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Dom 27.1.19. La solución de Nehemías: Hacer un muro, expulsar a las extranjeras

Domingo, 27 de enero de 2019

50247547_1160129620830895_8592408102320472064_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 3 tiempo ordinario. Ciclo c. Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10. Presenté ayer la segunda lectura de la misa del 27.1.19 (1 Cor 12), exponiendo el sentido del “cuerpo de la Iglesia” en el que que todos, hombres y mujeres, niños y mayores…, a condición de “empezar por los más pobres, indefensos y pequeños, pues son el corazón de la Iglesia”.

A modo de contrapunto, presento y comento hoy la primera lectura, una de las más hirientes de la Biblia, que sólo me atrevo a presentar (exponer) cuando viene después la de Pablo (de ayer) y la de Lc 4, 14‒21 que veré mañana.

Es una lectura durísima, como verá quien siga,. Ella trata de un asunto clave de los tiempos de Nehemías, un rico “tirano”,un hombre fuerte (en el sentido que ese término tenía en el contexto), que vio “claro” el tema: ¡Para resolver r los problemas de Jerusalén y de Judea había que empezar levantando un muro y expulsando a las mujeres extranjeras!

Estas son las obras y tareas centrales de Nehemías, el “padre” del nuevo judaísmo de Jerusalén tras el exilio: Levantar un gran muro, para que no entre nadie en Jerusalén… y expulsar a las mujeres extranjeras, porque dan más ejemplo y destruyen al buen pueblo judío (todo ello con la autoridad del Gran Rey de Persia)

La Biblia hebrea tiene páginas bellísimas de respeto y acogida hacia los pobres, distintos y extranjeros… pero tiene otras durísimas como ésta, que se sigue escuchando y practicando en buena parte de nuestra “buena sociedad”: Para resolver nuestros problemas y quedar de esa manera limpios (¡nosotros, los elegidos!) tenemos que empezar expulsando a los extranjeros o poniendo barreras para que no entren.

Hoy, como en tiempo de Nehemías, se dice: A este tipo de personas tenemos que expulsarlas de la Iglesia, de la buena sociedad o del Estado, añadiendo además que eso hay que hacerlo por humanidad y democracia. ¡Peor que en tiempos de Nehemías!

50831188_1160130167497507_4244619258404798464_nEl tema es actual, en España y en el mundo. El tema es el peligro los emigrantes varones y mujeres, como se dice de un modo más o menos velado en ayuntamientos y partidos, ministerios y hospitales, incluso en iglesia. (En tiempos de Nehemías el problema era básicamente el de las mujeres extranjeras).

Podrían proponerse varias soluciones, como la de Nehemías, el tirano, que diría, más o menos, cosas como éstas:

… Ciertamente, hay que dejar que los hombres pasen y queden por un tiempo, pues necesitamos que trabajen, ya que nosotros no estamos ya para labores sucias. Pero que vengan sólo ellos, hombres. Que no traigan mujeres y que nadie de aquí se case aquí con mujeres extranjeras, pues ellas traen luego hijos negros o morenos o achaparrados… y destruyen nuestro identidad nacional.

Que vengan sólo hombres y “trabajen” por un tiempo, pero que vuelvan luego a Mali o o Bolivia a casarse, que vayan por un mes cada año, si hace falta (con avión pagado), pero que no traigan aquí a sus mujeres y a sus niños. Que los hombres extranjeros sean nuestros criados temporales y nosotros los señores permanentesde la casa.

Ésta solución de Nehemías forma una de las leyes más significativas del tiempo final de la Biblia Judía, como podrá verlo quien le todo el libro (libros) de Esdras-Nehemías. ¿Por qué no aplicarlo al pie de la letra? Se podría pensar que los obispos no protestarían demasiado, con la excepción sabida de Mons Agrelo, que para eso está en Tánger, no en España.

Además, ese mandato de expulsar a las extranjeras está en la Biblia… y se aplicó en un tiempo, hace casi 2.400 años. Por otra parte, nosotros, los hispanos, la la hemos cumplido anteayer, expulsando a judíos y moriscos (hombres y mujeres) entre el 1492 y el 1615…

Y con eso pasamos al texto, que (por lo demás) es un texto “bien castrado”, pues la lectura del domingo sólo cita la parte más piadosa, dejando fuera el tema sangrantes de la expulsión de las mujeres, obra del tirano Nehemías (atribuida también a Esdras el Escriba). Sigo deseando a todos un buen fin de semana.

Lectura de Neh 8, un texto piadosamente “castrado”

50766646_1160129217497602_4965830768044539904_nEn aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.

Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “Amén, amén.”

Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.

Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: “Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis.”

Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: “Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.” (Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10)

Como he dicho, es un texto castrado (recortado), pues la liturgia ha escogido sólo los versículos “piadosos” que la tradición atribuye Esdras , el escriba (aunque tema proviene del tirano Nehemías).

Gobierno de tiranos.

En el entorno de Persia, entre las naciones o ciudades bajo el mando del Gran Rey, se hicieron famosos los ricos “tiranos”, que gobernaban de un modo autocrático, en tiempos de crisis. Solían ser ricos y, suspendiendo por un tiempo las normas democráticas, resolvían con mano fuerte y con dinero los problemas de una ciudad.

Pues bien, entre esos “tiranos buenos” el más famoso en la Biblia es Nehemías, eunuco muy rico, ministro y copero del Gran Rey de Persia, que le envía con plenos poderes a Jerusalén, para resolver los problemas internos de la comunidad judía, entre los cuales estaba el de la seducción de las mujeres extranjeras.

El “pecado” era acoger a mujeres extranjeras. La conversión del “tirano” Nehemías era expulsar a las mujeres extranjeras, porque ellas eran mala levadura para el buen pueblo de los buenos judíos de entonces.

Para entender la lectura (que aquí se relaciona con Esdras, en escriba)

El texto dice que los judíos que “leían el texto de la ley”, pero no se dice qué texto de esa ley (podían ser pasajes de Éxodo y Deuteronomio donde se pone de relieve el riesgo que suponen las mujeres extranjeras). Se dice que leían piadosamente y que estaban dispuestos a cumplir la ley sagrada… y que celebraban una fiesta, comiendo tajadas buenas y bebiendo vino dulce…, pero sin citar aquellos versículos en los que se dice que el peligro eran las mujeres extranjeras.

Ciertamente, tal como lo “recorta” la liturgia oficial, éste es un texto piadoso y bueno, y creo que es conveniente leerlo, para que seamos más piadosos. Pero después hace falta volver a la Biblia entera y ver lo que a ese texto se le ha cortado, convirtiéndolo en “Biblia Castrada”. Por eso es bueno leer el texto entero, no sólo aquellas partes recortadas para la liturgia.

El problema real de los libros de Esdras y Nehemías

a. De las “memorias” de Nehemías

el problema de las mujeres extranjeras. Nehemías viene como delegado del Emperador a solucionar los problemas de Judá y Jerusalén entre el 458 y el 428 a. C. y encuentra el problema de las mujeres extranjeras, que amenazan con destruir la identidad de Israel:

Asimismo, en aquellos días vi a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, de Amón y de Moab. La mitad de sus hijos hablaban el idioma de Asdod; no sabían hablar el hebreo, sino el de aquellos otros pueblos. Reñí con ellos, los maldije, golpeé a algunos, les arranqué los pelos y les hice jurar por Dios, diciendo: ¡No daréis vuestras hijas a sus hijos, ni desposaréis sus hijas con vuestros hijos ni con vosotros! ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel?… ¡Que no volvamos a enterarnos de que cometéis la infamia de casaros con mujeres extranjeras? Uno de los hijos de Yoyada, hijo del sumo sacerdote Eliasib, era yerno de Sanbalat el horonita; por lo que lo alejé de mi lado. ¡Acuérdate de ellos, oh Dios mío, porque han contaminado el sacerdocio y el pacto de los sacerdotes y de los levitas!(cf. Neh 13, 23-30)

b. El llanto de Esdras

Según el texto actual de la Biblia, Esdras viene también de Babilonia, como sacerdotes y escriba, con poderes del gran rey, para arreglar el tema de la identidad nacional y encuentra el problema: los judíos se están casando con extranjeras y están perdiendo su identidad. Ésta es la causa del llanto:

“Mientras Esdras oraba y hacía confesión llorando y postrándose ante la casa de Dios, se juntó a él una multitud muy grande de Israel: hombres, mujeres y niños; y el pueblo lloraba amargamente.

Entonces intervino Secanías hijo de Yejiel, de los descendientes de Elam, y dijo a Esdras: «Nosotros hemos actuado con infidelidad contra nuestro Dios, pues hemos tomado mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra. Pero a pesar de esto, aún hay esperanza. Despediremos a todas las mujeres y a los hijos nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios…». Entonces se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: Vosotros habéis actuado con infidelidad, porque tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así a la culpa de Israel. Ahora pues, haced confesión a Yahvé, Dios de vuestros padres. «Cumplid su voluntad, y apartaos de los pueblos de la tierra y de las mujeres extranjeras».

