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Ellas en marcha, ellos encerrados

Lunes, 8 de abril de 2024

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IMG_3984II Domingo de Pascua-2024
Ellas en marcha, ellos encerrados
Versión femenina, libre y comunitaria

Mari Paz López Santos
Madrid.

ECLESALIA, 07/04/24*.- Ellas se pusieron en marcha temprano. No podían esperar. La noche, aliada, les regalaba todavía los reflejos de la luna que ya había empezado su repliegue. Conjugaron la prisa con las ojeras producidas por la falta de descanso y el cansancio del dolor vivido que seguía atenazando sus corazones.

¡Hay tanto movimiento en los inicios de la Pascua! ¡Hay tantos sentimientos contrarios! Miedo y alegría. Sorpresa y postración. Temor y consuelo. Intermediación y envío.

Suena un nombre “¡María!”, desaparece el temor y los pies se ponen de nuevo en marcha: hay una misión… y es comunitaria.

¡Cuánta Vida en los inicios de la Pascua!

Ellos… ¿Dónde están ellos? Paralizados por el temor. Encerrados por miedo a ser reconocidos y cerrándose a la novedad que cambiaría sus vidas tanto individual como comunitariamente. Incrédulos del mensaje de las mujeres y de los dos de Emaús. ¡No había nada que hacer!

Ellas no tenían voz en aquella sociedad, por tanto su palabra tampoco tenía credibilidad para aquellos con los que habían caminado siguiendo al Maestro.

Ellos si la tenían, pero de nada les servía. El pánico les había arrebatado la confianza en Aquel a quien siguieron hasta que los problemas empezaron, y el espanto, de lo que creyeron era el punto final, la muerte de Jesús, les arrastró al agujero negro de la desesperanza.

Ardua tarea que, aquella incipiente y pequeña comunidad aterrorizada, se dejara modelar por el testimonio de las mujeres y de los dos caminantes deprimidos. No fue suficiente.

Ellos necesitaron varias apariciones en directo y una buena regañina por “su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado”. Necesitaron encontrarle en su territorio cotidiano, entre barcas, peces y brasas encendidas en la orilla. “Es el Señor” dijo aquel discípulo.

Ellos, en su encierro, escucharon reiteradamente: “Paz a vosotros”… y, como no estaban abiertos a creer, les mostró sus manos y el costado como pruebas visibles. ¡Ahora sí, la alegría lleno sus corazones y recibieron el impulso del Espíritu para implicarse y contar al mundo lo que ellos se habían resistido a creer.

No quedó aquí la cosa porque faltaba uno, Tomás, que no se lo puso fácil a sus compañeros. Tuvieron que asumir la misma incredulidad y resistencias que ellos habían tenido y que eran idénticas a las del recién llegado. Él pedía datos científicos claros y contundentes. Como dice el refrán: “Si no lo veo, no lo creo”.

Amor incuestionable. Paciencia infinita. Volvió Jesús ofreciendo de nuevo paz y datos. Poniendo todo su empeño en que la comunidad, ellas y ellos, fueran a contar al mundo lo que el Espíritu les decía por dentro: ¡Sal y cuéntalo!

*Hoy, 7 de abril de 2024, se cumplen 20 años de la publicación de mi primer escrito en ECLESALIA. Aquel día era Viernes Santo y hoy II domingo de Pascua.

Mi agradecimiento a César y Cristina (y sus “becarios”) por esta gran posibilidad de publicar todo lo escrito. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS…

MARI  PAZ

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedenciaPuedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

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Todos somos uno en Cristo, mujeres, hombres y eunucos de todo tipo y condición

Lunes, 8 de abril de 2024

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“Una luz sobre la cuestión trans, con voz propia, para el debate teológico”

“En la primera Asamblea sinodal del Sínodo de los obispos celebrada del 4 al 29 de octubre de 2023 emergió un documento donde se reconocían múltiples convergencias, así como las muchas cuestiones que quedaban todavía pendientes de abordarse y diferentes propuestas sobre cómo hacerlo”

“En este sentido hay varias propuestas sobre una necesidad de mayor formación, escucha, reflexión y debate teológico en torno a ciertos temas”

“Dentro de la propuesta 15k del documento se anima a promover iniciativas que permitan un discernimiento compartido sobre cuestiones controvertidas, dando también voz a las personas directamente afectadas por dichas controversias”

“Es por ello que en este texto trataremos, a petición de dicha propuesta, dar luz sobre la cuestión trans partiendo desde las escrituras y la tradición, pero dándonos a la vez voz propia a las personas transexuales, ya que la sinodalidad no puede entenderse sin hablar ni conocer el punto de vista directo de las personas afectadas de cada tema”

En la primera Asamblea sinodal del Sínodo de los obispos celebrada del 4 al 29 de octubre de 2023 comenzaba la fase final del proceso sinodal que inició la Iglesia católica hace ya dos años. De dicha fase final emergió un documento donde se reconocían múltiples convergencias, así como las muchas cuestiones que quedaban todavía pendientes de abordarse y diferentes propuestas sobre cómo hacerlo, avanzando siempre en un camino, que en el fondo reconocemos eterno, en cuanto no es tan importante el destino como el caminar juntos, en escucha y comunión unos con otros.

En este sentido hay varias propuestas sobre una necesidad de mayor formación, escucha, reflexión y debate teológico en torno a ciertos temas (propuestas 9l, 9n, 10i, 10j, 14g, 14h, 14i, 16n, 16p y en especial la propuesta 15k). Dentro de esta propuesta 15k se anima a promover iniciativas que permitan un discernimiento compartido sobre cuestiones controvertidas, dando también voz a las personas directamente afectadas por dichas controversias.

Dentro de la propuesta 15k del documento sinodal se anima a promover iniciativas que permitan un discernimiento compartido sobre cuestiones controvertidas, dando también voz a las personas directamente afectadas por dichas controversias”

Es por ello que en este texto trataremos, a petición de dicha propuesta, dar luz sobre la cuestión trans partiendo desde las escrituras y latradición,pero dándonos a la vez voz propia a las personas transexuales, ya que la sinodalidad no puede entenderse sin hablar ni conocer el punto de vista directo de las personas afectadas de cada tema.

Fundamentos

a)  En Génesis 1:27 se dice que Dios creó al ser humano a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creóEste ser primitivo puede verse como una persona intersexual o no binaria, con características fisiológicas y psicológicas de ambos sexos. La gramática del idioma original hebreo permite adoptar esta perspectiva ya que el narrador se refiere a este adam primario tanto con el pronombre singular “lo” como con el plural “los”. En este contexto, téngase en cuenta que el Creador habla en 1:26 en primera persona del plural diciendo “hagamos”. Hasta este momento del relato, han estado presentes el Creador, gramaticalmente masculino, y el Espíritu divino, en hebreo Ruaj, que pertenece al género femenino (1:2). La imagen divina responde, por tanto, a ambos géneros gramaticales y fisiológicos que forman parte de la esencia del mismo Creador.

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Encuentros

b) En Mateo 19:11-12 Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.

Pensamos que Jesús, al mencionar a los eunucos, incluye una clara referencia a las personas intersexuales y transexuales. Y añade tres importantes aclaraciones. En primer lugar, afirma que no todo el mundo puede ser intersexual o transexual, no es algo que se elija o se construya, sino solo para aquellos a quienes es dado. En segundo lugar, muchos eunucos/transexuales nacen así del vientre de su madre, en consonancia con las más recientes investigaciones científicas sobre el tema1,2, que apuntan a un proceso hormonal durante el primer trimestre de embarazo que causa cambios permanentes e irreversibles en el cerebro en desarrollo del embrión. Es allí donde realmente se encuentra nuestra identidad, nuestro género, y no en los genitales. Y, en tercer lugar, y quizás más importante, que ser eunuco, intersexual o transexual no es un impedimento para llegar al reino de los cielos, más bien al contrario.

c) En 1 Corintios 6:9-11 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

Desde hace décadas, el significado de la palabra “afeminados” (malakoi en griego, literalmente “blandos”) viene siendo objeto de prolongados debates entre los biblistas3. Si aplicamos la óptica que caracteriza el presente documento, el apóstol Pablo menciona aquí a los transexuales. Con este término, entonces, el texto entra de lleno en el debate de nuestro tiempo, recordando cómo se ha condenado tradicionalmente a las personas transexuales, negando su identidad y su capacidad para vivir en sociedad tal y como son y su capacidad para ir al cielo como Hijos de Dios. Y sin embargo el texto termina de forma sorprendente, diciendo que han sido lavados, santificados y justificados por Jesús y el Espíritu Santo. ¿Y cómo condenar lo que ya ha sido lavado, santificado y justificado?

“¿Y cómo condenar lo que ya ha sido lavado, santificado y justificado?”

d) En Hechos 8:26-40 se narra el encuentro del apóstol Felipe con un eunuco, alguien con una identidad sexual diversa, que quería aprender sobre la Palabra del Señor, que buscaba formación sobre ella y que incluso llega a preguntar de forma directa al apóstol si ser como es es un impedimento para ser bautizado y poder formar parte de la Iglesia. Y la respuesta del apóstol no puede ser más clara y unívoca: Si crees de todo corazón bien puedes, resaltando como lo importante no es nuestra diversidad sexual o morfológica, sino la fe de cada cual, y poniendo de manifiesto como desde sus inicios la Iglesia ha aceptado entre sus miembros a personas eunucas de identidad sexual diversa.

e) Más allá de las escrituras, en nuestra Tradición católica, y a la luz del Espíritu Santo, hay infinidad de mensajes de santos que afirman y defienden de forma unívocamente positiva a las personas transexuales. Para no alargarnos hemos escogido solo tres, pero hay muchísimos más. San Francisco de Asís “Si Dios puede trabajar a través de mi, también puede hacerlo a través de cada uno de vosotros” , Santa Catalina de Siena “Se quien Dios quiere que seas y prenderas fuego al mundo entero“, Santa Teresita del Niño Jesús “Dios no inspira deseos imposibles“. En todos ellos se destaca como lo aparentemente imperfecto, contracorriente, inesperado, lo que no tiene lógica y no debería ser posible, sin embargo gracias a Dios se vuelve perfectamente posible, porque Dios no inspira deseos imposibles, al contrario, tiene soñada una vida plena para cada uno de nosotros, y si la seguimos prenderemos fuego al mundo entero, ya que Dios puede trabajar a través de cualquiera y el reino de los cielos no se cierra a nadie.

IMG_6579Lo inesperado

f) Dentro de esta Tradición de Iglesia es importante también recordar como las personas transexuales han sido también parte de la misma a lo largo de la Historia, como laicos y también a veces como consagrados y parte del clero. Mencionaremos solo dos, una mujer trans, de nombre Paola, que en 1987 pasó de sacerdote a monja, tras salir del armario, y a un hombre trans, que según cuenta la leyenda, llegó a ser nombrado Papa. Más allá de polémicas, lo importante es resaltar como ambos fueron lo suficientemente admirados y respetados por sus contemporáneos de Iglesia para mantenerse como consagrados dentro de la misma, incluso tras su salida del armario, lo que indica que eran personas creyentes, con gran fe y religiosidad y que Dios trabajaba a través de ellos, como decía San Francisco.

g) A su vez, a día de hoy en infinidad de parroquias existen personas trans, tanto dentro como fuera del armario, que acuden a misa regular u ocasionalmente intentando llevar su vida de fe y su relación con Dios y la Iglesia de la mejor manera posible, lo que no es siempre les resulta fácil ya que se sienten con frecuencia en los márgenes de esta. Todas estas personas bautizadas, miembros de la Iglesia y que contribuyen con ella son también parte del cuerpo de la misma (1 Corintios 12 14:26)

h) Para terminar este apartado no podemos dejar de mencionar como la propia Iglesia, en la elaboración de la constitución pastoral Gaudium at Spes del Concilio Vaticano II en el año 1965 menciona al término del punto 50 “Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación […]. Por eso, aunque la descendencia, tan deseada muchas veces, falte, sigue en pie el matrimonio como intimidad y comunión total de la vida y conserva su valor e indisolubilidad que valora el matrimonio entre hombre y mujer como una institución más allá de la procreación; lo que abre la puerta al sacramento del matrimonio para personas trans heterosexuales que desearan recibirlo junto a otra persona del sexo opuesto, ya que el matrimonio no se habría instruido solo para la procreación, sino también como un vehículo en el que poder expresar adecuadamente su amor heterosexual, como intimidad y comunión total de vida con su esposa o marido.

