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Vivir en comunidad: Saber aceptar el tiempo y amarlo como a un amigo…

Lunes, 27 de agosto de 2018
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La cualidad esencial para vivir en comunidad es la paciencia: reconocer que nosotros mismos, los otros y toda la comunidad necesitamos tiempo para crecer. Nada se hace en un solo día.

Para vivir en comunidad es preciso saber aceptar el tiempo y amarlo como a un amigo. Es terrible ver a algunos jóvenes, entusiastas, que tenían como un gran ideal compartir con los otros y llevar una vida comunitaria, perder en unos cuantos años las ilusiones, sentirse heridos, volverse irónicos, después de perder todo el gusto por entregarse, y quedar encerrados en movimientos políticos o en las ilusiones del psicoanálisis. Eso no quiere decir que la política o el psicoanálisis carezcan de importancia.

Ahora bien, resulta triste que algunas personas se cierren porque se han sentido desilusionadas o porque no han podido aceptar sus límites. Hay falsos profetas entre los que viven en comunidad. Esos tales atraen y estimulan los entusiasmos, pero por falta de sensatez o por orgullo llevan a los jóvenes a la desilusión. El mundo comunitario está lleno de ilusiones, y no siempre resulta fácil distinguir lo verdadero de lo falso, sentir si crecerá el buen grano o si vencerán las malas hierbas.

Si pensáis fundar comunidades, rodeaos de mujeres y de hombres sensatos, que sepan discernir. Pido perdón a todos aquellos que han venido a mi comunidad o a nuestras comunidades del Arca llenos de entusiasmo y se han sentido desilusionados por nuestra falta de apertura, por nuestros bloqueos, por nuestra falta de verdad y por nuestro orgullo.

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Jean Vanier,
La comunidad, lugar del perdón y de la fiesta,
Promoción Popular Cristiana, Madrid 1998.

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , ,

El olvidado arte de la acogida

Lunes, 27 de agosto de 2018
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el-olvidado-arte-de-la-acogidaMari Paz López Santos
Madrid.

ECLESALIA, 27/07/18.- A veces suceden cosas que hay que contar; tan sencillas que, en principio, pueden pasar desapercibidas, pero si algo sorprende por dentro hay que animarse a contarlas.

Eso me sucedió hace unos días estando de vacaciones en un pueblo de Galicia, pequeño y marinero, a donde siempre gusta volver.

Nos juntábamos a comer diez personas, entre ellas tres niños. Dos del grupo nos adelantamos a ver si teníamos suerte y podían juntarnos tres mesas en la terraza de un bar donde hacer inmersión en los manjares que nos tienen acostumbrados en Galicia: pescado, marisco, carne… y pimientos de Padrón.

La cosa estaba complicada pues todas las mesas estaban ocupadas. Nos aconsejaron esperar y ver si se iban quedando libres. Permanecimos de pie expectantes. Justo al lado había una mesa con un joven tomando un café, con su móvil en la mano y unos cascos; alzó la vista y nos dijo: “¿Quieren sentarse?”.No nos dijo si queríamos alguna de las sillas que no estaban ocupadas… ¡Nos invitó a sentarnos!

Agradecida al tiempo que muy sorprendida por la oferta, le di las gracias, comentándole que éramos diez personas en total y que tendríamos que esperar a que se quedaran libres tres mesas. El joven era un inmigrante africano de amplia y blanca sonrisa que probablemente trabaja en la pesca. A mí esto no me ha pasado nunca en el entorno en que vivo, es decir, el mundo occidental.

En la terraza había más de veinte mesas pero sólo el ocupante de una de ellas ofreció que entráramos en su espacio. Al parecer no ha olvidado lo que significa acoger en su tierra de origen.

Sé por amigos y gente que ha vivido o vive en África, que la hospitalidad es un modo de ser de los africanos; acoger bien al que llega es hacerlo uno de los suyos.

He recordado textos del evangelio en el que se muestra la acogida, tanto del que acoge como el que se deja acoger. A veces es más difícil lo segundo, pues se vive desde una dimensión de superioridad. Jesús dejaba que le acogieran las gentes más diversas.

También vino a mi cabeza lo que decía San Benito en su Regla a los monjes: “A todos los forasteros que se presenten, se les acogerá como a Cristo” (RB 53,1). Ponía el listón muy alto San Benito.

