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“Aunque lo ponga en la Biblia”, por Carlos Osma

Viernes, 19 de febrero de 2021
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A closeup shot of a surprised child holding the bible with a black background Leído en su blog Homoprotestantes:

El teólogo Manuel Villalobos en una entrevista que le realicé hace unos meses dejó caer una frase que me descolocó: «La Biblia no dice nada». Para quienes hemos sido educados en entornos donde se enseñaba que la Biblia lo dice todo, el axioma de Villalobos podría ser demoledor. Tengo que reconocer que en mi caso no lo fue, hace años que siento cierta predilección por personas cuyas acciones y opiniones me invitan a replantearme los fundamentos sobre los que se sustenta mi fe. Así que, después del primer aturdimiento tras leer las palabras de Villalobos, me pregunté qué lugar ocupa la Biblia en mi forma de entender y vivir la fe cristiana.

Si soy sincero diré, que cuando escucho a alguien afirmar que cree en algo porque lo pone en la Biblia, pienso que está mintiendo. Nadie puede creer que Jesús es el camino, la verdad y la vida, porque lo ponga en el Evangelio de Juan. O condenar las relaciones homosexuales porque supuestamente así lo prescribe el libro del Levítico. No, no me trago a quienes gritan a los cuatro vientos que se sienten amadas por dios porque los evangelios así lo enseñan, ni a los que se oponen al aborto porque lo condena un versículo de no sé que capítulo de la Biblia. Decidir sin razón alguna, que un conjunto de libros escritos hace milenios son la norma bajo la que guiarás tu comportamiento, y juzgarás el de los demás, me parece tan absurdo como creer que las personas nacidas el treinta de marzo tienen una energía envidiable porque son Aries. Detrás de la importancia, del valor que tiene para nosotros la Biblia, siempre hay una historia y unas motivaciones previas que influyen en cómo la interpretamos y la utilizamos para justificar nuestros posicionamientos.

Lo cierto es que, aunque en los evangelios encontramos a Jesús apelando en varias ocasiones a las Escrituras, no recuerdo que ninguno de sus discípulos y discípulas lo siguieran, dejaran a sus familias, le rogaran un milagro, o reconocieran en él al Mesías, porque lo ponía en la Biblia. Tampoco creo que las parábolas de Jesús, que revelaban como era su Padre celestial, fueran menos importantes que otras de sus enseñanzas porque no las habían citado los Profetas, o no se encontraban en los Escritos ni en el Pentateuco. A decir verdad, quienes más usaban las Escrituras eran los fariseos y maestros de la ley, y lo hacían para tratar de desacreditar a Jesús y proteger sus tradiciones y estructuras socio-religiosas. Las seguidoras y seguidores de Jesús, quienes vieron en él la Palabra de Dios que les interpelaba, eran personas que por diferentes motivos sufrían una opresión y pusieron en él sus esperanzas para liberarse. Así que, si nos ceñimos a lo que encontramos en los evangelios, hay personas que se apropian de la letra de la Biblia para defender sus privilegios, y otras que tratan de seguir la Palabra de Dios para alcanzar la liberación. Para unas la Biblia dice una cosa, y para otras, algo totalmente diferente.

