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25.2.24. Dom 2. Cuaresma: Transformación de la iglesia dormida (Mc 9,2-8)

Domingo, 25 de febrero de 2024

IMG_3259Del blog de Xabier Pikaza:

Este domingo suele llamarse de “trans-figuración” o cambio de figura (apariencia externa) de Jesús y de la iglesia. Pero el evangelio  no dice “cambio de figura” (trans-figuración: que cambie externamente todo para que nada cambie), sino de forma de ser  (transformación, metamorfosis).  

 Son muchos los que, en contra del evangelio, sólo quieren unos cambios “cosméticos” de la figura/apariencia de la iglesia (dormidos allí arriba los tres: Pedro, Jacob, Juan), para que todo siga igual.

El evangelio quiere un cambio de morfé/forma de ser (meta-morfosis o trans-formación)  de la iglesia.

Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús llevó a Pedro, a Jacob y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transformó (mete-morphôzê) delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: “Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.” De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.” Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de “resucitar de entre los muertos”.

Comparar los textos

Esta es la fiesta de  la meta-morfosis, el cambio de ser de Jesús y de la iglesia, no un pequeño cambio externo, cosmético, de la iglesia, conforme al principio deLampedusa: Que parezca que cambia todo, para que nada cambie (Gatopardo). 

Esta Meta-morfosis de Jesús  tiene que ser cambio del triunvirato de la iglesia (Pedro, Jacob, Juan)nos invita a un cambio radical en la forma de ser (no sólo de la figura externa de la vida.

Marcos 9, 2 Y seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, les subió a solas a un monte muy alto y se trans-formó (fue transformado) ante ellos. 3 Y sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero del mundo podría blanquearlos. 4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús.

La traducción latina/romana  de Marcos (y el texto de Lucas 9, 28b-30) dicen que fue un cambio de figura (trans-figuratus), un cambio de la apariencia del  rostro (eidos/figura de su rostro) cambió, se hizo distinto (heteron), sus vestidos brillaban etc.

 Anotaciones sobre el texto de Marcos

Y seis días después… Posiblemente alude al Día de Dios (sábado o domingo), pasados seis días de la escena anterior, la de Cesarea de Felipe, con la “confesión” de Pedro y la revelación de Jesús (dar la vida por el Reino). Ha pasado la semana de los días de la creación, llega el día séptimo de la gloria de Cristo.

Tomando a solas a Pedro, Santiago Zebedeo y Juan. El triunvirato oficial de la Iglesia. Estos tres son signo de la historia de Jesús, su grupo de intimidad; ellos son, al mismo tiempo, el testimonio de la iglesia entera.

  • Son los tres primeros del tiempo de Jesús, compendio de todas la iglesia posterior
  • Más tarde el triunvirato lo forman los tres del Concilio de Jerusalén: Pedro, Santiago/Jacob hermano de Jesús y Pablo (Gal 2, Hech 15). En los dos casos tenemos una iglesia “trinitaria” de tres varones.
  • Trinidad de mujeres... Tanto Mc 15-16  como en Mateo y Lucas en vez del triunvirato ponen un triunfeminato, formado por las tres “marías” (Magdalena, con M. de Cleofás  y Salome), a las que Jn 19 añade el discípulo amado.

Les subió a un monte muy alto… Simbólicamente es el monte de Galilea… En el fondo es el monte de la Cruz y de la pascua… Es como si Jesús les/nos hiciera ascender… para descubrir la verdad, para transformarnos.

Fue trans-formado ante ellos. La palabra clave del relato es metemorphôze (fue transformado o metamorfoseado, en pasivo divino) ante ellos. Esa palabra (meta-mofosis) tiene un sentido técnico en griego (e incluso en latín) y evoca las transformaciones que asumen (padecen) los dioses y seres divinos, tomando diversas formas para presentarse y actuar. En esa línea se sitúa la obra clásica de Ovidio (Las Metamorfosis), escrita el año 7 d.C., en la que se narran, partiendo de las obras clásicas de Homero y Hesíodo (del conjunto de la mitología de Grecia y Roma), los cambios o “transformaciones” de dioses y héroes, desde el principio hasta el tiempo de Julio César (pocos años antes de Cristo). Toda la realidad es, según eso, una “metamorfosis” incesante de todo lo que existe, dentro del continuo sagrado de la realidad, donde dioses y hombres se vinculan (sin diferencia esencial).

Y sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrante… Marcos no dice nada del cambio del rostro de Jesús (a diferencia de Lucas 9, 29, quien significativamente omite la palabra metamorfosis, por sus implicaciones de cambio externo, no radical de la vida), o de alguna de sus partes (como la mirada, cf. Ap 2, 18; 3, 18), sino que se fija sólo en sus vestidos, que se vuelven blancos, es decir, de color de cielo (cf. Ap 3, 18; 19, 14). De esa manera sigue la tradición del Antiguo Testamento, por ejemplo en Is 6, 1, donde se dice que el profeta vio a Dios, pero sólo se fija en su manto). También el joven de la pascua de Mc 16, 5 tendrá el vestido blanco.

