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Cuando el sistema eclesiástico ya no es eclesial, volvamos al que es: Yo soy Rey

Domingo, 21 de noviembre de 2021

icono_cristo_pantocratorDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

Yo soy rey. Unas notas para centrarnos en Cristo

1.- Muy del estilo del evangelio San Juan, el encuentro entre Jesús y Pilato, como todo el relato de la pasión según san Juan tiene un ritmo lento, hierático, majestuoso.

En términos teológicos e icónicos, San Juan es quien ha dado pie al pantocrator hierático de la Iglesia oriental. Cristo preside su vida y su muerte.

Nosotros, occidentales, estamos más habituados al Cristo sufriente de los sinópticos, que quedará reflejado en la imaginería y pintura descriptiva de Velázquez y tantos otros, así como en los pasos de Semana Santa, etc.

2.- Un solemne Yo soy sobre el que está construido todo el evangelio [1], recorre todo el evangelio de Juan,

Jn 6,35  Yo SOY el pan de VIDA.

Jn 8,12  Yo SOY las LUZ del mundo.

Jn 10,14 Yo SOY el BUEN PASTOR y conozco las mías.

Jn 11,25 Yo SOY la RESURRECCIÓN y la VIDA.

Jn 14,6  Yo SOY el CAMINO, la VERDAD y la VIDA.

Jn 18,5  YO SOY… y cayeron los soldados por tierra…

Jn 18,37 Yo SOY REY.

Yo Soy el que Soy es la frase que Dios da como respuesta cuando Moisés le pregunta por su nombre: “Yo soy el que soy”, (Ex 3,13-14). Ahora, ante Pilatos –y ante todos los hombres de poder- Jesús hace suya la misma expresión y el mismo tono vital: Yo soy Rey. Cristo es el que es: Cristo es Dios. (Si bien mi Reino no es como s de este mundo: Roma o Glasgow).

  1. 3.- Curiosamente en el evangelio de San Juan, Jesús no emplea nunca la expresión Reino de Dios / Reino de los cielos (solamente aparece una vez esta expresión y en boca de Nicodemo: ¿qué tiene que hacer un hombre viejo para entrar en el Reino, Jn 3,4?).

Jesús no habla del Reino sino que habla de vida: Yo soy el pan de vida, el agua de vida, la resurrección y la vida…

Sin embargo en San Juan, no hay Reino, pero hay Rey. (Emplea 18 veces la expresión “rey”: 17 las aplica a Jesús).

4.- Este modo de Juan de construir el evangelio, es porque le imprime una gran densidad cristológica: Yo soy: Yo soy rey. El evangelio de Juan es profundamente cristológico

    El Vaticano II hizo un gran esfuerzo  por reconducir el cristianismo hacia Cristo: a través de la Palabra, de la Liturgia y la Iglesia. El centro del cristianismo es Cristo, no la bisutería y avalorios eclesiásticos.

  1. Y el evangelio de Juan es profundamente cristológico porque aquellas comunidades joánicas sufrieron una profunda decepción eclesiástica y ello por dos motivos:
  2. Porque aquellos primeros cristianos fueron expulsados del mundo judío al que se sentían unidos por tradición cultural-religiosa.
  3. Porque habían comenzado a entrar en la iglesia doctrinas extrañas de corte griego (gnósticos), muy espiritualoides, pero poco cristianas.

Por estas razones, La tradición de San Juan se centra en Cristo e insistirá en el permaneced en lo que os enseñé desde el comienzo, permaneced en mi amor, etc. Permanezcamos pues en el Señor.

Quizás también nosotros podemos estar decepcionados del sistema eclesiástico.

    Escribe el dominico sudafricano Albert Nolan:

En la Iglesia hay también un sentimiento creciente de desaliento. El Concilio Vaticano II suscitó en muchos de nosotros un entusiasmo esperanzador en el futuro de la Iglesia. Parecía que estábamos empezando a alejarnos de una Iglesia autoritaria y jerárquica para entrar para entrar en la libertad radical de Jesús y el evangelio. Pero desde entonces, casi todos los logros del concilio han sido socavados y anulados lenta pero rigurosamente. [2]

Cuando vemos cómo van nuestras diócesis, cuando estamos viendo el enfrentamiento frontal al papa Francisco de muchos jerarcas Y estamentos eclesiásticos, cuando vemos cómo se ha dejado de lado el Vaticano II, es el momento de volver al que es, sobre todo de volver y permanecer en el Señor, en el Evangelio, y en el Vaticano II, en  Francisco.

    En las noches oscuras del alma, en las decepciones eclesiásticas, congregacionales o personales, la salida está en el que es. Permaneced, permaneced en mi amor. (Jn 15,9-11).

Dos breves conclusiones finales:

  1. Al finalizar este año litúrgico sintamos la paz profunda de que Cristo encuadra nuestra existencia. Él es y está al comienzo y al final de nuestra existencia. Estamos hechos para finalizar en Cristo. El tiempo termina en la eternidad, el hombre concluye en Dios.
  1. En estos tiempos de nihilismo (nihil significa nada), descansemos en el ser, en el que es. No estamos cimentados en el vacío, en la nada, sino en el ser, en el que es: Yo soy. Ello nos causará una profunda serenidad porque

mis palabras no pasarán

[1] El evangelista san Juan aplica a Jesús esta expresión: “Yo soy” en más de 50 ocasiones

[2] Albert Nolan, Esperanza en una época de desesperanza. Y otros textos esenciales. Santander, Ed Sal Terrae, 2010, 26

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