Puede que la hayamos leído por primera vez siendo ya adultos, o por el contrario, que en el babero que nos ponía nuestra madre para darnos la papilla hubiese un corazón enorme alrededor del versículo: Dios es amor. Sea como fuere, no estaría mal que nos planteáramos cuál es el motivo que nos lleva a utilizar la Biblia como guía en nuestra vida. Podría ser por ejemplo, la voluntad de ser fiel a una tradición que nos han trasmitido personas a las que queremos, y pensamos que si las cuestionamos podemos estar traicionándolas. También puede ser, que estemos cómodos con nuestra vida y nuestro entorno, que nos sintamos protegidos en el mundo que conocemos con la interpretación de la Biblia que nos han enseñado, y que tengamos miedo de hacernos preguntas que lo pongan todo patas arriba y nos dejen a la intemperie. O por el contrario, que hayamos sufrido carencias afectivas en la infancia y necesitemos una comunidad que nos dé el calor que nos ha faltado, por lo que estamos dispuestos a creernos lo que haga falta para seguir formando parte de ella. Quizás tuvimos algún tipo de adicción cuándo éramos jóvenes, o llegamos a sentirnos perdidos en algún momento, y ahora buscamos personas que nos guíen y límites que nos digan lo que debemos hacer. Podría añadir aquí mil motivos más que en mayor o menor medida condicionan nuestras lecturas, le dejo a cada lectora y lector que reflexione sobre los suyos -puede compartirlos en los comentarios, si quiere-; pero para acabar indicaré uno que me parece el más peligroso, y es el de aquellas personas que por alguna razón se han sentido ninguneadas, maltratadas, humilladas, y ahora sienten la necesidad de conseguir algún tipo de poder para controlar a otras personas, escondiéndose tras absolutos que nadie pueda rebatir. Y no hay mayor absoluto que lo que dios pueda decir, ni mayor poder que ser su humilde mensajero.

La Biblia no dice nada, y permite cualquier tipo de interpretación a partir de las motivaciones y experiencias previas de quien la interpreta. Además, a la gente es fácil conocerla por las lecturas que de ella hace, y cuanto más esconden sus condicionamientos tratando de imponerlas como verdaderas, más hacen el ridículo. Mi interpretación de los textos bíblicos nace -sobre todo- de una experiencia que va de la opresión a la liberación. Y la Biblia, o más bien, las interpretaciones que de ella se hacen, me resultan significativas, me interpelan, me cuestionan, me invitan a modificar la forma en la que vivo y me relaciono con los demás, si son liberadoras. El resto de lecturas y visiones que se apoyan en los textos bíblicos para oprimir a la gente, para controlarla, para hacerla sufrir en nombre de dios, para humillarla, para decirle lo que debe hacer… pues no me interesan, porque están basadas en las experiencias opresivas de quienes las hacen, no en la convicción de que el mensaje de Jesús es liberador. O mejor dicho, en la experiencia real y tangible de que el mensaje de Jesús se traduce en vida. Por eso, tampoco las impecables disquisiciones, las hermosas construcciones teológicas que generan debates infinitos, pero no tienen ninguna conexión con la realidad palpable, me aportan gran cosa.

Todas las lecturas tienen los límites propios que le imponen las motivaciones que las generan, no hay interpretaciones perfectas ni definitivas, y desde esa convicción nace el diálogo, el intercambio de perspectivas que a todas y todos nos pueden enriquecer y ayudar en nuestro día a día, que de eso se trata. Pero de las interpretaciones que lo que persiguen es deshumanizarnos hay que alejarse, no importa si son las ortodoxas, si son las que más venden, las verdaderas, o las que más seguidores tienen. Por respeto a la Biblia, o lo que es más importante, por respeto a los demás y a nosotros mismos, si de verdad creemos que dios puede decirnos algo a través de ella, hay que crear, imaginar, soñar interpretaciones que puedan ser llevadas a la práctica para que el dios liberador se haga presente entre nosotras. En mi opinión, solo ese tipo de interpretaciones son fieles al mensaje de Jesús, el resto son rehenes de otros intereses: aunque lo ponga en la Biblia.

Carlos Osma

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“Prosigo hacia la meta”

Martes, 2 de febrero de 2021
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hombre-mascarilla-bosque-corriendo_23-2148776298De su blog Homoprotestantes:

El capítulo tres de la carta de Pablo a los Filipenses comienza con una invitación: «Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor», pero para lograr ese estado de alegría y felicidad al que el apóstol llama a los cristianos de esa ciudad, les recomienda algo que creo, nos puede venir muy bien también a nosotros: «Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los que mutilan el cuerpo». Además explica de una forma muy clara cual es la forma en la que él entiende el seguimiento de Jesús: «Olvidándome ciertamente de lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta». Una receta que, quizás, veinte siglos después, sigue siendo igual de efectiva.