Voces de las personas trans

i) No podríamos trabajar auténticamente desde la sinodalidad si para comprender y decidir sobre la cuestión trans nos basáramos únicamente en las Escrituras y la Tradición de la Iglesia. Aunque en los puntos anteriores hemos partido exclusivamente de los mismos, estamos también llamados a darle su debido espacio a las voces de las personas transexuales para poder llegar al encuentro común al que estamos todos llamados. Los principales puntos de dichas voces y perspectivas se detallan a continuación.

j) Para empezar lo trans es lo inesperado, lo que va contracorriente, lo que no tiene lógica aparente, porque tiene la suya propia, que no es la de los demás. Más allá de la transfobia o el rechazo, lo cierto es que a las personas trans se nos da un nombre al nacer, tenemos unos genitales y un cuerpo que hace que los padres y la sociedad deposite una serie de expectativas en nosotros, que sin embargo al crecer y empezar a desarrollarnos y expresarnos desafiamos por completo. No, este nombre no me representa. No, este género no me identifica. No, yo no soy de esta manera. Lo trans es inesperado, va contracorriente, no se entiende, tiene su propia lógica, que es diferente a la de los demás. En este sentido resuena mucho que nuestro género, nuestro reino, quizás no sea de este mundo, en especial el de las personas no binarias, pero no por eso lo hace menos autentico y real. Que la lógica de las personas trans se aproxima a la de los trabajadores de la viña, donde no es más trans la persona que hace la transición en su infancia con diez años, como la que lo hizo ya mayor con sesenta o la que no pudo o quiso hacerlo nunca. La que se hace muchas operaciones como la que no se hace nada, porque lo importante no es quien llega primero o el trabajo realizado, sino el ser parte de esa viña.

IMG_6580Fe total en la identidad

k) En segundo lugar, y de forma aparentemente contradictoria, aunque perfectamente complementaria, porque como ya dijimos lo trans tiene su propia lógica, la inmutabilidad dentro del cambio, el cambio para llegar a lo inmutable, eso es en gran medida la experiencia trans. Porque no se trata de cambiar, sino al contrario, de ser nosotros mismos auténticamente, siempre. A las personas trans se nos suele juzgar y preguntar mucho desde fuera por nuestra transición, por el antes y después, por lo cambios tan espectaculares a veces y por eso se nos asocia erróneamente con el cambio, con la transformación, cuando en realidad es la permanencia, la inmutabilidad, el yo soy yo aunque solo yo lo entienda, una de nuestras características más definitorias.

Somos trans desde que nacemos hasta que morimos, nuestro género no cambia realmente nunca, incluso aunque sea fluido, porque es la inmutabilidad de esa fluidez lo importante y no la expresión que hagamos un dia u otro de ella. Es frecuente que podamos pasar por distintas fases de exploración, con grandes cambios aparentes, pero que lo son en busca de nuestra identidad interna inmutable, que con frecuencia no conocemos ni entendemos bien, porque son identidades complejas, inesperadas, contracorrientes, que tienen su propia lógica.

“No podríamos trabajar auténticamente desde la sinodalidad si para comprender y decidir sobre la cuestión trans nos basáramos únicamente en las Escrituras y la Tradición de la Iglesia”

l) La experiencia trans colorea y hace que resuenen especialmente ciertos pasajes del Evangelio, como todos los versos sobre morir para vivir, sobre nacer de nuevo, sobre cambiar lo superfluo para mantener lo esencial, lo inamovible, nuestra identidad. Nadie sabe mejor que una persona trans lo que es morir, renunciando a la antigua vida de forma total y completa, para poder vivir con vida plena en la vida a la que nos sentimos llamados desde que nacimos. Porque también resuenan mucho en las personas trans los pasajes que nos hablan sobre el origen. Dice la Biblia que antes de que naciéramos ya Dios nos conoció y nos nombró a cada uno de nosotros.

Sin embargo es muy posible que nuestros padres, confundidos por nuestros genitales, no acertaran a ponernos el nombre que Dios había pensado para nosotros y todos nuestros cambios, nuestra búsqueda incansable de nuestra identidad, sería para encontrar esa inmutabilidad, ese nombre que Dios pensó para nosotros desde el origen de los tiempos y al que nos sentimos atraídos de forma inevitable (Lucas 10:20). Porque no somos nosotros quienes elegimos nuestro nombre, como pudiera parecer, sino que con frecuencia sentimos que es nuestro nombre quien nos elige a nosotros. Ese nombre inmutable que Dios ya había pensado para cada uno de nosotros antes de que naciéramos.

m)  Las personas trans, incluso aquellas que no son creyentes, ya fuera porque nunca sintieron a Dios en su interior o porque el dolor intenso de la transfobia recibida las llevó a rechazarlo, tienen una fe total en su identidad, en lo que son, en el nombre que saben, que sienten, que conocen de alguna forma que Dios pensó para ellas antes de nacer. Porque la transexualidad es cuestión de fe, como nos demuestra este testimonio de una mujer trans: Yo soy mujer y lo sé con tanta claridad como que Dios existe y me ama. Y si no viviera como mujer es cuando me enfrentaría al plan de Dios para mí. No tengo ninguna prueba de que soy una mujer, salvo que lo sé, al igual que no tengo ninguna prueba de que Dios existe y me ama, salvo que lo sé.

No puede haber mayor fe que esta, porque no tenemos prueba alguna, ni escritura, ni profetas ni Iglesia. Y sin embargo sabemos que es cierta, porque sentimos el nombre inmutable que Dios nos puso a cada uno de nosotros antes de nacer. Y es una fe que mueve montañas, no es una fe vacía, y gracias a ella es cómo vamos superando la montaña de obstáculos, unos mayores, otros menores, a los que como personas trans nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida.

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Fe

n) Pero aunque nuestra fe mueva montañas y haya innumerables ejemplos de ello tanto en nuestros días como a lo largo de la historia, con personas trans que pudieron vivir su vida con normalidad a pesar de todas las circunstancias en contra, lo cierto es que nuestra fe en nosotros mismos, en que somos lo que decimos que somos, en nuestra identidad no deja de ser eso, fe. Y la fe puede ser frágil, se puede romper, se puede perder, como bien sabe cualquier persona creyente. Y cuando una persona trans por las dificultades del camino, porque siente que estos son insuperables, que no hay salida posible, que le es imposible vivir de acuerdo al nombre y la vida que siente que Dios había elegido para ella, cuando pierde la fe en su propia identidad, aunque sea brevemente, puede cometer actos horribles contra su persona. No tengáis miedo, decía el Señor, yo estoy siempre con vosotros. Y son palabras como estas las que en los momentos de mayor dificultad han mantenido a muchas personas trans creyentes de pie, con vida, porque incluso perdiendo la fe en sí mismas, la conservaron en el Señor.

“¿Pero qué hay de aquellas personas trans que por estar en los márgenes de la Iglesia, por sufrir el rechazo de toda la sociedad, incluida la Iglesia, perdieron la fe, dejaron de ser creyentes, si por otras dificultades de la vida, pierden también la fe en sí mismas, aunque sea momentáneamente?”

¿Pero qué hay de aquellas personas trans que por estar en los márgenes de la Iglesia, por sufrir el rechazo de toda la sociedad, incluida la Iglesia, perdieron la fe, dejaron de ser creyentes, si por otras dificultades de la vida, pierden también la fe en sí mismas, aunque sea momentáneamente? En este documento queremos también intentar dar voz a aquellas personas que la perdieron, que ya no están entre nosotres, que les faltó fe para llegar hasta al fin, que tuvieron un solo momento de debilidad en una vida de fortaleza. Rezamos por ellas y porque este documento ayude a que en adelante haya más personas trans que se puedan apoyar en el Señor cuando la fe en sí mismas flaquee en algunas ocasiones. Que se sientan auténticamente acogidas por parte de la Iglesia, y el resto de la sociedad, porque eso es lo que salva vidas.

Conclusiones

o) En este texto hemos tratado de exponer argumentos sobre la realidad trans tanto desde las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia como desde las propias voces de las personas trans, para ayudarnos a caminar todos juntos en sinodalidad, entendiéndonos unos a otros en nuestras diferencias pero sobre todo en lo que nos une, que es Jesucristo Nuestro Señor.

p) En este sentido creemos que el punto c resume de maravillosa manera todos los anteriores, mencionando en primer lugar los problemas y prejuicios que sufren y han sufrido de manera sistemática y tradicional las personas trans, pero a continuación recordando cómo tanto Jesús (en el punto b) como el Espíritu Santo a través de la tradición (puntos e y f) las justifican y salvan. Como también las voces de las personas trans, en su aparente falta de lógica, en su ir contracorriente y mover montañas a primera vista imposibles, comparten muchos puntos en común con el Evangelio, demasiados para ser una mera coincidencia. Y es que cuando caminamos en sinodalidad nos damos cuenta que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.

No peca el que nace eunuco en el vientre de su madre, sino el que no ama a su prójimo. Porque la Iglesia no debe combatir la diversidad de la creación de Dios, sino la desigualdad creada por la injusticia, el egoísmo y los pecados del hombre”

q) Pudiera parecer que este documento se escribe con el único propósito de beneficiar a las personas trans y nos equivocaríamos completamente. Es la Iglesia en su conjunto la que se beneficia de acoger a las personas que se encuentran apartadas por ella en los márgenes, porque está escrito que peligra más la salvación de los que juzgan y condenan, de los que cierran puertas a los demás sin pasar ellos tampoco, que la de los que están últimos, lloran y son perseguidos. Todo esto texto no es sólo para el beneficio de las personas trans y que sean finalmente acogidas en la Iglesia, sino que es un texto de amor hacia nuestros enemigos, hacia los que nos persiguen y atacan, para que se den cuenta en sinodalidad de sus errores, de que en realidad no peca el que nace eunuco en el vientre de su madre, sino el que no ama a su prójimo. Porque la Iglesia no debe combatir la diversidad de la creación de Dios, sino la desigualdad creada por la injusticia, el egoísmo y los pecados del hombre, y en la medida que este texto ayude a que la Iglesia pueda ir cerrando frentes vacios y centrarse en los que verdaderamente importan, toda la Iglesia en conjunto se beneficiará del mismo.

r) Por tanto, y como conclusión final de todo el documento, tendríamos el propio título del mismo: todos somos uno en Cristo, mujeres, hombres y eunucos de todo tipo y condición, para los que hoy día tenemos multitud de términos diferentes y más específicos y apropiados, como personas transexuales, transgénero, intersexuales y no binarias, de género fluido, dragqueens, travestis y un sin parar de términos que no deben hacernos olvidar que no hacen sino expresar la misma realidad que en la antigüedad quedaban recogida en una única palabra, eunucos. Eunucos y miembros de esta Iglesia por el bautismo (Hechos 8:37). Eunucos como creación perfecta de Dios y cuyo nombre Él eligió para nosotros desde antes de que naciéramos (Génesis 1:31, Mateo 19:11-12). Eunucos de todo tipo y condición, que no son diferentes del resto de miembros de la Iglesia, sino la misma cosa (Gálatas 3:28)

1. Roselli, C. E. (2018). Neurobiology of gender identity and sexual orientation. J. Neuroendocrinol. 30, e12562. doi: 10.1111/jne.12562

2. Protyusha, G. B., & B., S. (2020). Sex Determination and Sex Differentiation. Journal of Forensic Dental Sciences, 12(1), 72–78. https://doi.org/10.18311/jfds/12/1/2020.12

3. AMORES BÍBLICOS BAJO CENSURA. Sexualidad, género y traducciones erróneas. Editorial Dykinson, Madrid, 2021, capítulo 9

IMG_3824Él eligió para nosotros desde antes de que naciéramos

*Victoria Rodríguez es una madre trans de tres niños que trabaja como profesora de matemáticas en un instituto público de la provincia de Sevilla. Como católica practicante pertenece a varios grupos católicos de fe, como Ichthys Sevilla, PADIS+G Sevilla, Cristianos trans, CVX, Cursillos de cristiandad y la GNRC. Algunos de estos grupos de fe son exclusivos de personas LGTBQ+, en otros hay diversidad y también los hay donde ella es la única persona LGTBQ+. Pero en todos ellos, ella puede ser ella misma abiertamente, compartir su fe en comunidad e intentar acercarse a Dios.

Fuente Religión Digital

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“Recorrido hacia la Fe”. 2º de Pascua – B (Juan 20,19-31)

Domingo, 7 de abril de 2024

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Estando ausente Tomás, los discípulos de Jesús han tenido una experiencia inaudita. En cuanto lo ven llegar se lo comunican llenos de alegría: «Hemos visto al Señor». Tomás los escucha con escepticismo. ¿Por qué les va creer algo tan absurdo? ¿Cómo pueden decir que han visto a Jesús lleno de vida, si ha muerto crucificado? En todo caso, será otro.

Los discípulos le dicen que les ha mostrado las heridas de sus manos y su costado. Tomás no puede aceptar el testimonio de nadie. Necesita comprobarlo personalmente: «Si no veo en sus manos la señal de sus clavos… y no meto la mano en su costado, no lo creo». Solo creerá en su propia experiencia.

Este discípulo, que se resiste a creer de manera ingenua, nos va a enseñar el recorrido que hemos de hacer para llegar a la fe en Cristo resucitado a los que ni siquiera hemos visto el rostro de Jesús, ni hemos escuchado sus palabras, ni hemos sentido sus abrazos.

A los ocho días se presenta de nuevo Jesús. Inmediatamente se dirige a Tomás. No critica su planteamiento. Sus dudas no tienen para él nada de ilegítimo o escandaloso. Su resistencia a creer revela su honestidad. Jesús le entiende y viene a su encuentro mostrándole sus heridas.

