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“María Magdalena, pionera de la igualdad”, por Juan José Tamayo

Jueves, 11 de agosto de 2016
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mary-magdalene-6e5a131d0dc85e1439fe556313b910251421f22f-s6-c30A las mujeres y a las organizaciones feministas que luchan por la emancipación de las mujeres en una sociedad patriarcal, con mi solidaridad fraterno-sororal y en sintonía

Durante las últimas décadas se está produciendo un importante movimiento de recuperación de la figura de María Magdalena por parte de especialistas del Nuevo Testamento, preferentemente mujeres, que leen los textos fundantes de la fe cristiana en perspectiva de género, de historiadores e historiadoras de los orígenes del cristianismo, que llevan a cabo una reconstrucción no patriarcal de los primeros siglos de la religión cristiana, y de la teología feminista, que aplica a los textos la hermenéutica de la sospecha..

Papel fundamental han jugado en esta recuperación los evangelios llamados “apócrifos”, sobre todo los de carácter gnóstico, entre los que cabe citar el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Felipe, El Evangelio de María (del que me ocupé en EL PAÍS-BABELIA, 13 de mayo de 2006) y Pistis Sofía, a quienes algunos investigadores conceden gran importancia por la información que proporcionan sobre las distintas tendencias del cristianismo naciente. Para un conocimiento de estos y otros textos gnósticos recomiendo la obra Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi, 3 vols., Trotta, 1997-2000, editada por Antonio Piñero, catedrático de Filología del Nuevo Testamento en la Universidad Complutense de Madrid.

Resulta difícil una reconstrucción histórica de la figura de María Magdalena, por la falta de datos, ya que los evangelios, tanto los llamados canónicos como los apócrifos, ofrecen pocos datos sobre ella y constituyen un género literario muy peculiar. En este intento de reconstrucción vamos a empezar por una aproximación  el movimiento de Jesús, del que María Magdalena formó parte y fue una figura relevante.

Un movimiento igualitario de hombres y de mujeres

Las actuales investigaciones sociológicas, de historia social, de antropología cultural y de hermenéutica feminista sitúan el grupo de seguidores y seguidoras de Jesús en el horizonte de los movimientos de renovación del judaísmo del siglo I, junto con los esenios, terapeutas, penitenciales y otros. Lo ubican asimismo dentro de los movimientos que lucharon contra la explotación patriarcal en las distintas culturas: griega, romana, asiática y judía. En la historia de Israel hubo intensas luchas protagonizadas por mujeres que jugaron un papel político y cultural muy importante.

Las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas que se reunían para comidas comunes, eventos de oración y encuentros de reflexión religiosa con el sueño de liberar a ls mujeres en Israel Es precisamente esa corriente emancipatoria del dominio patriarcal la que posibilitó el nacimiento del movimiento de Jesús como movimiento igualitario de hombres y mujeres en el que éstas jugaron un papel central. Su presencia y protagonismo en dicho movimiento, reconoce la teóloga feminista Elisabeth Schüssler Fiorenza, son de la mayor importancia para la praxis de solidaridad desde abajo.

El movimiento de Jesús se torna así una corriente de protesta contra la teoría y la práctica patriarcales entonces vigentes. La actividad de las mujeres fue determinante para que el movimiento de Jesús continuara después de la ejecución de Jesús y se extendiera fuera del entorno judío. Ellas fueron las primeras en argumentar teológicamente a favor de la participación de los paganos en el banquete mesiánico.

Desde Galilea. Amigas y discípulas

Las diferentes tradiciones evangélicas coinciden en hablar de la existencia de un grupo numeroso de discípulas que acompañaron y siguieron a Jesús de Nazaret desde Galilea hasta el momento de su ejecución en el Gólgota. La mayoría de las veces se citan algunos nombres de mujeres dentro de un conjunto más amplio: María Magdalena, Juana (Lc 8,2-3). Es la misma tendencia seguida en el caso de los varones (Pedro, Santiago y Juan). Con ello se pretende mostrar el lugar destacado que unas y otros ocupaban en el grupo.

