere dejar de ser de personas de hoy y de la calle, nos preguntamos: ¿es posible celebrar la semana santa de otra manera? ¿Así como buscamos «otra forma de creer», hay «otra forma de celebrar y acoger la semana santa»?

Veamos. Comencemos preguntándonos: ¿qué sienten, qué sentimos, ante la semana santa, muchas personas creyentes de hoy?

Muchos creyentes adultos (trabajadores, profesionales de las más variadas ramas, y también intelectuales, o simples personas cultas) se sienten mal cuando, en semana santa, por la especial significación de tales días, o por acompañar a la familia –y con el recuerdo de una infancia y juventud tal vez religiosa–, entran en una iglesia, captan el ambiente, y escuchan la predicación. Se sienten de pronto sumergidos de nuevo en aquel mundo de conceptos, símbolos, referencias bíblicas… que elaboran un mensaje sobre la base de una creencia central que fuera del templo uno nunca se encuentra en ningún otro dominio de la vida: la «Redención». Estamos en Semana Santa, y lo que celebramos –así perciben en el templo– es el gran misterio de todos los tiempos, lo más importante que ha ocurrido desde que el mundo es mundo: la «Redención»… El «hombre» fue creado por Dios (sólo en segundo término la mujer, según la Biblia), pero ésta, la mujer, convenció al varón para que comieran juntos una fruta prohibida por Dios. Aquello fue la debacle del plan de Dios, que se vino abajo, se interrumpió, y hubo de ser sustituido por un nuevo plan, el plan de la Redención, para redimir al ser humano que cayó en «desgracia de Dios» desde la comisión de aquel «pecado original», debido a la infinita ofensa que dicho «pecado» le infligió a Dios.

Ese nuevo plan, de Redención, exigió la «venida de Dios al mundo», mediante su encarnación en Jesús, para así «asumir nuestra representación jurídica ante Dios y pagar por nosotros a Dios una reparación adecuada» por semejante ofensa infinita. Y es por eso por lo que Jesús sufrió indecibles tormentos en su Pasión y Muerte, para «reparar» aquella ofensa y redimir así a la Humanidad, y consiguiéndole el perdón de Dios y rescatándola del poder del demonio bajo el que permanecía cautiva.

Ésta es la interpretación, la teología sobre la que se construyen y giran la mayor parte de las interpretaciones en curso durante la semana santa. Y éste es el ambiente ante el que muchos creyentes de hoy se sienten mal, muy mal. Sienten que se asfixian. Se ven trasladados a un mundo imaginario que nada tiene que ver ni con el mundo real de cada día, ni con el de la ciencia, el de la información, o el del sentido más profundo de su vida. Por este malestar, otros muchos cristianos no sólo se han marchado de la semana santa tradicional, sino que se han alejado de la Iglesia.

¿Hay otra forma de entender la Semana Santa, que no nos obligue a transitar por el mundo manido de esa teología en la que tantos ya no creemos?

¿«No creemos», hemos dicho? Ante todo hay que decir –para alivio de muchos– que efectivamente, se puede no creer en tal teología. No se trata de ningún «dogma de fe» (si lo fuera, tampoco ello la haría creíble). Se trata de una genial construcción interpretativa del misterio de Cristo, debida a la intuición medieval de san Anselmo de Canterbury, que desde su visión del derecho romano, construyó, «imaginó» una forma de explicarse a sí mismo el secreto sentido de la muerte de Jesús. Estaba condicionado por muchas creencias propias de la Edad Media, e hizo lo que pudo, y lo hizo admirablemente: elaboró una fantástica interpretación que cautivó las mentes de sus coetáneos tanto, que perduró hasta el siglo XXI. Habría que felicitar a san Anselmo, sin duda.

El Concilio Vaticano II es el primer momento eclesial que supone un cierto abandono de la hipótesis de la Redención, o, para decirlo de otra manera, de una interpretación de la significación de Jesús más allá de la Redención. Por supuesto que en los documentos conciliares aparece la materialidad del concepto, numerosas veces incluso, pero la estructura del pensamiento y de la espiritualidad conciliar van más allá de él. El significado de Jesús para la Iglesia posconciliar –no digamos para la Iglesia con espiritualidad de la liberación– deja de pasar por la redención, por el pecado original, por los terribles sufrimientos expiatorios de Jesús y por la genial «sustitución penal satisfactoria» ideada por Anselmo de Canterbury… Desaparecen estas referencias, y cuando sorpresivamente se oyen, suenan extrañas, incomprensibles, o incluso suscitan rechazo. Es el caso de la película de Mel Gibson, que fue rechazada por tantos espectadores creyentes, no por otra cosa que por la imagen del «Dios cruel y vengador» que daba por supuesta, imagen que, evidentemente, hoy no sólo ya no es creíble, sino que invita vehementemente al rechazo.

