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El sacerdote mexicano Aguilera que asegura “curar” la homosexualidad en menores con píldoras homeopáticas vuelve a la carga

Miércoles, 19 de agosto de 2015
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137603874081Ampliamos la noticia que ya habíamos publicado acerca de este majadero homófobo. Es nauseabundo leer la entrevista entera que publica El Universal:

“Ya se los han dado a gais que están descontentos con su modo de vivir, se les ayuda con los chochitos a alta potencia y después ya son normales”, explica el sacerdote mexicano Carlos Aguilera al diario Zócalo, en referencia a varios homeópatas que administran la misma fórmula que él asegura haber obtenido. Por “chochitos de alta potencia” Aguilera se refiere a comprimidos homeopáticos, no a otro tipo de “remedios”… La noticia podría ser incluso risible si no ocultara algo terrible: el empeño de modificar la supuesta orientación homosexual de niños y niñas.

Aunque el artículo de Zócalo es el que más ha trascendido, es en una entrevista posterior de El Universal al sacerdote cuando el horror de la noticia se manifiesta con toda su crudeza. Aguilera asegura haber descubierto una fórmula homeopática con la que supuestamente habría “curado” a más de un centenar de menores a los que sus padres llevaron a su consulta en Villa de la Fuente, en el municipio de Piedras Negras (estado de Coahuila). “Puedo decir que sí existe un tratamiento para cambiar la alteración de las hormonas y definir el sexo masculino o femenino en menores (…) A niños delicaditos, medio amaneraditos o niñas con tendencia de lesbianas”, asegura. Eso sí, la “cura” solo funciona, afirma, si el menor desea cambiar “y ser una persona normal”. Si se tiene en cuenta que luego, en esa misma entrevista, el sacerdote asegura que el remedio se aplica a menores de siete años, porque en mayores la dosis no resulta suficiente, nos podemos imaginar lo espantoso de la situación. Para “curar la homosexualidad” en adultos, de hecho, el sacerdote recomienda a homeópatas de Guadalajara, en el estado de Jalisco.

Ya de forma más global, Aguilera asegura haber practicado durante años la homeopatía a enfermos de múltiples padecimientos, e incluso comenta que en estos momentos está tratando a una niña con un tumor cerebral.

No es el primero…

No se trata de la primera vez que en dosmanzanas hacemos alusión a defensores de la homeopatía para “tratar” la homosexualidad surgidos del ámbito católico. En 2011 recogimos como la Unión de Médicos Católicos de Alemania, organización que se define a sí misma como “la voz de comunidad médica católica”, hacía referencia en su web a la posibilidad de “tratar” la homosexualidad mediante homeopatía, desencadenando la indignación de los colectivos LGTB alemanes.

La homeopatía es una disciplina pseudocientífica cuyo principio fundamental es que “lo semejante cura lo semejante”. Para tratar un determinado síntoma utiliza diluciones infinitesimales de sustancias que en cantidades medibles provocan un síntoma parecido al que se quiere erradicar. Pese a su popularidad, no existe evidencia de que por sí misma tenga valor terapéutico alguno. Algo que poco importa a sus defensores, que argumentan que los criterios normalmente utilizados para contrastar la eficacia de los tratamientos convencionales no sirven para la homeopatía.

Fuente Dosmanzanas

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La Homosexualidad a lo largo del ciclo vital: retos y singularidades (I), por Carmen Paniagua

Martes, 3 de febrero de 2015
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66841_630588500314321_534261659_nCon motivo del Orgullo, en Psicomemorias hicieron un interesante post sobre los retos y singularidades que se puede encontrar el colectivo en el desarrollo de su vida.

A lo largo de esta semana, se celebran en Madrid los actos estatales del Orgullo LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales). Aunque el 28 de Junio es el día internacional del Orgullo LGTB, del 2 al 6 de julio habrá diferentes actividades reivindicativas bajo el eslogan “Nos manifestamos por quienes no pueden”, en alusión a aquellos países cuyas legislaciones prohíben y/o persiguen la homosexualidad.

 Con motivo de esta fecha, en Psicomemorias queremos hacer una exposición sobre los retos y singularidades que se puede encontrar este colectivo en el desarrollo normal de su vida, desde la infancia hasta la vejez.

