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El activista LGTB tunecino Ahmed Ben Amor intenta suicidarse al no soportar más las agresiones y amenazas de muerte que recibe por su lucha

Miércoles, 13 de julio de 2016

Ahmed-Ben-Amor-2-300x283El activista tunecino Ahmed Ben Amor, vicepresidente y fundador de la organización LGTB Shams, intentó suicidarse el pasado sábado 9 de julio, tras las amenazas y ataques sufridos por una intervención televisa en la que defendió la despenalización de la homosexualidad en Túnez. Afortunadamente, ha logrado sobrevivir, aunque aún se encuentra hospitalizado en observación. Las agresiones contra los valientes activistas LGTB tunecinos, en incremento en los últimos tiempos, son tan continuadas y violentas que algunos incluso se han visto obligados a exiliarse.

Desde Shams informaban el pasado fin de semana de que habían encontrado a Ahmed Ben Amor “en estado comatoso” en su domicilio. El vicepresidente de la organización, de 20 años de edad, había intentado suicidarse ingiriendo “una enorme cantidad de medicamentos”. Conducido a un centro hospitalario privado, el domingo se encontraba ya fuera de peligro.

Ahmed había intervenido el pasado mes de abril en el programa de debates Klem Ennes defendiendo la derogación del artículo 230 del Código Penal de Túnez, que castiga las relaciones homosexuales masculinas con penas de hasta 3 años de prisión. Tras su emisión, los ataques verbales y las amenazas de muerte llegaron por centenares, de manera continuada y progresiva, haciendo su situación tan insoportable que se vio obligado a no salir nunca de su domicilio sin estar acompañado.

Según Yadh Krendel, presidente y cofundador de Shams, “las amenazas y la presión cotidianas que sufría Ahmed son, de hecho, la causa de esta desesperada y desafortunada tentativa. Todos los miembros de nuestra organización que permanecen en Túnez, y los demás activistas LGTB, se enfrentan a las mismas presiones con la mirada cómplice del Estado tunecino. Es preciso que este último se involucre en la protección de nuestras minorías”.

En el mismo sentido se ha expresado el propio Ahmed Ben Amor, que este lunes ha publicado el siguiente mensaje en su cuenta de Facebook: “Siento haber dejado todo atrás para dirigirme hacia la única verdad… no podía pasarlo por alto, ya no podía sufrir esas sucias amenazas, el linchamiento y acompañamiento sistemáticos, la muerte es mucho mejor que la negación…”.

Desde Twitter se creó el hashtag #WeLoveYouAhmed, que ha sido utilizado a través de todo el mundo por los usuarios de la red social para expresar su afecto y apoyo a Ahmed Ben Amor, así como para respaldar el trabajo de Shams y las demás asociaciones que luchan por la igualdad de derechos de las personas LGTB en Túnez.

Sin embargo, desde Shams también se han visto obligados a expresar su “amargura y rabia” por los lamentables e insidiosos comentarios, preñados de la homofobia más descarnada, que los intolerantes han publicado desde que se supo la noticia del intento de suicidio. También denuncian el “increíble doble juego de las autoridades tunecinas, que enarbolan la belleza de la naciente democracia en el extranjero y amenazan, acosan y violan los derechos humanos más básicos en su propio suelo”.

Como buena noticia, Conor Michael, uno de los mejores amigos de Ahmed, ha comentado que sus padres han acudido a visitarle desde su localidad de Mahdia, y que “ahora aceptan el hecho de que su hijo es gay”. Cuando Ahmed salió del armario, la reacción de sus padres fue echarle de su casa.

Amenazas y agresiones a los activistas LGTB

Lamentablemente, como denuncia Shams, las agresiones y amenazas contra los activistas LGTB son continuadas. El propio Ahmed Ben Amor, incluso antes de la intervención televisiva, recibía amenazas de muerte diarias. Ha sido golpeado y maltratado por extraños en la calle, le han acosado y atacado violentamente de manera gratuita. Pero lo peor es que, cuando ha intentado interponer alguna demanda por esos hechos, lo único que ha recibido por parte de los policías han sido insultos.