¿Cómo celebrar la semana santa cuando se es un cristiano que ya no comulga con esas creencias? Uno se siente profundamente cristiano, admirador de Jesús, discípulo suyo, seguidor de su Causa, luchador por su misma Utopía… pero se siente mal en ese otro ambiente asfixiante de las representaciones de la pasión al nuevo y viejo estilo de Mel Gibson, de los viacrucis, los pasos de las procesiones de semana santa, las meditaciones las siete palabras, las horas santasque retoman repetitivamente las mismas categorías teológicas del san Anselmo del siglo XI… estando como estamos en el siglo XXI…

Bajo la semana santa que oficialmente se celebra, no dejan de estar, allá, lejos, bien adentro de sus raíces ancestrales, las fiestas que los indígenas originarios ya hacían sus celebraciones sobre la base cierta del equinoccio astronómico. Se trata de una fiesta que ha evolucionado muy diferentemente en cada cultura, y muy creativamente al ser heredada de un pueblo a otro, y al contagiarse de una religión a otra. Una fiesta que fue heredada y recreada también por los israelitas nómadas como fiesta del cordero pascual, y después transformada por los israelitas sedentarios como fiesta de los panes ácimos, en recuerdo y como reactualización de la Pascua, piedra angular de la identidad israelita… Fiesta que los cristianos luego cristianizaron como la fiesta de la Resurrección de Cristo, y que sólo más tarde, con el devenir de los siglos, en la oscura Edad Media, quedó opacada bajo la interpretación jurídica de la redención…

¿Por qué quedarse, pues, prendidos de una interpretación medieval, cautivos de una teología y una interpretación que no es nuestra, que ya no nos dice nada, y que podríamos abandonar porque ya cumplió su papel? ¿Por qué no sentirse parte de esta procesión tan humana y tan festiva de interpretaciones y hermenéuticas, de mitos y «grandes relatos» incesantemente renovados y recreados, y aportar nosotros también a esta trabajada historia nuestra propia parte, lo que nos corresponde hoy, con creatividad, responsabilidad y libertad? No podemos dejar de pensar que «Otra semana santa es posible»… ¡y urgente! Y también legítima, por lo menos.

No vamos a desarrollar aquí nosotros una nueva interpretación de estas fiestas. Bástenos ahora cumplir una pretensión doble: aliviar a los que se sentían culpables por desear que «otra semana santa fuera posible», por una parte, y, por otra, de invitar a todos a la creatividad, libre, consciente, responsable y gozosa. No en todas partes o en cualquier contexto será posible, pero sí lo será en muchas comunidades concretas. Si no lo es en la mía, podría serlo en alguna otra comunidad más libre y creativa que tal vez no esté muy lejos de la mía… ¿por qué no preguntar, por qué no buscarla?

Aunque los señalaremos concretamente en los próximos días, recordamos que los temas de la Pasión de Jesús están recogidos ampliamente en la serie «Un tal Jesús», principalmente en los episodios 106 a 126. Los audios y los guiones de estos episodios pueden recogerse libremente de http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/ Por su carácter dramatizado, y por la mentalidad crítica con la que ya pudo ser escrita hace treinta años, la serie «Un tal Jesús» presenta, de un modo muy pedagógico, la visión de la vida de Jesús desde la perspectiva de la teología de la liberación. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

24.3.24. Ungido por una mujer. Pregón de Semana Santa

Domingo, 24 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en 24.3.24. Ungido por una mujer. Pregón de Semana Santa

IMG_3735Del blog de Xabier Pikaza:

Este domingo proclama la Iglesia la Pasión del Señor según el evangelio de Marcos (Mc 14-15), que comienza por la unción de Betania (M 14,3-8). Es el primero y, en algún sentido, el más importante de los textos de la Semana Santa.

Que cada uno lea por sí mismo el evangelio. Yo lo comento aquí, desde la perspectiva de esta mujer de la unción y de las mujeres de la semana Santa. Buen día, buena semana a todos.

PRINCIPIO, UNAS MUJERES

Ellas permanecieron al lado de Jesús cuando los demás se fueron y así forman el lazo de unión entre Galilea y Jerusalén, entre el mensaje y camino de sanación y acogida de Jesús, de perdón y comunión, y su presencia/ esperanza de reino. Fracasó el “programa” de los Doce, su visión del Reino, y con ellos pudo fracasar el mismo programa de Jesús, pues no podemos suponer que él confiara en que su proyecto de Reino lo retomaran y llevaran adelante unas mujeres [1].

Ante la Cruz (Mc 15, 40-41): «Había unas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena y María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé. Las cuales le habían seguido cuando estaba en Galilea y le habían servido, con otras muchas, que habían subido también con él a Jerusalén». Estas son las verdaderas discípulas/amigas de Jesús, las que van a servir como enlace entre su vida y el surgimiento de la iglesia pascual. El evangelio de Juan introduce el mismo dato tradicional: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofás y María Magdalena” (Jn 19, 25).