Y se les aparecieron Elías y Moisés. En el monte de Jesús están los dos del AT: Moisés es la ley, Elías es la profecía… Falta el tercero que sería David o Salomón (sapienciales, salmos.., Esos dos conversaban con Jesús. Se les aparecieron a ellos (a los tres videntes), no a Jesús. La iglesia es una conversación de Jesús con Moisés y Elías . Sobre la interpretación de Moisés (la Ley) ha venido discutiendo Jesús con los escribas, desde Marcos 2, 7, pasando por 3, 22 y 7,1, hasta culminar en 14, 53.

Sobre la relación de Elías con Juan Bautista y con Jesús ha tejido Marcos su evangelio (desde 1, 2-3, pasando por 6, 15; 8, 29 y 9, 11, hasta 15, 35). Ellos representan la identidad de Israel, es decir, la Ley (Moisés) y la profecía (Elías), vinculadas en su raíz y señalando que el camino de Jesús, rechazado por otros como peligroso para la identidad y esperanza israelita, cumple en realidad esa esperanza.

Jesús asume y culmina de esa forma el camino y testimonio de Moisés y Elías. No se identifica con ninguno de ellos, no es Moisés ni es Elías, es alguien distinto, el Cristo, Hijo de Dios, pero cumple y culmina la función que ellos han iniciado, de forma que “conversa” con ellos. Mirados desde esa perspectiva así, Moisés y Elías realizan la misma función de Isaías y el Bautista en Mc 1,1-11: ofrecen testimonio, abren un camino de esperanza. Pero la palabra creadora y la revelación definitiva provienen directamente del Dios que engendra a Jesús diciéndole “tú eres mi Hijo” (1,9-11) o le declara como Hijo delante de sus discípulos (Éste es mi Hijo 9,7), cumpliendo y desbordando de esa forma las funciones de Moisés y Elías.

Esta es una escena de contraste. Las autoridades oficiales y sagradas de Jerusalén (escribas-sacerdotes-ancianos) van a condenar a Jesús en nombre de su Dios de poder (cf. Mc 8,31). Pues bien, ese mismo Dios avala a Jesús llamándole su Hijo, y así lo reconocen los representantes verdaderos de Israel (Moisés y Elías). Por eso, la Iglesia de Jesús que ha escrito y que acoge este pasaje viene a presentarse como auténtico Israel, heredera de todas las palabras de la ley y profecía (Moisés y Elías), frente a los judíos no cristianos que, en el fondo, habrían rechazado a sus padres verdaderos Pedro, Santiago y Juan descubren así a Jesús arriba, en la montaña de la gloria, culminando el camino de Moisés y Elías, con quienes él conversa (êsan synlalountes: estaban dialogando).

Posiblemente, en su origen, el texto evocaba una experiencia de resurrección: brilla sobre Jesús la gloria de Dios en la montaña de su pascua, en la que culmina todo el camino de Israel. Pero esa transformación pascual sólo tiene sentido (y sólo se realiza) en el camino que lleva a la entrega de la vida; por eso, Marcos ha querido situar esa escena en el momento clave del camino de Jesús, cuando él ha decidido tomar un camino de entrega de la vida a favor de los demás, poniéndose en manos del Dios de la Vida.

Meta-morfosis cristiana, no meta-morfosis o avatara de película  

Hay metamorfosis que no son más que cambios externos, una especie de mutaciones teatrales… en las que todo parece cambiar pero sin que cambie realmente nada conforme , una ley de la naturaleza, formulada por A. L. Lavoisier (1743-1794): “nada se crea, nada se destruye, todo se transforma”. Aquí se podría aplicar la formula de Lampedusa, en el Gatopardo: Parece que se cambia todo para que no se cambie nada.

Avataras de las religiones de oriente… En un plano, en parte, semejante al anerior se sitúan muchas experiencias y/o formulaciones de las religiones orientales (sobre todo del hinduismo, pero también del budismo), que hablan de las manifestaciones sagradas de la divinidad o del misterio (Visnú, Shiva, el Dharma, lo Búdico…) en algunos seres privilegiados como Krisna, Rama o Gautama Buda. En sentido estricto, el que se metamorfosea no es el hombres, sino lo divino, que toma forma (apariencia) humana, para así ayudar a los hombres y mujeres en el camino de su divinización o liberación.

J. Cameron, Avatar/avatara. Hacia el año 2009/2010 se estrenó la película de  J. Cameron, titulada precisamente Avatar, en la que se expone con símbolos de fondo pagano y bíblico (Eva…), oriental y occidental, la posible tragedia de una humanidad técnica que ha perdido su vinculación con la naturaleza sagrada (la interconexión/metamorfosis que todo lo vincula), por un deseo esquizofrénico de dominio técnico, enriquecimiento idolátrico y muerte. Avatar es un canto a la gran Metamorfosis, que se concreta en las vinculaciones (sinapsis) sagradas que vinculan a todos los vivientes, dentro del Todo sagrado (que es la Madre).

Novedad Cristiana. La gran transformación Mc 9, 2-9 (cf. Mt 17, 1-13).

