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Tras la noche, un amanecer

Jueves, 15 de septiembre de 2016
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amanecer-monetYa estaba ahí el amanecer, así que se desperezó lentamente, se despojó de los jirones de duda y se levantó del lugar que llevaba ocupando varias horas.

Por fin la confianza se había enrollado en sus dedos, ahora, en el amanecer, ya podía erguir la cabeza y dar el paso.

Sonrió levemente al abrir la ventana y descubrir que la noche era tiempo pasado y que la niebla que cubría los campos se iba retirando acobardada. Era un amanecer luminoso que se colaba en la vida creando alboroto, despertando voces, ruidos, cantos,…

Siempre había escuchado que la mañana podía traer buenas noticias, aunque en ocasiones la experiencia no había sido esa. Pero esta vez sí, la mañana, como cartero insistente aporreaba su mirada y le dejaba mensajes de esperanza. La mañana era un trago de agua fresca tras una sudorosa carrera.

El amanecer. Un regalo envuelto en minutos frescos.

Era el momento perfecto para saltar y soltar. Después de una noche de angustia, de dudas y soledad, se sentía fecundada de esperanza y fuerza. La pregunta que había estado rondándole toda la noche, revoloteando a su alrededor, golpeando su cara con unas alas grandes, ya no le importaba. No había respuesta. No, hay preguntas que no tienen respuesta pero que empujan, como si tuvieran brazos poderosos.

Era cuestión de confianza.

Confianza.

Saboreó la palabra, y la colocó debajo de la lengua, para que le durase toda la vida.

Ese amanecer era el comienzo.

Se agachó de nuevo. Sopló sobre la vela que alumbraba un sencillo icono con una imagen de un Cristo no excesivamente expresivo, recogió la alfombrilla y el banquito y empezó.

–Sí, Jesús, Maestro, yo también seré digna de ti. Te sigo.

Opción por Jesús

*

Fuente:  Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

***

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¡Señor de la noche, Dios de luz, Visita mi establo oscuro!

Jueves, 24 de diciembre de 2015
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Para decir juntos nuestra fe.

¡Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que la Navidad tenga lugar esta noche (…)

En tus tierna manos
deposito mi miedo de no ser …
Esta noche naceremos
de un mismo aliento;
Nacerás en mí
Para venir al mundo que me rodea,
Y yo naceré de ti,
Acogida como una reina
Acogido como un rey
Hasta en mis más sombríos rincones.

¡ Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que Navidad se efectue esta noche (…)
Entonces, por fin, en mi desierto
habrá sitio para los otros,
Aquellos que te nombro ahora
En un silencio
Que implora tu compasión.

*

Lytta Basset

***

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Luz en la noche

Miércoles, 23 de diciembre de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

Luz en la noche

Porque es poderosa la noche en este Adviento
y sus aliados son muy numerosos:
la violencia, el odio, la guerra,
el desprecio, la exclusión, la crisis económica….
¿ Cuándo se levantará el día de un mundo fraternal, por fin vivo?

Nos hace falta la Luz
que transforma estas noches en día
y nos mantenga despiertos, en pie,
para aportar la reconciliación,
para hartar de pan y de amor,
para ofrecer la amistad y el respeto,
para encender en cada noche del mundo,
la luz de la esperanza.

Nos hace falta la Luz
para no ser condenados a la noche.
Nos hace falta la Luz
para velar y no dejarse sorprender,
alertar a los vecinos, cuando la noche intenta
colarse en nuestras vidas.
Nos hace falta la Luz para avanzar,
confiados en el futuro.

¡Nos hace falta la Luz, decídlo!
¡Pero ya ha llegado!
¡Está con nosotros! Se llama Jesucristo.
Brilló en plena noche del mundo,
del tiempo y de los corazones.
Naciendo, Jesús el Cristo enraizó en nosotros,
la Luz de Dios.

Nos toca a nosotros dejar la Noche
y de hacerno hijos de la Luz
Nos toca a nosotros, dejarnos despertar
por las múltiples llamadas de nuestros hermanos.
Encontremos, en nosotros, las fuentes escondidas del Evangelio:
es la Luz que nos impide dormirnos.
Es urgente. ¡Hay que levantarse!

*

Père Philippe Muller

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Pascua 8. Una noche de Pesca en el lago (Jn 21, 1-44)

Viernes, 8 de mayo de 2015
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lamaestaparicinenellagott5Del blog de Xabier Pikaza:

De la pascua como navegación en la tormenta pasamos, de manera lógica, a la pesca y enseñanza de Jesús sobre el largo. Ésa es una escena clave del evangelio de Juan, que ha reelaborado las tradiciones de un discípulo especial, llamado el Discípulo Amado, hasta formar con ellas un texto precioso, que ha sido después aceptado por todos los cristianos.

