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Carta 4 _ Sábado Santo 2018. 31 marzo, 2018

Sábado, 31 de marzo de 2018
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carta4

Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola, vigilante de la Pascua! (de la Pascua, no de la playa, ¿o es que estás en la playa? ¡pues aprovecha y deja que tus sentidos perciban la vida que hay a su alrededor).

¿Has leído “El coronel no tiene quien le escriba”, de G. García Márquez? Jajaja, porque no es tu caso. El pobre coronel siempre esperando una carta determinada que no acababa de llegar y tú, en cambio, ¡sobrepasado!

Bueno, comenzamos el tercer momento de nuestra increíble y cósmica celebración. Todo va encontrando su espacio, su sitio, y… ¡agua!

¡Sí!, ¡el agua! ¡Madre mía!, ese bien tan escaso, que tanto necesitamos, y que es tan constitutivo de nuestro cuerpo. Creo que más del 80% de nuestro cuerpo es agua, ¡quién lo diría! Unos somos botellas de medio litros y otros somos toneles pero… agua al fin y al cabo.

En la celebración de esta noche ocupa un puesto importante el agua porque con ella renovamos nuestro discipulado. Sí, claro, no te mojas la frente para refrescarte, no, lo haces porque eres cristiana y quieres hacer algo así como volver a firmar los papeles. ¿No renuevas el DNI? Pues lo mismo, tu DNIC, “C”, de Cristiana.

Hubo un momento de tu vida en que bien tú, o bien quienes te cuidaban, decidiste hacerte cristiana, porque pensabas que era lo mejor, porque te llenaba el alma, porque calmaba tu sed (o la que podrías llegar a tener).

Siempre necesitamos beber agua, hidratar nuestro cuerpo. A las personas ancianas, que tienen mitigados los sentidos, se les anima a que beban agua incluso sin sentir sed. Pues eso mismo haremos esta noche. Tomar contacto con el agua, conscientemente, fortalece nuestro compromiso, lo confirma, y si andas un poco bajo en estos temas, oblígate a pasar bajo el agua de la vigilia pascual, deja que te limpie, te renueve. Además, y esto es muy importante, lo hacemos de manera visible, sin ocultarnos, en un gesto público y comunitario, como lo hizo Jesús. Si él fue capaz de ponerse en la fila de aquella gente que iba a bautizarse al Jordán, ¿no vas a poder ponerte tú también delante de ese pequeño recipiente de agua!

El agua nos limpia, nos refresca, los ríos y los mares no separan sino que unen espacios, comunican. La lluvia fecunda la tierra. Nos encanta, aunque no lo hagamos por pudor, chapotear en los charcos (¿tienes uno cerca?, ¡chapotea!), o salpicarnos cuando nos bañamos en el mar…

Venga, nuestro tercer elemento básico de esta noche nos invita a saciarnos y a firmar un pacto entre diferentes corazones. Cuando te acerques esta noche a esa agua recién bendecida, cierra los ojos, y di, de nuevo “sí, creo”. Aunque sea en minúsculas, que Dios no sabe de medidas. ¡Todo empieza de nuevo esta noche!

¿No es agua igualmente el mar Cantábrico y las gotas de lluvia que resbalan por el cristal? ¿Y tus lágrimas?

¡Esta noche va a ser increíble!, ¡hasta nerviosa me estoy poniendo!, ¡menudo tinglado tenemos montado! Pero la ocasión lo merece, ¿no?

¡Un abrazo acuático!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Carta 3 _ Sábado Santo 2018. 31 marzo, 2018

Sábado, 31 de marzo de 2018
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Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola!, ¿alguna vez has recibido tantas cartas en un día? Porque whatsapps, sí, pero, ¿cartas? Ya no se lleva y, sin embargo, ¡qué ilusión hace que te llegue una… que no sea del banco! ¡Es toda una liturgia recibir una carta, mirarla, averiguar el remitente, buscar el momento y el lugar adecuados para leerla,… releerla después…! Para que luego digamos que no nos gusta la liturgia, ¡si la vida está llena de ella!

En fin, que me lío. Avanzamos en nuestra noche cósmica. Ya tenemos luz, ya podemos ver, nos reconocemos, nos leemos los rostros, nos sonreímos…

¡Aire! ¡Nuestro segundo elemento! Cierra los ojos… inspira profuuuuuuuuuuuundamente y suelta el aire con todas tus fuerzas. ¿Qué tienes? ¡Vida!, ¡eso es lo que tienes! Vida en abundancia. Porque si lo recuerdas, es la Palabra de Dios la que crea, la que da vida. No lo digo yo, ¿eh?, que lo dice la Biblia. Echa un ojo al primer capítulo del Génesis. Dios crea a través de su palabra, pronunciando. Y pronunciar significa “poner delante”.

Pues ya sabes cuál es la segunda parte de nuestra celebración, la Liturgia de la Palabra. ¡Me encanta esta parte! ¡Es como sentarse al fuego y escuchar!

No digas que es aburrida, es que no acabas de pillarle el truco, pero si está contando tu historia! Algo así como… “el ministerio del tiempo”. ¿No eres cristiana? Pues tendrás que saber un poco del árbol genealógico, ¿no crees?

La Palabra de Dios es como un camino que nos envuelve y nos empuja, nos reúne y nos hace comunidad. También es como ese viento que te empuja de frente y te obliga a caminar más despacio, o al contrario, que te viene por la espalda y en un periquete (esta palabra no se usa mucho ya, ¿no?) has recorrido varios metros. O la brisa que te acaricia en verano, o…

Es verdad que solemos sufrir lo que una hermana de nuestra comunidad llama “el síndrome de la oreja caída”. En cuanto alguien comienza a proclamar una lectura… desconectamos, como si nos estuvieran leyendo la lista de la compra del mes.

¡Pues no! La Palabra de Dios, ese aire que nos entra por los oídos y nos oxigena el alma es el origen de nuestra vida. ¿Puedes imaginar tu vida sin comunicarte con alguien a quien quieres de verdad? ¿No atesoramos en nuestra alma frases que nos llenaron el corazón, que nos cambiaron la vida,… o un trocito de ella? ¡Venga!, ¡si el éxito de Mr. Wonderful son sus frases originales hechas con distinta tipografía! Pues hemos de darle esa misma oportunidad a la Palabra de Dios, porque es tan importante como el Pan y el Vino que después comulgaremos.

Decía Orígenes, un padre de la Iglesia del s. III, que, de igual manera que no dejamos caer al suelo ni el más mínimo trocito del pan consagrado, de la misma manera, con el mismo respeto, no podemos permitir que se nos escape ni una sola letra de la Palabra de Dios. ¡Toma ya!

Muchas veces no escuchamos a los demás, damos por hecho lo que nos van a decir, y nos negamos la oportunidad de la sorpresa. Otras veces somos nosotros los que no hablamos, por cansancio, vergüenza, miedo, enfado,… y entonces de-construimos las relaciones.

Jesús fue un hablador (que no un charlatán), un contador de historias que construían y alimentaban. Sanaba con la palabra, y con la escucha, e invitaba a los otros a que le contasen lo que les pasaba o lo que querían.

Busca en los evangelios a ese Jesús que dialoga. ¿Y el que se pasaba la noche escuchando a su Padre?

Palabra, escucha, silencio, tiempo, entrañas,… respiración. Todo se relaciona.

¿Ves lo importante que es la Palabra de Dios? ¡Pues esta noche tenemos varios textos preciosas para saborearla y compartirla! En el chocolate de la madrugada podemos hablar de estas historias: mundos que se crean, hombres que piensan que matar a sus hijos es algo que le gusta a Dios, estrellas que se ofrecen para brillar contentas, un Dios que está enamorado de ti,… No me digas que no suena interesante…

Te dejo pensando en cómo te relacionas con la Palabra de Dios, cómo usas tus palabras, o las de los demás. Cuándo callas, cuándo decides no escuchar,…

¡Hasta lueguito!

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Carta 2 _ Sábado Santo 2018. 31 marzo, 2018

Sábado, 31 de marzo de 2018
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Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola de nuevo! ¿Cómo vas? ¿Estás aquí? ¡Enhorabuena! ¡Aquí está el Señor! ¿Ya lo sabes?

Bueno, comenzamos, como quedamos en la carta anterior, a desgranar para poder alimentarnos del grano, de la celebración de esta noche.

