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“El gesto supremo”. Domingo de Ramos – B (Marcos 14,1–15,47)

Domingo, 24 de marzo de 2024
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Man hands palm up praying and worship of cross, eucharist therapy bless god helping, hope and faith, christian religion concept on sunset background.

Jesús contó con la posibilidad de un final violento. No era un ingenuo. Sabe a qué se expone si sigue insistiendo en el proyecto del reino de Dios. Es imposible buscar con tanta radicalidad una vida digna para los «pobres» y los «pecadores» sin provocar la reacción de aquellos a los que no interesa cambio alguno.

Ciertamente, Jesús no es un suicida. No busca la crucifixión. Nunca quiso el sufrimiento ni para los demás ni para él. Toda su vida se había dedicado a combatirlo allí donde lo encontraba: en la enfermedad, en las injusticias, en el pecado o en la desesperanza. Por eso no corre ahora tras la muerte, pero tampoco se echa atrás.

Seguirá acogiendo a pecadores y excluidos, aunque su actuación irrite en el templo. Si terminan condenándolo, morirá también él como un delincuente y excluido, pero su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no excluye a nadie de su perdón.

Seguirá anunciando el amor de Dios a los últimos, identificándose con los más pobres y despreciados del imperio, por mucho que moleste en los ambientes cercanos al gobernador romano. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá también él como un despreciable esclavo, pero su muerte sellará para siempre su fidelidad al Dios defensor de las víctimas.

Lleno del amor de Dios, seguirá ofreciendo «salvación» a quienes sufren el mal y la enfermedad: dará «acogida» a quienes son excluidos por la sociedad y la religión; regalará el «perdón» gratuito de Dios a pecadores y gentes perdidas, incapaces de volver a su amistad. Esta actitud salvadora, que inspira su vida entera, inspirará también su muerte.

Por eso a los cristianos nos atrae tanto la cruz. Besamos el rostro del Crucificado, levantamos los ojos hacia él, escuchamos sus últimas palabras… porque en su crucifixión vemos el servicio último de Jesús al proyecto del Padre, y el gesto supremo de Dios entregando a su Hijo por amor a la humanidad entera.

Para los seguidores de Jesús, celebrar la pasión y muerte del Señor es agradecimiento emocionado, adoración gozosa al amor «increíble» de Dios y llamada a vivir como Jesús, solidarizándonos con los crucificados

José Antonio Pagola

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“Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte”. Domingo 24 de marzo de 2024. Domingo de Ramos

Domingo, 24 de marzo de 2024
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24-ramosB cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 50,4-7: No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
Salmo responsorial: 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Filipenses 2,6-11: Se rebajo, por eso Dios lo levantó sobre todo.
Marcos 14,1-15,47: Pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte.

Un año más, pedimos disculpas a quienes buscarán un comentario bíblico-teológico «normal» para un domingo de Ramos; esperamos que podrán encontrarlo fácilmente en la red. Nosotros esta vez queremos volver a tratar de hacer un comentario pensando en aquellas personas que –como también nosotros ante el comentario que teníamos ya redactado– se sienten mal ante ese conjunto de conceptos bíblicos que se repiten y enlazan indefinidamente sin salir de un bucle teológico-litúrgico dentro el cual muchos de nosotros –que pensamos como personas seculares, de la calle, con las preocupaciones diarias de la vida– sentimos que casi nos asfixiamos.

En efecto, muchos de nuestros comentarios bíblicos al uso pareciera que se mueven en «otro mundo», un mundo propio de referencias teológicas intrasistémicas, que funcionan con una lógica diferente a la real, y que parecen estar de antemano inmunizados contra toda crítica, porque, en ese ambiente bíblico-litúrgico al que están destinados, en las homilías, todo debe ser escuchado y recibido sin discusión, sin espíritu crítico, «con mucha fe». Los que tenemos una fe más o menos crítica, una fe que no quiere dejar de ser de personas de hoy y de la calle, nos preguntamos: ¿es posible celebrar la semana santa de otra manera? ¿Así como buscamos «otra forma de creer», hay «otra forma de celebrar y acoger la semana santa»?

Veamos. Comencemos preguntándonos: ¿qué sienten, qué sentimos, ante la semana santa, muchas personas creyentes de hoy?

Muchos creyentes adultos (trabajadores, profesionales de las más variadas ramas, y también intelectuales, o simples personas cultas) se sienten mal cuando, en semana santa, por la especial significación de tales días, o por acompañar a la familia –y con el recuerdo de una infancia y juventud tal vez religiosa–, entran en una iglesia, captan el ambiente, y escuchan la predicación. Se sienten de pronto sumergidos de nuevo en aquel mundo de conceptos, símbolos, referencias bíblicas… que elaboran un mensaje sobre la base de una creencia central que fuera del templo uno nunca se encuentra en ningún otro dominio de la vida: la «Redención». Estamos en Semana Santa, y lo que celebramos –así perciben en el templo– es el gran misterio de todos los tiempos, lo más importante que ha ocurrido desde que el mundo es mundo: la «Redención»… El «hombre» fue creado por Dios (sólo en segundo término la mujer, según la Biblia), pero ésta, la mujer, convenció al varón para que comieran juntos una fruta prohibida por Dios. Aquello fue la debacle del plan de Dios, que se vino abajo, se interrumpió, y hubo de ser sustituido por un nuevo plan, el plan de la Redención, para redimir al ser humano que cayó en «desgracia de Dios» desde la comisión de aquel «pecado original», debido a la infinita ofensa que dicho «pecado» le infligió a Dios.

Ese nuevo plan, de Redención, exigió la «venida de Dios al mundo», mediante su encarnación en Jesús, para así «asumir nuestra representación jurídica ante Dios y pagar por nosotros a Dios una reparación adecuada» por semejante ofensa infinita. Y es por eso por lo que Jesús sufrió indecibles tormentos en su Pasión y Muerte, para «reparar» aquella ofensa y redimir así a la Humanidad, y consiguiéndole el perdón de Dios y rescatándola del poder del demonio bajo el que permanecía cautiva.

Ésta es la interpretación, la teología sobre la que se construyen y giran la mayor parte de las interpretaciones en curso durante la semana santa. Y éste es el ambiente ante el que muchos creyentes de hoy se sienten mal, muy mal. Sienten que se asfixian. Se ven trasladados a un mundo imaginario que nada tiene que ver ni con el mundo real de cada día, ni con el de la ciencia, el de la información, o el del sentido más profundo de su vida. Por este malestar, otros muchos cristianos no sólo se han marchado de la semana santa tradicional, sino que se han alejado de la Iglesia.

¿Hay otra forma de entender la Semana Santa, que no nos obligue a transitar por el mundo manido de esa teología en la que tantos ya no creemos?

¿«No creemos», hemos dicho? Ante todo hay que decir –para alivio de muchos– que efectivamente, se puede no creer en tal teología. No se trata de ningún «dogma de fe» (si lo fuera, tampoco ello la haría creíble). Se trata de una genial construcción interpretativa del misterio de Cristo, debida a la intuición medieval de san Anselmo de Canterbury, que desde su visión del derecho romano, construyó, «imaginó» una forma de explicarse a sí mismo el secreto sentido de la muerte de Jesús. Estaba condicionado por muchas creencias propias de la Edad Media, e hizo lo que pudo, y lo hizo admirablemente: elaboró una fantástica interpretación que cautivó las mentes de sus coetáneos tanto, que perduró hasta el siglo XXI. Habría que felicitar a san Anselmo, sin duda.

El Concilio Vaticano II es el primer momento eclesial que supone un cierto abandono de la hipótesis de la Redención, o, para decirlo de otra manera, de una interpretación de la significación de Jesús más allá de la Redención. Por supuesto que en los documentos conciliares aparece la materialidad del concepto, numerosas veces incluso, pero la estructura del pensamiento y de la espiritualidad conciliar van más allá de él. El significado de Jesús para la Iglesia posconciliar –no digamos para la Iglesia con espiritualidad de la liberación– deja de pasar por la redención, por el pecado original, por los terribles sufrimientos expiatorios de Jesús y por la genial «sustitución penal satisfactoria» ideada por Anselmo de Canterbury… Desaparecen estas referencias, y cuando sorpresivamente se oyen, suenan extrañas, incomprensibles, o incluso suscitan rechazo. Es el caso de la película de Mel Gibson, que fue rechazada por tantos espectadores creyentes, no por otra cosa que por la imagen del «Dios cruel y vengador» que daba por supuesta, imagen que, evidentemente, hoy no sólo ya no es creíble, sino que invita vehementemente al rechazo.

¿Cómo celebrar la semana santa cuando se es un cristiano que ya no comulga con esas creencias? Uno se siente profundamente cristiano, admirador de Jesús, discípulo suyo, seguidor de su Causa, luchador por su misma Utopía… pero se siente mal en ese otro ambiente asfixiante de las representaciones de la pasión al nuevo y viejo estilo de Mel Gibson, de los viacrucis, los pasos de las procesiones de semana santa, las meditaciones las siete palabras, las horas santasque retoman repetitivamente las mismas categorías teológicas del san Anselmo del siglo XI… estando como estamos en el siglo XXI…

Bajo la semana santa que oficialmente se celebra, no dejan de estar, allá, lejos, bien adentro de sus raíces ancestrales, las fiestas que los indígenas originarios ya hacían sus celebraciones sobre la base cierta del equinoccio astronómico. Se trata de una fiesta que ha evolucionado muy diferentemente en cada cultura, y muy creativamente al ser heredada de un pueblo a otro, y al contagiarse de una religión a otra. Una fiesta que fue heredada y recreada también por los israelitas nómadas como fiesta del cordero pascual, y después transformada por los israelitas sedentarios como fiesta de los panes ácimos, en recuerdo y como reactualización de la Pascua, piedra angular de la identidad israelita… Fiesta que los cristianos luego cristianizaron como la fiesta de la Resurrección de Cristo, y que sólo más tarde, con el devenir de los siglos, en la oscura Edad Media, quedó opacada bajo la interpretación jurídica de la redención…

¿Por qué quedarse, pues, prendidos de una interpretación medieval, cautivos de una teología y una interpretación que no es nuestra, que ya no nos dice nada, y que podríamos abandonar porque ya cumplió su papel? ¿Por qué no sentirse parte de esta procesión tan humana y tan festiva de interpretaciones y hermenéuticas, de mitos y «grandes relatos» incesantemente renovados y recreados, y aportar nosotros también a esta trabajada historia nuestra propia parte, lo que nos corresponde hoy, con creatividad, responsabilidad y libertad? No podemos dejar de pensar que «Otra semana santa es posible»… ¡y urgente! Y también legítima, por lo menos.

No vamos a desarrollar aquí nosotros una nueva interpretación de estas fiestas. Bástenos ahora cumplir una pretensión doble: aliviar a los que se sentían culpables por desear que «otra semana santa fuera posible», por una parte, y, por otra, de invitar a todos a la creatividad, libre, consciente, responsable y gozosa. No en todas partes o en cualquier contexto será posible, pero sí lo será en muchas comunidades concretas. Si no lo es en la mía, podría serlo en alguna otra comunidad más libre y creativa que tal vez no esté muy lejos de la mía… ¿por qué no preguntar, por qué no buscarla?

Aunque los señalaremos concretamente en los próximos días, recordamos que los temas de la Pasión de Jesús están recogidos ampliamente en la serie «Un tal Jesús», principalmente en los episodios 106 a 126. Los audios y los guiones de estos episodios pueden recogerse libremente de http://radialistas.net/category/un-tal-jesus/ Por su carácter dramatizado, y por la mentalidad crítica con la que ya pudo ser escrita hace treinta años, la serie «Un tal Jesús» presenta, de un modo muy pedagógico, la visión de la vida de Jesús desde la perspectiva de la teología de la liberación. Leer más…

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24.3.24. Ungido por una mujer. Pregón de Semana Santa

Domingo, 24 de marzo de 2024
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IMG_3735Del blog de Xabier Pikaza:

Este domingo proclama la Iglesia la Pasión del Señor según el evangelio de Marcos (Mc 14-15), que comienza por la unción de Betania (M 14,3-8). Es el primero y, en algún sentido, el más importante de los textos de la Semana Santa.

Que cada uno lea por sí mismo el evangelio. Yo lo comento aquí, desde la perspectiva de esta mujer de la unción y de las mujeres de la semana Santa. Buen día, buena semana a todos.

PRINCIPIO, UNAS MUJERES

Ellas permanecieron al lado de Jesús cuando los demás se fueron y así forman el lazo de unión entre Galilea y Jerusalén, entre el mensaje y camino de sanación y acogida de Jesús, de perdón y comunión, y su presencia/ esperanza de reino. Fracasó el “programa” de los Doce, su visión del Reino, y con ellos pudo fracasar el mismo programa de Jesús, pues no podemos suponer que él confiara en que su proyecto de Reino lo retomaran y llevaran adelante unas mujeres [1].

Ante la Cruz (Mc 15, 40-41): «Había unas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena y María, la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé. Las cuales le habían seguido cuando estaba en Galilea y le habían servido, con otras muchas, que habían subido también con él a Jerusalén». Estas son las verdaderas discípulas/amigas de Jesús, las que van a servir como enlace entre su vida y el surgimiento de la iglesia pascual. El evangelio de Juan introduce el mismo dato tradicional: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofás y María Magdalena” (Jn 19, 25).

– En el entierro (Mc 15, 47). «Y María Magdalena y María la de José miraban dónde le enterraban». Parece claro que ni familiares ni discípulos varones (los Doce) pudieron enterrar a Jesús. No recibieron su cadáver, no pudieron realizar los ritos de despedida ni esperanza de resurrección (o de acogida en manos de Dios). Parece claro que a Jesús le enterraron por orden y bajo dirección del Sanedrín judío), según ley (para que cadáver colgado de un madero no contaminara la tierra en tiempo de pascua: Jn 19, 31): Según Marcos, el entierro lo dirige un hombre rico, José de Arimatea. Pero las que de verdad conservan el testimonio de la sepultura y lo han transmitido a la iglesia son estas mujeres, y entre ellas

Ante la tumba vacía, mensaje pascual (Mc 16, 1-8):Fueron muy de mañana María Magdalena, y María la de Santiago y Salomé… (16, 1). Ellas compraron los perfumes y fueron para ungir a Jesús, descubriendo la tumba estaba abierta y vacía y recibiendo el mensaje del joven de pascua: Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo habían colocado. Pero id, decir a sus discípulos y a Pedro que él os precede a Galilea, que allí le veréis, como os dijo (16, 6-7).

FINAL  DESDE UNA TUMBA, MENSAJE DE MUJERES (M 16, 1-8)

Las cosas se pueden contar de varias formas, y así las contaron Pablo (1 Cor 15, 3-8), el Evangelio apócrifo de Pedro y Mt 28, 1-4. Pero la fuente principal de nuestra visión de Pascua es Mc 18, 1-8  que vincula elementos de historia  “historia de pascual” y de comienzo de iglesia.

Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé compraron aromas para ungirle. Muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro, cuando salía el sol y se decían una a otra: ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron que la piedra había sido movida, aunque era muy grande. Y cuando entraron al sepulcro vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con una túnica y se asustaron. Pero él les dijo: No temáis. Buscáis a Jesús nazareno, el crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Mirad el lugar donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que os precede a Galilea. Allí le veréis, como él os dijo. Ellas salieron y huyeron del sepulcro, porque estaban aterrorizadas y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, tenían miedo (Mc 16, 1-8).