– En el entierro (Mc 15, 47). «Y María Magdalena y María la de José miraban dónde le enterraban». Parece claro que ni familiares ni discípulos varones (los Doce) pudieron enterrar a Jesús. No recibieron su cadáver, no pudieron realizar los ritos de despedida ni esperanza de resurrección (o de acogida en manos de Dios). Parece claro que a Jesús le enterraron por orden y bajo dirección del Sanedrín judío), según ley (para que cadáver colgado de un madero no contaminara la tierra en tiempo de pascua: Jn 19, 31): Según Marcos, el entierro lo dirige un hombre rico, José de Arimatea. Pero las que de verdad conservan el testimonio de la sepultura y lo han transmitido a la iglesia son estas mujeres, y entre ellas

Ante la tumba vacía, mensaje pascual (Mc 16, 1-8):Fueron muy de mañana María Magdalena, y María la de Santiago y Salomé… (16, 1). Ellas compraron los perfumes y fueron para ungir a Jesús, descubriendo la tumba estaba abierta y vacía y recibiendo el mensaje del joven de pascua: Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo habían colocado. Pero id, decir a sus discípulos y a Pedro que él os precede a Galilea, que allí le veréis, como os dijo (16, 6-7).

FINAL  DESDE UNA TUMBA, MENSAJE DE MUJERES (M 16, 1-8)

Las cosas se pueden contar de varias formas, y así las contaron Pablo (1 Cor 15, 3-8), el Evangelio apócrifo de Pedro y Mt 28, 1-4. Pero la fuente principal de nuestra visión de Pascua es Mc 18, 1-8  que vincula elementos de historia  “historia de pascual” y de comienzo de iglesia.

Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé compraron aromas para ungirle. Muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro, cuando salía el sol y se decían una a otra: ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron que la piedra había sido movida, aunque era muy grande. Y cuando entraron al sepulcro vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con una túnica y se asustaron. Pero él les dijo: No temáis. Buscáis a Jesús nazareno, el crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Mirad el lugar donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que os precede a Galilea. Allí le veréis, como él os dijo. Ellas salieron y huyeron del sepulcro, porque estaban aterrorizadas y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, tenían miedo (Mc 16, 1-8).

 Las mujeres buscaban su cuerpo, pero, en lugar del cadáver, vieron un vacío y un ángel/palabra que decía: «no está aquí». La palabra del ángel de pascua (id a Galilea… allí le veréis, auton opsesthe, como os dijo, Mc 16, 7) abre desde las mujeres (para todos los amigos de Jesús) el horizonte del Reino, un camino de fe y compromiso.

Las mujeres querían ungir el cadáver de Jesús, para sellar su vida en una sepultura: pero descubrieron que su tumba estaba abierta y escucharon la palabra del ángel diciendo que había resucitado. Vieron que Jesús no estaba en la tumba y pudieron pensar que resucitaría con todos los muertos, al fin de los tiempos.

También pudieron pensar que había resucitado de manera fantasmal, como se dice que resucitaron algunos de los que aguardaban en las tumbas vecinas de Jerusalén, en el valle de Josafat (cf. Mt 27, 52-53). Pero en contra de eso, el ángel de Marcos afirma Jesús nazareno ha resucitado y que Pedro y sus discípulos debían volver a Galilea para encontrarle y retomar su camino, pues la tumba de Jerusalén estaba vacía.

 Este pasaje nos sitúa un cambio radical en la visión de la historia, un cambio que ha empezado a producirse en este mismo mundo una vez y para siempre, algo que las mujeres han descubierto con un tipo de intuición más honda, una experiencia que cambia la historia humana. Ésta es la mutación de Jesús, su tumba abierta, una mutación externamente pequeña (nadie la advierte, sólo ellas), pero que se agranda y extiende hasta llenar toda la tierra, como la pequeña piedra de Daniel, que baja del Monte de Dios y destruye la idolatría de este mundo viejo (cf. Dan 2, 34; 7, 24).

Así ha cambiado la forma de entender a Jesús y su mensaje, aunque el texto sigue diciendo que ellas, las mujeres, no fueron a Galilea, de manera que todavía no se ha cumplido la experiencia plena de pascua, sino que está para cumplirse cuando ellas, con Pedro y los discípulos vuelvan a Galilea. Ese símbolo de la tumba vacía, entendida como ausencia de Jesús y como hueco donde se visibiliza su nuevo mandato (id a Galilea para verle), muestra en germen todo el cristianismo. A partir de aquí, los amigos de Jesús (apoyados en el testimonio de estas mujeres) podrán proclamar el misterio de, Jesús, como centro de la nueva vida de sus seguidores.