Jesús se ofrece a satisfacer sus exigencias: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos. Trae tu mano, aquí tienes mi costado». Esas heridas, antes que «pruebas» para verificar algo, ¿no son «signos» de su amor entregado hasta la muerte? Por eso Jesús le invita a profundizar más allá de sus dudas: «No seas incrédulo, sino creyente».

Tomás renuncia a verificar nada. Ya no siente necesidad de pruebas. Solo experimenta la presencia del Maestro, que lo ama, lo atrae y le invita a confiar. Tomás, el discípulo que ha hecho un recorrido más largo y laborioso que nadie hasta encontrarse con Jesús, llega más lejos que nadie en la hondura de su fe: «Señor mío y Dios mío». Nadie ha confesado así a Jesús.

No hemos de asustarnos al sentir que brotan en nosotros dudas e interrogantes. Las dudas, vividas de manera sana, nos rescatan de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, sin crecer en confianza y amor. Las dudas nos estimulan a ir hasta el final en nuestra confianza en el Misterio de Dios encarnado en Jesús.

La fe cristiana crece en nosotros cuando nos sentimos amados y atraídos por ese Dios cuyo rostro podemos vislumbrar en el relato que los evangelios nos hacen de Jesús. Entonces, su llamada a confiar tiene en nosotros más fuerza que nuestras propias dudas. «Dichosos los que crean sin haber visto».

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José Antonio Pagola

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“Porque me has visto, Tomás, has creído, -dice el Señor-. Dichosos los que crean sin haber visto”. Domingo 07 de abril de 2024. Domingo segundo de Pascua

Domingo, 7 de abril de 2024

28-pasuaB2 cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 4,32-35: Todos pensaban y sentían lo mismo:
Salmo responsorial: 117: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
1Juan 5,1-6. Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
Juan 20,19-31: Porque me has visto, Tomás, has creído, -dice el Señor-. Dichosos los que crean sin haber visto.

Tras la muerte de Jesús, la comunidad se siente con miedo, insegura e indefensa ante las represalias que pueda tomar contra ella la institución judía. Se encuentra en una situación de temor paralela a la del antiguo Israel en Egipto cuando los israelitas eran perseguidos por las tropas del faraón (Éx 14,10); y, como lo estuvo aquel pueblo, los discípulos están también en la noche (ya anochecido) en que el Señor va a sacarlos de la opresión (Éx 12,42; Dt 16,1). El mensaje de María Magdalena, sin embargo, no los ha liberado del temor. No basta tener noticia del sepulcro vacío; sólo la presencia de Jesús puede darles seguridad en medio de un mundo hostil.

Pero todo cambia desde el momento en que Jesús –que es el centro de la comunidad- aparece en medio, como punto de referencia, fuente de vida y factor de unidad.

Su saludo les devuelve la paz que habían perdido. Sus manos y su costado, pruebas de su pasión y muerte, son ahora los signos de su amor y de su victoria: el que está vivo delante de ellos es el mismo que murió en la cruz. Si tenían miedo a la muerte que podrían infligirles “los judíos”, ahora ven que nadie puede quitarles la vida que él comunica.

El efecto del encuentro con Jesús es la alegría, como él mismo había anunciado (16,20: vuestra tristeza se convertirá en alegría). Ya ha comenzado la fiesta de la Pascua, la nueva creación, el nuevo ser humano capaz de dar la vida para dar vida

Con su presencia Jesús les comunica su Espíritu que les da la fuerza para enfrentarse con el mundo y liberar a hombres y mujeres del pecado, de la injusticia, del desamor y de la muerte. Para esto los envía al mundo, a un mundo que los odia como lo odió a él (15,18). La misión de la comunidad no será otra sino la de perdonar los pecados para dar vida, o lo que es igual, poner fin a todo lo que oprime, reprime o suprime la vida, que es el efecto que produce el pecado en la sociedad.

Pero no todos creen. Hay uno, Tomás, el mismo que se mostró pronto a acompañar a Jesús en la muerte (Jn 11,16), que ahora se resiste a creer el testimonio de los discípulos y no le basta con ver a la comunidad transformada por el Espíritu. No admite que el que ellos han visto sea el mismo que él había conocido; no cree en la permanencia de la vida. Exige una prueba individual y extraordinaria. Las frases redundantes de Tomás, con su repetición de palabras (sus manos, meter mi dedo, meter mi mano), subrayan estilísticamente su testarudez. No busca a Jesús fuente de vida, sino una reliquia del pasado.

Necesitará para creer unas palabras de Jesús: «Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel». Tomás, que no llega a tocar a Jesús, pronuncia la más sublime confesión evangélica de fe llamando a Jesús “Señor mío y Dios mío”. Con esta doble expresión alude al maestro a quien llamaban Señor, siempre dispuesto a lavar los pies a sus discípulos y al proyecto de Dios, realizado ahora en Jesús, de hacer llegar al ser humano a la cumbre de la divinidad realizado ahora en Jesús (Dios mío)..

Pero su actitud incrédula le merece un reproche de parte de Jesús, que pronuncia una última bienaventuranza para todos los que ya no podrán ni verlo ni tocarlo y tendrán, por ello, que descubrirlo en la comunidad y notar en ella su presencia siempre viva. De ahora en adelante la realidad de Jesús vivo no se percibe con elucubraciones ni buscando experiencias individuales y aisladas, sino que se manifiesta en la vida y conducta de una comunidad que es expresión de amor, de vida y de alegría. Una comunidad, cuya utopía de vida refleja el libro de los Hechos (4,32-35): comunidad de pensamientos y sentimientos comunes, de puesta en común de los bienes y de reparto igualitario de los mismos como expresión de su fe en Jesús resucitado, una comunidad de amor como defiende la primera carta de Juan (1 Jn 5,1-5).

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Dom 2 Pascua. Pon tu mano en mi llaga. Inmersión mística y liberación pascual (Jn 20,19-31)

Domingo, 7 de abril de 2024

IMG_3982Del blog de Xabier Pikaza:

He comentado este evangelio en varios libros  sobre la vida de Jesús y el origen pascual de la Iglesia. Su tema  de fondo aparece en otros  lugares de la Biblia, especialmente en Hch 17 (discurso del Areópago), donde Pablo nos pasa de una mística de inmersión (en Dios vivimos, nos movemos y somos) a una  de Pascua (Dios muere en Cristo, para que  resucitamos con él, amando a los hermanos).

Tema de fondo y división 

Conforme a la tradición cristiana, Tomás es el apóstol “gnóstico”, autor de un famoso evangelio espiritual que no ha sido aceptado por iglesia (ha quedado como apócrifo). Tres son sus problemas de fondo:

  • Cree en un Cristo espiritual, signo de la hondura sagrada del hombre, no en Jesús crucificado por compromiso de amor y liberación hasta la muerte; no vive inmerso en la llaga sangrante de la historia humana
  • Vive su religión por libre, sin compromiso de comunión real con otros hombres y mujeres. No forma parte de una comunidad liberadora, de entrega mutua y de amor concreto a los pobres.
  • No cree, por tanto, en la resurrección, en la transformación real de la historia humana… sino en la hondura misteriosa de su vida.

El texto bíblico más parecido al de esta “conversión de Tomás”, según el evangelio de Juan, es el Discurso de Pablo en el Areópago (Hch 17). Según el evangelio de Juan, Tomás se convierte, entra en la iglesia de los que confiesan la muerte y resurrección carnal/social de Jesús. Por el contrario, conforme al discurso del Areópago, la mayoría de los atenienses se ríen de Pablo… y le dejan a solas, con sólo dos que acogen su camino: un tal Dionisio (el areopagita) y Dámaris, una mujer de la que no sabemos nada más. En la reflexión que sigue voy a mostrar, en forma casi telegráfica los cuatro momentos principales del discurso de Pablo:

  1. El Dios desconocido (Agnostô Theô). Los atenienses sabios no son ateos, sino “agnósticos”; no conocen al Dios verdadero de Cristo. Adoran a un Dios que no conocen, que se identifica en el fondo con su propio orgullo o ignorancia.
  2. La tarea: Habitar en el mundo (en un tiempo y un espacio), buscar a Dios, que se identifica en el fondo con buscar a Dios, que es nuestra respiración vital
  3. Mística de inmersión: En Dios vivimos, nos movemos y somos, que Dios sea en nosotros, que seamos nosotros en él. Valor y limitación de esta mística.
  4. Experiencia cristiana de Pascua: El Dios que muere y resucita en el hombre… , el hombre que resucita en Dios. El Dios de la pascua de Jesús, de la llaga de la historia (es el tema de Tomás, en Jn 20); los hombres como seres mortales en Dios, en sí mismos.

 1. DEL DIOS DESCONOCIDO (AGNOSTÔ THEÔ) AL HOMBRE DESCONOCIDO (AGNOSTÔ ANTHROPÔ)

 Los atenienses sabios no son ateos, sino “agnósticos”; no conocen al  Dios verdadero de Cristo (no conocen al hombre verdadero: agnosto anthropo). Adoran a un Dios que ignoran, que, según Pablo, se identifica en el fondo con su propio orgullo o ignorancia. Buscan a un hombre que no saben quién es, cómo es. Dicen que Diógenes de Sínope paseaba con un candil, día y noche, por Atenas, buscando a un hombre. Así empieza diciendo el texto:

Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: «Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. 23Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido” (Hech 22).

Este discurso que Lucas ha introducido en su historia de Pablo (Hch 17) comienza con una referencia al Dios Desconocido, cuyo altar había visto paseando por las calles de Atenas, que no se define ya como ciudad del conocimiento (gnosis), sino del desconocimiento. Los atenienses, los más sabios de los sabios del mundo,  desconocen a Dios (a pesar de su Partenón: Templo de las doncellas divinas de Atenea), a pesar de la diosa Atenea y del Areópago (tribunal del Dios Ares/Marte).

Siendo honrados como son, ellos han elevado un pequeño altar, en un cruce de calles, dedicándolo al Dios desconocido, que es en el fondo el hombre desconocido. Significativamente, no se ha encontrado entre las ruinas de Atenas un altar con ese título (al Dios desconocido), pero sí un altar semejante, titulado A los dioses desconocidos (Agnostois theois). Pero Lucas, autor de este discurso de Pablo no ha puesto “dioses desconocidos”, porque para él (de raza judía) no hay dioses, sino un solo Dios, al que los atenienses de todas las escuelas (platónicos y aristotélicos, estoicos, epicúreos y cínicos etc.) desconocen. El tema es que, si desconocen a Dios (lo divino, el sentido de la vida) desconocen también a los hombres…

Atenas, la ciudad de la cultura antigua, lo mismo que el mundo actual (año 2024) es un enorme monumento dedicado al hombre desconocido. Así comienza el discurso.

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2. TAREA DEL HOMBRE: HABITAR EN EL MUNDO, BUSCAR A DIOS (SIENDO ALIENTO DIVINO).

Pablo sabe que el título anterior (al Dios desconocido, al hombre desconocido) es un título parcial y limitado, pues los atenienses (y en el fondo todos los hombres) conocen de alguna forma a Dios (a lo divino) y al hombre (la tarea humana). Habitar en el mundo (en un tiempo y un espacio), buscar a Dios, que se identifica en el fondo con buscar a Dios, que es nuestra respiración vital. Por eso sigue diciendo, como hombre culto, resumiendo la historia y la identidad de los hombres (entre los que incluye, implícitamente a los orientales de la India: Budistas, hindúes):

Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. 24El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, 25ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo.26De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar, 27con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban.

Discurso teísta, Dios hacedor. Como judío que dialoga con el pensamiento, vida e historia de la humanidad, Pablo empieza hablando de Dios (ὁ Θεὸς), pero no del “dios desconocido” del altar de Atenas, sino del Dios-divinidad que todos los pueblos conocen…

Según Pablo , desde una perspectiva judía, ese Dios es conocido, y lleva artículo personal (el Dios)…,  pero en un sentido extenso, más que “Dios concreto”, es lo divino, lo sagrado, el espíritu/vida presente en todo lo que alienta y vive.  Ese dios es “hacedor” (ὁ ποιήσας). No tiene por qué ser “creador” de la nada, sino aquello/aquel del que todo proviene, que todo lo sustenta. Puede ser aliento cósmico, materia primigenia, pensamiento originario, energía… Quizá pudiéramos llamarle “el ser de todo lo que existe”, porque en el principio de lo que somos hay un tipo de ser/realidad (no la pura nada).