En mi infancia, en casa de mi abuela, también tuve la suerte de ver a gentes de paso por la ciudad, que llegaban de visita o a pasar unos días, antes de seguir camino o volver a sus hogares.

Sumo al Evangelio, a la Regla de S. Benito y a mi abuela la experiencia de acogida y hospitalidad en el mínimo espacio de una terraza de bar que nos ofreció este joven africano, con el que me hubiera gustado entablar conversación, pero que cuando me quise dar cuenta, una vez conseguido el espacio para la cena, ya no estaba. Le doy las gracias desde aquí por hacerme ver una vez más que con simples detalles se llega más lejos que con grandes discursos.

Vivimos tiempos en que tanto personal como socialmente hemos de revisar qué estamos haciendo con el olvidado arte de la acogida.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Espiritualidad ,

El primer ministro irlandés pide al Papa “que se haga justicia” con las víctimas de abuso en todo el mundo

Lunes, 27 de agosto de 2018
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5b815105d099b_obtenerfoto_65Leo Varadkar: “Debemos asegurarnos de que las palabras vayan seguidas de acciones”

El Papa se reunió, durante hora y media, con ocho víctimas de abusos a manos de clérigos irlandeses

El primer ministro irlandés, el abiertamenta gay, Leo Varadkar, pidió este sábado al Papa Francisco utilizar su “posición” y su “influencia” para procurar que se haga “justicia” para las víctimas de abusos cometidos por eclesiásticos en “el mundo entero”.

Las heridas siguen abiertas y hay mucho por hacer para que las víctimas y los sobrevivientes obtengan justicia, verdad y curación. Santo Padre, le pido utilizar su posición y su influencia para que esto se haga aquí en Irlanda y en el mundo entero”, declaró Leo Varadkar tras dar la bienvenida al pontífice a Irlanda donde participará del IX Encuentro Mundial de Familias.

Actualmente debemos asegurarnos de que las palabras vayan seguidas de acciones, insistió en un discurso en el castillo de Dublín, junto al Sumo pontífice, al que “por encima de todo” pidió que “escuche a las víctimas”.

Varadkar recordó que el pasado “oscuro” ha escrito una “historia de dolor y vergüenza”, en la que la “caridad, compasión y perdón cristiano” ha sido sustituido, “demasiado a menudo”, por la “severidad y crueldad, sobre todo hacia las mujeres, menores y los marginados”.

El primer ministro precisó que, al igual que la Iglesia, el Estado y la sociedad en general fracasaron” a la hora de acabar con un sistema de abusos sistemático que sobrevivió durante años gracias a que la autoridades, en muchas ocasiones, protegieron a los responsables y ocultaron las denuncias.

Con todo, a pesar de los abusos, el primer ministro destacó la contribución positiva de la Iglesia católica en el desarrollo del país desde su fundación hace casi un siglo.

Francisco se reunió este sábado durante 15 minutos con el presidente de Irlanda, Michael Higgins, en el “Aras An Uachatarain”, el palacio presidencial irlandés, donde plantó un árbol en el jardín, como hizo Juan Pablo II en 1979.

El primer acto del Papa en su visita de dos días a Irlanda fue la visita de cortesía al presidente.

Jorge Bergoglio fue recibido por Higgins y su esposa y después se reunieron en privado durante unos 15 minutos, según comunicaron fuentes del Vaticano.

Tras el intercambio de regalos -Francisco le entrego a Higgins un medallón realizado para este viaje con la imagen de San Patricio-, el Papa plantó un roble irlandés en el jardín muy cerca del que plantó Juan Pablo II hace 39 años.

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Grupos de supervivientes de la pederastia clerical protestan por la visita papal a Dublín

Francisco admite que el “fracaso” al abordar los “crímenes repugnantes” de abusos ha sido un “grave escándalo” y se compromete a “remediar los errores pasados, y a adoptar normas severas” para que no vuelvan a suceder

(Cameron Doody).- Tras una visita al palacio presidencial y a su inquilino, Michael D. Higgins -en la que ha dado las gracias por la “calurosa bienvenida” que ha recibido- el Papa ha mantenido un encuentro este mediodía con las autoridades civiles de Irlanda en el Castillo de Dublín, y entre ellas, el primer ministro, Leo Varadkar. En dicho encuentro, Francisco ha reconocido “el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia” y “el fracaso de las autoridades eclesiásticas… a afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes”. Por todo ello, el Papa ha confesado sentir “indignación”, “sufrimiento” y “vergüenza”, y se ha comprometido aremediar los errores pasados y adoptar normas severas, para asegurarse de que no vuelvan a suceder”.