El también vicepresidente de la asociación, Hedi Shaly, se ha visto obligado a exiliarse tras recibir a su vez continuadas y serias amenazas de muerte, viviendo ahora como refugiado en Bélgica. Así describía la dureza de la vida que abandonaba: “En la facultad, las proclamas abiertamente homófobas asumidas por la Unión General Tunecina de Estudiantes, un sindicato estudiantil de tendencia islamista, resuenan contra los estudiantes y militantes LGTB. Acosan a mi padre para que me obligue a dejar de defender a los “maricones”, como nos llaman ellos. Mi hermano, que también está en la universidad, ya no quiere ir a estudiar porque los otros alumnos se burlan de él. Me engañaron haciéndome creer que ahora éramos libres, que vivimos en una democracia, que ya no había lugar para el miedo. Incluso los partidos políticos y las asociaciones que se dicen progresistas nos han fallado. Las prácticas policiales agresivas continúan contra nosotros con total impunidad. La libertad en Túnez es una quimera”.

Hace unos meses, Bouhdid Belhedi, responsable de comunicación de Shams, fue agredido brutalmente por tres desconocidos debido a su activismo, cuando paseaba por la calle de su ciudad natal. Belhedi ya había tenido una experiencia desagradable en el mes de junio de 2015, cuando  fue entrevistado en un canal de televisión y defendió la despenalización de la homosexualidad. Tras su intervención, Bouhdid recibió amenazas de muerte y fue objeto de graves acusaciones difamatorias por parte de los medios de comunicación y líderes religiosos.

Precisamente unos días antes de la agresión a Bouhdid Belheli, Ahmed Ben Amor denunciaba el incremento de la agresividad verbal y física contra las personas LGTB tunecinas con el siguiente comunicado:

Túnez está experimentando una gran campaña anti-LGBT, lanzada por un artista tunecino desde un canal de televisión en horario estelar. Este artista lanzó su discurso de odio contra los homosexuales de Túnez, haciendo un llamamiento para su exclusión absoluta.

Después de su emisión, un segundo artista participó en otro programa de debates del mismo canal de televisión, apoyando al primer artista y despreciando a los homosexuales tunecinos. Desde entonces, varios individuos anónimos han tomado la iniciativa de esa campaña en las redes sociales, haciendo un claro llamamiento a la gente para que “se queme o se corte el cuello a todos los homosexuales de Túnez”, a semejanza de los vídeos del Estado Islámico.

La tendencia ha crecido tanto que hay comercios que han puesto carteles que indican: “No se permiten homosexuales en esta tienda”. En Kaiurán, una ciudad situada en la región central, considerada el bastión del salafismo [movimiento islamista conservador], los taxis muestran en la ventana trasera un aviso que indica: “Prohibido para los homosexuales.”

Los actos violentos han llegado al punto de que un joven universitario fue agredido físicamente por transeúntes debido a su apariencia, que al parecer le hacía sospechoso de ser homosexual.

Hasta el momento, las autoridades gubernamentales han permanecido en silencio. Han mostrado muy poco interés en la adopción de medidas para disuadir de la violencia y frenar esta cascada de agresiones y discriminación contra los homosexuales tunecinos.

Por otra parte, el gobierno parece cómplice, porque no está dispuesto a derogar el artículo 230 del Código Penal, que encarcela a los hombres sospechosos de homosexualidad, con un examen rectal como prueba suficiente de culpabilidad.

En esta situación caótica, Shams expresa su extrema preocupación por el aumento dramático de los discursos de odio y la estigmatización de las personas LGBT de Túnez. La asociación denuncia que algunos políticos se sienten tentados de obtener poder mediante la manipulación de esta situación, ya sea con su complicidad silenciosa o, incluso, con un no expresado apoyo a la violencia.

La asociación Shams exige el cese inmediato de esta campaña de difamación y un proceso judicial contra las personas que alientan estos llamamientos a la violencia.

Esta violencia es una preocupación directa y cotidiana de cientos de homosexuales tunecinos, que se convierten en víctimas de los efectos de los discursos y actos violentos, mientras sufren la indiferencia general, en especial de los funcionarios de Túnez y de los miembros de su Parlamento.

Ahmed Ben Amor, vicepresidente de Shams

Fuente Dosmanzanas

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