 Las mujeres buscaban su cuerpo, pero, en lugar del cadáver, vieron un vacío y un ángel/palabra que decía: «no está aquí». La palabra del ángel de pascua (id a Galilea… allí le veréis, auton opsesthe, como os dijo, Mc 16, 7) abre desde las mujeres (para todos los amigos de Jesús) el horizonte del Reino, un camino de fe y compromiso.

Las mujeres querían ungir el cadáver de Jesús, para sellar su vida en una sepultura: pero descubrieron que su tumba estaba abierta y escucharon la palabra del ángel diciendo que había resucitado. Vieron que Jesús no estaba en la tumba y pudieron pensar que resucitaría con todos los muertos, al fin de los tiempos.

También pudieron pensar que había resucitado de manera fantasmal, como se dice que resucitaron algunos de los que aguardaban en las tumbas vecinas de Jerusalén, en el valle de Josafat (cf. Mt 27, 52-53). Pero en contra de eso, el ángel de Marcos afirma Jesús nazareno ha resucitado y que Pedro y sus discípulos debían volver a Galilea para encontrarle y retomar su camino, pues la tumba de Jerusalén estaba vacía.

 Este pasaje nos sitúa un cambio radical en la visión de la historia, un cambio que ha empezado a producirse en este mismo mundo una vez y para siempre, algo que las mujeres han descubierto con un tipo de intuición más honda, una experiencia que cambia la historia humana. Ésta es la mutación de Jesús, su tumba abierta, una mutación externamente pequeña (nadie la advierte, sólo ellas), pero que se agranda y extiende hasta llenar toda la tierra, como la pequeña piedra de Daniel, que baja del Monte de Dios y destruye la idolatría de este mundo viejo (cf. Dan 2, 34; 7, 24).

Así ha cambiado la forma de entender a Jesús y su mensaje, aunque el texto sigue diciendo que ellas, las mujeres, no fueron a Galilea, de manera que todavía no se ha cumplido la experiencia plena de pascua, sino que está para cumplirse cuando ellas, con Pedro y los discípulos vuelvan a Galilea. Ese símbolo de la tumba vacía, entendida como ausencia de Jesús y como hueco donde se visibiliza su nuevo mandato (id a Galilea para verle), muestra en germen todo el cristianismo. A partir de aquí, los amigos de Jesús (apoyados en el testimonio de estas mujeres) podrán proclamar el misterio de, Jesús, como centro de la nueva vida de sus seguidores.

Sólo unas mujeres han podido iniciar esta mutación. Ellas habían acompañado a Jesús como amigo durante el tiempo de la vida y no le «traicionaron» nunca, sino que estuvieron ante su cruz y quisieron despedirle desde el otro lado de su muerte (llorar por él, guardando su luto), descubriendo que él estaba vivo. De esa forma, Magdalena y las otras amigas supieron que Jesús estaba vivo, es decir, resucitado, en ellas y con ellas, ofreciéndoles su amor y confiándoles la tarea de continuar su movimiento.

 MENSAJE CENTRAL, UNCIÓN DE JESÚS. EN MEMORIA DE ELLA (MC 14, 3-9).

El texto nos sitúa en un contexto de comida funeraria, en el entorno de Jerusalén, donde los amigos de Jesús se reúnen tras su muerte, como sabemos por otras fuentes (cf. Mc 16, 14, final canónico), Hch 1, 4, Lc 24 y Jn 21. La escena sucede en Betania, lugar donde Jn 11 Juan ha situado la resurrección de Lázaro, signo y expresión de la de Cristo. Pues bien, en nuestro caso, los (algunos) discípulos se han reunido en ese entorno de muerte, en casa de Simón leproso, para recordar a Jesús crucificado y despedirle ritualmente, en un simposio funerario.

Precisamente allí donde se esperaban palabras de luto y memorias de muerte (historias y llantos de exequias), emerge una mujer y realiza un gesto de profundo simbolismo, con perfume, para mostrar que el muerto (Jesús) vive, de forma que ellos deben transformar el llano de muerte en perfume y palabra de resurrección.

Y estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado [a la mesa], vino una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume de nardo auténtico, muy caro. Rompió el frasco y se lo derramó sobre su cabeza. Algunos estaban indignados y comentaban entre sí. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho conmigo una obra buena. A los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis, pero a mí no siempre me tendréis. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura. En verdad os digo: en cualquier lugar donde se anuncie el evangelio en todo el cosmos se dirá también lo que ha hecho esta mujer, para memoria de ella (Mc 14, 3-9).

             Siguiendo una costumbre inmemorial, familiares y amigos del difunto se reúnen para honrarle, mientras comen y recuerdan (repiten) sus historias, vinculando la afirmación de vida de aquellos que quedan (que comen para vivir) y la narración de la historia del muerto, para que descanse en paz permanezca entre ellos en forma de memoria buena. Precisamente aquí se expresa según Mc 14, 3-9 la primera y más honda experiencia de pascua, como irrupción de vida .

La despedida de Jesús se realiza en casa de Simón Leproso, un hombre que no pertenece a la sociedad “limpia” de aquellos que han matado a Jesús). El texto parece situarnos así ante el recuerdo de una fraternidad oculta (como soterrada), que no está presidida por familiares (quienes, lógicamente, deberían ofrecer el banquete por el muerto) ni por discípulos oficiales (que deberían ser promotores de una banquete de recuerdo de Jesús), sino por un leproso y una mujer innominada que confiesan el sentido de la muerte y vida de Jesús.

Aquellos que quisieron honrar a Jesús como muerto amado, recordado, no fueron en principio sus familiares y discípulos oficiales, sino esta mujer y el leproso de Betania, en cuya casa se celebra el banquete. Este dato sorprendente cuada bien dentro de la lógica del evangelio, con un leproso impuro, uno de aquellos a quienes Jesús había curado (cf. Mc 1, 40-45), y una mujer que confiesa su amor por Jesús perfume. Las autoridades (que guardan la limpieza oficial del pueblo han condenado matado a Jesús como impuro. Pero este leproso le recuerda ofreciendo en su honor (por su memoria) una comida.

Una mujer confiesa que está vivo. No se dice quién es, de dónde viene, sino, simplemente, que es mujer y que proclama con un gesto de profundo simbolismo el sentido de Jesús, a quien evoca como presencia de vida en la muerte, perfume que se expande desde el frasco roto, no para acompañar en su travesía de silencio al muerto, sino para anunciar que está vivo, como indica en otro contexto Pablo (cf. 2 Cor 2, 14-16).Normalmente, en una situación como ésa, los hombres cuentan y cantan la historia del muerto, en un tipo de celebración que transforma la ausencia en presencia de vida, en un contexto de comunión alimenticia). Pues bien, esta mujer no cuenta nada (no dice palabra, pero trae un perfume valioso de sepultura y lo derrama ante todos, ungiendo simbólicamente a Jesús como presencia de vida.

En la comida habitual de adiós por un difunto, se recordaba y exaltaba su memoria, para que descansara (durmiera) en paz, como antepasado venerable, para que el dolor de muerte por su fallecimiento se volviera presencia pacificadora de esperanza. Esta mujer no es una plañidera, ni se suma a la lista de aquellos que cuentan con nuevas palabras la historia del muerto y que lloran para despedirle, sino que realiza un gesto provocador que transforma el dolor por los muertos en esperanza de resurrección, derramando sobre la cabeza (simbólica) de Jesús el perfume caro, rompiendo el frasco (como el cuerpo de Jesús, roto por la muerte) para que la fragancia de su vida se extienda por toda la casa, venciendo.

Algunos presentes murmuran. Marcos parece identificarles con los Doce, que condenan a la mujer y de esa forma, implícitamente, rechazan el mensaje de muerte de Jesús que ella proclama, pues sólo piensan en dinero. Ellos también cultivan la memoria de Jesús, pero en realidad lo hacen para rechazar su novedad y negar su sentido (negando su mensaje). El texto nos sitúa, por lo tanto, ante la primera disputa pascual, ante dos formas de entender la misión y muerte de Jesús, distinguiendo a las mujeres del sepulcro vacío/roto que exhala su perfume y a los hombres que solo piensan en dinero. Leer más…

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Domingo de Ramos. Ciclo B

Domingo, 24 de marzo de 2024
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A8 DOMINGO DE RAMOS jpgDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Este domingo se lee el relato de la Pasión de Jesús en el evangelio de Marcos, precedido de dos lecturas: una del libro de Isaías y otra de la carta a los Filipenses. Dada su extensión, la Conferencia Episcopal permite que, atendiendo a la índole de la asamblea, se lea una sola de las dos lecturas, o incluso que solo se lea el evangelio. Pero ambas ayudan grandemente a comprender la pasión de Jesús.

El Siervo (Jesús) acepta el plan de Dios (Isaías 50,4-7)

«Jesús murió porque hizo la cosa más inadecuada (entrada triunfal) en el momento más inadecuado (semana de Pascua) y en el sitio más inadecuado (Jerusalén)». ¿Una imprudencia? ¿Un suicidio? La lectura de Isaías indica que Jesús sabe perfectamente que le esperan golpes, insultos y salivazos. Ha sido el Padre quien se lo ha comunicado. Y él no se echó atrás. Lo aceptó, convencido de que el Padre lo ayuda y no quedará defraudado. Al mismo tiempo, el Padre le ha encomendado «decir al abatido una palabra de aliento». Y quien sufre hasta la muerte es la persona más capacitada para animar a los que sufren.

El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo,

para saber decir al abatido una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído,

para que escuche como los discípulos.

El Señor Dios me abrió el oído;

yo no resistí ni me eché atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,

las mejillas a los que mesaban mi barba;

no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.

El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;

por eso endurecí el rostro como pedernal,

sabiendo que no quedaría defraudado.

Por la cruz a la victoria (Filipenses 2,6-11)

El Siervo estaba convencido de que no quedaría defraudado. Y eso mismo ocurre con Jesús. La lectura de la pasión no es la historia de un fracaso, sino de un triunfo. A la muerte más cruel e infamante, la de cruz, sigue el nombre sobre todo nombre y la adoración de todas las creaturas.

Cristo Jesús, siendo de condición divina,

no retuvo ávidamente el ser igual a Dios;

al contrario, se despojó de sí mismo

tomando la condición de esclavo,

hecho semejante a los hombres.

Y así, reconocido como hombre por su presencia,

se humilló a sí mismo,

hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todo

y le concedió el nombre sobre todo nombre;

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble

en el cielo, en la tierra, en el abismo,

y toda lengua proclame:

Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Pasión de Jesucristo según san Marcos (14,1-15,47)

Este domingo se lee el relato de la Pasión de Jesús en el evangelio de Marcos. Dada su extensión me limito a sugerir dos puntos de atención (Jesús y sus discípulos) y a ofrecer cuatro posibles lecturas de la pasión.

¿Quién es Jesús?

El relato del capítulo 15 supone un gran contraste con el de los dos capítulos anteriores, 13-14. En estos, Jesús se enfrenta a toda clase de adversarios en diversas disputas y los vence con facilidad. Ahora, los adversarios, derrotados a nivel intelectual, deciden vencerlo a nivel físico, matándolo (14,1). Lo que más se destaca en Jesús es su conocimiento y conciencia plena de lo que va a ocurrir: sabe que está cercana su sepultura (14,8), que será traicionado por uno de los suyos (14,18), que morirá sin remedio (14,21), que los discípulos se dispersarán (14,27), que está cerca quien lo entrega (14,42). Las palabras que pronuncia en esta sección están marcadas por esta conciencia del final y tienen una carga de tristeza. Como cualquiera que se acerca a la muerte, Jesús sabe que hay cosas que se pierden definitivamente: la cercanía de los amigos (“a mí no siempre me tendréis con vosotros”: 14,7), la copa de vino compartida (14,25). No falta un tono de esperanza: del vino volverá a gozar en el Reino de Dios (14,25), con los discípulos se reencontrará en Galilea (14,28). Pero predomina en sus palabras un tono de tristeza, incluso de amargura (14,37.48-49), con el que Marcos subraya ―una vez más― la humanidad profunda de Jesús.

Cuatro veces se debate en estos capítulos la identidad de Jesús: el sumo sacerdote le pregunta si es el Mesías (14,61), Pilato le pregunta si es el Rey de los judíos (15,2), los sumos sacerdotes y escribas ponen como condición para creer que es el Mesías que baje de la cruz (15,31-32), el centurión confiesa que es hijo de Dios (15,39). A la pregunta del sumo sacerdote responde Jesús en sentido afirmativo, pero centrando su respuesta no en el Mesías, sino en el Hijo del Hombre triunfante (14,62). A la pregunta de Pilato responde con una evasiva: “tú lo dices” (15,2). A la condición de los sumos sacerdotes y escribas no responde. Cuando el centurión lo confiesa hijo de Dios, Jesús ya ha muerto. 

Los discípulos

Los datos son conocidos. Se entristecen al enterarse de que uno de ellos lo traicionará; pero, llegado el momento, todos huyen. Una vez más, Pedro desempeña un papel preponderante. Se considera superior a los otros, más fiel y firme (14,29), pero comenzará por quedarse dormido en el huerto (14,37) y terminará negando a Jesús (14,66-72). En este contexto de abandono total por parte de los discípulos adquiere gran fuerza la escena final del Calvario, cuando se habla de las mujeres que no sólo están al pie de la cruz, sino que acompañaron a Jesús durante su vida (15,40-41).

Cuatro lecturas posibles de los relatos de la pasión de Jesús.

La lectura de identificación personal y afectiva

            El testimonio escrito más antiguo que poseemos en este sentido es el de san Pablo. A veces, cuando habla de la muerte de Jesús, lo hace con frialdad dogmática, recordando que murió por nuestros pecados. Pero en otra ocasión lo enfoca de manera muy personal y afectiva: “He quedado crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Y mientras vivo en la carne vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gal 2,19-20). En línea parecida, san Ignacio de Loyola, en la tercera semana de los Ejercicios espirituales, cuando se contempla la pasión, el ejercitante debe pedir “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, llanto, pena interna de tanta pena como el Señor pasó por mí”.

La lectura indignada

            Es la que practicamos todas las mañanas al leer el periódico, cuando acompañamos la lectura de los titulares y de las noticias con toda suerte de imprecaciones, insultos y maldiciones. Los relatos de la pasión cuentan tal cantidad de atropellos, injusticias, traiciones, que se prestan a una lectura indignada. Sin embargo, los evangelios nunca invitan al lector a indignarse con la traición de Judas, a maldecir a las autoridades judías o romanas que condenan a Jesús, a insultar a quienes se burlan de él, a sentir como en el propio cuerpo los azotes, la corona de espina o los clavos, a llorar la muerte de Jesús. En ningún momento pretenden los evangelios excitar los sentimientos y, mucho menos, fomentar el sentimentalismo.

La lectura detallada

https://www.dropbox.com/s/1fm0ubby7kr5mue/La%20Pasi%C3%B3n%20de%20Jes%C3%BAs%20en%20el%20evangelio%20de%20Mc.docx?dl=0

Ofrezco un extenso comentario, que puede bajarse de la dirección indicada. En el ángulo superior derecho aparecerán dos ventanitas: COMPARTIR y ABRIR. Se pulsa ABRIR y se elige la opción que prefiera.

