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Archivo para Domingo, 27 de septiembre de 2015

El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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TE HAS DE ENCONTRAR

Tarde o temprano
te has de encontrar.
No sigas siendo un extraño
en tu heredad.

Vuélcate sobre ti mismo,
abierto de par en par.

Sólo el que sabe enfrentarse
descubrirá la verdad.

Solamente el que se acepta
acogerá a los demás.

Sólo encuentra al Dios oculto
el que se sabe buscar.

*

Pedro Casaldáliga,

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:

“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.”

Jesús respondió:

“No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa...”

*

Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

“Son amigos, no adversarios”. 26 Tiempo Ordinario – B (Marcos 9,38-43.45.47-48)

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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26-852862-300x190A pesar de los esfuerzos de Jesús por enseñarles a vivir como él, al servicio del reino de Dios, haciendo la vida de las personas más humana, más digna y dichosa, los discípulos no terminan de entender el Espíritu que lo anima, su amor grande a los más necesitados y la orientación profunda de su vida.

El relato de Marcos es muy iluminador. Los discípulos informan a Jesús de un hecho que les ha molestado mucho. Han visto a un desconocido «expulsando demonios». Está actuando «en nombre de Jesús» y en su misma línea: se dedica a liberar a las personas del mal que les impide vivir de manera humana y en paz. Sin embargo, a los discípulos no les gusta su trabajo liberador. No piensan en la alegría de los que son curados por aquel hombre. Su actuación les parece una intrusión que hay que cortar.

Le exponen a Jesús su reacción: «Se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros». Aquel extraño no debe seguir curando porque no es miembro del grupo. No les preocupa la salud de la gente, sino su prestigio de grupo. Pretenden monopolizar la acción salvadora de Jesús: nadie debe curar en su nombre si no se adhiere al grupo.

Jesús reprueba la actitud de sus discípulos y se coloca en una lógica radicalmente diferente. Él ve las cosas de otra manera. Lo primero y más importante no es el crecimiento de aquel pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo: «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». El que hace presente en el mundo la fuerza curadora y liberadora de Jesús está a favor de su grupo.

Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus discípulos que solo piensan en su prestigio y crecimiento, y adopta una actitud abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Este es el Espíritu que ha de animar siempre a sus verdaderos seguidores.

Fuera de la Iglesia católica, hay en el mundo un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más liberada. En ellos está vivo el Espíritu de Jesús. Hemos de sentirlos como amigos y aliados, nunca como adversarios. No están contra nosotros pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.

José Antonio Pagola

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“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Domingo 27 de septiembre de 2015. Domingo 26º de tiempo ordinario

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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53-OrdinarioB26 cerezoDe Koinonia:

Números 11, 25-29: ¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!
Salmo responsorial: 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
Santiago 5, 1-6: Vuestra riqueza está corrompida.
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48: El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela

Una clave de comprensión para las lecturas de este domingo: «Nadie puede ser excluido del servicio que se realiza en nombre de Dios».

En medio de las tradiciones del pueblo israelita por el desierto, el libro de los Números nos presenta el relato del «reparto» del espíritu de Moisés, entre setenta miembros del pueblo. La intención es que Moisés no tenga que llevar la carga solo. Con esta decisión de Yavé, la responsabilidad queda repartida: cada uno de quienes han recibido «parte» del espíritu que estaba en Moisés debería ser profeta en el pueblo. Ahora bien, tendríamos que atenernos al contexto para intuir qué características implicaba la tarea de estos personajes.

El capítulo 11 del libro de los Números nos da cuenta de las etapas de la marcha por el desierto; la narración se centra en una dificultad que tiene el pueblo: llevan varios meses comiendo maná y ya se encuentran hastiados: «tenemos el alma seca» (v. 6), «no vemos más que maná» (v. 6b), y con esto viene la tentación de añorar el tiempo de abundancia de comida en Egipto. Por aquí podemos intuir la grave dificultad en que se halla Moisés, ¿cómo hacer para que el pueblo no siga pensando en Egipto? El desierto es el gran desafío. Detrás está Egipto, con su abundancia, pero también con su esclavitud. Hacia delante está la promesa de una tierra, una libertad, una vida digna, pero que hay que conquistar a precio de privaciones, sacrificios, esfuerzos.

