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Preparad el camino del Señor.

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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Si la paciencia es la madre de la espera, es la misma espera la que produce nuevo gozo en nuestras vidas. Jesús nos ha hecho entrever no sólo nuestros sufrimientos sino también lo que está más allá de ellos. «También vosotros ahora estáis tristes, pero os veré de nuevo y vuestro corazón se llenará de gozo». Un hombre, una mujer que no alimentan su esperanza en el futuro, no están en disposición de vivir el presente con creatividad.

La paradoja de la espera está precisamente en el hecho de que los que creen en el mañana están en disposición de vivir mejor el hoy; que los que esperan que de la tristeza brote el gozo están en disposición de descubrir los rasgos inaugurales de una vida nueva ya en la vejez; que los que esperan con impaciencia la vuelta del Señor pueden descubrir que él ya está aquí y ahora en medio de ellos (…).

Precisamente en la espera confiada y fiel del amado es donde comprendemos cómo ya ha llenado nuestras vidas. Como el amor de una madre por su propio hijo puede crecer mientras espera su regreso, como los que se aman pueden descubrirse cada vez más durante un largo período de ausencia, así nuestra relación interior con Dios puede ser cada vez más honda, más madura mientras esperamos pacientemente su retorno.

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H. J. M. Nouwen,
Forza dalla solitudine, Brescia 1998, 59-62).

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Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías

“Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.””

Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaba sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:

– “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.”

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Marcos 1,1-8

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“Con Jesús comienza algo bueno”. 2º Domingo de Adviento – B (Marcos 1,1-8). 10 de diciembre 2017

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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gargalloA lo largo de este nuevo año litúrgico, los cristianos iremos leyendo los domingos el evangelio de Marcos. Su pequeño escrito arranca con este título: «Comienzo de la buena noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios». Estas palabras nos permiten evocar algo de lo que encontraremos en su relato.

Con Jesús «comienza algo nuevo». Es lo primero que quiere dejar claro Marcos. Todo lo anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo de algo nuevo e inconfundible. En el relato, Jesús dirá que «el tiempo se ha cumplido». Con él llega la buena noticia de Dios.

Esto es lo que están experimentando los primeros cristianos. Quien se encuentra vitalmente con Jesús y penetra un poco en su misterio sabe que con él empieza una vida nueva, algo que nunca había experimentado anteriormente.

Lo que encuentran en Jesús es una «Buena Noticia». Algo nuevo y bueno. La palabra «evangelio» que emplea Marcos es muy frecuente entre los primeros seguidores de Jesús y expresa lo que sienten al encontrarse con él. Una sensación de liberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran con «la salvación de Dios».

Cuando alguien descubre en Jesús al Dios amigo del ser humano, el Padre de todos los pueblos, el defensor de los últimos, la esperanza de los perdidos, sabe que no encontrará una noticia mejor. Cuando conoce el proyecto de Jesús de trabajar por un mundo más humano, digno y dichoso, sabe que no podrá dedicarse a nada más grande.

Esta Buena Noticia es Jesús mismo, el protagonista del relato que va a escribir Marcos. Por eso su intención primera no es ofrecernos doctrina sobre Jesús ni aportarnos información biográfica sobre él, sino seducirnos para que nos abramos a la Buena Noticia que solo podremos encontrar en él.

Marcos le atribuye a Jesús dos títulos: uno típicamente judío; el otro, más universal. Sin embargo, reserva a los lectores algunas sorpresas. Jesús es el «Mesías» al que los judíos esperaban como liberador de su pueblo. Pero un Mesías muy diferente del líder guerrero que muchos anhelaban para destruir a los romanos. En su relato, Jesús es descrito como enviado por Dios para humanizar la vida y encauzar la historia hacia su salvación definitiva. Es la primera sorpresa.

Jesús es «Hijo de Dios», pero no dotado del poder y la gloria que algunos hubieran imaginado. Un Hijo de Dios profundamente humano, tan humano que solo Dios puede ser así. Solo cuando termine su vida de servicio a todos, ejecutado en una cruz, un centurión romano confesará: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Es la segunda sorpresa.

José Antonio Pagola

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”Allanad los senderos del Señor”. Domingo 10 de diciembre de 2017. Domingo 2º de Adviento.

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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02advientoB2cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 40,1-5.9-11: Preparadle un camino al Señor.
Salmo responsorial: 84:
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
2Pedro 3,8-14: Esperemos un cielo nuevo y una tierra nueva.
Marcos 1,1-8: Allanad los senderos del Señor.

En los tiempos que escribe el profeta Isaías el pueblo de Israel se encuentra en el exilio de Babilonia y es inminente un posible retorno a la tierra de Israel. Isaías da aliento a su pueblo diciéndoles que ya han satisfecho la pena que tenía estipulada por sus culpas, satisfacción lograda por medio de la esclavitud y los trabajos forzosos que han vivido en Babilonia. Ahora vendrá un mensajero, que el escritor no le da nombre, proclamando que todo monte sea rebajado, allanando, aplanado para hacer una senda a nuestro Dios que regresa triunfante a Jerusalén conduciendo a su pueblo como en otro tiempo lo hizo con los israelitas saliendo de Egipto. El escritor ha tomado una costumbre de su época, según la cual cuando un rey ganaba una guerra o una batalla se hacían caminos ceremoniales en los cuales se celebraba el triunfo del rey sobre sus enemigos. Asimismo Yahvé es el Señor, el Dios de Israel que retorna glorioso triunfante a Jerusalén por un camino preparado por Él. El mensajero anuncia a todo el pueblo esta noticia, noticia de esperanza y de alegría para una comunidad que vivía marginación y explotación. Los evangelistas han asociado a este mensajero que prepara el retorno de Yahvé con Juan el Bautista.