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La defensora de las víctimas de abusos, Marie Collins, escucha al Papa

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Texto completo del discurso del Papa

Taoiseach (Primer Ministro),
Miembros del Gobierno y del Cuerpo Diplomático,
Señoras y señores:

Al comienzo de mi visita en Irlanda, agradezco la invitación para dirigirme a esta distinguida Asamblea, que representa la vida civil, cultural y religiosa del país, junto al Cuerpo diplomático y a los demás asistentes. Doy las gracias por la acogida amistosa que me ha dispensado el Presidente de Irlanda y que refleja la tradición de cordial hospitalidad por la que los irlandeses son conocidos en todo el mundo. Valoro además la presencia de una delegación de Irlanda del Norte.

Como sabéis, la razón de mi visita es la participación en el Encuentro Mundial de las Familias, que se realiza este año en Dublín. La Iglesia es efectivamente una familia de familias, y siente la necesidad de ayudar a las familias en sus esfuerzos para responder fielmente y con alegría a la vocación que Dios les ha dado en la sociedad. Este Encuentro es una oportunidad para las familias, no solo para que reafirmen su compromiso de fidelidad amorosa, de ayuda mutua y de respeto sagrado por el don divino de la vida en todas sus formas, sino también para que testimonien el papel único que ha tenido la familia en la educación de sus miembros y en el desarrollo de un sano y próspero tejido social.

Me gusta considerar el Encuentro Mundial de las Familias como un testimonio profético del rico patrimonio de valores éticos y espirituales, que cada generación tiene la tarea de custodiar y proteger. No hace falta ser profetas para darse cuenta de las dificultades que las familias tienen que afrontar en la sociedad actual, que evoluciona rápidamente, o para preocuparse de los efectos que la quiebra del matrimonio y la vida familiar comportarán, inevitablemente y en todos los niveles, en el futuro de nuestras comunidades. La familia es el aglutinante de la sociedad; su bien no puede ser dado por supuesto, sino que debe ser promovido y custodiado con todos los medios oportunos.

Es en la familia donde cada uno de nosotros ha dado los primeros pasos en la vida. Allí hemos aprendido a convivir en armonía, a controlar nuestros instintos egoístas, a reconciliar las diferencias y sobre todo a discernir y buscar aquellos valores que dan un auténtico sentido y plenitud a la vida. Si hablamos del mundo entero como de una única familia, es porque justamente reconocemos los nexos de la humanidad que nos unen e intuimos la llamada a la unidad y a la solidaridad, especialmente con respecto a los hermanos y hermanas más débiles. Sin embargo, nos sentimos a menudo impotentes ante el mal persistente del odio racial y étnico, ante los conflictos y violencias intrincadas, ante el desprecio por la dignidad humana y los derechos humanos fundamentales y ante la diferencia cada vez mayor entre ricos y pobres. Cuánto necesitamos recobrar, en cada ámbito de la vida política y social, el sentido de ser una verdadera familia de pueblos. Y de no perder nunca la esperanza y el ánimo de perseverar en el imperativo moral de ser constructores de paz, reconciliadores y protectores los unos de los otros.

Aquí en Irlanda dicho desafío tiene una resonancia particular, cuando se considera el largo conflicto que ha separado a hermanos y hermanas que pertenecen a una única familia. Hace veinte años, la Comunidad internacional siguió con atención los acontecimientos de Irlanda del Norte, que llevaron a la firma del Acuerdo del Viernes Santo. El Gobierno irlandés, junto con los líderes políticos, religiosos y civiles de Irlanda del Norte y el Gobierno británico, y con el apoyo de otros líderes mundiales, dio vida a un contexto dinámico para la pacífica resolución de un conflicto que causó enormes sufrimientos en ambas partes. Podemos dar gracias por las dos décadas de paz que han seguido a ese Acuerdo histórico, mientras que manifestamos la firme esperanza de que el proceso de paz supere todos los obstáculos restantes y favorezca el nacimiento de un futuro de concordia, reconciliación y confianza mutua.