El relato causa admiración porque Yavé monta en cólera… Es un recurso literario para introducir la preocupación de Moisés, que se expresa en una bella oración de intercesión por el pueblo. La solución que plantea Yavé es la adecuada: reunir setenta representantes del pueblo para repartir entre ellos el espíritu que estaba en Moisés; de esa manera la dirección, orientación y concientización del pueblo sería obligación de muchos y no sólo de Moisés.

El espíritu que se dona a todas estas personas viene a ser, entonces, profético; es decir, está en función de profetizar. Hay que asumir que esta actividad profética está orientada a ayudar al pueblo a tomar más y más conciencia del plan de Dios con ellos, a entender lo que hay realmente detrás: Egipto y su abundancia de comida pero con su esclavitud que es lo contrario al plan divino, y lo que está por delante: un desierto inevitable, desafiante, mortal, pero al fin y al cabo, un medio que es necesario asumir para poder llegar a la tierra de la libertad, tierra de promisión. A cualquier persona del pueblo que, entendiendo las cosas así, «catequizara» a sus hermanos en este sentido había que verlo como profeta «autorizado» no porque hubiera estado necesariamente en la tienda del encuentro, sino por estar en comunión con el ideal de Yavé.

Ese parece ser el caso de Eldad y Medad. Ellos no estuvieron en el momento del reparto del espíritu y sin embargo estaban profetizando. Viene la reacción de Josué, el mismo que más tarde se encargará de guiar a su pueblo en los trabajos de conquista y ocupación de la tierra prometida. Josué no entiende todavía que todo el que influya de manera positiva en la conciencia del ser hermano, debe ser considerado profeta, y por eso aconseja a Moisés que lo prohíba (v. 28). Por su parte, Moisés ha captado muy bien que en el trabajo de liberación del pueblo, todos y todas tienen una gran tarea, y responde a Josué con palabras aparentemente duras, pero que en definitiva buscan también abrir la conciencia de su ayudante: «ojalá todo el pueblo fuera profeta» (v. 29); ojalá cada uno asumiera con verdadero empeño la tarea de concientizarse y concientizar a su semejante, a su prójimo, ¿no es eso justamente lo que Dios quiere y espera? A Josué pues, no le preocupaba mucho la necesidad de que cada miembro del pueblo tuviera una conciencia bien formada para continuar hacia adelante por el desierto; le preocupaba más defender lo «oficial», lo «autorizado» por Dios en la tienda del encuentro, es decir lo «instituido», la defensa de «los derechos de Dios».

En la misma línea, nos presenta el evangelio de Marcos para este domingo, una situación semejante con los discípulos de Jesús. Apenas transmitida por Jesús la lección sobre quién es el mayor (Mc 9,33-37), se produce un incidente que tiene que ver con la exclusividad de los miembros del grupo seguidor de Jesús. Juan le cuenta a Jesús que le han impedido a un hombre expulsar demonios en su nombre porque no se trataba de uno de los miembros del grupo (v. 38). No hay una pregunta, cómo hacer en casos semejantes, qué posición asumir, etc. La respuesta de Jesús es sabia, «nadie que obre un milagro en mi nombre puede después hablar mal de mí» (v. 39), y «el que no está contra nosotros, está con nosotros». En la tarea de construcción del reino nadie tiene la exclusiva. Tal vez los discípulos no tenían claro o no recordaban que su pertenencia al grupo de Jesús fue un don de pura gratuidad; ninguno de ellos presentó ante Jesús un concurso de méritos para ser elegido; fue Jesús quien se presentó ante ellos, se les atravesó a cada uno por su camino y los llamó, aun a sabiendas de que no eran ni los mejores ni lo más representativo de su sociedad. En ese sentido también otros y otras pueden seguir siendo llamados. En cada hombre y en cada mujer Dios ha sembrado las semillas del bien; cómo y cuándo esas semillas comienzan a germinar y dar frutos, eso es decisión de cada uno. A veces nos parecemos a Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin pertenecer a la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale inevitablemente la frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión, o de tal o cual grupo…». Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la práctica del amor, unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de exclusividad absolutamente rechazados por Jesús (cf. Mc 9,39)

El diálogo de Jesús con sus discípulos refleja la situación de la comunidad para la cual Marcos escribe su evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo que eran las exclusiones, pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista, con una excusa quizás aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser o no ser del camino», «estar o no estar en el proceso…», y en fin otras talanqueras que pretendidamente intentan justificarse con la excusa de defender la «pureza» de la fe o del «credo» o del «orden» o, en definitiva, de «defender los derechos» de Dios.

