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“Ahora que las evangélicas ya somos una Religión”, por Carlos Osma.

Martes, 6 de febrero de 2024

Hooded burglar holds threats, violence in disguise generated by artificial intelligence

Imagen generada por inteligencia artificial

Del blog Homoprotestantes:

Las evangélicas españolas —ahora que somos plurinacionales— llevábamos unos años a punto de que, a quienes les hemos otorgado el honor de que nos pongan un nombre que nos dignifique —me refiero a políticos, medios de comunicación, poderes económicos y demás mandamases— nos dejaran de llamar secta y nos reconocieran como Religión —en mayúsculas para que quede claro que no somos de esas que no tienen notorio arraigo en suelo español—. Y en este 2023 por fin lo hemos conseguido. Algunes evangéliques creen que en realidad ocurrió mucho antes, concretamente en 2016, cuando Santiago Abascal bendijo a los pastores evangélicos de España asistiendo a uno de sus Desayunos de Oración anual para, según uno de sus tuits, «defender las raíces cristianas» —imagino que de España—. Pero no, por aquel entonces el ultraderechista Abascal era solo un visionario, y a nosotras todavía nos faltaba lo que hay que tener para ser una Religión respetable: alguna posibilidad de influencia, por remota que esta fuese.

Antes de continuar, y para que nadie se lleve a equívocos, aclaro que personalmente me siento arraigado en una tradición que aprendí de mi familia, y de muchas otras personas evangélicas, que me enseñaron que lo nuestro no es una Religión  —ni falta que nos hace— sino evangelio. En realidad la globalización religiosa no me interesa lo más mínimo, en lo que creo es en la globalización del evangelio, es decir: en la globalización de los derechos, la solidaridad, la misericordia, y el amor. Y la experiencia me dice que ambas globalizaciones se excluyen la una a la otra. Como decía José María Castillo:  «Evangelio y Religión son incompatibles. El enfrentamiento más claro, más fuerte, más peligroso es el enfrentamiento entre el Evangelio y la Religión». [1]

Esta tradición se ha perdido en el movimiento evangelical, que es el que lleva la voz cantante desde hace décadas dentro de la mayoría de iglesias e instituciones evangélicas del país. Ahora la ideología que triunfa es aquella que funde y confunde evangelio y Religión, el servicio con el poder.  No un evangelio al servicio de los vulnerables, sino del poder de las instituciones religiosas y de las personas que viven de ellas. El evangelio, no como un fin, sino como un medio. No para todes, sino para proteger los privilegios de unos cuantos. Y esto lo ha sabido leer mejor Vox que FEREDE [2], la AEE [3], o la inmensa mayoría de denominaciones evangélicas en España. Así que, cuando en este mes de mayo Pedro Sánchez avanzó de forma inesperada las elecciones generales, los evangélicos ya estábamos más que listos para que el PP, pero sobre todo Vox, nos dieran la bienvenida al mundo de las Religiones respetables en la gran España. Nuestros votos —aunque supusieran un pequeño porcentaje— podían decantar la balanza hacia la ultraderecha en una contienda electoral ajustadísima. Por eso, en aquel mismo mes, el por entonces portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, se afanaba en decir: «Nosotros mantenemos una relación fluida con la iglesia evangélica a lo largo de todos los días». [4]   Ese «a lo largo de todos los días» pretendía marcar diferencias con la puntual relación del PP con los evangélicos españoles, que tuvo su punto álgido y vergonzoso cuando la apóstol evangélica Yadira Maestre en un acto político del PP madrileño apareció orando —yo diría más bien que berreando— por la allí presente, Isabel Díaz Ayuso, presidenta popular de la Comunidad de Madrid.

Y sí, los evangélicos españoles nos hemos dejado querer por la ultraderecha de Vox, como los estadounidenses lo hacen por Trump, o los brasileños lo hicieron por Bolsonaro. Por eso, esta semana cuando veía por televisión las manifestaciones ultras, convocadas o jaleadas por Vox delante de las sedes del PSOE, donde se gritaba «España es cristiana y no musulmana», recordaba las palabras de Rocío Monasterio —presidenta provincial de Vox en Madrid— en una entrevista a Pedro Tarquis para la revista evangelical Protestante Digital: «Para mí, los evangélicos han sido un ejemplo»[5] Que fuésemos un ejemplo para una política que hacía solo unos días habían hecho unas declaraciones nauseabundas: «Se pagan 13.000 euros al mes por mena… muchos de ellos están causando terror en los barrios», [6] probablemente hablará muy bien de nuestra Religión evangélica, pero no del evangelio. También pensaba en otra entrevista —por cierto, también de Pedro Tarquis para la misma revista evangelical— en la que Iván Espinosa de los Monteros decía que por lo que había visto en las comunidades evangélicas que conocía, quien mejor representaba los valores evangélicos era Vox. [7] Y empecé a vislumbrar esos nuevos valores de la nueva Religión evangélica, mientras veía por televisión a jóvenes manifestantes delante de las sedes del PSOE. Todos criados en familias heteropatriarcales y de ultraderecha como Dios manda, con la cara tapada con un pasamontañas, haciendo saludos nazis, y gritando: «Marlaska, maricón», «Sánchez criminal, la soga te espera». Supongo que alguno de ellos será invitado por FEREDE o el CEM algún día a uno de sus Desayunos de Oración por España.

Toda esta deriva ultraderechista de la Religión evangélica nos debería hacer reflexionar sobre cuándo perdimos de vista el evangelio, o en qué momento nos quedamos callades cuando deberíamos haber levantado la voz. Quién nos convenció de que estábamos llamadas a imponer nuestra visión del mundo al resto de la sociedad. A nosotras, herederas de aquellas que quemaron por herejes en España en el siglo XVI, o que se revelaron poniendo su vida en peligro para defender la libertad de pensamiento y religión durante la Guerra Civil y el largo periodo de la dictadura franquista. ¿Cómo es posible que ahora tengamos tanto en común con quienes les echan de menos? Sé que dentro de nuestras comunidades hay voces que están llamando a volver al evangelio, a alejarnos de la Religión, pero necesitamos más voces y que griten más alto. Aunque las plataformas de comunicación y las instituciones que nos representan estén en manos evangelicales, no todo está perdido, el evangelio ha sido siempre eso: una voz marginal que se alza contra la Religión —Católica, Evangélica, Patriarcal, del Mercado, Armamentística… — para ponerse del lado de los seres humanos, y no de las cadenas con las que esta quiere controlarlos.

Carlos Osma

NOTAS:

[1] https://www.youtube.com/watch?v=grA0Ilb0pjs

[2] Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.

[3] Alianza Evangélica Española.

[4] https://www.europapress.es/nacional/noticia-vox-reivindica-relacion-fluida-iglesia-evangelica-frente-interes-electoral-pp-20230328132938.html

[5] https://protestantedigital.com/teide/66557/rocio-monasterio-para-mi-los-evangelicos-han-sido-un-ejemplo

[6] https://www.europapress.es/madrid/noticia-monasterio-asegura-comunidad-pagan-13000-euros-mes-menor-extranjero-no-estamos-eso-20230414201828.html

[7] https://protestantedigital.com/teide/66808/ivan-espinosa-con-14-anos-vivi-en-eeuu-con-una-familia-evangelica

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