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Vivid alegres y en paz.

Domingo, 16 de diciembre de 2018

420A9AF1-17DA-47F0-A417-C99BC20F8449Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. VIVID SERENAMENTE: ACTITUD INICIAL EN LA VIDA.

En el cristianismo se nos han colado actitudes y posiciones muy poco cristianas. Casi todo es pecado y un pecado que genera miedo y angustia, remordimiento,condenación.

Karl Barth escribía:

Hay entre los cristianos demasiadas caras llenas de amargura. No tienes motivo alguno ni te hace ningún bien, poner esa cara. Eres obra de Dios. Él te creó como eres y te colmó de bienes. Tu tarea ahora, consiste sencillamente en ser tal y como fuiste creado y agraciado por Él y, al serlo, no dejes de cantar la alabanza a Dios, aun cuando no tengas una voz imponente, ni dejes de vivir en la alegría que te han regalado, aun cuando sólo puedas hacerla visible de manera muy imperfecta.

Quizás por educación, por una tradición cristiana justiciera y condenatoria, nuestra existencia cristiana puede transcurrir embargada por el miedo y la angustia, más que por la serenidad, la paz, calma y felicidad.

Para muchas personas, la Iglesia no ha sido, ni es fuente de paz y alegría, sino de inquietud, preocupación, cuando no de desasosiego. Solemos decir que en la Iglesia hay malestar, que en castellano significa “estar mal”.

El cristianismo, JesuCristo, es manantial de serenidad, de calma interior, “no perdáis la calma”.

Algunos obispos actuales nos acusan a los que seguimos viviendo de la teología -sobre todo moral- que estudiamos en los años conciliares (Bernard Häring, Marciano Vidal, Jesús M Múgica) de vivir en un “buenismo” y nos acusan de que pensamos que todo fuese bueno, Dios el primero y mejor. ¡Ojalá se nos fuese la mano predicando la bondad de Dios! Nos va a costar “Dios y ayuda” formatear para eliminar la memoria de aquel falso cristianismo tan represivo como condenatorio.
Muchas fuentes de agua viva, mucha bondad tendrá que correr todavía para borrar la condenación, la angustia y miedos que nos metieron en el cuerpo en nuestros años infantiles, adolescentes, jóvenes…

No hay que simplificar las cosas, pero quizás una moral tan condenatoria es también causa de este tono no in-moral, sino a-moral en el que la civilización actual hemos entrado.

Para nosotros resuena también en este adviento y en nuestra vida: vivid en paz, estad serenos, alegres, os lo repito vivid alegres, (S Pablo, 1ª lectura).

+ Bueno será que pensemos si nos sentimos bien en la vida, en paz, en calma o si seguimos temiendo a Dios. Quien no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios, (1Jn 4,8.16).

+ Tal vez mi psyjé, mi psicología puede estar dañada por el terror religioso, por un miedo infinito al infierno. Es triste que el cristianismo haya hecho tanto daño. Pero pensemos que no porque sienta mucha culpabilidad estoy en pecado ni condenado. Abramos nuestra psicología herida a la bondad de Dios Padre.

02. ALGUNA ACLARACIÓN: ALEGRÍA – PLACER.

Las dos dimensiones la alegría y el placer forman parte de la vida, pero no son lo mismo, ni conviene confundir las dos realidades.

Hay momentos o vivencias de placer, que no son expresión de felicidad, ni generan la más mínima alegría. Y hay situaciones de alegría y felicidad que no son fruto del placer, sino son más bien del esfuerzo, de la tarea bien realizada, de una continencia o de un trabajo, de una ayuda, de un cuidar un enfermo, etc.

Una definición “para andar por casa” de alegría sería: el estado o la situación personal de un cierto equilibrio, serenidad y paz que embarga a la persona y todos sus “estratos” y dimensiones de nuestra vida (y de nuestra muerte) porque están más o menos integradas y puestas en su sitio.

El placer “toca” y proviene de los sentidos, la felicidad o la alegría es algo más profundo y comienzan cuando vivimos una cierta integración sensata de las dimensiones de la vida.

Los humanos somos un haz, una gavilla de dimensiones: somos cuerpo: salud física y psíquica, afectividad, sexualidad, familia, pueblo, inteligencia, cultura, fe y esperanza, sentido de la vida, limitaciones, enfermedades muerte. Me parece a mí que cuando tenemos estas cosas, más o menos, bien integradas, vivimos también, más o menos, serenos y alegres.

Cuando tenemos “despejadas y encajadas” las grandes incógnitas de la vida: el sentido de la vida, nuestra propia persona con nuestras capacidades y limitaciones, el mal-pecado-culpa, la enfermedad, la afectividad, la gracia, la edad, la enfermedad, la muerte, etc., entonces comienza a brotar un estado de ánimo sosegado: estando ya mi casa sosegada. Estando yo sin fuerzas me salvó, (Salmo 114)

En nuestra historia personal también hay un mundo de momentos y cosas que son fuente de alegría: el alimento, la familia, los encuentros, la amistad, amor, la sexualidad, también los recuerdos, la cultura, las fiestas. Todo eso es también fuente de calma y bienestar en la vida.

Los cristianos entendemos todas estas cosas y las vivimos desde el Señor JesuCristo y desde Él, vivimos en paz, en calma. Es un gozo vivir desde Cristo hacia Dios.

+ No siempre se puede estar contento en la vida, pero sí que podemos vivir en serenidad; podemos poner nuestras vidas, nuestros problemas y crisis en el Señor.

+ ¿No te parece que el placer está bien ubicado cuando somos felices?

9EF10551-FA79-483E-A311-5B5F1C159D6903. ¿QUÉ TENEMOS QUE HACER?

Por tres veces le preguntan a Juan Bautista en el evangelio de hoy: ¿QUÉ TENEMOS QUE HACER?

Es la ética, la moral. ¿Qué debemos hacer?

Las respuestas de Juan no son de carácter religioso: tenéis que ir a Misa el domingo, no podéis utilizar anticonceptivos, no comáis carne los viernes, etc. Las respuestas de Juan son de tipo humano:

o si tienes, reparte

o no exijáis más de lo establecido (a los publicanos: cobradores de impuesto para el opresor)

o no hagáis extorsión (militares, gente de poder económico o político, curas, obispos, etc.).

+ Cada cual sabemos dónde estamos, cuáles son nuestras cualidades y nuestras limitaciones

+ ¿Y yo qué tengo y qué puedo hacer en la vida?

+ A veces, por nuestra debilidad física, psíquica o moral, no podremos hacer nada. Cuando ya no nos quedan fuerzas, siempre podremos orar.

04. EL SEÑOR ESTÁ CERCA.

El adviento nos acerca a la Navidad: el Señor está cerca. Pero no se trata de que el Señor vaya a nacer de nuevo.

Cuando Dios está presente en nuestras vidas, como en el pueblo de Israel en el Éxodo o en María, brota la vida, la libertad y la serenidad más íntima.

El cristianismo es una “gran alegría” (Lc 2,10), que celebraremos la noche de Navidad: os anuncio una alegría, que lo es para todo el pueblo.

Acojamos esta memoria de San Pablo

ESTAD SIEMPRE ALEGRES EN EL SEÑOR.

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