Pues bien, cuando se cae en el extremo de «defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en definitiva es minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la consecuencia más inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en la primera comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le preocupan los «pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que él propone.

Con todo, a través de los siglos, los peligros de la comunidad primitiva se convierten en hechos reales: cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz excluidos o en entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad que, por supuesto, nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar cada vez más a muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede reducirse a los estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus adeptos se cuenten por millares.

Si logramos tomar conciencia de que Dios es más grande que un grupo o una institución y que en ningún momento nuestra vocación es la de defender unos supuestos derechos de Dios, sino simplemente servir, ponernos en función de construir el Reino con y desde las múltiples posibilidades que ello implica dada la insondable riqueza del mismo espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá pensar si éste o aquél es o no es «de los nuestros», sino mejor… ¡como cooperar más y mejor con aquél o aquélla que tan bien están luchando por construir aquí el Reino! Leer más…

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Dom 27.9.15. No impidáis al exorcista: Cosas buenas fuera de la Iglesia

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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simone-weil2Simone Weil, fascinada por Cristo,hermana de los sufrientes… nunca fue bautizada.

Del blog de Xabier Pikaza:

Dom 26 del tiempo ordinario. Ciclo B. Éste es el domingo del exorcista “no comunitario”, es decir, que no forma parte de la Iglesia “oficial”.

¿Qué pasa con un hombre que hace cosas buenas en nombre de Jesús, o siguiendo su ejemplo, pero no forma parte de la iglesia organizada, es decir de la Comunidad Zebedea?

Juan Zebedeo, uno de los primeros jerarcas de la iglesia, se lo impide: No quiere que utilicen el nombre de Jesús, pues le parece propiedad de su Iglesia.Se pone así a mandar en la Iglesia, decidiendo por su cuenta lo que se puede hacer y no hacer en nombre de Jesús (y quiénes pueden hacerlo)

Pero Jesús,se opone a Juan: quiere que los “exorcistas”, es decir, los que liberan y ayudan a los otros, puedan “utilizar” su nombre, aunque no forman parte de su iglesia externa. Jesús no quiere tener el monopolio del evangelio, ni de las obras buenas. Lo que importa es que se haga el bien, no que triunfe en lo externo el grupo de Jesús

Ésta postal se dividirá en dos parte.

En la primera comento sencillamente el texto del evangelio (la primera parte, que es importante por sí misma, no todo el evangelio de este domingo).

En la segunda me refiero a las frases de la imagen que se atribuyen al Papa Francisco (en la línea de este evangelio), aunque posiblemente no son propias de él. Buen fin de semana a todos.

1. UN EXORCISTA QUE NO FORMA PARTE DE LA IGLESIA DE JUAN

Evangelio: Marcos 9, 38-43.45.47-48.

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros”.
Jesús respondió: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.

El riesgo de la iglesia zebedea

Losenviados deben realizar su misma obra, expulsando a los demonios y curando a los enfermos (cf. Mc 3, 14-15; 6, 6b-13). Es normal que se organicen, para realizar mejor esa tarea. Pues bien, muy pronto, algunos de ellos, quieren “tomar el poder” e imponer sus condiciones, impidiendo que “los de fuera del grupo” apelen al nombre de Jesús cuando hacen obras buenas. Ésta es la actitud de Juan, uno de los dos zebedeos, que intentarán tomar el poder dentro de la iglesia (cf. Mc 10, 35-45). Por eso hablamos ya aquí del riesgo de la iglesia zebedea.

Juan busca el control eclesial del nombre de Jesús, que aparece así como algo propio (nuestro y de aquellos que nos siguen: akolouthein hêmin). No le parece mal que existan otros exorcistas y que actúen y hagann obras buenas. Pero quiere que no apelen al nombre de Jesús, pues ese nombre le parece propiedad de la iglesia zebedea. A su juicio, sólo los que “fichan” en la iglesia pueden llamarse “cistianos” y empler el nombre de Jesús.

