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El Gobierno de España eleva a Lugar de Memoria a Tefía, símbolo de la represión homófoba

Miércoles, 24 de abril de 2024

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El Centro Canario de Interpretación de la Memoria Histórica LGTBIQ+ estará en las instalaciones de la antigua Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, en Fuerteventura

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática ha anunciado que se va destinar este año 100.000 euros a comenzar a dotar de contenido el que será su centro de interpretación

El Cabildo de Fuerteventura y el colectivo ALTIHAY han dado a conocer al Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática el proyecto del Centro Canario de Interpretación de la Memoria Histórica LGTBIQ+ en las instalaciones del Albergue Juvenil de Tefía.

El Gobierno va a reconocer formalmente como Lugar de Memoria a la colonia agrícola penitenciaria de Tefía, en Fuerteventura, “el símbolo” de la represión franquista contra las personas del colectivo LGTBI, el lugar donde se sometía a años de trabajos forzados a personas solo por su orientación sexual.

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, se ha desplazado este viernes hasta esa localidad del municipio de Puerto del Rosario para anunciar que ya está en trámite la protección de Tefía bajo esa figura y también que el Gobierno de España va destinar este año 100.000 euros a comenzar a dotar de contenido el que será su centro de interpretación.

IMG_4228La presidenta del Cabildo, Lola García, y el vicepresidente, Blas Acosta, junto a otras personalidades públicas, recibieron al ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, en su visita a la antigua Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía que se ubicaba en dichas instalaciones.

Lola García agradeció la visita del ministro “para conocer uno de los proyectos importantes que va a convertir a Fuerteventura en referente de la Memoria Histórica LGTBIQ+ de la mano de ALTIHAY con la colaboración del Cabildo de Fuerteventura y otras instituciones”.

La presidenta de la Corporación insular afirmó que “estamos seguros de que, después de conocer el proyecto, se establecerán convenios para contribuir a que sea una realidad y ya hemos conseguido el apoyo económico del Ministerio para que este Centro de Interpretación esté cada vez más cerca y así recordar a las víctimas que durante mucho tiempo fueron perseguidas por la Ley de Vagos y Maleantes, y, especialmente, a las que fueron recluidas en estas instalaciones durante once años”.

Según ha explicado el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, “estamos en un espacio que fue de reclusión, de ignominia y de vergüenza que se va a convertir en un lugar de memoria conforme a la Ley de Memoria Democrática del año 2022, con todas las instituciones volcadas en que así sea.”

El ministro también anunció que “en el presupuesto del Gobierno de España del presente año 2024 se van a habilitar 100.000 euros para que se inicie el proyecto y de esta forma las próximas generaciones conozcan y valoren que lo que verdaderamente es delito es considerar delito la libertad sexual”.

IMG_4231Monumento inaugurado en 2008.

Torres ha agradecido a Altihay, el colectivo LGTBI de referencia en la isla de Fuerteventura, que haya impulsado este reconocimiento para Tefía, porque cree necesario que las nuevas generaciones sepan que allí la dictadura de Franco “marginó y sometió a trabajos forzados a personas solo por ese hecho”, por ser homosexuales.

Es importante que no se olvide para que nunca más se repita, para hacer ver al resto de España, cuando algunas regiones derogan su Ley de Memoria Democrática, que estoy en una comunidad con distintos colores políticos (en los cabildos insulares y gobierno autonómico), pero en la que no hay fisuras para estas cuestiones”, ha señalado.

El ministro ha recordado que el franquismo reformó la Ley de Vagos y Maleantes el 15 de julio de 1954 para perseguir como delincuentes a los homosexuales, que habían sido libres de amar a quien quisieran durante la República, y que la colonia de Tefía se creó “exclusivamente” para condenarlos a trabajos forzados, a picar piedra y roturar terrenos en una instalación agrícola que en realidad fue “un campo de concentración”.

Este es el centro emblemático de reclusión, de concentración, que un régimen totalitario imponía a quienes eran condenados por amar a personas de su mismo sexo. Aquí vinieron homosexuales de Canarias, pero también del resto de España”, ha añadido

El ministro ha subrayado que los jóvenes “tienen que entender, apreciar y defender lo que significa poder tener matrimonios del mismo sexo, legales, con los mismos derechos, y saber que eso es un logro de la democracia”, una conquista, ha continuado, que “está en riesgo por la amenaza del totalitarismo, de los mensajes de aquellos que intentan recuperar lo peor de nuestra historia”.

