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Mc 1, 29- 31. Primera autoridad: la suegra de Pedro

Martes, 6 de febrero de 2024

IMG_2870Del blog de Xabier Pikaza:

Comenté ayer (sábado 3 de enero)  en RD y FB el texto entero del evangelio de este dom 5 TO (3.2.24: Mc 1,29-33) en el contexto de Marcos.  Hoy me fijo sólo en el milagro (paradigma, relato ejemplar) de la curación de la suegra de Simón-Pedro, que aquí aparece como primera autoridad de la iglesia según el evangelio.  

Texto

29 Al salir de la sinagoga, se fue inmediatamente a casa de Simón y Andrés, con Jacob y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Le hablaron en seguida de ella, 31 y él se acercó, la agarró de la mano y la levantó. La fiebre le desapareció y se puso a servirles.

Elementos principales

– La suegra, primera autoridad de la iglesia. De la “llamada y misión” de Simón Pedro y de los cuatro primeros apóstoles Jesús (Simón-Pedro, con su hermano Andrés; Jacob-Santiago y Juan: Los dos zebedeos) ha tratado Mc 1, 16-20. Pero el primer signo de iglesia y de la tarea intra-eclesial es este de la curación y ministerio de la suegra de Pedro.

– Los zebedeos son ricos/autónomos: Tienen un barco con jornaleros, un padre importantes… Son signo de una iglesia empresa, que puede convertirse en negocio, con padre empresario  y madre exigente (exige buen trabajo para sus hijos: los primeros puestos en la empresa de la Iglesia.

– Simón-Pedro y su hermano Andrés no tienen barca ni empresa. Pescan desde la orilla, con una red artesana… Y el texto supone que no tienen ni casa, sino que viven en la casa de la suegra de Pedro. Carecen de autonomía doméstica, económica y familiar. Pedro no es dueño de la casa (depende de la suegra); la tradición posterior le hará dueño de barco, pero, en principio, según este evangelio de Marcos, no manda ni en la casa donde  vive, ni sobre un barco que sería suyo (con jornaleros, como los zebedeos.

– Curar a la suegra… Es un gesto de piedad… Pero es, al mismo tiempo, un gesto de necesidad. Pedro (con Andrés, su hermano) depende de la suegra para vivir  y comer. La casa-iglesia no es de ellos, es de la suegra. Ésta es una imagen fantástica: Un Papa joven y prometedor que depende de su suegra…. Está por tanto casa. Su suegra es, por tanto, la que dirige su casa, la que le enseña…

La diaconisa/ministerio de la suegra.Según Mc 15-16 (y paralelos) la iglesia pascual cristiana nace por el testimonio y ministerio de unas mujeres. Sin ellas no hay iglesia; sin la suegra de Pedro no hay “casa-comunidad”, servicio. Nuestro texto termina diciendo que la suegra curada les servía (a Jesús y a su gente: diêkonei autois: 1, 31).

La diakonía es en Mc 13 el signo primordial de los ángeles de Dios que, en vez de descansar, servían a Jesús en el desierto (1, 13); la diaconia  define a las mujeres que al fin del evangelio aparecen como servidoras o diaconisas mesiánicas (15, 41). La suegra “sirve a todos”, y; su servicio no se puede entender como trabajo servil de la mujer, bajo el dominio de varones ociosos, sino como verdadero ministerio mesiánico, creador de la nueva familia de Jesús. Ella es en realidad el primer “sacerdote-obispo” de la iglesia cristiana.

Jesús levanta a la suegra de Pedro, la eleva, utilizando una palabra de tipo pascual, egeirô, levantar, lo mismo que en Mc 16,6 (cf. 2,11; 5,41; 9,27). La mujer está postrada, y Jesús la levanta, para que pueda realizar con autoridad y eficacia el  servicio eclesial. Ella sabe y realiza desde el principio  algo que Simón (su nuevo, su subordinado) no logrará aprender en el transcurso de su seguimiento histórico de Cristo (como indica Mc 8,32; 14,29-31. 66-72).

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Pero hay todavía otro detalle significativo: estamos en sábado; conforme al ritual judío, se hallaban todos obligados al descanso; pues bien, esta mujer rompe ese descanso ritual, supera el sábado judío y comienza a realizar la obra mesiánica, sirviendo a Jesús y sus discípulos. En ese sentido, esta suegra, superiora a Pedro,  Ella responde como auténtica discípula, rompiendo por Jesús la misma ley del sábado: sirve a los que vienen y convierte así su casa en primera de todas las «iglesias» (= de todos los lugares de servicio cristiano).