Parece que al principio la iglesia centrada en el recuerdo de Pedro (y los Doce) puso dificultades en admitir este evangelio porque, al parecer, no dejaba claras las relaciones entre el discípulo amado de Jesús y el resto de los apóstoles (y en especial de Pedro). Además, parecía encerrarse en un ideal de pura libertad interior, rompiendo así la estructura social del conjunto de la iglesia.

Para subsanar en parte esa dificultad, el redactor último de la obra, aprovechando tradiciones anteriores, ha incluido al final de ella un precioso capítulo pascual (Jn 21) donde hallamos dos de los relatos más hermosos del NT. El anterior terminaba en Jn 20, 30-31, con su buena conclusión. Pues bien, sin suprimir esa conclusión, el nuevo redactor ha incluido dos nuevas narraciones pascuales (21, 1-14 y 21, 15-25), centradas en torno a las figuras de Pedro y el discípulo amado. Aquí estudiamos la primera de ellas; en la estación siguiente la segunda.

Pedro es importante en esta pascua, pero son necesarios los siete (es decir, todos) navegando en la noche vacía. Pedro es importante, pero es más necesario el testimonio del Discípulo Amado, que es capaz de ver en la noche. La pascua es tarea de todos, con Cristo animando, esperando en la orilla (y en los remos y redes de la barca).

Me voy a pescar. Noche inútil.

Se dice que estaban reunidos siete discípulos: Pedro y Tomás, Natanael y los Zebedeos (Santiago y Juan) y dos discípulos más, cuyo nombre no se cita (21, 2). Uno de estos últimos podría ser el discípulo amado. En total eran siete, no Doce como los representantes de la iglesia del principio. Este número de siete es signo de misión universal. En este contexto nos sitúa la escena que sigue.

El que inicia el movimiento es Pedro diciendo: ¡Me voy a pescar! (21, 3). Muchos lectores se han visto sorprendidos por el dato: realizado ya el misterio de la pascua, después que el mismo Cristo ha enviado a sus discípulos al mundo (cf Jn 20, 21), parece que Pedro se entretiene en la pesca del lago, como hacía antes de haberse tropezado con el Cristo. Pero quien mire con más profundidad descubrirá en la escena un fuerte simbolismo: estamos ante el signo de la pesca escatológica.

Es posible que en el fondo de la escena haya un recuerdo histórico. Es probable que Pedro y sus compañeros hayan descubierto algún día la ayuda de Jesús mientras se hallaban afanosos, pescando sobre el lago (como presupone en contexto vocacional Lc. 5, 1-11). Pero ahora es evidente que la pesca ha recibido un carácter pascual y misionero.

Pedro es pescador al servicio de Jesús, como el mismo Señor lo había prometido (Mc 1, 16-20: os haré pescadores de hombres). En ese nuevo oficio, al servicio del reino, él sale a echar las redes sobre el lago de este mundo. No va solo, le acompañan los auténticos discípulos, los siete creadores de la comunidad universal cristiana, los auténticos apóstoles de pascua.

Van en medio de la noche, en el lago de la historia. Pedro dirige la barca. Le acompañan los otros y de un modo especial el discípulo querido. Para todos hay lugar en la faena. Pedro y el discípulo amado comparten un lugar en la barca y tarea pascual de Jesucristo. La experiencia pascual empieza siendo dura… Pero vengamos al texto:

Subieron a la barca y en aquella noche no pescaron nada.
Apuntando ya la madrugada estaba Jesús en la orilla,
pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dijo:
– ¡Muchachos! ¿No teneís nada de comer?
Le respondieron: ¡No!.
Él les dijo:¡Echad las redes a la derecha de la barca y encontrareis!
La echaron y no podían arrastrarla por la cantidad de peces.
Entonces, el discípulo al que Jesús amaba dice a Pedro:
-¡Es el Señor!
Y Simón Pedro, oyendo que es el Señor,
se ciñó el vestido y se lanzó al mar (21, 3-7)

Este Cristo de la pascua parece oculto mientras extienden los discípulos las redes sobre el lago. Ha resucitado el Señor, pero el mar de la vida sigue siendo insondable. Todo parece como estaba: mar y noche, barca y pescadores sobre el lago. Sobre el enigma de la vida es inútil esforzarse. Sobre el mar del mundo no se puede conseguir la pesca escatológica que había prometido Jesús en el principio del camino misionero (cf Mc 1, 16-20). Acaba la noche y las luces primeras del día traen a la playa a estos sufridos pescadores fracasados.