Presto gran atención a cuatro aspectos:

1) la división minuciosa de cada episodio, que a veces quizá parezca exagerada, como cuando distingo siete momentos en el relato de la oración del huerto; pero es la única forma de no pasar por alto detalles importantes.

2) los protagonistas, advirtiendo qué hacen o no hacen, qué dicen o no dicen, cómo reaccionan, por qué motivos se mueven, qué sienten.

3) la acción que se cuenta y sus presupuestos; a veces predominará lo informativo, ya que ciertos detalles a veces no se conocen bien, como la celebración de la Pascua en el mundo judío y en Qumrán o el proceso ante el Sanedrín.

4) el arte narrativo de Mc, que a menudo no se tiene en cuenta, pero que sirve también para captar su teología.

Este tipo de lectura, aunque aplique el mismo método a todas las escenas, pone de relieve lo típico de cada una de ellas y deja claro que el relato de la pasión está formado por episodios aparentemente cotidianos y por otros terriblemente dramáticos, como la oración del huerto. Lo importante es captar el espíritu y mensaje de cada episodio y el mensaje global de cada evangelio.

La lectura interactiva y orante

            Sería la respuesta personal al comentario anterior, reflexionando cada cual sobre lo que el texto le sugiere y lo que le invita a pedir.

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Domingo de Ramos. 28 de marzo, 2021

Domingo, 24 de marzo de 2024
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El Señor los necesita”.

(Mt 21, 1-10)

El Domingo de Ramos es la puerta grande de la Semana Santa. Después el camino se irá estrechando y haciéndose cada vez más difícil, pero empieza a lo grande.

Jerusalén, la Ciudad Santa, recibe a Jesús entre gritos de júbilo y alabanza. Al llegar Jesús la gente espontáneamente empieza a alfombrar el camino con sus capas y con ramos. Y aclaman al que llega: “-Viva, bendito el que viene en nombre del Señor!¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Viva el Altísimo!”

Es una explosión de alegría que nadie sospecha que acabará dramáticamente. O quizá sí. El protagonista parece saber muy bien de qué va la historia. Es una historia de amor entregado.

Pero, ¿esas gentes que gritan alegres pueden sospechar que unos días más tarde vocearán el terrible: “-¡Crucifícale!, ¡Crucifícale!”?

Con todo, ¡no adelantemos acontecimientos! No vale, nosotros ya conocemos el final…

Pero hoy es Domingo de Ramos y en medio de todos esos gritos y gestos de alegría hay un detalle tierno que nos puede pasar desapercibido.

El Señor los necesita”. ¿A quién necesita el Señor? Tendríamos que preguntar a las personas expertas pero en todo el evangelio solo aparece una necesidad de Jesús y es esta.

Jesús manda a sus discípulos con este recado: “Y si alguien os dice algo, diréis que el Señor los necesita, pero en seguida los devolverá.

¡Una borrica y su pollino! Eso es lo que Jesús necesita, y solo un ratito, porque “los devolverá pronto”. Es el gran día de Jesús, pero él solo necesita una borrica y su pollino. ¿Qué necesitaríamos nosotros si fuera nuestro gran día? ¿Pensaríamos en una borrica? ¡No! También es verdad que aquí, en nuestro primer mundo, una borrica es casi un animal exótico (¿quién ha visto de cerca una borrica en el último año?).

En tiempos de Jesús también era algo especial. No todo el mundo tenía una borrica. El mismo Jesús la toma prestada. Pero ya que tenía que pedirlo prestado podría haber pedido un caballo. Sin embargo a él le va lo humilde y además quiere “necesitarlo”. ¡Qué suerte!

Oración

Déjanos, en este Domingo de Ramos, ser la borrica. Deja que sintamos que nos necesitas. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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Dios ni consintió, ni quiso, ni menos aún exigió la muerte de Jesús, para perdonarnos.

Domingo, 24 de marzo de 2024
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Mc 14-15

Aunque la liturgia comience con el recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén, no podemos pensar que fue una entrada triunfal. Hubiera sido la ocasión ideal, que los dirigentes judíos estaban esperando, para prender a Jesús. La subida a Jerusalén por la fiesta de Pascua se hacía siempre en grupo (un pueblo, una familia o una facción). Era siempre una romería, y esto implicaba fiesta y alegría (cantar, bailar, agitar ramos u otros objetos vistosos). Lo narran los cuatro evangelios, pero en Mt y Jn encontramos la verdadera razón del relato: para que se cumpla la Escrituras, “mira a tu Rey que viene…

Lo verdaderamente importante, en el relato de la pasión, está más allá de lo que se puede narrar. Lo esencial de lo que ocurrió no se puede meter en palabras. Lo que los textos nos quieren trasmitir hay que buscarlo en la actitud de Jesús, que refleja plenitud de humanidad. Lo importante no es la muerte física de Jesús sino descubrir por qué le mataron, por qué murió y cuáles fueron las consecuencias de su muerte para los discípulos. La Semana Santa es la ocasión privilegiada para plantearnos la revisión de nuestros esquemas teológicos sobre el valor de la muerte en la cruz.

Estamos en el mejor momento del año para tomar conciencia de la coherencia de toda la vida de Jesús. Dándose cuenta de las consecuencias de sus actos, no da un paso atrás y las acepta plenamente. Es una advertencia para nosotros, que estamos siempre acomodando nuestra conducta para evitar consecuencias desagradables. Sabemos que nuestra plenitud está en darnos a los demás, pero seguimos calculando nuestras acciones para no ir demasiado lejos, poniendo límites “razonables” a nuestra entrega; sin darnos cuenta de que un amor calculado no es más que egoísmo camuflado.

Los textos que han llegado a nosotros no son de fiar porque están escritos desde una visión pascual de la pasión y muerte y no pretenden informarnos de lo que pasó sino darnos una teología sobre los hechos. Hoy sabemos que le mataron los romanos por miedo a un levantamiento contra Roma. Pero lo que sabemos sobre Jesús no da pie para pensar que fuese un sedicioso. Lo más probable es que los jefes religiosos dieran a Pilato argumentos para que pensara que Jesús podía ser un peligro real para el imperio.

La muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos de su pueblo. Rechazo a sus enseñanzas y a su persona, por intentar purificar su religión. No pensemos en un rechazo gratuito y malévolo. Fariseos, escribas y sacerdotes no eran gente depravada que se opusieron a Jesús porque era bueno. Eran gente religiosa que pretendía ser fiel a la voluntad de Dios, que ellos encontraban en la Ley. También para Jesús era prioritaria la voluntad del Padre, pero no la buscaba en la Ley sino en el hombre. Su muerte manifiesta lo radical de la oposición.

Era Jesús el profeta, como creían los que le seguían, o era el antiprofeta que seducía al pueblo. La respuesta no era tan sencilla. Por una parte, Jesús iba claramente contra la interpretación de la Ley y el culto del templo, signos inequívocos del antiprofe­ta. Pero por otra, los signos de amor eran una muestra de que Dios estaba con él, como apuntó Nicodemo. Lo mataron porque denunció a las autoridades que, con su manera de entender la religión, oprimían al pueblo. Le mataron por afirmar, con hechos y palabras, que el valor del hombre concreto está por encima de la Ley y del templo.

Nunca podremos saber lo que Jesús experimentó ante su muerte. Ni era un inconsciente ni era un loco ni era masoquista. Tuvo que darse cuenta de que los jefes querían eliminarlo. Lo que nos importa a nosotros es descubrir las poderosas razones que Jesús tenía para seguir diciendo lo que tenía que decir y haciendo lo que tenía que hacer, a pesar de que estaba seguro que eso le costaría la vida. Tomó conscientemente la decisión de ir a Jerusalén donde estaba el peligro. Que le importara más ser fiel a sí mismo que salvar la vida, es el dato que nosotros debemos valorar. Demostró que la única manera de ser fiel a Dios es ponerse del lado del oprimido y defenderlo, aun a costa de su vida.

No se puede pensar en la muerte de Jesús, desconectándola de su vida. Su muerte fue consecuencia de su vida. No fue una programación por parte de Dios para que su Hijo muriera en la cruz y de este modo nos librara de nuestros pecados. Jesús fue plenamente un ser humano que tomó sus propias decisiones. Gracias a que esas decisiones fueron las adecuadas, de acuerdo con las exigencias de su verdadero ser, nos han marcado a nosotros el camino de la verdadera salvación. Si nos quedamos en el mito del Hijo, que murió por obediencia al Padre, hemos malogrado su muerte y su vida.

Hay explicaciones teológicas de la muerte de Jesús que se siguen presentando a los fieles, aunque la inmensa mayoría de los exégetas y de los teólogos las han abandonado hace tiempo. No debemos seguir interpretando la muerte de Jesús como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús desplegó en su vida. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo. Ni podemos ofender a Dios ni Él se puede sentir ofendido.

Para los discípulos la muerte fue el revulsivo que los llevó al descubrimiento de lo que era verdaderamente Jesús. Durante su vida lo siguieron como el amigo, el maestro, incluso el profeta; pero no pudieron conocer el verdadero significado de su persona. A ese descubrimiento llegaron por un proceso de maduración interior, al que solo se puede llegar por experiencia. La muerte de Jesús les obligó a esa profundización en su persona y a descubrir en aquel Jesús de Nazaret, al Señor, al Mesías al Cristo y al Hijo. En esto consistió la experiencia pascual. Ese mismo recorrido debemos hacer nosotros.

A nosotros hoy, la muerte de Jesús nos obliga a plantear la verdadera hondura de toda vida humana. Jesús supo encontrar, como ningún otro ser humano, el camino que debemos recorrer todos para alcanzar plenitud humana. Amando hasta el extremo, nos dio la verdadera medida de lo humano. Desde entonces, nadie tiene que romperse la cabeza para buscar el camino de mayor humanidad. El que quiera dar sentido a su vida no tiene otro camino que el amor total, hasta desaparecer.

La interpretación de la muerte de Jesús determina la manera de ser cristiano. Ser cristiano no es subir a la cruz con Jesús, sino ayudar a bajar de la cruz a tanto crucificado que hoy podemos encontrar en nuestro camino. Jesús, muriendo de esa manera, hace presente a un Dios sin pizca de poder, pero repleto de amor, que es la fuerza suprema. En ese amor reside la verdadera salvación. El “poder” de Dios se manifiesta en la vida de quien es capaz de amar entregando todo lo que es.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Domingo de Ramos.

Domingo, 24 de marzo de 2024
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Mc 14, 1-15, 47

«¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?»

No es probable que hubiese mucha gente en Jerusalén que conociese a Jesús. El propio Mateo dice en su evangelio que los judíos se preguntaban: «¿Quién es éste?» … y les contestaban: «Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea» … Esto nos hace pensar que fueron los propios galileos que habían acompañado a Jesús a Jerusalén a celebrar la Pascua, los que quisieron preparar una entrada triunfal para reivindicar a su profeta.

Llama la atención que Jesús se prestase a ello, y que cuando los fariseos le pidieron que reprendiese a los discípulos que le aclamaban como mesías, él se negase: «Os aseguro que si estos callan gritarán las piedras». Jesús sabía que en Jerusalén se jugaba el todo por el todo, y es probable que llegase allí con la idea de jugar fuerte desde el primer momento; de llevar la iniciativa hasta que lograse la conversión de los judíos o hasta que las autoridades judías acabasen con él.

Y esta determinación nos puede ayudar a entender su entrada triunfal en Jerusalén, su contestación tajante a los fariseos que le increparon, el desalojo de los mercaderes del Templo y el tono desafiante empleado con los sacerdotes que habían presenciado la escena… También nos ayuda a comprender por qué, a partir del día siguiente, se presentó cada día en el Templo a predicar a los judíos desde las gradas del pórtico de Salomón; a urgirles a aceptar la buena Noticia; o por qué se enfrentó con violencia a todos los estamentos políticos y religiosos de Israel…

Si miramos ahora al otro lado de la escena, vemos a las autoridades alarmadas ante el entusiasmo que generaba en el pueblo; temerosas de que llegase un momento en que no fuesen capaces controlar la situación. Jesús contaba sólo con el poder de su palabra, mientras que los sacerdotes contaban con todo el poder y con el apoyo de la clase dirigente de la sociedad judía de la que formaban parte. Además, estaban espoleados por unas ganas irrefrenables de acabar con aquel impostor que ponía en riesgo su estatus y su influencia…

Y ésta es nuevamente una escena para contemplar; para saborear. Por una parte, Jesús, el carpintero de un pueblecito de Galilea, solo en medio de la gran urbe jugándose la vida para llevar la buena Noticia al mismo corazón de Judea. Por otra, saduceos, sacerdotes, levitas, doctores, fariseos, ricos y poderosos, tratando de destruirle y fracasando hasta que uno de sus discípulos decidió traicionarle.

Miguel Ángel Munárriz Casajús

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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Pasión de Jesús, ayer. Pasión del mundo, hoy.

Domingo, 24 de marzo de 2024
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IMG_5405Domingo de pasión, 24 de marzo de 2024.

Marcos 15, 1-39

María, una de las discípulas de Jesús, llora desconsoladamente. Fue a celebrar la Pascua a Jerusalén, y vuelve a Galilea rota de dolor, como si le hubieran quebrado los huesos. Va a visitar a la anciana Sara, a la que acude cuando su fe se tambalea o se siente perdida.

– Sara, vengo rota. En Jerusalén han matado a Jesús de Nazaret, nuestro maestro. Me he quedado huérfana. Creí que era un profeta y ha muerto como un malhechor, con el cuerpo destrozado, en una cruz y a las afueras de la ciudad.

– María, siéntate aquí, a mi lado. Vamos a hablar de tu dolor y de la muerte de Jesús. Ha muerto como un profeta, aunque las autoridades hayan utilizado la mentira para hacernos creer que era un malhechor más, de los muchos que crucifica Roma cada semana.

– ¡Si al menos le hubieran hecho un juicio justo! pero se han ensañado con él. Lo han llevado atado ante Pilato, como si fuera un animal y los sumos sacerdotes le han acusado de cosas falsas. Tenían envidia de Jesús porque cada día crecía el grupo de personas que le escuchábamos, le seguíamos y le considerábamos nuestro maestro.

– Y no olvides que las autoridades religiosas no han soportado que Jesús les llamara sepulcros blanqueados y nido de víboras. Decir la verdad puede conducir a la muerte.

– Sara, no entiendo por qué Pilato ha querido salvar a Barrabás, malhechor y asesino, y ha condenado a Jesús.

– Hija, con el tiempo irás viendo que el poder es como una capa de barro que se va haciendo más espesa. Al principio, es una capa fina, y con un buen lavado puede desaparecer. Pero, con el tiempo, se va transformando en arcilla seca y se convierte en una máscara que oculta nuestro rostro y nos impide ver y oír lo que ocurre a nuestro lado. Pilato está borracho de poder. El poder se alimenta del miedo y controla a base de miedo. Por eso, ¿cuánto valía para él la vida de un inocente, si al entregarlo a la muerte podía continuar siendo gobernador?

– ¡Qué asco! Pilato es un cobarde.