– Esta suegra ha aprendido en la escuela de Jesús: una vez sanada, respondió con un gesto de servicio, en su casa, ofreciendo la  eucaristía/comida a Jesús y a sus compañeros, en gesto que inaugura el primer ministerio cristiano. Nadie se lo ha dicho; no ha tenido que aprender de alguna exégesis rabínica. Lo ha comprendido ella misma, como mujer, que sabe estar al servicio de la vida, al recibir la ayuda de Jesús y al responderle, precisamente en sábado, de manera que su gesto (dejarse levantar por Jesús y servir a los demás) marcará de ahora en adelante todo el evangelio (hasta el final en que las mujeres vuelven a ser protagonistas: 15, 40.37; 16, 1-8)..

Simón y los restantes discípulos no lo entenderán hasta la pascua (y quizá nunca, si no vuelven a Galilea: Mc 16, 7), a no ser que se hagan servidores de los otros (cf. 9, 35; 10, 43), siguiendo al Hijo del hombre, que ha venido a servir y dar la vida por todos (10,45). Ella, en cambio, lo sabe desde el principio: ha superado el judaísmo de los escribas y se ha vinculado a Jesús; en el fondo ya es cristiana diaconisa, servidora de la iglesia reunida en la casa de su Simón y Andrés. No tiene que aparecer más en el evangelio, Marcos no dice ya nada de ella; pero su recuerdo queda anclado aquí, al comienzo del texto de Macos, como signo de apertura y respuesta al camino del evangelio.

De la sinagoga rabínica a la casa cristiana. Así empieza el texto: Al salir de la sinagoga, se fue inmediatamente a casa de Simón y Andrés, con Jacob y Juan. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre (1, 28-29).     De la sinagoga (ámbito judío) pasamos a la casa (espacio normal de la comunidad cristiana), el mismo sábado, que se convertirá en tiempo de salud y convivencia. Jesús entra con sus cuatro pescadores en la casa de la suegra de Simón, que está enferma. No se dice que tenga un espíritu impuro, como el hombre de la sinagoga (cf. 1, 23), sino simplemente que yace en el lecho con calentura (pyressousa: 1, 30).

Parece impotente, no puede hacer nada. Pero Jesús la agarra con fuerza de la mano y la levanta, en gesto de evocación pascual. La casa (oikia: 1, 29) es espacio de reunión y encuentro familiar, lugar privilegiado de la comunidad (cf. 3, 20.31-35). Lógicamente, la casa aparece después de la sinagoga. El texto dice que es la casa de Simón y Andrés y parece que ha de ser signo de pascua, de encuentro con Jesús al volver a Galilea (cf. 16, 7). Pues bien, precisamente en esa casa “cristiana” hay una mujer enferma, que no puede actuar: la suegra de Simón (que parece en realidad la “dueña” de la casa) está enferma de fiebre; ella es para Marcos la primera cristiana.

− E inmediatamente le hablaron de ella…El poseso de la sinagoga se presentó a sí mismo, gritando. Por el contrario, los que hablan a Jesús de la mujer son otros, quizá porque ella está en la habitación más privada, cerrada, donde Jesús no puede entrar directamente, a no ser que le hablen de ella y le lleven. ¿Quiénes? ¿Los que vienen con él de la sinagoga? ¿Los que estaban en casa? El texto no lo dice, sino sólo que Jesús entró en la habitación (proselthôn) e inmediatamente, sin preguntarle si quería, la agarró por la mano y la levantó (êgeiren autên: la resucitó: 1, 31; cf. 16, 6), de manera que ella pudo ponerse en pie a servirles (diêkonei autois). A la mujer relegada a la cama en un día de sábado hay que levantarla, pero después es ella misma la que toma la iniciativa de “su casa” (su iglesia), donde realiza el auténtico servicio humano.