 A pesar de las circunstancias negativas que se van a plantear como determinantes del desarrollo de homosexuales y bisexuales, no nos tornemos pesimistas. La mayoría de las personas homosexuales o bisexuales viven su orientación sexual con normalidad, con apoyo por parte de su entorno, sin sufrir discriminación y desarrollando una vida afectiva satisfactoria y visible.

 Aunque hay países que están aprobando leyes homófobas, cada vez son más los que se suman a legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo o a controlar la discriminación que pueda sufrir este colectivo. Estos cambios legislativos van de la mano de la acción social de las asociaciones LGTB y pro-derechos humanos, que van transformando y ampliando la visión que se tiene de la homosexualidad y la bisexualidad. Poco a poco se va aceptando (que no tolerando) la existencia de personas con orientaciones sexuales diferentes, nuevos tipos de familia y nuevas formas de vivir los afectos.

 Presentaremos toda esta información en dos entradas: la primera parte el 30 de Junio (Infancia y Adolescencia) y la segunda el 3 de Julio (Adultez, Familia y Vejez).

 Infancia y Adolescencia

 Ya hablamos en Psicomemorias de las hipótesis que baraja la ciencia sobre el origen y las causas de la homosexualidad, y dejamos claro el punto de vista desde el que debe partir la Psicología al respecto.

 Partimos, por ejemplo, de la existencia de un niño, Pablo, que, por los motivos anteriormente mencionados, es homosexual (o bisexual), sea ya consciente de ello o no. Entre todos los factores que van a actuar en la vida de Pablo, son unos cuantos los que, de forma muy interrelacionada, van a influir en mayor o menor medida en su camino hacia la asunción de su homosexualidad:

 1) Heterosexismo.

 Es la presunción de heterosexualidad que ejerce la sociedad sobre sus miembros. Desde todos los estamentos sociales (familia, escuela, trabajo, cultura, instituciones, etc.) se da por sentado la heterosexualidad y por consiguiente, se invisibiliza otras orientaciones sexuales existente.

 Con suerte Pablo tendrá a alguien que le explique que hay otras formas de amar, pero en el peor de los casos, crecerá sin encontrar un referente con quien sentirse identificado, lo que le llevará a intentar sentir y comportarse de la forma “normal” que es la única que conocería.

 Esto también implicaría la incertidumbre sobre cómo será el futuro para alguien como él o qué tipo de vida y de familia podría llevar. Todo quedaría muy claro si alguien le explica a Pablo o lo ve por sus propios ojos, que hay muchos tipos de familia y que en formar alguna de ellas puede estar su felicidad.

 Ante tal forma de entender la sexualidad, es normal que su familia le pregunte: “¿Pablo, hay alguna chica que te guste?”, sin llegar a hacer nunca la pregunta complementaria “¿Y algún chico?”, que daría a Pablo la libertad de responder en función de lo que realmente siente o podrá sentir cuando crezca. El pobre Pablo interiorizará desde su infancia que aquello por lo que no se le pregunta “no existe” y tendrá que ser él mismo el que desenmarañe esa mezcla de deseos y prejuicios, que le permitirán diferenciar poco a poco qué es lo que siente y qué es lo que quiere sentir, con el objetivo de que algún día ambas cosas sean lo mismo.

 2) Homofobia.

 Es un rechazo, discriminación o aversión hacia las personas homosexuales por el mero hecho de serlo. Es posible que alguna persona cercana a Pablo haya dicho alguna vez eso de: “Prefiero que mi hijo sea drogadicto a maricón”. Si encima esa frase la dice su padre o su madre, es muy probable que el camino hacia la asunción de su propia orientación sexual no vaya a ser fácil. Al menos no tan fácil que si fuera heterosexual o si, siendo homosexual, tuviera unos padres comprensivos que le permitieran expresar sus sentimientos y anhelos con total libertad y naturalidad.

 Sin embargo, esta forma abierta y directa no es la única que tiene la homofobia para hacer daño. Al igual que ocurre con otros tipos de discriminación (machismo, xenofobia, racismo…), puede hacerse más daño con el comportamiento sutil que con el comentario directo y evidente. Puede que la madre de Pablo le diga cuando sea más mayor: “Yo acepto tu vida, pero que no se entere tu abuela”. O el simple hecho de no preguntar por su vida sentimental o no poner el mismo esmero en la boda de Pablo que en la de su hija heterosexual. La homofobia sutil se convierte en un “perdonavidas”, en una “tolerancia” mal entendida, en una forma de resignarse a la situación que tenemos delante, sin llegar a aceptarla.