– María, hija mía, todos somos cobardes, no lo olvides. Cada día tenemos que librar pequeñas batallas contra la cobardía para ser valientes y libres. Por eso, solo un pequeño grupo de mujeres habéis sido valientes para permanecer al pie de la cruz, acompañando a Jesús. El resto del grupo ha huido o se ha escondido.

– Sara, no olvidaré nunca cómo rezaba Jesús el salmo del justo agonizante. Empezó a recitarlo con voz potente, como si gritara: Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Y luego, con la voz más serena, le oíamos decir: “… a ti fui confiado desde el seno, desde el vientre de mi madre eres mi Dios. No andes lejos, que vivo en angustia, ven junto a mí, pues nadie me socorre… Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una bandada de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos…”. Nosotras íbamos rezando el salmo con él, entre sollozos, sabiendo que la muerte estaba próxima. Poco después, expiró.

************************

Algo así pudo pasar. San Ignacio de Loyola recomendaba leer el evangelio, como si estuviésemos presentes. Y, al hacernos presentes y reescribirlo, oramos.

Al mismo tiempo, tomamos conciencia de que hoy la pasión del mundo tiene los mismos rasgos que la de Jesús: en casi todos los países hay detenciones arbitrarias, acusaciones falsas, escarnio y burlas hacia las personas detenidas, abuso de poder, etc.

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Sigue habiendo multitud de polític@s que, por dar gusto a su gente, como Pilato, apuestan por la mentira, la violencia y las armas. Y consiguen fortunas, a costa de los derechos robados a su pueblo.

Y seguimos descubriendo los nidos de envidia que albergamos cada uno, cada una. Nidos que salen al exterior en forma de desprecio, comparaciones y humillaciones… Pilato, hoy, es un espejo en el que podemos vernos reflejad@s.

Estos días vamos a escuchar, orar y contemplar la pasión de Jesús de Nazaret. Quizá nos sabemos párrafos de memoria. Que el Espíritu Santo nos ayude a saber encarnarnos en la pasión del mundo, que nos espabile el oído, nos de lengua de inciad@s, nos libre de los miedos, y nos revista de fortaleza y valentía.

María, discípula amada.

 

Marifé Ramos

Fuente Fe Adulta

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“Hijo De Dios”.

Domingo, 24 de marzo de 2024
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IMG_3620 Domingo de Ramos

24 marzo 2024

Mc 15, 1-39

Marcos -cronológicamente, el primero de los evangelios que ha llegado hasta nosotros- termina el relato de la cruz poniendo en boca de un pagano -no es casual que su texto fuera dirigido a comunidades que provenían del paganismo- la más elevada confesión de fe en Jesús: “Realmente este hombre era Hijo de Dios”.

Para una persona religiosa teísta, no hay título mayor que el de ser “hijo de Dios”. La creencia cristiana lo afirma de Jesús, en el sentido más real de la expresión. Sin embargo, parece claro que su sentido no puede ser sino metafórico. Eran los dioses-héroes griegos quienes concebían hijos y se veían involucrados directamente en los sentimientos y los conflictos humanos. Pero no cabe entender a la divinidad concibiendo hijos, tal como habitualmente se entiende esta palabra.

Hijo de Dios” es una metáfora -de “Dios”, como de todo aquello que no es objeto, solo puede hablarse metafóricamente- que apunta a nuestra verdad última: todos somos hijos, en cuanto “naciendo” constantemente de la Fuente o el Fondo que es origen de todo lo real. No cabe hablar de un dios separado que entra en el “juego” humano, como si fuera una fuerza más dentro del mismo. Lo que se ha nombrado como “Dios” no puede ser sino lo realmente real, aquello que permanece mientras todo lo demás cambia, el fondo que constituye y sostiene las formas, a la vez que se manifiesta y despliega en ellas.

Sin embargo, es posible otra lectura de la metáfora “Hijo de Dios”, esta vez hecha desde la propia persona de Jesús, a quien el evangelio se la aplica. Decir de él que se vivió como “hijo de Dios” significa que fue transparencia admirable del fondo de lo real, gracias a la consciencia y fidelidad con la que se vivió.

Tal vez se entienda mejor si advertimos con qué frecuencia los humanos somos “hijos” de nuestros miedos, de nuestras necesidades o de nuestra imagen. Son muchas y variadas las apetencias que se mueven en nosotros y que terminan esclavizándonos. Sus cantos de sirena, prometiendo satisfacer nuestros deseos, nos seducen y confunden. Hasta el punto de que olvidamos nuestra realidad de “hijos de Dios” -nuestra verdadera identidad- y vivimos en la creencia que nos reduce a la forma del yo.

“Hijo/hija de Dios” es aquella persona completamente libre, que no reconoce otro “padre” -otro dueño u otra fuerza- que la Fuente que le está haciendo ser en cada momento, la vida una que late en todas las formas. Al comprenderse una con la vida, la persona permite que la vida se exprese a través de ella. Como vida, se sabe siempre a salvo y se vive en docilidad a lo que la vida es en ella. Por todo ello, bien puede decirse que “hijo de Dios” es sinónimo de libertad y, más hondamente aún, de humanidad plena.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Domingo de Ramos: humilde viene de humus: tierra, barro.

Domingo, 24 de marzo de 2024
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Entrada en JerusalénDel blog de Tomás Muro, La Verdad es libre:

        La homilía del Domingo de Ramos es la lectura, la escucha de la pasión y muerte del Señor.

        Solamente, pues, dos palabras.

01.- Domingo de Ramos: una extraña entrada en Jerusalén.

        El domingo de Ramos comenzamos la celebración de la Semana Santa recordando la “extraña” entrada de Jesús en Jerusalén.

        Aquellos días de la Pascua judía, Jerusalén acogía a millares de peregrinos. Se dice que por la Pascua podían reunirse alrededor de 150.000 personas en la ciudad. Muchos de aquellos judíos vivían una fiebre mesiánica de tipo político-nacional ya que esperaban la liberación de la opresión romana, incluso por la fuerza de las armas (zelotismo).

        Los mismos que el domingo de Ramos aclaman a Jesús como el liberador, “bendito el que viene”, “este es el liberador descendiente de David”, etc., son quienes el viernes santo piden a Pilato: caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos. (Mt 27,25).

Probablemente esta entrada no fue un hecho masivo y triunfal. Los evangelistas nos presentan a Jesús entrando humildemente en la “metrópoli” en un asno.

  • Esta entrada de Jesús no es un desfile militar. Lo de Jesús no tiene nada que ver con una entrada en un carro de combate. Tampoco tiene nada que ver con la entrada pontifical de un obispo en su diócesis, ni con otras entradas triunfales de tipo político o deportivo.
  • Más bien es una entrada “teológica” del Mesías, es la entrada del mesianismo humilde y pacífico de Jesús en el centro religioso de Israel, en Jerusalén, en el Templo, en el centro del poder.
  • El mesianismo de Jesús va, pues, por otros derroteros, el cristianismo va por otro lado: por la humildad, el servicio (siervo de los siervos), la no violencia.
  • Jesús sube a Jerusalén sabiendo lo que le espera, no huye de lo que le sobreviene.
  • El profeta Zacarías (siglo VI-V a.C.) anunciaba ya con gozo un Mesías humilde y sencillo, no violento: Alégrate Jerusalén porque llega tu rey victorioso y humilde sobre un asno… (Zac 9,9).

Se trata de la entrada del espíritu, del estilo mesiánico de Jesús en Jerusalén, en el Templo, en el centro del poder.

Es el mesianismo humilde de Jesús el que entra en Jerusalén.

Humilde: humus

La entrada de Jesús es humilde, que viene de humus: tierra, barro… Jesús es, como todos nosotros, barro del Génesis.

Necesitamos que entren no los poderosos, los tanques, los grandes economistas, el capital, otras entradas políticas…

Necesitamos el servicio, la entrega, la bondad, la humildad, la no violencia, la paz…

        Nuestra entrada en la vida, en la familia,  en la sociedad, en la iglesia ¿se parece a la de Jesús?

02.- Hacia la Pascua

Jesús sigue humildemente su camino mesiánico.

El domingo de Ramos termina en el domingo de Pascua. El camino de nuestros fracasos y desesperanzas termina en Emaús. El Éxodo termina en la libertad, la muerte en la Vida.

Celebremos con gozo los acontecimientos de esta Semana Santa, que son los de Jesús, pero son también nuestras propias vivencias y esperanzas.

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“Por una Semana Santa más comprometida con la realidad”, por Consuelo Vélez

Domingo, 24 de marzo de 2024
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IMG_3672De su blog Fe y Vida:

Estamos terminando el tiempo de cuaresma y llega la celebración de la Semana Santa o Semana Mayor. En efecto, conmemorar la muerte y resurrección de Jesús es la razón y sentido de nuestra fe. De ahí que sea necesario que en la liturgia de esos días se vuelva a leer todo el relato de la pasión, de manera que no olvidemos el origen de la fe que profesamos. Lamentablemente, la historia de Jesús es un relato tan conocido, tan presentado en el cine, en la catequesis, en las predicaciones, pero -de una manera literal- que resulta difícil liberarnos de la historia un fantástica o desencarnada que nos han transmitido para entender la hondura de lo vivido por Jesús, el compromiso a fondo de Dios con la humanidad, a través de las palabras y hechos de Jesús.

Jesús no fue un hacedor de milagros en sentido mágico, con poderes sobrenaturales para curar enfermedades, calmar las aguas, expulsar demonios o multiplicar los panes. Jesús fue un hacedor de signos que desconcertaban a sus contemporáneos o los interpelaban. Jesús acoge a los enfermos y les dice que su enfermedad no es castigo de Dios como decían en aquella sociedad y, por tal razón, no tenían que vivir escondidos, excluidos o injuriados. Jesús les dice que ellos pueden y deben estar con los demás: les da la mano, los levanta, los conforta, es decir, les devuelve la dignidad que su entorno social les negaba por estar enfermos.

Jesús no hizo gestos extraordinarios como calmar las aguas o multiplicar los panes en el sentido literal de la palabra. Si así lo hubiera hecho ¿por qué todos los que lo vieron no quedaban convencidos de sus poderes extraordinarios? ¿por qué no estaban en los días de la pasión defendiéndolo y liberándolo de la muerte? Jesús fue un hacedor de solidaridad, de comunión, de ayuda, de benevolencia, de dar desde lo poco que se tiene -cinco panes y dos peces- para que nadie pase necesidad. Además, Jesús hizo de la comida -que para el pueblo judío era central como presencia de Dios entre ellos- el lugar donde Dios está con los “últimos” aquellos que la sociedad desprecia y nunca invita a compartir la mesa. En el tiempo de Jesús eran los pobres, publicanos, mujeres, niños, enfermos, etc. En nuestro tiempo siguen siendo los pobres, los migrantes, los de diferente etnia o religión, los de la diversidad sexual, las mujeres en muchos niveles y, tantos otros, que en cada realidad podrían nombrarse.

Jesús no fue un exorcista que sacaba demonios de las personas. Jesús fue un predicador que, con la autoridad de su Palabra y su coherencia de vida, liberaba a sus contemporáneos de tantos males psíquicos y emocionales que hacen que las personas tengan manifestaciones corporales extravagantes, agresivas, violentas. “Hasta los demonios se le someten”, decían sus discípulos, porque comprendían, con el actuar de Jesús, que no hay mal que no pueda ser vencido con el bien.

Algunos dirán que estamos quitándole la divinidad a Jesús con las afirmaciones anteriores. Pero no es así. Los estudios bíblicos actuales nos han ayudado a comprender la Sagrada Escritura y, por ende, la persona de Jesús, entendiendo el contexto en Él que vivió, la forma cómo se interpretaban las situaciones, las creencias, valores y actitudes de aquellos tiempos. Y, por supuesto, los géneros literarios en que se escribió la Biblia, géneros que permiten expresar la convicción fundamental de nuestra fe: ese Jesús que se hizo ser humano -no en apariencia- sino realmente, por la manera cómo amó y se comprometió con los suyos es, efectivamente, “Hijo de Dios”. Esta confesión de fe, fue la que hicieron sus discípulos y discípulas, convencidos de que la muerte no había vencido el amor de Dios transparentado en Jesús, por el contrario, había resucitado y seguía vivo en los primeros seguidores, quienes se sentían llenos del Espíritu de Jesús.

Las preguntas para esta Semana Santa que llega podrían ir por ese camino: ¿hemos entendido el actuar de Jesús? ¿comprendemos que Dios no mandó a su Hijo para que cumpliera una historia predeterminada sino para que viviera entre nosotros y nos enseñará como amar y servir en el mundo creado por Él? ¿seremos capaces de vivir como Jesús vivió? ¿amar como Él amó? ¿servir como Él sirvió?

Ojalá no volvamos a repetir la liturgia que, año tras año celebramos, sin una conversión de la propia vida. Jesús no necesita inciensos, ornamentos, velas, sermones, representaciones teatrales o coros clásicos que el pueblo no puede seguir. Todo esto bien empleado puede ayudar, pero es accesorio de cara a lo esencial. Lo que urge es ponernos en el camino de Jesús -eso es convertirse, no confesarse de los mismos pecados de siempre- y seguirle. ¿Por dónde caminaría hoy Jesús? ¿Qué milagros haría y con quién compartiría la presencia de Dios? Los pobres siguen siendo el camino privilegiado, es decir, trabajar por la justicia social. El cuidado de la casa común es innegociable. La reforma eclesial no puede postergarse más. Y, así, cada persona en su realidad concreta puede nombrar esas urgencias de su propio contexto a las que hoy Jesús respondería y, por lo tanto, las urgencias a las que hoy debemos responder nosotros. Tal vez habría que ir menos al templo para contemplar más la realidad buscando que la fe que profesamos y el evangelio que comunicamos llegue a la vida concreta de las personas. Solo con obras así, podemos testimoniar que el triduo pascual no es un rito vacío sino una fuente de vida y compromiso inagotable.

 (Foto tomada de: https://www.france24.com/es/programas/econom%C3%ADa/20220607-guerra-ucrania-empuja-pobreza-latinoamerica-cepal)

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Domingo de Ramos: el día que me declaré queer

Domingo, 24 de marzo de 2024
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IMG_3771La reflexión de hoy es de la colaboradora invitada Flora x. Espiga. Flora es candidata a doctorado en teología y estudios de paz en la Universidad de Notre Dame. Ella es originaria de Beijing, China y ahora vive en South Bend, Indiana.

Las lecturas litúrgicas del Domingo de Ramos se pueden encontrar aquí.

Hace seis años, mientras encabezaba la procesión inaugural del Domingo de Ramos desde el exterior de mi iglesia hasta el altar, me manifesté como queer.

O una mejor manera de decirlo podría ser que decidí que esta procesión litúrgicamente maximalista del Domingo de Ramos sería la fiesta más apropiada que podría elegir conmemorar cada año como mi “aniversario de salida del armario”. Con mis labios cantando el conocido himno Hosana Filio David y mi mano derecha agitando perezosamente una rama de palma, me dije a mí mismo (y tal vez también le dije a Dios) que sí, soy raro y que sí, soy amado.

Durante varios años antes de salir del armario, la experiencia de aceptar mi sexualidad fue un proceso lento y de oración, de introspección y discernimiento. A diferencia de cómo las películas sobre personas homosexuales pueden retratar la experiencia de salir del armario (como Con amor, Simon), este nunca fue un momento claro y luminoso en el que me di cuenta de mi sexualidad con certeza inmediata.