− Todo eso sucede en un sábado (cf. 1, 21), un día en que nadie (ningún judío) debía trabajar, porque es descanso sagrado y no puede realizarse ninguna acción externa o material. El hecho de que ese día esté enferma la mujer de casa parece irrelevante, pues ella no tiene ninguna labor que realizar. Pues bien, Jesús la toma de la mano y la levanta, en signo de resurrección, como indica el verbo egeirein (cf. 2 Cor 4, 14; Rom 8, 11 y sobre todo Mc 16, 6, donde se dice que Jesús êgerthê, ha sido elevado/resucitado). El mismo sábado es tiempo de resurrección, y este pasaje supone que no hay que esperar al “día después” (el actual domingo, como en 16, 1), pues Jesús resucita/levanta a la suegra de Simón el mismo sábado pascual.

− Ella les servía (diêkonei autois: 1, 31). El servicio (diakonía) era el signo primordial de los ángeles de Dios que sirven/ayudan a Jesús en el desierto, enfrentándose a las fieras (1, 13), y será también el signo de las mujeres que hacia el final de la vida de Jesús aparecen como servidoras mesiánicas (15, 41). En esa línea, la suegra de Simón interpreta la curación que ha recibido como llamada a un servicio que no se puede entender a modo de simple trabajo servil (propio de mujeres que están bajo el dominio de varones ociosos), sino como ministerio mesiánico, creador de la nueva familia mesiánica. Jesús no le manda, no le dice nada, sino que se limita a levantarla; pero ella asume la iniciativa y saca las consecuencias de ese gesto, descubriendo el valor del servicio,  como esencia de la iglesia.

– Iglesia, la casa de la suegra… En el origen de toda obra eclesial (antes que Pedro/Papa y que los otros 4 apóstoles) se encuentra esta mujer, conforme a Marcos; ella es la primera resucitada y servidora en la iglesia, el primer “ministro” de la comunidad. Había casos en que el marido tenía su propia casa (a la que llevaba a su esposa); pero otros en los que el marido vivía  en la casa de los padres (o de la madre) de la esposa (matrimonio uxorilocal). En este caso, Simón (natural de Betsaida, al otro lado de la frontera entre Galilea y el Golán/Gaulan) habría venido a vivir (con su hermano Andrés) a la casa de la madre de su esposa, de manera que, estrictamente hablando, no podemos hablar de la casa de Simón (como suele hacerse), sino de la casa de su suegra.

En esta línea se entiende mejor el hecho de que ella (la suegra, la dueña de la casa) sea la que sirve a todos después de haber sido curada, viniendo a presentarse, al menos de forma simbólica, como el primer “ministro” de la iglesia de Jesús. De un modo significativo, la tradición cristiana (y en especial la católica) ha puesto muy de relieve el “ministerio de Simón”, llamado Pedro (=Roca). Pues bien, en el principio del evangelio resulta más destacado el ministerio o servicio de su suegra, que actúa como primera “presidente” de una comunidad “cristiana”.

La suegra curada y Jesús comparten una misma liturgia. Él la cura en sábado, levantándola de la cama. Ella le (les) asiste en gesto que inaugura la nueva sacralidad cristiana del servicio mutuo. Nadie se lo ha dicho; no ha tenido que aprender de alguna exégesis rabínica muy alta. Lo ha sabido al recibir la ayuda de Jesús y al responderle, precisamente en sábado. Su diakonía es anuncio y principio de evangelio. Simón y los restantes discípulos no lo entenderán hasta la pascua: no querrán hacerse servidores los unos de los otros (cf. 9, 35; 10, 43), en contra del Hijo del humano, que ha venido a servir y dar la vida por todos (10,45). Ella, en cambio, lo sabe ya: ha superado el judaísmo de los escribas y se ha vinculado a Jesús; en el fondo ya es cristiana diakonisa, servidora de la iglesia reunida en la casa de su yerno.

– El primer ministerio cristiano  (episcopado, presbiterado, diaconía) es de esta  una mujer/suegra… Sólo por ella Simón puede ser Pedro/Papa.Ella les servía. Su servicio no se puede entender como trabajo  servil de la mujer,  bajo el dominio de varones ociosos, sino como verdadero ministerio mesiánico, creador de la nueva familia de Jesús. Por eso, ella es fundadora de familia y discípula del Cristo.En el origen de toda obra eclesial se encuentra esta mujer, conforma a Mc.