  1. Dios, vida y aliento de los hombres. Acotando el ancho espacio del “ser” de todo lo que existe, Pablo define lo divino como aquello/aquel que da (concede) a todas las cosas y en especial a los hombres la vida, la respiración y todas las cosas… (ζωὴν καὶ πνοὴν καὶ τὰ πάντα). Esas tres “cosas” están claramente delimitadas:
  2. Lo divino es la vida de todas las cosas: El cosmos entero es una realidad viva, habitada por lo divino, como han sabido y saben las “religiones cósmicas”, como sabe y dice un tipo de ecología moderna.
  3. Lo divino es en especial la respiración (el aliento vital, el “espíritu”) de platas, animales y hombres. Las religiones americanas llamaban a Dios “el gran Espíritu”, por su parte, los pueblos de Oriente han identificado a Dios con la respiración, de manera que la religión es una experiencia de inmersión cósmico-divina de tipo respiratorio (yoga). Es casi seguro que Pablo está pensando en un tipo de budismo que ha llegado a las fronteras del imperio romano.
  4. Dios, impulso, identidad y tarea de todos los pueblos (de la historia humana). Esto es lo que a Pablo, como judío que dialoga con la cultura universal, le importa más: La presencia de Dios en la historia humana, como indico a continuación:

  Pablo ha presentado a Dios como hacedor universal (poiesas), añadiendo que los hombres en general le conocen, pero sólo de un modo aproximado, aunque él es quien nos concede a todos vida, es decir, respiración, de manera que podemos decir que somos aliento de Dios, y que él es respiración o espíritu de todo lo que existe.

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Una aparición muy peculiar. Domingo 2º de Pascua. Ciclo B.

Domingo, 7 de abril de 2024

IMG_3934Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Domingo 2º de Pascua. Ciclo B.

Todas las apariciones de Jesús resucitado son peculiares. Incluso cuando se cuenta la misma, los evangelistas difieren: mientras en Marcos son tres las mujeres que van al sepulcro (María Magdalena, María la de Cleofás y Salomé), y también tres en Lucas, pero distintas (María Magdalena, Juana y María la de Santiago), en Mateo son dos (las dos Marías) y en Juan una (María Magdalena, aunque luego habla en plural: «no sabemos dónde lo han puesto»). En Mc ven a un muchacho vestido de blanco sentado dentro del sepulcro; en Mt, a un ángel de aspecto deslumbrante junto a la tumba; en Lc, al cabo de un rato, se les aparecen dos hombres con vestidos refulgentes. En Mt, a diferencia de Mc y Lc, se les aparece también Jesús. Podríamos indicar otras muchas diferencias en los demás relatos. Como si los evangelistas quisieran acentuarlas para que no nos quedemos en lo externo, lo anecdótico. Uno de los relatos más interesantes y diverso de los otros es el del próximo domingo (Juan 20,19-31).

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:

«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:

«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás:

«Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:

«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Las peculiaridades de este relato de Juan

1. El miedo de los discípulos. Es el único caso en el que se destaca algo tan lógico, y se ofrece el detalle tan visivo de la puerta cerrada. Acaban de matar a Jesús, lo han condenado por blasfemo y por rebelde contra Roma. Sus partidarios corren el peligro de terminar igual. Además, casi todos son galileos, mal vistos en Jerusalén. No será fácil encontrar alguien que los defienda si salen a la calle.

2. El saludo de Jesús: «Paz a vosotros». Tras la referencia inicial al miedo a los judíos, el saludo más lógico, con honda raigambre bíblica, sería: «No temáis». Sin embargo, tres veces repite Jesús «paz a vosotros». Algún listillo podría presumir: «Normal; los judíos saludan shalom alekem, igual que los árabes saludan salam aleikun». Pero no es tan fácil como piensa. Este saludo, «paz a vosotros» sólo se encuentra también en la aparición a los discípulos en Lucas (24,36). Lo más frecuente es que Jesús no salude: ni a los once cuando se les aparece en Galilea (Mc y Mt), ni a los dos que marchan a Emaús (Lc 24), ni a los siete a los que se aparece en el lago (Jn 21). Y a las mujeres las saluda en Mt con una fórmula distinta: «alegraos». ¿Por qué repite tres veces «paz a vosotros» en este pasaje? Vienen a la mente las palabras pronunciadas por Jesús en la última cena: «La paz os dejo, os doy mi paz, y no como la da el mundo. No os turbéis ni os acobardéis» (Jn 14,27). En estos momentos tan duros para los discípulos, el saludo de Jesús les desea y comunica esa paz que él mantuvo durante toda su vida y especialmente durante su pasión.

3. Las manos, el costado, las pruebas y la fe. Los relatos de apariciones pretenden demostrar la realidad física de Jesús resucitado, y para ello usan recursos muy distintos. Las mujeres le abrazan los pies (Mt), María Magdalena intenta abrazarlo (Jn); los de Emaús caminan, charlan con él y lo ven partir el pan; según Lucas, cuando se aparece a los discípulos les muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de palparlo para dejar claro que no es un fantasma, y come delante de ellos un trozo de pescado. En la misma línea, aquí muestra las manos y el costado, y a Tomás le dice que meta en ellos el dedo y la mano. Es el argumento supremo para demostrar la realidad física de la resurrección. Curiosamente se encuentra en el evangelio de Jn, que es el mayor enemigo de las pruebas física y de los milagros para fundamentar la fe. Como si Juan se hubiera puesto al nivel de los evangelios sinópticos para terminar diciendo: «Dichosos los que crean sin haber visto».

4. La alegría de los discípulos. Es interesante el contraste con lo que cuenta Lucas: en este evangelio, cuando Jesús se aparece, los discípulos «se asustaron y, despavoridos, pensaban que era un fantasma»; más tarde, la alegría va acompañada de asombro. Son reacciones muy lógicas. En cambio, Juan sólo habla de alegría. Así se cumple la promesa de Jesús durante la última cena: «Vosotros ahora estáis tristes; pero os volveré a visitar y os llenaréis de alegría, y nadie os la quitará» (Jn 16,22). Todos los otros sentimientos no cuentan.

5. La misión. Con diferentes fórmulas, todos los evangelios hablan de la misión que Jesús resucitado encomienda a los discípulos. En este caso tiene una connotación especial: «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo». No se trata simplemente de continuar la tarea. Lo que continúa es una cadena que se remonta hasta el Padre.

6. El don de Espíritu Santo y el perdón. Mc y Mt no dicen nada de este don y Lucas lo reserva para el día de Pentecostés. El cuarto evangelio lo sitúa en este  momento, vinculándolo con el poder de perdonar o retener los pecados. ¿Cómo debemos interpretar este poder? No parece que se refiera a la confesión sacramental, que es una práctica posterior. En todos los otros evangelios, la misión de los discípulos está estrechamente relacionada con el bautismo. Parece que en Juan el perdonar o retener los pecados tiene el sentido de admitir o no admitir al bautismo, dependiendo de la preparación y disposición del que lo solicita.

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 4,32-35

Efecto de la resurrección en la comunidad cristiana, insistiendo en compartir los bienes.


En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

2ª Lectura: Primera carta de san Juan 5,1-6

Consecuencias para el cristiano de la fe en Jesús Mesías: 1) se convierte en hijo de Dios, ha nacido de él; 2) ama a Dios; 3) ama a los hijos de Dios (en esto consisten “sus mandamientos”, de hecho, uno solo: “amaos unos a otros como yo os he amado”); 4) vence al mundo, que niega que Jesús es el Hijo de Dios, o la realidad de su muerte; el Espíritu testimonia que “vino con agua y sangre”.

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

José Luis Sicre

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07 Abril, 2024. II Domingo de Pascua, Divina Misericordia

Domingo, 7 de abril de 2024

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La paz esté con vosotros”

(Jn 20, 19-31 )

En este Segundo domingo de Pascua nos encontramos a Jesús deseando la paz a sus discípulos. Y lo hace en tres ocasiones… por si se despistaban en la primera…

El Evangelio comienza: “al atardecer de aquel día”. El mismo domingo en que Pedro y Juan vieron el sepulcro vacío, en que María de Magdala se encontró con Jesús Resucitado y le confundió con el jardinero… Aquel día, al atardecer, cuando comenzaba la oscuridad, estaban encerrados, paralizados por el miedo ¿De qué nos inmoviliza nuestro miedo?

Jesús se presenta en medio de los discípulos (hombres y mujeres). Ya no se aparece solo a María. Se hace presente ante la comunidad. Quiere transmitir su mensaje a todas las personas que le han estado siguiendo.

Y les dice paz a vosotros. En la actualidad parece que esta palabra tiene el significado de ausencia de guerra. Pero estamos tan necesitadas… La humanidad grita paz; nuestras sociedades, familias y comunidades, la buscamos en el trabajo, en nuestra forma de relacionarnos… Anhelamos paz en nuestras entrañas, allí donde nos encontramos con Dios…

Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. El aliento, en la Biblia, nos habla de vida. En el Génesis, en la Creación del hombre, podemos leer: “Dios sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Jesús quiere transmitirse, entregar su Espíritu Santo, a los discípulos a través de esa expiración…

Los discípulos, al ver al Señor, se llenan de alegría. Existe un gran contraste con el miedo anterior. El encuentro con Jesús Resucitado cambia la vida.

Esa paz que les transmite… La tercera vez (el número tres en las Biblia nos habla de plenitud) que Jesús lo repite es cuando la comunidad está completa, cuando Tomás también se encuentra reunido con los discípulos. A veces, cuando las cosas no son como nos gustarían, tenemos la tentación de huir, ya sea físicamente, emocionalmente, mentalmente… Es en comunidad donde recibimos la paz, donde somos enviadas, donde Jesús nos entrega la Santa Ruah.

Oración

Trinidad Santa, sopla tu aliento de vida sobre nosotras. Entréganos tu paz.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

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Jesús VIVE la Vida verdadera a pesar de la muerte.

Domingo, 7 de abril de 2024

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Jn 20,19-31

Este relato es la clave para entender el mensaje teológico de todas las apariciones pascuales. No pretenden decirnos qué pasó sino transmitirnos su propia vivencia interior. La experiencia pascual demostró que solo en la comunidad se descubre la presencia de Jesús vivo. La comunidad es la garantía de la fidelidad a Jesús. Es la comunidad la que recibe el encargo de predicar. La misión de anunciar el evangelio no se la han sacado ellos de la manga, sino que es un mandato que reciben de Jesús.

Juan es el único que desdobla el relato de la aparición a los apóstoles. Con ello personaliza en Tomás el tema de la duda, que es capital en todos los relatos de apariciones. “El primer día de la semana”. Jesús está ya fuera del tiempo y el espacio. Para él ya no hay días ni meses ni cuarentenas. En él no puede pasar nada, porque para que pase algo se necesita el tiempo y el espacio. Lo último que pasó en Jesús fue su muerte. Más allá de ella entra en la eternidad donde nada puede pasar.

Jesús aparece en el centro como factor de unidad. La comunidad está centrada en Jesús. No atraviesa la puerta o la pared, no recorre ningún espacio; se hace presente en medio de la comunidad. El saludo elimina el miedo. Las llagas, signo de su entrega, evidencian que es el mismo que murió en la cruz. La verdadera Vida nadie pudo quitársela a Jesús. La permanencia de las señales de muerte, indica la permanencia de su amor. Garantiza, además, la identificación del resucitado con el Jesús crucificado.

El segundo saludo les refuerza para la misión. Les ofrece paz para el presente y para el futuro. En los relatos de apariciones la misión es algo esencial; los había elegido para llevarla a cabo. La misión deben cumplirla, demostrando un amor total, semejante al suyo. Si toman conciencia de que poseen la verdadera Vida, el miedo a la muerte biológica desaparecerá por completo. La Vida que él les comunica es definitiva.

El verbo soplar, usado por Juan, es el mismo que se emplea en Gn 2,7 para indicar que Dios comunicó vida al monigote de barro que había fabricado. Con aquel soplo el hombre barro se convirtió en ser viviente. Ahora Jesús les comunica el Espíritu que da otra Vida. Se trata de la nueva creación del hombre. La condición de hombre-carne se transforma en hombre-espíritu. Esa Vida es la capacidad de amar como ama Jesús. Les saca de la esfera de la opresión y les hace libres (quita el pecado del mundo).

El Espíritu es el criterio para discernir las actitudes que se derivan de esa Vida. Debemos tener cuidado de no hacer decir a los textos lo que no dicen. El Espíritu no es la tercera persona de la Trinidad. Se trata de la Fuerza que les capacita para la misión. Del mismo modo, deducir de aquí la institu­ción de la penitencia es ir mucho más lejos de lo que permite el texto. El concepto de pecado que tenemos hoy no se elaboró hasta el s. VII. Lo que se entendía entonces por pecado era algo muy distinto.

En la comunidad quedará patente el pecado de los que se niegan a dar su adhesión a Jesús. Para Juan, el único pecado es la opresión, es decir la falta de amor. Ni Dios, ni Jesús, ni la comunidad condenan tienen que condenar a nadie. La sentencia se la da a sí mismo cada uno con su actitud. El Espíritu capacita a la comunidad para discernir la autenticidad de los seguidores de Jesús y salir del ámbito de la injusticia al del amor.

La referencia a “Los doce” designa la comunidad cristiana como heredera de las promesas de Israel. Tomás había seguido a Jesús, pero, como los demás, no le había comprendido del todo. No podían concebir una Vida definitiva que permanece más allá de la muerte. Separado de la comunidad, no tiene la experiencia de Jesús vivo. Una vez más se destaca la importancia de la experiencia compartida en comunidad.