Sí, a veces parece que estamos rodeados de perros para los que somos únicamente presas que cazar, sobre todo si no hemos seguido el principio básico de supervivencia que conoce hasta el más elemental de los animalillos: que de los que nos quieren mal, hay que vivir alejados. Otras veces, la mayoría, no es exactamente así, sino que nos sentimos como zurdos del género, o de la orientación sexual, en un mundo diseñado para diestros. Y nos cansamos, porque estar todo el tiempo teniendo que escribir nuestros afectos, nuestros gustos y disgustos, en renglones pensados para otras, es agotador. Tanto es así que, algunos días, nos preguntamos si en algún momento de nuestra vida podremos dibujar, pintar o escribir, como lo hubiéramos hecho nosotras mismas si hubiésemos sido siempre libres, siempre zurdas, en un mundo a la izquierda. No perdamos la esperanza.

Hoy me he levantado, y he vuelto a mirar a los ojos a varios malos obreros, esos que en vez de edificar, ponen todas sus energías en destruir, en destruirnos la vida a ti, a mí, y a quienes pillen por delante. También he intentado recordar los ojos de quienes ya no me acompañan, porque es mejor así, porque el amor no puede siempre con el odio. Y tengo mil razones para querer cambiar el mundo, para desear que el Reino llegue ya, para construir justicias temporales, esas de carne y hueso que nos hacen la vida más fácil. Dicen que existen justicias eternas, pero a mí esas justicias me ponen en guardia, no he conocido ninguna que me haga la vida más fácil. Yo prefiero la justicia que señala con el dedo a quien nos odia, la que nos permite darnos el sí quiero, la que condena a quienes nos golpean por cogernos de la mano por la calle, la que nos ayuda a tener hijos, la que nos visibiliza, la que enseña a respetar nuestra diversidad en la escuela, la que nos reconoce el derecho a ser llamados por nuestro nombre… Quienes tienen todo esto dado, supongo que se pueden permitir el lujo de preocuparse por las justicias eternas, pero a nosotras las justicias eternas nos despistan de lo importante, de lo urgente, de la vida.

Quienes nos quieren mutilar el cuerpo, pretenden que nos dejemos arrancar todo aquello que no cabe en su camisa de fuerza, y que lo hagamos sin rechistar, sin ni siquiera quejarnos. Porque los carniceros de dios solo cumplen la voluntad divina. Ser ateo de este dios, no ha impedido que nos dejaran más de una cicatriz en el cuerpo, pero nos ha ayudado a mantener el cerebro y el corazón. Podemos lamernos cada día las heridas, estamos en todo nuestro derecho, o esconderlas para que no se regocijen los carroñeros de Baal. Pero sería estúpido que, después de todo, fuésemos nosotras quienes les regalásemos lo que querían. Lo que de verdad deseamos no es llorar, ni denunciar, ni gritar, ni mantenernos callados. Nuestro objetivo real no es acabar con la LGTBIQfobia, el fundamentalismo y la intransigencia, esos son únicamente los Goliats con los que estamos obligadas a lidiar para conseguir algo más terrenal, egoísta quizás, o incluso naif: queremos ser felices, al menos todo lo que se puede ser en un mundo imperfecto. Y mirando únicamente nuestras cicatrices no lo vamos a conseguir, si queremos tener alguna posibilidad de lograrlo, hay que echar también mano de la inteligencia y el amor, del cerebro y el corazón.

Pablo era un campeón, tenía la capacidad de olvidar «lo que queda atrás», o a lo mejor se autoengañaba, no lo sé. Para algunos de nosotros esto no está a nuestro alcance, al menos todavía, pero lo que sí que lo está es lo que comparte después: «extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta». Y es que hay que moverse hacia esa meta que quizás no se concreta de la misma forma para todos, porque cada uno tiene sus expectativas, sus necesidades. Pero las metas nunca vienen a nosotros, es imposible alcanzarlas si nos quedamos inmóviles en el punto de partida. Hay que levantar la cabeza que antes teníamos agachada, poner la mirada en donde queremos llegar, no en las heridas o en quienes nos las hicieron, y comenzar a caminar en esa dirección. Para los seguidores de Jesús, la meta es la salvación, la vida en plenitud, pero no entendida de forma teórica, sino concreta, práctica y real. Y si en algún momento caemos o nos desesperamos, no quedaremos para siempre postrados, porque el Señor nos sostendrá con su mano (Sal 37,24).