El Evangelio nos recuerda que la verdadera paz es en definitiva un don de Dios; brota de los corazones sanados y reconciliados y se extiende hasta abrazar al mundo entero. Pero también requiere de nuestra parte una conversión constante, fuente de esos recursos espirituales necesarios para construir una sociedad realmente solidaria, justa y al servicio del bien común. Sin este fundamento espiritual, el ideal de una familia global de naciones corre el riesgo de convertirse solo en un lugar común vacío. ¿Podemos decir que el objetivo de crear prosperidad económica conduce por sí mismo a un orden social más justo y ecuánime? ¿No podría ser en cambio que el crecimiento de una “cultura del descarte” materialista, nos ha hecho cada vez más indiferentes ante los pobres y los miembros más indefensos de la familia humana, incluso de los no nacidos, privados del derecho a la vida? Quizás el desafío que más golpea nuestras conciencias en estos tiempos es la enorme crisis migratoria, que no parece disminuir y cuya solución exige sabiduría, amplitud de miras y una preocupación humanitaria que vaya más allá de decisiones políticas a corto plazo.

Soy consciente de la condición de nuestros hermanos y hermanas más vulnerables -pienso especialmente en las mujeres que en el pasado han sufrido situaciones de particular dificultad-. Considerando la realidad de los más vulnerables, no puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos y educarlos. El fracaso de las autoridades eclesiásticas -obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros- al afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes ha suscitado justamente indignación y permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto estos sentimientos. Mi predecesor, el Papa Benedicto, no escatimó palabras para reconocer la gravedad de la situación y solicitar que fueran tomadas medidas «verdaderamente evangélicas, justas y eficaces» en respuesta a esta traición de confianza (cf. Carta pastoral a los Católicos de Irlanda, 10). Su intervención franca y decidida sirve todavía hoy de incentivo a los esfuerzos de las autoridades eclesiales para remediar los errores pasados y adoptar normas severas, para asegurarse de que no vuelvan a suceder.

Cada niño es, en efecto, un regalo precioso de Dios que hay que custodiar, animar para que despliegue sus cualidades y llevar a la madurez espiritual y a la plenitud humana. La Iglesia en Irlanda ha tenido, en el pasado y en el presente, un papel de promoción del bien de los niños que no puede ser ocultado. Deseo que la gravedad de los escándalos de los abusos, que han hecho emerger las faltas de muchos, sirva para recalcar la importancia de la protección de los menores y de los adultos vulnerables por parte de toda la sociedad. En este sentido, todos somos conscientes de la urgente necesidad de ofrecer a los jóvenes un acompañamiento sabio y valores sanos para su camino de crecimiento.

Queridos amigos:

Hace casi noventa años, la Santa Sede estuvo entre las primeras instituciones internacionales que reconocieron el libre Estado de Irlanda. Aquella iniciativa señaló el principio de muchos años de armonía y colaboración solícita, con una única nube pasajera en el horizonte. Recientemente, gracias a un esfuerzo intenso y a la buena voluntad por ambas partes se ha llegado a un restablecimiento esperanzador de aquellas relaciones amistosas para el bien recíproco de todos.

Los hilos de aquella historia se remontan a más de mil quinientos años atrás, cuando el mensaje cristiano, predicado por Paladio y Patricio, echó sus raíces en Irlanda y se volvió parte integrante de la vida y la cultura irlandesa. Muchos “santos y estudiosos” se sintieron inspirados a dejar estas costas y llevar la nueva fe a otras tierras. Todavía hoy, los nombres de Columba, Columbano, Brígida, Galo, Killian, Brendan y muchos otros son honrados en Europa y en otros lugares. En esta isla el monacato, fuente de civilización y creatividad artística, escribió una espléndida página de la historia de Irlanda y del mundo.

Hoy, como en el pasado, hombres y mujeres que habitan este país se esfuerzan por enriquecer la vida de la nación con la sabiduría nacida de la fe. Incluso en las horas más oscuras de Irlanda, ellos han encontrado en la fe la fuente de aquella valentía y aquel compromiso que son indispensables para forjar un futuro de libertad y dignidad, justicia y solidaridad. El mensaje cristiano ha sido parte integrante de tal experiencia y ha dado forma al lenguaje, al pensamiento y a la cultura de la gente de esta isla.