– Liturgia de Jesús, liturgia de la suegra…Jesús la cura en sábado, levantándola del lecho. Ella asiste a Jesús y a sus discípulos, en gesto que inaugura la nueva sacralidad cristiana, centrada en el servicio mutuo.  Nadie se lo ha dicho; no ha tenido que aprender de alguna exégesis rabínica muy alta. Lo ha sabido al recibir  la ayuda de Jesús y al  responderle, precisamente en sábado. El servicio/ministerio de la suegra… es el comienzo de todos los ministerios cristianos. Pedro (su nuevo) aprenderá tarde y quizá mal (como dirá Pablo). Esta mujer lo sabe desde el principio.

– Pablo… ministro célibe (sabe valerse por sí mismo…), aunque esta siempre rodeado de varones y mujeres (de equipos ministeriales de Iglesia. Pero en un plano profundo se las arregla como célibe. Lo que no está nada mal.

– Pedro/papa, sin embargo, no sabe andar sólo por la calle (creando iglesia, realizando su ministerio…)  sin una mujer. Primero necesitaba a su suegra… Después necesita a su mujer/esposa, como los “hermanos de Jesús”, es decir, Jacob/Santiago (obispo de Jerusalén) y otros parientes/hermanos de Jesús, con Cefas/Kepa, Petros…  Así dice Pablo:

¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 6 ¿O solo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? (1 Cor 9, 5-7).

Pablo y Bernabé van con otros misioneros, pero sin mujer/hermana (=esposa). Por el contrario, los hermanos/parientes de Jesús, cuando se hacen misioneros van con su mujer (que es ayuda afectiva, social, laboral y misionera). Pablo en cambio ha renunciado (o prefiere por carácter y estilo… y quizá por un tipo de libertad que es siempre ambigua) sin mujer.

   Evidentemente, esta mujer compañera/esposa de Pedro/Papa plantea temas que deberían estudiarse con mucho cuidado. La tradición le ha llamado Petra/Petronila… y debía ser gran mujer (de casta…). ¿Quién enseñó a quién?

Según Mc 1, 28-31 la primera que enseño a Simón-Pedro fue la suegra. Algo le debió enseñar Jesús, aunque Simón-Pedro no debió aprender mucho, pues Jesús resucitado le encargo a Magdalena y a las otras mujeres que volvieran de Jerusalén a Galilea para enseñarle…. (Mc 16, 1-8).  Yo pienso que al final le enseñó la mujer, que debía saber más que él de temas de diaconía de vida de iglesia. Por eso dice Pablo que este Pedro, tan autoridad, tan importante… para andar misionando debe llevar una mujer/esposa.  Pablo critica en Gal  1-2 otras cosas de Simón Kepa/Cefas, pero no se le ocurre criticar el hecho de que llevara siempre a su lado a la mujer, que posiblemente se llama Petra/Kepa, la roca de la iglesia.

Conclusión 1. Resumen. y (Jesús), tomándola de la mano, la levantó; y le dejó la calentura, y ella les servía (1,31).

 La mujer está postrada, y Jesús la levanta, realizando el verdadero trabajo humanizante en que debía venir a culminar el sábado judío, aunque los fariseos no compartan esa forma de entenderlo (cf. 3,1-6). Pero tan importante como el gesto de Jesús resulta en este caso el tipo de respuesta de la suegra: se puso a servirles (diekonei autois). Levantar a la mujer de su postración es la primera tarea de la Iglesia.

La mujer “levantada, elevada” es la primera “creadora” de iglesia. Recordemos que el servicio es tema clave en la llamada y seguimiento de Jesús, como hemos visto en la escena de la tentación: Satanás pone a prueba para destruir, los ángeles sirven (1,13). Servidoras de Jesús, el siervo universal (cf. 10,45), vendrán a ser las mujeres de la cruz y de la pascua (15,51). Pues bien, como primera servidora de Jesús y sus discípulos, como mujer que desde ahora ha comenzado a ser el más perfecto o grande entre todos los discípulos (cf. 9,3), hallamos a la suegra de Simón.

Ella sabe y realiza desde ahora algo que Pedro no querrá aprender en todo el transcurso de su seguimiento histórico de Cristo (como indica 8,32; 14,29-31.66-72).  La mujer curada, levantada… será la primera creadora de iglesia en el futuro.

Pero hay todavía otro detalle significativo: estamos en sábado; conforme al ritual judío, se hallaban todos obligados al descanso; pues bien, esta mujer rompe ese rito, supera el sábado judío y comienza a realizar la obra mesiánica, sirviendo a Jesús y sus discípulos.

