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“Agradecimiento”, por Gabriel Mª Otalora.

Viernes, 16 de septiembre de 2022
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120d5fb6c29d35bd8cc7452a05c2588aDe su blog Punto de Encuentro:

20.08.2022 | Gabriel Mª Otalora

Soy consciente de que no es el mejor momento existencial para escribir un canto a la vida. Solo hay que echar una mirada sobre el campo de minas político, económico, internacional y climático para darse cuenta de la dificultad objetiva de salirnos del carril de los lamentos. Pero se nos olvidan algunas cosas porque no las valoramos hasta que nos faltan: salud, compañía, trabajo, vacaciones, la posibilidad de ayudar a los demás, la capacidad de superación en las adversidades, la propia vida en sí misma como un campo de juego maravilloso en el que podemos esforzamos para ser la mejor posibilidad de cada uno.

Vuelvo a escribir con la necesidad de transmitir algo que la cultura posmoderna nos ha borrado de la consciencia: la capacidad de admirarnos, la posibilidad del asombro ante tantas realidades que nos pasan desapercibidas. Nos cuesta demasiado maravillarnos porque no ejercitamos la capacidad de asombro y de valorar todo lo que disfrutamos, desde el cosmos hasta cualquier placer diario como tomar un café en buena compañía.

El asombro reduce nuestro sentido del yo al activar la humildad de sabernos pequeños, pero a la vez nos hace capaces de apreciar una inmensidad que nos supera y en la que somos protagonistas. Hemos desdeñado el asombro y la admiración como algo infantil y sensiblero que nos descentra de lo esencial. Lo cierto es que es todo lo contrario: es una manifestación genuina y necesaria de nuestra capacidad espiritual que alienta a una valoración de lo esencial y a que forjemos nuestras conductas en ello.

Por algo agradecer es la oración esencial de un cristiano, ese sentir verdadero agradecimiento por encima de la actitud pedigüeña sin cuestionarse lo que ha recibido en abundancia y lo podría regalar con sus dones a otros. Damos por hecho demasiadas cosas sin estar centrados en lo esencial, la admiración que se desborda ante la bondad de Dios; un asombro que recuerda el cántico de las criaturas de Francisco de Asís, en el que todo es motivo de agradecimiento: “Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, por el hermano viento y por el aire, y la nube y el cielo sereno, y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento”.

Basta tener el corazón abierto para percibir qué bueno es Dios con nosotros; cómo piensa en nosotros sin olvidarse de las pequeñas cosas, ayudándonos así a alcanzar las grandes. La vida nos regala cada día muchas ocasiones para hacer memoria y descubrir lo que tienen de extraordinario: un trabajo, un techo, personas que nos quieren, un sueño reparador, las alegrías de los demás… Sin olvidar los momentos en que la vida nos sale al encuentro con una chispa de belleza: la luz de un atardecer, la vastedad del océano o la perfección de una colmena; o cuando un cirujano logra un éxito en una difícil intervención quirúrgica. También nos puede asombrar la naturaleza humana cuando contemplamos su mejor rostro solidario y amable, una atención inesperada hacia nosotros, una sorpresa agradable… Son ocasiones para ver, entre los grises cotidianos de la vida diaria, el color del Amor de Dios.

Albert Einstein ya lo predijo: “Uno no puede dejar de asombrarse cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la realidad. No hay que perder nunca esta sagrada curiosidad”. El asombro, pues, hace que nos sintamos pequeños y humildes, sabedores de algo mucho más grande que nosotros mismos. Especialmente desde aquí la gratitud de corazón pasa por encima de nuestro ego y nos hace sentirnos parte de la creación divina y de lo mejor del ser humano, como es el amor solidario.

Agradecer es también una cuestión de memoria. Por eso el Papa Francisco habla con frecuencia de “memoria agradecida”. Dejar que el Señor haga memoria de nuestra vida, de nuestros límites, de todo lo que hemos recibido, todo esto es una estupenda oración. La cantidad de salmos que son pura expresión de agradecimiento. La Eucaristía es acción de gracias. No lo olvidemos a la vuelta del verano, donde los nubarrones esconden la luz.

