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Dom 4.12.16. Adviento, Buen Gobierno ¿Más fácil creer en Dios que en los buenos gobernantes?

Domingo, 4 de diciembre de 2016

imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 2 Adviento. Ciclo A. Isaías 11, 1-10. Seguimos en Adviento, impulsados por una fuerte esperanza de paz.

El domingo anterior he leído y comentado el texto del Monte Sión (Is 2, 1-5), una especie de ONU de la paz, donde subirían todos los pueblos para “aprender” a convivir, convirtiendo las espadas y las lanzas en aperos de buena labranza.
Este domingo leeré y comentaré la primera parte del segundo manifiesto de la paz, tomado también de Is 11, 1-10) donde se promete la llegada de buenos gobernantes, dotados de los sietes dones necesarios para crear la paz entre los pueblos.

Muchos dicen que es más difícil creer en la llegada de buenos gobernantes que creer en Dios. No es que todos sean malos sin más, pero en general son destructores… un poco peores que la gente en general. Eso es lo que creían antaño los judíos, eso es lo que dirá nuestro texto.

Por eso, la esperanza del Adviento es doble, tiene dos partes:
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1. Viene Dios, es decir, va a revelarse el sentido más hondo, divino, positivo, de la realidad, la Vida Eterna, pacificada.

2. Van a venir los buenos gobernantes…, el Mesías que es signo de Dios, un buen gobernante.

Estamos en el tiempo de la Gran Venida, es decir del Adviento (Adventus, de Ad-venio, advenimiento); antes que la marcha de los hombres que buscan la paz está la Venida de Dios, que quiere enseñar a los hombres y en especial a los gobernantes.

− Isaías promete la llegada del Buen Gobernante, es decir de los buenos gobernantes, simbolizados por el Rey Sabio, dotado de los siete Dones del Espíritu (es decir, de los siete espíritus), que se centran en un Buen Conocimiento, en una Sabiduría abierta a la reconciliación universal.

− Este Rey de Paz, presidente Sabio, será un (el) Hijo de Jesé, esto es, un hombre de la Familia de David, pero un David sin espada ni guerra de guerrillas, un David que no engaña a las mujeres, un David que no oprime a los hombres…

Ese nuevo David, Retoño de Jesé (Presidente de USA o de Rusia…, del Banco Mundial, de las multinacionales….), gobernará sólo por el Buen Entendimiento. No vencerá por las armas, convencerá por las buenas razones, de manera que los niños sean sabios, puedan alimentarse, esperar, soñar, disfrutar.

Éste es un sueño de Adviento, empezó ya con Isaías, ante de Jesús. Buen Adviento a todos. Seguimos esperando

ISAÍAS, LA PROMESA DEL BUEN GOBERNANTES

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Este signo del Rey Sabio, Rey de paz, puede identificarse con Jesús… (para los cristianos es Jesús). Pero en principio, este Rey de Paz se identifica con todos los buenos gobernantes de Israel (de la familia de David), pero también de todos los pueblos.

De esa forma, con la promesa de llegada de ese Buen Gobernante, la liturgia cristiana (la Biblia) enciende cada año la Utopía del Gobierno de la Paz, es decir, de una nueva política de sabiduría y de reconciliación universal, tras haber destruido las armas. Esta U-topía de Dios (no topos, no lugar: más allá de nuestros mapas racionales y económica); ésta es la Utopía, el gran Topos o lugar de nuestra identidad

Oh que buen vasallo si oviera buen Señor… … Este pasaje de Isaías supone que el pueblo es bueno, pero que estamos dominados y manejados por malos gobernantes…. En ese fondo promete la llegada de un buen Gobierno, de un Rey de Paz (de unos presidentes y gobernadores capaces de crear la paz).

Vimos el domingo pasado el tema de la superación de la guerra (de las espadas forjarán arados); este domingo insistimos en la pacificación cósmica, desde la perspectiva de todos los vivientes, empezando por el Buen Gobierno. Quien lea este pasaje sabrá que nuestros gobernantes, en general (en USA y España, en China y Omán, por poner al azar unos ejemplos) son simplemente unos “enanos”. Éste es el domingo de la esperanza de los buenos gobernantes

Texto: Is 11, 1-5 (dejo para otro día el resto del pasaje: 11, 6-10)

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor:

espíritu de sabiduría, inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de ciencia y temor del Señor.
Le inspirará el Temor del Señor (de Yahvé, de Dios) .