IMG_4226(Fotograma de la película Las Noches de Tefía)

“Sería un error olvidarlo, pero, sobre todo, lo que tenemos que hacer es reconocer a las personas que aquí sufrieron aquella ignominia”, ha concluido.

Con esta iniciativa, el Cabildo de Fuerteventura y ALTIHAY, a través de la Consejería de Acción Social, Diversidad, LGTBIQ+, en colaboración con el resto de las administraciones, instituciones, entidades y colectivos se vienen coordinando las acciones necesarias para materializar este Centro de Interpretación.

Tanto el consejero de Acción Social, Diversidad y LGTBIQ+, Víctor Alonso, como el consejero de Juventud, Adargoma Hernández, esperan que el espacio sirva de reclamo para todas aquellas personas que quieran conocer la historia, manteniendo vivo el movimiento LGTBIQ+ en Fuerteventura y Canarias. Esta colaboración es esencial para asegurar la preservación de la memoria histórica y los valores fundamentales de igualdad y respeto en nuestra sociedad, según informa un comunicado.

Fuente Agencias/RTVC

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“A picar piedra, maricones“, por Andrea Momoitio

Martes, 29 de agosto de 2023
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IMG_0298Un artículo indispensable:

Una escena de ‘Las noches de Tefía’.

Las noches de Tefía no acaba bien, pero esto no es un spoiler. Lo sabe bien Samuel Luiz; las víctimas del incendio del Búnker, un espacio de cruising de Sevilla; las dos mujeres brutalmente agredidas al grito de “¡bolleras de mierda!”en el Parque Warner; las tres personas activistas golpeadas al salir de una fiesta LGTBQIA+ en Gerona; lo saben las víctimas de la la escalada del odio que estamos viviendo en el Estado español. Las noches de Tefía no acaba bien porque, para nosotras, así acaban muchas noches y, sobre todo, porque no nos han pedido perdón todavía.

La serie, dirigida por Miguel del Arco, puede verse sin respirar. Entre sollozos y risas. Puede verse con la alegría de quien se sabe a salvo de la crueldad más extrema y con el temor de quien sabe que las consecuencias de toda esa violencia siguen intactas en nosotras. Porque no nos han pedido perdón todavía. La ficción, de seis capítulos, es un juego de capas. De historias entrelazadas, superpuestas, que reconstruyen un  escenario tenebroso de la historia reciente de España: la Colonia Agrícola de Tefía.

En 1953, el periódico Falange: diario de la tarde informaba de la creación del Juzgado Especial de Vagos y Maleantes del Archipiélago Canario. Tendría su sede en Las Palmas de Gran Canaria. Ignacio Sáenz de Tejada y Gil era entonces presidente de la Audiencia Territorial de Las Palmas y declaraba que la “colonia agrícola o campo de concentración de Tefía” serviría de “saludable y enérgica sanción social” a  “los vagos habituales; rufianes y proxenetas; mendigos profesionales que exploten a enfermos, menores, lisiados; ebrios y toxicómanos habituales”. Todo, por supuesto, con arreglo a la de Vagos y Maleantes, una norma que estuvo en vigor entre 1933 y 1970. A partir de entonces entró en vigor la ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, algo más ‘sofisticada’.

En el momento de las declaraciones de Sáenz de Tejada y Gil, la ley todavía no recogía la homosexualidad como una de las conductas constitutivas de algún tipo de condena. Esta figura se incluyó en una modificación de 1954. Por tanto, puede afirmarse que la Colonia Agrícola de Tefía no tuvo como único fin la reclusión de personas homosexuales. Víctor M. Ramírez, uno de los principales expertos en la represión franquista a la diversidad sexual y de género en Canarias, ha estudiado un gran número de expedientes con los que ha podido demostrar que en Tefía fueron encerrados presos sociales y presos políticos, siguiendo con la categorización habitual de la época.

A pesar de que las investigaciones de Ramírez apuntan a que fueron pocos los presos condenados en Tefía por ser homosexuales,  la Colonia Agrícola de Tefía no deja de ser “un lugar infame, de triste recuerdo para quienes lo padecieron y, para la comunidad LGBTI, un símbolo de la represión sufrida en la dictadura”: “De mis investigaciones deduzco que durante los años de funcionamiento pasaron por Tefía entre 300 y 350 presos”. “He encontrado que veinte de esos presos fueron expresamente considerados peligrosos sociales por su homosexualidad y condenados a Tefía, el resto, hasta llegar a 68 entre los años 1954 y 1970, cumplieron su reclusión en prisiones de Gran Canaria, Tenerife y La Palma”, asegura en una entrevista para canarias7.es.