Los de Juan quieren ser iglesia oficial. Humanamente, parace que tiene razón. Es como si los cristinos de la iglesia oficial hubieran inscrito el nombre de Jesús en un tipo de registro de propiedad: sólo ellos poseen el derecho de llamarse los del Cristo (cf. 10, 41). Quieren controlar el evangelio y por eso reaccionan con fuerza, quizá con violencia, oponiéndose al exorcista ajeno (¡le impiden que actúa como representante de Jesús, le excomulgan: ¡se los hemos impedido: ekôlyomen auton!). De esa forma inician un camino de imposición y exclusivismo cristiano que ha sido normal en largos trechos de historia cristiana, una iglesia que quiere la exclusiva de Jesús, quizá por pureza (¡sólo nosotros lo hacemos bien!), quizá por egoísmo (¡este camino es nuestro!). )No tendrá razón? )Para qué sirve si Jesús cura a los posesos fuera de ella?

Muchos siguen dando la razón a Juan Zebedro, y así ponen de relieve estos estos aspectos de la Iglesia:

— los cristianos forman un grupo que tiene identidad social (es importante ser del grupo, seguir a los jefes); propiedad sobre el Nombre (ser de Jesús, el Cristo);

— los cristianos tienen una obra propia, que nadie más pueda realizar de manera que se constituyen como un grupo cerrado, con una obra exclusiva, que sólo ellos controlan;

— todos los que quieren ser cristianos tienen que someterse a los poderes y las autoridades oficiales.

Respuesta de Jésús

Pues bien, en contra de eso, Jesús no ha creado un grupo de control, no quiere el triunfo de “su” iglesia, en clave de poder o imposición interna. Es profeta de gracia universal, no rabino de escuela cerrada, nombre sagrado de un grupito de iniciados que desean adquirir dominio con gestos milagrosos. Así responde a los jerarcas zebedeos:

a: Principio general: ¡No se lo impidáis, no impidáis al exorcista! (9, 39a). Los discípulos no pueden controlar a Jesús, emplear la fuerza para asegurar el evangelio. Así lo exige elcamino de pasión; no es Jesús quien hace, le hacen; no es él quien impone y exige, le imponen.

b: Razón 1ª: Pues nadie que haga un milagro en mi nombre… (9, 39b). El “nombre” de Jesús (su mensaje fundante, su fama) es mayor que la iglesia. Por eso es bueno que se extienda, que ayude a los humanos a cambiar y curarse. No es Jesús quien se pone al servicio de la iglesia sino al contrario: la iglesia ha de ponerse al servicio del nombre, es decir, la acción liberadora de Jesús.

c: Razón 2ª: Pues quien no esté contra nosotros estará con nosotros (9, 40). Jesús aparece vinculado a sus discípulos, formando con ellos un mismo nosotros donde se incluyen aquellos que actúan en su nombre, aunque no formen parte oficial de la iglesia. Frente a las luchas intracristianas por cuestión de exclusivas, privilegios y controles de ortodoxia jerarquizante (social), ha elevado aquí Jesús el principio de unificación suprema: lo que vincula a sus creyentes es la obra mesiánica de liberación que realizan no algún tipo de poder de grupo.

a’: Ampliación: Pues quien os dé a beber un vaso de agua en nombre (en onomati) de que sois del Cristo, en verdad os digo que no quedará sin recompensa (9, 41). En este contexto recuerda Jesús a los suyos su nombre verdadero: khristou (=del Cristo, cristianos). Pero ello no les da poder para imponerse sino todo lo contrario: les hace servidores de los otros (como ha dicho 9, 35), poniéndoles en manos de quienes les acojan o rechacen (como en 6, 6b-13).

Aplicación. Una iglesia no zebedea

Los verdaderos seguidores de Jesús no son “cristianos” (es decir, del Cristo), para así imponerse sobre los demás desde el propio grupos sino para ayudar siempre a los demás, sin formar un grupo cerrado, sin querer controlar el nombre de Jesús. Ellos han de querer que el evangelio se extienda, por encima de las fronteras del propio grupo; por eso, deben alegrarse de que haya otros que apelen al nombre de Jesús, de otras maneras, sin formar parte del grupo, siempre que lo hagan para bien de los pobres y enfermos.