Recordemos que son varias las escenas pascuales donde el Cristo empieza siendo un desconocido: el jardinero del huerto (Jn 20, 14-15), el caminante de Emmaus (Lc 24, 15-16). Con toda naturalidad el hombre de la playa pregunta a los que vuelven de vacío y les dice echad las redes a la parte derecha (Jn 21, 6). Parece que sabe más que ellos.

Los discípulos escuchan su palabra sin poner reparo (en contra de Lc 5, 5). El inicio de la experiencia pascual se encuentra precisamente en el gesto de confianza de aquellos que han estado faenando en las vigilias de la noche. Querían descansar cuando rompe la mañana: necesitan un lecho para el sueño. Pero escuchan la voz de aquel desconocido y de pronto la red queda llena de peces.

Conocer a Jesús

La narración llega a su centro. Está llena la red y los fornidos pescadores tienen gran dificultad en arrastrarla. Entonces, mientras los otros se encuentran ocupados en la dura faena de la pesca, el discípulo amado tiene tiempo de mirar. Mira y descubre la verdad, en experiencia mística de pascua. Así le dice a Pedro: Es el Señor (Jn 21, 7). Leer más…

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“Cosas de la noche (III): Mudanzas”, por Gema Juan OCD

Domingo, 8 de febrero de 2015
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15228888315_c6aa709fdf_mDe su blog Juntos Andemos:

Mudanza y seguimiento son dos palabras que están profundamente unidas desde que Jesús de Nazareth dijo que «el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Algunos exegetas dicen de Él que fue un itinerante perpetuo y, como poco, los evangelios reflejan que no se instaló por mucho tiempo en ningún lugar, tras comenzar su vida pública.

Juan de la Cruz entendió claramente que instalación y seguimiento no podían ir juntos. No por un afán caprichoso o por inconstancia, sino por la necesidad evangélica de vivir desprendidos para poder servir. Y vio también la dificultad de muchos creyentes para mudar y desinstalarse.

Desde el comienzo de sus escritos, mientras va explicando el camino de seguimiento –o «de la unión», como lo llama él– habla de la necesidad de desinstalarse. Sin duda, porque tenía conciencia de que el seguimiento, como «la vida solo se conserva cambiando, en una cadena de transformaciones misteriosas que no rompen la identidad»*.

Y Juan habla rápido y claro. Para mudar, lo primero es dejarse mover. Si el Cántico Espiritual comienza con una herida que hace salir: «Habiéndome herido / salí tras ti clamando», en el primer libro de la Noche insiste en que es Dios el mudador: el que hace pasar a una nueva etapa, el que «comienza a llevar por estas soledades del desierto», el que «desteta», como gráficamente explica.

Destetar, desarrimar, desapropiar, desamparar… utiliza una infinidad de verbos para hablar de la necesaria mudanza. Y para advertir de que, casi siempre, mudanza y noche se dan la mano, porque los cambios remueven el suelo en que se ha hecho asiento.

Pero, al mismo tiempo, Juan hace lo posible para que no se pierda la perspectiva del camino, para que, en medio de la oscuridad, la luz del seguimiento vaya iluminando todo. La mudanza forma parte del discipulado. Por eso, recordará que Jesús pide libertad para seguirle –la renuncia a barcas y redes propias– en todos los aspectos de la vida. El abandono que pide es una mudanza, un cambio de intereses, acentos y del modo de conducir las propias apetencias.

Cada seguidor debe tomar la decisión por sí mismo, pero Juan no se cansa de recordar que «hasta que Dios lo hace», la persona no acaba de realizar la verdadera mudanza. Si «no le envían el exceso de calor» necesario para moverse, no se decide a salir de donde está. Y el calor que mueve es el amor, por eso dice que «muda como amante» y «muda en amor», para cambiar el «modo de recibir y obrar».

Con esta idea por delante, será muy claro con quien quiera hacer este camino: es necesario «que arroje todos los dioses ajenos… las extrañas aficiones y asimientos… estar muy en pie y desarrimada, según el afecto y sentido». Es imprescindible abrir el corazón, sincerarse, dejarse limpiar, como el leproso de los evangelios. Y dejar «el viejo entender» para vivir «un nuevo entender de Dios en Dios… y un nuevo amar a Dios en Dios».

De todo eso habla Juan cuando trata de «cuán necesario sea al alma ir a Dios en esta noche oscura». Dios mueve, pero la persona «ha de ir», ha de hacer mudanza, sin huir de la oscuridad que produce el cambio. Que, además, será diferente para cada quien, pues se muda «según el afecto», según dónde se está instalado.