Puede que Las noches de Tefía, la serie de Atresplayer que narra las condiciones de vida de algunos de los presos que pasaron por la colonia, no sea extremadamente rigurosa con la complejidad de la represión. Es ficción. Una ficción preciosa. Un relato a tres bandas en el que es fácil intuir hasta qué punto el régimen apostó por el trabajo como redención, hasta qué punto explotaron y humillaron a quienes, de una manera u otra, perdieron la guerra. Deja entrever también cómo la imaginación, la música y el baile han sido históricamente herramientas de resistencia; habla de la solidaridad, de celos, de homofobia interiorizada, de violencia, de brutalidad.

En Las noches de Tefía, sin embargo, no acaba de señalarse con nitidez la responsabilidad de quienes permitieron que se perpetraron tantos crímenes durante la dictadura. En algún momento, incluso, podría parecer que la responsabilidad recae sobre las espaldas de los pocos funcionarios que trabajaban en Tefía y el régimen franquista, a través de sus diferentes aparatos de represión, articularon una gran maquinaria de dolor y venganza. Eso sí, que la responsabilidad total no reste ni un ápice de culpabilidad a todos los médicos, funcionarios, empresarios, órdenes religiosas y ciudadanos de bien que se beneficiaron de alguna manera de que ‘las parias’ picaran piedra para ellas.

No acaba bien, no. Porque no acaba bien ninguna historia a la que no se le de un digno cierre y, a nosotras, no nos han pedido perdón todavía. Es cierto que, concretamente en Tefía y gracias al empuje del movimiento  LGTBQIA+, se han llevado a cabo homenajes y medidas de reparación. Quedan otros muchos rincones de la España más oscura sin ser iluminados todavía. Por eso, propuestas audiovisuales como Las noches de Tefía tienen tanta relevancia.

Bienvenidas y bienvenidas al Tindaya, el cabaret en el que las personas malas no están invitadas al baile. No os perdáis la serie, de verdad.

Fuente Público

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Nacional-Catolicismo: Represión homosexual durante el Franquismo

Jueves, 4 de mayo de 2023
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f.elconfidencial.com_original_9ff_47e_6fa_9ff47e6fa9dd642b14384cdcaf64afdbPor Zoraida Jaime González

octubre 20, 2021

La conceptualización del homosexual como estigma y sujeto peligroso se aborda en las primeras décadas del siglo XX de la mano de importantes criminólogos, médicos y psiquiatras, que investigaban con métodos científicos el origen de esa “inversión sexual” y sus causas, y con ellas trataban de hallar una solución, fundamentalmente médica, para extirpar al responsable. Existían estudios criminológicos, como el de Constantino Bernaldo de Quirós, que vinculaba de forma explícita la prostitución y la homosexualidad a la peligrosidad social.

La figura más importante fue el médico y científico Gregorio Marañón, quien en su obra La evolución de la sexualidad y los estados intersexuales de la especie humana, publicada en 1929, escribió que no era cuestionable que los hombres y las mujeres homosexuales siguieran su instinto sexual de la misma manera que lo hacían los heterosexuales. Además, defendía que el aparato legal no debería de ocuparse de la homosexualidad, en primer lugar, porque se les eximía de culpabilidad a los homosexuales y, en segundo lugar, porque la desviación del instinto no debía de castigarse, sino ser tratada como asunto médico, ya que por esa desviación era diagnosticada como enfermedad (Mora Gaspar, 2019: 41).

Se constata que, en el marco de la República, sobre todo en los círculos intelectuales de la izquierda política, existió una progresiva tolerancia frente a la homosexualidad, que no llegó a garantizar la total normalización de las relaciones homoafectivas, pero sí colaboró a la visibilización del fenómeno coadyuvada particularmente por las vanguardias artísticas y la estética sexualmente ambigua del modernismo (Terradillos Basoco, 2020: 91).

Sin embargo, el ambiente de cierta tolerancia y libertad que se respiraba en los años de la Segunda República tuvo su fin tras la sublevación  o el “Alzamiento” del 18 de julio, que dio lugar a una sanguinaria contienda fratricida que duró desde 1936 hasta 1939 con la victoria del bando franquista en todo el territorio y abriendo paso a una de las etapas más oscuras de nuestra Historia reciente.