Pero si darme cuenta de que era queer fue un proceso confuso y prolongado, la idea de “salir del armario lo fue aún más. Tanto en los espacios católicos como fuera de ellos, “salir del armario” como queer se parecía menos a declarar verbalmente mi sexualidad al mundo entero de una vez por todas, y más a usar una combinación de pistas y señales sutiles para indicar mi carácter queer a aquellos que percibía como afirmativos. , y a proteger partes extrañas de mí mismo de aquellos que tal vez no lo sean. Vivir como una persona queer significa navegar a diario por estas interminables incertidumbres y sutilezas.

Esta dinámica fue quizás la razón por la que parecía apropiado seleccionar uno de los días más claramente gloriosos y litúrgicamente extravagantes del año litúrgico como el día para conmemorar mi salida del armario: el Domingo de Ramos, leemos el evangelio de la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén y su muerte definitiva. En el cruce. El Domingo de Ramos proclamamos que Dios nos ama, incluso hasta el punto de su propia muerte. Cuando el Domingo de Ramos me sinceré conmigo mismo y con Dios, estaba seguro (y descansé cómodamente en la certeza) de que Dios me ama por lo que soy porque murió por mí.

Pero la lectura del evangelio de hoy, que este año litúrgico es del Evangelio de Marcos, cuenta una narración en la que Jesús, habiendo pasado la mayor parte de este evangelio ocultando su identidad como Mesías a su comunidad, se revela a sí mismo como el Mesías y luego es asesinado por el autoridades romanas debido a esta escandalosa revelación. Su “salida del armario” resulta en violencia.

Como académico comprometido con la no violencia y la paz, esta perspectiva ha hecho que mi relación con el Domingo de Ramos se vuelva incierta. Si todos estamos llamados a seguir a Jesús en su vida y muerte abnegada, ¿somos nosotros, como católicos queer, también llamados a una vida de sufrimiento, ostracismo y tal vez incluso muerte porque elegimos revelar quiénes somos? ¿Debemos, como lo han repetido muchas enseñanzas católicas sobre género y sexualidad, “abrazar nuestras propias cruces”? ¿O siempre estamos llamados, como sugieren las narrativas gay dominantes en Estados Unidos, a estar siempre dispuestos a declararnos queer sin importar los posibles riesgos o peligros que podamos enfrentar como resultado?

Me encantaría responder un rotundo “NO” a todas estas preguntas y decirles a todos los que dudan que son amados sin lugar a dudas. Pero es difícil ofrecer una afirmación simple y clarificadora de las historias de los evangelios del Domingo de Ramos y de la Semana Santa, y de cómo la gente ha interpretado estos evangelios durante siglos.

Por ejemplo, todavía no sé por qué en un mundo ya lleno de tanta violencia, la autorrevelación de un Dios amoroso y su muerte en la cruz marcan una de las semanas más santas de nuestra tradición católica. Profeso por fe, aunque todavía no sé realmente, si el propio sufrimiento y muerte de Jesús es realmente algo que siempre debemos emular. En un mundo que ya está lleno de matanzas y muertes injustas de personas marginadas, no sé por qué la violencia y la muerte se colocan en un pedestal de santidad en nuestra tradición de fe, o por qué los católicos queer siempre están llamados a abrazar sus propias cruces del yo. -renuncia.

No sé, y lo que es más importante, elijo no creer, que la abnegación y el sufrimiento prolongado son las únicas formas de vivir una vida de amor como el de Cristo. En cambio, deseo orar por seguridad, por vida, por compañerismo, por alegría y por el florecimiento de todos mis hermanos queer y trans. Rezo por un mundo donde los niños queer no mueran. Y oro por un mundo donde las muertes sean lamentadas en lugar de glorificadas.

Salí como queer el Domingo de Ramos debido a la rotunda proclamación del amor incesante de Dios por mí, incluso hasta el punto de la muerte, en la narración de la Pasión. La certeza de un Jesús que murió por mí me ofreció consuelo en una época en la que mi experiencia queer y mi futuro queer eran turbios y confusos. Ya no estoy tan seguro de si la imagen de un Dios-Hijo encarnado que murió en la cruz puede seguir dándonos a mí y a otras personas queer esperanza y consuelo en una iglesia y un mundo violentos y anti-queer.

Pero mi conmemoración anual de este Domingo de Ramos, día de fiesta de salida del armario (y toda la extraña alegría en mi propia vida que siguió a ese día hace seis años) me da una razón para seguir intentándolo y seguir esperando.

—Flora x. Tang, 24 de marzo de 2024

Fuente New Ways Ministry

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La hermandad del Rocío de Cabra por orden del párroco, veta al alcalde de Zuheros para leer su pregón por estar casado con un hombre

Viernes, 2 de febrero de 2024
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IMG_2811Juanma Poyato, alcalde de Zuheros (Córdoba).

Me informan de que no puedo ser pregonero porque he contraído matrimonio con otro hombre“, asegura Juanma Poyato, regidor de Zuheros, en la provincia de Córdoba.

Poyato ha explicado  que hace un año le propusieron ser pregonero para este año pero que cuando le comunicaron al párroco su estado actual, casado con un hombre, “me prohibieron serlo“.

Poyato ha hecho pública esta decisión del párroco de Cabra a través de la red social Facebook donde ha asegurado que, a pesar de que estar en 2024, “existen mentes retrógradas, que por haber querido ser feliz, por haber firmado con mi pareja la felicidad, a día de hoy hay gente que no quiere mirar más allá”, afirmó en la red social.

Juanma Poyato, alcalde de Zuheros (Córdoba), un municipio de 641 habitantes enclavado en la comarca de la Subbética a 76 kilómetros de la capital, considera que ha sufrido un caso de “homofobia” y “humillación” después de que la Hermandad del Rocío de Cabra y la Iglesia Católica decidieran vetarle como pregonero, para lo que había sido designado, solo después de haberse casado con su pareja, según denuncia.

Poyato (PSOE), ha asegurado que en enero del año 2023 le confirmaron desde la Hermandad que iba a ser el pregonero para el año 2024. Todo estaba en orden, él estaba pensando qué decir, pero que cuando le comunicaron al párroco su estado actual, casado con un hombre, “me prohibieron serlo“. En diciembre pasado lo llamaron, asegura, y le dijeron que había un “problema“. ¿Qué problema? Que en agosto de 2023 se casó con su pareja, afirma.

“Me informan de que no puedo ser pregonero porque he contraído matrimonio con otro hombre“, asegura. El pregonero, en su lugar, será este año el alcalde de Cabra, Fernando Priego, del PP.

Por el momento, ni el presidente de la hermandad ni el obispado de Córdoba han dado ninguna explicación acerca de este veto.

“Esto no entra en cabeza ninguna en los tiempos que estamos. No he hecho nada malo. He firmado ser feliz. No me he metido con nadie ni me voy a meter con nadie. El respeto ante todo. Fui elegido [para ser pregonero] y que ahora me digas que no… Es ya más la decepción que el dolor”, lamenta el alcalde.

Poyato ha enviado una carta de queja a la hermandad, a la que pertenece desde “hace más de 20 años”. En la misiva, el alcalde de Zuheros expresa su decepción: “No puedo estar más disconforme con esta actitud. No solo me han hecho daño a mi como hermano, sino que con este acto también dañáis los corazones de mucha gente, que son y piensan como yo, y que el amor hacia otra persona del mismo sexo no les hace ser menos digna de pregonar un sentimiento”.

“Mi pregunta es… ¿Soy menos hermano por ser homosexual? ¿Al contraer matrimonio con mi pareja he perdido la fe y el amor por mi Virgen del Rocío? O quizás al contraer matrimonio con un hombre ¿he perdido todos mis derechos a ser católico?”, plantea Poyato.

“La respuesta –se responde– a todas estas preguntas es obviamente un NO rotundo… Por lo cual no concibo, en pleno año 2024, que estas cosas sigan ocurriendo, tanto en hermandades donde creía que era uno más de la familia como en la iglesia que rige esta hermandad“.

El alcalde de Zuheros recuerda también a la hermandad que el papa Francisco manifestó en fechas recientes que “se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status “. Aunque podría hacer más, para Poyato el papa sí está “dando pasitos“.

En conversación con este periódico, el alcalde afirma que ha decidido hacer público su caso porque no es de recibo y que no comparte esa forma de ver la vida: “Me pensé mucho hacerlo público, pero he decidido que sí, que la gente sepa que hay gente retrógrada que sigue pensando de estar forma”.

El alcalde de Zuheros comentó que “ojalá algún día sepan ver más allá de dónde quieren ver y comprobar que la felicidad se puede disfrutar de muchas formas, sin dejar de ser cristiano. Esta decisión no cambiará nada mi vida rociera. Mi devoción por mi Virgen del Rocío siempre será la del primer camino rociero que hice y ella nos cobijará bajo su manto a todos por siempre”, afirmó Juanma Poyato.

Fuente Agencias

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“Es un Cristo afeminado”: El cartel de la Semana Santa de Sevilla de 2024 que ha puesto en pie de guerra a la fachosfera y a toda la ultraderecha.

Lunes, 29 de enero de 2024
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El problema es que no creen en la Resurrección, se quedan en la tortura y un dolorismo anticristiano…

El Consejo de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla lo ha presentado el sábado, 27 de enero, en el salón de actos de la Fundación Caja Rural del Sur, y refleja “la parte luminosa de la Semana Santa”, según su autor Salustiano García

Es la imagen de un Resucitado con el sudario de la Hermandad del Cachorro y las potencias del Cristo del Amor

El ultraconservador Instituto de Política Social (IPSE) ha calificado el cartel del anuncio de la Semana Santa 2024 en Sevilla como “afeminado” y ha considerado que no tiene “nada que ver con la Semana Santa”

El presidente de este organismo, Pablo Hertfelder García-Conde, considera la imagen del cartel “un posible delito de odio y atentado contra los sentimientos religiosos, dado que se estaría haciendo mención a la Semana Santa, con un Cristo afeminado”

Una imagen de Cristo coronado con sus potencias, con el torso desnudo, cubierto por un paño y con un fondo rojo, protagoniza el cartel oficial de la Semana Santa sevillana de 2024. Este sábado 27 de enero,  se ha presentado en la capital de la ciudad el cartel oficial de esta festividad, una obra del pintor Salustiano García. Sin embargo, la obra promocional no ha sido gusto de todos los públicos y ha generado todo tipo de reacciones en redes sociales.

El cartel es un óleo sobre lienzo de estilo realista que utiliza los colores rojo, negro y blanco, además de la luz. Obra del pintor sevillano Salustiano García, la obra ha sido presentada este sábado en el Consejo de Hermandades y Cofradías de la ciudad de Sevilla. Según el pintor, el cartel refleja “la parte luminosa de la Semana Santa” y la figura de Cristo está inspirado en su hijo Horacio, de 18 años, que ha ejercido de modelo para ejecutar esta obra.

“Mi Cristo luce joven y bello. Joven, como metáfora de pureza: así se ha mostrado a la Virgen María en la historia del arte, casi como una adolescente. Y bello porque, me remito a Platón, belleza y bondad son la misma cosa”, ha explicado en la presentación.

Pese a la inspiración y el resultado de la obra, tras conocerse el cartel promocional para la Semana Santa que se celebrará entre el 24 al 31 de marzo en Sevilla, se han hecho virales muchas de las opiniones de los usuarios.

En el interior del cartel, y como ha informado el Consejo de Hermandades y Cofradías, hay dos elementos muy característicos de la Semana Santa sevillana: el paño del Cristo de la Expiración de la Hermandad del Cachorro y las potencias del Cristo del Amor.

En la presentación que ha tenido lugar hoy, el pintor Salustiano García, nacido en Villaverde del Río, Sevilla, en 1965, ha explicado que el origen de la obra está inspirado en la muerte de su hermano y tiene como modelo a su hijo Horacio de 18 años. El artista ha asegurado que se ha inspirado en el rostro de su hijo Horacio para dibujar el cartel:Necesitaba un modelo y la solución la tenía en casa. Mi hijo Horacio es bellísimo, a la manera que lo son los ángeles, los arcángeles y los querubines“, explica García. “Por eso y por la ternura, la serenidad, espiritualidad que desprende su mirada, enseguida entendí que era el modelo perfecto para mi cuadro”, señaló. El autor señaló que hubiera querido homenajear a todas las hermandades pero sólo pudo a dos: con el sudario de la Hermandad del Cachorro y las potencias del Cristo del Amor.

 El autor explicó en la presentación del cartel quehan sido cuatro meses muy duros, muy intensos. Ha sido un parto complicado pero, como pasa con el parto de una mujer, cuando le ves la cara al niño se te olvida todo”. Salustiano habló de “mi niño” porque “literalmente es mi niño“, ya que el modelo es su hijo Horacio. En estos cuatro meses me he sentido un poco como el Conde de Montecristo en la cueva, trabajando laboriosamente, para conseguir no que esté bien pintado sino que comunique y emocione“, señaló. “Un cuadro no necesita ser explicado, debe hablar por sí mismo y todos los idiomas”, indicó el autor.

Las claves de la obra las explicó el autor a través de un texto que leyó su sobrina Estrella titulado “Entre la multitud sólo estás tú“. El autor narró la muerte de su hermano, portando “la luz más amable que jamás hubiera visto” y que es “la luz interior” que busca en sus obras.  “Tenía doce años cuando mi hermano murió. Mi madre me pidió que entrara en la habitación donde reposaba su cuerpo para despedirme de él. Yo estaba aterrado, pero cuando vi su cara y el gesto sereno de sus manos cruzadas sobre su pecho, me quedé estremecido. ¡Cómo un cuerpo yacente podía contener tanta belleza!”. Esta particular evocación de Cristo Resucitado, de alguna manera, “me serviría para confirmar la resurrección de la memoria de mi hermano”, ha explicado.

Salustiano explicó también que estuvo “tentado de representar a Cristo yacente” pero descartó esa idea pronto porque su trabajo “siempre se había posicionado del lado más sereno e iluminado de la vida”. De ahí que eligiera “la resurrección y en parte la de la “memoria” de su hermano. “Es un Cristo clásico como los barrocos”, “sereno”, “celebrando al dios que hay en Cristo” y no al hombre doliente como en otras zonas de Europa.

El Cristo de Salustiano presenta “unas heridas mínimas en el costado y en la mano, prácticamente ya curadas”, indicó la sobrina en palabras escritas por su tío.En la presentación y en la nota de prensa difundida, el autor ha explicado que su hijo Horacio ha ejercido de modelo. “Mi Cristo luce joven y bello. Joven, como metáfora de pureza: así se ha mostrado a la Virgen María en la historia del arte, casi como una adolescente. Y bello porque, me remito a Platón, belleza y bondad son la misma cosa”.

“El amor de Cristo nos alimenta y redime y ha sido el amor de padre, del hijo y del hermano” el que inspiró al autor “a crear esta obra plena de sereno respeto y de un insaciable anhelo de resurrección en la eternidad”, concluyó.

El Instituto de Política Social (IPSE) ha calificado el cartel del anuncio de la Semana Santa 2024 en Sevilla como “afeminado y ha considerado que no tiene “nada que ver con la Semana Santa”.