El Salmo canta la esperanza del pueblo desterrado que ahora retorna. Ellos se preguntan hasta cuándo Dios estará alejados de ellos, y la respuesta es unánime: Él mora en aquellos que le son fieles. Ese día Yahvé se hará presente. La justicia y la paz reinarán y las cosechas, que no han producido lo esperado, prosperarán. Es un himno al Dios compasivo que ahora retorna a su tierra para hacerla fructificar. Es la espera y la esperanza en un futuro mejor.

La segunda lectura de la carta de Pedro, nos sitúa dentro del debate sobre el día de la segunda venida del Señor. La comunidad para la que esta dirigida la carta de Pedro se preguntaba cuándo sería ese día en que Jesucristo resucitado volvería. En un principio se les había dicho que pronto pero pasaba el tiempo y no retornaba. El apóstol le responde diciéndole que el Señor no se retrasa en el cumplimiento de la promesa como ellos suponen, sino que usa de la paciencia de los hombres queriendo que todos lleguen a la salvación; por que un día es como mil años y mil años como un día para el Señor. En ese día se inaugurara un nuevo cielo y nueva tierra. Lo que nosotros tenemos que hacer es esforzarnos para ser hallados en paz ante él, y ésta debe ser una actitud permanente pues no sabemos el día en que vendrá. Pedro anima a la espera a una comunidad impaciente, y más que a una espera a vivir esperanzadamente en un futuro mejor. No niega que haya problemas en la comunidad (divisiones, persecuciones), pero lo que nos debe identificar como cristianos es la confianza en un futuro mejor.

El evangelio de Marcos se centra en la predicación de Juan el Bautista. En él se cumple la profecía de Malaquías según la cual vendrá un mensajero delante del Mesías (que sería Elías); y del profeta Isaías que expresa la misión del precursor preparar el camino de aquel que ha de venir. Juan proclamaba un bautismo de conversión el cual era signo del perdón de los pecados y que implicaba el compromiso de cambio de vida. Predicaba un castigo inminente de Dios y ante esa amenaza debíamos reconocernos pecadores, débiles, que hemos fallado, por lo cual el bautismo era expresión de un real cambio de vida y no solo un simple rito. Esta predicación era muy aceptada por las gentes de Jerusalén y de Judea, especialmente los más pobres (luego evangelistas nos dirán que los fariseos y los doctores de la ley, personas importantes, no creyeron en él). Caracteriza a Juan su vestimenta y su dieta, que significaba su talante profético. Se viste a sí porque las tradiciones de la época identificaban con estos rasgos a los profetas. La venida inminente de quien bautizará en Espíritu, es la esperanza que el grupo de seguidores de Juan arraiga en su corazón.

Como vemos, la liturgia del día de hoy nos invita a esperanza, a creer que en medio de las dificultades, de las persecuciones, de las realidades más duras de la vida; es posible un futuro mejor, porque el Señor es fiel a quienes asumen los valores de la verdad, de la justicia, de la fraternidad. Todas estas esperanzas que nos invitan las lecturas, como cristianos, las leemos en Jesús, sobre todo en este tiempo de espera alegre de la Navidad, espera de un nuevo mundo. Que nuestra esperanza sepa dar testimonio ante el mundo de que un futuro mejor, en medio de las difíciles condiciones de nuestra realidad, es posible. Leer más…

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10.12.17. Adviento 2, Juan Bautista. Quien tenga dos túnicas dé una…

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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c5980732-a23f-4765-9f9f-f7efc4b3df6aDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 2 Adviento. Ciclo b. Mc 1, 1-8 La primera candela fue el pueblo judío, el camino de los profetas. La segunda es Juan, el último mayor de los profetas, testigo y promotor supremo del Adviento y mensaje de Jesús.

Conforme a Lc 1, Juan era de familia sacerdotal, del entorno de Jerusalén, pero dejó el sacerdocio del templo y se educó en el “desierto”, como los esenios de Qumrán (aunque quizá no con ellos).

Era levita, preocupado por el pecado y pureza del pueblo, pero abandonó su posible servicio sagrado, para actuar como profeta.

No aceptó el dominio de la ciudad sobre el campo, ni de los sacerdotes sobre el pueblo, y por eso volvió a los principios de Israel, en el desierto, para denunciar la injusticia imperante,esperando el juicio cercano de Dios, con un mensaje que, según el evangelio de Lucas, se condensa en tres mandamientos de Adviento:

‒ Economía universal: El que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y el que tenga comida haga lo mismo.

‒ Economía para políticos y administradores. No exijáis nada fuera de lo establecido”

‒ Economía militar: Dijo a los soldados –No uséis la violencia, no hagáis extorsión a nadie, y contentaos con vuestra paga (3, 14).

Buen domingo a todos, con esta segunda “vela”, de velar (estar atentos), con Juan, el último profeta.

Texto base:

Surgió en el desierto Juan el Bautista, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. Toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él y, después de reconocer sus pecados, Juan los bautizaba en el río Jordán… Esto era lo que proclamaba: “Detrás de mí viene el que es Más Fuerte que yo. Yo no soy digno ni de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo (Mc 1, 1.5.7-8).

Al optar por el desierto, Juan rechaza el modo de vida y las instituciones sacrales de la tierra de Canaán, volviendo al principio de la historia israelita (de Ex a Dt), reuniendo a sus seguidores en la zona de frontera, junto al río, para preparar el juicio de Dios y pasar a la tierra prometida. Mc 1, 6 afirma que él y sus discípulos comían saltamontes y miel silvestre, evocando un ideal de vuelta a la naturaleza, antes que los hebreos entraran en la tierra prometida. De esa forma instaura una comunidad contra-cultural (contra-económica): No compra en el mercado, ni adora en el templo, no acata las normas de pureza de fariseos y qumramitas.