No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.

Evangelio del Emmanuel. El árbol de Jesé

Este pasaje forma parte del famoso Libro del Emmanuel o Dios con nosotros (integrado ahora en el Rollo de Isaías: Is 7-12), uno de los textos más significativos de la historia y la esperanza universal. Este “libro del Emmanuel” se inspira en textos y pasajes que son históricamente anteriores, como el de Is 2, 2-5 (la paz universal en Sión) y, sobre todo, el de la vocación de Isaías (Is 6, 1-13) donde se habla del tocón o raíz de Jesús, que ha sido talado, pero que volverá a convertirse en tronco nuevo, semilla santa de humanidad.

Este pasaje del Renuevo (del nuevo tronco, del árbol de Jesé), que está en un lugar central del Libro del Emmanuel (de Isaías) ha de entenderse como un texto de promesa y de contraste, en el que se contraponen dos realidades, pone en el principio de la salvación un Buen Gobierno, la llegada de un Rey, de unos reyes distintos. Este pasaje tiene un fondo histórico concreto:

a) La realidad actual. El reino de Judá se encuentra destruido o, por lo menos, muy amenaza. Es como el tocón de un árbol talado, como las raíces trincadas y secas de un bosque antaño poderoso. Ha pasado la guerra, se ha extendido el incendio, el leñador ha cruzado por los campos con el hacha justiciera y, al final, no quedan más que unos “tocones”, bases de árboles cortados, sin tronco y si ramas.

b) Esperanza futura. Pues bien, del tronco seco o raíz truncada del árbol de Jesé (el Padre de David) brotará un renuevo, crecerá nuevamente un árbol y al árbol se hará bosque, bosque y pradera de paz para todos los pueblos de la tierra, incluso para los animales. En esa situación nos hallamos todavía hoy, año 2010. Nuestro árbol parece secarse, bajo el riesgo del hacha destructora, pero podremos renovarnos, crecer…

El Arbol de Jesé: “Brotará un renuevo…”.

He dicho que este pasaje se sitúa dentro de la historia de Israel (del Reino de Judá), pero tiene un sentido universal. Habla del Rey Sabio, del buen gobernante que ha de venir sobre la tierra, para superar la guerra, para crear la paz. Del tronco seco (¿recordáis el árbol seco de Machado en la Alta Soria española?), del tronco seco de “padre Jesé”, de una humanidad que parece condenada a la muerte, va a nacer una rama verde, cargada de esperanza.

En las representaciones medievales (por ejemplo en el claustro de Silos de Burgos, o en el pórtico de los peregrinos de Santiago de Compostela) puede verse el tronco de Jesús: cómo brota de su “tocón” un árbol que crece y crece, hasta “dar a luz” a María y a Jesús. Ese es el árbol mesiánico.

Ahora está seco, pero va a florecer. Tendrá un “renuevo santo” que es el príncipe de la justicia, el hombre mesiánico. Vendrá el Espíritu de Dios (su ruah creadora) y renovará, recreará, el árbol de la historia humana, centrado en el Mesías, que es un hombre concreto, siendo toda la humanidad ya renovada. Así lo ha sentido Israel; de esa forma lo ha vivido. Por eso ha trazado un cuadro impresionante de futuro abierto, de nueva humanidad. El presente está cuajado de opresión, de esclavitud, pecado y desengaño. Pero la ruah de Dios es poderosa. Su acción debe suscitar algo que es nuevo.

Texto original: los Dones del Espíritu, es decir, del Buen Gobernante

Como expresión de la fuerza creadora de Dios, que da vida al árbol seco de la historia anterior surgirá el Rey Mesiánico (es decir, el Emmanuel, la Nueva humanidad), con sus seis dones, surgirá el hombre reconciliado. Éste es el esquema del texto:

a) Introducción:
Saldrá un vástago del trono de José,
y brotará un retoño de sus raíces.
Reposará sobre él la ruah (=Espíritu) de Yahvé,

b) Los Seis Dones o buen gobernante:
ruah de sabiduría e inteligencia,
ruah de consejo y fortaleza,
ruah de ciencia y temor de Dios

c) Conclusión:
Reposará sobre él el temor de Dios
(Is 11, 1 2).