Así lo indica el IPSE en un comunicado en el que añade que ha exigido a todas las hermandades que insten a la retirada del cartel que consideran ofensivo y a que se pida perdón de manera pública, pues argumentan que es un cartel que ofende a los católicos, y que “podría ser constitutivo de un delito de odio y atentado grave contra los sentimientos religiosos”. Advierten que de no retirarse el cartel, tomarán todas las medidas que sean necesarias, como llevarles a los tribunales.

El presidente de este organismo conservador, Pablo Hertfelder García-Conde, considera la imagen del cartel “un posible delito de odio y atentado contra los sentimientos religiosos, dado que se estaría haciendo mención a la Semana Santa, con un Cristo afeminado“. Daría risa si no viéramos quién es este chico y cómo se presenta en su página oficial. Pablo Hertfelder García-Conde, es un periodista y político español, nacido el 15/03/1998 en Valladolid. Es presidente y fundador del Instituto de Política Social (IPSE) desde el año 2019. Entre 2015-2018 fue esponsable de Movilización y Asuntos Sociales del Partido VOX en Madrid, y encabezó la candidatura al congreso por VOX Ceuta. De 2018-2019 fue responsable de Asuntos Sociales e igualdad del Partido Unidad de Centro (UDEC)

La obra ha generado mucha polémica y las cuentas en redes sociales vinculadas a la ultraderecha han estallado contra ella: “Esto no es mi Semana Santa ni mi Sevilla representada”, “Lo bueno es que lo pueden usar también para las fiestas del orgulloo “Solo tiene una descripción: una absoluta vergüenza, una blasfemia y un desprecio a Dios”, entre otros comentarios.

Atención, pregunta. ¿Qué pensáis del cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024?. Empiezo yo, totalmente inapropiado...”.

Mensajes como este han expuesto en redes sociales la diversidad de opiniones que ha despertado el cartel.

Mientras que usuarios lo tachan de ser “totalmente inapropiado”, otros han compartido que “los rancios, los homófobos y los casposos, han salido en trompa a criticarlo”.

Entre las primeras reacciones en redes sociales, el presidente de la Red Estatal de Municipios Orgullosos, Manolo Rosado, lo ha definido como “maravilloso y rompedor.

El tuitero ‘Dios‘, asegura: “Me encanta el cartel de la Semana Santa de Sevilla. Estoy divino“.

y otro…

Tantas han sido las críticas, que incluso Gabriel Rufián no ha dudado en difundir su opinión en redes sociales:El cartel de la Semana Santa de Sevilla MAL, pero un señor vestido de torero y de betún hasta arriba para reyes BIEN“.

***

Entrevista con el autor del cartel de la Semana Santa de Sevilla: “Si alguien ve en mi cuadro algo sucio, es su propia suciedad interna

“Yo quería hacer un cartel respetuoso para las instituciones y para todos los cristianos. En ningún momento he querido molestar a nadie y de hecho los referentes que hay en el cuadro los tengo en mi familia, está basado en mi hermano mayor que murió joven y mi hijo que es el modelo. Los he tratado a los dos con un amor y un respeto absoluto“, ha indicado

“Algunos medios de comunicación han dicho que es revolucionario, y no lo es porque yo no quería hacerlo, quería hacer un cuadro amable y respetuoso con la entidad que me lo ha encargado“, en referencia, al Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla

Todo lo demás que ha salido, en su opinión, es “fruto de la incultura, de no saber nada, de no haber estado nunca en un museo. Incluso, no sé, imagino que en ninguna iglesia, porque no me he inventado ningún elemento que aparece en el cuadro”, ha puntualizado

El cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 no es ni revolucionario, ni sucio, según asegura su autor, Salustiano García, quien considera que si alguien ve en su cuadro algo sucio es “su propia suciedad interna la que está proyectando en la imagen”.

En una entrevista con EFE, después de la polémica suscitada tras la presentación del cartel, que ha generado tanto halagos como críticas, ha indicado que “mi intención a la hora de realizar el cartel era anunciar la Semana Santa, que es la función de cualquier cartel”.

En mi caso concreto, quise centrarme en su parte más luminosa, la Resurrección. Y luego ser fiel a mi estilo, que es trabajar con personas, con seres vivos y no copiar imágenes”, ha expliclado.

Una vez que tenía clara la idea, estuvo buscando un modelo que le ayudase a “contar toda la bondad, la majestad y la paz que hay después de la muerte y trabajó la postura y los diferentes elementos que le iba a incorporar como las potencias del Cristo del Amor o el paño de pureza de ‘El Cachorro‘.

“Hice con intención un Cristo joven, bello, sin marcas ya casi de su tortura, porque lo que quería representar es al Dios que hay en Cristo, ya su parte de hombre la ha dejado en la tierra y ahora ya está preparado para ser 100 % Dios y un Dios”, ha indicado.

Su forma de trabajar es metódica, lo primero que hizo fue estudiar todo lo que se ha hecho en los dos últimos siglos y no descartar ninguna idea. Sin embargo, la idea “se fue destacando por sí sola, ya que cuando pensé que tenía que ser un cuadro de Salustiano, no quedaba más remedio que representar una figura viva y la única figura viva que podía representar era Cristo Resucitado”, ha defendido.

Un cuadro “amable

Por su estilo y la propia concepción del cuadro le sorprende la polémica que está generando: “Algunos medios de comunicación han dicho que es revolucionario, y no lo es porque yo no quería hacerlo, quería hacer un cuadro amable y respetuoso con la entidad que me lo ha encargado”, en referencia, al Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla.

“Yo quería -ha proseguido- hacer un cartel respetuoso para las instituciones y para todos los cristianos. En ningún momento he querido molestar a nadie y de hecho los referentes que hay en el cuadro los tengo en mi familia, está basado en mi hermano mayor que murió joven y mi hijo que es el modelo. Los he tratado a los dos con un amor y un respeto absoluto”, ha indicado.

Todo lo demás que ha salido, en su opinión, es “fruto de la incultura, de no saber nada, de no haber estado nunca en un museo. Incluso, no sé, imagino que en ninguna iglesia, porque no me he inventado ningún elemento que aparece en el cuadro, ha puntualizado.

“Paño de pureza”

Se ha referido al paño que luce la imagen, un paño que, por cierto, ha recordado que se llama “paño de pureza” y ha detallado que es una copia del que luce el Cristo de El Cachorro porque “es un homenaje que quería hacerle a la ciudad. Mi Cristo enseña la misma piel que enseña el Cristo de El Cachorro”, ha remarcado.

Si alguien ve al Cristo de El Cachorro pecaminoso, yo creo que esa persona está enferma y necesita ayuda. Si alguien ve en mi cuadro algo sucio, es su propia suciedad interna la que está proyectando en el cuadro”, ha manifestado.

Salustiano García subraya, no obstante, que respeta todas las opiniones, pero a quien ha criticado su cartel les ha dicho: Estamos en 2024. Yo soy fiel a las tradiciones, soy fiel a la religión en la que he nacido y crecido, y todo eso está en el cuadro. Si aún así alguien sigue viendo cosas extrañas, solamente me queda decir que le mando un besito”.

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Salustiano García, con su hijo, el modelo del cartel

El autor:

Nacido en Villaverde del Río (Sevilla) en 1965, Salustiano se licenció en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. El Consejo de Cofradías señaló, citando a la galería Stoa, que “Salustiano es un pintor sevillano, maestro del ámbito figurativo, que cuenta con un merecido reconocimiento internacional. Sus obras, retratos impactantes, sobresalen por la brillante técnica de ejecución y esa fina elegancia que solo consiguen los clásicos. En la contemplación de su obra, resulta inequívoca la reminiscencia al Renacimiento más sublime, con una composición de invocación cuatrocentista, en la que deslumbran los fondos planos monocolores, de un rojo rotundo, el “rojo Salustiano”, o un negro tornasolado, logrados a partir de pigmentos naturales que saturan ese fondo y lo desbordan, contagiando la ropa. Ello consigue aislar las figuras, mayoritariamente torsos, obteniendo un efecto de tridimensionalidad superlativa, a modo de rompimiento de gloria del siglo XXI. De este modo, sus figuras se convierten en tipos iconográficos de nuestro tiempo, consiguiendo ser el paradigma de un nuevo neorrenacimiento de rotunda contemporaneidad”.

Salustiano actualmente trabaja con galerías de New York, Miami, Múnich, París, Florencia, Dusseldorf, Palm Beach, Holanda, México DF, Santiago de Chile, Maryland, Seúl, Sun Valley (Idaho), Berlín, Hamburgo, Tel Aviv o Nuremberg.

La sede de la Fundación de la Caja Rural del Sur, entidad colaboradora en la realización del cartel de la Semana Santa, ha sido un nuevo año el marco de excepción de este acto en el que han intervenido el presidente del Consejo de Hermandades, D. Francisco Vélez de Luna, el presidente de la Fundación Caja Rural del Sur, D. José Luis García-Palacios, y el alcalde de Sevilla, D. José Luis Sanz. Además, la presentación del cartelista ha corrido este año a cargo del vicepresidente del Consejo de Hermandades, D. José Roda Peña. El Consejo de Hermandades retransmitió el acto por Youtube:

Fuente Agencias/Religión Digital

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6.4.23. Jueves Santo. Pascua del pan y del “vino”: La próxima copa en el Reino

Jueves, 6 de abril de 2023
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caravaggio-cena-emmausDel blog de Xabier Pikaza:

Jesús celebró un día como hoy la antigua fiesta de pascua judía, pero con sentido nuevo

No la celebró el día oficial  sino un día anterior, como despedida  invitación a su nueva fiesta (la próxima copa en el reino)

Esta cena de Jesús fue y sigue siendo el principio de las celebraciones cristianas, como indicaré, insistiendo en sus rasgos: (a) la próxima copa será en el reino; (b) mientras tanto, hombres y mujeres formamos un cuerpo, carne y sangre de amor

En ese fondo ha destacado Juan el signo de Jesús, viña y Cordero, nuestra vinculación con todo el universo  (Jn 1; Jn 6; Jn 19)

INTRODUCCIÓN. NOTAS ESENCIALES

1. Jesús celebró su cena de despedida y comunión en un contexto pascual judío, pero transformado. Fue una fiesta “real,histórica”, pero  y formulada de un modo litúrgico y eclesial por los primeros cristianos (1 Cor, Sinópticos)

2. Esta cena evocaba antiguos motivos hebreos:la liberación de Egipto, la fiesta del cordero… la comida de los primeros panes del año. Pero Jesús prescinde del cordero y se centra en dos signos “vegetarianos” de tipo universal: el pan de harina amasada, la copa de zumo vegetal.

3. El pan (artos, artúa) esun alimento amasado y “cocido” de semillas/frutos vegetales, que en oriente eran y son de cereal (trigo, cebada…), peropueden ser de cualquier semilla equivalente (arroz, maíz, soja…). Todo intento de limitarse a un pan de puro trigo es consecuencia de mal etnocentrismo y de mala traducción de los textos.

4. La copa es en principio de zumo de uva…, pero ninguno de los textos  (Mc, Mt, Lc, 1 Cor)l o dice. Todos utilizan “poterion”,  en el sentido de “copa” para beber. No dicen  si el zumo está fermentado (si es mosto o vino), ni si ha de ser sólo de uva o de otro tipo de fruta o semilla (de manzana o pera, de granada, dátiles o naranjas etc.. . Limitarse al vino-vino (zumo de uva fermentado) va en contra del sentido universal del texto.

5. Comunión “sacerdotal”: haced esto en memoria de mí. Estas palabras u otras semejantes están supuesta en Mc y Mt, aunque sólo aparecenen Lc 22,19 y 1 Cor 11, 25, y se dirigen a todos los miembros  de las comunidades cristianas, que así aparecen como comunidades “sacerdotales”, en el sentido especírico de Jesús. Ni Lucas ni Pablo (ni mucho menos Marcos y Mate olas restringen a los “doce apóstoles” y a sus sucesores obispos y presbíteros, por razones evidentes para cualquier lector del NT.

6.  La iglesia posterior, en su praxis jurídica “oficial” solemne, ha restringido (limitado) esas palabras (con la presidencia eucarística) a un tipo de “ministros ordenados varones” (e incluso célibes). Pero esa limitación (que ha cumplido en un tiempo su servicio) va en contra de la amplitud del NT carece actualmente de sentido, de formas que debe devolverse a las comunidades su “autoridad y responsabilidad”l eucarística, como está viendo ya gran parte del “sensus fidelium” de la iglesia católica.

7. Fiesta del amor fraterno…De un modo u otro, celebrada con pan-trigo o pan-arroz…, con mosto o vino de uva o con bebida de patata, naranja o limón…, esta fiesta de la cena de Jesús es sacramento de amor fraterno, como seguiré mostrando. Esto es algo que sabían bien los escolásticos  del siglo XIII , cuando distinguían y vinculaban el signo-sacramento de la misa y su res o esencia que era y sigue siendo el amor mutuo de los “creyentes”.

He desarrollado estos motivos en Fiesta del pan, fiesta del vino; Historia de Jesús; Comentario de Marcos y Comentario de Mateo

1. LA PROXIMA COPA EN REINO. LOGION DE LA DESPEDIDA (MC 14, 25  par).

 Sintiéndose en peligro, sabiendo que su vida estaba amenazada, que sus amigos podían abandonarle y sus enemigos condenarle a muerte, Jesús quiso cenar con sus compañeros, ratificando su compromiso de alianza y promesa, como proclama este logion(Mc 14, 25) que no se limita a esperar pasivamente la llegada del Reino, sino que la provoca. Todo el mensaje anterior de Jesús en Galilea y su venida a Jerusalén, puede interpretarse a partir de estas palabras centrales/finales de su vida:

En verdad os digo, que ya no volveré a beber del fruto de la vidhasta el día en que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de Dios (Mc14, 25 par).

 Por medio estas palabras y este gesto (compartir una copa de vino con sus discípulos),Jesús pide a Dios que llegue (que envíe) el Reino, prometiendo (asegurando) al mismo tiempo a sus compañeros (discípulos) que el Reino llega y que él (Jesús) entregará su vida hasta el finpara que llegue, en la línea de su oración: Padre, venga (envía) a nosotros el Reino.

Jesús está “representando” (culminando) su tarea mesiánica ante Dios y ante sus compañeros.Jesús no es profeta mesiánico a solas, separado de los otros, sino dirigente de una iglesia o grupo mesiánico (los Doce), con el que comparte su camino y proyecto de Reino.

 Jesús no está a solas, no es un mesías separado, sino rodeado de un cuerpo de compañeros, que forman el germen de su iglesia. Por eso no se compromete él solo, frente a todos, sino con su grupo, formado no sólo por los Doce,sino  también por mujeres  y amigos que le han venido acompañando.

Jesús no conoce de antemano los detalles de su entrega de amor y de muerte, como un adivino (pues el conocimiento de posibles adivinos no es personal y verdadero, de carne y sangre, sino de imaginación). Sólo se conoce de verdad con cuerpo y alma, no sólo con el entendimiento, sino con la voluntad y la vida entera, con la carne y la sangre,  en unión con una comunidad de vida. Ahora al fin, tras haber recorrido un largo camino con y por sus amigos/discípulos, en el momento de la gran prueba, Jesús les confía su identidad, el compromiso y sentido supremo de su vida.