En este contexto se ha iniciado la primera disputa de poder dentro de la iglesia. Los zebedeos han reaccionado como grupo amenazado. Lógicamente, desean controlar: necesitan que la iglesia sea estructura de dominio (como cierto judaísmo), con poder sobre los bienes mesiánicos. Jesús, en cambio, deja que loa “cristianos no eclesiásticos” (que no forman parte de la iglesia oficial) utilicen su nombre: no les controla, ni quiere que su grupo se convierta en familia exclusivista de influjos y poderes, al servicio de sí misma. Así sacude el miedo de los cristianos, haciéndoles iglesia abierta, vinculada por gracia y entrega de la vida al servicio de los “endemoniados” (de los pobres), no por dominio espiritual o control sobre los bienes mesiánicos.

Ciertamente, la iglesia zebedea es mediadora de salvación (realiza exorcismos en nombre de Jesus), pero sólo puede serlo si renuncia a ser única, es decir, si acepta el poder de salvación o/y competencia mesiánica de otros grupos cristianos. Es evidente que el exorcismo realizado fuera de ella es sacramento en el sentido fuerte de ese término: signo y presencia de la salvación de Dios.

Eso significa que Jesús está en la iglesia, pero no se encierra en ella. Por eso, sus discípulos deben renunciar a toda competencia y a todo dominio sobre el evangelio: son de Cristo (khristou, es decir cristianos), allí donde quedan, como pobres de los pobres, en manos de aquellos que les puedan dar (o negar) un vaso de agua. Eso es ser de Cristo: estar como necesitado en manos de los otros, pero ofreciéndoles desde esa misma necesidad la gracia de la transformación mesiánica (cf. 6, 6-12). A los zebedeos les importaba su poder dentro de la iglesia, a Jesús el bien de los posesos

NO ES NECESARIO CREER EN DIOS PARA SER BUENA PERSONA…

Las palabras de la imagen del comienzo de esta postal se atribuyen al Papa Francisco, y recogen sin duda elementos de su magisterio; puede haberlas dicho en diversos contextos, y de algún modo recogen aspectos de su Magisterio. Pero tomadas en sí mismas (por lo que yo sé, tras haber hecho un rastreo importante, aunque no exhaustivo de su enseñanza) no son de Francisco, sino que han sido creadas por alguien que quiere hablar en su nombre.

Tienen un sentido, se pueden asumir en parte desde el evangelio, pero no me parece justo atribuírselas sin más al Papa.

Me las han mandado algunos amigos, las conozco hace algún tiempo, pero sólo he querido referirme hoy a ellas, porque tienen cierta semejanza con el mensaje del evangelio de este domingo: Jesús alaba a un “exorcista no comunitario”, a un hombre que no forma parte de la Iglesia Zebedea, y que hace cosas buenas (ayuda a los posesos), utilizando incluso su nombre. Vaya desde aquí un breve comentario a esas palabras:

“No es necesario creer en Dios para ser una buena persona”.

No sé si el Papa Francisco ha dicho algo así, pero es evidente que lo piensa y que podría haberlo dicho. Algo así he leído en una entrevista que le hicieron al Papa en algún diario (creo que en La Repubblica). Por otra parte, ésa es una doctrina de Pablo en la Carta a los Romanos y del mismo Concilio Vaticano II (Lumen Gentium).

Invirtiendo la sentencia, el mismo Jesús sabe y dice en el Evangelio de Mateo (cap. 23) que hay personas que apelan a Dios para hacer el mal, cosa que es bien sabida. De todas formas, una verdadera fe en Dios ayuda a ser buenas personas.

“En cierta forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada”.

Ésta es una frase muy, muy ambigua ¿dónde no está bien actualizada? ¿En algunos manuales de teología? ¿En alguno sermones? En la mente de muchos amigos de discusiones de café que piensan que pueden opinar sin más de Dios sin tener una idea de lo que Dios implica.