Éstos son los dones del buen “gobernante” final (el Emmanuel), los del hombre sabio, es decir, de todos los hombres y mujeres, renovados por Dios. Hasta ahora parecíamos “animales”, dominados por la pura violencia…
Los seis dones o dotes del Buen Gobernante empiezan por la sabiduría y terminan (culminan) en el temor de Dios… En la conclusión, todos ellos se condensan en el temor (que se repite de nuevo).
Con esos seis dones, que comienzan por la sabiduría y culminan en el “temor de Dios” (en el respeto a la vida) puede actuar el buen gobernante, trayendo la paz a la tierra.

La Biblia Vulgata puso siete dones.

La Vulgata era la traducción latina oficial de la Biblia, que viene de San Jerónimo y que ha guiado la liturgia cristiana (católica) hasta el Vaticano II. Le ha parecido a la Vulgata que faltaba la “piedad” (es decir, la buena religión), y así la ha introducido, poniendo el temor de Dios una sola vez. Así traduce la Vulgata poniendo siete dones, que empiezan como ha de ser por la sabiduría y culminan por la piedad y el temor de Dios (que son la buena religión).

«Et requiescet super eum spiritus Domini:
spiritus sapientiae et intellectus,
spiritus consilii et fortitudinis,
spiritus scientiae et pietatis
et replebit eum spiritus timoris Domini».

Según el texto original hebreo (y las traducciones normales) el Rey Sabio tendría seis dones (en tres grupos de dos), que se resumían después en el “temor de Dios”, es decir, en el respeto al orden de Dios (que era el último don y que se repetía después de los seis, condensándolos a todos). Pero la Vulgata ha querido fijar mejor ese número y conforme a un simbolismo normal (siete días, siete astros, siete arcángeles…) ha querido hablar de siete espíritus o dones. Para eso ha interpretada el “temor” de Dios como el último de los dones, y ha introducido antes del temor el “don de piedad”, es decir, el don de la Religiosidad. del fin el don de la piedad, haciendo este esquema:

ESPÍRITU DE DIOS

sabiduría entendimiento,
consejo fortaleza,
conocimiento piedad,
temor de Dios.

El “temor” de Dios que aparece así al final (sin pareja) sigue siendo un compendio de todos los dones,
pero es también un “don” concreto, al que le precede la “piedad”. Estamos así ante el “tronco” de Dios, que forma una especie de gran “árbol del adviento”, que puede compararse con el árbol de la navidad, del que hablaremos dentro de unas semanas.

Del buen gobierno a la “buena” espiritualidad cristiana.

Éste árbol de los seis o de los siete dones era en principio una guía para buenos gobernantes. El profeta Isaías habría trazado una guía de buen gobierno, ofreciendo el modelo del Rey Ideal.

a) Ese modelo del Rey Ideal era una crítica clara contra los malos reyes de la actualidad. Era una crítica frente al viejo Acaz de Jerualén o contra el Hijo de Romelía, Rey del Norte… Era una crítica inmensa contra los políticos y dirigentes del Fondo Monetario. Éste es, ante todo, un texto de crítica… y de esperanza. A pesar de todo podrá venir y vendrá el día en que llegue el Buen Rey, el gobernante con Sabiduría e Inteligencia, con Buen Consejo y buen Conocimiento…

b) Desde San Jerónimo (es decir, desde el momento en que los gobernantes se han hecho cristianos, para que no cambie nada, para que todo siga igual…) esos siete dones se han “espiritualizado. Es como si se dijera que al Rey se le deja ser “malo”, que actúa como pueda… De esa forma, estos seis o siete dones, se han convertidos en principios de una espiritualidad interior, propia de cada creyente.

c) Esta espiritualización y universalización de los siete dones tiene un elemento muy bueno, pues en el fondo se dice que todos somos reyes, que todos tenemos que gobernar de un modo ideal y perfecto nuestra vida. Así los grandes tratadistas espirituales han escrito bellos libros sobre el sentido de esos siete dones en la vida de cada cristiano. Así, en gran parte de las comunidades monásticas, se repartían y reparten “estampitas” con el ideal de los siete dones, para la meditación personal. Cosa buena. Quizá debamos insistir en ello, volviendo a escribir la teología de los siete dones del Espíritu (de la verdadera humanidad), pero sin olvidar que esos dones han de aplicarse ante todo a los gobernantes. Son ellos los que primero deben convertirse.