Carlos Osma

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“Quien no ama a su hermano, no es de Dios”, por Carlos Osma

Lunes, 18 de enero de 2021
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brothers-2098860_1280De su blog Homoprotestantes:

Cristianos y cristianas LGTBIQ tenemos que vérnoslas a menudo con discursos de odio contra nosotros y nuestras familias. Muchos de ellos proceden de personas que se autodenominan cristianas y utilizan a Dios para justificar sus prejuicios. Sí a Dios, un Dios en mayúsculas que se ha dejado enjaular en sus teologías LGTBIQfóbicas, y ante el que nadie puede decir ni opinar nada distinto a lo que ha establecido por y para siempre. Y a veces los creemos, y pensamos que solo podemos agachar la cabeza aceptando sus condenas, o salir corriendo dejando atrás el evangelio. Pero no es cierto, y no hace falta tener un máster en teología bíblica para desenmascararlos. Sabiendo leer, y teniendo claros los elementos más básicos del mensaje de Jesús, hay suficiente: «Todo aquel que no hace justicia y que no ama a su hermano, no es de Dios» (1 Jn 3,10).

Nuestra diosa queer, a esa que seguimos por fe cargados con un montón de dudas y contradicciones, está relacionada con tres conceptos que aparecen en el versículo que acabo de citar: justicia, amor y hermano. Y debemos tener cuidado, porque los profetas del odio se ponen muy nerviosos y a la defensiva cuando hablan de estos conceptos, y tratan de desdibujarlos, de adulterarlos, para ponernos a los pies de su Dios heteronormativo. A ellos no les gusta nuestra diosa queer y su mensaje de justicia, amor y fraternidad, porque les parece sensiblero, superficial y demasiado femenino para un Dios que, o es macho, o no es Dios.

Para empezar, dicen que la justicia de Dios está relacionada con la Ley, la justicia del Dios macho tiene que ver con cumplir los mandamientos, sus mandamientos, y para ello nos repetirán miles de versículos sacados de contexto. Si bien no podemos dejar de escucharlos, tampoco deberíamos obviar, porque ya los conocemos, que los mensajeros del infierno son personas que necesitan reglas y normas inamovibles para situarse en el mundo, y que la incertidumbre de nuestra diosa queer les crea ansiedad. Los evangelios están repletos de encuentros entre este tipo de mensajeros y nuestro Jesús marica, encuentros en los que le recordaban que era lo que la Ley decía, a la vez que le condenaban por no cumplirla. Y es que para nuestra diosa queer, esa que envió al Jesús marica a nuestro mundo, la palabra justicia tiene otro significado. No es un nombre o un adjetivo, sino un verbo, nuestra diosa queer no habla exactamente de justicia, sino de hacer justicia. Por eso el Jesús marica vivía tratando de devolver la dignidad a todas aquellas personas a las que el sistema político, social y religioso se la había usurpado. Esta justicia evangélica es diabólica para los profetas del odio, porque lo último que quieren es que las personas LGTBIQ (y todas aquellas otras que se les han puesto entre ojo y ojo) nos sintamos dignas cuando nos miramos al espejo. Pero nosotras tenemos que decidir con cuál de las dos formas de entender la justicia nos quedamos, cuál es más próxima al evangelio, la del Dios de la Ley o la del Jesús marica que trae dignidad.