Sólo unas mujeres han podido iniciar esta mutación. Ellas habían acompañado a Jesús como amigo durante el tiempo de la vida y no le «traicionaron» nunca, sino que estuvieron ante su cruz y quisieron despedirle desde el otro lado de su muerte (llorar por él, guardando su luto), descubriendo que él estaba vivo. De esa forma, Magdalena y las otras amigas supieron que Jesús estaba vivo, es decir, resucitado, en ellas y con ellas, ofreciéndoles su amor y confiándoles la tarea de continuar su movimiento.

 MENSAJE CENTRAL, UNCIÓN DE JESÚS. EN MEMORIA DE ELLA (MC 14, 3-9).

El texto nos sitúa en un contexto de comida funeraria, en el entorno de Jerusalén, donde los amigos de Jesús se reúnen tras su muerte, como sabemos por otras fuentes (cf. Mc 16, 14, final canónico), Hch 1, 4, Lc 24 y Jn 21. La escena sucede en Betania, lugar donde Jn 11 Juan ha situado la resurrección de Lázaro, signo y expresión de la de Cristo. Pues bien, en nuestro caso, los (algunos) discípulos se han reunido en ese entorno de muerte, en casa de Simón leproso, para recordar a Jesús crucificado y despedirle ritualmente, en un simposio funerario.

Precisamente allí donde se esperaban palabras de luto y memorias de muerte (historias y llantos de exequias), emerge una mujer y realiza un gesto de profundo simbolismo, con perfume, para mostrar que el muerto (Jesús) vive, de forma que ellos deben transformar el llano de muerte en perfume y palabra de resurrección.

Y estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado [a la mesa], vino una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume de nardo auténtico, muy caro. Rompió el frasco y se lo derramó sobre su cabeza. Algunos estaban indignados y comentaban entre sí. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho conmigo una obra buena. A los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis, pero a mí no siempre me tendréis. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. En verdad os digo: en cualquier lugar donde se anuncie el evangelio en todo el cosmos se dirá también lo que ha hecho esta mujer, para memoria de ella (Mc 14, 3-9).

             Siguiendo una costumbre inmemorial, familiares y amigos del difunto se reúnen para honrarle, mientras comen y recuerdan (repiten) sus historias, vinculando la afirmación de vida de aquellos que quedan (que comen para vivir) y la narración de la historia del muerto, para que descanse en paz permanezca entre ellos en forma de memoria buena. Precisamente aquí se expresa según Mc 14, 3-9 la primera y más honda experiencia de pascua, como irrupción de vida .

La despedida de Jesús se realiza en casa de Simón Leproso, un hombre que no pertenece a la sociedad “limpia” de aquellos que han matado a Jesús). El texto parece situarnos así ante el recuerdo de una fraternidad oculta (como soterrada), que no está presidida por familiares (quienes, lógicamente, deberían ofrecer el banquete por el muerto) ni por discípulos oficiales (que deberían ser promotores de una banquete de recuerdo de Jesús), sino por un leproso y una mujer innominada que confiesan el sentido de la muerte y vida de Jesús.

Aquellos que quisieron honrar a Jesús como muerto amado, recordado, no fueron en principio sus familiares y discípulos oficiales, sino esta mujer y el leproso de Betania, en cuya casa se celebra el banquete. Este dato sorprendente cuada bien dentro de la lógica del evangelio, con un leproso impuro, uno de aquellos a quienes Jesús había curado (cf. Mc 1, 40-45), y una mujer que confiesa su amor por Jesús perfume. Las autoridades (que guardan la limpieza oficial del pueblo han condenado matado a Jesús como impuro. Pero este leproso le recuerda ofreciendo en su honor (por su memoria) una comida.

Una mujer confiesa que está vivo. No se dice quién es, de dónde viene, sino, simplemente, que es mujer y que proclama con un gesto de profundo simbolismo el sentido de Jesús, a quien evoca como presencia de vida en la muerte, perfume que se expande desde el frasco roto, no para acompañar en su travesía de silencio al muerto, sino para anunciar que está vivo, como indica en otro contexto Pablo (cf. 2 Cor 2, 14-16).Normalmente, en una situación como ésa, los hombres cuentan y cantan la historia del muerto, en un tipo de celebración que transforma la ausencia en presencia de vida, en un contexto de comunión alimenticia). Pues bien, esta mujer no cuenta nada (no dice palabra, pero trae un perfume valioso de sepultura y lo derrama ante todos, ungiendo simbólicamente a Jesús como presencia de vida.