  • La iglesia está representada por los tres varones (Pedro, Jacob, Juan/Pablo), pero faltan aquí las mujeres… Hay que introducirlas…
  • Los tres se duermen…Quieren que Jesús les conceda el poder sobre el monte, no quieren hacer con él el camino… Son, somos, la iglesia dormida, miedosa… del triunvirato masculino.
  • En Mc 16, 1-8, el ángel de la pascua dice a las tres mujeres del monte verdadero (las tres marías), que dejen la tumba, que vayan a Galilea y pongan en marcha a Pedro y a su compañía… Con toda intención, Maros sigue diciendo que ellas no han ido todavía, que tienen que ir, que tienen que ponernos en marcha, bajar del monte, dejar el sueño, caminar…

Metamorfosis/transformación de la iglesia. Reflexión

Ese cambio está inspirado, fundado en Jesús,  con Moisés y Elías a su lado, con Pedro/Papa, pero también con Jacob y Juan… y sobre todo con las tres mujeres en la base. O realizamos todo ese cambio o morimos como iglesia.

Al  emplear esa palabra (metemorphôtê), Marcos quiera situar la experiencia de Jesús en el trasfondo religioso de su tiempo, pero destacando la novedad esencial del evangelio… No cambiar la figura externa, cambiar la realidad total del ser humano y de la forma de vida, como indica la partícula meta (más allá, por encima), que aparece en la expresión meta-noia (que se suele traducir por con-versión, pero que significa cambio total de conocimiento, meta-gnosis, de ser). La radicalidad cristiana de esa experiencia, entendida como meta-noia (cambio de conocimiento) y meta-morfosis (cambio de forma de ser) expresa la novedad más honda del cristianismo y de la iglesia.

La misma palabra metamorfosis (aceptada por Mt 17, 2, desde un contexto más judío) ha suscitado el recelo de Lucas, que no se atreve a utilizarla ni en griego y que sólo habla de un cambio en el rostro y vestidos de Jesús. Lucas sigue la traducción de la Vulgata (transfiguratus est coram ipsis, Mc 9, 2), habla de la Trans-figuración y no de la Trans-formación (Meta-morfosis) de Jesús y de la iglesia…

La palabra transfiguración es buena, pues nos invita a trascender o cambiar la figuras externa de la vida. Pero no es suficiente; no basta con cambiar la figura externa, hay que cambiar la forma de ser, la  realidad misma de la vida de la iglesia.

Es muy posible que el traductor de la Vulgata, con el evangelio de Lucas  y la liturgia latina hayan tenido miedo de utilizar la palabra  trans-formatio (trans-formación, cambio de forma-morphê) y por eso han puesto  transfiguración: hay que cambiar la figura externa de la iglesia; no se puede cambiar su forma de ser. Entendida así,  la fiesta de hoy es fiesta de trans-formación, ni simple trans-figuración. Por eso, la meta-morfosis no es un cambio de forma externa o figura, sino un cambio esencial, una “mutación” radical.

Comparación con Pablo. Flp 2, 6-11. Servicio de amor hasta la muerte.

La experiencia cristiana de la metamorfosis de Jesús (y de aquellos que creen en él) nos sitúa, según Marcos, cerca de aquello que Pablo y su escuela han explorado al hablar de la transformación radical de la vida, que se expresa de un modo privilegiado en Jesús.

Así, por ejemplo, en el himno de Flp 2, 6-11 se dice que Jesús ha tomado la “morphê” o forma/esencia de siervo, para realizar su tarea (en una línea de verdadera encarnación, no de apariencia). Pues bien, según eso, Jesús ha realizado la obra de Dios (siendo aquel que vive en morphê Theou, forma/esencia de Dios) por haber asumido la morphê doulou, forma/vida de servidor, entregándose así por los demás. Éste es el argumento que está al fondo de 1 Cor 15, 35-58, donde se habla de la gran trans-formación de la vida humana, que se realiza en Cristo, una meta-morfosis que puede y debe compararse a la que se produce (en otro nivel) en las semillas de las plantas, que se siembran y mueren y así “resucitan”.

Transformación y metanoia…

 Esa trans-formación con “meta” (meta-morphê) ha de vincularse se con la meta-noia (trans-gnosis, trans-pensamiento) del mensaje original de Jesús (Mc 1,14-15) y del discurso de Pablo en Atenas (Hech 17, 30) donde Pablo presenta ante la cultura el sentido de la transformación del cristianismo.

En el fondo del relato de la metamorfosis de Jesús en Mc 9, 2-8 está la experiencia de la gran trasformación pascual de la humanidad y del cosmos entero (cf. Rom 8, 18-30), que es el centro de la fe cristiana. Esa meta-morfosis de Jesús (su avatar) es mucho más que lo que busca y dice Cameron. No es un retorno a un tipo de “madre” naturaleza antigua (Eva, Pandora), de la que venimos, sino creación pascual de aquello que aún no somos. En un sentido, Cameron tiene razón (corremos el riesgo de matar a la Madre naturaleza). Pero en otro se queda muy corto: la meta-morfosis de Jesús nos lleva a futuros aún no explorados, ni imaginados…, en línea de creación pascual, a través de un amor que es capaz de dar la vida por los demás.

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