Si el concepto de justicia se les atraganta a los profetas del papel, la palabra amor les pone de los nervios, no la soportan. La razón es que los desnuda, dejando al aire sus vergüenzas, algo que por otra parte no los deja en muy buen lugar. Anhelan el poder del falo, lo anteponen al del amor, por eso se desviven por limitarlo: «Dios nos ama, pero», es la frase con la que siempre comienzan sus discursos de odio, después viene toda una serie de reflexiones diversas cuyo denominador común es tratar de vaciar el contenido de la palabra amor, para finalmente coger el falo y acabar diciendo «Dios al que ama disciplina. Y azota a todo el que recibe por hijo» (Heb 12,6). Así que las personas LGTBIQ que también siguen al Dios del falo, no pueden hacer otra cosa que abandonar sus depravados deseos e identidades para dejarse llevar por un ritual sadomasoquista en el que ese Dios fálico les azota. Dicho de otro modo, los voceros de Baal quieren que nos engañemos, que nos reconozcamos como enfermos para que su Dios nos dé por todos los lados, mientras ellos mantienen su LGTBIQfobia y resto de ignorancias intactas. Pero es que nuestro Jesús marica nos enamora cuando habla de amor de una forma mucho más libre, con menos miedos y complejos. Su dios impotente, el que ha renunciado al falo, nos ama tal como somos, sí tal como somos, aunque seamos terriblemente imperfectos. Y lo sabemos porque nos encontró medio muertos por las heridas que unos ladrones de la fe nos infligieron, se movió a misericordia, a diferencia de todos aquellos religiosos y sabelotodo que pasaron por nuestro lado y no hicieron nada por ayudarnos, vendó nuestras heridas, nos subió hasta su caballo, nos llevó al mesón y cuidó de nosotros. Por eso cuando nos dice que nosotras hemos de hacer lo mismo con nuestros prójimos, sentimos que es un mandamiento difícil de cumplir, pero por otro lado, estamos convencidos de que para cambiar nuestro mundo, no aspiramos a mucho más, es necesario devolver al menos parte del amor que Él nos dio primero. Así que hemos de decidirnos entre el Dios del falo, que nos quiere reprimidos, o el dios que nos reveló un Jesús marica, que nos hace sentir amados y nos llama a ser portadores de un amor queer que no pide nada a cambio.

Finalmente nos topamos con la palabra hermano, ¿quién es nuestra hermana y nuestro hermano? Los mensajeros de la Verdad no nos consideran hermanos y hermanas a las personas LGTBIQ, para ellos somos más bien enviados del diablo que tratan de engañar a los más pequeños y débiles que hay proteger. Esto último es muy importante, porque es la forma con la que justificarán después su violencia. Decir que no se puede ser cristiano y transexual, o cristiana y lesbiana, es lo mismo que decir que no podemos ser a la vez LGTBIQ y hermanos o hermanas. El evangelio de la Verdad no reconoce lazo fraternal con todos los seres humanos, únicamente con quienes forman parte de su grupo, de su forma de entender la fe. En cuanto alguien piensa de otra forma, pasa de ser hermano a ser enemigo. De ser hermana, a ser un peligro. Y a partir de aquí cualquier ataque contra nosotras estará justificado por su fidelidad a la Verdad. Nuestro Jesús marica, como nos tiene acostumbrados, nos propone un camino totalmente diferente y mucho más complicado. Él llamó hermano incluso a quien le entregó para ser crucificado. Y esto nos obliga a actuar de una forma fuera de toda lógica, pero es que a nuestro Jesús marica no le va eso de lo normal y razonable. Y aunque nadie en su sano juicio nos recriminaría nada si pidiésemos a nuestra diosa que lanzase un rayo destructor directamente a la cabeza de los profetas del odio, nuestro dios marica no está por la labor, y nos recuerda que debemos reconocerlos como hermanos y hermanas. No es fácil seguir a un dios así, pero es el que nos entiende, así que es mejor que hagamos todo lo que podamos por aproximarnos a sus peticiones, aunque con esta sea mucho mas queer de lo que algunos podemos soportar. Yo en esto le hago caso, aunque también sigo una máxima de mi abuela, que no era queer, pero era muy lista: «a los hermanos hay que quererlos, pero a algunos es mejor tenerlos lejos».

Carlos Osma

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Juan Zapatero Ballesteros: Feliz 2021 en un mundo al revés.

Sábado, 2 de enero de 2021
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mundo_revesCon sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra”.  (Isaías 2,4).

Érase una vez un lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos. Y había también un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado. Todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés” (José Agustín Goytisolo).