Franco-palio_2055704484_12003768_667x375La figura que, a partir de entonces, gobernó de manera autoritaria durante cuatro décadas fue Francisco Franco. La dictadura contó desde el primer momento con el máximo apoyo consensuado entre los tres pilares básicos que sustentaron el régimen durante toda su existencia. Una alianza articulada básicamente entre el Ejército, la Falange y la Iglesia Católica. Dicha tríada ofrece fidelidad a Franco y a sus políticas de antidemocracia y conservadurismo.

El estilo agresivo de la Falange y la moral tradicional de la Iglesia Católica se unieron para dar forma al esquema político-ideológico de la dictadura designado como “nacionalcatolicismo”. Así, los eclesiásticos, junto con las fuerzas armadas, obtienen el monopolio del poder, sobre todo en el ámbito educativo, utilizado como un instrumento crucial para “recatolizar” España. Así, toda la legislación laica sobre educación de la Segunda República fue revertida y sustituida por una legislación ultracatólica. La religión católica no sólo se hizo dueña de la enseñanza, sino que lo inundó absolutamente todo: las costumbres, la administración e incluso optaron a puestos políticos.

Entre los principales argumentos más extendidos por la moral religiosa se encontraba la idea de la familia tradicional como unidad esencial de la sociedad española. Una familia compuesta por un matrimonio patriarcal e indisoluble en la cual el hombre es el trabajador que sustenta a la familia, y la mujer se convierte en una herramienta de control del varón obligada a mantenerse en casa como una esclava al cuidado del marido y de los hijos. En este sentido, se desarrolla una política pronatalista orientada a la reproducción de familias y a la creación de súbditos para el régimen, que heredarán los principios ideológicos de la dictadura.

Debido a esta política pronatalista, determinadas medidas emprendidas por la II República tales como la aprobación del aborto y el divorcio fueron derogadas. En su lugar, se establecieron disposiciones legales para la defensa de la familia numerosa con la aprobación de un subsidio, cuya cuantía aumentaba en función del número de hijos nacidos dentro del matrimonio (Jurado Marín, 2014: 60-61). Por tanto, era inconcebible que los homosexuales tuviesen la oportunidad de formar una familia.

Como hemos comentado anteriormente, las mujeres españolas debían de asumir el papel de buenas amas de casa, esposas y madres. Para ello, no faltaron organizaciones y medios propagandísticos destinados al adoctrinamiento y a la educación de la mujer en los valores tradicionales, como lo fueron las Guías de la buena esposa, difundidas a partir de 1953. También tuvo un gran protagonismo la Sección Femenina.

Se creó también en 1941 el Patronato de Protección a la Mujer para regenerar a las mujeres descarriadas: delincuentes, mendigas, escapadas de casa, madres solteras, etc, quienes eran recluidas en centros dependientes del Patronato. Pero en el otro extremo, la dictadura castigaba brutalmente a estas mujeres “rojas”, que se convertían en objeto de escarnio público cuando eran paseadas en ropa interior con la cabeza rapada, y que eran encarceladas en la multitud de cárceles para mujeres donde fueron torturadas, obligadas a beber aceite de ricino lo cual causaba una gran molestia en el estómago, acosadas sexualmente, humilladas e incluso fusiladas.

7F1DC41D-EF00-438C-8EE3-CAC26328F45DFotograma de la película propagandística Rojo y negro (1942) en la que un soldado de uniforme porta la bandera falangista. Imagen: CEPICSA.

Esta cruda realidad se construyó sobre la base del machismo orgánico, una estructura ideológica y misógina que ensalzaba la virilidad y la masculinidad que no sólo se encontraba en los discursos políticos, sino que se difundió a través de la propaganda oficial en todas las esferas públicas. Por tanto, esta estructura que degradaba el status de las mujeres y de la feminidad puso en el punto de mira a aquellos varones que tenían un aspecto y una conducta afeminada, con especial atención al invertido, que se convertía en enemigo interno. Así, los hombres tenían que evitar amaneramientos y modular la voz haciendo predominar los tonos graves.

Cautelas similares se observaban respecto a los códigos de vestimenta, que obligaban a los hombres a llevar chaqueta y corbata, pudiendo ser multados si no vestían como un verdadero varón. Como hemos podido observar, el binarismo de género se convirtió en un elemento muy útil y explotable por la peroración franquista, que se construyó a partir de opuestos absolutos (Mora Gaspar, 2019: 40).

