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TEMPUS FUGIT: no todos los contemporáneos somos coetáneos.

Sábado, 1 de enero de 2022

3216003D-9DCF-4AA7-9159-666E142AF299-768x698Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

1.- Feliz año nuevo.

    En primer lugar: feliz tiempo, un año nuevo sereno, una vida tranquila en el Señor.

    Los seres humanos necesitamos fragmentar el tiempo para estructurar la vida, para romper el hastío del eterno retorno. Por eso organizamos el trabajo, las fiestas, las celebraciones.

Posiblemente el primer calendario está ya en el Génesis. Dios crea los astros de los que el hombre se ha servido para medir el tiempo, los ritmos de la vida, el día la noche. Al mismo tiempo encontramos una medición mítica de la semana y del trabajo: el primer día, el segundo, tercero, etc… y el séptimo descansó.

2.- Entre cronómetros y vivencias.

El tiempo: cuestión cultural

El tiempo es una cuestión cultural y comunitaria y ello en dos sentidos:

Todos vivimos al mismo tiempo, aunque no todos los que vivimos el mismo tiempo somos coetáneos. En el siglo XXI hay personas que viven en otra edad, en el siglo XVI, otros se han apuntalado en el XIX, etc. No todos los contemporáneos, somos coetáneos.

Por otra parte, el tiempo es una vivencia común y social de la realidad: trabajamos, celebramos las fiestas en común: los cristianos, el domingo; los judíos, el sábado, el Islam: los viernes.

3.- El telescopio espacial James Webb de la NASA

El día de Navidad se lanzó al espacio desde la Guayana Francesa un gran telescopio en el cohete Ariane 5; es una notable hazaña de ingeniería astronómica, que estará observando el espacio durante unos cinco años y nos ofrecerá muchos datos sobre el origen del Universo (pluriversos), pero al final nos quedará la gran cuestión, ¿quién, cuándo y cómo nació y puso en marcha los espacios siderales? ¿Cómo se produjo el paso de la nada al ser? ¿La materia es eterna?

Admitiendo de buen grado los datos que aportará la ciencia, los cristianos creemos que en el principio del tiempo y del espacio, estabas Tú, Señor, y al final del tiempo y del espacio, también estás tú, Señor. Cristo alfa y omega, principio y fin.

4.- Tiempo cronológico y tiempo vivido

Esta media noche las cadenas de televisión y radio nos han retransmitido con tanta precisión como estupidez las doce campanadas y, matemáticamente nos han dicho que ya estamos en el año 2022.

    Una cosa es el reloj, el cronómetro, las campanadas, el calendario y otra muy distinta el tiempo vivido.

El tiempo cronológico es algo distinto al tiempo vivido. Cuando uno está enfermo el tiempo es “eterno” y no pasa nunca. Cuando estamos sumidos en un problema, un conflicto, el tiempo es infinitamente más largo a cuando estamos en una situación amable, más o menos feliz.

No es lo mismo el tiempo cronológico, que el tiempo vivido.

5.- Tiempo cronológico y tiempo salvífico

Al tiempo vivido serenamente como salvación se le denomina kairós: tiempo salvífico.

El tiempo vivido como salvación tiene una duración amable o, cuando menos, llena de sentido.

6.- María meditaba y guardaba todas las cosas en su corazón.

    No es una cuestión fácil de dilucidar qué es el tiempo. Si no me preguntas, sé lo que es; en cuanto me preguntas, no sé lo que es, decía san Agustín

    Podíamos pensar que el tiempo es una cristalización, una densidad del transcurrir humano. El tiempo en realidad somos nosotros mismos, la memoria, “nuestra alma es el aula del tiempo” (San Agustín).

    María vio y vivió muchos acontecimientos que no entendía, o que seguramente le chocaban mucho, por eso fue la “primera creyente”. Desde el nacimiento de su hijo, Jesús, hasta su muerte (y resurrección), muchas cosas le resultaban chocantes e inexplicables. De ahí que María guardaba todas estas cosas en su corazón y les daría más de cuatro vueltas.

    María guardaba en su corazón lo vivido en el tiempo. La memoria, el corazón son el lugar del tiempo, de lo vivido, del kairós.

7.-  El consuelo del tempo es el mérito.

    Hay expresiones un tanto significativas y algo negativas sobre cómo vivimos el tiempo: “pasatiempos”, “matar el tiempo”.

La fugacidad del tiempo nos causa una cierta desazón, porque vamos perdiendo facultades, envejecemos, se nos olvidan las cosas, por otra parte un refrán dice: “no hay veinte años feos, ni sesenta bonitos”, etc. Quisiéramos amarrar el tiempo, pero no podemos. El tiempo se nos escapa como el agua entre las manos.

    El tiempo pasa rápido, tempus fugit, pero lo realizado queda,permanece. Cuando se vive con intensidad y trabajo, la existencia queda llena de mérito. El consuelo del tiempo es lo realizado, no el éxito, pero sí el mérito de lo realizado.Los minutos y los años pasan, lo vivido y realizado, queda.

8.- Como María.

    En estos días, y en el transcurrir de nuestra vida, tengamos la actitud de María, que meditaba todas estas cosas, guardándolas en su corazón.

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