Rezo para que Irlanda, mientras escucha la polifonía de la discusión político-social contemporánea, no olvide las vibrantes melodías del mensaje cristiano que la han sustentado en el pasado y pueden seguir haciéndolo en el futuro.

Con este pensamiento, invoco cordialmente sobre vosotros y sobre todo el querido pueblo irlandés bendiciones divinas de sabiduría, alegría y paz.

Gracias.

Fuente Religión Digital

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Agresión sexual a una mujer trans en Vitoria. El presunto agresor, en libertad con una orden de alejamiento.

Lunes, 27 de agosto de 2018
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97b41499-9773-4854-986e-552867f0b7abAgresión sexual a una mujer trans en Vitoria. Según denunció el colectivo Sidálava, en uno de cuyos programas de empoderamiento y formación participa la víctima, esta fue violada repetidas veces por el camarero de un local cuando este se quedó a solas con ella. Este viernes tuvieron lugar dos concentraciones de protesta por lo sucedido. 

La agresión, según la información facilitada por el Departamento vasco de Seguridad, habría tenido lugar la madrugada del martes en un bar del barrio de Zaramaga, cuando el resto de los clientes ya se habían marchado. El camarero se quedó a solas con la víctima, y bajo intimidación y amenazas, la agredió. Según la versión facilitada por el colectivo Sidálava, más explícita, la víctima fue violada repetidas ocasiones en la parte trasera del local,«no sin antes amenazarla de muerte por si se le ocurría denunciar». 

La mujer fue capaz de vencer el miedo y acudió a la Etrtzaintza (la Policía autónoma vasca) tras abandonar el local. Los agentes la trasladaron a un hospital para que fuera reconocida y recibiera asistencia sanitaria y tras las primeras investigaciones procedieron a detener al camarero. Sin embargo, pese a la gravedad de los hechos denunciados, tras la declaración judicial del camarero y de la víctima al presunto agresor solamente se ha retirado el pasaporte y dictado una orden de alejamiento de la mujer mientras tiene lugar el juicio.

«Condenamos este gravísimo hecho y queremos que se destierren estos comportamientos violentos, vejatorios e intolerables hacia las mujeres. Si las mujeres somos atacadas por las agresiones sexistas, las pertenecientes al colectivo LGTBI sufrimos una doble vulnerabilidad por ser mujeres y por la discriminación y la no aceptación de nuestras identidades y orientaciones sexuales», ha reiterado Sidálava. También el colectivo Gehitu LGTB+ ha condenado la agresión y ofrecido todo su apoyo a la víctima.

Concentraciones de protesta

Ayer viernes se celebraron en Vitoria dos concentraciones de protestas por lo sucedido. En primer lugar tuvo lugar una concentración institucional en la Plaza Nueva las 12:00 del mediodía, en la que ejerció de portavoz el propio alcalde, Gorka Urtaran:

El Ayuntamiento de Vitoria, de hecho, condenó con dureza lo sucedido en un comunicado. «La violencia machista es una grave vulneración de los Derechos Humanos y un problema social de primer orden que atenta contra la dignidad y la integridad física y moral de las mujeres y las personas LGTBI que la sufren y enfrentan. Esta violencia no es una acción o acciones aisladas, es un entramado de conductas explícitas, mensajes normalizados y simbólicos que estructuran nuestra sociedad con el objetivo último de mantener la subordinación de las mujeres a los hombres y de no permitir la existencia de ningún cuerpo, modelo y/o comportamientos que transgredan los límites marcados por el sistema heteropatriarcal vigente. En ese sentido, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz como institución pública responsable de garantizar el ejercicio efectivo de los Derechos Humanos de las mujeres y personas LGTBI, seguirá impulsando las medidas dirigidas a que las entidades municipales y la ciudadanía en general responda de manera inmediata y contundente a cualquier agresión machista, se atienda de manera prioritaria a la víctima, se desarrollen actuaciones preventivas para dotar a las mujeres y personas LGTBI de instrumentos que les permitan hacer frente a la violencia y a no permitir la impunidad social de los agresores», expresa el texto.

La segunda concentración de protesta fue convocada por la tarde por el Movimiento Feminista y el colectivo Lumagorri en la Plaza de la Virgen Blanca:

Fuente Dosmanzanas

Hinduísmo, Homofobia/ Transfobia. , , , , , , , , , , , , , ,

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