Espiritualidad ,

Gracias por doblar mi paracaídas

Jueves, 17 de septiembre de 2020
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Juan era piloto de un cazabombardero en la guerra de las Malvinas. Después de muchas misiones en combate, su avión fue derribado por un misil. Juan se lanzó en paracaídas. Fue capturado y llevado a prisión. A su regreso a Argentina, daba conferencias relatando su odisea y lo que había aprendido en prisión.

Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó y le dijo:

─ Hola. ¿Es usted Juan, el que era piloto en las Malvinas y fue derribado?

─ ¿Cómo sabe usted eso?, le preguntó Juan.

─ Porque yo doblaba su paracaídas y al parecer funcionó bien, ¿verdad?

Juan casi se ahogó de la sorpresa y con mucha gratitud le respondió:

─ ¡Claro que funcionó! Si no hubiera funcionado no estaría hoy aquí.

Esa noche Juan no pudo dormir. Se preguntaba cuántas veces vio en la base a ese hombre y nunca le dijo ni tan solo “buenos días”. Él era un arrogante piloto y ese hombre solo era un humilde marinero. Pensó también en las horas que ese marinero pasaba enrollando los paracaídas de los pilotos, teniendo en sus manos lo que le salvaría la vida a alguien que no conocía.

Ahora Juan comienza sus conferencias preguntando a la audiencia: “¿Quién dobló hoy su paracaídas?”.

Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. Todos necesitamos muchos paracaídas cada día: uno físico, uno emocional, uno mental y uno espiritual. A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante y las personas que nos salvan en el momento oportuno. Sin que se lo pidamos.

Y así podemos vivir sin saludar, sin dar las gracias, sin felicitar a alguien por su trabajo…

Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta… ¿Quién dobla tu paracaídas? En tu casa, en tu familia, con tus amigos, recuerda reforzar en positivo a quienes doblan nuestros paracaídas en el día a día.

Y atrévete a decir: “¡Gracias por doblar mi paracaídas!”.

***

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Fuente Boletín Semanal de Enrique Martínez Lozano

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2018 ¡Canto de acción de gracias!

Lunes, 31 de diciembre de 2018
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imagesRetomamos este artículo de 2015, de Carmen Herrero, Fraternidad Monástica de Jerusalén,
Estrasburgo (Francia).

ECLESALIA.- 30/12/15.- El final el año es un tiempo importante para la acción de gracias, para agradecer a Dios, nuestro Padre, por todo cuanto hemos recibido, ya que todo don procede de Él. La gratitud a Dios y a los hermanos es la nobleza más profunda del ser humano. Quien no es agradecido, es como si una parte de su existencia quedase muerta, sin vida. Por algo, la palabra “gracias”, es una de las primeras que se nos enseña en nuestra infancia. Del agradecimiento nace la alegría, el júbilo. Quienes son agradecidos, en general, son personas alegres, que viven gozosas; porque la persona agradecida vive desde la sencillez y reconoce los dones recibidos; y también reconocen los valores de los hermanos, de los cuales se alegra y los hace propios.

¡Tenemos tanto que agradecer a Dios! Al finalizar el año, pararnos un momento es esencial; una necesidad interior para, desde el silencio orante, hacer memoria de los dones, gracias y bendiciones recibidas. Y por todo ello queremos simplemente decir: ¡Gracias, Padre! San Pablo insiste en sus cartas que seamos agradecidos. “Sed agradecidos” (Col. 3,15). “Dad gracias en todo momento” (1 Tesalonicenses 5,18). Y Jesús, da gracias al Padre constantemente: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado” (Jn 11, 41).

Nosotros, creatura amadas de Dios, queremos dar gracias por el don de la vida, el don del bautismo, el cual nos confiere la gracia de ser hijos de Dios, miembros de una misma Iglesia y hermanos en Cristo, más aún hermanos de todos.

Gracias por el don de la fe, sin la cual la vida carece de sentido; porque todo es diferente cuando se vive desde la fe. A la fe se une la esperanza y el amor, los tres “pilares” que dan consistencia, seguridad y estabilidad a nuestra vida cristiana, a nuestra vida humana y espiritual. Cuando alguno de estos “pilares” falta, nuestra vida se tambalea y se desestabiliza, porque le falta el verdadero cimiento que es la vida teologal. Gracias sean dadas al Espíritu Santo que en el bautismo nos infunde estas tres virtudes teologales.