Estudios científicos y construcción ideológica acerca del homosexual

Debemos recordar la connivencia establecida entre la Iglesia Católica y la dictadura, a cuya comunión se unieron los psiquiatras y las instituciones jurídicas adheridas a la causa nacional. Cada una de estas instituciones colaboraron entre ellas en la fabricación de una ideología que sirvió al franquismo para justificar sus actos represivos y perpetuar su dominio. Los psiquiatras y psicólogos que se entregaron al sistema franquista realizaron una serie de estudios sobre la homosexualidad que contribuyó al argumento legitimante de la eliminación del enemigo político como personaje incompatible con el nuevo orden, por lo que no dudaron en etiquetar al homosexual de enfermo en unas ocasiones y de psicópata en otras (Terradillos Basoco, 2020: 71-74). Así, estos profesionales crearon conceptos y criterios sin un verdadero fundamento científico, los cuales se incrustaron en las normas de costumbre e inspiraron las leyes posteriores, las cuales calificaban y delimitaban las “anormalidades” de ciertas conductas.

7270CD35-2EC9-4C2F-AE08-8CDC8DB97059El psicópata Antonio Vallejo-Nájera

El principal psiquiatra del régimen que construyó este entramado ideológico fue Antonio Vallejo-Nájera, quien nada más estallar la Guerra civil se adhirió al bando franquista, y posteriormente se convirtió en el psiquiatra oficial del régimen. En la primera de sus obras más importantes, Higiene de la raza. La asexualización de los psicópatas (1934), ya desdeñaba de la siguiente manera: “aterra el estudio de estos casos monstruosos, infanticidas, violadores, homosexuales y pervertidos de todas las categorías, de manera que pierde poco la sociedad en privar del derecho a la paternidad a tales desechos de presidio” (Ramírez Pérez, 2018: 143).

Fue más allá en 1944 cuando publicó Psicología de los sexos, donde advirtió de los peligros patológicos de apartarse de los roles de género establecidos. Defendía que el destino biológico del género era uno e inmutable, que estaba ligado de manera esencial al sexo asignado al nacer, por lo que todo aquel que se salía de esa categoría de identidad, sería una desviación peligrosa que haría caer a los hombres y a las mujeres en el terreno de la perversión e inversión de los instintos. En tesis como estas, el psiquiatra dispuso claramente que los homosexuales quedaban definidos por su condición personal: la perversión, lo cual les convierte en sujetos peligrosos que deben ser castigados por la ley y no por la medicina (Terradillos Basoco: 69-70).

Su predecesor en dichas investigaciones fue el Catedrático de Medicina Legal y de Psiquiatría de la Universidad de Zaragoza, Valentín Pérez Argilés, quien en 1959 publicó un Discurso sobre la homosexualidad, en un contexto de alarmante expansión homosexual. Argilés defendía también que la homosexualidad era una enfermedad, y además contagiosa, por lo que realizó innumerables estudios morfológicos, endocrinológicos y genéticos para poder aplicar la terapia más adecuada a una temprana edad.

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La noción de contagio renació de la mano de este famoso médico, por lo que su análisis convertía al homosexual en un sujeto muy peligroso que podía contaminar al resto de la sociedad, por lo que llegó a considerarse como un asunto de salud pública que debía ser resuelto por la jurisprudencia. Argilés defiende que hay que ayudar a los homosexuales a salir de su situación ignominiosa a través de la abstinencia, y para ello, se debe reprimir toda propaganda homosexual que pudiese llegar al país (Mora Gaspar: 43).

El Magistrado-Juez de los Tribunales de Vagos y Maleantes de Cataluña y Baleares, Antonio Sabater Tomás, dedicó buena parte de su carrera a explorar las causas de la peligrosidad homosexual y las posibilidades de mejora y refinamiento de sus condenas, lo cual expuso en su obra Gamberros, homosexuales, vagos y maleantes, publicado en 1962. Para él, el homosexual era aquella persona que no podía controlar sus instintos más profundos y ni siquiera quería domesticarlos, equiparándolo a un animal salvaje, ya que ese dominio de los impulsos era distintivo del ser humano.