En la comida habitual de adiós por un difunto, se recordaba y exaltaba su memoria, para que descansara (durmiera) en paz, como antepasado venerable, para que el dolor de muerte por su fallecimiento se volviera presencia pacificadora de esperanza. Esta mujer no es una plañidera, ni se suma a la lista de aquellos que cuentan con nuevas palabras la historia del muerto y que lloran para despedirle, sino que realiza un gesto provocador que transforma el dolor por los muertos en esperanza de resurrección, derramando sobre la cabeza (simbólica) de Jesús el perfume caro, rompiendo el frasco (como el cuerpo de Jesús, roto por la muerte) para que la fragancia de su vida se extienda por toda la casa, venciendo.

Algunos presentes murmuran. Marcos parece identificarles con los Doce, que condenan a la mujer y de esa forma, implícitamente, rechazan el mensaje de muerte de Jesús que ella proclama, pues sólo piensan en dinero. Ellos también cultivan la memoria de Jesús, pero en realidad lo hacen para rechazar su novedad y negar su sentido (negando su mensaje). El texto nos sitúa, por lo tanto, ante la primera disputa pascual, ante dos formas de entender la misión y muerte de Jesús, distinguiendo a las mujeres del sepulcro vacío/roto que exhala su perfume y a los hombres que solo piensan en dinero. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

Domingo de Ramos. Ciclo B

Domingo, 24 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Domingo de Ramos. Ciclo B

A8 DOMINGO DE RAMOS jpgDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Este domingo se lee el relato de la Pasión de Jesús en el evangelio de Marcos, precedido de dos lecturas: una del libro de Isaías y otra de la carta a los Filipenses. Dada su extensión, la Conferencia Episcopal permite que, atendiendo a la índole de la asamblea, se lea una sola de las dos lecturas, o incluso que solo se lea el evangelio. Pero ambas ayudan grandemente a comprender la pasión de Jesús.

El Siervo (Jesús) acepta el plan de Dios (Isaías 50,4-7)

«Jesús murió porque hizo la cosa más inadecuada (entrada triunfal) en el momento más inadecuado (semana de Pascua) y en el sitio más inadecuado (Jerusalén)». ¿Una imprudencia? ¿Un suicidio? La lectura de Isaías indica que Jesús sabe perfectamente que le esperan golpes, insultos y salivazos. Ha sido el Padre quien se lo ha comunicado. Y él no se echó atrás. Lo aceptó, convencido de que el Padre lo ayuda y no quedará defraudado. Al mismo tiempo, el Padre le ha encomendado «decir al abatido una palabra de aliento». Y quien sufre hasta la muerte es la persona más capacitada para animar a los que sufren.

El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo,

para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído,

para que escuche como los discípulos.

El Señor Dios me abrió el oído;

yo no resistí ni me eché atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,

las mejillas a los que mesaban mi barba;

no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.

El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;

por eso endurecí el rostro como pedernal,

sabiendo que no quedaría defraudado.

Por la cruz a la victoria (Filipenses 2,6-11)

El Siervo estaba convencido de que no quedaría defraudado. Y eso mismo ocurre con Jesús. La lectura de la pasión no es la historia de un fracaso, sino de un triunfo. A la muerte más cruel e infamante, la de cruz, sigue el nombre sobre todo nombre y la adoración de todas las creaturas.

Cristo Jesús, siendo de condición divina,

no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;

al contrario, se despojó de sí mismo

tomando la condición de esclavo,

hecho semejante a los hombres.

Y así, reconocido como hombre por su presencia,

se humilló a sí mismo,

hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todo

y le concedió el nombre sobre todo nombre;

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble

en el cielo, en la tierra, en el abismo,

y toda lengua proclame:

Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Pasión de Jesucristo según san Marcos (14,1-15,47)

Este domingo se lee el relato de la Pasión de Jesús en el evangelio de Marcos. Dada su extensión me limito a sugerir dos puntos de atención (Jesús y sus discípulos) y a ofrecer cuatro posibles lecturas de la pasión.

¿Quién es Jesús?

El relato del capítulo 15 supone un gran contraste con el de los dos capítulos anteriores, 13-14. En estos, Jesús se enfrenta a toda clase de adversarios en diversas disputas y los vence con facilidad. Ahora, los adversarios, derrotados a nivel intelectual, deciden vencerlo a nivel físico, matándolo (14,1). Lo que más se destaca en Jesús es su conocimiento y conciencia plena de lo que va a ocurrir: sabe que está cercana su sepultura (14,8), que será traicionado por uno de los suyos (14,18), que morirá sin remedio (14,21), que los discípulos se dispersarán (14,27), que está cerca quien lo entrega (14,42). Las palabras que pronuncia en esta sección están marcadas por esta conciencia del final y tienen una carga de tristeza. Como cualquiera que se acerca a la muerte, Jesús sabe que hay cosas que se pierden definitivamente: la cercanía de los amigos (“a mí no siempre me tendréis con vosotros”: 14,7), la copa de vino compartida (14,25). No falta un tono de esperanza: del vino volverá a gozar en el Reino de Dios (14,25), con los discípulos se reencontrará en Galilea (14,28). Pero predomina en sus palabras un tono de tristeza, incluso de amargura (14,37.48-49), con el que Marcos subraya ―una vez más― la humanidad profunda de Jesús.