Gracias sean dadas al Creador, porque todos los humanos somos iguales, seres creados por amor y para el amor. Esta realidad es la que debe de unirnos y ayudarnos a crear la fraternidad universal; por encima de las diferentes profesiones de fe y modos de vida. Gracias sean dadas a Creador por tantos hombres y mujeres que luchan y dan su vida para que la fraternidad universal sea una realidad en el aquí y ahora.

Gracias por el don de la familia, la primera escuela y maestra que nos va educando en los valores humanos y cristianos; enseñándonos a caminar en la vida, desde el amor, la responsabilidad, el respeto a los demás, la tolerancia, bondad y la libertad.

Gracias porque por encima de las religiones está el Dios que nos ama, nos salva y nos atrae sin cesar a él y a vivir los valores que él mismo ha inculcado en nuestro corazón: el amor, la misericordia, la compasión.

Gracias por el don de la amistad, por las personas que a lo largo y ancho de nuestro camino, se van entrecruzando en nuestra vida; personas tan distintas, unas de otras, como maravillosas; las cuales nos ayudan a caminar con ilusión renovada y gozo en el corazón. La primera y principal amistad es la de Jesús: “A vosotros os he llamado amigos” (Jn 15,15), Jesús nos ofrece sinceramente su amistad; y de esta amistad con Jesús nace y crece toda amistad.

¡Y cómo no agradecer al Padre el don de su propio Hijo! “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). Y al Hijo, Jesús, que nos revela la ternura del Padre, y se entrega por amor, para salvarnos y llevarnos al Padre; ¡cómo no estar eternamente agradecidos por su entrega incondicional al plan de Dios para hacernos hijos en el Hijo e invitándonos a vivir en relación de intimidad con la Trinidad! Misterios que nos superar, y solamente podemos decir: ¡Gracias!

María, la madre de Jesús y nuestra madre, cantó su magníficat, su acción de gracias por las maravillas que Dios hizo en ella y con ella. Con María atrévete, tú también, a cantar las maravillas que Dios ha hecho en tu vida, nadie como tú las conoce. Sé sencillo, humilde y pequeño y reconoce los dones y gracias que Dios te ha dado. Atrévete a cantar tu propio magníficat, tu acción de gracias a Dios.

Vivir la acción de gracias al Padre en el Hijo por el Espíritu, significa vivir la vida en plenitud. Salir de tu pequeño mundo individualista egoísta, para abrazar con ternura la humanidad toda entera, así como nosotros somos abrazados por la Santísima Trinidad.

Dios, y Creador de todo y todos, al terminar este año 2015 queremos decirte Gracias: gracias por lo que somos y por lo que estamos llamados a ser, por cuantos dones nos has regalado y nos sigue regalando; gracias también por todo cuanto nos ha hecho gozar y sufrir; por aquello que no hemos comprendido y que queda envuelto en el misterio. También nos atrevemos a darte gracias por nuestras faltas, errores, omisiones, debilidades y hasta por nuestros pecados. Ellos nos muestran la realidad de nuestro ser de creaturas, seres imperfectos que estamos en camino hacia la perfección, hacia la santidad. Reconocemos que necesitados de tu perdón y salvación. Padre, bondad y misericordia ¡GRACIAS! Y en este año de la Misericordia, como hijos pródigos, nos dejamos estrechar entre tus brazos, poner el anillo, zapatos nuevos, el traje de gala, para festeja tu ternura y permanecer siempre en el hogar, en la intimidad de Hijos

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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El agradecimiento como meta

Sábado, 25 de febrero de 2017
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agradecimiento

Del blog del Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa:

Dicen los entendidos que el agradecimiento es la cumbre del camino espiritual. Y yo, humildemente, estoy de acuerdo con esa afirmación.