Por tanto, Sabater Tomás propuso la idea de recrudecer la legislación preventiva contra la homosexualidad para que garantice la total separación de los homosexuales no sólo de la sociedad, sino del resto de presos, debido a la consideración del carácter contaminante de la homosexualidad, lo cual será aplicado en la ley de 1970. Luis Vivas Marzal, presidente de la Audiencia Provincial de Valencia, pronunció el discurso donde exponía que concordaba con Sabater Tomás en que la ley existente de Vagos y Maleantes quedó obsoleta, con lo que una nueva ley debía actuar con firmeza (2019: 43-44).

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Montaje fotográfico realizado en la Central de Observación de la Dirección de Prisiones, donde se estudiaba y calisificaba a los reclusos. Imagen: Tusquets.

El inicio de la represión de las disidencias sexuales

Desde 1939 hasta 1954, no existió aún una ley que persiguiese específicamente a los homosexuales, pero el régimen sí que se valió de otras leyes y otros medios para castigar a aquellos que fuesen sospechosos. En 1944, se llevó a cabo la reforma del Código Penal de 1932, en la cual su artículo 431 no hacía alusión a la homosexualidad, pero incurrían penas para aquellos que cometiesen delitos de escándalo público, por lo que los actos homosexuales se consideraron delitos cuando salían del ámbito privado y tenían repercusión social. Por tanto, bastaba una delación de un vecino o conocido para que un homosexual fuera procesado, aunque realmente se hubiera realizado en privado, pero hubiese sido conocido de manera directa o indirecta. Por tanto, la legislación no castigó conductas específicas, sino que defendió a la sociedad contra comportamientos individuales considerados peligrosos (Ramírez Pérez, 2018: 136).

Otro instrumento que aprovecharon las autoridades franquistas para castigar a los homosexuales fue la Ley de Vagos y Maleantes de 1933, que, aunque la ley no establecía aún la homosexualidad como delito, fue a comienzos de los cuarenta cuando los jueces comenzaron a utilizarla para reprimir lo que se denominó en la época las “desviaciones sexuales”, ya que su texto, como hemos comentado con anterioridad, establecía medidas de control, seguridad y prevención contra aquellos sectores marginales que practicaban actividades moralmente reprobables (Jurado Marín, 2014: 64-66). Leer más…

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Ni Vagas Ni Maleantes, la exposición sobre la Memoria Histórica LGTB inaugura en Arrecife

Miércoles, 6 de abril de 2022
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1Cultura del Ayuntamiento de Arrecife y la Asociación Lánzate acogen la realidad de los antiguos campos de concentración LGTBI en Canarias

Actualmente desde el 25 de marzo a las 19:00 se inauguro la exposición Ni Vagas Ni Maleantes en la Sala El Quirófano, en el Centro Sociocultural La Vega, Arrecife, que podrá visitarse hasta el 13 de abril de 16:00 a 20:00 horas. La exposición ha sido financiada por la Dirección General de Diversidad del Gobierno de Canarias, y llega a Lanzarote gracias a la colaboración del colectivo Lánzate y del Ayuntamiento de Arrecife.

Axis Mundi, empresa responsable del proyecto junto con el fotógrafo Sebastián Flores Sáez, buscan recuperar a través de la fotografía la historia de la Colonia Penitenciaria de Tefía en Fuerteventura, donde se encerraron a personas por su orientación o identidad sexual, y reivindicar la lucha LGTB.

Se trata de una exposición fotográfica hecha en el actual Albergue de Tefía, Fuerteventura, que propone un viaje de 1954 a 1966, cuando era una Colonia Penitenciaria Agrícola bajo la Ley de Vagos y Maleantes durante el régimen franquista. En dicho campo se encarceló a reclusos para realizar trabajos forzosos, entre las cuales hubo personas condenadas por ser LGTB con el objetivo de “rehabilitarlos”.

La exposición cuenta a través de 15 fotos cómo llegaban las personas LGTB a Tefía, cómo vivían dentro y los castigos que se aplicaban o que recogía la Ley de Vagos y Maleantes, todo desde una perspectiva feminista, hablando de mujeres lesbianas y trans, de hombres gays y trans, y de la importancia que ha tenido la lucha social para conseguir una sociedad más igualitaria.