Es evidente que hay una “idea tradicional” de Dios poco actualizada según el evangelio cristiano… y que Francisco quiero superarla, acudiendo a las bases del menaje de Jesús. Pero hay en las tradición cristiana visiones espléndidas de Dios, como la de Francisco de Asís o Juan de la Cruz. Nos toca a los cristianos actualizar la ideal del Dios cristianos, como dice de un modo impresionante en Vaticano II, en la Lumen Gentium sobre los ateos.

Mis dos últimos libros (Teodicea. Itinerarios del hombre a Dios y Trinidad. Itinerario de Dios al hombre) están dedicados a actualizar la idea de Dios, en sentido tradicional y actual.

“Uno puede ser espiritual pero no religioso”.

Esto no lo ha podido decir así el Papa, al menos no me suena como suya esta distinción de espiritualidad y religión…. Francisco va más en la línea de un evangelio social, comprometido… que de un espiritualismo separado de la religión y del compromiso social.

Esta oposición de espiritualidad y religión es algo que está muy de moda, por todas partes, de un modo muy ambiguo. Así se dice “sí a la espiritualidad y no a la religión”… Como si la espiritualidad fuera buena (un Buda difuso y mal conocido) y la religión mala (cosa de oscurantismos e inquisiciones).

Si la espiritualidad es buena y la religión es buena no hay problema… Pero hay una tendencia a una espiritualidad muy intimista, sin compromiso social, sin ética, sin justicia… y eso es simplemente malo, un engaño. Ciertamente, puede haber una religión impositiva, sin espiritualidad, sin libertad… Y eso es también malo.

Para entender lo que significa esa frase hay que precisarla… y distinguir bien los términos. Una espiritualidad sin “religión” (es decir, sin religación social) tiende a ser un engaño.

“No es necesario ir la Iglesia y dar dinero”.

Esta frase es una obviedad y una tontería… No se le puede atribuir al Papa Francisco… Para entenderla hay que situarse… Es evidente que no es necesario “ir” a una iglesia; lo que importa es “ser iglesia”, es decir, ser comunión… Ciertamente no es necesario dar dinero en el “cepillo” de la Iglesia (¿no habrá leído el autor de la frase lo que dice el evangelio de Marcos de la gente que da dinero por aparentar… y de la viuda que da su propia vida…?)

Ciertamente, no es preciso “dar” dinero en un tipo de cepillo de iglesia… Pero si no se comparte el dinero, es decir, si no se hace justicia, si no se tiene misericordia con los necesitados, no se puede hablar del Dios cristiano. En ese sentido “es necesario dar dinero”… ¿Habrá leído el autor de esta frase algo del evangelio de Lucas cuando habla de convertir el dinero en signo y medio de fraternidad?

“Para muchos, la naturaleza puede ser una Iglesia”.

Esto es evidente, Nadie mejor que Francisco ha destacado la relación entre la naturaleza y Dios, en su Encíclica sobre la Ecología. Ciertamente, la naturaleza es la primera iglesia…¡pero si esa es la doctrina primera que uno se topa en la Biblia, en Gen 1, donde el orden cósmico, luz y aguas, tierras y mares, estrellas y animales.. forman el primer templo de Dios. Por tanto, destacar así esta frase es una obviedad.

El problema está en que la naturaleza es iglesia para y por los hombres… La naturaleza es Iglesia cristiana cuando está al servicio del pan compartido (¡fruto de la tierra y del trabajo de los hombres!). Hay un nivel de encuentro fraterno, de pan compartido, de recuerdo de Jesús que forma parte de la fe en Dios para los cristianos. En esa línea, una naturaleza cerrada en sí misma no es la iglesia cristiana sin más.

“Algunas de las mejores personas de la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre”.

No hay duda… Desde siempre se viene hablando en la iglesia católica de los “santos paganos”… y de las “semillas del Verbo” (es decir del germen de Dios) en los hombres antiguos, en los nos creyentes… Más aún, el evangelio de Mateo afirma que muchos que no han conocido a Dios expresamente han hecho el bien a los demás… mientras que otros muchos creyentes falsos no lo hecho. Éste es el ABC de todo el cristianismo (Mt 25, 31-46). Pero al lado de eso han de hacerse dos anotaciones:

1. Muchos ateos han hecho y hacen el mal. Hay una falta de respeto por lo divino que puede conducir y conduce no sólo a la impiedad sino a la destrucción humana (sin negar que hay ateos muy buenos…, por favor).