Ese rechazo de Juan y su grupo (no comprar en mercado, no acudir al templo) culmina y se expresa en el bautismo del Jordán, que es un gesto de muerte y nuevo nacimiento: Los liberados del juicio podrán entrar de manera salvadora en la tierra prometida. El texto acentúa su función (¡yo os bautizo…!: Mc 1, 8) y su fuerte personalidad: ha convocado un grupo de seguidores, llevándoles al desierto y bautizándoles en el río de las promesas antiguas, con la certeza de que viene el Más Fuerte, el mismo Dios o su delegado final, en línea mesiánica .

Mensajero del juicio de Dios.

Juan es el profeta del otro lado, ante la gran frontera, pero sin atreverse a pasarla, hasta que Dios abra el río, para que los liberados pasen y tomen la tierra prometida. En el fondo de su gesto late el signo de Josué, la señal de que las aguas han de abrirse, cuando Dios decida, para que el pueblo entre en la tierra (Jos 5). Sólo Dios o su delegado mesiánico (el Más Fuerte) dividirá las aguas, a fin de que los elegidos crucen de la orilla del desierto a la tierra.

Juan creó, según eso, una agrupación de liberados contra-culturales, opuestos al mercado de alimentos
(¡no se compran ni venden, se comparten!), portadores de una esperanza de juicio, que se cumplirá cuando Dios abra el río para entrar en la tierra. Entre los que se situaron así, a la orilla del Jordán, dispuestos a escuchar la voz de Dios y pasar al otro lado, estuvo por un tiempo Jesús Galileo, que era quizá ya portador de una esperanza distinta. Pero las aguas no se abrieron y Jesús vino a Galilea, para iniciar un nuevo camino .

((Juan no fue el único en ponerse junto al río, esperando el juicio de Dios y la entrada en la tierra. Unos años más tarde, hacia el 44-45 d.C., se apostó también junto al río otro profeta apocalíptico:

“Siendo Fado procurador de Judea, un impostor de nombre Teudas persuadió a un gran número de personas que, llevando consigo sus bienes, lo siguieran hasta el río Jordán. Afirmaba que era profeta y que a su mando se abrirían las aguas del río y el tránsito les resultaría fácil. Con estas palabras engañó a muchos. Pero Fado no permitió que se llevara a cabo esta insensatez; envió una tropa de a caballo que los atacó de improvisto, mató a muchos y a otros muchos hizo prisioneros. Teudas fue también capturado y, habiéndole cortado la cabeza, la llevaron a Jerusalén” (F. Josefo, Ant XX, 97-98. Cf. Hech 5, 35-36).

En ese contexto puede situarse el milagro de la piscina probática (de ovejas, Jn 5, 1-15), donde se dice que Jesús no necesita un ángel de Dios para mover (dividir) el agua o río, pues él mismo lo hizo, precisamente en Sábado, superando así un tipo de sacralidad ritual israelita)).

La tradición sinóptica ha vinculado la muerte de Juan con su forma de criticar el nuevo matrimonio de Herodes (cf. Mc 6, 14-29). Insistiendo en un rasgo algo distinto, Flavio Josefo (que por otro lado le presenta como un profeta moralista) afirma que fue asesinado porque su mensaje escatológico (y su forma de vivir) podía provocar un levantamiento popular

Juan, de sobrenombre Bautista… era un hombre bueno que recomendaba a los judíos que practicaran las virtudes y se comportaran justamente en las relaciones entre ellos y piadosamente con Dios y que, cumplidas esas condicione, acudieran a bautizarse…, dando por sentado que su alma estaba ya purificada de antemano con la práctica de la justicia. Y como el resto de las gentes se unieran a él (pues sentían un placer exultante al escuchar sus palabras), Herodes, por temor a que esa enorme capacidad de persuasión que el Bautista tenía sobre las personas le ocasionara algún levantamiento popular (puesto que las gentes daban la impresión de que harían cualquier cosa si él se lo pedía), optó por matarlo, anticipándose así a la posibilidad de que se produjera una rebelión… Entonces, Juan, tras ser trasladado a la fortaleza de Maqueronte, fue matado en ella» (Ant XVIII, 116-119).

Josefo le hace así un moralista, parecido a los estoicos y cínicos de su entorno, un predicador de la virtud (cumplir la ley y contentarse cada uno con lo suyo), como supone de manera convergente Lc 3, 10-14. Pero de esa forma no se explicaría su condena, pues todo nos lleva a pensar que Herodes mandó matar a Juan porque tuvo miedo de su protesta social y de su anuncio del Más Fuerte:

Yo os bautizo en agua para conversión. Detrás de mí llega uno Más Fuerte que yo… Tiene el hacha levantada sobre la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Él os bautizará en Espíritu Santo y Fuego. Lleva en su mano el bieldo y limpiará su era: y reunirá su trigo en el granero; pero quemará la paja en fuego que jamás se apaga (Mt 3, 9-12; cf. Lc 3, 3-9).