Por deseos que no quede; y, además por mi parte, los más abundantes y mejores: ¡Feliz año 2021! No hace falta ser muy avisado para darse cuenta de que, en ningún principio de año como este, nos hemos deseado tanta felicidad y con tanta fuerza. Es verdad que razones no nos faltan después de lo vivido durante prácticamente todo el año que acaba de finalizar. ¡Y lo que nos queda, a pesar de la llegada de los tan ansiados remedios farmacéuticos! Sí; porque los males “epidérmicos” tienen solución de manera rápida, una vez descubierta la “pócima milagrosa”. Pero en este caso el mal que nos acecha es de muy profundo calado. Hemos llegado tan lejos que ya no sirven ni valen los paños calientes ni los apaños.

El deseo de felicidad personal y mutua, sobre todo para las personas más allegadas, es algo que el ser humano ha tenido desde siempre, pero de manera especial cuando la situación se ha convertido en crítica o rayando con ello debido a que las cosas parece que no funcionaban ni funcionan como fuera o es de esperar. Dos ejemplos muy claros separados por veintiocho siglos en el tiempo son el profeta Isaías y el escritor José Agustín Goytisolo. ¡Qué mejor y mayor deseo que transformar armas destructoras en instrumentos capaces de producir alimentos! O, ¿se puede soñar algo más inverosímil que la maldad más cruel convertida en bondad e inocencia? ¿O la fealdad más horrenda en la hermosura más bella? ¿Y qué decir de quien habiendo hecho del atropello el objetivo de su vida decide convertirse en una persona pulcra y decente?

Como podemos ver, tanto Isaías como Goytisolo lo dejan muy claro: no valen los remiendos ni los barnices que adornan y lo dejan aparentemente muy bonito, pero que siguen procrastinando la verdadera solución del problema. Las medias tintas, según puede deducirse de sus palabras, deben ser descartadas de manera definitiva. Aunque pueda sonar duro, cabe decir que hace falta ese cambio radical y profundo que tan bien expresado y definido viene dado por las palabras “metamorfosis” y “metanoia”. “El mundo al revés” de Goytisolo y la gran utopía de Isaías “No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra” son el claro paradigma de lo que nuestro planeta y nuestra sociedad están esperando con una urgencia inaplazable.

Esperar, esperar… Claro que sí; esperar con fuerza y entusiasmo hasta pulir esta virtud de toda actitud pasiva o conformista ante los retos con los que podemos ir encontrándonos. Pues, si es verdad que la esperanza exige siempre compromiso y apuesta sin condiciones, lo es mucho más y de manera radical al comenzar un nuevo año, cuando parece que los buenos propósitos, los mejores deseos y los óptimos augurios solamente van a continuar haciendo imposible que se convierta en realidad la utopía más inverosímil. El planeta, el mundo y todas y cada una de las personas no podemos seguir esperando a que todo se vaya sucediendo a nivel de pequeños cambios; necesitamos un “mundo al revés”; de ello debemos convencernos a pie juntillas, porque en ello, valga la redundancia, nos va todo al planeta, a la sociedad y a cada uno de nosotros. Hablar, pues, de esperanza en estos momentos es hablar del pleno convencimiento por nuestra parte, desde el que únicamente será posible pensar en una transformación profunda y radical. Convencidos de mente, por supuesto; pero además y sobre todo apostando de manera decidida desde la voluntad.

Pero ¡ojo!, porque no es cuestión de salir en tromba y comenzar a dar sin más, a diestro y siniestro. Pues, si es verdad que nada de lo que nos rodea nos puede ni nos debe ser ajeno, no lo es menos el hecho de tomar conciencia de que la primera y gran proximidad comienza por cada una de nuestras propias vidas. Intentando evitar con ello “ver la paja en el ojo ajeno y no ver la biga en el propio”, llegando a convertirnos en prácticamente ciegos a nosotros o, como mínimo, distorsionando la realidad que consideramos que debe ser transformada de manera urgente. Esto nos está indicando que la radicalidad del compromiso debe comenzar por el yo, el tú y el nosotros a la hora de provocar esa transformación profunda que tan urgente nos parece y que, sin duda, debe ser realizada cuanto antes respecto a nuestro entorno. Coherencia, esa palabra vieja y bastante en desuso, sería la que mejor definiría esa actitud inaplazable por nuestra parte. No pensemos, pues, en pequeños retoques, en pequeños cambios de vida o algo por el estilo. Pienso que se hace necesario encentar un nuevo paradigma en cuanto a valores; o, a lo mejor, vivir los que en su momento tuvimos, pero que, por vete tú a saber qué intereses o caprichos, quedaron guardados entonces a buen recaudo.