Al acto inaugural asiste el Director General de Diversidad del Gobierno Canario, Victor Ramirez “Desde la Dirección General de Diversidad del Gobierno de Canarias apostamos firmemente por recuperar la dignidad del colectivo LGTBI. Desde el Gobierno estamos desarrollando estrategias de Memoria Historica con la que hemos decidido visibilizar lo que significo la Colonia Penitenciaria Agricola de Tefia en Fuerteventura, y que se conozca su historia como un acto de reparación y de la lucha por los derechos sociales conquistados en una época en la que se ponen en entredicho”

También asistió el colectivo de Lanzarote Lanzate que impulsa que esta obra este en la isla de Lanzarote

“En Canarias existió un campo de concentración para personas LGTBI+, una realidad que apenas se conoce en la sociedad canaria”, comenta Nahúm Cabrera Presidente de la asociación LGTBI+ Lánzate

En definitiva, se trata de un homenaje y un acto de reparación a las víctimas, pero también un acto de empoderamiento para seguir reclamando los derechos de las personas LGTB en nuestra sociedad.

“La partes más negras de nuestro pasado también son parte de nuestra memoria histórica y  cultura, por ello hay que visibilizarlas para que no se vuelvan a repetir” Abigail González Consejera Cultura Ayuntamiento Arrecife

Fuente: Lánzate

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Muere Octavio García, represaliado en Tefía (Fuerteventura) durante el Franquismo por su orientación sexual

Miércoles, 22 de agosto de 2018
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8fc09e2d-673a-418e-972b-736de972a5f8Parte de nuestra memoria histórica, historia de persecución y sufrimiento… Una razón más para sacar a Franco de su mausoleo del Valle de los Caídos …

Octavio García nació en 1931 en Las Palmas de Gran Canaria, en el seno de una familia humilde.

En 1953, con 22 años, fue detenido tras una denuncia y, sin juicio alguno, por la Ley de Vagos y Maleantes. Los motivos de su condena: ser homosexual, corruptor de menores y por escándalo en la vía pública.

La apertura de la colonia de Tefía, le convirtió en uno de los primeros presos que cumplió condena en ella. El paso por la prisión lo dejó marcado de por vida. Tras su salida se fue de Canarias y sólo hasta hace unos años fue capaz de contar su historia.

Octavio García llegó en 1954 al actual El Castillo (Antigua) a bordo de El Correíllo. “No había ni muelle”, recordaba en 2012 para una entrevista para el Archivo de la Memoria Histórica, en la que colaboró el colectivo LGTB Gama. En el momento de la grabación habían pasado casi 60 años, pero Octavio se acordaba perfectamente de la “humillación” a la que se sometió a los presos que llegaron desde Gran Canaria a cumplir pena en el campo de concentración majorero de Tefía (Puerto del Rosario), en su caso “única y exclusivamente por maricón” según sus propias palabras.

El campo acogía, así, a “parásitos y sujetos indeseables que torpemente dañan la convivencia humana; rufianes y proxenetas; mendigos profesionales; ebrios y toxicómanos habituales y demás personas que con su irregular o anormal conducta fueren merecedores de esta saludable y enérgica sanción social”, categoría en la que se englobaba a los seis gais que pasaron por la granja.

El ahora acogedor albergue era en plena época franquista un aciago edificio donde se sometía a duros trabajos a los reclusos, picando piedra o trabajando en las gavias, “inhóspitas, improductivas”, privados de cuestiones básicas como el propio alimento. “Allí se entraba con 80 kilos y se salía con 45”, explica Víctor Ramírez, investigador y expresidente de Gama, que ha participado en el proyecto de Memoria Histórica de Canarias.

El centro era dirigido con mano de hierro por un excarmelita que instauró un auténtico régimen de terror, peor que un campo de concentración, en palabras de Octavio García. La crueldad de los administradores, sobre todo en la primera época, con este excarmelita al frente del centro, llegaba a extremos de retener los paquetes de comida que enviaban los familiares y entregarlos cuando los víveres estaban ya podridos.

Su trabajo allí consistía en acarrear agua de un pozo, ya que el centro carecía de agua corriente, picar piedra de una cantera de piedra de cal y levantar gavias y muros, todo ello bajo el sol inclemente de la isla y la rigurosa vigilancia de los funcionarios. Cualquier mínimo motivo era suficiente para recibir una paliza.