¿Recuerdas aquello que se creía en la Antigüedad (y muuuucho tiempo después) sobre cuatro elementos que sostenían el mundo? ¿Sabes cuáles eran? Venga, piensa un poco, recuerda tus años de colegio… ¡Eureka! ¡, el fuego, el aire, el agua y la tierra!

Aquella gente sabia creía que estos cuatro elementos constituían la esencia del universo. Todo estaba compuesto por ellos. Tenían más razón de la que creemos, ¿no?

En fin. Lo cierto es que lo que vamos a vivir esta noche nos recuerda un poco a aquella creencia. La Vigilia Pascual posee cuatro partes bien diferenciadas, cuatro partes que son las que la conforman, y que también son quienes nos conforman como discípul@s de Jesús, porque… no podemos olvidar que la celebración de esta noche es la más importante de año, que de ella nacen todas las demás: Navidad, Jueves Santo, Viernes Santo, tu bautismo, el cumpleaños de la abuela,… Ninguna celebración eucarística tiene sentido sin la de esta noche. Importante, ¿eh?

Pues eso, puestos a utilizar simbología en nuestra liturgia, puestos a echarle poesía y belleza podemos vivir esta celebración uniéndonos a todas las gentes de todas las épocas de la historia. Nuestra celebración será cósmica, universal, total.

Empezamos con lo primero que vamos a vivir, la parte de la Luz (fuego). En el origen era algo más sencillo, tan sencillo como que al caer el día los cristianos aclamaban a Cristo como el verdadero sol, el vencedor de las tinieblas. Lo hacían con el humilde gesto de encender una lámpara (vela-luz) antes de comenzar la celebración. Si era en la víspera de una fiesta el gesto se hacía con más solemnidad. Era lo que se llamaba el rito del lucernario y que se mantiene actualmente, sobre todo en la vida monástica.

Esta noche, un hermoso cirio, nuevo, es la primera luz que se enciende. ¡Cristo vive!, ¡ya no existe el final!, ¡Él es el final, la meta!, ¡nos ilumina!, ¡nos marca el camino!, como aquella columna de fuego que guiaba al pueblo de Israel por la noche durante su travesía por el desierto.

El fuego es importante. Da calor, da luz, purifica, genera confianza, intimidad, cercanía. Como Jesús, como el Maestro.

También hay gente que tiene luz en su mirada. Venga, recuerda a alguien, da gracias por compartir con ella. O personas que desprenden luz, las que llamamos “antidepresivas”, con un particular don para iluminarte la jornada y hacerte sonreír…

¿Alguna vez has vivido momentos de noche, de tiniebla? ¿Y hacia dónde miras en esos momentos? Jesús es la luz que alumbra, que aclara, es la posibilidad para poder ver el camino a seguir, o discernir el momento que estás viviendo.

El primer elemento que sostiene nuestra celebración es el fuego, sí, la luz.

La Luz que da a luz tu propia luz. ¿Un trabalenguas? ¡No, tu propia vida!

Te envío un caluroso (como el fuego) abrazo.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Carta 1 _ Sábado Santo 2018. 31 de Marzo

Sábado, 31 de marzo de 2018
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Aquí, 31 de marzo de 2018

¡Hola, aventurer@!

Pero, ¡qué lujo tener estas horas por delante! Bueno, igual tú no sabes muy bien qué hacer con ellas, no estás acostumbrada a disponer de un tiempo tan largo sin hacer nada. Pues atrévete. Arriésgate y comienza esta experiencia cerrando los ojos y reconociendo cómo estás, si le temes o no al día de soledad, si te va a costar no coger el móvil y escuchar música, o leer algún mensaje, … Hoy te van a atacar todos tus demonios, va a ser la lucha por tu propia libertad, por ganarte a ti mism@.

Estamos en el sábado santo ya. Siguiendo la tradición judía, los discípulos de Jesús no hicieron nada hoy, más que llorar, comentar entre ellos lo sucedido, tener un miedo paralizante. Entre su grupo más cercano había algunas mujeres que, además de todo lo anterior, vivieron ese día en la espera ya que tenían la intención de acudir al día siguiente al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús.

Ellas ya habían “quedado”, al rayar el alba, en cuanto hubiera un poco de luz, antes de ponerse a hacer las faenas de la casa (o después de haberlas hecho ya, lo cual significaba madrugar más de lo habitual). Tenían pensado acudir con perfumes y aceites para embalsamar el cuerpo del Maestro.

Iba a ser un momento importante. Conocían los ritos, la manera de llevar a cabo esa acción que para ellas iba a ser acción sagrada. La noche se iba a convertir en vigilia.

¿Te va sonando esto?

Este día de espera es un día para adentrarte en ti, para prepararte ante el gran acontecimiento de la noche, la gran Vigilia Pascual.

¡Menudo sorpresón el de María y las demás mujeres al llegar al sepulcro y verlo vacío! ¡No lo iban a olvidar en la vida esa sensación de temor, duda, incredulidad…! Un tímido interrogante pugnaba por salir… ¿y si? ¡Bah, no, imposible! Y siguieron llorando.

Pero, estamos adelantando acontecimientos.

Tú también debes prepararte para esta noche.

¿Ya tienes los perfumes?, ¿y los aceites? Al menos habrás quedado con el resto para ir juntos al sepulcro, ¿o es que te da miedo? ¿Temes que, en lugar de una piedra sea tu vida la que se remueva?

¿Y los ritos?, ¿los conoces? Si quieres te ayudo a desgranar un poquito lo que vas a encontrarte esta noche, en esa acción sagrada. Lo desgranamos juntos y que la semilla caiga en tu tierra buena, ¿te parece?

De momento te dejo con esta carta, aquí ya tienes materia para un rato. Sí, AQUÍ, ¿lo sabes?

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Sábado Santo: Vigilia Pascual en la noche Santa

Sábado, 15 de abril de 2017
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22-VigiliapascualA

Textos para la Vigilia Pascual

Primera lectura:

Génesis 1,1-2,2

Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: “Que exista la luz.”

Y la luz existió.

Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz “Día”; a la tiniebla, “Noche”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: “Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.”

E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda.

Y así fue.

Y llamó Dios a la bóveda “Cielo”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Y dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.”

Y así fue.

Y llamó Dios a los continentes “Tierra”, y a la masa de las aguas la llamó “Mar”.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.”

Y así fue.

La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios: “Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.”

Y así fue.

E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios: “Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.”

Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y Dios los bendijo, diciendo: “Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.”

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.”

Y así fue.

E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.”

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.”

Y dijo Dios: “Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.”

Y así fue.

Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.

Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

*

Salmo responsorial: 103.

Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor;
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R.

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre. R.

Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R.

O bien; :

Salmo responsorial: 32.:

La misericordia del Señor llena la tierra

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

Segunda lectura:
Génesis 22, 1-18

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.”

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: “Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.”

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.

Isaac dijo a Abrahán, su padre: “Padre.”

Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío.”

El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?”

Abrahán contestó: “Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.”

Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!”

Él contestó: “Aquí me tienes.”

El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.”

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Abrahán llamó aquel sitio “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy “El monte del Señor ve”.

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.

Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.” Leer más…

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Has resucitado, Jesús

Sábado, 15 de abril de 2017
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Jesus resucitado bendice RDHermanos, celebrar la Pascua es entender la vida de manera diferente: es intuir con gozo que el resucitado está ahí, en medio de nuestras pobres cosas, sosteniendo siempre todo lo bueno, lo bello, lo limpio que florece en nosotros. Oremos.

Verdaderamente has resucitado, Jesús.

• Que nuestra Iglesia no se quede contemplando la tumba vacía porque el “ausente” está “en Galilea”, construyendo Reino junto a los que más le necesitan.

Verdaderamente has resucitado, Jesús.

• Que todos nosotros, que celebramos con tanta alegría esta Pascua, seamos conscientes de que a Jesús resucitado se le experimenta siguiéndole y prosiguiendo su causa.

Verdaderamente has resucitado, Jesús.

• Que no olvidemos que celebrar la Pascua es creer que ningún ser humano vive olvidado, que ninguna queja cae en el vacío, que ningún grito deja de ser escuchado.

Verdaderamente has resucitado, Jesús.

• Que todos los niños y adultos que en esta noche van a recibir el bautismo, encuentren en su entorno padres, familia y conocidos que les acompañen en el camino de la fe.