Vivir agradeciendo es vivir aceptando lo que se tiene y sobrellevando aquello de lo que se carece. Carece no es malo, en su justa medida, por supuesto. Y saber manejarse por la vida con una actitud agradecida hacia las pequeñas y las grandes cosas pone de manifiesto la humildad y la actitud positiva de quien lo vive así.

Cuando recibimos un regalo generalmente somos agradecidos, pero si recibimos un regalo y la persona que está a nuestro lado también y en su caso el obsequio es mayor… entonces nuestro agradecimiento se tiñe ligeramente de envidia o de otras pequeñeces.

En nuestra comunidad había una hermana mayor que tenía en sus labios siempre una jaculatoria de agradecimiento hacia Dios: “gracias, Dios mío, gracias, por tantas gracias”. Lo decía de manera casi inconsciente de tan grabado que lo tenía en el corazón.

Es un reto, y una meta, un camino.

Quizás hoy podamos sacar un ratito para confeccionar una lista de agradecimientos; los resultados serán sorprendentes.

Espiritualidad ,

2015 ¡Canto de acción de gracias!

Jueves, 31 de diciembre de 2015
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imagesCarmen Herrero, Fraternidad Monástica de Jerusalén,
Estrasburgo (Francia).

ECLESALIA.- 30/12/15.- El final el año es un tiempo importante para la acción de gracias, para agradecer a Dios, nuestro Padre, por todo cuanto hemos recibido, ya que todo don procede de Él. La gratitud a Dios y a los hermanos es la nobleza más profunda del ser humano. Quien no es agradecido, es como si una parte de su existencia quedase muerta, sin vida. Por algo, la palabra “gracias”, es una de las primeras que se nos enseña en nuestra infancia. Del agradecimiento nace la alegría, el júbilo. Quienes son agradecidos, en general, son personas alegres, que viven gozosas; porque la persona agradecida vive desde la sencillez y reconoce los dones recibidos; y también reconocen los valores de los hermanos, de los cuales se alegra y los hace propios.

¡Tenemos tanto que agradecer a Dios! Al finalizar el año, pararnos un momento es esencial; una necesidad interior para, desde el silencio orante, hacer memoria de los dones, gracias y bendiciones recibidas. Y por todo ello queremos simplemente decir: ¡Gracias, Padre! San Pablo insiste en sus cartas que seamos agradecidos. “Sed agradecidos” (Col. 3,15). “Dad gracias en todo momento” (1 Tesalonicenses 5,18). Y Jesús, da gracias al Padre constantemente: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado” (Jn 11, 41).

Nosotros, creatura amadas de Dios, queremos dar gracias por el don de la vida, el don del bautismo, el cual nos confiere la gracia de ser hijos de Dios, miembros de una misma Iglesia y hermanos en Cristo, más aún hermanos de todos.

Gracias por el don de la fe, sin la cual la vida carece de sentido; porque todo es diferente cuando se vive desde la fe. A la fe se une la esperanza y el amor, los tres “pilares” que dan consistencia, seguridad y estabilidad a nuestra vida cristiana, a nuestra vida humana y espiritual. Cuando alguno de estos “pilares” falta, nuestra vida se tambalea y se desestabiliza, porque le falta el verdadero cimiento que es la vida teologal. Gracias sean dadas al Espíritu Santo que en el bautismo nos infunde estas tres virtudes teologales.

Gracias sean dadas al Creador, porque todos los humanos somos iguales, seres creados por amor y para el amor. Esta realidad es la que debe de unirnos y ayudarnos a crear la fraternidad universal; por encima de las diferentes profesiones de fe y modos de vida. Gracias sean dadas a Creador por tantos hombres y mujeres que luchan y dan su vida para que la fraternidad universal sea una realidad en el aquí y ahora.

Gracias por el don de la familia, la primera escuela y maestra que nos va educando en los valores humanos y cristianos; enseñándonos a caminar en la vida, desde el amor, la responsabilidad, el respeto a los demás, la tolerancia, bondad y la libertad.

Gracias porque por encima de las religiones está el Dios que nos ama, nos salva y nos atrae sin cesar a él y a vivir los valores que él mismo ha inculcado en nuestro corazón: el amor, la misericordia, la compasión.