  No ha venido a luchar contra sacerdotes y legionarios romanos, sino a presentar ante unos y otros,  su proyecto de reino, que culmina en un compromiso de abstinencia escatológica: no beber más vino, ni celebrar más fiestas hasta que llegue el Reino.

Éste es un compromiso de fidelidad en amor hasta la muerte, culminando su camino,ratificanso su opción de Reino, esto es, de vida comparida: En verdad os digo, que ya no volveré a beber del fruto de la vid … (Mc14, 25 par).

Por eso, al decir “no volveré” a beber con vosotros, Jesús está ratificando sucamino anterior de mesianismo. No ha sido un mesías aislado, no ha podido decir “yo soy hijo de Dios, pero vosotros no…”, sino que ha sido y sigue siendo hijo de Dios con aquellos con quieres comparte el mismo vino de fiesta, el mismo pan de vida. Al decir “no volveré ya más hasta…”, él está indicando que la comunión de vida y destino permanece, aunque puedan traicionarle…El próximo abandono de los doce y en particular el de algunos (Judas, Pedro) no destruirá la fidelidad divina de su compromiso.

Jesús está convencido de que su tiempo de mundo acaba, y así lo proclama, no con un signo de penitencia, un bautismo de muerte (un sacrificio), sino con una señal de fiesta y alegría. La renuncia (no beberé…) implica, según eso, una esperanza más alta. Jesús deja de beber vino porque ha cumplido su misión en la tierra y porque espera la llegada del Reino, que no será tiempo ni lugar de castigo, sino de fiesta, de vino de Reino (de fiestas pentecostales). Conforme al rito externo, Jesús está celebrando un rito pascual (de presencia de Dios y de liberación), pero no lo hace con el pan de pascua pascua, sino de vino de los tabernáculos o chozas que representan la culminación del tiempo del mundon [1].

            Jesús ha ofrecido su mesa (pan y peces) a los marginados y pobres, a publicanos y multitudes. Ahora, en el momento final, asumiendo y recreando la más honda tradición israelita, él declara y proclama ante sus amigos que ha cumplido su tarea, ha recorrido su camino: sólo queda pendiente la respuesta de Dios, el vino del Reino. De esa forma pasa del “vino antiguo” de esta fiesta de despedida (que el ritual de la institución eucarística interpreta, como sangre de alianza: Mc 14, 23-24) al “vino nuevo” de la culminación mesiánica Todo lo que podía y debía hacer humanamente lo ha hecho. Por eso, en nombre de Dios les invita a tomar la próxima copa en el Reino [2].

 3. EUCARISTÍA, COMUNIÓN DE REINO.

  1. El signo de la copa. Sólo vive de verdad quien da su vida por otros.

En su forma actual, el relato eucarístico [3]. consta de dos signos, uno de pan, otro de vino (cf. Mc 14, 22-24), que, al unirse, forman el mejor retrato de Jesús hombre de pan compartido y vino de Reino. El texto completo, ha sido elaborado litúrgicamente en el contexto de la despedida, según la doble tradición de Mc 14, 23-24/Mt 26, 26-30 y de 1 Cor 11, 23-25 y Lc 22, 15-20). En ese contexto sitúan los sinópticos y Pablo la institución “eucarística”, no como cena de pascua antigua sino como anticipo (anuncio y promesa) del banquete mesiánico, de manera que la misma copa de invitación (no beberé más… ) viene a interpretarse (ofrecerse y entenderse) como copa de alianza escatologica.

Tomo una copa, bebieron todos de ella, y les dijo:Esto es mi sangre de la alianza (Mc 14, 22 par).

 No es copa de anuncio de lo que vendrá más tarde, sino de revelación de lo que está sucediendo, de lo que ha sido y es ahora su vida de fidelidad y servicio por el reino, no a solas (separado de los otros) , sino en comunión de vida con sus compañeros de Iglesia. Así lo entiende Jesús, así lo hace y lo dice, como he desarrollado en Marcos:

Tomó una copa (potêrion), en signo de agradecimiento (eukharistía). Mientras un grupo de hombres y/o mujeres sean capaces de beber juntos una copa podrán vincularse a Dios, no están abandonados sobre un mundo adverso. El mismo vino, fruto de la tierra y del trabajo humano, es para ellos presencia de Dios, expresión del valor de la vida. Jesús no ofrece a sus compañeros una sesión de ayuno, hierbas amargas, en plano de sudores, sino el más gozoso, bello y exigente producto de su entorno, el vino, que, no siendo bebida ordinaria (los pobres no pueden tomarla cada día, como el pan), es signo de alegría y abundancia futura para todos. En ese contexto, Jesús quiere que sus discípulos puedan vivir en plenitud de gozo, empezando a beber ya en este mundo el vino prometido para el Reino (tema de fondo de Jn 2, bodas de Caná).

– Y bebieron todos de ella (de la copa),en gesto muy preciso de participación. Por un lado, se dice “todos”; por otro lado, se dice “de una misma copa” (ex autou), la de Jesús, por la que todos se vinculan, comprometiéndose a compartir su misma suerte, en alianza de vida, no como pacto social de intereses. Esta es copa de vida y de muerte; vivir para compartir una misma llamada de Dios, muriendo unos en (con) otros y todos en Cristo, resucitando de esa forma en el Reino. Teniendo eso en cuenta, en sentido estricto, las palabras interpretativas: «Ésta es la Sangre de mi alianza» (Marcos y Mateo) y «es la nueva Alianza en mi Sangre» (Pablo y Lucas), no eran necesarias, pues el gesto resulta suficiente: Jesús, mensajero perseguido del Reino de Dios, amenazado de muerte por sus adversarios, ofrece a sus amigos (y por ellos a todos), en signo de solidaridad y esperanza, una copa que simboliza su sangre (vida) entregada por el Reino; y ellos por su parte beben, comprometiéndose a nacer, vivir, morir y renacer en con/por Jesús, formando la iglesia de la humanidad mesiánica.

– Y les dijo: “Esto” es mi sangre, de la alianza (= ésta es la alianza de mi sangre). Para los israelitas, la sangre constituye el mayor de los tabúes, como presencia temporal de la vida eterna de Dios. Ellos pueden comer carne de animales,  pero nunca su sangre «porque es la vida de la carne y os la he dado para uso del altar, para expiar por vuestras vidas, porque la sangre expía por la vida» (Lev 17, 10-12; cf. Gen 9, 4). El Dios bíblico se ha reservado la sangre, como signo de vida originaria, de manera que comer carne con su sangre o beber sangre constituye la mayor impureza (cf. Hech 15, 29). La sangre/vida no se “juega” (no se compra ni vende), simplemente se comparte, se regala, como, alianza de Dios.

            De esa forma, manteniendo su experiencia de vida, Jesús ha ofrecido a los discípulos su sangre en el signo del vino, invitándoles a compartirla. Ellos lo han hecho, se han comprometido. Parece que la suerte está fijada: Todos vivirán, compartiendo el don del reino, dándose vida, muriendo unos por otros y en otros, abriendo con su muerte la puerta del Reino.Ya no se puede hablar de jerarquías separadas (unomayores, otros menores), sino de vida y resurrección de unos en otros [4]. Leer más…

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La eucaristía es signo de lo que fue Jesús, de lo que nosotros debemos ser.

Jueves, 6 de abril de 2023
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cena-del-corderoJUEVES SANTO(A)

Jn 13,1-15

La liturgia de este día se centra en el recuerdo de la cena: el lavatorio de los pies y las palabras y gestos que dieron lugar a la eucaristía. Ni los evangelistas, ni los exégetas se ponen de acuerdo si fue o no fue una cena pascual. No tiene mayor importancia. Para nosotros lo esencial está en lo que va más allá del rito judío de la cena pascual. Esta Pascua no es ya la pascua de los judíos. Es sorprendente que los tres evangelistas que narran la institución de la eucaristía, no hablen del lavatorio de los pies, y Juan que narra el lavatorio de los pies, no dice nada de la institución de la eucaristía.

Tampoco sabemos el sentido exacto que quiso dar Jesús a aquellos gestos y palabras. La protesta de Pedro deja claro que, en aquel momento, los discípulos no entendieron nada. Sin embargo, el recuerdo de lo que Jesús hizo en la última cena se convirtió muy pronto en el sacramento de nuestra fe. Y no sin razón, porque en esos gestos, en esas palabras, está encerrado lo que fue Jesús durante su vida y todo lo que tenemos que llegar a ser nosotros. Por eso, la liturgia de hoy es de las más densas de todo el año.

Debemos tomar conciencia de la importancia de lo que celebramos, como la toma el evangelista Juan cuando ha hecho esa grandiosa obertura: “Consciente Jesús de que había llegado su “hora”, la de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, les demostró su amor en el más alto grado”. Pero no es menos sorprendente el final del relato: “¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Me llamáis “Maestro” y “Señor”; y decís bien, porque lo soy. Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, sabed que también vosotros debéis lavaros unos a otros”.

Comenzamos por el lavatorio de los pies. No porque sea más importante que la eucaristía, sino porque espero que esta reflexión nos ayude a comprenderla mejor. En ese gesto, Cristo está tan presente como en la celebración de la eucaristía. Lavar los pies era un servicio que solo hacían los esclavos. Jesús quiere manifestar que él está entre ellos como el que sirve. Lo importante no es el hecho sino el simbolismo que encierra. La plenitud de Jesús como ser humano está en el servir a los demás.

El más espiritual y místico de los evangelistas, el que más profundiza en el mensaje de Jesús, ni siquiera menciona la ‘institución de la eucaristía’. Sospecho que la eucaristía se había convertido ya en un rito mágico y formal, vacío de contenido, y Juan quiso recuperar para la última cena el carácter de recuerdo de Jesús como don, como entrega. Jesús denuncia la falsedad de la grandeza humana que se apoya en el poder o en el dominio de los demás, pero proclama que la verdadera plenitud humana está en parecerse a Dios que se da siempre y a todos sin condiciones ni reservas.

Poco después de este texto dice Jesús: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado”. Esta es la explicación definitiva a lo que acaba de hacer. Para el que quiere seguir a Jesús, todo queda reducido a esto: ¡Amaos! No dijo que debíamos amar a Dios, ni siquiera que debíamos amarle a él. Debemos amar a los demás como Dios ama, como Jesús amó. La eucaristía no es una devoción más, que comienza y termina en la iglesia. Debemos hacer un esfuerzo por superar la tentación de seguir oyendo misa y tratar, por todos los medios, de celebrar una eucaristía.

En este relato del lavatorio de los pies, no se dice nada que no se diga en el relato del pan partido y del vino derramado; pero en la eucaristía corremos el riesgo de quedarnos en una visión ritualista y espiritualista que no afecta a mi vida concreta. La presencia de Cristo en el pan y en el vino, entendida de una manera estática y física, nos ha impedido descubrir el aspecto vivencial del sacramento y nos ha dejado al margen de la verdadera intención de Jesús al compartir esos gestos con sus discípulos.

Tenemos que hacer un esfuerzo por descubrir el verdadero signifi­cado de la eucaristía a la luz del lavatorio de los pies. Jesús toma un pan y mientras lo parte y lo reparte les dice: esto soy yo. Recordemos que “cuerpo”, en la antropología judía del tiempo de Jesús, quería decir persona, no carne. Como si dijera: meteos bien en la cabeza que yo estoy aquí para partirme, para dejarme comer, para dejarme masticar, para dejarme asimilar, para desaparecer dando mi propio ser a los demás. Yo soy sangre (vida) que se derrama por todos, es decir, que da Vida a todos, que saca de la tristeza y de la muerte a todo el que me bebe. Eso soy yo. Eso tenéis que ser vosotros.

Por haber insistido exclusivamente en la presencia “real” de Cristo en la eucaristía, nos acercamos al sacramento como a una realidad misteriosa, pero que no tiene valor de persuasión, no me lleva a ningún compromiso con los demás. La presencia real, por el contrario, debía potenciar el verdadero significado del gesto. Nos debía recordar en todo momento lo que Jesús fue y lo que nosotros, como cristianos, debemos ser. El haber cambiado este sentido dinámico por una adoración, ha empobrecido el sacramento hasta convertirlo en algo aséptico, que nada me exige y nada me aporta.

Lo que Jesús quiso decirnos en estos gestos es que él era un ser para los demás, que el objetivo de su existencia era darse; que había venido no para que le sirvieran, sino para servir, manifestando de esta manera que su meta, su plenitud humana solo la alcanzaría cuando llegara a la donación total en la muerte asumida. Solo un Jesús destrozado puede ser asimilado e integrado en nuestro propio ser. Descubrir que destrozarnos para que nos puedan comer es también la meta para nosotros, es el primer objetivo de todo ser humano. Pero de esto hablaremos mañana, Viernes Santo.

Juan no menciona la eucaristía en el relato de la última cena, pero en el c. 6 encontramos la explicación de lo que es la eucaristía. “Yo soy el pan de Vida”. “Quien viene a mí, nunca pasará hambre; el que cree, nunca pasará sed”. Queda claro que comer el pan y beber la sangre, es un signo (sacramento) de la adhesión a Jesús, que es lo importante. Se trata de identificarse con su manera de ser hombre al servicio de los demás hasta deshacerse por ellos. El peligro que tenemos hoy los cristianos es acercarnos al sacramento como medio de unirnos a Dios, olvidándonos de los demás.

Dice más adelante: “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me “come” vivirá por mí”. No hay una explicación más profunda de lo que significa este sacramento. Jesús tiene la misma Vida de Dios, y todo el que le siga tendrá también esa misma Vida, que no se verá alterada por la muerte. Para hacer nuestra esa Vida, debemos aceptar la “muerte” a todo lo que hay en nosotros de caduco, de terreno, de transitorio, de individualismo, de egoísmo. Sin esa muerte, nunca podrá haber Vida. No se trata de renunciar a nada, sino de conseguirlo todo.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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La Cena del Señor. Ciclo A

Jueves, 6 de abril de 2023
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Cena-del-Señor

“¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros?”

(Jn 13, 1-15)

Hemos visto muchas veces el gesto del lavatorio de los pies, a veces siendo sacerdotes quienes se ponen en el lugar de Jesús, otras veces personas consagradas o seglares. Pero… si nos preguntara Jesús, como hizo a sus discípulos: ¿comprendéis lo que acabo de hacer con vosotras?… ¿Qué responderíamos? Quizás que podemos describir lo que hemos visto, pero comprender su sentido…

¿Cómo vivir hoy en día ese quitarse el manto, tomar una toalla, ceñírsela a la cintura y lavar unos pies que han caminado descalzos o con sandalias? Hay que ser una persona muy libre para hacerlo.

Este es un símbolo de entrega muy concreto: hacer lo que nadie quiere hacer (por eso lo hacían los esclavos). Y de eso seguro que tenemos ejemplos que se nos vienen a la mente, vivamos solos, en familia o en comunidad. Ya trabajemos o estudiemos o en las diferentes actividades en las que participemos… Siempre hay cosas que nos cuestan más, que se dejan para el final para ver si las hace otra… Parece que es ahí donde nos jugamos la vida, donde el seguimiento a Cristo se hace realidad y no se queda en un ideal.