Con su gesto (bautismo) y su anuncio, Juan proclama su amenaza final, preparando la llegada del juicio, que es Hacha que corta los árboles sin fruto, Huracán que limpia la era y Fuego que quema la leña inútil y la paja. En esa línea, su bautismo evoca por un lado la muerte (¡todo será destruido!), y, por otro, abre una esperanza de salvación para aquellos que lo reciben, dejando que Juan les introduzca en el río, para renacer de esa forma a la vida que se acerca:

‒ Juan se opone al poder socio-religioso del Templo de Jerusalén, que ha tomado el monopolio de la religión judía. Por eso se distancia del templo y sus ritos, volviendo a la ribera oriental del Jordán, para anunciar e iniciar la nueva entrada en la tierra, en contra de un orden ritual que expulsa a publicanos y prostitutas, a quienes él acoge, como hará Jesús (cf. Mt 21, 31). Leer más…

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“Tres caminos hacia Jesús.” 2º Domingo de Adviento. Ciclo B

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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3623727-lgDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El camino poético (lectura de Isaías)

Hacia el año 540 a.C., los judíos llevaban casi cincuenta años desterrados en Babilonia. Años duros, de grandes sufrimientos, de ansia de libertad y de vuelta a la patria. Esa buena noticia es la que anuncia el profeta. Pero el largo camino, a través de zonas a menudo inhóspitas, puede asustar a muchos y desanimarles de emprender el viaje. Entonces, una voz misteriosa, da la orden, no se sabe a quién, de preparar el camino al Señor. No se dirige a hombres, porque la labor que realizarán es sobrehumana: construir un el desierto una espléndida autopista, allanando montes y colina, rellenando valles. Por ella volverá el pueblo judío, acompañado de su Dios, como un pastor apacienta a su rebaño.

“Consolad, consolad a mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle,  que se ha cumplido, su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha  recibido doble paga por sus pecados.”

Una voz grita: “En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos – ha hablado la boca del Señor”-

-Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá:  “Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con el su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.”

El camino ético (Qumrán)

Con el tiempo, la idea de preparar un camino al Señor en el desierto adquirió un sentido nuevo: a mediados del siglo II a.C., un grupo de sacerdotes y seglares judíos, descontentos con el comportamiento de los sumos sacerdotes de Jerusalén y de las costumbres paganas que se estaban introduciendo, recordando el texto del libro de Isaías, decide retirarse al desierto de Judá y allí, en Qumrán, fundar una especie de comunidad religiosa. En el desierto preparan el camino del Señor. Ya no se trata de un camino poético, sino de una conducta conforme a la Ley del Señor. (En hebreo, derek puede significar “camino” y “forma de conducta”, igual que way en inglés).

El camino del Señor Jesús (evangelio)

Esta misma interpretación del texto de Isaías es la que aplica el evangelio a Juan Bautista. También él marcha al desierto a preparar un camino. A primera vista parece tratarse de un camino ético, como un Qumrán, ya que Juan exhorta a la conversión y al bautismo para el perdón de los pecados. Pero sus palabras dejan claro que prepara el camino a una persona más poderosa que él y que trae un bautismo superior al suyo: Jesús.

Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.” Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y é1 los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:  “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero é1 os bautizará con Espíritu Santo.”

[A propósito de la diferencia entre el bautismo de Juan y el de Jesús conviene recordar que el verbo “bautizar” significa en griego “lavar”. Los fariseos, por ejemplo, “bautizan” los platos, los lavan. Pero se puede lavar con agua sola, como hace Juan, que es un lavado superficial, incapaz de limpiar las manchas más profundas; y se puede lavar con “Espíritu Santo” (o “con Espíritu Santo y fuego”, como dice otro texto) limpiando totalmente a la persona.]

Esperad y apresurad la venida del Señor (2 Pedro 3, 8-14)

A mediados y finales del siglo I, muchos cristianos empezaron a sentirse desconcertados. Les habían repetido que la vuelta del Señor y el fin del mundo eran inminentes. Sin embargo, pasaban los años y el Señor no volvía. El autor de la 2ª carta de Pedro (que no es san Pedro) sale al paso de esta inquietud, ofreciendo una respuesta que, después de veinte siglos, no convence demasiado: el Señor no se retrasa, sino que nos da un plazo para que podamos convertirnos. El autor mantiene la postura tradicional de que la llegada del Señor y el fin del mundo será algo repentino, inesperado. Y en vez de quejarnos de que el Señor se retrasa, debemos “esperar y apresurar la venida del Señor”. Además, el fin del mundo será el comienzo de un nuevo cielo y una nueva tierra, y hay que prepararse para recibirlos llevando una vida santa y piadosa, en paz con Dios, inmaculados e irreprochables.

Queridos hermanos:  No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino  que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.

Una ética basada en Jesús

La segunda lectura, igual que el evangelio, une el camino de la ética con el camino que lleva a Jesús: Juan Bautista lo relaciona con la primera venida; la carta de Pedro, con la segunda. La liturgia nos indica que el Adviento no es época de espera pasiva, como quien espera que empiece la película: hay que comprometerse activamente. Y ese compromiso debe basarse en el recuerdo de la venida del Señor y en la esperanza de su vuelta.

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Segundo Domingo de Adviento. Ciclo B. 10 Diciembre, 2017

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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“Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo. Yo no soy digno ni de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias.”

(Mc 1, 1-8)

Encendemos la segunda vela de nuestra corona de adviento que nos ilumina con esta Palabra. Por una parte nos encontramos con algunas de las primeras palabras escritas sobre Jesús, el primer evangelio, que dice “comienzo de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”. Así de claro; Jesús, Hijo de Dios, buena noticia… ¿qué más podemos pedir?

Por otra parte, nos encontramos con Juan el Bautista. Bien, por si fuera poco el primer versículo, por si nos parece que no tiene el peso, la profundidad suficiente, aquí tenemos un hombre que con su actitud nos lo dice todo. Es la primera persona a quien nos describe Marcos en su obra. Podría ser el protagonista pero no lo es, es más, su actitud es de quitarse del medio “detrás de mí viene…, yo no soy digno…”

Juan sabe bien estar atento, alerta, vigilante y anunciar. Sabe de alentar y de dar esperanza. Sabe de escuchar y escucharse, se conoce y reconoce sus límites “el que es más fuerte que yo”.

