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Militares gay de los EE UU dan la cara y explican cómo lucharon contra la discriminación.

Viernes, 4 de abril de 2014

Dustin Hiersekorn and Zachary Werth, Boise, ID 2011El fotógrafo y documentalista Vicent Cianni habló con un centenar de homosexuales de todos los cuerpos del ejército más poderoso del mundo. El libro “Gays in the Military” incluye retratos de 50 personas y sus historias.

 Los dos chicos de la foto se llaman Zachary Werth y Dustin Hiersekorn. El primero, nacido en 1987, fue miembro de la Guardia Nacional de reservistas voluntarios de los EE.UU entre 2007 y 2010 y lo excluyeron del cuerpo alegando falsos motivos de salud, una cortina de humo para camuflar que la expulsión estaba basada en la homosexualidad. Su compañero (1985) se alistó en 2010 en los Marines, la fuerza de asalto de infantes de marina del Ejército. A las dos semanas lo echaron. También adujeron razones falsas —miopía y astigmatismo en grados mucho mayores de los que padece— para ocultar la verdadera razón: Dustin es gay.

 Son un par de casos del centenar que recopiló el fotógrafo y documentalista Vincent Cianni (1952) durante casi cuatro años, desde noviembre de 2009 hasta junio de 2013, para mostrar los abusos contra los derechos humanos y la libertad sexual cometidos por los responsables políticos y mandos militares del ejército más poderoso del mundo, el de los EE.UU —casi 1,5 millones de soldados—, donde hasta 2011 la homosexualidad debía ser ocultada o era motivo de exclusión inmediata y sin honores. Desde 1993 se aplicaba la doctrina conocida como Don’t ask, Don’t tell (no preguntes, no te lo diré) —derogada por Obama en 2010—, que prohibía a cualquier gay revelar o mostrar su orientación sexual mientras durase el servicio en filas.

 Personas castigadas injustamente

El trabajo de Cianni aparece ahora en libro. Se titula Gays in the Military (Gays en el Ejército) y lo publica Daylight, una editorial sin fines de lucro especialiazada en obras sobre derechos humanos, minorías y desigualdades sociales. El fotoensayo [256 páginas, 45 dólares], con retratos y testimonios por escrito donde los implicados relatan los castigos, arbitrariedades y acosos que sufrieron en los cuarteles y misiones en el extranjero, abarca una selección de medio centenar de los casos documentados por el fotógrafo en su periplo en busca, como dice la editorial, de “personas castigadas injustamente”.

 Cianni visitó al centenar de homosexuales y lesbianas viajando por carretera, porque le parecía adecuado moverse a ras de suelo para contar la historia quienes sirvieron en unidades militares y mantuvieron en silencio su orientación y preferencia sexuales porque lo contrario significaba la pérdida del empleo y la deshonra. El fotógrafo asegura que encontró carreras perdidas de hombres y mujeres militares, muchos de ellos altamente cualificados, bien educados, patrióticos, valientes y productivos. La misión era “documentar cómo la prohibición de los militares sobre los efectivos en servicio de declararse abiertamente gays o lesbianas, que terminó hace tan sólo dos años y medio, afectó sus carreras en las fuerzas armadas y sus vidas civiles después”.

  El teniente de Inteligencia Bremer

 Entre los retratados hay militares  retirados, combatientes en la II Guerra Mundial,Vietnam, la Guerra del Golfo, Irak, Afganistán y otras misiones bélicas del siempre muy ocupado ejército de los EE.UU, pero también miembros en activo como Don Bramer, teniente de Inteligencia en la Armada, que fue entrevistado y retratado por Cianni antes de que fuese anulada la política Don’t ask, Don’t tell —en la foto aparece con el inmaculado uniforme blanco de oficial pero con la cara en semipenumbra por temor a represalias—. “Estoy desplegado con una unidad especial de inteligencia. Mi trabajo es ser el malo de la película para obtener información”, dice Bramer, que mantuvo en secreto durante años la homosexualidad y la relación de pareja con otro compañero.

 “La carga de silencio y la invisibilidad de cada día que nos sirvieron para aguantar. Peleamos más duro y nos entrenamos más duro para llevar el uniforme con la misma distinción que quienes nos rodean, añade el oficial, para quien la habilidad de “aprender a ser otra persona” que se demanda de los espías no era nada complicada. “Lo he estado haciendo toda mi vida”, explica.

 El maestro armero Joseph Rocha

 A Joseph Rocha, maestro armero en la Marina entre 2004 y 2007, intentaron hacerle la vida imposible en la Academia Naval.  ”Me dijeron que debía asegurar por escrito que no era gay para poder quedarme. Era la única manera: negar lo que soy. Tuve que hacerlo pero fue doloroso: estoy tan preparado como cualquiera para ser jefe de hombres y mujeres, estoy listo para ir a la guerra, estoy dispuesto a morir”.

 El almirante Alan M. Steinman sirvió en los Guardacostas entre 1972 y 1997 sin atreverse a salir del armario. En 2003, en el décimo aniversario del inicio de la política Don’t ask, don’t tell, establecida por Bill Clinton como parche cuando intentó prohibir todo tipo de discrimación sexual militar y no logró apoyos políticos para hacerlo, Steinman salió a la palestra, se presentó como gay ante la opinión pública y calificó el comportamiento de las instituciones y los mandos como “deliberadamente draconiano.

  Recortes en los beneficios de jubilación

 No es el único caso de oficial de alto rango que aparece en Gays in the Military. Muchos de los retratados recibieron medallas y condecoraciones al valor y ocuparon u ocupan puestos de nivel superior, como el teniente coronel de Aviación Victor Fehrenbach, con 400 horas de combate en Iraq, que se vio en la necesidad de pleitear contra el Ejército tras aparecer en un programa de televisión revelando su homosexualidad.

 “Mediante violaciones de los derechos civiles muchos de ellos sufrieron recortes en los beneficios de jubilación“, dicen desde la editorial, que recuerda el “largo historial de abusos” del Ejército de los EE.UU contra los homosexuales. El “estigma”, añaden, es “aún peor” cuando los gays y lesbianas intentan regresar a la vida civil, porque “pasaron toda su carrera militar bajo la amenaza de ser marginados y expulsados”, negándoles “la más básica de la intimidad”. Al “vivir una mentira” durante tanto años “muchas de sus emociones están reprimidas”.

 Durante su “intenso viaje” retratando y hablando con personas que fueron víctimas de injusticias y humillaciones degradantes, Cianni, que también es gay, señala que debió distanciarse del proyecto porque es un ferviente antimilitarista. “Tuve que alejarme personalmente y ver mi trabajo como una cuestión de derechos civiles y de derechos humanos y luchar por ello. Así que no importa cómo me sentía personalmente acerca de los militares o de la guerra (…) Llegué a entender a la gente y los sacrificios que hicieron”, declara en una entrevista con The New York Times.

 El libro incluye tres ensayos: Silent, Celibate and Invisible (En silencio, Célibe e Invisible), donde el almirante retirado Steinman  narra su paso por el Ejército desde el armario; otro del teniente de Inteligencia Bramer, Soul of a Sailor (El alma de un marinero), en el que confía en poder seguir en la Armada buscando “la libertad y la felicidad”, y un último de Alison Nordström, coordinadora de fotografía del museo George Eastman House, para quien los “poderosos retratos” de Cianni cumplen el papel de la fotografía como “ejercicio de dar testimonio y decir la verdad”.

Fuente: 20 Minutos

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