Verdaderamente has resucitado, Jesús.

Padre, que seamos conscientes de que la experiencia de la resurrección no sólo nos salva, nos libera, nos trasmite la plenitud de la vida, sino que nos hace ser testigos, misioneros, anunciadores, transmisores de lo que en nosotros es ya una realidad. Gracias por la resurrección de tu hijo Jesús.

Vicky Irigaray

Fuente Fe Adulta

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“Los obispos tienen mucha culpa de la relajación litúrgica de los fieles en la celebración de la Vigilia de Pascua”, por Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

Domingo, 24 de abril de 2016
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2011-04-23_vigilia_pascual_4Leído en la página web de Redes Cristianas

Viene a cuento el explosivo titular a la vista de lo que está sucediendo en la celebración de la Pascua. En mi parroquia, de los más o menos 8.000 feligreses, han acudido a celebrar la Vigilia Pascual exactamente 18, de los que 8 ejercían alguna tarea litúrgica. Así que hemos juntado a los pocos que éramos, y hemos concelebrado todos en torno a la mesa. Después han sido unánimes en expresar su alegría por la cercanía, autenticidad de la celebración, y por la hondura que una pequeña comunidad de esas dimensiones han hecho posible. Y nos hemos preguntado, ¿por qué acude tan poca gente a la celebración centro, fuente y culmen del año litúrgico? La respuesta más sencilla y aparentemente lógica es la hora, a las 11 de la noche.

¿Seguro? En una ciudad bien iluminada, en un barrio en el que las ventanas están encendidas casi todas las noches hasta más de la una de la madrugada, y con una noche primaveral y olorosa, sin viento, ni amenaza de lluvia ni pizca de frío, el argumento de lo tardío de la hora no me convence. Mi opinión es que, simplemente, a nuestros católicos no les agrada, ni les emociona, ni les dice nada, celebrar la Vigilia Pascual

Se trata de una constatación triste, penosa, y que causa mucho desánimo entre los que nos dedicamos a dinamizar, coordinar y presidir las reuniones litúrgicas. Y las causas son varias, pero, la principal, el cansancio, tedio, aburrimiento y poca gracia y creatividad, espontaneidad, comunicación, y pasión, que, por lo general, faltan de manera flagrante en las celebraciones litúrgicas de nuestra Iglesia. Los maestros de Liturgia se contentan, generalmente, con el libro de normas y rúbricas, como si de su estricto cumplimiento se derivara, automáticamente, la dignidad y la añorada belleza de las funciones litúrgicas. Y no es así, lo que se produce con ese agarrotamiento no es otra cosa que una falsa frialdad hierática, que no tiene por qué representar la fuerza, la savia, el calor y hasta la pasión de una celebración comunitaria. Una de las razones más reconocidas de la increíble persistencia histórica del judaísmo es que el centro de su culto no se realiza en la hermosa, pero muchas veces gélida, armonía de un templo impecable, sino en calor acogedor del hogar. Ha sido fundamental para la supervivencia digna y creativa de los judíos que cada año celebren la Pascua en las entrañas de sus casas.

Hubo voces después del Concilio Vaticano II, que todavía perduran, de que se multiplicaban los abusos litúrgicos en muchas, y atrevidas, interpretaciones falsas, y falseadoras, de la reforma litúrgica conciliar. Y, ¿saben quiénes proferían esas voces? Pues los que más llevan abusando de la liturgia cristiana desde siglos: los monseñores, doctores y doctorcillos vaticanos de Liturgia, o de las diócesis más copetudas, serias y solemnes, -más lo primero que lo segundo-, satisfechos con la parafernalia de sus celebraciones, como las que nos llegan de los pontificales del Vaticano, o la Almudena, o del Pilar de Zaragoza, o de la catedral de San Patricio de Nueva York. ¿Abuso litúrgico, esas celebraciones?, se preguntará alguno. Pues sí, lo he escrito y lo reitero: comparen esos espectáculos, televisivamente muy conseguidos, con la celebración de la Cena del Señor, o las de los primeros cristianos, y me digan quién es el que abusa. Y, ¿qué tiene que ver la colección de ornamentos, mitras, tiaras, báculos, inciensos, venias, saludos, y ritos cortesanos, con la bella sobriedad de las asambleas litúrgicas de la Iglesia primitiva?

Ahora volveré al tema candente y, yo diría, sangrante, de la Vigilia Pascual. He preguntado, en la misa de 9,30 hs. del domingo siguiente a la Pascua, cuántos habían celebrado la Vigilia Pascual, y a qué horas, y de unos 35 sólo lo habían hecho tres mujeres, ¡qué casualidad!, una a las 22,00., y otras dos a la 2o,00 hs. Además me he enterado de que en Madrid se han celebrado Vigilias desde las 18,00 hs., seis de la tarde, todo ello con la ¿sana? intención de incomodar lo menos posible a los fieles con una hora intempestiva. Y así nos va. La Vigilia Pascual no se celebra todas las semanas, ni todos los meses, ni siquiera todos los trimestres, ni siquiera semestres. Se trata de una celebración anual, que podría, por su reiteración, complicar, interferir, o hasta dañar, el sano hábito de no cambiar ni un milímetro, ni un segundo, la dulce secuencia de los sueños plácidos, placenteros y tranquilizadores. No vayamos, pues, a exponer a nuestros fieles, más bien desgastados y decrépitos, a una ruina total.

Es decir, si no se puede celebrar la Vigilia de Pascua, no la celebremos, pero no convirtamos la Vigilia, ese momento único, mágico y arrebatador, en un rito más, que no vamos de dejar de celebrar, ¡faltaría más!, por los escrúpulos de unos puristas de la Liturgia. Pero, ¡de verdad!, no se trata de esto, sino de no engañar ni defraudar a los fieles en un momento litúrgico único, irrepetible, y que demanda, más que ninguna otra celebración, la total sintonía con el entorno físico de la Noche, y, -a ser posible, que lo es, normalmente-, que englobe, como supone el glorioso cántico del pregón pascual, por lo menos ¡parte de la noche de Pascua!. Yo no digo que los obispos impongan horarios litúrgicos, pero sí que marquen líneas. Y que dejen claro que no se trata de Vigilias de Pascua aquellas que de eso, de Vigilia, y de Pascua, tienen más bien poco. ¿No podrían emplear una de sus cartas pastorales, en los días previos a la Semana Santa, en animar, alentar y hasta provocar a los fieles a la celebración de la Vigilia Pascual, al mismo tiempo que en disuadir a los párrocos del empleo de horarios inadecuados, que solo consiguen maltratar, y rebajar hasta niveles ínfimos, lo que debería ser una vigilia honda, nocturna, tensa, pero festiva?

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Sábado Santo: Vigilia Pascual en la noche Santa

Sábado, 26 de marzo de 2016
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25-vigiliapascualC cerezo

Textos para la Vigilia Pascual

Primera lectura:

Génesis 1,1-2,2

Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: “Que exista la luz.”

Y la luz existió.

Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz “Día”; a la tiniebla, “Noche”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: “Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.”

E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda.

Y así fue.

Y llamó Dios a la bóveda “Cielo”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Y dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.”

Y así fue.

Y llamó Dios a los continentes “Tierra”, y a la masa de las aguas la llamó “Mar”.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.”

Y así fue.

La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios: “Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.”

Y así fue.

E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios: “Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.”

Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y Dios los bendijo, diciendo: “Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.”

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.”

Y así fue.

E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.”

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.”

Y dijo Dios: “Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.”

Y así fue.

Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.

Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

*

Salmo responsorial: 103.

Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor;
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R.

De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R.

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre. R.

Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R.

O bien; :

Salmo responsorial: 32.:

La misericordia del Señor llena la tierra

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

 

Segunda lectura:
Génesis 22, 1-18

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.”

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: “Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.”

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.

Isaac dijo a Abrahán, su padre: “Padre.”

Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío.”

El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?”

Abrahán contestó: “Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.”

Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!”

Él contestó: “Aquí me tienes.”

El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.”

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Abrahán llamó aquel sitio “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy “El monte del Señor ve”.

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.

Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.” Leer más…

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Sábado Santo. 26 marzo, 2016

Sábado, 26 de marzo de 2016
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sabadosanto1Ante la muerte de un ser querido que todo lo trastoca, cuando la vida se queda vacía, como sin aliento, la reacción más natural es llorar, llorar y recordar. Por esto te proponemos un plan para este día, Sábado Santo; más bien, te proponemos dar un paseo, al estilo de los de Emaús. ¿Recuerdas? Ellos volvían de Jerusalén, después de aquella terrible experiencia de ver a su Maestro colgado de un madero, muerto, junto a otros dos a los que la sociedad tampoco quería cerca, los prefería muertos para quitar el problema de raíz.

Nuestra propuesta es recorrer la Palabra, el texto sagrado que habla de la Acción de Dios en la Historia de la humanidad. Como buen paseo necesitamos un ritmo, ni muy rápido, ni demasiado lento, para poder disfrutar del paisaje sin agotarnos o aburrirnos. Por eso hemos pensado escribirte siete cartas en las que recorreremos siete lecturas de la Palabra de Dios. Cada hora os entregaremos una carta para que descubras en el texto el hilo conductor que nos llevará al gran anuncio de la Resurrección de Jesús. Así podrás celebrar esta noche la Vida con mayor hondura.

1ª CARTA: CREADAS.

Querida,

Aquí estoy con mi primera carta de este apasionante día dedicado a la Palabra.  Desde el caos que nos supone ver a Jesús muerto, torturado, desnudo, en una cruz, volvamos al principio. Cuando abres la Biblia, lo primero que te encuentras es un hermoso texto que seguramente habrás oído en más de una ocasión. Dice así:

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas.

Y dijo Dios:

Que exista la luz.

Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena y la separó de las tinieblas. A la luz la llamó día y a las tinieblas noche.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios:

Que haya una bóveda entre las aguas para separar unas aguas de otras.

Y así fue. Hizo Dios la bóveda y separó las aguas que hay debajo de las que hay encima de ella. A la bóveda Dios la llamó cielo. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Y dijo Dios:

Que las aguas que están bajo los cielos se reúnan en un solo lugar, y aparezca lo seco.

Y así fue. A lo seco lo llamó Dios tierra y al cúmulo de las aguas lo llamó mares.

Y dijo Dios:

Produzca la tierra vegetación: plantas con semilla y árboles frutales que den en la tierra frutos con semilla de su especie.

Y así fue. Brotó de la tierra vegetación: plantas con semilla de su especie y árboles frutales que dan fruto con semillas de su especie.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios:

-Que haya lumbreras en la bóveda celeste para separar el día de la noche, y sirvan de señales para distinguir las estaciones, los días y los años; que luzcan en la bóveda del cielo para alumbrar la tierra.

Y así fue. Hizo Dios dos lumbreras grandes, la mayor para regir el día y la menor para regir la noche, y también las estrellas; y las puso en la bóveda del cielo para alumbrar la tierra, regir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios:

-Rebosen las aguas de seres vivos, y que las aves aleteen sobre la tierra a lo ancho de la bóveda celeste.

Y creó Dios por especies los cetáceos y todos los seres vivientes que se deslizan y pululan en las aguas; y creó también las aves por especies.

Y los bendijo diciendo:

-Creced, multiplicaos y llenad las aguas del mar; y que también las aves se multipliquen en la tierra.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios:

-Produzca la tierra seres vivientes por especies: ganados, reptiles y bestias salvajes por especies.

Y así fue. Hizo Dios las bestias salvajes, los ganados y los reptiles del campo según sus especies.

Entonces dijo Dios:

-Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, según nuestra semejanza, para que dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, las bestias salvajes y los reptiles de la tierra.

Y creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios diciéndoles:

-Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven por la tierra.

Y añadió:

-Os entrego todas las plantas que existen sobre la tierra y tienen semilla para sembrar; y todos los árboles que producen fruto con semilla dentro os servirán de alimento; y a todos los animales del campo, a las aves del cielo y a todos los seres vivos que se mueven por la tierra les doy como alimento toda clase de hierba verde.

Y así fue. Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todo su ornato. Cuando llegó el día séptimo Dios había terminado su obra, y descansó el día séptimo de todo lo que había hecho. (Génesis,   1,1-31;2, 1-2)

¡Ah,  me encanta este texto! Tiene una frescura, una belleza…. Con su ritmo tan armónico, tan pausado y contemplativo… ¿A ti, te gusta? ¿No te sale contemplar ahora que tienes tiempo? ¿Mirar, y admirar,  a tu alrededor, y reconocer todas las cosas creadas como un don de Dios? Einstein decía algo así como “Dios se manifiesta en la armonía de todo lo creado” Estoy de acuerdo, aunque yo no tenga ese cerebro también soy capaz de darme cuenta de que la Creación es obra de un Creador.

-“Y vio Dios que todo era bueno”- Creo que esta es la frase que más me impresiona. Todo es bueno. ¡Qué actitud tan positiva!, ¿verdad? Detenerme en cada criatura y descubrir su bondad, su belleza, su hermosura; descubrir, en definitiva, la huella de su Creador. Esto cambia la forma de mirar, ¿no te parece? Como que la mirada se nos hace más honda, más desde el corazón.

Dios crea, pronuncia la Palabra y crea. Dios nos pronuncia y nos crea… Dios te pronuncia y te da la vida. Regocíjate y reconoce la huella de tu Creador en lo que te rodea, en tu propia historia, en tu vida actual…

Pues eso, sencillamente, sintamos la vida bullendo, el viento, los colores, los sonidos… todo latiendo, todo viviendo.

Un abrazo!

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Sábado santo (segunda carta) 26 marzo, 2016

Sábado, 26 de marzo de 2016
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sabadosanto2¡Hola!

¿Qué tal estás? ¿Qué has descubierto? No te lo creerás pero yo he aprendido a lo largo del tiempo a diferenciar los tipos de pájaros, su sonido, su forma de volar. Hay algunos que vuelan como danzando, otros que vuelan como navegando, y otros que son un poco más precipitados y pasan como balas. ¡En fin! sigamos con nuestro paseo.

Ahora nos vamos a detener en una parte de la historia de Dios con Abrahán. ¿Te suena el nombre? Significa “padre de multitudes”. Es el esposo de Sara, que significa “princesa”. Ambos habían dejado su tierra siguiendo la invitación de Dios que les había prometido una gran descendencia. Pero Sara no quedaba embarazada, hasta que por fin tuvo a su hijo Isaac, que significa “el que hace reír”, y es que realmente su nacimiento fue una gran alegría para sus padres. Es en este momento cuando acontece la historia que nos ocupa. Dice así:

Dios quiso poner a prueba a Abrahán, y lo llamó:
-¡Abrahán!
Él respondió:
-Aquí estoy.
Y Dios le dijo:
-Toma a tu hijo único, a tu querido Isaac, ve a la región de Moria, y ofrécemelo allí en holocausto, en un monte que yo te indicaré.
Se levantó Abrahán de madrugada, aparejó su asno, tomó consigo dos siervos y a su hijo Isaac, partió la leña para el holocausto y se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día alzó  Abrahán los ojos y alcanzó a ver de lejos el lugar. Entonces dijo a sus siervos:
-Quedaos aquí con el asno, mientras el muchacho y yo subimos allá arriba para adorar al Señor; después regresaremos junto a vosotros.
Abrahán tomó la leña del holocausto y se la cargó a su hijo Isaac; él llevaba el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos.
Isaac dijo a Abrahán, su padre:
-¡Padre!
Él respondió:
-Aquí estoy, hijo mío.
Dijo Isaac:
-Tenemos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?
Abrahán respondió:
-Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.
Y continuaron caminando juntos.
Llegados al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó el alta; preparó la leña y después ató a su hijo Isaac poniéndolo sobre el altar encima de la leña. Después Abrahán agarró el cuchillo para degollar a su hijo, pero un ángel del Señor le gritó desde el cielo:
-¡Abrahán! ¡Abrahán!
Él respondió:
-Aquí estoy.
Y el ángel le dijo:
-No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ya veo que obedeces a Dios y que no me niegas a tu hijo único.
Abrahán levantó entonces la vista y vio un carnero enredado por los cuernos en un matorral. Tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abrahán puso a aquel lugar el nombre de “El Señor provee”, y por eso todavía hoy se llama “El monte del Señor provee”.
El ángel del Señor volvió a llamar desde el cielo a Abrahán, y le dijo:
-Juro por mí mismo, palabra del Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu único hijo, te colmaré de bendiciones y multiplicaré inmensamente tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de las playas. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra alcanzarán la bendición a través de tu descendencia, porque me has obedecido. (Gn.  22, 1-18)