¿Y si unimos las dos ideas? Marcos comienza el evangelio pero no lo termina, no le pone un final. Habla de Jesús y al llegar al último capítulo vemos a las mujeres asustadas porque la tumba está vacía, incluso hay un añadido sobre experiencias de los discípulos, pero no termina. Queda abierto porque nosotras mismas, las cristianas de hoy, continuamos escribiendo la buena noticia de Jesús con nuestras actitudes, nuestro día a día. Y Juan nos da una pista importante de cómo hacerlo, estando atentas, vigilantes, a la escucha, con esperanza… adviento. Tarea fuerte para nuestro discipulado.

Oración

Ven Señor Jesús, el mundo te necesita.

Ven Señor Jesús, te esperamos.

Amén.

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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Siempre hay profetas que ven antes el camino.

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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El evangelio del domingo pasado no hablaba de estar despierto. Hoy hablan los  centinelas: los profetas. No se trata de un adivinador del porvenir. Tampoco se trata de un ser humano separado y elegido por Dios, que le va indicando lo que tiene que decir a los demás. Profeta es todo aquel que está despierto. La principal característica del profeta es precisamente su inserción en el pueblo y su preocupación por la suerte de los más humildes. Su principal objetivo ha sido denunciar la injusticia.

Verdadero profeta sería el que ha llegado a una experiencia de su verdadero ser y, fiel a ella, ayuda a los demás a descubrir el camino de lo humano. Falso sería el que conduce al hombre a mayor egoísmo. El problema está en que lo “humano” solo se puede valorar desde lo humano. Por eso no hay manera de distinguir lo falso de lo verdadero mientras no se tenga una mínima experiencia de humanidad.

No debemos extrañarnos de encontrar tantos y tan expresivos textos para este tiempo litúrgico. Lo que el segundo Isaías anuncia es un evangelio (buena noticia). El destierro había acabado con toda una teología triunfalista que invitaba a dormirse en los laureles de sentirse elegidos, sin aceptar ninguna responsabilidad para con Dios ni para con los demás. Las denuncias de todos los profetas advertían de que no se puede confiar en Dios mientras se practica toda clase de atropellos e injusticias.

La primera palabra del evangelio de Mc es “arje”, que en griego designa el comienzo de un texto, pero  también algo mucho más profundo. El evangelio de Jn comienza también con esta palabra y lo traducimos: “en el principio” = origen. “Arje” significa origen y fundamento; es decir, aquello que ha sido la causa de que otra cosa surja. La Vulgata lo tradujo por “Initium” que también significa “origen”. El texto se debía traducir: “Éste es el origen de la alegre noticia de Jesús el Ungido, el Hijo de Dios.

Tampoco euanggelion” debemos traducirlo por evangelio, que es un concepto muy elaborado, sino por buena noticia. Quiere decir que comienza el evangelio que es todo él una buena noticia. Lo mismo tenemos que decir de “Jesous”“Christos”  que en griego están separados y significan simplemente, Jesús el ungido. Con el tiempo, los cristianos unieron el nombre con el adjetivo y confesaron al Jesucristo que ha llegado hasta nosotros. Este texto es un resumen de todo lo que en él se va a proponer.

Este evangelio, a pesar de ser el primero que se escribió, no sabe nada de la infancia de Jesús. Esto es muy interesante a la hora de interpretar los textos de Lc y Mt, que vamos a leer en todo el tiempo de Navidad. Estos relatos se fueron elaborando a través de los primeros años de cristianismo y no tienen nada que ver con la historia. Son relatos míticos y leyendas, casi todas anteriores al cristianismo, que se han cristianizado para darnos un mensaje teológico, no para informarnos de lo que pasó.

Mc pasa directamente a hablarnos de Juan Bautista como último representante del profetismo. El Bautista es uno de los personajes claves en el tiempo de Adviento, porque se trata del último de los profetas del AT. Debemos recordar que hacía casi trescientos años que no se había conocido un verdadero profeta. Todos los evangelistas lo consideran el heraldo de Jesús, lo anuncia, lo propone al pueblo y es protagonista de su nacimiento en el Espíritu (bautismo), donde empieza Jesús a manifestar lo que realmente era.

No podemos asegurar que este relato responda a una situación histórica. Es muy poco lo que sabemos sobre la relación de Jesús con Juan. De todos modos, es cierto que el primer dato histórico sobre Jesús, que encontramos en fuentes extrabíblicas es su bautismo por parte de Juan. No es descabellado suponer que a Jesús, un buscador incansable, le llamara la atención un personaje como Juan que ya era famoso cuando él empezó su vida pública. A Juan, como a Jesús, no le gustaba el cariz que había tomado la religión judía.

Los primeros cristianos dieron al Bautista un papel relevante en la aparición del cristianismo; seguramente mayor del que hoy le reconocemos. La prueba está en que, en un momento determinado, vieron la necesidad de marcar distancias entre Jesús y Juan para dejar claro quién era el más importante. Seguramente esa relevancia se deba más a la necesidad de justificar una figura tan desconcertante como la de Jesús, conectándole con el profetismo del AT, que a una real influencia de Juan en la doctrina de Jesús

Preparadle el camino al Señor. Este grito es el mejor resumen del espíritu de Adviento. Pero fijaros que fuerza el sentido del texto, que habla de prepararle un camino a Yahvé, mientras Mc habla de preparar un camino a Jesús. El texto está insinuando que si Dios no llega a nosotros es porque se lo impedimos con nuestra actitud vital, que orienta su preocupación en otras direcciones. Él viene, pero nosotros nos vamos.

Yo bautizo con agua, pero él bautizará con Espíritu Santo. Es la clave del relato y marca la diferencia abismal entre Jesús y Juan. Las primeras comunidades tenían muy clara la originalidad de Jesús frente a los personajes del pasado. Toda la relación con Dios, hasta la fecha, era consideraba como externa al hombre y en relación desigual. Dios era el soberano y el ser humano el súbdito. Jesús manifiesta una relación con Dios distinta. Él está empapado del Espíritu y nos sumerge (bautiza) a todos en ese mismo Espíritu.