La mujer que aparece casi siempre citada en primer lugar entre las amigas de Jesús es María Magdalena, que toma el nombre de de su lugar de origen, Magdala, ciudad pesquera floreciente de la costa oriental del lago de Galilea, entre Cafarnaún y Tiberíades. Ella es discípula de primera hora, pertenece al grupo más cercano a Jesús, ocupa un lugar preeminente en él y hace el mismo camino que el Maestro hasta Jerusalén. En otras palabras, comparte su causa y su destino. Las mujeres que siguen a Jesús suelen ser citadas en los evangelios en referencia a un varón, por ejemplo, Juana, “la mujer de Cusa”; María Magdalena, no: una prueba más de su independencia de toda estructura patriarcal.

La fidelidad o infidelidad a una causa y a una persona se demuestran cuando vienen mal dadas, en la hora de la persecución y del sufrimiento. Cuando Jesús es condenado a muerte y ejecutado, los discípulos varones huyen por miedo a ser identificados como miembros de su movimiento y a correr la misma suerte que él.  Sólo las discípulas que le habían seguido desde Galilea le acompañan y están a su lado en la cruz (Mc 15,40; Mt 27,55-56; Lc 23,49.55). Dentro del grupo de mujeres que están junto a la cruz los sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) citan a María Magdalena en primer lugar.  Sólo en el evangelio de Juan aparece en último lugar. María funge como discípula fiel no de un Mesías triunfante, sino de un Crucificado por subvertir el orden establecido tanto religioso como político.

Primera testigo de la resurrección

Las distintas tradiciones evangélicas coinciden en presentar a las mujeres como las primeras testigos de la resurrección. Cuando ellas visitan el sepulcro el primer día de la semana, un ángel les comunica que el Crucificado ha resucitado y les pide que vayan a comunicar la noticia a los discípulos (Mt 28, 2-8). Inmediatamente después es Jesús Resucitado quien les sale al encuentro y les hace la misma petición. Tradiciones divergentes coinciden en presentar a María Magdalena como la primera testigo de la Resurrección.

Parece tratarse de una tradición muy antigua. El “final de Marcos” (Mc 16, 9-20) -añadido tardío al evangelio- afirma que Jesús se apareció primero a María Magdalena (Mc 16, 9), quien comunica la noticia a los discípulos que habían compartido su vida con él (Mc 16, 10). La reacción de éstos ante el anuncio de María Magdalena es de incredulidad por creer que se trata de un desatino. El testimonio de las mujeres carecía de valor entonces. ¡Cuánto más en un asunto de tanta trascendencia!

El Evangelio de Juan también presenta la aparición de Jesús a María Magdalena como la primera. La principal discípula y seguidora de Jesús se convierte en la persona que se encuentra con el Resucitado antes que los propios discípulos varones. El primer dato a tener en cuenta en este relato es que, al hallar el sepulcro vacío, Pedro y Juan se retiran, mientras que María Magdalena, según un sermón francés del siglo XVIII descubierto por el poeta Rainer María Rilke en 1911, “busca por doquier a su único, al único objeto de su amor, al único e inalterable apoyo de su corazón exánime”.

En ese encuentro hay una tonalidad íntima. Jesús llama a María por su nombre. Ella lo reconoce al instante y le llama “Rabbonní”, que es la forma de dirigirse los discípulos más cercanos al maestro (Jn 20,16-17). El breve diálogo que se entabla entre ambos brota de la confianza que había caracterizado sus relaciones anteriores. Como observa Schillebeeckx, entre María y Jesús sigue dándose la misma “comunicación vital” que mantuvieran en vida. Más aún: María experimenta a Jesús como Viviente.

Pero ahí no termina todo. Por indicación de Jesús, María comunica a los discípulos su experiencia del Resucitado: “He visto al Señor” (Jn 20,18). Ella cumplió las tres condiciones para ser admitida en el grupo apostólico: haber seguido a Jesús desde Galilea (Lc 8, 2-3); haber visto a Jesús resucitado (Jn 20,18); haber sido enviada por él a anunciar la resurrección a sus hermanos (Jn 20,17). Los apóstoles aparecen en las tradiciones evangélicas como testigos secundarios de la resurrección. Acceden a ella a través de la experiencia y del testimonio de las mujeres. Su actitud inicial es reservada, recelosa, más aún, desconfiada.