d) En la línea anterior, no podemos olvidar que esos siete dones son ante todo una guía para buenos gobernantes… Isaías ofrece aquí un programa de Gobierno para el nuevo Rey que ha de venir, para el nuevo rey, presidente o gerente del FMI… después de haber transformado las lanzas en arados… Aquí tenemos que insistir… Sabemos que los nuevos gobernantes brotarán del “tronco de Jesús” (con la ayuda de la “manita” de Dios, que siempre está…), pero que necesitan una manita de conversiòn humana. Isaías nos invita a transformar a los goberantantes, para que tengan sabiduría y conocimiento…, entendimiento y consejo…

e) No hacen falta más armas… Hay que empezar a desarmarse. Quizá no hace falta más dinero (a pesar de lo que diga los zapateros/obamas)… Lo que hace falta es más sabiduría,conocimiento, consejo… Necesitamos una neuva “raza” de líderes, un nuevo estilo de gobernantes sabios. Ése es el reto de Isaías…

Un intermedio. Otro árbol famoso, el árbol de la Cábala

La idea de crear “árboles” en los que se contiene el sentido del conocimiento yd e la realidad viene de antiguo. En Filosofía esa conocido el Árbol de Porfirio, que quiere organizar las diversas realidades. En la cábala es famoso el árbol de los diez misterios de la realidad:

EN SOF

Kether (corona),
Hokhmah (sabiduría) Binah (inteligencia),
Hesed (amor o misericordia), Din (juicio severo
Tif’eret (belleza)
Netsah (resistencia duradera) Hod (majestad)
Yesod (fundamento)
Malkhuth (reino).

Las diez sefirots (fuerzas o virtudes) fluyen o proceden de En Sof, que es el principio más alto. El término técnico para describir este proceso de procedencia es emanación. La sefirá Kether (corona) es la que primero emanó de En Sof. A partir de Kether, la primera sefirá, emanó Hokhmah (sabiduría), como segunda sefirá. De ella emanó por su parte la tercera y así continuó el proceso hasta la emanación de la última sefirá, que es Malkhuth (reino). De esa forma, en unión con En Sof, las diez sefirots constituyen la región de la divinidad, plenitud divina que se encuentra íntimamente relacionada con nuestra realidad creada, que constituye como el tronco de la vida humana.

Adviento. Promesa de humanidad

Éstos siete dones del Espíritu (o estas diez sefirot que provienen del misterio de Dios en la Cábala) abren una promesa de Adviento, abriendo una promesa de humanidad, la certeza de que llega Dios… El hombre antiguo ha sido un hombre sin sabiduría ni entendimiento, un hombre sin consejo ni temor de Dios… Pero vendrá un hombre nuevo, encarnado en el “mesías”, en la nueva humanidad, un hombre lleno de sabiduría y entendimiento, un hombre de paz…

Estos son los “dones” del Espíritu de Dios, éstas serán las virtudes de la nueva humanidad, ahora caída, como un tocón seco de un bosque talado. En este contexto vuelve a situarnos el evangelio de este día, evangelio que recoge las palabras del Bautista: «Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego…» (Mt 3, 10-12).

El Dios constructor

En otros textos (como el del Evangelio de este domingo: Mateo 3,1-12), Dios aparece (conforme a la amenaza de Juan Bautista) como leñador que destruye y tala el bosque de la vida humana… Pero el Dios recreador de Isaías (que recogerá el mensaje de Jesús) es más fuerte y poderoso que ese Dios de la tala y destrucción universal. Por eso se dice que “brotará un retoño…”.

Todos nosotros somos ese retoño… En principio, deberíamos haber sido destruidos por la ira de la guerra que sin cesar suscitamos, destruidos por la gran catástrofe ecológica y social que estamos suscitando…Pero hay un Espíritu más fuerte, el Espíritu de Yahvé… que es fuente de entendimiento y amor, de consejo y piedad, de vida humana

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