Si lees este texto como algo ya sabido seguramente se  te pase por alto lo más importante. Sobre todo si estás pensando que Dios es un sádico que quiere niños inmolados. Eso es una herejía, o una manera de leer, si me los permites, un poco ignorante. Es lo que me ha pasado a mí, así de oídas me resultaba tan cruel… Había algo que no encajaba…. ¡Hasta que lo descubrí!!J

Abrahán que había confiado en Dios parece que no le conoce verdaderamente, aunque es comprensible porque ¿quién conoce a Dios en su profundidad? Es la propia experiencia de la vida quien nos va dando la sabiduría para reconocer al Dios de las sorpresas. Para Abrahán, lo más normal, lo que “todo el mundo hacía” era inmolar al primogénito al dios correspondiente. Cada tribu tenía su dios aunque las costumbres eran parecidas. Les pasaba como nos pasa a nosotros, nos fijamos en lo que hace el vecino, y a veces no hacemos más que imitar costumbres de otros. Por eso no le causa extrañeza que Dios le diga que se ponga en camino con su hijo Isaac. Ahí no está la prueba, hasta aquí, todo es “lo normal”, lo que todo el mundo hace. Pero “al tercer día” de la caminata, ¿te suena esto del “tercer día”? Ya empieza a darnos pistas de que algo sorprendente va a pasar, Dios va a actuar.

Y así es,  Abrahán, atento a la voz de Dios, cambia de actitud, de “lo normal”,  “lo que hace todo el mundo”,  a  seguir voluntad de Dios, aunque le resulte sorprendente, confía. Dios ya sabe que se inmolan niños  pero es un Dios de vivos y no de muertos. ¿Te suenan las palabras de Jesús?  “No es un Dios de muertos, sino de vivos. Andáis muy descaminados.” (Mc. 12, 27)

Abrahán comprende que su Dios no es como los demás dioses, la Biblia cuenta la historia de la relación de Dios con la humanidad. Aquí, empieza a desentrañar quién es Dios, quién es el Creador, el Dios de la Vida, no de la muerte. Este nuevo paso en la fe de Abrahán le lleva a recibir la gran promesa de Dios, “te colmaré de bendiciones y multiplicaré inmensamente tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de las playas.”

Desde aquí tal vez nos resulte más fácil comprender las palabras de Jesús: “Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.” (Mt. 8, 22). Dios provée, tú sígueme…

Y es verdad, todo lo que condena, mata, excluye, no viene de nuestro Dios. Ya que estamos en plan de recordar, te invito a recordar todas las sorpresas que Dios te ha dado a lo largo de tu vida, esas que parecían que te llevaban a la muerte y que resultaron ser semillas de Vida. Hoy es un día para dar gracias por todo esto.

¡Un abrazo!

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Sábado Santo (tercera carta) 26 marzo, 2016

Sábado, 26 de marzo de 2016
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sabadosanto3Hola!

¿Qué tal vas? Si vas a buen ritmo deben ser las 12 del mediodía. Hoy no se escuchan las campanas del monasterio, es un día de silencio, de recogida, las oiremos esta noche cuando cantemos el Gloria! Pero no adelantemos acontecimientos.

En esta carta me gustaría escribirte sobre Moisés, que también es muy conocido. El faraón y su ejército están persiguiendo al pueblo israelita y ellos que los ven de lejos están aterrorizados, de hecho gritan de miedo. El miedo es terrible, ¿verdad?, nos paraliza, nos bloquea, y como dejemos que nos domine estamos perdidos.

El texto seleccionado tiene muchas claves en las que podríamos detenernos, realmente cuanto más se lee y se deja reposar, más novedades surgen. Últimamente a mí me ha llamado la atención el fenómeno de la nube, ese signo de la protección de Dios a los israelitas, aunque no lo dice el texto, supongo que ayudaría a calmar un poco los ánimos y a tener más confianza. Leamos el texto:

El Señor dijo a Moisés:
– ¿A qué vienen esos gritos? Ordena a los israelitas que emprendan la marcha. Tú levanta tu cayado, extiende la mano sobre el mar y se partirá en dos para que los israelitas pasen por medio de él como si fuera tierra seca. Yo voy a aumentar la obstinación de los egipcios, para que entren en el mar detrás de vosotros, y entonces me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de su caballería. Y sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me cubra de gloria a costa del faraón, de sus carros y caballería.
Entonces el ángel de Dios, que iba delante de las huestes de Israel, se puso en movimiento y se colocó detrás de ellos. También la columna de nube que iba delante de ellos fue a situarse detrás, interponiéndose entre los israelitas y el ejército de los egipcios. Por un lado la nube era tenebrosa y por otro alumbraba en la noche, de suerte que no pudieron acercarse unos a otros en toda la noche.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor, por medio de un recio viento del este, empujó al mar, dejándolo seco y partiendo en dos las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar como en tierra seca, mientras las aguas formaban una especie de muralla a ambos lados. Los egipcios se lanzaron en su persecución; toda la caballería del faraón, sus carros y caballeros, entraron tras ellos en medio de del mar. Pero antes de la madrugada miró el Señor desde la columna de fuego y de nube a las huestes egipcias y las desbarató. Atascó las ruedas de los carros, que apenas podía avanzar. Entonces los egipcios se dijeron:
– Huyamos ante Israel, porque el Señor combate por ellos contra los egipcios.
Pero el Señor dijo a Moisés:
– Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se precipiten sobre los egipcios, sobre sus carros y su caballería.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y al amanecer volvió el mar a su estado normal. Los egipcios toparon con él en su huída, y así los arrojó el Señor en medio del mar. Las aguas, al juntarse, anegaron carros y caballeros y a todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar en persecución de los israelitas. No escapó ni uno solo. Sin embargo los israelitas caminaban en medio del mar como por tierra seca, mientras las aguas formaban para ellos una muralla a ambos lados. Así salvó el Señor aquel día a Israel del poder de los egipcios, e Israel pudo ver a los egipcios muertos en la orilla del mar. Israel vio el prodigioso golpe que el Señor había asestado a los egipcios, temió al Señor, y puso su confianza en él y en Moisés su siervo.
Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico al Señor. (Éx. 14, 15-15,1)

También María, la profetisa, tomó el pandero y con todas las mujeres se pusieron a cantar y bailar. Toda una fiesta después de lo que habían pasado.

A  veces preferimos la esclavitud a la libertad, es curioso, ¿no? La libertad nos supone un esfuerzo y es mejor dejarse llevar por lo conocido. ¡Cuántas veces los israelitas se encaran con Moisés en el desierto por hacerles caminar tanto para conseguir la libertad! Pero ¿qué otra cosa quiere Dios de nosotros más que seamos libres? No nos ha creado para que vivamos esclavos, sino libres, como los pájaros.

Me viene a la memoria aquel encuentro que tuvo Jesús con una persona que quería ser fiel a Dios: “Él le contestó: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud. Jesús lo miró con cariño y le dijo: -Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después sígueme.” (Mc. 10, 20-21)

No sé, ¿has tenido tú alguna vez esa experiencia? Me refiero a la experiencia de sentirte libre. Libre frente al qué dirán, a lo que se espera de ti, libre ante lo que “todo el mundo hace” Libre de poder ser tú realmente, libre para elegir, para saltar y volar. Libre para desprenderte de lo que pesa.

Haz memoria, seguro que en tu propia historia también has tenido encuentros con Dios de esos que te han hecho respirar libertad. Seguro que tienes en tu recuerdo momentos, lugares, que han marcado también tu camino de fe. Incluso puedes decir la hora o detalles concretos de alguno de esos momentos, sencillamente porque han calado en tu corazón, están ahí para recordar tu libertad.

Por cierto, en esta historia de Moisés también está marcada la hora, es “al amanecer” cuando son salvados del ejército del faraón, ¿te suena esto de “al amanecer”?

¡Un abrazo!

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Sábado santo (cuarta carta). 26 marzo, 2016

Sábado, 26 de marzo de 2016
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sabadosanto4Hola,

ya estamos en la mitad de nuestra ruta, ¿qué tal vas? ¿Respiras más hondo? Es interesante esto de la libertad, ¿verdad? Vivimos en una rueda tan esclavizante que como te salgas te conviertes en un pecador, ¡pero un pecador civil! ¡ja, ja, ja!