Cuatro veces se debate en estos capítulos la identidad de Jesús: el sumo sacerdote le pregunta si es el Mesías (14,61), Pilato le pregunta si es el Rey de los judíos (15,2), los sumos sacerdotes y escribas ponen como condición para creer que es el Mesías que baje de la cruz (15,31-32), el centurión confiesa que es hijo de Dios (15,39). A la pregunta del sumo sacerdote responde Jesús en sentido afirmativo, pero centrando su respuesta no en el Mesías, sino en el Hijo del Hombre triunfante (14,62). A la pregunta de Pilato responde con una evasiva: “tú lo dices” (15,2). A la condición de los sumos sacerdotes y escribas no responde. Cuando el centurión lo confiesa hijo de Dios, Jesús ya ha muerto. 

Los discípulos

Los datos son conocidos. Se entristecen al enterarse de que uno de ellos lo traicionará; pero, llegado el momento, todos huyen. Una vez más, Pedro desempeña un papel preponderante. Se considera superior a los otros, más fiel y firme (14,29), pero comenzará por quedarse dormido en el huerto (14,37) y terminará negando a Jesús (14,66-72). En este contexto de abandono total por parte de los discípulos adquiere gran fuerza la escena final del Calvario, cuando se habla de las mujeres que no sólo están al pie de la cruz, sino que acompañaron a Jesús durante su vida (15,40-41).

Cuatro lecturas posibles de los relatos de la pasión de Jesús.

La lectura de identificación personal y afectiva

            El testimonio escrito más antiguo que poseemos en este sentido es el de san Pablo. A veces, cuando habla de la muerte de Jesús, lo hace con frialdad dogmática, recordando que murió por nuestros pecados. Pero en otra ocasión lo enfoca de manera muy personal y afectiva: “He quedado crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Y mientras vivo en la carne vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gal 2,19-20). En línea parecida, san Ignacio de Loyola, en la tercera semana de los Ejercicios espirituales, cuando se contempla la pasión, el ejercitante debe pedir “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, llanto, pena interna de tanta pena como el Señor pasó por mí”.

La lectura indignada

            Es la que practicamos todas las mañanas al leer el periódico, cuando acompañamos la lectura de los titulares y de las noticias con toda suerte de imprecaciones, insultos y maldiciones. Los relatos de la pasión cuentan tal cantidad de atropellos, injusticias, traiciones, que se prestan a una lectura indignada. Sin embargo, los evangelios nunca invitan al lector a indignarse con la traición de Judas, a maldecir a las autoridades judías o romanas que condenan a Jesús, a insultar a quienes se burlan de él, a sentir como en el propio cuerpo los azotes, la corona de espina o los clavos, a llorar la muerte de Jesús. En ningún momento pretenden los evangelios excitar los sentimientos y, mucho menos, fomentar el sentimentalismo.

La lectura detallada

https://www.dropbox.com/s/1fm0ubby7kr5mue/La%20Pasi%C3%B3n%20de%20Jes%C3%BAs%20en%20el%20evangelio%20de%20Mc.docx?dl=0

Ofrezco un extenso comentario, que puede bajarse de la dirección indicada. En el ángulo superior derecho aparecerán dos ventanitas: COMPARTIR y ABRIR. Se pulsa ABRIR y se elige la opción que prefiera.

Presto gran atención a cuatro aspectos:

1) la división minuciosa de cada episodio, que a veces quizá parezca exagerada, como cuando distingo siete momentos en el relato de la oración del huerto; pero es la única forma de no pasar por alto detalles importantes.

2) los protagonistas, advirtiendo qué hacen o no hacen, qué dicen o no dicen, cómo reaccionan, por qué motivos se mueven, qué sienten.

3) la acción que se cuenta y sus presupuestos; a veces predominará lo informativo, ya que ciertos detalles a veces no se conocen bien, como la celebración de la Pascua en el mundo judío y en Qumrán o el proceso ante el Sanedrín.

4) el arte narrativo de Mc, que a menudo no se tiene en cuenta, pero que sirve también para captar su teología.

Este tipo de lectura, aunque aplique el mismo método a todas las escenas, pone de relieve lo típico de cada una de ellas y deja claro que el relato de la pasión está formado por episodios aparentemente cotidianos y por otros terriblemente dramáticos, como la oración del huerto. Lo importante es captar el espíritu y mensaje de cada episodio y el mensaje global de cada evangelio.

La lectura interactiva y orante

            Sería la respuesta personal al comentario anterior, reflexionando cada cual sobre lo que el texto le sugiere y lo que le invita a pedir.