Gracias por el don de la amistad, por las personas que a lo largo y ancho de nuestro camino, se van entrecruzando en nuestra vida; personas tan distintas, unas de otras, como maravillosas; las cuales nos ayudan a caminar con ilusión renovada y gozo en el corazón. La primera y principal amistad es la de Jesús: “A vosotros os he llamado amigos” (Jn 15,15), Jesús nos ofrece sinceramente su amistad; y de esta amistad con Jesús nace y crece toda amistad.

¡Y cómo no agradecer al Padre el don de su propio Hijo! “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). Y al Hijo, Jesús, que nos revela la ternura del Padre, y se entrega por amor, para salvarnos y llevarnos al Padre; ¡cómo no estar eternamente agradecidos por su entrega incondicional al plan de Dios para hacernos hijos en el Hijo e invitándonos a vivir en relación de intimidad con la Trinidad! Misterios que nos superar, y solamente podemos decir: ¡Gracias!

María, la madre de Jesús y nuestra madre, cantó su magníficat, su acción de gracias por las maravillas que Dios hizo en ella y con ella. Con María atrévete, tú también, a cantar las maravillas que Dios ha hecho en tu vida, nadie como tú las conoce. Sé sencillo, humilde y pequeño y reconoce los dones y gracias que Dios te ha dado. Atrévete a cantar tu propio magníficat, tu acción de gracias a Dios.

Vivir la acción de gracias al Padre en el Hijo por el Espíritu, significa vivir la vida en plenitud. Salir de tu pequeño mundo individualista egoísta, para abrazar con ternura la humanidad toda entera, así como nosotros somos abrazados por la Santísima Trinidad.

Dios, y Creador de todo y todos, al terminar este año 2015 queremos decirte Gracias: gracias por lo que somos y por lo que estamos llamados a ser, por cuantos dones nos has regalado y nos sigue regalando; gracias también por todo cuanto nos ha hecho gozar y sufrir; por aquello que no hemos comprendido y que queda envuelto en el misterio. También nos atrevemos a darte gracias por nuestras faltas, errores, omisiones, debilidades y hasta por nuestros pecados. Ellos nos muestran la realidad de nuestro ser de creaturas, seres imperfectos que estamos en camino hacia la perfección, hacia la santidad. Reconocemos que necesitados de tu perdón y salvación. Padre, bondad y misericordia ¡GRACIAS! Y en este año de la Misericordia, como hijos pródigos, nos dejamos estrechar entre tus brazos, poner el anillo, zapatos nuevos, el traje de gala, para festeja tu ternura y permanecer siempre en el hogar, en la intimidad de Hijos

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Como una semilla

Viernes, 27 de noviembre de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

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En nosotros, Señor,
como una semilla,
depositas cada día la esperanza
que nos hace discernir
en las turbulencias de los acontecimientos
los signos del mundo que viene.

En nosotros, como una semilla,
depositas cada día el amor
que nos hace trabajar
con perseverancia
para que la alegría sea distribuida
sin regatear a nuestron alrededor.

En nosotros, como una semilla,
depositas cada día la fe
que enciende las luces obstinadas
en nuestra existencia
y que permite divisar
los rasgos discretos de tu Rostro
al mismo tiempo que todo grita
en tu ausencia
y que somos tentados
a abandonar todo.

¡En nosotros, como una semilla,
depositas tus dones!
Venimos juntos,
Dios Señor nuestro,
a agradecerte por esta semilla sembrada.

¡Pero se queda tan pequeña, esta semilla!
Y cuando vienen
los grandes vientos de la vida,
tiene dolor, la semilla depositada,
por elevarse y resistir
a todas las corrientes contrarias
que intentan asfixiarla.
Es por eso que, Señor,
venimos juntos
a suplicarte:
aumenta en nosotros la esperanza,
aumenta en nosotros el amor,
aumenta en nosotros la fe.
Mais elle reste si petite, cette graine !

*

Charles Singer
en TERRES, Éditions du Signe

***

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El gran secreto.

Martes, 29 de julio de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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“El gran secreto de la fuerza que mueve montañas,

es un corazón lleno de gratitud,

un corazón que alaba a su Señor. “

*

El 21 de julio, Dios llama.

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