 Cuando leo la historia del pueblo atravesando las aguas para salvarse del ejército del faraón no puedo, ni quiero, evitar pensar en tantas personas que atraviesan las aguas para llegar a un lugar en paz. Me quedo pensando en qué hubiese sido de nosotros si a nuestros hermanos en la fe, aquellos israelitas, les hubiesen devuelto de nuevo al otro lado… Claro que hay una gran diferencia porque el texto de Moisés no es un texto histórico tal y como nosotros lo entendemos. Por eso la diferencia es grande, es enorme.

Y es que esto tiene mucho que ver con el siguiente texto que te propongo. El pueblo de Israel ahora está exiliado, lejos de su tierra, y se siente tremendamente desorientado y clama a su Dios. Es entonces cuando el profeta Isaías recibe la Palabra de Dios y dice:

Tu esposo es tu Creador,
su nombre es el Señor todopoderoso;
tu libertador es el Santo de Israel
se llama Dios de toda la tierra-.
El Señor te vuelve a llamar
como a mujer abandonada y abatida.
¿Podrá ser repudiada la esposa de tu juventud?
Esto dice tu Dios:
por un breve instante te abandoné,
pero ahora te acojo con inmenso cariño.
En un arrebato de ira  te oculté mi rostro por un momento,
pero mi amor por ti es eterno, dice el Señor, tu libertador-.
Me sucede como en tiempos de Noé,
cuando juré que las aguas del diluvio
no volverían a anegar la tierra;
ahora juro no volver a airarme contra ti,
ni amenazarte nunca más.
Aunque los montes cambien de lugar,
y se desmoronen las colinas, no cambiará mi amor por ti,
ni se desmoronará mi alianza de paz,
dice el Señor, que está enamorado de ti.
¡Ciudad desdichada y zarandeada a quien nadie consuela!
Voy a poner tus cimientos sobre malaquita,
y tus bases sobre zafiro;
haré de rubís tus almenas, tus puertas de diamantes,
y de piedras preciosas toda tu muralla.
A tus hijos los instruirá el Señor, gozarán de gran prosperidad.
Estarás completamente a salvo, libre de opresión y de temor,
ningún terror te inquietará. (Is. 54, 5-14)

¡Uf! Este texto es tremendo. ¿Has leído bien? ¡Enamorado de ti! ¡Un Dios enamorado! ¡Qué hermosura! Mira por donde que me ha dado por pensar que a Dios nunca lo representamos con ojos de enamorado. Las imágenes de la Trinidad suelen representarlo como un Dios enfadado, y vale, el texto admite que tuvo su arrebato de ira, pero ¿y lo que nos viene a decir? “mi amor por ti es eterno”.

Dios nos nos ha creado para olvidarse de nosotros, de ti. No se muestra como Dios de vivos para olvidarse de nosotros, no nos da la libertad para zafarse de nosotros. No. Dios nos ama, nos quiere, con un amor eterno, no un amor sensiblero o pasajero. Nada podrá cambiar su amor por nosotros. Y cómo no, me vienen a la memoria escenas en las que Jesús sorprende a todos, seguidores y detractores, con su actitud amorosa. Cuando le llevan una mujer sorprendida en adulterio, cuando se encuentra con la mujer encorvada, la que tenía hemorragias y estaba por tanto “contaminada”, cuando toca a los leprosos… ¡Tanto amor que transforma el mundo! ¡Tanto amor que Dios nos propone también para con nuestros hermanos!

Con esta noticia todo cambia, ¿no? ¡Todo! ¿De qué tener miedo? ¿De qué defenderse? ¿De qué huir si es Dios Quien está enamorado de tí?

Lee y vuelve a leer el texto una y otra vez hasta que se impregne todo tu ser de él, hasta que todas las excusas desaparezcan ante la certeza del Amor de Dios derramado en ti…

Te dejo con este bello poema:

Cuando me llamas
por mi nombre,
ninguna otra criatura
vuelve hacia ti
su rostro
en todo el universo.
Cuando te llamo
por tu nombre,
no confundes mi acento
con ninguna otra criatura
en todo el universo.

¡ Un abrazo enamorado!

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Sábado santo (quinta carta) 26 marzo, 2016

Sábado, 26 de marzo de 2016
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sabadosanto5¡Hola de nuevo!

Aquí seguimos, ¿te has dado cuenta que la gran revelación, Dios nos ama, está en la mitad de las siete lecturas? Es como si todo señalase hacia ella. Y tú me dirás, -“vale, pero qué hago yo con el Amor de Dios, ¿cómo puedo responder? ¿quién soy yo más que una pulguita en todo el universo?¿cómo voy a ser capaz de captarlo?”-

La respuesta está en el texto que viene a continuación. Verás lo que dice:

Venid por agua todos los sedientos;
venid aunque no tengáis dinero;
comprad trigo y comed de balde,
vino y leche sin tener que pagar.
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no sacia,
el salario en lo que no quita el hambre?
Escuchadme atentamente y comeréis bien,
os deleitaréis con manjares.
Prestad atención, venid a mí;
escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros una alianza perpetua,
seré fiel a mi amor por David.
Yo le constituí mi testigo ante los pueblos,
caudillo y señor de las naciones;
llamarás a un pueblo desconocido,
un pueblo que te ignora correrá hacia ti,
porque te honra el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel.
Buscad al Señor mientras se deja encontrar,
invocadlo mientras está cerca.
Que la persona malvada abandone su camino,
y la criminal sus planes;
el Señor se apiadará de ella, si se convierte,
si se vuelve a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque mis planes no son vuestros planes,
ni vuestro caminos como los míos,
oráculo del Señor.
Cuanto dista el cielo de la tierra,
así distan mis caminos de los vuestros,
mis planes de vuestros planes.
Como la lluvia y la nieve caen del cielo,
y sólo vuelven allí después de haber empapado la tierra,
de haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé simiente a quien siembra
y pan a quien come,
así será la palabra que sale de mi boca;
no volverá a mí de vacío,
sino que cumplirá mi voluntad y llevará a cabo mi encargo. (Is. 55, 1-11)

¿Ves? Parece sencillo ¿no? Dice ¡Venid! ¡Comed, Bebed! Escuchad atentamente, prestad atención. Invócalo. No te olvides tú de Él. Búscalo. Porque, se me está ocurriendo preguntarte ¿qué buscas? ¿Tú a quién buscas? Esta es la misma pregunta que hacía Jesús a la gente: “Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les dijo: -¿Qué buscáis?” (Jn. 1, 38)

Lo que nos propone Dios a través del texto es que hagamos una alianza con Él. ¿Sabes lo que significa la cruz roja y azul de la Orden Trinitaria? El color azul, que está en la parte horizontal, simboliza el lugar donde Dios habita, el color rojo es el amor. La cruz es una cruz griega, los dos palos, horizontal y vertical, son del mismo tamaño. El color rojo está por encima del azul y tiene un profundo sentido. Dios, se abre y derrama a la humanidad todo su Amor. Todo Él se derrama esperando que respondamos a su entrega. Es bonito, ¿verdad? Así que nos está esperando, te está esperando, ¿qué respondes? Jesús fue concebido gracias al Hágase de su madre, y toda su vida fue un “hágase” a su Padre, hasta el final…. ¿Quieres hacer una alianza perpetua con tu Dios? Ya sé que es una pregunta muy comprometida, pero es que de tu respuesta depende toda tu vida.

Aquí te dejo, a solas con Dios, no me corresponde a mí escuchar vuestra conversación.

¡Un abrazo grande!

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Sábado santo (sexta carta). 26 marzo, 2016

Sábado, 26 de marzo de 2016
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sabadosanto6¡Buenas tardes!

¿Ya has comido? Espero que sí porque si no a estas alturas tendrás la glucosa por los suelos. ¿Qué tal te está resultando el día? Parece mentira pero ya estamos en la sexta carta, casi terminando nuestro paseo.