Según Schillebeeckx, “parece que las experiencias de estas mujeres contribuyeron a que la causa de Jesús se pusiera en movimiento” 1. Opinión compartida y sólidamente fundamentada por la hermenéutica bíblica feminista. En concreto, el reconocimiento de María Magdalena como primera testigo del Resucitado explica su protagonismo en el cristianismo primitivo.

Sin embargo, en las cartas paulinas y otros escritos del Nuevo Testamento el testimonio de las mujeres sobre Jesús resucitado no aparece y María Magdalena es sustituida por Pedro. Ello se debe a la situación jurídica de entonces, unida a una Iglesia sometida al dominio masculino, que muy pronto comenzó a eliminar a las mujeres del protagonismo que tenían en el movimiento de Jesús.

El silenciamiento, por parte de Pablo y de otras tradiciones neotestamentarias, de la aparición de Jesús a María Magdalena y a otras mujeres supuso la exclusión de éstas de los ámbitos de responsabilidad comunitaria. Con la pronta instauración de estructuras patriarcales y de la teología androcéntrica en la vida y organización de la comunidad cristiana se interrumpieron las posibilidades y expectativas que se abrían con el reconocimiento de las mujeres como primeras testigos del Resucitado.

A pesar del silencio de Pablo y de otros escritos del Nuevo Testamento, las mujeres constituyen el eslabón indispensable de la transmisión del mensaje evangélico, más aún, el eslabón esencial para la fe en Cristo resucitado y el nacimiento de la comunidad cristiana. Sin el testimonio de las mujeres quizá no hubiera continuado el movimiento de Jesús y difícilmente hubiera surgido la Iglesia. ¿Quién podría narrar en las asambleas eucarísticas las experiencias de la muerte y de la resurrección de Jesús, sino las mujeres, principales testigos, y quizá las únicas? Ellas fueron testigos de cómo una víctima era rehabilitada y el Crucificado vencía a la muerte por la fuerza del Dios de la vida.

En los orígenes del cristianismo, en varias iglesias cristianas María de Magdala tuvo una importancia tan grande, si no mayor, que Pedro. Con el paso del tiempo fue perdiendo relevancia hasta ser suplantada por la tradición de la maternidad divina de María, que llegó a predominar sobre la figura misma de su hijo Jesús de Nazaret, el iniciador del cristianismo como movimiento igualitario de hombres y mujeres. La mariología desplazó a la cristología.

Evangelios gnósticos: Evangelio de TomásEvangelio de FelipeEvangelio de María y Pistis Sofía: Compañera del Salvador

En los Diálogos de Revelación de los evangelios apócrifos de carácter gnóstico, María Magdalena aparece como interlocutora preferente de Jesús resucitado, hermana de Jesús, discípula predilecta y compañera del Salvador. Tal cercanía del maestro provoca los celos de algunos apóstoles, especialmente de Pedro, quien, según Pistis Sophia, reacciona en estos términos: “Maestro, no podemos soportar a María Magdalena, porque nos quita todas las ocasiones de hablar contigo; en todo momento está preguntando y no nos deja intervenir”.

En dichos evangelios, a las que hoy se les está dando un importante valor, ya que nos permiten un conocimiento más riguroso del cristianismo primitivo y de sus diferentes tendencias, aparecen otras voces y otras interpretaciones, reprimidas por el patriarcado cristiano, que se impuso muy pronto a través de la ortodoxia androcéntrica.

Apóstol de apóstoles es el título que dio a María Magdalena Hipólito de Roma, quien no considera a las mujeres mentirosas, sino portadoras de la verdad y apóstoles de Cristo. Igualmente elogioso es el testimonio de San Jerónimo: “… y sobre todo, cómo María Magdalena recibió el epíteto ‘fortificada con torres’ por su fervor y la fuerza de su fe, y recibió el privilegio de ver a Cristo resucitado, incluso antes que los apóstoles” (Epist. CXXVII).

En el proceso de patriarcalización, clerizalización y jerarquización del cristianismo, María de Magdala fue relegada al olvido; más aún, fue presentada y representada como prostituta arrepentida, sirvienta de Jesús en agradecimiento por haber expulsado de ella los malos espíritus de los que estaba poseída, penitente con los vestidos desgarrados que llora por sus pecados pasados y por los que cometerían en el futuro las mujeres, mujer “de mala vida”. Otra fue la suerte de María de Nazaret, madre de Jesús, declarada Inmaculada, Madre de Dios, elevada a los altares, asunta al cielo en cuerpo y alma, piropeada con miles y miles de advocaciones, tratada casi con honores divinos. Toca ahora bajar a María de Nazaret del pedestal para devolverle su verdadera identidad: hermana nuestra y recuperar el protagonismo de María Magdalena como pionera de la igualdad.

Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones
Universidad Carlos III de Madrid


1 Edward Schillebeeckx, Jesús. La historia de un Viviente, Cristiandad, Madrid 1981, 318.

Fuente Fe Adulta

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Sed transeúntes (peregrinos).

Miércoles, 5 de marzo de 2014
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Hoy comienza la Cuaresma. Del blog À Corps… À Coeur:

soyez-passant

 El Evangelio de Tomás es uno de los textos redescubiertos en Nag Hammadi, en el Alto Egipto en 1945.

No es una narración histórica o relato de milagros, ni un compendio de hechos y acciones que Jesús hubiera realizado, sino una colección de palabras breves . Entre los investigadores, algunos creen que estas palabras son anteriores a la redacción de los otros evangelios . Pertenecerían a la tradición de las “dichos de los padres” en el judaísmo antiguo.

En el logion 42 Yeshua dijo : “Sed transeúntes”.

Es una palabra importante no sólo para los cristianos sino para toda la humanidad.

La palabra “Pascua”, Pesaj en hebreo, en griego Pasqua, significa “paso”, es pasar.

Pasar de la oscuridad a la luz,
de este mundo espacio-tiempo al mundo increado, como dijo Yeshua “de este mundo al Padre”,
 de este mundo espacio -temporal al Origen que nos lleva; hacia el Aliento que nos inspira y expira …

Sed transeúntes” es también un recordatorio de que somos seres de paso.

¿Qué es lo que no sucede en nuestras vidas? ¿Qué es lo que no pasará?

Todo pasa.

Es una verdad que no es triste. Al contrario, nos enseña a disfrutar mejor cada momento …
Es precisamente porque todo ocurre, que lo importantes apreciarlo mientras que está ahí, mientras florece .

No te alejes de la rosa cuando da su fragancia.

Estar presente, muy presente en lo que se nos da a cada momento .

El transeúnte no es indiferente . Él es el que ve las cosas por primera y última vez. Así las ve las ve con una atención e intensidad extremas.

Porque conoce esta otra palabra: Panta rei , literalmente “todo pasa, todo fluye “ . Esto no nos debe llevar a un estado de indiferencia, de desprecio .Bien al contrario, podemos aprender a escoger cada cosa en el momento en el que se da, enlol que se nos ofrece en este momento.

Ir hacia … no quiere decir que no veamos lo que florece en el borde del camino, la meta no debe hacernos olvidar lo esencial de la búsqueda… tierra prometida que ya está ahí, en el polvo de los senderos que nos conducen…

“¡Sed transeúntes !”

Somos peregrinos sobre la tierra, estamos en marcha .Evolucionamos al filo de los días… en el filo del 
tiempo.

Para permanecer transeúnte, se trata de no apesadumbrarse, no ser ligeros, no esclerotizarse, no asentarse en el conformismo… cimentarse en las posesiones, logros, formas de hacer o pensar
… Esto quebraría en nosotros la esencia del hombre, su movimiento, su futuro.

El hombre no es un ser, sino un quizás…

De hecho puede surgir en nosotros el conflicto entre lo necesario y lo esencial, ya que es difícil discernir entre los dos.

A veces incluso se nos pide abandonar lo necesario sin perder lo Esencial, es decir, el Deseo, la apertura a lo Real, a lo infinito que nos habita ya que somos el templo y el lugar de paso …

Esta es la sabiduría de todos los días, pero es bueno recordar en su cama de hospital , recordar que “esto también pasará”.
No hay dolor eterno . Los males, incluso los más grande y terribles terminan por pasar …

También debemos recordar igualmente estas pocas palabras en el momento del placer, del abrazo, de la felicidad. Saber que “esto también pasará”, de lo contrario se aferrará, apegará. Así que este apego a la felicidad del momento causará sufrimiento.