¡Feliz 2021, pues, en un mundo al revés!

Juan Zapatero Ballesteros

Fuente Fe Adulta

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Cristianos Gays os desea un Feliz Año Nuevo 2021

Viernes, 1 de enero de 2021
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Mafalda4

“Cuidado hemos de tener, no sea que por confiados
en los auxilios humanos, perdamos algo de
la confianza que debemos tener en Dios.

(San Fco. Javier)

Al comenzar el 2021 queremos felicitaros este año nuevo con la alegría propia de los hijos de Dios y con la confianza de que las vacunas contra el COVID-19 puedan llegar a todos los confines de este mundo sufriente…

Tenemos 365 días por delante para llevar a cabo esos propósitos nacidos a la luz de Navidad y que, con el impulso del Espíritu, nos ayudara a madurar en nuestra vida cristiana.

Estamos llamados a llevar la alegría del Evangelio a tantos y tantos hermanos y hermanas nuestros que sienten la soledad espiritual y física de estar escuchando constantemente que la forma de amar que Dios hizo nacer en nuestro corazón, por pura gracia, es pecado abominable. Debemos llevar la alegría de quien se sabe querido por Dios, se sabe hijo de Dios, a todos nuestros rincones cotidianos. No seamos nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca nos dejemos vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con Él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, ¡y hay tantos!… Sigamos a Jesús en este año nuevo. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que Él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar a todos en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús.

Ojalá los pastores de todas las confesiones, de todas, sean capaces de transmitir esa esperanza y alegría propia de Dios, solo de Dios.

Desde Cristianos Gays os deseamos a todos un feliz año nuevo 2021 lleno de momentos preciosos e íntimos con el Señor.

***

Tuempleo_Calendario-laboral-2021-881x399

Feliz Año Nuevo, Urte berri on, Bon any nou, Feliz aninovo, Bon añu nuevu, Bon annada

***

Felix sit annus novus

Y en casi todos los idiomas del Mundo: Leer más…

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2021, bajo el signo de la confianza

Viernes, 1 de enero de 2021
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sous-le-signe-de-la-confiance

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

*

Salmo 22 (23)

***

numeros-6-24-26

Que al comenzar este año sintamos, una vez más,
cómo Dios nos mira con ternura
y nos envía con gozo y amor a la vida.

Que nos veamos envueltas en su manto
y seguras bajo sus alas protectoras.

Que alumbre nuestros días monótonos y grises
y sea nuestra fuerza en las horas débiles.

Que nos dé tiempo y sabiduría
para conocerlo, saborearlo y vivirlo sin rutina.

Que nos llene de sensibilidad y silencio
para leer los susurros de los corazones.

Que nos colme de paz y alegría
para vivir entregadas a todas las personas.

Que cure y sane nuestras heridas,
sobre todo, las que nos encierran en nosotras mismas.

Que sea en todo momento nuestro horizonte y fuente
para que nosotras podamos ser signos de vida nueva.

Que nos empape de su amor, como rocío mañanero,
para que destilemos esperanza por todos los senderos.

Que nos limpie del barro y costra, el cuerpo y el espíritu,
para que brillemos como estrellas en el firmamento.

Que nos tienda su mano protectora y amiga
para que el cansancio no detenga nuestros pasos.

Que a lo largo de este año
nuestros deseos se hagan realidad,
pues duermen y despiertan en el regazo de Dios,

Padre-Madre, que nos quiere y bendice.

*

Florentino Ulibarri

***

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