 Este conjunto de actitudes no sólo dificultará la vida del Pablo adolescente que ya haya salido del armario, sino que lo alejará de su familia y creará un pacto de silencio donde ni él querrá hacer partícipes a sus padres de su vida, ni ellos querrán serlo.

 Aunque nos hemos centrado en la homofobia en la familia, estas mismas formas directas o indirectas de discriminación podemos encontrarlas (o no) en todos los ámbitos de la sociedad.

 3) Homofobia interiorizada.

 Es un rechazo, discriminación o aversión que la persona homosexual tiene hacia los homosexuales (y por tanto hacia sí mismo). Gabriel J. Martín es un psicólogo especializado en el hombre homosexual y ha definido este concepto como: un entramado de representaciones mentales, presente en una persona homosexual, según la cual la homosexualidad se valora sistemáticamente en inferioridad respecto de la heterosexualidad. La homofobia interiorizada se manifiesta en sentimientos de vergüenza y culpa así como en una respuesta de ansiedad ante situaciones en las que la persona deba manifestar directa o indirectamente su homosexualidad.

 La homofobia que ataca desde dentro es tan peligrosa (o más) que la que lo hace desde fuera. La gran tiranía de una sociedad homófoba es hacer creer a los homosexuales que son ellos los que tienen un problema que tienen que ocultar o “curar”. Es posible que, en función de la homofobia que haya vivido Pablo en su infancia o adolescencia, interiorice mensajes (creencias irracionales, que se creen sin más) que permanecen latentes hasta el momento en que la propia homosexualidad se hace presente. Este conflicto podrá generar en Pablo vergüenza, culpa, frustración, conductas desadaptativas… ¡e incluso homofobia! Pues no hay que olvidar que el rechazo hacia la propia orientación sexual también se manifiesta hacia esos comportamientos o manifestaciones que se consideren “homosexuales” por parte de otras personas (también conocido en el argot popular como “Plumofobia”).

 Salida del armario

 El proceso que llevará a Pablo a aceptar su propia homosexualidad y sentirse identificado con ella, será completamente personal e idiosincrática. Es difícil hablar de etapas o fases que toda persona debe pasar, pues el contexto en el que cada uno crece es determinante en este sentido.

 Sin embargo, es muy probable que en torno a la pubertad, con el desarrollo de la sexualidad, las primeras atracciones y amores, se produzca un punto de inflexión. Pablo se empezará a dar cuenta no sólo de qué es lo que le gusta, sino que por mucho que intente fijarse en chicas de su edad, lo que le atrae son los chicos. Esta verdad sobre sí mismo que acaba de descubrir se llevará mejor o peor en base a como hayan influido e influyan en Pablo los tres conceptos descritos anteriormente: heterosexismo, homofobia y homofobia interiorizada.

 Si todo sale bien, y Pablo le echa valor al asunto, es posible que se produzca la salida del armario. Este concepto hace referencia a la comunicación abierta y visible de la propia homosexualidad a los otros. Hay quien la hace extensible a todo el mundo, quien sólo lo comunica a un círculo íntimo, o quien no lo dice a nadie nunca (ni siquiera a sí mismo). A medida que los tiempos cambian, las nuevas generaciones cada vez son más conscientes y cada vez se abren a más personas y de forma más precoz (es la ventaja que tiene crecer y desarrollarse ahora, y no hace 50 años, por ejemplo).

 El área joven de la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) ha formulado diferentes materiales que pueden ser de utilidad para los jóvenes que están en proceso de visibilizarse y contar a quienes les rodean cuál es su orientación sexual. Dan pautas generales a tener en cuenta antes de decidirse a contarlo, qué respuestas son normales recibir, y cómo tratar a aquellos que no reaccionan como esperan. Leer más…

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Recicle el armario de su sexualidad

Domingo, 6 de julio de 2014
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1404482722_860282_1404482840_noticia_normalHistoria de la transformación de un falso mueble que durante años ha aislado a los homosexuales