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

Domingo de Ramos. 28 de marzo, 2021

Domingo, 24 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Domingo de Ramos. 28 de marzo, 2021

7D61639A-8651-417E-9B07-189F8FB76603

El Señor los necesita”.

(Mt 21, 1-10)

El Domingo de Ramos es la puerta grande de la Semana Santa. Después el camino se irá estrechando y haciéndose cada vez más difícil, pero empieza a lo grande.

Jerusalén, la Ciudad Santa, recibe a Jesús entre gritos de júbilo y alabanza. Al llegar Jesús la gente espontáneamente empieza a alfombrar el camino con sus capas y con ramos. Y aclaman al que llega: “-Viva, bendito el que viene en nombre del Señor!¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Viva el Altísimo!”

Es una explosión de alegría que nadie sospecha que acabará dramáticamente. O quizá sí. El protagonista parece saber muy bien de qué va la historia. Es una historia de amor entregado.

Pero, ¿esas gentes que gritan alegres pueden sospechar que unos días más tarde vocearán el terrible: “-¡Crucifícale!, ¡Crucifícale!”?

Con todo, ¡no adelantemos acontecimientos! No vale, nosotros ya conocemos el final…

Pero hoy es Domingo de Ramos y en medio de todos esos gritos y gestos de alegría hay un detalle tierno que nos puede pasar desapercibido.

El Señor los necesita”. ¿A quién necesita el Señor? Tendríamos que preguntar a las personas expertas pero en todo el evangelio solo aparece una necesidad de Jesús y es esta.

Jesús manda a sus discípulos con este recado: “Y si alguien os dice algo, diréis que el Señor los necesita, pero en seguida los devolverá.

¡Una borrica y su pollino! Eso es lo que Jesús necesita, y solo un ratito, porque “los devolverá pronto”. Es el gran día de Jesús, pero él solo necesita una borrica y su pollino. ¿Qué necesitaríamos nosotros si fuera nuestro gran día? ¿Pensaríamos en una borrica? ¡No! También es verdad que aquí, en nuestro primer mundo, una borrica es casi un animal exótico (¿quién ha visto de cerca una borrica en el último año?).

En tiempos de Jesús también era algo especial. No todo el mundo tenía una borrica. El mismo Jesús la toma prestada. Pero ya que tenía que pedirlo prestado podría haber pedido un caballo. Sin embargo a él le va lo humilde y además quiere “necesitarlo”. ¡Qué suerte!

Oración

Déjanos, en este Domingo de Ramos, ser la borrica. Deja que sintamos que nos necesitas. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , , , ,

Dios ni consintió, ni quiso, ni menos aún exigió la muerte de Jesús, para perdonarnos.

Domingo, 24 de marzo de 2024
Comentarios desactivados en Dios ni consintió, ni quiso, ni menos aún exigió la muerte de Jesús, para perdonarnos.

aiss_10DOMINGO 6º DE CUARESMA (RAMOS) (B)

Mc 14-15

Aunque la liturgia comience con el recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén, no podemos pensar que fue una entrada triunfal. Hubiera sido la ocasión ideal, que los dirigentes judíos estaban esperando, para prender a Jesús. La subida a Jerusalén por la fiesta de Pascua se hacía siempre en grupo (un pueblo, una familia o una facción). Era siempre una romería, y esto implicaba fiesta y alegría (cantar, bailar, agitar ramos u otros objetos vistosos). Lo narran los cuatro evangelios, pero en Mt y Jn encontramos la verdadera razón del relato: para que se cumpla la Escrituras, “mira a tu Rey que viene…

Lo verdaderamente importante, en el relato de la pasión, está más allá de lo que se puede narrar. Lo esencial de lo que ocurrió no se puede meter en palabras. Lo que los textos nos quieren trasmitir hay que buscarlo en la actitud de Jesús, que refleja plenitud de humanidad. Lo importante no es la muerte física de Jesús sino descubrir por qué le mataron, por qué murió y cuáles fueron las consecuencias de su muerte para los discípulos. La Semana Santa es la ocasión privilegiada para plantearnos la revisión de nuestros esquemas teológicos sobre el valor de la muerte en la cruz.

Estamos en el mejor momento del año para tomar conciencia de la coherencia de toda la vida de Jesús. Dándose cuenta de las consecuencias de sus actos, no da un paso atrás y las acepta plenamente. Es una advertencia para nosotros, que estamos siempre acomodando nuestra conducta para evitar consecuencias desagradables. Sabemos que nuestra plenitud está en darnos a los demás, pero seguimos calculando nuestras acciones para no ir demasiado lejos, poniendo límites “razonables” a nuestra entrega; sin darnos cuenta de que un amor calculado no es más que egoísmo camuflado.