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Sin embargo, para Octavio García, que se libró de los trabajos forzados por sus conocimientos de la religión católica al ser él mismo un devoto creyente y fue elegido para instruir al resto de presos, lo más doloroso fue que lo acusaran de corrupción de menores y pederastia pasiva. Una terrible y falsa calumnia que ha pesado sobre él toda su vida. “¡Corruptor de menores y escándalo en la vía pública! ¡No he sido ladrón, ni maleante, ni mala persona! El único motivo para ser detenido era ser maricón”, explicó a Víctor Ramírez, que en su documentado artículo Los homosexuales durante el franquismo: vagos, maleantes y peligrosos indica que Octavio enfatiza el insulto, “la palabra que lo ha definido durante toda su vida, la única con la que, al final, se siente identificado”, asegura el investigador.

Octavio pasó 16 meses en la bautizada como granja agrícola penitenciaria, en cumplimiento de la ley de vagos y maleantes, promulgada durante la II República y donde el Franquismo encontró el hueco para incluir a los homosexuales en un período de 12 años, hasta 1966. Por Tefía pasaron unas 90 personas, la mayoría reclusos comunes que se acogían a la reducción de pena (cada día de estancia contaba por dos).

Estos fueron los meses que le tocó vivir al que hoy se ha convertido en un símbolo del movimiento LGTBI y que volvió al centro en 2004, para recibir un homenaje del colectivo majorero Altihay. “Recuerdo que llegó taciturno, como avergonzado y casi escondido en sus gafas y su bufanda”, dice Ramírez, que participó en el encuentro. “Pero pronto se dio cuenta de que estaba entre amigos, de que todos estábamos allí para escuchar su testimonio y recompensarle de alguna manera”, concluye.

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En el año 2009 el Gobierno español aprobó la concesión de indemnizaciones a las personas homosexuales o transexuales que hubieran sido encarceladas durante el franquismo. Octavio García recibió 12.000 euros por sus dieciséis meses de cautiverio.

La Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía cerró por Orden del Ministerio de Justicia de 21 de julio de 1966. La persecución de homosexuales y transexuales se prolongó hasta 1979, cuando se derogó la ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Esta situación impidió que los presos se beneficiaran de las dos amnistías de la transición. Sus historiales policiales tampoco fueron limpiados, por lo que las fichas siguieron reflejando los antecedentes de homosexualidad.

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Ayudó también que el actual albergue no le recordara en nada al lugar en el que él había vivido. “Ahora es un palacio. Antes se dormía con las ventanas abiertas, con aquel viento entrando a todas horas, con una manta picona en aquel colchón, que no era ni colchón”, contaba Octavio en la entrevista para Memoria Histórica. “Los funcionarios creían que humillándonos de esa manera eso se nos iba a quitar. Y eso no se quita, es una cosa nuestra, de nuestro interior”, relata.

Su muerte ha causado un fuerte impacto en la comunidad LGTB canaria y española… Así lo informaba la parlamentaria socialista y también canaria, como Octavio, en su página de Twitter:

Y lo recordaba entrañablemente Uge Sangil, también canaria y presidenta de la FELGTB:

El artista Javi Larrauri quiso contar su historia enTestigos de un tiempo maldito, una muestra con la que pretendía denunciar lo que vivieron, recordar que no sólo por política se sufría en el Franquismo. Dramas como el de Octavio García le conmovieron especialmente. En el documental que elaboró Larrauri con sus testimonios cuenta que algunos de sus compañeros intentaron huir, incapaces de soportar más, en una misión suicida para una isla sitiada. A Octavio García lo detuvieron en Las Palmas y le sometieron al escarnio público que las autoridades había ideado para los que eran como él: tras raparles la cabeza, les subían a un camión y les ‘paseaban’ por los pueblos para que les insultasen sus vecinos.

Ayer le recordaba con cariño:

La disidencia sexual durante el franquismo recibió un crudo castigo. Sin compasión. Una historia invisible, de dolor latente que Octavio García sufrió en primera persona. García se ha convertido en el símbolo tanto para el movimiento de la memoria histórica como para el movimiento LGBT nacional. Desde el colectivo ALTIHAY FUERTEVENTURA han expresado sus condolencias, “Te recordaremos siempre en Tefia aquel día en que lleno de Dignidad, Generosidad y Orgullo te armaste de valor y mencionaste el nombre y los apellidos de todos los que vivieron contigo aquel infierno”. Y el Colectivo Gamá le recordaba con sus propias palabras:

Testigo de un tiempo maldito, Descanse en Paz, Octavio.

Fuente Onda Fuerteventura/Diario de Fuerteventura/Twitter

General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , , , ,

Recordatorio

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