Seguimos en el exilio, con el pueblo de Israel lejos de su tierra, intentando mantener su cultura en un lugar extraño. Y no están muy animados que se diga. Dios había prometido una gran descendencia a Abrahán, se había revelado como un enamorado, con un Amor eterno… pero como que no lo ven. Y mucho menos en estas circunstancias. ¡Ay, la libertad! Ya te dije que nos cuesta ser libres. Hay quien reniega de Dios por creer que es como un gran ojo que está controlando todo lo que haces… ¡Una pena tener esa imagen de Dios! Al contrario, nunca te obligará, eso sí, puede seducir tu corazón, pero tú has de dejarte seducir. Lo que pasa es que a veces nos dejamos seducir por lo que nos dispersa y no lleva por caminos sin salida… Algo así le había pasado a los israelitas. Pero Dios, enamorado como está, ya dijo que no volvería a darnos la espalda, así que envía a su profeta Baruc para decirnos:

Escucha, Israel,
los mandamientos que dan vida.
Pon atención para aprender a discernir.
¿Por qué, Israel, te encuentras en país enemigo,
envejeces en tierra extranjera,
te has contaminado con los muertos
y estás entre los que bajan al abismo?
Abandonaste la fuente de la sabiduría.
Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre.
Aprende dónde está el discernimiento,
dónde la fuerza, dónde la inteligencia,
dónde la vida prolongada, dónde la luz para los ojos y la paz.
Pero ¿quién ha encontrado su lugar,
quién ha penetrado en sus tesoros?
Sólo aquél que todo lo sabe, la conoce;
sólo él la escrutó con su inteligencia.
Aquél que asentó la tierra para siempre
y la pobló de animales cuadrúpedos;
él manda a la luz y ella hace caso, la llama y temblando le obedece.
Brillan los astros y se alegran en su puesto de guardia;
él los llama y responden:
“Aquí estamos” y brillan alegres para su creador.
Éste es nuestro Dios,
ningún otro cuenta al lado de él.
Él penetró los caminos de la sabiduría
y se los enseñó a Jacob, su siervo, a Israel, su preferido.
Después apareció la sabiduría sobre la tierra,
y convivió con los hombres.
Ella es el libro de los mandatos de Dios,
la ley que subsiste eternamente;
todos los que la guardan, tendrán vida,
los que la abandonan, morirán.
Vuélvete, Jacob, y abrázala, camina al resplandor de su luz.
No cedas a otro su gloria,
ni tus privilegios a nación extranjera.
Dichosos nosotros, Israel, porque se nos ha revelado
lo que agrada al Señor.(Ba. 3,9-15. 32-4,4)

¿Hace cuánto que nos has dedicado tu valioso tiempo a contemplar sencillamente una noche estrellada? Es todo un espectáculo, es como contemplar el Misterio de la Creación. En esos momentos es fácil imaginarse a las estrellas, como dice el texto, brillando alegres para su Creador. ¡Qué poético… y qué real! Me refiero a real en comparación con las luces de neón que suelen cegarnos para bombardearnos con sus seducciones. Pero cuando alguien ha descubierto la luz real, la de verdad, ¿cómo ceder a las otras lucecitas su protagonismo? El texto acaba con una bienaventuranza, ¿te has dado cuenta? ¡Dichosos nosotros! ¡Y tanto! ¿Cómo no sentirte una criatura bendecida cuando has descubierto dónde está la fuerza, la inteligencia, la vida prolongada, en paz, la luz para los ojos?

Me gustaría invitarte a “religionar” tu vida, la vida. Bueno, vale,  la palabra “religionar” me la acabo de inventar, viene de religión. Etimológicamente, religión tiene tres raíces distintas pero similares: releyere (releer), religare (religar) y reeligiere (reelegir). Sí, ya sé que la palabra religión está muy poco de moda. Por alguna razón suena a “códigodenormasaseguiralpiedelaletra”. Pero no es así. Religión, “religionar”, tiene que ver con el discernimiento del que habla este texto. Con releer tu propia vida, y la vida de la humanidad a la luz de la presencia de Dios, el Creador, descubrir que el Amor de Dios va uniendo, como un hilo conductor, o como el cemento, todos los acontecimientos de la vida, y me refiero a los bonitos y también a los duros y complicados. Y por fin reelegir la vida al ritmo del latir de Dios, comprometerse con sabiduría de la mano de tu Dios.

Cuenta el Evangelio de Lucas que Jesús iba un día por el camino y: “Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino pidiendo limosna.  Al oír que pasaba la gente, preguntó qué sucedía. Le dijeron que pasaba Jesús de Nazaret.  Él gritó: -¡Jesús, Hijo de David, compadécete de mí! Los que iban delante lo reprendían para que callase. Pero él gritaba más fuerte: -Hijo de David, compadécete de mí.  Jesús se detuvo y mandó que se lo acercasen. Cuando lo tuvo cerca, le preguntó: -¿Qué quieres que te haga? Contestó: -Señor, que recobre la vista. Jesús le dijo: -Recobra la vista, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista y le seguía glorificando a Dios; y el pueblo, al verlo, alababa a Dios. (Lc 18, 35-41)

Esta vez me despido con una bendición que escuché hace poco y me encantó, en chocante y un desafío:

Que Dios te bendiga con la INCOMODIDAD,
frente a las respuestas fáciles, las medias verdades, las relaciones superficiales,
para que seas capaz de profundizar dentro de tu corazón.
Que Dios te bendiga con la IRA,
frente a la injusticia, la opresión y la explotación de la gente,
para que puedas trabajar por la justicia, la libertad y la paz.
Que Dios te bendiga con LÁGRIMAS,
para derramarlas por aquellos que sufren el dolor, el rechazo, el hambre y la guerra,
para que seas capaz de estar a su lado,
reconfortándolos y convertir su dolor en alegría.
Que Dios te bendiga con suficiente LOCURA,
para creer que Él puede hacer diferente este mundo con tu pobreza,
para que creas que Dios puede lo que otros proclaman imposible.
Que Dios te bendiga con la NOCHE,
para que tus ojos se abran a una luz mayor, a una verdad por descubrir,
para que te haga entrar en comunión con la noche de los que ahora no ven,
para que descubras una mirada que siempre ha estado y siempre estará.
Que Dios te bendiga con la SOLEDAD Y EL ABANDONO de todos,
para que empieces por fin a darte cuenta de quiénes son y de quién eres tú,
para que te descubras en tu desnuda verdad y aprendas a AMAR.
Que Dios te bendiga con el CANSANCIO,
para que, por fin, descanses de ti mismo y de lograr,
para que aprendas a respirar, a estrenar, para que Dios descanse en ti y contigo.
Que Dios te bendiga con la POBREZA, la DESNUDEZ y el VACÍO que te asusta,
para que gustes la verdadera riqueza, el don inapreciable,
y te dejes arropar y evangelizar por los pobres,
Señor, bendíceme, bendícenos a todos, nuestras hermanas y hermanos, con lo que tú
sabes más necesitamos, con lo que tú más necesitas, COMO A TI TE DÉ LA GANA…

¡Un abrazo en la Luz que pronto celebraremos!

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Sábado santo (séptima y última carta). 26 marzo, 2016

Sábado, 26 de marzo de 2016
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sabadosanto7¡Hola!

Vaya, parece que la carta anterior me ha quedado un poco larga, ¿no? Es por que quise añadir esa bendición, ¿a que te ha gustado? Es un regalo para que la guardes y la leas de vez en cuando.

“En el arte de caminar lo importante no es no caer, sino el no permanecer caídos; levantarse enseguida y continuar adelante”. Así hablaba el Papa Francisco a unos estudiantes. Y me parece una buena manera de acoger la vida. Ya termino esta serie de cartas que te he escrito para acompañarte en este sábado santo de tanta expectación. El último texto de la Palabra de Dios nos habla de continuar adelante a pesar de las meteduras de pata. De volver a empezar. Dios nos anuncia que hará todo nuevo. Lo que más me impresiona de este texto es el final “vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” Es como darnos la identidad, porque un poco antes Dios nos dice que infundirá su espíritu en nosotros. ¿Qué más puede hacer por sus criaturas?