Hemos visto al Señor. No se trata de una visión ocular sino de la constatación de una presencia de Jesús que les ha trasformado porque les comunica Vida. Les ha comunicado el Espíritu y les ha colmado del amor que brilla en la comunidad. El relato insiste, porque al tratarse de una vivencia, no puede ser demostrada. Jesús no es un recuerdo del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos. A pesar de todo, los testimonios no pueden suplir la experiencia; sin ella Tomás es incapaz de dar el paso.

A los ocho días… Cuando se escribe este texto, la comunidad ya seguía un ritmo semanal de celebraciones. Jesús se hace presente en la celebración comunitaria, cada ocho días. La nueva creación del hombre que Jesús ha realizado durante su vida, culmina en la cruz el día sexto. Estaban reunidos dentro, en comunidad, es decir, en el lugar donde Jesús se manifiesta, en la esfera de la Vida, opuesto a “fuera“, el lugar de la muerte. Tomás, reintegrado a la comunidad, puede experimentar lo que no creyó.

La respuesta de Tomás es extrema, igual que su incredulidad. Al llamarle Señor, reconoce a Jesús y lo acepta dándole su adhesión. Al decir “mío” expresa su cercanía. Jesús ha cumplido el proyecto, amando como Dios ama. “Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros”. “Quien me ve a mí, ve al Padre”. Dándoles su Espíritu, Jesús quiere que ese proyecto lo realicen también todos los suyos y lo manifiesten con el amor como él lo manifestó.

Tomás tiene ahora la misma experiencia de los demás: Ver a Jesús en persona. El reproche de Jesús se refiere a la negativa a creer el testimonio de la comunidad. Tomás quería tener un contacto con Jesús como el que tenía antes de su muerte. Pero la adhesión no se da al Jesús del pasado, sino al Jesús presente, que es a la vez, el mismo y distinto. El marco de la comunidad hace posible la experiencia de Jesús vivo.

La experiencia de Tomás no puede ser modelo. El evangelista elabora una perfecta narración de apariciones y a continuación nos dice que no es esa presencia externa la que debe llevarnos a la fe. La demostración de que Jesús está vivo tiene que ser el amor manifestado. La advertencia es para los de entonces y para todos nosotros. El mensaje queda abierto al futuro. Muchos seguirán creyendo, aunque no lo vean.

El mensaje para nosotros hoy es claro: Sin una experiencia personal de Vida, llevada a cabo en el seno de la comunidad, es imposible acceder a la nueva Vida que Jesús anunció antes de morir y ahora les está comunicando. Para nosotros se trata del paso del Jesús aprendido al Jesús experimentado y manifestado en la entrega a los demás. Sin ese cambio, no hay posibilidad de entrar en la dinámica de la Vida. Que Jesús siga vivo no significará nada para mí, si yo no vivo su misma Vida.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Apariciones

Domingo, 7 de abril de 2024

IMG_3933Jn 20, 19-31

«Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído»

No son pocos los que identifican al “autor” del cuarto evangelio con Juan Zebedeo, y a Juan Zebedeo con el discípulo amado. Esto significaría que el cuarto evangelio habría sido escrito (o inspirado) por alguien muy cercano a Jesús, tanto, que según los especialistas alguno de sus pasajes parece estar escrito por el protagonista del hecho que se narra. A pesar de lo subido de su teología y de su aparente desconexión con la realidad, cuando se trata de precisar detalles, los exégetas otorgan a Juan más credibilidad que a los sinópticos.

Un ejemplo lo tenemos en la escena que describe el encuentro de Jesús con Juan y Andrés a orillas del Jordán en el entorno del bautista. En ella Juan apostilla: «Serían las cinco de la tarde» … y esta precisión es tan personal, que señala a un testigo presencial tan impactado por Jesús, que mucho después se acuerda hasta de la hora en que se produjo el encuentro.

Otro ejemplo lo tenemos en el relato del sepulcro vacío. María Magdalena encuentra la losa removida, piensa desconsolada que se han llevado al Señor, corre hacia el cenáculo, se encuentra con Pedro y Juan que salen corriendo a ver lo ocurrido. Juan es más joven, corre más y llega el primero, pero se queda en la puerta hasta que entra Pedro. Luego entró él, “vio y creyó”. Y este relato, y sobre todo esta expresión, sólo se entiende si está escrito por el propio protagonista. Difícilmente cabe otra lectura.

Este preámbulo pretende resaltar que es ese mismo discípulo tan cercano a Jesús, quien relata en su evangelio al menos dos ocasiones en que Jesús se mostró vivo tras su muerte (una tercera en el capítulo 21 añadido más tarde), por lo que no se trata del testimonio de un apologeta tratando de promover la fe de la gente, sino de un testigo presencial. Juan estaba allí, en el cenáculo, y narra lo que narra… ¿Por qué?

A los cristianos del siglo XXI no nos gustan los milagros, nos desconciertan e incluso nos contrarían. Nos parece que introducen en los evangelios elementos mágicos que les quitan credibilidad, y en muchas ocasiones preferiríamos que no estuvieran allí. Sin embargo, están ahí, y si los quitamos hacemos otros evangelios y, por tanto, otro Jesús. Lo mismo ocurre con los relatos de la Resurrección, y preferimos interpretarlos como profesiones de fe en el crucificado ajenas a cualquier hecho tangible sucedido.

La exégesis independiente alienta esta interpretación de los textos de la Resurrección, pero habría que preguntarse por el hecho (tangible o intangible) que provocó esa fe arrolladora que llevó a sus discípulos a afirmar, y apostar su vida en ello, que Jesús se había mostrado vivo tras su muerte; que les dio la fuerza necesaria para salir en tromba a proclamar su fe en el resucitado y soportar, quizá como nadie en la historia, la persecución, la tortura y la muerte por mantenerse fieles a ella.

Decía Guillermo de Occam que la explicación más sencilla suele ser la más acertada, y yo me inclino a creer que Jesús se mostró fehacientemente vivo tras su muerte.

Miguel Ángel Munárriz Casajús 

Para leer el comentario que José E. Galarreta hizo sobre este evangelio, pinche aquí

Fuente Fe Adulta

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En casa.

Domingo, 7 de abril de 2024

0703still-doubting-jn-granville-gregory2º Domingo de Pascua.

Jn 20, 19-31

Está claro que todo escrito está dirigido a un destinatario. ¿Quiénes son los destinatarios de Juan 20,19-31? El último versículo nos da la clave: quienes lean estos relatos serán partícipes de la dinámica de la fe que aquí se narran. Al igual que los discípulos han recibido al Espíritu, al igual que Tomas ha tocado al Señor resucitado, quienes creen en lo que aquí se cuenta tienen la vida del resucitado. Hemos de releer este texto, conscientes de que fue escrito para que cuando los leamos o escuchemos, entremos a formar parte de la realidad que se narra. Para comprenderlo es necesario hacer caso a la intencionalidad del texto (esto con una hermenéutica performativa, colectiva y ritual). Veamos algunos detalles del relato:

Los discípulos se reúnen al anochecer en una casa. El miedo les hace cerrar las puertas para aislarse, protegerse. En contraste con el miedo Jesús en medio les ofrece paz. Una paz que no es solo individual, sino que es algo que se ofrece y que se recibe; es una forma de relación que pide apertura, comunicación, disponibilidad. Vemos entonces un cambio radical de actitud; del miedo se pasa a la comunicación, al encuentro. Fruto de la paz compartida será la alegría y la presencia del Espíritu que posibilita la vocación (como enviados) y el perdón recíproco.

Es llamativo que incluso después de este proceso (tan acelerado y condensado) volvamos a encontrar a los mismos personajes ahora junto a Tomas en una situación parecida: “dentro” y “estando cerradas las puertas”. Pero con algunas diferencias sustanciales: no “tenían miedo” y no se dice nada de una casa. Podríamos suponer que pasamos de estar en “una” casa a estar en casa. El espacio “dentro y juntos” se vuelve habitable.

El contexto del anochecer, del día primero de la semana y de las casas o de un “dentro” como lugar de reunión puede tener connotaciones rituales o por lo menos indicios de cierta forma de agrupación de las primeras comunidades en actitud de interpelación, de apertura, de espera… que tiene la respuesta de la presencia, la comunión, el sentido… El texto es manifiestamente comunitario y colectivo y las imágenes son claras: la presencia del resucitado elimina el miedo que encierra y aísla y habilita para el diálogo y la paz. La vida se sigue ofreciendo en medio de colectivos abiertos a la trascendencia, incluso o sobre todo de aquellos que han sufrido o sufren persecuciones o exclusiones o que están en los márgenes de la sociedad. La paz que brota de la resurrección sigue gestando espacios habitables y nos permite volver a estar en el mundo como en nuestra casa.

Paula Depalma

 Fuente Fe Adulta

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Invitación a la Paz.

Domingo, 7 de abril de 2024

IMG_3885Domingo II de Pascua

07 abril 2024

Jn 20, 19-31

Como en todos los llamados “relatos de apariciones”, nos hallamos ante otra catequesis, construida simbólicamente, que busca afianzar y extender la fe en el resucitado, en un relato que resulta insostenible cuando se entiende de forma literal.

Hay, sin embargo, un mensaje que se va a repetir en todas las catequesis de este tipo: la invitación a la paz, puesta en boca del resucitado. Aunque cada proceso de duelo es único y única la forma en que cada persona lo vive, no es extraño que, a la vez que se siente la presencia de la persona que partió, se intuya también su deseo de bien, de dicha y de paz para nosotros. De modo particular, cuando la relación ha sido intensa y profunda, quien queda de este lado suele percibir la presencia, el ánimo, la fuerza y la paz, viniéndole de quien marchó.

Me parece que no se trata solo de algo imaginario. Lo que puede ocurrir, a mi modo de ver, es que en momentos de mayor densidad humana -como los que suelen vivirse en el duelo-, es más fácil conectar con nuestra dimensión profunda. Y esa dimensión de profundidad es presencia, paz, fuerza, amor, gozo… De ahí es de donde nos vienen todas esas realidades, por más que nuestra mente, en un movimiento no difícil de entender, las atribuya a -o las proyecte en- la persona amada.

El fondo de lo real es presencia, vida, paz, amor… Y ese es también nuestro mismo fondo, siempre disponible, invulnerable e indestructible. Al silenciar la mente, conectamos con él y nuestra existencia se ve transformada. Aquellos discípulos a ese fondo lo llamaron Jesús. Otros podemos darle el nombre de la persona que nos dejó físicamente. Pero el fondo es uno y el mismo, aquello de lo que estamos hechos, lo realmente real.

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Jesús confiere: paz, alegría e ilusión (espíriitu)

Domingo, 7 de abril de 2024

paz-a-ustedesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01.- AL ANOCHECER DEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA ESTABAN LOS DISCÍPULOS ENCERRADOS Y CON MIEDO.

Comienza el texto del evangelio de hoy diciéndonos que, aunque había amanecido, era de día, era ya Pascua, se había realizado la nueva creación, la nueva Alianza; sin embargo la comunidad naciente estaba al anochecer, encerrada y con miedo, con inseguridad y angustia.

La noche es siempre falta de luz. En el evangelio de San Juan el anochecer, la noche es la carencia de Cristo. Aquella comunidad estaba al anochecer porque Cristo no estaba presente

Los momentos y situaciones eclesiales son diversas, pero ¿No estamos también nosotros en un anochecer, encerrados y con miedo a todo, sin audacia y aliento vital?

¿No será que el Señor tampoco está presente en no pocos movimientos religiosos y grupos eclesiásticos que viven enquistados, con recelo y con las puertas –la mente y el corazón- cerradas a todo?

Yo creo que el papa Francisco es un hombre abierto, de mentalidad conciliar (Vaticano II), pero la Curia, parte de la jerarquía, muchos laicos, viven, vivimos, con miedo, enquistados y no permitimos el camino de la Iglesia hacia el nuevo Éxodo, hacia la nueva Alianza, hacia la Vida…

02.- EN ESTO ENTRÓ JESÚS EN LA COMUNIDAD Y LES CONFIERE PAZ, ALEGRÍA Y ALIENTO VITAL (ESPÍRITU).

La presencia de Cristo en aquel grupo cristiano naciente confiere paz, alegría y aliento vital (espíritu).

PAZ:

Dos aspectos

a. La presencia del Señor en nuestra vida personal y comunitaria serena el alma y la vida y no por vía jurídica, legal, dogmática, litúrgica, sino porque el Señor ya nos dijo: venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré. Mi paz os dejo…

Cuando sentimos miedo y angustia moral, es que el Señor no está presente en nuestra vida.

Cuando Cristo está presente en mi vida, cuando la roca sobre la que se fundamenta la vida es Cristo, una inmensa paz embarga la existencia. Cesa el miedo y la angustia.

b. Por otra parte, una Iglesia en la que el Señor está presente vive en paz, en la paz que Jesús les había dejado: mi paz os dejo, no como la da el mundo.

Sin embargo, la Iglesia vive en grupos enfrentados: contra el papa Francisco, contra la mentalidad y espíritu del Concilio, contra el pensamiento teológico, contra la creatividad. El miedo de un posible cisma revolotea los aledaños eclesiásticos… ¿Cristo estará presente en esta Iglesia?

ALEGRÍA

La presencia del Señor impregna la vida de gozo y alegría.