¿Y si nos cambiamos de rol y nos ponemos en la piel de Pedro y los demás discípulos? ¿Cómo aceptamos ser ayudadas? Más aún, ¿cómo acojo que otra persona a quien admiro, “gaste” su tiempo, se desgaste, se abaje haciendo algo por mí? ¿Me dejo? ¿Me abandono? La verdad es que nos llama más el hacer que el dejarnos hacer… El sabernos fuertes y capaces de dar, más que sencillas y humildes para recibir.

Jesús nos pide hacer lo mismo las unas por las otras: entregar la vida y aceptar ser sujetos receptores de esa vida entregada de otras personas.

Oración

Trinidad Santa, danos tu humildad para entregar la vida las unas por las otras.

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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Jueves Santo.

Jueves, 6 de abril de 2023
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Lachapelle1-1-758x474(Juan 13, 1-15)

La compasión solidaria de Jesús se hace gesto y signo sacramental en la Eucaristía. La Eucaristía es la máxima expresión del “darse” de Cristo y de su gratuidad incondicional. Por eso, como ha dicho el papa Francisco, “no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles (EG 47). Si en la Pascua judía el signo de la acción liberadora de Dios es la sangre y el sacrificio, en la Última Cena lo es el cuerpo partido y repartido de Jesús, accesible a todos y todas como alimento básico para la vida del mundo. Del mismo modo la Eucaristía no es algo “accidental” en la existencia de Jesús, sino que fue gestándose a lo largo de toda su vida y conduciéndole hacia la entrega total en sus palabras, en sus gestos y encuentros con la gente, especialmente con la más herida y vulnerada.

En el contexto cultural contemporáneo a Jesús el imaginario del banquete mesiánico (Is 25, 6-10) como el gran signo de la irrupción de la novedad de Dios en la historia tenía mucha fuerza entre los creyentes judíos. Por eso Jesús desde la experiencia inclusiva del amor compasivo del Abba, lo va a historizar y radicalizar tanto con sus parábolas (Mt 22,4) como con sus hechos: practicando una comensalidad abierta (Lc 15,2). Sus comidas con pecadores, publicanos y prostitutas inauguran un nuevo orden cuyo centro es el amor y la compasión más que la ley y las tradiciones excluyentes. Esta práctica de Jesús sitúa en condiciones de igualdad a todos los seres humanos en su accesibilidad Dios y a los bienes de la tierra. Por eso algunos teólogos y teólogas afirman que a Jesús le mataron por su forma de compartir la mesa y por con quienes eligió hacerlo. Las comidas de Jesús quiebran la imagen de un Dios sólo para selectos y revelan aun Dios cuyo ser y hacer es misericordia en acción, compasión solidaria, cercanía e identificación con los y las excluidas. Pero la Ultima Cena de Jesús no es tampoco una de tantas comidas de Jesús, sino que tiene un carácter de “memorial” de “testamento”. Jesús es consciente que en torno a él se va cerrando un cerco y busca la intimidad con sus discípulos para compartirles los secretos de su corazón y para ratificar su deseo de entrega, de seguir adelante en la misión que el Abba le ha encomendado. Por eso La Última Cena es un compendio de lo que ha sido la vida de Jesús. Su originalidad radica también en que Jesús es el “anfitrión” y se presenta a la vez como “el que sirve”, algo absolutamente inusual en la mentalidad judía donde quienes servían en las comidas eran las mujeres, y los esclavos. Al hacerlo Jesús ocupa su lugar.

Este mismo sentido es el que expresa el texto del Lavatorio. El testamento que Jesús nos deja a sus seguidores y seguidoras es el servicio. Este Jesús “agachado”, con jofaina y toalla en mano, rompe la dialéctica del amo y del esclavo y nos revela a un Dios identificado con los últimos, sirviendo desde abajo, sustentando, igualando, desde ese lugar, ahí, e inaugurando desde ahí la horizontalidad del Reino. Es tan provocador este gesto, en el que alguien ha dicho que «Jesús se mujerizó», y que en la imaginería religiosa apenas se recoge. El arte ha reproducido escenas de Jesús en las que aparece presidiendo la Eucaristía, sin embargo, hay muy pocas en las que Jesús aparece agachado y lavando los pies a sus discípulos, ocupando el último lugar. Esa actitud y ese gesto continúan escandalizándonos.

No hay nada más opuesto al servicio vivido al estilo de Jesús que el servilismo. El primero cuestiona toda forma de poder-dominación, de abuso y de desigualdad en las relaciones personales sociales y estructurales. Es un acto de libertad y de dignidad. El servilismo, por el contrario, idolatra el poder y a quien lo representa y constituye un acto de sumisión acrítica, por parte de quien lo realiza y de opresión por parte de quien lo permite. Sin embargo, a menudo los cristianos y cristianas lo confundimos. Celebrar el Jueves Santo es comprometernos a vivir eucarísticamente identificándonos con la persona de Jesús y su proyecto como servidores y servidoras de la fraternidad y la sororidad humana. “Haced esto en memoria mía”, es seguir actualizando la existencia al modo de Jesús, desde el servicio y contra toda forma de servilismo o poder dominación que genera violencia y exclusión. Por eso la Eucaristía no es un rito sino una dinámica existencial y celebrarla actualizar su memoria transformadora en nuestro mundo, por eso nunca es un tranquilizante, sino más bien un riesgo.

¿A qué riesgos nos invitan hoy nuestras Eucaristías? ¿Cómo hacer histórico hoy el lavatorio de Jesús en nuestros ambientes?

Pepa Torres Pérez

Fuente Fe Adulta

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Una Iglesia en la que se viva una dialéctica del poder, no es la JesuCristo

Jueves, 6 de abril de 2023
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icono-del-lavatorio-de-los-pies-40x60-cmDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01.- Amor y servicio.

    El jueves Santo tiene densos contenidos humanos y cristianos: la libertad (el Éxodo / la Pascua judía), la Eucaristía, el nacimiento de la Iglesia con el lavatorio de los pies. Pero este año se me hacen más urgentes el amor y el servicio.

02.-  El amor de Jesús y de Dios en la tradición de san Juan

    La tradición de San Juan (Evangelio y tres brevísimas cartas), tienen un tema central: el amor. Dios es amor. [1]

Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. (Jn 4,8)

    Jesús es expresión (sacramento) del amor de Dios.

    La Iglesia, solamente será asamblea cristiana si es una comunidad cuyo eje central es el Dios de amor manifestado en Cristo. La Iglesia es de Cristo si lo es del amor de Cristo.

    Puede parecer un poco ingenuo, quizás simple, pero lo genuino del cristianismo (y del ser humano) es el amor.

    Cuando nosotros, los cristianos de a pie, hablamos de Iglesia, propiamente no pensamos en la Asamblea de cristianos que se siente amados por JesuCristo y en torno a Él, sino que cuando hablamos de Iglesia, hablamos de la Jerarquía, del Vaticano, Roma, la curia, etc…

03.- Cercano ya el final, habiendo amado a los suyos, Jesús los amó hasta el final.

Podríamos decir que la Cena, el amor y el lavatorio de los pies son momentos fundacionales de la Iglesia…

En la Última Cena está “naciendo” la comunidad cristiana: y lo decisivo no es quién haya de tener el poder: Pedro no entiende ni palabra de lo que allí se está fraguando, por eso dice: tú no me lavarás los pies jamás… A lo que Cristo responderá: Si no te lavo los pies no tienes nada que ver conmigo. Solamente entiende lo que allí está ocurriendo quien ama y quien sirve, es decir: el Discípulo Amado.

Ni en la Última Cena de Jesús ni hoy el poder entiende estas cosas. Tú no me lavas los pies jamás. Hay cosas que solamente se entienden desde el amor. Jesús conferirá a Pedro la autoridad (no el poder) después de preguntarle tres veces si le ama: Pedro, ¿me amas?Apacienta mis ovejas. (Jn 21,15-17).

Una Iglesia en la que se dé una dialéctica de poder, no es la Iglesia de Jesús. Y hoy en la Iglesia hay tensiones y búsquedas de poder, enfrentamientos contra Francisco y contra el pueblo creyente no por la verdad, sino por el poder. La “reconstrucción” evangélica de nuestra propia diócesis de San Sebastián no se conseguirá desde el poder, sino desde el amor y el servicio al pueblo.

Tales posturas no son la Iglesia de Jesús.

04.- El discípulo amado

La figura del Discípulo Amado es propia y exclusiva de la tradición de San Juan.

El Discípulo Amado comienza a parecer en la Última Cena. [2]

    Los discípulos, todos nosotros que intentamos ser discípulos de Jesús  somos discípulos amados. Dios, JesuCristo nos aman a todos. Y a los cristianos nos conocerán por el amor: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros. (Jn 15,9-10)

    En estos momentos de dificultades eclesiales y eclesiásticas nos hará bien a todos volver a la fuente, al origen, a Cristo. El centro de la iglesia es Cristo, no la jerarquía. La Iglesia es la asamblea de misericordia, de bondad, de respeto a las personas.

    Os conocerán no por el orden jerárquico, ni por la exactitud de vuestras reuniones litúrgicas o doctrinales, ni por vuestro Derecho Canónico. Os conocerán porque os amáis unos a otros.

Permaneced en mi amor. (Jn 15,9)

05.- Humildad y servicio.

    Jesús nos exhorta a vivir en el amor, después de haberse quitado el “manto” de Señor (bíblicamente es el mismo manto que le vestirán en la pasión después de la flagelación), se ciñe una toalla para lavar los pies de sus discípulos.

    Jesús se hace siervo, esclavo (lavar los pies era tarea propia de los esclavos) y constituye un momento fundacional de la iglesia. Somos iglesia de Cristo por nuestra disponibilidad y servicio especialmente para con lo más humildes de la asamblea cristiana y de la sociedad.

Es momento de volver al origen, a Cristo. Yo creo  en el evangelio que hemos escuchado y, dentro de mi condición pecadora, procuro hacer mío lo que hemos escuchado al Señor:

Permaneced en mi amor

Os he dado ejemplo, haced vosotros lo mismo

[1] Jn 13,35: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros.

Jn 15,9-10: Como el Padre me ha amado, {así} también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

1Jn 4,7: El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.

1Jn 4, 10-12: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo {como} propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros.

1Jn 4,16: Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él.

[2] Hay siete menciones al Discípulo Amado y las siete están al final del evangelio, a partir de la Última Cena:

+ Recostó su cabeza en el Señor en la Última Cena (Jn 13,23)

+ Al pie de la cruz el D Amado acoge a María en su casa (Jn 19,26).

+ El D Amado llega al sepulcro antes que Pedro, (Jn 20,2)

+ Junto al lago, quien ve al Señor resucitado es el D Amado (Jn 21,7).

+ El D Amado sigue al Señor resucitado y a Pedro, (Jn 21,20).

+ Se corrió el rumor que el D amado no moriría, (Jn 21,23.)

+ El D Amado, sea quien fuere, es el testigo y autor del Evangelio. (J 21,24)

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Sentidos de la Semana Santa

Jueves, 6 de abril de 2023
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cruz_lampedusa_negrosCarmiña Navia Velasco
Santiago de Cali (Colombia).

ECLESALIA, 03/04/23.- Cada año regresan ineludiblemente las parecidas fechas, las idénticas conmemoraciones… como lo decía hace poco en un poema sobre la cuaresma, pareciera que algunas celebraciones pierden su contenido. ¿De qué hablamos en el siglo XXI, cuando hablamos de la Semana Santa o del triduo pascual? Nos movemos en un horizonte cultural en el que algunas fiestas más que otras se vacían de connotaciones. Es el tiempo de la extrema secularización y estos días que vienen son simplemente unos días de playa o de descanso, de corte en el trabajo. Conmemorar la última semana de la vida de Jesús de Nazaret y sus dolores… ¿qué sentido puede tener en un mundo que ha decidido vivir de espaldas al dolor, situándose sólo en la órbita de los placeres momentáneos y fugaces, continuos? Y sin embargo yo creo que vivir hoy, unos días cara a cara con el dolor, tiene toda la significación posible.

Los cristianos conmemoramos cada “semana santa” las consecuencias difíciles y violentas que tuvo la vida de Jesús, un hombre que pasó haciendo el bien, sirviendo a los demás y clamando por un mundo de relaciones más humanas. Conmemoramos su injusto juicio, su inaudita condena, sus torturas, su asesinato en manos del poder religioso y político… pero también su soledad, su dolorosa despedida a los suyos y suyas, las traiciones que padeció… sus desgarramientos y angustias internas que lo llevaron a gritar estruendosamente en su último instante: Padre, ¿por qué me has abandonado?

Sobre esa variedad de sus dolores, dice Rafael Argullol en un texto original y bello: «Sin embargo lo peor vendrá luego, alejado ya de los torturadores nocturnos, cuando el pueblo se pronuncie contra ti. Es una lección definitiva en el curso de tu aprendizaje. Hace sólo cuatro días ese mismo pueblo te vitoreó durante tu entrada en Jerusalén, montado en el ridículo pollino. Te ofreció palmas de victoria. Ahora reclama tu muerte y prefiere que se libere a un criminal, Barrabas, antes de dejarte escapar. El populacho sumiso y adulador en la calma, es en la tormenta la ola desatada de las más terribles pasiones». (Rafael Argullol – “Pasión del Dios que quiso ser hombre”).

En esta conmemoración vivimos -por propia decisión, los seguidores de Jesús- unos días de cara al dolor. Porque nuestra sociedad quiere vivir de espaldas a él, pero no quiere en ningún caso dejar de producirlo, como podemos ver todos los días. Tomo al azar tres noticias de esta semana:

Hace tres días, en Estados Unidos,  una mujer de 28 años entró al colegio religioso en el que había estudiado y disparó a matar: asesinó a tres niños y a tres trabajadores del colegio.

Hace dos días en una prisión de migrantes en México un incendio mató a 39 personas porque los guardias de la prisión no abrieron las puertas de la misma, ni ayudaron a quienes estaban allí para salvarse.

Hace unos días en Colombia el ELN asesinó a mansalva a 9 soldados, jóvenes que prestaban servicio militar y que estaban en horas de descanso…

Podríamos seguir con una lista inmensa. ¿Qué pasaría si nos detenemos en la guerra de Ucrania y sus crueldades? ¿En  las arbitrariedades y abusos de los Ortega en Nicaragua? ¿En la suma de indiferencias de un sistema neoliberal al que no le preocupan las abismales desigualdades sino que las produce?… Nuestro mundo ignora los dolores, pero los produce y los infringe cada día con indiferencia rampante.

Conmemorar la Pasión no tiene el menor de los sentidos si no despierta en nosotras y nosotros la solidaridad con el que sufre. Y no solo ello, si tomamos en serio las palabras de despedida de Jesús en su cena final, el amor tiene que llevarnos a una lucha y resistencia constantes contra todas las causas del sufrimiento de las personas inocentes, contra todas las causas de las arbitrariedades, injusticias, violencias, atropellos, crueldades…

Entonces, sí. La celebración de la semana santa tiene nueva vigencia cada año: dar la frente al dolor, sensibilizarnos ante él, comprometernos en tareas de erradicarlo de las vidas humanas. Dar a luz una Pascua inédita: un mundo de relaciones más humanas regidas por el amor y la acogida. Comprometer nuestra vida en el empeño de construir y generar esas relaciones nuevas con sabor a Evangelio.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo aeclesalia@gmail.com).

Espiritualidad

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