Si uno es capaz de oír este discurso, vivirlo y “verificarlo”, toca algo en nosotros que está más allá de lo que se llama felicidad y lo que se llama desgracia ,
más allá de lo que agrada y lo que no agrada,
más allá de lo que se llama placer o dolor.

Toca a lo que en nosotros es libre, “incondicionado”.

Es necesario hacer un pacto con el paso del tiempo : Polvo eres, y al polvo volverás ;

La forma que la vida toma en mí va a cesar, va a pasar, sin embargo, el flujo de la vida continúa.

Conviene saber discernir el umbral del gran paso, nuestra verdadera Pascua, qué va a pasar y que está pasando, observar este espacio en el que nos viene nuestro aliento y al que regresa.

¿Qué es lo que hay entre nuestro inspirar y exhalar? ¿De dónde viene nuestro inspirar y a dónde vuelve nuestro exhalar?

Hay un silencio, un “yo-no-sé-qué, un, casi nada”, este que – ya en esta vida – llegará a ella, la muerte no le enseña nada. Llegará entre su inspiración y su expiración una realidad que, en algunas tradiciones, se llama la “vida eterna”.

Las palabras a veces son usadas, gastadas. Decir “vida eterna” hace pensar en algo que no termina nunca: es tan largo, tan aburrido…
Mientras que la “vida eterna” significa el “no-tiempo” más allá de lo que llamamos “espacio-tiempo.”

Por lo tanto, si esto es eterno, no es después de la muerte, es antes, durante y después.

La vida eterna es la dimensión de la eternidad que habita en el corazón mismo de esta vida, de ahí la importancia de conocer, en esta vida, en este momento: Kairos, el momento favorable, el instante eterno, en oposición a Cronos, que devora el tiempo.

Al caminar, se respira el polvo de la carretera, que se adhiere a la cara, a la piel, en la ropa… Pero en el corazón mismo de este polvo, también ocurre que vemos la luz .

He aquí que de repente después de una buena marcha el flujo de pensamientos se para. La marcha se para. Entonces percibimos que el sentido de la marcha – si realmente se ha marchado- se ha parado allí para llegar a este momento de descanso que la tradición judía llamada “Shabat”.

“Nosotros, existimos en el mundo para recordar al mundo que los hombres no están hechos para trabajar, sino para descansar.

Quien ha caminado bien sabe esto, ha caminado para conocer la felicidad de este momento en el que el cuerpo yel pensamiento, la voluntad y el deseo quedan en reposo y esto es shalom, una palabra que no significa sólo “paz”, sino también la totalidad y la plenitud .

La marcha nos vacía y nos llena al mismo tiempo, nos vacía de nuestro pequeño yo, lo agota para hacer sitio a otro yo, que purificado por el camino puede entonces posarse y reposar.

Literalmente, shabat en hebreo significa ” detener “ dejar de hacer , dejar de producir , actuar,
 pero dejar de pensar en lo que ha de ser con lo que es .

La tradición nos dice que el sábado todos los hombres son iguales. Ya no es un comerciante, profesor, trabajador, somos hijos de Dios , hijo del Soplo , los niños  jijos de Este que inspira y de Este que expira a través de nosotros . ” Eso” es la propiedad de la persona , como el amor no es propiedad de los cristianos , la luz no es la propiedad de los budistas. La vida pertenece a aquellos que se atreven a vivirla hasta el final , hasta la muerte …

En el Evangelio de Tomás otro dicho de Jesús dice: “Si te preguntan
: ¿Cuál es la señal de vuestro Padre que está en vosotros? Decidles:
 Es un movimiento y es un descanso …

Hay en nosotros un movimiento, un deseo. Nuestro deseo jamás se colma … De hecho se ahueca sin cesar y nos mantiene en lo abierto, lo abierto que no permite cerrarse sobre una presa, de “cosificar” los seres y la Realidad misma cuando hacemos “que soy” entonces que es ” el Abierto “, esta Luz que no se puede coger, ni tomar, ni comprender …

Y, sin embargo, sin esta luz no podemos ver nada, ni hacer nada, ni pensar nada .

Caminar , ir por delante , quedarse “a la búsqueda” nos mantiene al aire libre, que es un movimiento y es un descanso …

*

Fuente: Hermano Francisco , ermitaño

soyezpassant

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