2. Y hay muchos teístas, creyentes en Dios, que son fieles a la vida, a la honradez, a la justicia, al amor.

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De amigos y enemigos. Domingo 26. Ciclo B

Domingo, 27 de septiembre de 2015
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beber-agua-con-bicarbonatoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves, que se pueden memorizar fácilmente, como “El Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Los evangelistas reunieron más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave que se repetía. En el evangelio de hoy podemos distinguir las siguientes:

1.- “Quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Juan le dijo:

Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.

Pero Jesús dijo:

No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.

Juan se presenta muy ufano ante Jesús para contarle lo que han hecho con uno que echaba demonios en su nombre. Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver amigos: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.»

            ¿Por qué han actuado los discípulos de ese modo? Si relacionamos el evangelios con la primera lectura de hoy, el motivo serían los celos. El libro de los Números cuenta que Josué, cuando se entera de que Eldad y Medad están profetizando en el campamento, lo interpreta como un ataque a la dignidad de Moisés y le pide a este que se lo prohíba. La escena recuerda bastante a la del evangelio, con el agravante de que Josué le dice a Moisés que se lo prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el poder de prohibir, sin contar primero con Jesús. El fallo de los discípulos radicaría en ese celo injustificado y algo mezquino.

Sin embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación. Dos veces justifican los discípulos su conducta aduciendo que ese individuo «no va con nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.

Debemos recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no va con nosotros». No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.

El relato pudo tener mucha importancia para la iglesia primitiva, ya que en ella se fueron imponiendo las comunidades urbanas, en las que no se renunciaba al domicilio estable, ni a la familia y las posesiones. La tentación de los cristianos itinerantes, con su vida tan dura, era excluir a los otros, a los que «no van con nosotros». Este pasaje les enseña a comportarse con moderación y a tolerar otras formas de vida. Lo esencial no es «ir con nosotros» sino «estar a favor nuestro».

2.-  “Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os aseguro que no perderá su paga”.

El episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.

3.- Dos trampas (dos escándalos) en el camino

En griego, el sentido básico de “escándalo” es el de «trampa», la tendida en el suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida cristia­na es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden los dos peligros de los que habla el evangelio:

 a) Poner trampas a los pequeños

Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de estas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.

Estas palabras resultan enigmáticas, no queda claro a quién se dirigen. ¿Quién puede escandalizar? ¿Un cristiano o una persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo, pagano)? ¿Quiénes son los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos los cristianos? La historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos son posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus críticas y ataques a Jesús y su mensaje. Pero también cualquier actitud nuestra, cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la forma de vida que él propone, cae bajo su condena. El gran peligro del escándalo no es sólo las revistas porno­gráfica, las películas violentas, la droga, sino tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de la Iglesia (lujo, vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos niveles.

Jesús deja muy clara la gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser arrojado al mar con una enorme piedra atada al cuello. Se refiere a la piedra superior del molino grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o un esclavo. Tirar al mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el cadáver quedaba insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.

b) Ponerme trampas a mí mismo

Y si tu mano derecha te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.

Y si tu pie te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.

Y si tu ojo te escandaliza (te es ocasión de pecado), sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

Las diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el ojo. Jesús piensa en tendencias que surgen del interior de cada uno de nosotros y que debemos controlar con cuidado.

Para dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano o el pie, o sacarse el ojo. Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.

En el caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehena, «al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». La gehena como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.

Reflexión final

            En pocas palabras nos da Marcos abundante materia de reflexión y de examen sobre nuestra actitud ante los demás y ante nosotros mismos: ¿excluimos a quienes nos van con nosotros, a quienes consideramos que no viven un cristianismo tan exigente como el nuestro? ¿Valoramos el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la necesidad de grandes gestos para terminar no haciendo nada? ¿Pongo obstáculos a la fe de la gente sencilla o de los menos importantes dentro de la iglesia? ¿Me voy tendiendo trampas yo mismo que me impiden caminar junto a Jesús?

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