En todo caso, para avanzar en el seguimiento, «para aprovechar en el camino espiritual [es necesario] mudar estilo y modo de oración», es decir, dejar atrás lo que se va adquiriendo y comprendiendo. No convertir las ideas sobre Dios en cómodos sillones sino en pistas de despegue. No permitir que las cosas, del tipo que sean, retengan. Mudar es relativizar sin negar ni rechazar lo que se va descubriendo, es andar con soltura ante Dios y ante los demás.

Juan hila fino, porque sabe que en el seguimiento se juega el cristiano su autenticidad, y advierte de un peligro próximo a la instalación: el de no asentar en nada ni comprometerse con nadie, por no parar de buscar el propio gusto en todo. Y así dice que hay a quienes se «les acaba la vida en mudanzas de estados y modos de vivir», simplemente por no tolerar la oscuridad, por no aceptar las renuncias que abren la puerta de la mejor libertad.

A las mudanzas de la vida, Juan las llama «noche», porque el camino por donde se hacen suele ser oscuro. Pero siempre advierte que es una noche transformadora, que la mudanza no es un simple preludio del siguiente cambio, es mucho más, porque en ella se hace viva la experiencia de ser hijos de Dios y por eso habla de «recibir el espíritu de Dios en pura transformación».

La mudanza puede ser costosa y la noche muy oscura pero, sobre todo, es una «noche dichosa y amable» porque va iluminando lo que más desea el corazón humano: vivir en la plena armonía, «en la interior bodega», en la comunión más profunda y liberadora.

Por eso, se puede llegar a exclamar con Juan: «Múdese todo muy enhorabuena, Señor Dios, porque hagamos asiento en ti».

* La cita pertenece a J. I. Gonzáles Faus, en «Calidad Cristiana», Sal Terrae, Santander 2006, 379.

Ni el evangelio ni Juan de la Cruz reducen la necesidad de mudanza al ámbito personal. Para una reflexión en clave de comunidad eclesial, remito a otra obra del autor citado: «Otro mundo es posible… desde Jesús», capítulos 10 y 14, especialmente.

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Es casi media noche

Sábado, 31 de enero de 2015
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“Tú no eres como yo te he concebido. Es casi media noche y estoy esperándote en la oscuridad y envuelto en el gran silencio. Siento dolor por todos mis pecados. No dejes que te pida más que poder sentarme en la oscuridad, ni que encienda ninguna luz por mi cuenta, ni que me deje invadir por la marea de mis pensamientos para llenar el vacío de la noche en que te espero.

Para permanecer en la dulce oscuridad de la pura fe, deja que me convierta en nada a la pálida y débil luz del sentido. En cuanto al mundo, haz que me vuelva para él totalmente desconocido para siempre. Y que así, gracias a esta oscuridad, pueda llegar al fin a tu claridad.

Que, tras hacerme insignificante para el mundo, pueda percibir los infinitos sentidos que encierran tu paz y tu gloria. Tu resplandor es mi oscuridad. No sé nada de Ti, y por mí mismo ni siquiera puedo imaginar cómo llegar a conocerte. Si te imagino, me equivoco. Si comprendo, me engaño. Si soy consciente y estoy seguro de conocerte, estoy loco. La oscuridad es suficiente“.

*

Thomas Merton. Diálogos con el silencio

***

 

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Una aurora diaria

Miércoles, 28 de enero de 2015
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

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Si no se hace la experiencia de  una aurora diaria

siempre siempre seguida de un  gran día,

nadie podría imaginar que nuestras noches más negras

pueden ser seguidas de una aurora espléndida

y por la plena claridad del día. “

*

El 19 de enero, Vivir por el Espíritu.

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¡Señor de la noche, Dios de luz, Visita mi establo oscuro!

Miércoles, 24 de diciembre de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

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Para decir juntos nuestra fe.

¡Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que la Navidad tenga lugar esta noche (…)

En tus tierna manos
deposito mi miedo de no ser …
Esta noche naceremos
de un mismo aliento;
Nacerás en mí
Para venir al mundo que me rodea,
Y yo naceré de ti,
Acogida como una reina
Acogido como un rey
Hasta en mis más sombríos rincones.

¡ Señor de la noche, Dios de luz,
Visita mi establo oscuro!
Prepara en mí una cuna
Para que Navidad se efectue esta noche (…)
Entonces, por fin, en mi desierto
habrá sitio para los otros,
Aquellos que te nombro ahora
En un silencio
Que implora tu compasión.

*

Lytta Basset

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