No siempre se puede estar contento, pero si vivir en una serenidad interior. La presencia del Señor confiere alegría.

ESPÍRITU: ALIENTO VITAL

Continúa el texto de hoy evocando el Génesis y dice que Cristo exhaló su aliento sobre la Iglesia naciente y les dijo: recibid Espíritu Santo,

que es lo que Dios infunde en la creación al barro humano de Adán (Gn 2,7), exhaló su aliento sobre los discípulos. Es la misma expresión con la que, el mismo evangelista, Juan, nos dice que Jesús en la cruz nos entregó su espíritu (Jn 19,30).

El ser humano por nosotros mismos somos poco más que barro: necesitamos aliento vital, ganas de vivir, espíritu…

03.- TOMÁS NO ESTABA, PERO VUELVE AL GRUPO.

Nacemos y vivimos en una familia, en un pueblo….

Uno recibe la cultura, los criterios, la fe en una familia, en un pueblo, en una comunidad cristiana. (Es algo de lo que hemos escuchado en la primera lectura: todos vivían unidos, nadie pasaba necesidad… )

Muchas veces despreciamos nuestras comunidades, menospreciamos a nuestros sacerdotes, religiosos, incluso nuestro evangelio. (Otra cosa es que no todo lo que ha habido y hay en la Iglesia sea bueno y que el pecado y la tentación de poder no estén presentes en nuestras iglesias y jerarquía). Pero es noble y sano amar nuestra comunidad, nuestro pueblo, nuestra cultura, nuestras tradiciones, lo que hemos recibido.

Tomás no estaba en el grupo. Tomás es la versión joánica de los dos de Emaús de Lucas (Lc 24). Se van decepcionados del grupo, de lo que habían vivido e intuido junto a Jesús. Nos hemos desilusionado y vamos ya a nuestro aire.

Hemos conocido, quizás nosotros mismos, hemos vivido al margen, fuera de la comunidad, hemos roto con la familia, con amigos, con la iglesia.

Es muy difícil, ¿imposible? Amar una realidad, vivir serenamente, es difícil ser creyente si no es en el seno del grupo, del pueblo, de la comunidad eclesial.

Es evidente que la mayor y mejor parte de nuestro conocimiento lo hemos recibido de los demás. Yo no soy una cultura, un idioma, una fe. La cultura, la fe, el pensamiento son comunitarios…

Son los demás los que nos hacen personas y los que nos dicen: Hemos visto al Señor

Estamos en plena campaña electoral. Los líderes políticos, las ideologías , el grupo, el pueblo debiera saber acoger y transmitir fe en la vida, en la cultura, en el bien común.

04.- AL MOSTRARLE SUS HERIDAS A TOMÁS, JESÚS SANA LA HERIDA DE SU INCREDULIDAD Y DE SU DECEPCIÓN. (SAN GREGORIO MAGNO).

Tomás llega a creer en el Señor resucitado cuando toca sus heridas y su costado abierto: ¡Señor mío y Dios mío!

Jesús se aviene a la decepción de Tomás y le dice: toca estas heridas, mete la mano en el costado abierto. Hay bondad en Jesús.

El relato tiene un cierto tono eucarístico: tocar el cuerpo del Señor.

No se trata de un tocar físico, palpar corporalmente: se trata de la fe en el Señor resucitado.

La puerta hacia la fe en la vida, en Cristo son los pobres, los heridos, los sufrientes de la historia. Cuando celebramos la Eucaristía en sentido amplio: la mesa del Señor abierta a los desheredados de este mundo, estamos cerca de la resurrección y la vida

Tomás llega a la fe.

Cuando nos embargue la decepción y el fracaso en la vida, podemos -como Tomás- mirar hacia el horizonte absoluto, volver al grupo, mientras “tocamos las heridas, los heridos, de esta vida”, y, como buenos samaritanos, las vendamos. En ese momento dirá nuestro corazón: Señor mío y Dios mío.

TUS HERIDAS NOS HAN CURADO, SEÑOR.

SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO.

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Ha llegado nuestro turno de dar testimonio de la vida que Jesús Resucitado nos trae

Domingo, 7 de abril de 2024

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De su blog Fe y Vida:

Tomás verdaderamente cree y ofrece una confesión de fe en sintonía con la confesión de fe de Pedro (Mt 16, 16) o de Marta, hermana de María y de Lázaro (Jn 11,27)

Posiblemente, los discípulos están intentando pasar desapercibidos para no correr la misma suerte que el maestro. Y en esa situación, contra toda esperanza, Jesús se les aparece y les regala -gratuitamente- el don de su mismo espíritu

La resurrección de Jesús abrió esa vida resucitada que se anticipa con sus dones escatológicos para vivirla en la historia cotidiana

Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a ustedes. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a ustedes; como el Padre me ha enviado, así también yo los envío. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengan los pecados, éstos les son retenidos.  Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Entonces los otros discípulos le decían: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré. Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a ustedes. Luego dijo a Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!  Jesús le dijo: Porque me has visto has creído. Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron.  Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero éstas se han escrito para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, al creer, tengan vida en su nombre (Jn 20, 19-31)

Después de la Vigilia Pascual, los domingos que siguen nos ofrecen diversos pasajes bíblicos en los que Jesús se aparece a los suyos. De alguna manera se ofrece, pedagógicamente, el ir asumiendo la vida nueva que trae el Resucitado, las dificultades que supone, las incredulidades que suscita y las fidelidades y audacias que asumen aquellos que creen y comunican la experiencia fundante de la nueva vida que el Espíritu regala a quienes se disponen al seguimiento.

El Evangelio de Juan comienza este capítulo 20 con la aparición a María Magdalena. De ahí viene el título de Apóstola que se le ha reconocido porque ella es la primera a la que Jesús se le aparece, según este evangelio. Pero no es este el texto que se ofrece para este domingo sino el que sigue, donde Jesús se aparece a sus discípulos y, en concreto, se explicita lo que acontece con Tomás, quién no estuvo en la primera aparición y en la segunda, a pesar de sus dudas, verdaderamente cree y ofrece una confesión de fe en sintonía con la confesión de fe de Pedro en el evangelio de Mateo (16, 16) o de Marta, hermana de María y de Lázaro (Jn 11,27).

Pero notemos algunos puntos interesantes. Los discípulos están encerrados. La crucifixión y muerte de su maestro les ha mostrado el fracaso de la vida de Jesús y están asustados. No están esperando que la situación cambie. Posiblemente, están intentando pasar desapercibidos para no correr la misma suerte que el maestro. Y es en esa situación, contra toda esperanza, que Jesús se les aparece y les regala -gratuitamente- el don de su mismo espíritu, quien será el que los fortalezca para continuar la tarea que Él había comenzado. No es la valentía de los discípulos lo que les capacita para seguir adelante. Es el don de Dios, la vida del Resucitado, su Espíritu en medio de ellos, el que les dará la audacia necesaria para emprender el seguimiento del Cristo Resucitado. La paz y la alegría que acompañan esa experiencia son dones escatológicos, es decir, no dependen de que ahora las cosas comienzan a ir bien, sino de la experiencia de que la última palabra no la tiene la muerte. La resurrección de Jesús abrió esa vida resucitada que se anticipa con sus dones escatológicos para vivirla en la historia cotidiana.

La figura de Tomás que casi siempre se concibe como el incrédulo que mereció el reproche de Jesús, es señal, tal vez de lo contrario. Ahora la confesión de fe ha de ser vivida ya no por los testigos que estuvieron con Jesús sino por aquellos que creerán en la palabra de los primeros. Tomás puede ser símbolo de todos los creyentes que hemos continuado esta aventura de la vida cristiana. Hemos necesitado hacer esa confesión de fe. No hemos recibido pruebas definitivas que nos garanticen la veracidad que se nos anuncia, pero hemos visto el testimonio de tantas generaciones cristianas que, por su fe en Jesús, han hecho posible la justicia, la paz, la alegría, la solidaridad, la misericordia, la entrega. Y ha llegado nuestro turno. Creer en Jesús es más que repetir las palabras que finalmente dice Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Es seguir la línea de los testigos y testigas que nos han precedido y testimoniar con la propia vida la apuesta por la vida del espíritu.

El texto bíblico termina diciendo que todo esto se ha escrito para que se crea que Jesús es el Cristo y en Él se tenga vida eterna. Por eso, hoy el texto bíblico ha de encarnarse en nuestra propia vida, buscando hacer las obras del Reino, para que muchos crean en Jesús y tengan la vida en abundancia. Que este tiempo de pascua nos comprometa a dar un testimonio capaz de convocar a muchos a esta fe en el Jesús del Reino, en el Jesús de la vida nueva, de la paz y la alegría.

(Foto tomada de: https://www.crossroadsinitiative.com/es/media-es/articulo/incredulidad-tomas-divina-misericordia/)

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“¡La resurrección de Cristo no es regreso a su pasado sino entrada en su futuro!”, por Santiago Agrelo

Sábado, 6 de abril de 2024

IMG_3899“Su paz, su alegría, su Espíritu, son en nosotros los voceros de su resurrección”

“Por la resurrección, no recobra el hombre la vida perdida sino que se abre a una vida nueva, a la vida de Dios”

“¡Cristo Jesús vive!, y somos sus testigos, pues “hemos comido y bebido con él después de su resurrección”, más aún, hemos resucitado con él, y estamos con él a la derecha de Dios en el cielo”

“Arrodillados como el Señor a los pies de la humanidad, de él aprendemos a servir a los pequeños, a curar heridas”

Cuando se habla de resurrección, el primer comentario suele ser que de allá nadie volvió para decir lo que pasa.

Esa constatación con aires de evidente, lo sería si la resurrección se entendiese como un regreso de los muertos a la vida, un desandar el camino desde la oscuridad de la tumba a la luz acostumbrada de nuestras vidas.

Pero no es eso lo que entendemos quienes celebramos que Cristo ha resucitado.

¡La resurrección de Cristo no es regreso a su pasado sino entrada en su futuro! ¡Su Pascua no es recaída en el mundo viejo sino comienzo de un mundo nuevo!

Por la resurrección, no recobra el hombre la vida perdida sino que se abre a una vida nueva, a la vida de Dios. Resucitado, no regresa el hombre a la mortalidad sino que se le reviste de inmortalidad.

Habéis muerto –dice el Apóstol- y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”, o, lo que es lo mismo, la vida de Dios está escondida con Cristo en nosotros.

Así que, si alguien nos pregunta por la resurrección, no decimos: De allá nadie volvió. Sino que confesamos: ¡Cristo Jesús vive!, y somos sus testigos, pueshemos comido y bebido con él después de su resurrección”, más aún, hemos resucitado con él, y estamos con él a la derecha de Dios en el cielo.

Es cierto: De allá nadie volvió. Pero es más cierto aún que allá, en la vida nueva, ya hemos entrado misteriosamente los que creemos en Cristo Jesús.

Con él nos encontramos y comemos siempre que, conforme a su mandato, escuchamos su palabra, hacemos nuestra su acción de gracias y recibimos los sacramentos de su vida entregada.

Arrodillados como el Señor a los pies de la humanidad, de él aprendemos a servir a los pequeños, a curar heridas, a limpiar miserias, a entregar como un pan nuestras vidas a los pobres.

Con Cristo resucitado comemos y bebemos siempre que los pobres se sientan a nuestra mesa. Y aunque sea poco lo que haya para compartir y guardemos silencio mientras lo compartimos, sabemos muy bien que es el Señor quien está con nosotros.

Porque comemos y bebemos con él, llevamos en el corazón su paz, la que él nos ha dado, su alegría, en la que él nos envuelve, su Espíritu, con el que él nos unge, nos transforma, nos fortalece, nos consuela, nos vivifica, nos justifica, nos santifica, nos resucita.

Su paz, su alegría, su Espíritu, son en nosotros los voceros de su resurrección.

Sabemos que él vive, porque vive en nosotros, porque espera con nosotros, porque ama en nosotros, y, en este cuerpo suyo que es la Iglesia, él va llenando la tierra de humanidad humilde, de humanidad pacificada, de humanidad reconciliada, de humanidad nueva, recia, libre y justa, de humanidad resucitada, de humanidad divinizada.

Sólo tu vida, Iglesia de Cristo, puede dar testimonio de que Cristo vive.

El mundo te necesita para salvarse de su resignación a la nada.

El mundo te necesita para estrenar humanidad, para entrar en el día de la resurrección.

Deja que se transparente en ti la luz de Cristo resucitado.

Fuente Religión Digital

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“La resurrección de Cristo, un canto a la vida y al universo”, por Fernando Bermúdez.

