Perspectivas futuro – La Iglesia ante la Teología de la Liberación. Con algunos casos excepcionales y pasados los años es más fácil de entender las “advertencias vaticanas” a algunos teólogos de la liberación, como es el caso de Juan Pablo II cuando en 1979 declaró que “una concepción de Cristo como político, revolucionario, como el subversivo de Nazaret no corresponde a la catequesis de la Iglesia”.
Se entiende también la del entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, que llamó al orden a algunos teólogos, a quienes reprochó que aprobaran la “lucha de clases y la violencia revolucionaria”, concepciones que hoy han desaparecido tras el final de la “Guerra fría” y la caída del comunismo. El papa Francisco, defensor de una Iglesia de los pobres -clave de la TdL- siempre ha sido crítico con la tendencia revolucionaria o violenta por las mismas razones pero no con la más normal.
Esa nota fundamental en la TdL relacionando cristianismo y compromiso con los más pobres no es nuevo porque ha sido fundamental para la historia y la difusión del cristianismo en todos los tiempos. Apoyada en unas ocasiones y criticada en otras, la TdL se ha dedicado a difundir este mensaje evangélico tanto en países más desarrollados como aquellos menos favorecidos afirmando “la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral”. Aspira a convertir en “praxis” la “palabra de Dios” encarnada en la realidad que es Jesucristo en los Evangelios. El iniciador de la TdL, Gustavo Gutiérrez, ha vuelto a repetir recientemente “La pobreza es el punto de partida de la teología de la liberación“.
Algunos sectores de la iglesia católica han mantenido una postura reticente frente a la TdL y en alguna ocasión hasta beligerante. Juan Pablo II, encargó al entonces prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe cardenal Ratzinger (que después sería el papa Benedicto XVI) la redacción y publicación de dos documentos: Libertatis nuntius y Libertatis conscientia en los que avisaba del “peligro de un uso de elementos de tipo no compatibles con el Evangelio” pero posteriormente el propio Juan Pablo II se dirigía en una carta al episcopado brasileño (9 abril 1986) señalando que “la teología de la liberación es, no sólo oportuna, sino útil y necesaria”.
Un futuro esperanzador para la TdL
Los teólogos observados ayer con recelo reconocen hoy el resurgimiento de la TdL -que en realidad nunca desapareció- en buen parte gracias a la pastoral y magisterio el papa Francisco. Por eso, los propios teólogos han llegado a decir: “Todo ha cambiado con Francisco” (Jon Sobrino); “El mayor milagro es la aparición del papa Francisco, que está haciendo una revolución en el Vaticano” (Ernesto Cardenal); Leonardo Boff saludaba su llegada con la esperanza de que inaugure “una dinastía de papas del Tercer Mundo”… “una presencia fuerte y profética de la Iglesia latinoamericana en toda la Iglesia”.
Hoy, la postura oficial ante la TdL no es sólo tolerante sino favorecedora como lo demuestran bastantes obispos como es el caso de Rubén Salazar (1942) cardenal-arzobispo de Bogotá, Primado de Colombia y presidente del CELAM que también fue Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, decía recientemente: “Las intuiciones fundamentales de la TdL están apareciendo de nuevo como verdaderas y válidas”. El nuevo superior general de los jesuitas, padre Arturo Sosa Abascal (1948) venezolano, decía recientemente en un viaje a Perú: “Se etiquetó la Teología de la Liberación cuando la verdad fue una bocanada de aire fresco para la Iglesia. Es una manera de hacer teología desde la experiencia de fe compartida con la gente”.
La actitud frente a la teología de la liberación parece haber cambiado notablemente a partir del pontificado del papa Francisco en 2013, quien ha mostrado un fuerte influjo en su pensamiento de la TdL en su vertiente de la teología del pueblo, como lo han hecho notar sus iniciadores: el jesuita Juan Carlos Scannone y Carlos María Galli. Una señal de este cambio de postura del Vaticano ante la TdL fue la reedición en 2014, del libro “Iglesia pobre y para los pobres” del cardenal Müller y G. Gutiérrez conjuntamente, con prólogo del papa Francisco, presentado en un auditorio del Vaticano.
Harvey Cox estadounidense ministro de la Iglesia Bautista es uno de los teólogos más renombrados cuyos libros en los años junto a otros católicos coincidían en muchos presupuestos de la naciente TdL. Es clásico su libro “La ciudad secular. Secularización y Urbanización en Perspectiva Teológica”(1965). En uno de los recientes encuentros de Tdl al que asistió decía: “El único futuro de la teología es la teología del futuro”… Y refiriéndose a G. Gutierrez: “creo que “a teología del futuro deberá ser necesariamente una lectura crítica de la praxis histórica”; o con su clásica definición de la TdL: “la teología es reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la Palabra”. Si la teología no tiene que ver con la vida de los hombres y mujeres, si no les ayuda a una lectura liberadora/salvífica/ iluminadora de la vida de cada día, sobre todo a los más pobres, es una teología inútil, un puro “flactus vocis”. Famoso también en 1985 su libro “Religión en la ciudad secular“.
10 – Antecedentes de la TdL (años 1950) –
Una Iglesia en renovación
Al comienzo de esta presentación en el capítulo titulado “Génesis” adelantábamos dos hechos que fueron los antecedentes más inmediatos que influirían en la TdL : el Concilio Vaticano II y su concreción para América Latina que fue la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano inaugurado por el papa Pablo VI en Medellín (Colombia) en el primer viaje de un Papa al continente americano y los Movimientos seglares en torno al Concilio. Pero hay otros hechos y figuras que pueden considerarse como antecedentes, comenzando por algunos muy remotos y distantes en el tiempo. Dos pioneros como Gustavo Gutierrez y Enrique Dusell encuentran en los primeros momentos de la evangelización en el s.XV importantes “elementos fundantes de la TdL”.
Los primeros evangelizadores
Retrotrayéndonos a ese siglo XV y situados en el contexto de la evangelización en el continente americano hay que destacar a dos religiosos: Antonio de Montesinos (1475-1549) y Bartolomé de las Casas (1474-1566) ambos dominicos españoles o a los jesuitas también españoles misioneros en Cartagena de Indias como san Pedro Claver (1580-1654) y Alonso de Sandoval (1576-1652) o los dos primeros obispos de Popayán Juan del Valle (1548-1653) y su sucesor Agustín de la Coruña (1508-1589) ambos defensores decididos de los indios y marginados.
A ellos podríamos añadir otros misioneros que lograron convencer a los monarcas de que debía de tratarse a los indígenas como personas e incluso que cambiaran las leyes de los países colonizadores. Diríamos que era la tónica general de los misioneros y evangelizadores: Vasco de Quiroga, obispo (14670-1565) Toribio de Benavente o “Motolinia” franciscano (1482-1569), Francisco de Vitoria dominico catedrático Salamanca (1480), José Acosta (1540) jesuita.
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Benedicto XVI, Gustavo Gutiérrez, Iglesia de los Pobres, Jon Sobrino, Joseph Ratzinger, Juan Pablo II, Opción por los pobres, Papa Francisco, Teología de la Liberación
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