Los textos de este domingo nos hablan de utopía. Isaías dice: Aquí está vuestro Dios. Pedro: Nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia. El salmo: La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan. Mc: Él bautizará con Espíritu Santo. En un mundo tan poco propicio al optimismo, encontrarnos con esta oferta, pude ser impactante. Pero tampoco tenemos que caer en el triunfalismo. Derrotismo y triunfalismo son estrategias extremas que utiliza el yo para fortalecerse.

Hoy la necesidad de estar alerta es más apremiante que nunca, porque jamás se han ofrecido al ser humano más caminos falsos de salvación. Hay toda una gama de productos disponibles en el mercado, desde las drogas hasta los gurús a medida. Por eso necesitamos más que nunca de la figura del profeta. Seres humanos que por su experien­cia personal puedan arrojar alguna luz en esa maraña de senderos que se entrecruzan y que la inmensa mayoría son sendas perdidas que no llevan a ninguna parte.

Podemos volcarnos sobre lo sensible, buscando el placer inmediato o descubrir las posibilidades de plenitud que todos tenemos. El no tomar una decisión, es ya tomar partido por lo que nos pide el cuerpo. No despertar, es seguir dormidos. Decidirse por lo más difícil solo es posible después de una toma de conciencia, que tiene que ir más allá de los sentidos y de la razón. Es una iluminación que me empuja por un camino que ni siquiera sé a donde me va a llevar, pero estoy convencido que me hará más humano.

Meditación

La experiencia del bautismo es la clave para entender a Jesús.
Después de esa experiencia personal, dice a Nicodemo:
Hay que nacer del agua y del Espíritu.
El único camino hacia lo humano es el que Jesús recorrió.
Tenemos que sumergirnos en lo sagrado.
Tenemos que dejarnos inundar por lo divino.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Camino abierto a otros Caminos.

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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1172982384_f1El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal; eso lo sabemos todos. Pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye (Pablo D’Ors)

10 de diciembre, domingo II de adviento

Mc 1, 1-8

Una voz clama en el desierto: Preparad los caminos del Señor, allanad sus senderos 

José Mª Castillo (1929), escritor y teólogo exjesuita granadino, nos indica con el siguiente texto de su libro La religión de Jesús, la mejor manera de seguir los caminos espíritu: “La Buena Noticia de Jesús no empezó en el Templo, ni vino de sus funcionarios y sus ceremonias, sino del desierto, de un profeta del desierto. El Evangelio no empieza en lo religioso, sino en lo laico. El principio y fundamento para respetar y vivir lo religioso es empezar por respetar lo laico. Cuando la religión no respeta este criterio, hace daño a la gente y la aleja de Dios”. Y hace la idea de que, frente a la propuesta de Juan el Bautista centrada en el pecado y la confesión de los pecados (Lc 3, 3), el interés de Jesús fue la vida, la felicidad y la alegría de la gente. 

El Evangelio, Camino abierto a otros caminosEn cada una de sus amplias rotondas encontramos múltiples direcciones, todas ellas idóneas para que cada persona pueda alcanzar su meta. Lo importante es no detenerse nunca. Lo que Jesús nos aporta es descubrir que, como él, somos Vida.

Pablo, con su mapa de autopistas abiertas a los gentiles, dice en Romanos: “¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de prudencia el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones, qué incomprensibles sus caminos!” (Rom 11, 33)

La mejor y más segura, la de la humanidad. Del poema sinfónico del húngaro Franz Liszt Lo que se oye en la montaña, dice el musicólogo alemán Carl Dahlhaus en su obra La música del siglo XIX“El poeta percibe dos voces: una dice ‘Naturaleza’, la otra ‘Humanidad’. Ambas forcejean entre sí, se entrecruzan y fusionan hasta que finalmente se disuelven y extinguen en una contemplación sagrada”Liszt nos muestra con hondura y profundidad interior, caminos abiertos hacia todos los seres que nos acompañan en la aventura de la existencia. En su oratorio, Christus, encontramos tanto aspectos humanistas como espirituales. No olvidemos que, junto con la música, la lectura de los Evangelios le llevó a adoptar actitudes místicas en algunos momentos de su vida.

En el Antiguo Testamento, dos mujeres del paganismos, Ruth y Noemí. Lo que importa es que estas dos mujeres, unidas por la solidaridad y el amor, van a recorrer un camino juntas y van a acercarse juntas a la experiencia de Dios: “No insistas en que te deje y me vuelva. A donde tú vayas, yo iré, donde tú vivas, yo viviré; tu pueblo será el mío, tu Dios será mi Dios” (Rut 1, 16). Un Dios, Yahvé, que escoge a los oprimidos, que escoge a los marginados, que escoge a los pobres y que les acompaña en su proceso de liberación, y para el que, siglos más tarde, Isaías demanda se le prepare un buen pasaje: “Una voz grita: En el desierto; preparad un camino al Señor; allanad en la estepa un camino para nuestro Dios” (Is 40, 3).

El dramaturgo y novelista brasileño, Paulo Coelho, nos dice en El Peregrino de Santiago –concha, bastón y calabaza– que la paz se logra siempre que se sigue recorriendo caminos“Todo el entorno reflejaba una paz infinita, la paz de un mundo que todavía tenía mucho más para crecer y crear, y que sabía que para esto era necesario continuar caminando, siempre caminando”. Sin detenerse, porque, como escribió Pablo D’Ors en Biografía del silencio: “El agua que no corre se estanca, se pudre y huele mal; eso lo sabemos todos. Pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye”.