Viernes, 5 de abril de 2024

ResurrecciónLa conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús nos invita a penetrar en el Misterio de Cristo. En su vida histórica, Jesús nos reveló que Dios es “Abba”, Padre y Madre, que ama con infinita ternura a este mundo, que está al lado de los pobres y de la humanidad sufriente, un Dios de misericordia y de perdón. Proclamó que Dios no es monopolio de Israel ni de ninguna religión, sino un Dios universal (Mt 25,31ss). Nos enseñó que todos los hombres y mujeres somos hermanos.  Él “pasó por el mundo haciendo el bien”, sanando enfermos, liberando a los oprimidos, consolando a los afligidos, sirviendo, amando y entregando su vida.  Convocó a una conversión interior para reconstruir la armonía entre todos los seres humanos, con Dios y con la naturaleza. Anunció un nuevo estilo de vida basado en la justicia, la libertad, el amor y la fraternidad universal al que llamó Reino de Dios. Su pasión fue hacer presente este Reino de amor en el mundo. Por eso denunció con fuerza todo aquello que se opone al plan de vida de Dios para la humanidad.

Las autoridades religiosas y políticas de Israel lo consideraron como un hombre subversivo, peligroso para sus intereses (Lc 23.2-3). Lo persiguieron y le dieron muerte en la cruz (Mc 3,6; Jn 11,49-54 y 18,2-3).

La pasión y muerte de Jesús no solo es un acontecimiento histórico, sino que se nos hace presente hoy en la humanidad sufriente. Da sentido a la pasión de tantos hombres, mujeres y niños que en todo el mundo son víctimas de la injusticia, de la guerra y del hambre. No podemos olvidar la muerte de los más de 15.000 niños y niñas masacrados en Gaza y en toda Palestina por el ejército israelí y en todas las guerras de la historia a causa de la ambición de los poderosos y de sus intereses geopolíticos y económicos. La sangre derramada a lo largo y ancho de la tierra corre por las venas de la historia. Sangre de masacrados en todas las conquistas, sangre de indígenas de la Amerindia, sangre de esclavos negros de África, sangre de los asesinados en los campos de concentración nazi…, sangre de mártires que dieron su vida por una causa justa. ¡Cuánto sufrimiento de gente inocente! ¡Y cuánta indiferencia en un mundo anestesiado por el dinero y el confort!

Jesús asumió todo este sufrimiento en la cruz, hasta tal grado que le llevó a exclamar: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 46). Este es el grito de la humanidad sufriente a lo largo de la historia y también de la naturaleza explotada, saqueada y degradada. Toda la creación estaba con Jesús en la cruz.

Jesús expresa un sentimiento profundo de abandono, de rebeldía y casi de desesperación. Da la impresión de que Dios está ausente. Jesús, impotente y moribundo, pregunta ¿por qué?  ¿Dónde está Dios? La resistencia humana ante el sufrimiento llega a su límite y estalla en un grito que suena a desconsuelo. Le grita a Dios. Y en su angustiosa desesperación le interroga ¿por qué?, ¿por qué este sufrimiento injusto? Es una pregunta profundamente desgarradora. Jesús muere sin respuesta. Es la expresión más trágica de la humanidad sufriente. Su grito es el grito de todos los oprimidos, perseguidos y masacrados a lo largo de los tiempos, ¿Por qué? ¿Dónde está Dios?

En este grito desgarrador, “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, que expresa un sentimiento de abandono, soledad y tristeza de muerte, Jesús carga con el sufrimiento de todos los seres humanos y de todos los seres de la creación. Se hace solidario con ellos.

A este angustioso gemido de muerte, Dios respondió resucitando a Jesús, constituyéndolo en el sentido de la vida, de la historia de la humanidad y de todo el universo. Jesús vivo y resucitado es el Cristo cósmico. Toda la creación canta la victoria de Cristo sobre la muerte, anticipación de la plenitud de la vida. Nuestro destino individual es parte del destino universal de toda la creación. San Pablo presenta a Cristo como el alma del universo. “Todo fue hecho por él y para él”. El universo gime y sufre dolores de parto, anhelando su liberación y plenitud. Y no solo el universo, sino nosotros mismos gemimos interiormente esperando la liberación, desde cada persona hasta la más lejana estrella del universo (Ro 8, 22-24).

Por la Encarnación, Cristo se insertó en la humanidad y en el universo que la contiene. Cristo resucitado posee un cuerpo cósmico extendido por todo el cosmos. De ahí que su resurrección nos inyecta una conciencia cósmica y nos hace sentirnos ciudadanos del universo, hermanos y hermanas de toda la creación.

La resurrección de Cristo nos hace tomar conciencia de que todos los seres de la creación son nuestros hermanos. Las galaxias y estrellas que brillan en la noche en la bóveda celeste, el sol que ilumina de día nuestro planeta Tierra, con todos los seres de la naturaleza, montañas, volcanes y mares, ríos y lagos, árboles y plantas, selvas y desiertos, animales del campo, aves y peces, son nuestros hermanos. Pero, sobre todo, la fraternidad la vivimos de una manera efectiva y afectiva cuando abrirnos el corazón a todos los hombres y mujeres de la tierra, más allá de fronteras, nacionalidades, color de la piel, culturas o credos y acogemos y servimos a quienes nos necesitan.

La vivencia de Cristo resucitado nos compromete a ser hombres y mujeres nuevos que han optado ser como Jesús, quien pasó por el mundo haciendo el bien. Nos compromete a luchar por otro mundo diferente, profundamente humano, respetuoso con la diversidad, libre de armas, de guerras y de hambre, un mundo de igualdad, de reconciliación, paz y fraternidad universal, como señala Francisco en la Fratelli tutti.

Esta mística cósmica nos posibilita contemplar el mundo y todos los acontecimientos que envuelven nuestras vidas y la historia con una visión trascendente, de esperanza y de adoración, como canta Teilhard de Chardin en el Himno del Universo.

El Cristo cósmico, vivo y resucitado, presente en toda la creación aviva nuestra esperanza de encontrarnos, en la plenitud de la vida histórica, en un alegre y eterno amanecer con la Fuente infinita de Energía y de Luz, de Vida y Sabiduría, de Belleza y Amor, en el corazón de Dios.

Laudate omnes gentes, laudate Deum

Fernando Bermúdez

Fuente Fe Adulta

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“¡Ha resucitado! ¿Cómo entender esa experiencia hoy?”, por Consuelo Vélez

Jueves, 4 de abril de 2024

IMG_3877De su blog Fe y Vida:

  “Solo trabajando por un mundo más justo y en paz la resurrección de Jesús seguirá dando fruto”

La resurrección es una experiencia real (no demostrable) que tuvieron los discípulos/as, experiencia que transformó sus vidas porque del desánimo y el miedo pasaron a seguir anunciando la buena noticia que había traído Jesús

Es un canto de esperanza activa porque, una vez más, los cristianos, no nos resignamos con que las cosas sigan mal, sino que redoblamos el esfuerzo para seguir trabajando por transformarlas

La semana santa termina con la Vigilia Pascual, en la que celebramos el “pasode la muerte a la vida, del fracaso al triunfo, de la tristeza a la alegría, de la guerra a la paz. En otras palabras, es un canto de esperanza activa porque, una vez más, los cristianos, no nos resignamos con que las cosas sigan mal, sino que redoblamos el esfuerzo para seguir trabajando por transformarlas.

Pero ¿esto ocurre en la vida real? Fuera de la celebración litúrgica ¿hay muestras, señales, indicios de que esta celebración abre caminos de transformación? Seguramente en la vivencia de muchas personas esto se da, pero en otras no sucede absolutamente nada. Podrían señalarse varias causas, pero intentemos centrarnos en la forma cómo se entiende (o no se entiende) la experiencia de resurrección, lo cual podría ayudarnos a proclamar “ha resucitado”, sacando más consecuencias para nuestra vida.

Partamos de una premisa fundamental. Pretender entender la resurrección del Señor “es mucha pretensión”. La vida de fe, es eso, “vida de fe”, con lo cual no tenemos todas las respuestas y mucho menos todas las explicaciones. Pero, como al mismo tiempo, somos llamados a dar razón de nuestra fe” (1 Pe 3,15), la teología nos brinda una manera “razonable” de explicar la fe, aclarando, iluminando, dando sentido a la fe que vivimos.

La resurrección es una experiencia real (no demostrable) que tuvieron los discípulos/as, experiencia que transformó sus vidas porque del desánimo y el miedo pasaron a seguir anunciando la buena noticia que había traído Jesús. Pero, lo que nos cuentan los evangelios sobre esa experiencia, está mediado por los géneros literarios que utilizan para ello. Un primer género literario es “la tumba vacía”. Es decir, no sabemos si el cuerpo estaba en la tumba o no estaba, sabemos que ellos entendieron que a Jesús no había que buscarlo entre los muertos porque Él estaba vivo. Otro género literario es el de las “apariciones”. En ellas nos cuentan como Jesús atraviesa las puertas cerradas, es decir, contra todo pronóstico de que ellos tuvieran el coraje de seguir ese camino, la presencia de Jesús se impone y les empuja a salir de nuevo.

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Emaús

El hecho de comer con Él, de querer ver las heridas de las manos, etc., es una forma de mostrar la continuidad entre el Jesús con quien habían compartido la vida y el resucitado, cuyo espíritu los anima y fortalece para seguir en ese mismo camino. De alguna manera, experimentan que el compromiso vivido por Jesús en su vida histórica es el mismo que ellos han de seguir en el tiempo que continua. Ya no van a anunciar el reino de Dios -como lo hizo Jesús- sino a Jesús mismo quien, con sus palabras y obras, lo encarnó, lo anunció, lo hizo presente. No tenemos muchos más datos de esa experiencia fundante. Tenemos el hecho histórico de la transmisión de la Buena Noticia -del reino de Dios hecho presencia viva en Jesús- de generación en generación con la multitud de testigos y testigas, quienes, viviendo los valores del reino, han abierto caminos de vida, de justicia, de paz, en otras palabras, de transformación de la realidad para garantizar la vida “en abundancia” (Jn 10, 10) para todos y todas.

Por lo tanto, no sé si en la vigilia pascual se sientan muchas emociones. No sé si con tanta “Feliz Pascua” que damos en este día, tengamos un ambiente alegre y festivo, animador para nuestra vida. No sé si con tanta liturgia, retiros, oraciones, celebraciones que se hacen en estos días hayamos avivado el espíritu de recogimiento y oración. Todo lo que nos sirva ¡bienvenido sea! Pero lo que no debería faltar es revisarnos a la luz de la vida de Jesús, buscando entenderlo mejor para que su resurrección se haga presente a través de nuestras vidas y muchas personas puedan creer en Él. Solo trabajando por un mundo más justo y en paz la resurrección de Jesús seguirá dando frutos. Y mucho depende de qué entendamos nosotros y, cómo eso que entendemos, lo pongamos en práctica.

(Foto tomada de: https://comshalom.org/es/es-verdad-el-senor-ha-resucitado/)

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“La tumba vacía, el triunfo del amor”, por Gabriel Mª Otalora

Miércoles, 3 de abril de 2024

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De su blog Punto de Encuentro:

No pocos críticos se han opuesto a la historia del  sepulcro vacío afirmando que se trataba de la creación de una leyenda fabulada. Pero una de las evidencias más convincentes proviene de sus descubridoras, en femenino: fueron mujeres. Lo significativo es que en el tiempo de Jesús, las mujeres no tenían autoridad. La mujer no tenía derecho a prestar testimonio, excepto en algunos casos excepcionales, los mismos en que se aceptaba también el de un esclavo pagano, tal era la consideración que se tenía de ellas.

Si los relatos de la resurrección se hubieran inventado, como sostienes algunos, las mujeres no hubieran sido consideradas las primeras testigos. Con el descrédito que arrastraban por su condición de mujeres, su testimonio no se hubiese incorporado en sus relatos de manera unánime. Veamos:

Evangelio de Mateo = María Magdalena y la otra María descubrieron el sepulcro vacío y un ángel les revela que ha resucitado. Jesús les sale al encuentro. Evangelio de Marcos = María Magdalena, María la de Santiago y Salomé van al sepulcro y el ángel les anuncia la resurrección. Jesús se aparece a María Magdalena. Evangelio de Lucas = María Magdalena, Juana y María la de Santiago se les aparece el ángel con el anuncio de la Resurrección. Evangelio de Juan = María Magdalena descubre el sepulcro vacío y lo comunica a los discípulos. Cuando estos comprueban que el sepulcro estaba vacío, ella se queda llorando creyendo que habían robado el cuerpo de Jesús. Entonces se aparecen dos ángeles y Jesús, a quien no reconoce en un primer momento. Cristo la convierte en misionera (Jn 20, 17 y 18). Con diferentes detalles, ellas son las que reciben el primer anuncio de la Resurrección y solo a ellas se les encomienda el primer anuncio, con la Magdalena de protagonista.

Lo que se desprende de todo ello es que las mujeres fueron importantes teológicamente: de una mujer nació el Salvador, y mujeres fueron las que anunciaron la Resurrección.

Tras el testimonio de las mujeres, tenemos el de los apóstoles a posteriori, que llegaron a dar la vida proclamando que habían experimentado a Jesús resucitado y la Buena Noticia que anunciaban. Pero lo importante es que la resurrección es real desde la perspectiva de la fe hasta lograr un poderoso movimiento religioso muy influyente en la historia. Jesús no funda la Iglesia, pero la Iglesia se funda en las raíces y la savia de Cristo resucitado.