Los textos que han llegado a nosotros no son de fiar porque están escritos desde una visión pascual de la pasión y muerte y no pretenden informarnos de lo que pasó sino darnos una teología sobre los hechos. Hoy sabemos que le mataron los romanos por miedo a un levantamiento contra Roma. Pero lo que sabemos sobre Jesús no da pie para pensar que fuese un sedicioso. Lo más probable es que los jefes religiosos dieran a Pilato argumentos para que pensara que Jesús podía ser un peligro real para el imperio.

La muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos de su pueblo. Rechazo a sus enseñanzas y a su persona, por intentar purificar su religión. No pensemos en un rechazo gratuito y malévolo. Fariseos, escribas y sacerdotes no eran gente depravada que se opusieron a Jesús porque era bueno. Eran gente religiosa que pretendía ser fiel a la voluntad de Dios, que ellos encontraban en la Ley. También para Jesús era prioritaria la voluntad del Padre, pero no la buscaba en la Ley sino en el hombre. Su muerte manifiesta lo radical de la oposición.

Era Jesús el profeta, como creían los que le seguían, o era el antiprofeta que seducía al pueblo. La respuesta no era tan sencilla. Por una parte, Jesús iba claramente contra la interpretación de la Ley y el culto del templo, signos inequívocos del antiprofe­ta. Pero por otra, los signos de amor eran una muestra de que Dios estaba con él, como apuntó Nicodemo. Lo mataron porque denunció a las autoridades que, con su manera de entender la religión, oprimían al pueblo. Le mataron por afirmar, con hechos y palabras, que el valor del hombre concreto está por encima de la Ley y del templo.

Nunca podremos saber lo que Jesús experimentó ante su muerte. Ni era un inconsciente ni era un loco ni era masoquista. Tuvo que darse cuenta de que los jefes querían eliminarlo. Lo que nos importa a nosotros es descubrir las poderosas razones que Jesús tenía para seguir diciendo lo que tenía que decir y haciendo lo que tenía que hacer, a pesar de que estaba seguro que eso le costaría la vida. Tomó conscientemente la decisión de ir a Jerusalén donde estaba el peligro. Que le importara más ser fiel a sí mismo que salvar la vida, es el dato que nosotros debemos valorar. Demostró que la única manera de ser fiel a Dios es ponerse del lado del oprimido y defenderlo, aun a costa de su vida.

No se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. Su muerte fue consecuencia de su vida. No fue una programación por parte de Dios para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librara de nuestros pecados. Jesús fue plenamente un ser humano que tomó sus propias decisiones. Gracias a que esas decisiones fueron las adecuadas, de acuerdo con las exigencias de su verdadero ser, nos han marcado a nosotros el camino de la verdadera salvación. Si nos quedamos en el mito del Hijo, que murió por obediencia al Padre, hemos malogrado su muerte y su vida.

Hay explicaciones teológicas de la muerte de Jesús que se siguen presentando a los fieles, aunque la inmensa mayoría de los exégetas y de los teólogos las han abandonado hace tiempo. No debemos seguir interpretando la muerte de Jesús como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús desplegó en su vida. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo. Ni podemos ofender a Dios ni Él se puede sentir ofendido.

Para los discípulos la muerte fue el revulsivo que los llevó al descubrimiento de lo que era verdaderamente Jesús. Durante su vida lo siguieron como el amigo, el maestro, incluso el profeta; pero no pudieron conocer el verdadero significado de su persona. A ese descubrimiento llegaron por un proceso de maduración interior, al que solo se puede llegar por experiencia. La muerte de Jesús les obligó a esa profundización en su persona y a descubrir en aquel Jesús de Nazaret, al Señor, al Mesías al Cristo y al Hijo. En esto consistió la experiencia pascual. Ese mismo recorrido debemos hacer nosotros.

A nosotros hoy, la muerte de Jesús nos obliga a plantear la verdadera hondura de toda vida humana. Jesús supo encontrar, como ningún otro ser humano, el camino que debemos recorrer todos para alcanzar plenitud humana. Amando hasta el extremo, nos dio la verdadera medida de lo humano. Desde entonces, nadie tiene que romperse la cabeza para buscar el camino de mayor humanidad. El que quiera dar sentido a su vida no tiene otro camino que el amor total, hasta desaparecer.

La interpretación de la muerte de Jesús determina la manera de ser cristiano. Ser cristiano no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a tanto crucificado que hoy podemos encontrar en nuestro camino. Jesús, muriendo de esa manera, hace presente a un Dios sin pizca de poder, pero repleto de amor, que es la fuerza suprema. En ese amor reside la verdadera salvación. El “poder” de Dios se manifiesta en la vida de quien es capaz de amar entregando todo lo que es.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , ,

Recordatorio

Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Yo, por supuesto, a petición de los autores, eliminaré el contenido en cuestión inmediatamente o añadiré un enlace. Este sitio es gratuito y no genera ingresos.

El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un lugar de entretenimiento. La información puede contener errores e imprecisiones.

Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.