Conclusión 2. Volver de la iglesia de Pedro Jerarca a la iglesia de la suegra de Pedro.

Esta es la suprema autoridad del evangelio de Jesús, Hijo del humano “que no ha venido a que le sirvan, sino a servir y dar la vida por todos” (10, 45). Esa iglesia del Hijo del Hombre que ha venido a servir es la iglesia de la casa de la suegra de Pedro, que se eleva de la cama (de la postración), con la ayuda de Jesús y que se pone a servir con autoridad y eficiencia a toda la familia

 El sistema imperial se construye elevando y honrando a los “mejores en línea de orden-poder”. En contra de eso, el discipulado de Jesús no se puede organizar como sistema, desde poderes y honores, como quería Pedro y pretenden los zebedeos. Precisamente estos tres personajes venerados de la tradición, zebedeos y Pedro, a quienes podemos comparar con las columnas eclesiales de Gal 2, 9, representan para Marcos un gran riesgo: la iglesia podría buscar el poder, no el servicio mesiánico[1].  Marcos sitúa, según eso, a la  suegra de Pedro por encima de los “hermanos inquilinos” de la casa de la suegra de Pedro…, por encima de los zebedeos. Eso significa este pequeño texto de la curación y servicio de la suegra de Pedro ha de ponerse por encima del gran envío solemne de Mc 1, 16-20, texto que, tomado en sí mismo, podría desembocar en una iglesia de autoridad impositiva.

Marcos quiere que la iglesia supere ese riesgo; el tipo de autoridad que debe haber en ella le parece secundario; lo que importa es que no sea de imposición y dictadura sobre los demás, sino expresión de gratuidad y servicio.  Ni Pedro y Andrés (hermanos), ni Juan Jacob/Santiago (hermanos) son dirigentes de la casa de la iglesia… La autoridad suprema de la casa de la iglesia es la suegra de Pedro, la que se levanta de la postración y sirve a todos en la casa.

El jerarquicismo (organización piramidal de méritos y honores) constituye el primer peligro de la iglesia según Mc: es el peligro de una religión convertida en medio de seguridad y poder para sus ministros. Por eso, Marcos  ha escrito un evangelio donde la autoridad mesiánica se define como anti-poder y se expresa en la entrega de Jesús y en el valor supremo de los niños: ellos, los que no tienen poder, son los más importantes en la iglesia (9, 33-37; 10, 13-16), y con los niños la suegra, la abuela…. Lógicamente, en una iglesia así Mc no hay lugar para presbíteros, en la línea de aquellos que aparecen en las tradiciones de un judaísmo nacional, ni para fariseos (observantes, separados), escribas de la ley o sacerdotes, pues todos los discípulos son madres, hermanos y hermanas (cf. 3, 31-35; 10, 28-30).

Marcos sabe sin duda que en la iglesia hay “carismas” o servicios, pero no los legaliza ni instituye en clave de autoridad. Su evangelio no culmina con el establecimiento de la jerarquía, sino con la llamada (aparentemente frustrada, pero en el fondo triunfadora) para que los discípulos vayan a Galilea: las mujeres y discípulos con Pedro deben abandonar Jerusalén (lugar de poder sagrado y autoridad sacerdotal que lleva a la muerte: todo acaba allí en una tumba) y volver a Galilea, para contemplar de verdad a Jesús resucitado (¡allí le veréis!) e iniciar con él la misión definitiva (cf. 16,1-8), gran servicio del evangelio De ese nuevo comienzo no puede hablar ya Mc como texto; la respuesta debemos darla nosotros, los cristianos, pues, como hemos dicho, su evangelio es un relato inter-activo[2].

[1] El Santiago/Jacob  de Gal es hermano del Señor, el de Mc 10, 35-46 es zebedeo. Pero al presentar los riesgos de autoritarismo de Pedro y los zebedeos, Mc evoca el deseo de edificar la iglesia sobre columnas de poder, en la línea de Gal 2, 29.

[2] He desarrollado de manera muy extensa este argumento en  en mi Comentario de Marcos, VD,  Estella 2013. Mi lectura de Mc está vinculada a un largo diálogo de amistad y colaboración intelectual con M. Navarro, cuya obra Ungido para la vida. Exégesis narrativa de Mc 14, 3-9 y Jn 12, 1-8, Verbo Divino, Estella 1999, ha abierto cauces nuevos para la comprensión de la autoridad cristiana.

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