TEXTO

“No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa” (Mt 5, 15)

Él es, y yo soy consciente
de sentir la misma piel.
Bordamos los pensamientos
sobre la arena del mar.
Es un tejer y bordar
de pensar y sentimientos.
Serie perfecta de acordes
en las riberas del mar.
Es un tejer y bordar
de glorias misericordes.

(Evangélico Cuarteto. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Mensajeros y constructores de caminos.

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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thumb_8_battista_predica_opa(Mc 1,1-8)

“Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Me pregunto cómo habría sido, en los inicios del cristianismo, la transmisión oral de las palabras y acciones de Jesús, cuántas personas compartirían historias sobre él, cómo habrían repetido sus enseñanzas, cómo se narrarían unos a otros la experiencia de encuentro con él y cómo, pasados los años, comenzarían a poner todo por escrito. Un tiempo de gestación oral y escrita para que en nuestras manos se encuentre hoy este evangelio, ¡esta buena noticia!

Me sobrecoge este inicio tan solemne que formula una orden concreta, como si fuera condición sine qua non para continuar con la lectura: preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Esta Palabra, siempre oportuna, se nos regala especialmente en el tiempo de Adviento y nos recuerda que acoger al Señor no es una cuestión de planteamientos racionales. Prepara el camino al Señor implica, además, deseo, conversión, empeño y confianza.

  • DESEO de acoger a nuestro Señor del mejor modo posible. Deseamos que no encuentre obstáculos en el trayecto, que no existan murallas ni concertinas que lo frenen, que pueda venir libre y sereno. Deseamos que encuentre acogida, espera decidida, mesa preparada, abrazo y calor de hogar. Deseamos que venga pronto, que no tarde, para que con su luz ilumine la noche de nuestro mundo y nuestras oscuridades. Deseamos no distraernos para poder reconocerlo.
  • CONVERSIÓN, porque preparar un camino requiere transitar por él. La con-versión supone movimiento y conlleva itinerancia, capacidad para salir del espacio conocido y atreverse a pisar ahí donde todavía no hay confirmación de suelo seguro. Conversión y movimiento porque el imperativo es en plural: “¡preparad!”, invitándonos a encontrarnos con otros para realizar la misión a la que somos enviados y, así, a convertirnos en oteadores de la mejor senda, la que posibilita el cruce con otros caminos, el encuentro y el diálogo.
  • EMPEÑO, porque la Palabra nos habla de allanar y esto supone asumir el sudor y dedicar el esfuerzo necesario para llevar a cabo tal empresa. Empeño porque se requiere perseverancia, permanencia, fortaleza y valentía, capacidad para recomenzar siempre de nuevo, aunque una y otra vez surja algún inconveniente en el camino. Requiere capacidad para interpretar los signos de los tiempos para acertar en qué lugar concreto hemos de adentrar la pala en la tierra.
  • Y CONFIANZA. La que nace de la certeza de que el Señor está viniendo, la que nos hace apostar porque todo merece la pena. Confianza en la Promesa. Confianza en su Palabra. Confianza en que su invitación permanece en el tiempo, a pesar de que él conoce bien nuestras colinas y oquedades. Confianza en que, con él, todo es posible.

Juan nos recuerda este envío desde el desierto, el lugar privilegiado para la conversión, el cambio y la transformación; el espacio donde se vence la tentación de adorar a otros dioses. Quizás lo hace porque es allí a donde debemos marchar en este tiempo de Adviento para preparar el camino, y no a las calles encendidas de luces fugaces, a las tiendas repletas o a las mesas abundantes. Cada uno conocerá cuál debe ser el desierto por el que transitar este tiempo para allanarle el sendero al Señor, que viene.

“Preparad el camino”. Las palabras de Juan nos remiten a Isaías y podemos rememorar el imperativo que el profeta pronuncia antes: “Consolad, consolad a mi pueblo, habladle al corazón”. Como Juan, también hoy nosotros somos invitados a convertirnos en mensajeros de esta buena noticia de Dios que, en la persona de Jesús, nos trae a todos consuelo y esperanza.

Hay que preparar el camino, es el tiempo oportuno para ello. Deseémoslo, convirtámonos, empeñémonos, confiemos. El Señor viene.

Inma Eibe, ccv

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Principio de la buena noticia…

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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1jlfbwePrincipio de la buena noticia... El comienzo del  evangelio de Marcos nos plantea una cuestión central de nuestra vida cristiana: ¿es Jesucristo buena noticia para cada uno de nosotros? No una costumbre, ni una fe heredada que no se ha convertido en opción personal, sino una relación que está en el centro de nuestra existencia, un tesoro que  hemos encontrado gratuitamente, una suerte maravillosa que nos llena de alegría. Estamos a tiempo: es el principio…

Esa buena noticia la siguen anunciando hoy los que expresan con sus vidas y a veces con sus palabras la misma pasión y el mismo fuego que incendió la vida de Juan Bautista.

Nos recuerdan  que  quienes hemos recibido en el bautismo la unción profética, tenemos la tarea de consolar, reconciliar,  enderezar lo torcido,  allanar lo sinuoso y  “ver la belleza de nuestro Dios”. ¿Dónde acudiremos  para descubrirla? Porque es verdad que resplandece en la hermosura de la creación y en las maravillas de que es capaz el ser humano, hecho a su  imagen y semejanza, pero el desafío está en  descubrirla también en los “lugares de abajo”, allí donde campean la oscuridad, la enfermedad, la pobreza o la muerte.

El Evangelio invita a recibir revelación y consuelo precisamente en esos lugares,  a hacer la experiencia de que la belleza y la bondad de Dios residen también ahí y que nos toca ahora a nosotros prolongar esa belleza en nuestro mundo y dejar en él un rastro de sanación, plenitud y alegría.