Entonces toda la congregación respondió y dijo en voz alta: «Sí, haremos conforme a tu palabra…». Ellos se comprometieron a despedir a sus mujeres… De los hijos de Imer: Hanani y Zabadías; de los hijos de Harim… (sigue una larga lista de jefe de familia que expulsaron a sus mujeres extranjeras, apareciendo así como fundadores del nuevo judaísmo…). Todos estos habían tomado mujeres extranjeras y algunas les habían dado hijos” (Es 10, 1-3. 10-12. 19-44).

Ley de expulsión… El Pacto de Nehemías

Desde ese fondo se entiende la gran “ley de la expulsión de las mujeres extranjeras”, que forma de alguna manera el acta de nacimiento del judaísmo nacional, cerrado en sí. Volvamos al problema:

Nehemías era un alto funcionario persa (de origen judío), que vino a Jerusalén para “arreglar” los temas de la “colonia”. Sus relaciones con Esdras (que aparece como figura principal en el texto litúrgico antes citado hay que precisarlas mejor. Pero aquí voy a suponer que ambos (Esdras y Nehemías) decían y querían lo mismo. En ese fondo se entiende el “contenido de la Ley” (de la Biblia) que los judíos de Jerusalén, avalados por el “Emperador” persa se comprometen a cumplir. Pues bien, el primer mandamiento de esa pacto (de esa ley de Nehemías) consiste en expulsar a las mujeres extranjeras, aunque se hayan casado con judíos, para proteger así la identidad nacional. Al lado de esa primera ley hay otras tres, relacionadas con la identidad judía.

Liturgia de la ley

a. Entonces se reunió todo el pueblo (ha´am) como un solo hombre en la plaza que hay delante de la Puerta del Agua y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la Ley de Moisés que Yahvé había prescrito a Israel. Y Esdras, el sacerdote, trajo la Ley ante la asamblea (qahal) de varones, de mujeres de y todos cuantos eran capaces de entender… Y estuvo leyendo (del libro de la Ley)… y los levitas explicaban la Ley al pueblo, mientras el pueblo se mantenía en pié (Neh 9, 1-8).

(b. Pacto básico). Y así nosotros concertamos un pacto (´amana) y lo pusimos por escrito y lo sellamos: jefes, levitas y sacerdotes. Lo firmaron Nehemías, hijo de Jecalías, y Sedecías… Y el resto del pueblo… con sus mujeres, con sus hijos e hijas, todos los capaces de comprender… hicieron promesa y juramento.

(c. Leyes del Pacto de Nehemías). Nos comprometimos a caminar en la Ley de Dios que dio a Moisés (y asumimos estos compromisos).

(1) No dar nuestras hijas a extranjeros, ni a sus tomar a sus hijas para nuestros hijo. (y expulsar a todas las mujeres extranjeras que se hayan casado con israelitas).

(2) No comprar en sábado mercancías y especialmente cereales a los extranjeros…
(3) Renunciar (a la cosecha) el año séptimo y a cualquier tipo de deudas.

(4) Entregar cada año un tercio de siclo para el culto del templo… y traer cada año para el Templo de Yahvé las primicias de nuestros campos (Neh 10, 1-2.29-35)

Conclusión y aplicaciones.

Estas leyes del pacto básico de los libros de Esdras-Nehemías (o, quizá mejor, de Nehemías) se centran en una: Expulsar a las mujeres extranjeras, para que no se contamine la “raza” santa de los judíos. Desde aquí, tres observaciones finales:

1. Esa había sido una “ley antigua” de una parte del judaísmo, una ley de hace 2.500, pensada y aplicada para salvaguardar la identidad del pueblo judío. Muchos piensan, de un modo o de otro, que debería aplicarse hoy… ¡Que vengan extranjeros, sí, pero que no se queden! ¡Que vengan a trabajar, pero no a casar, que no queden aquí sus niños! ¿Cómo podríamos aplicar hoy, en España, en la Iglesia Católica, esa antigua ley judía?

2. La liturgia, al citar la parte “piadosa” del texto y esconder la parte “legal-social” (expulsar a las mujeres) está haciendo un flaco servicio a la comprensión de la Biblia y del Cristianismo. Habría que leer todo… y explicarlo luego, desde la situación antigua, superando sus limitaciones. Sólo leyendo todo podemos entenderlo mejor… y ver las implicaciones de estos pasajes bíblicos.

3. El problema de fondo era y sigue siendo muy serio. Estoy convencido de que hoy la solución judía o cristiana no es expulsar a las mujeres; pero eso nos exige cambiar radicalmente de actitud social y religiosa… Precisamente los extranjeros pueden ser y son los que abrirán un camino de futuro para la humanidad (en especial para el Cristianismo).

(Texto y comentario tomado básicamente de mi Diccionario de la Biblia).

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