Orgullo madrileño

La expresión “salir del armario” no aparece en la literatura homosexual hasta 1960, y lo hace como evolución de la palabra “salir” (de connotaciones muy diferentes). “La ‘salida’ de un hombre gay originalmente se refería a su presentación oficial en grandes manifestaciones colectivas, bailes de drag queens que se celebraban en Estados Unidos, a imagen y semejanza de los grandes bailes de máscaras que se organizaban en Nueva York, Chicago, Nueva Orleans o Baltimore en el periodo de preguerra”, escribe el profesor de Historia de la Universidad de Yale George Chauncey en su obra Gay New York. Por tanto, no había ‘armarios’ en estas ‘salidas’ iniciales, ni alusiones al secreto de la homosexualidad. El mueble vino después, como símbolo del aislamiento, ocultación y miedo al rechazo.

Si desaparecerán o no los armarios es una pregunta aún por contestar, pero lo que sí queda claro es que hemos entrado en una fase de reciclaje, donde los muebles que antes eran celdas ahora son procesos de autoafirmación. El siguiente nivel, por supuesto, reside en su eliminación.  “Es una lucha que se va a conseguir. Hay que educar en la diversidad, en la aceptación de uno mismo y de los demás. Se deberían trabajar los derechos humanos en el currículum escolar. Los profesionales de la enseñanza deben ser educadores, no transmisores del conocimiento”, opina al respecto Jesús Generelo, secretario general de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).

Armando Recio (nombre ficticio) lo dispuso todo al modo que aconsejan los especialistas: preparó previamente el terreno con sugerencias sutiles, eligió un momento relajado para todos y en el que él se sentía concienciado y contó con el apoyo de un aliado (en este caso, su hermano mayor). Pero cuando espetó a su familia que esa chica con la que siempre salía de copas no era su novia sino su mejor amiga y que ese chico al que todos daban por colega era, por el contrario, su pareja, el shock fue “monumental”. Los padres de Armando no habían hecho sus deberes: dejar de dar por hecho que los hijos son, casi por ley, heterosexuales. No habían reciclado el armario en el que su vástago se escondió durante años. Porque la normalización es siempre el punto de partida.

“Las familias deben crear un clima de protección y respeto, y nunca presuponer que sus hijos son heterosexuales, dejando siempre un espacio para la comunicación en el que el niño pueda sentirse libre de hablar. Si los padres sospechan que su hijo puede ser gay, deben ir dándoles pistas, de forma que el niño entienda que ese cariño no se va a ver mermado”, aclara Jesús Generelo. Un dato: los jóvenes definen su orientación sexual en la pubertad o adolescencia temprana (de los 10 a los 14 años).

La conciencia de lo natural

Para el médico psicoterapeuta José Ignacio Díaz, especialista en desarrollo psicosocial homosexual, es difícil aspirar a una sociedad sin armarios. Lo explica: “El armario no es solo consecuencia de la homofobia, que también. El armario significa autoaceptación. Y para cualquier joven es difícil aceptar que es diferente, porque los heteros siguen siendo predominantes. La mayoría de los padres son heterosexuales, y un crío siempre quiere imitar a sus padres. Aceptar la diferencia nunca es fácil para un chico o una chica: necesitarán tiempo para asimilar lo que son. Y ese armario estará ahí siempre. Pero podemos conseguir que sean estancias más breves y menos dolorosas”. De nuevo, el reciclaje, la transformación: convertir el dichoso mueble en una liviana experiencia de crecimiento, en consonancia con una nueva conciencia que naturaliza y no señala.

Manifestaciones como las de este sábado 5 de julio en Madrid (y en esto coindicen ambos especialistas) ayudan a la causa. Generelo rememora aquella vez en que un chaval muy jovencito, tras la manifestación del Orgullo Gay de 2013, se abrazó a la presidenta de FELGTB y, llorando, le dio las gracias por todo. “Después, llamó a su madre para decirle cómo era”, recuerda. Y José Ignacio Díaz incide en que es clave el papel de los progenitores: “Hay que hacer un esfuerzo por hablar a los hijos desde la diversidad. Porque no solo les estarás brindando protección en caso de que sean homosexuales, sino que también alimentarás su tolerancia”. Así suceden escenas como la de su propio hijo, de 11 años, que el otro día le decía a un amigo, en presencia de su padre: “Si el día de mañana me gustan los chicos…”.

Fuente El País

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