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

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El Evangelio es anterior a los evangelios

Domingo, 10 de diciembre de 2017
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feastofchristthekingpaintingDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. COMIENZO DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO.

En vida de Jesús no se habían escrito los evangelios. Los cuatro evangelios se irán redactando entre el año 70 y el año 100, más o menos.

Pero, aunque en vida de Jesús no había evangelios, había evangelio, había buena noticia: él mismo, JesuCristo es la buena noticia. El evangelio es anterior a los evangelios.

En cierto sentido el comienzo del evangelio de san Marcos tiene algún parecido al menos teológico con el comienzo del evangelio de San Juan.

San Juan inicia su evangelio con la expresión: En el principio, (en el origen) existía la Palabra (Evangelio), (Jn 1,1).

San Marcos inicia su experiencia cristiana, su vivencia de JesuCristo (que eso es un evangelio) con la expresión: Comienzo del Evangelio de JesuCristo.

El comienzo no se refiere al comienzo de un libro, el comienzo de la vida de Jesús. (Los evangelios tienen relatos de la vida de Jesús, pero los evangelios no son “vidas de Jesús”).

Tanto san Juan como san Marcos expresan su fe en que desde el origen, “por principio” el fundamento de la existencia humana y el sentido de la vida y de la historia es el Evangelio, la Palabra de Dios, la buena noticia de JesuCristo, la salvación.

Marcos y Juan lo dejan bien claro: por principio, desde el origen la creación y la vida son eu (buena) angelion (noticia).

Estamos en una historia de salvación.

02. ¿CUÁL O QUÉ ES EL EVANGELIO DE JESÚS?

250px-brotvermehrungskirche_bw_3-2Podríamos pensar que el Evangelio de JesuCristo es un anecdotario de palabras y algunos hechos de Jesús, como un recuento de algunas cosas que Jesús dijo e hizo. Dicho así eso no sería ni el evangelio, ni tan siquiera un evangelio.

También podríamos pensar que Los evangelios son como las constituciones de una congregación religiosa, o una serie de normas que, proviniendo de Jesús, habrían renovado la religión mosaica, la religión judía. Tampoco sería esto el Evangelio de JesuCristo.

El Evangelio de JesuCristo no es un entramado de dogmas, ritos y preceptos religiosos. El Evangelio de JesuCristo consiste en llevar la buena noticia a los pobres, anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año de gracia y salvación del Señor.
(Lc 4,18-19)

Jesús pasó su vida haciendo el bien: haciendo el bien y sanando a cuantos sufrían bajo el poder del diablo, porque Dios estaba con él (HH 10,38).

El Evangelio de Jesús consistió y consiste en aliviar sufrimientos. Jesús curó y dio vida a infinidad de enfermos: leprosos, ciegos, paralíticos, neuróticos y epilépticos, mujeres que perdían la vida (hemorroísa), Jesús pone como modelo de comportamiento a los pobres (viuda que echa veinte céntimos en el Templo), a un samaritano (extranjero y maldito) que deja de ir a Misa, porque tiene que llevar al hospital a un hombre al que habían asaltado y le habían dejado medio muerto en la cuneta de la vida. El evangelio de Jesús es dar de comer a la gente (entendamos como entendamos la multiplicación de los panes).

El Evangelio de JesuCristo “es” el comedor social ATERPE, villa BETANIA (SIDA), el BANCO DE ALIMENTOS; el evangelio de Jesús es acoger o ayudar a los REFUGIADOS. El Evangelio de Jesús “son” los gestos del papa Francisco con los mendigos, con los refugiados. Evangelio es la presencia de D. Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, en Bayona haciendo de mediador en el desarme por la paz en el pueblo vasco. El evangelio de Jesús es bondad, misericordia, es hacer el bien. El Evangelio “es” y estaba en Mons Oscar Romero, en Ignacio Ellacuría y sus compañeros mártires.

03. NO ME AVERGÜENZO DEL EVANGELIO.

San Pablo dirá en su carta a los Romanos que: no me avergüenzo del evangelio, que es la fuerza de Dios para que se salve todo el que cree. (Rom 1,16).

Me parece que el evangelio de JesuCristo se resuelve en las diatribas, persecuciones y condenaciones dogmáticas o litúrgicas de las que no pocas veces sentimos vergüenza histórica.

Este mismo año celebramos quinientos aniversario del nacimiento de la Reforma protestante. ¡Cuántas barbaridades se han dicho y hecho en ambas partes de las que hoy sentimos vergüenza! Ahí no estaba el evangelio.

No nos avergoncemos de quien hace el bien, de quien entrega o nosotros mismo entregamos la vida a las misiones, a los pobres a hacer el bien. La fuerza de Dios es el bien, la bondad, no la ley ni el poder.

De este evangelio de Jesús no sentimos vergüenza, sino estima y gratitud.

04. CONSOLAD A MI GENTE, (Isaías – 1ª lectura).

multiplicacion-de-los-panes-y-de-los-pecesEstas cosas, este evangelio es de enorme consuelo

Pocas veces pensamos y hablamos del consuelo, tan necesario en la vida.

El consuelo es el descanso y alivio de las penas y sufrimientos que afligen y oprimen al ser humano.

Dios nos consuela: consolad, consolad a mi pueblo, (Isaías).

Volvamos al principio, volvamos a fundamentar la existencia: Nuestro Dios no amenaza, ni condena, más bien alivia y consuela, que son actitudes muy de nuestro Dios, de JesuCristo y, por tanto, entra también en nuestro

PRINCIPIO para con nosotros mismos y para con los demás. Seremos consolados por el Señor.

La misericordia, sentir compasión, consolar son cuidados muy evangélicos y cristianos.

Dios no nos abandona nunca, terminará en nosotros su evangelio.

Y esto existe y es desde el PRINCIPIO hasta el final.

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