Los primero sujetos de esta experiencia son los que habían conocido a Jesús antes de su muerte. Podemos decir que las apariciones muestran a los miembros de la comunidad como testigos de Jesús y de Cristo resucitado. De hecho, perdieron la fe en Jesús como Mesías al verlo crucificado, muerto y sepultado. Tras su experiencia pascual, primero hubo incredulidad. El maestro querido se presenta y no es reconocido: sobre este punto los testimonios evangélicos concuerdan. Es Él mismo quien les conduce al punto de hacerles caer en la cuenta de lo que los profetas anunciaron cientos de años antes: el sufrimiento y la muerte del Mesías. Un elemento histórico, ciertamente. La transformación de su fe les permite reconocerle; la fe es necesaria, pero sólo el Resucitado puede hacerla nacer. Sin la fe, los signos tienden a desmoronarse.

El misterio de Cristo, muerto y resucitado, constituye el fundamento de nuestra fe en Dios-Amor; no podemos hablar del misterio como tal, pero sí de que es de la resurrección de Jesús de donde nace la comunidad embrionaria en la que se comienza a vivir la Buena Noticia. De esta experiencia brota sentirse amado y la consecuencia de amar a los congéneres, a las criaturas, a todo lo creado para ser hermano universal que sirve como lo hizo Jesús. Este es el camino para convertirnos en esperanza de resurrección entre tantos hermanos nuestros crucificados por los dolores de la vida, y a quienes tenemos que ver con los ojos de Jesús.

¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!

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“Amigas de Jesús ven al muerto vivo”, por Juan Masiá, sj

Martes, 2 de abril de 2024

IMG_3894De su blog Vivir y pensar en la frontera:

Vimos un muerto vivo que da Vida

Contemplar, comunicar y comprometerse con la resurrección

 El lunes de Pascua (ayer)  corresponde leer el Evangelio según Mateo, capítulo 28, del v. 8 al 15. Pero esta mañana en mi celebración lo he proclamado leyendo desde Mt 27, 57 hasta el final del capítulo 28.

 Así meditamos la secuencia completa, tras el entierro: desconcertadas por la muerte, se dejan llevar por el Espíritu en la vivencia contemplativa que las deslumbra con la gloria de El Que Vive; su Espíritu les hace posible despertar al misterio de la Vida y creer en la Luz de la Resurrección.

En esta secuencia se repite tres veces el Kôan de las dos Marías:

  • 1) Las dos están ahí calladas
  • 2) Las dos quieren ver
  • 3) Las dos salen corriendo a comunicarlo, iluminación y extravíosobresalto y gozo por la necesidad de comprometerse con la Buena Noticia.

  Así comienza la misión, de la que nacerá la comunidad transmisora e intérprete de un mensaje que solo se puede testificar desde experiencias prácticas de contemplar, comunicar y comprometerse. Por parte de quienes reciban el mensaje, no se podrá entender hoy (como tampoco ayer ni mañana) la Buena Noticia, si no se presupone la praxis contemplativa, comunicativa y comprometida que nos permite dejarnos llevar por el Espíritu,que nos hace creer.

 Decidnos, amigas de Jesús, qué vísteis por el camino con la mirada interior del Espíritu:sepulcrum Christi viventis, et gloriam vidimus Resurgentis.

 Mt 27, 61:  Después de enterrado Jesús y rodada la losa grande a la entrada del sepulcro, “estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas ante el sepulcro.

 Desconcertadas por el enigma de la muerte pasan por la noche oscura. Como el pueblo creyente que se quedó un rato en silencio ante el Monumento la noche del Jueves Santo; o que se quedó en silencio ante el altar desnudo y la cruz sola a la caida de la tarde de un Viernes Santo, o ante el paso en procesión de un Jesús del Gran Poder…que parece no poder nada ni explicar por qué pasó lo que pasó y por qué Abba, el Padre se calla…

 Mt 28, 1: Pasado el sábado, al clarear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. “ Quieren ver con mirada de atención a lo interior, quieren ver con los ojos del corazón al “muerto vivo”. “Querer ver” es uno de los Kôan básicos. Diría el Maestro Zen Dôgen que, en sincronía con mi querer ver, el Aliento de Vida que me hace querer ver me iluminará para que descubra la vida en la muerte…

 El Espíritu de El Que Vive respondió a la búsqueda de las dos amigas de Jesús con la visión de la gloria, el Mensajero vestido de blanco sobre el sepulcro y el resplandor que deslumbra. Pero a todo eso precede un terrremoto. Siguen inseparables gozo y sobresalto.

 Mt 28,8 Las dos Marías “se marcharon a toda prisa del sepulcro y corrieron a anunciárselo a los discípulos” No las creerán. Pero El Que Vive se adelanta a compensar su frustración:No tengáis miedo, seguid buscándome en la Galilea de la cotidianidad. Seguid siendo contemplativas, comunicativas y comprometidas. En esa Galilea me encontraréis y os encontaréis a vosotras mismas. Descubriréis que he subido a lo alto para llenarlo todo. A la luz de esa plenitud de vida comprenderéis el misterio del Pan de Vida, ”comerme es ser por mi comido” (Unamuno). Todo es sagrado para quien tiene ojos para verlo (Teilhard de Chardin), y todos las cosas que son resplandor de gloria te dirán quién eres tú y quien soy yo que quiero que viváis todos y todas en mí como yo vivo en Abba y Abba en mí…

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Pascua: Celebrando la visibilidad de las verdaderas identidades de Jesús y las personas trans.

Lunes, 1 de abril de 2024

IMG_3872La identidad de Jesús Resucitado se hace visible para María Magdalena. (Mosaico, Capilla de la Resurrección, Catedral Nacional de Washington)


La reflexión de hoy es de Michael Sennettcolaborador de Bondings 2.0.

Las lecturas litúrgicas de hoy para el Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor se pueden encontrar aquí.

El viaje de María Magdalena en la mañana de Pascua es un testimonio radical de visibilidad. Conmocionada por la visión de una tumba abierta y vacía, María se siente invadida por una ola de pánico. Ella corre hacia atrás para encontrar a los otros discípulos y revela que Jesús ya no está en la tumba donde esperaban que estuviera.

Mientras Pedro y el discípulo amado regresan a casa, María permanece temblando ante el sepulcro desnudo, consumida por la oscuridad de la madrugada y el dolor. Ella confunde al Cristo resucitado con un jardinero, hasta que él grita su nombre. María, consolada al instante, experimenta la alegría de Jesús resucitado. Ella sale una vez más, anunciando ahora la buena noticia del Señor venciendo la muerte, proclamando su visibilidad como Hijo de Dios.

Siguiendo a María Magdalena, hoy nos acercamos a la tumba para celebrar con asombro no solo el Domingo de Pascua, sino también el Día de la Visibilidad Transgénero y el último día del Mes de la Historia de la Mujer.

La visibilidad es un arma de doble filo para las personas transgénero y no binarias. Positivamente, brinda consciencia de nuestras luchas y triunfos, así como del simple hecho de existir. Compartir nuestros viajes fortalece la comunidad e inspira una comprensión renovada del género.

Sin embargo, la visibilidad también puede atraer transfobia y violencia. Se han quitado vidas preciosas al mundo porque se atrevieron a vivir auténticamente. Los católicos trans y no binarios estamos sujetos al dolor adicional de que nos digan que no somos dignos del amor de Dios y enfrentamos el rechazo de las comunidades de adoración.

La visibilidad es fluida; A veces una situación o entorno no es seguro para que las personas trans o no binarias vivan nuestra verdad abiertamente. Al navegar por la invisibilidad que nos impone el mundo, me consuela saber que somos visibles para Dios, quien nos sostiene en Su abrazo incondicionalmente amoroso.

Jesús también lucha con la visibilidad. El evangelio de Marcos, que escuchamos en las liturgias dominicales de este año, se basa en el Secreto Mesiánico. Mientras Marcos cuenta las historias de Jesús enseñando, predicando y realizando milagros, aprendemos que nuestro Salvador insta a sus seguidores a no revelar su verdad.

Pero la santidad de Cristo es visible para María Magdalena, una fiel discípula. Ella lo ve y lo acepta tal como es, incluida su relación con lo queer. Soltero, de unos 30 años, ciertamente no se adhirió a los estándares de relación típicos de la época. La acogida que Cristo dio al “otro”, especialmente a los excluidos de la sociedad, causó escándalo. Desafió la injusticia, literalmente y figurativamente volteando las cosas. La vida, las enseñanzas y los métodos de Jesús fueron extraños en respuesta al status quo. María Magdalena observó su extraña divinidad y le abrió su corazón.

Cuando Jesús declara su verdad, su visibilidad se produce a costa de su vida. A diferencia de muchos discípulos que huyeron, María se mantuvo firme en su testimonio de la visibilidad de Jesús, a través de su vida, pasión y muerte. Y ahora aquí está ella para ser testigo de Cristo resucitado.

Jesús se aparece primero a María Magdalena, un testimonio de su propia visibilidad como mujer en una sociedad opresivamente patriarcal. Amados, ella es la Apóstol de los Apóstoles, prueba de que las mujeres son, y siempre han sido, llamadas al liderazgo de la Iglesia, al lado de Jesucristo, nuestro Señor resucitado.

Así como Jesús reconoció la visibilidad de María, también nos ve a nosotros. Nosotros, que somos trans, que a veces tenemos que escondernos, somos visibles para él como todo nuestro ser, nuestras identidades transgénero creadas deliberadamente por las manos de Dios.

La visibilidad va más allá de los personajes trans en los medios y es más profunda que las capacitaciones sobre diversidad. La verdadera visibilidad es el reconocimiento de las almas y cuerpos de las personas transgénero. Es mirarlos no como pecadores como resultado de nuestro género, ni como errores, sino como creaciones maravillosas de Dios. Nuestra existencia y nuestras vidas son intencionales.

La Pascua es una temporada de alegría y esperanza para mí como hombre trans católico. Es la alegría de que Jesús, que nos ama tan intensamente, murió por nosotros y resucitó, iluminando nuestra verdad desde las tinieblas. Mi esperanza es que nuestra Iglesia note la luz de Jesús brillando sobre las comunidades marginadas, invitando a todos los católicos a reconocer y celebrar su visibilidad y vencer la oscuridad de la invisibilidad que alimenta la injusticia. ¡Entonces podremos verdaderamente aclamar a Cristo resucitado! ¡Aleluya, aleluya!

¡Felices Pascuas, Día de la Visibilidad Trans y Mes de la Historia de la Mujer!

—Michael Sennett, 31 de marzo de 2024

Fuente New Ways Ministry

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“¿Dónde buscar al que vive?”. Pascua de Resurrección – B (Juan 20,1-9)

Domingo, 31 de marzo de 2024

IMG_3772La fe en Jesús, resucitado por el Padre, no brotó de manera natural y espontánea en el corazón de los discípulos. Antes de encontrarse con él, lleno de vida, los evangelistas hablan de su desconcierto, su búsqueda en torno al sepulcro, sus interrogantes e incertidumbres.

María de Magdala es el mejor ejemplo de lo que acontece probablemente en todos. Según el relato de Juan, busca al Crucificado en medio de tinieblas, «cuando aún estaba oscuro». Como es natural, lo busca «en el sepulcro». Todavía no sabe que la muerte ha sido vencida. Por eso el vacío del sepulcro la deja desconcertada. Sin Jesús se siente perdida.

Los otros evangelistas recogen otra tradición que describe la búsqueda de todo el grupo de mujeres. No pueden olvidar al Maestro que las ha acogido como discípulas: su amor las lleva hasta el sepulcro. No encuentran allí a Jesús, pero escuchan el mensaje que les indica hacia dónde han de orientar su búsqueda: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado».

La fe en Cristo resucitado no nace tampoco hoy en nosotros de forma espontánea, solo porque lo hemos escuchado desde niños a catequistas y predicadores. Para abrirnos a la fe en la resurrección de Jesús hemos de hacer nuestro propio recorrido. Es decisivo no olvidar a Jesús, amarlo con pasión y buscarlo con todas nuestras fuerzas, pero no en el mundo de los muertos. Al que vive hay que buscarlo donde hay vida.

Si queremos encontrarnos con Cristo resucitado, lleno de vida y de fuerza creadora, lo hemos de buscar no en una religión muerta, reducida al cumplimiento y la observancia externa de leyes y normas, sino allí donde se vive según el Espíritu de Jesús, acogido con fe, con amor y con responsabilidad por sus seguidores.

Lo hemos de buscar no entre cristianos divididos y enfrentados en luchas estériles, vacías de amor a Jesús y de pasión por el evangelio, sino allí donde vamos construyendo comunidades que ponen a Cristo en su centro, porque saben que «donde están reunidos dos o tres en su nombre, allí está él».

Al que vive no lo encontraremos en una fe estancada y rutinaria, gastada por toda clase de tópicos y fórmulas vacías de experiencia, sino buscando una calidad nueva en nuestra relación con él y en nuestra identificación con su proyecto. Un Jesús apagado e inerte, que no enamora ni seduce, que no toca los corazones ni contagia su libertad, es un «Jesús muerto». No es el Cristo vivo, resucitado por el Padre. No es el que vive y hace vivir.

José Antonio Pagola

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