Recibí esta palabra del Señor:
Hijo de hombre,
cuando el pueblo de Israel habitaba en su tierra
la profanó con su conducta y sus acciones.
Yo me enfurecí contra ellos,
por haber cometido tantos asesinatos
y haberse contaminado rindiendo culto a los ídolos.
Yo los he dispersados entre las naciones,
los he esparcido por diversos países;
los he juzgado según su conducta y sus acciones.
Al llegar a las diversas naciones, profanaron su santo nombre,
pues decían de ellos:
“Son el pueblo del Señor y han tenido que abandonar su tierra”.
Así que yo tuve que defender mi santo nombre profanado
por el pueblo de Israel entre las naciones a las que fue.
Por eso, di a los israelitas:
Esto dice el Señor:
No hago esto por vosotros, pueblo de Israel,
sino por mi santo nombre que vosotros habéis profanado en medio de las naciones adonde fuisteis.
Haré que sea reconocida la grandeza de mi nombre,
que vosotros profanasteis entre las naciones.
Así, cuando haga que por medio de vosotros sea reconocida mi grandeza en presencia de las naciones, sabrán que yo soy el Señor.
Oráculo del Señor.
Os tomaré de entre las naciones donde estáis,
os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra.
Os rociaré con agua pura y os purificaré
de todas vuestras impurezas e idolatrías.
Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo;
os arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que viváis según mis mandamientos,
observando y guardando mis leyes.
Viviréis en la tierra que di a vuestros antepasados;
vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. (Ez 36, 16-17a. 18-28)

¿Se puede hacer algo más? Sí, se puede, y Dios lo hizo, se hizo una persona como cualquiera de nosotras. Y nos enseñó en carne y hueso lo que por medio de los textos que hemos leído quería trasmitirnos. Dios es nuestro creador, Dios de vivos, quien nos da la libertad, quien nos ama eternamente, quien nos propone una alianza perpetua y quien nos revela nuestra más íntima identidad. Somos pueblo de Dios y también somos hijas de Dios. ¿Tú no has oído en tu corazón: “eres mi hija amada, mi hijo amado?

Lo más real de la es el amor. Que nadie ni nada te haga olvidar esta gran verdad. Y a partir de ahora, tienes 50 hermosos días para impregnarte del aroma de la Pascua, de la resurrección, de la Vida.

Nada más, me despido. Ha sido un placer compartir este día contigo. Nos encontraremos esta noche en la Vigilia Pascual, con un montón de personas más que saben, como tú y como yo, dónde está la Luz que alumbra el Amor.

¡Un abrazo lleno de Vida!!!

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“La dimensión política de la Vigilia pascual- Sábado y Domingo de Resurrección”, por Arnaldo Zenteno S. J., Comunidades Eclesiales de Base de Nicaragua

Domingo, 5 de abril de 2015
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MinoMuralSaoFelixDe la página web de Redes Cristianas

VIGILIA PASCUAL- SABADO Y DOMINGO DE RESURRECCION. Esta noche y el Domingo de Resurrección la liturgia se desborda con 4 Fiestas: La Fiesta de la Luz-y el fuego. La Fiesta de la Palabra e Historia de Salvación. La Fiesta del Agua y del Bautismo. La Fiesta Eucarística de la Resurrección. Estas 4 Fiestas son preciosas y llenas de Esperanza. Pero igual que en los días Santos anteriores, puede celebrarse fuera de su dimensión política.

Por lo que ya me he alargado mucho, voy a ser más breve y un poco esquemático. Pero creo que a la luz de todo lo anterior, se puede entender muy bien lo que he querido subrayar: la dimensión política de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús. Poniendo un ejemplo cercano, si no tenemos clara esta dimensión ¿cómo entenderemos la muerte, el asesinato de Mns. Romero o de los mártires de la UCA de El Salvador? Murieron por amor y fidelidad al Evangelio y al Pueblo. Pero ¿por qué los mataron? Por razones políticas queriendo vanamente acallar su voz.

Me atrevo a decir que la Resurrección de Jesús es igualmente o más subversiva y tiene un tremendo contenido político. Es tremendamente subversiva pues como proclama Pedro en su primera Homilía el que Resucita, es el que crucificó y asesinaron. Y Jesús es el Primogénito de los resucitados. Y los que Dios quiere que bajen de la cruz y vayan resucitando ya en nuestra historia, son las víctimas de la injusticia, los que de tantas maneras son crucificados- por ejemplo tantos desempleados y emigrantes afectados hoy por el crimen contra la humanidad que es la llamada crisis financiera. ¿Cómo está esto presente en nuestras celebraciones de Semana Santa? La Liturgia de esta noche es preciosa, pero no es un espectáculo, sino es y debe ser expresión de nuestra Fe en Jesús resucitado y en la vida digna, resucitada que El quiere para la Humanidad.

La Luz que brilla en las tinieblas, es Jesús y el Reinado de Dios que El vive y proclama, luz para los Pueblos que estaban en tinieblas. No se trata de una salvación meramente individual, sino del Reino de Amor, Justicia y Solidaridad que Dios quiere y que Jesús proclamó. La Lectura principal del Antiguo Testamento (entre las 10 de esa noche) y que no se puede omitir, es la del Exodo. La liberación que Dios quiere de su Pueblo y salir de la esclavitud. Esto es un hecho político-religioso. Por el Agua somos vivificados y purificados y ungidos-consagrados en el Bautismo como hermanas y hermanos de Jesús, el Mesías, que se nos presenta en Nazaret como el Ungido por el Espíritu para anunciar la Buena Nueva a los Pobres, la Liberación a los Oprimidos. Cristo quiere decir ungido, y cristiano quiere decir ungidos como El para la construcción del Reino de Dios. La Luz y el Agua nos piden personalmente arrepentirnos y dejarnos perdonar y purificar de todas tiniebla y maldad, pero al mismo tiempo nos piden siguiendo a Jesús que luchemos contra el pecado del mundo. Jesús es el Cordero que quita el pecado del mundo.

Resucitar con Cristo es morir al pecado, como nos recuerda Sn. Pablo y es resucitar a una vida nueva como Mujeres y Hombres nuevos a imagen y como reflejo y testigos de Jesús. Esto lo hemos reducido, solamente individualizado, y corremos el riesgo de perder el contenido social que implica lo que Jesús predicó el Reino de Dios. Cuando los cristianos decimos con otros muchos “Otro Mundo es posible”, queremos expresar nuestro sueño y utopía del Reino de Dios y queremos reafirmar nuestro compromiso para luchar por un mundo más justo, fraterno y solidario como Dios quiere. Todo esto tiene obviamente una dimensión política- no necesariamente de política partidaria, pero desde los laicos también la política partidaria se debía incluir en la purificación de todo pecado de poder, enriquecimiento ilícito, y de servirse del Pueblo, en lugar de servir al Pueblo.
Semana Santa .Celebraciones llenas de Fe, Amor y Esperanza, pero vividas como Jesús la vivió en un contexto político concreto, en plena fidelidad al Plan de Dios y al servicio al Pueblo, como

Anuncio de un mundo nuevo y distinto, y como denuncia de todo lo que oprime a la humanidad en particular en la vida social y política.

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Sábado Santo: Vigilia Pascual en la noche Santa

Sábado, 4 de abril de 2015
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22-VigiliapascualATextos para la Vigilia Pascual

Primera lectura:

Génesis 1,1-2,2

Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy buenoAl principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: “Que exista la luz.”

Y la luz existió.

Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz “Día”; a la tiniebla, “Noche”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: “Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.”

E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda.

Y así fue.

Y llamó Dios a la bóveda “Cielo”.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Y dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.”

Y así fue.

Y llamó Dios a los continentes “Tierra”, y a la masa de las aguas la llamó “Mar”.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.”

Y así fue.

La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios: “Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.”

Y así fue.

E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla.

Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios: “Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.”

Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y Dios los bendijo, diciendo: “Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.”

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.”

Y así fue.

E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies.

Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.”

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.”

Y dijo Dios: “Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.”

Y así fue.

Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.

Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos.

Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

 

Salmo responsorial: 103.

Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor; ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R.

Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas. R.

De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. R.

Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre. R.

Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor! R.

O bien; :

Salmo responsorial: 32.:

La misericordia del Señor llena la tierraLa palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.

La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. R.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

 

Segunda lectura:
Génesis 22, 1-18

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: “¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.”

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.

El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: “Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros.”

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.

Isaac dijo a Abrahán, su padre: “Padre.”

Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío.”

El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?”

Abrahán contestó: “Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.”

Y siguieron caminando juntos.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!”

Él contestó: “Aquí me tienes.”

El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.”

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

Abrahán llamó aquel sitio “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy “El monte del Señor ve”.

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.

Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.” Leer más…

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