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Se acerca el final.

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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tissot-chief-priests-ask-jesus-by-what-authority-741x524_1_Se acerca el final del año litúrgico y se acerca también el final de Jesús, el final del tiempo que le queda para desenmascarar la mentira, el orgullo, el dominio de los poderosos hacia los más débiles, todo en nombre de Dios.

Se acentúa por momentos la tensión entre Jesús y sus adversarios; ellos no van a cesar en su acoso hasta encontrar la manera de acusarle formalmente. Jesús no dejará de tensar la cuerda porque no puede traicionar el propósito de su vida.

A pesar de que todos buscan la fidelidad al mismo Dios, los caminos escogidos son contradictorios, porque los fariseos ponen el énfasis en el cumplimiento de la ley y sus más de seiscientos preceptos, mientras que Jesús basa su enseñanza en el amor a Dios y al prójimo.

Después de sus choques frontales con los distintos grupos representativos del judaísmo, Jesús se dirige a sus discípulos y a las multitudes para expresar su opinión sobre la fidelidad-infidelidad del pueblo de Israel para con su Dios.

El ataque es frontal, sin tapujos, directo a quienes se hacen con la autoridad, dominan y subyugan. No quiere Jesús de ninguna manera que sus seguidores vayan por ese camino de hipocresía. En ningún momento niega que las autoridades hayan conservado la Alianza que Dios hizo con su pueblo a través de Moisés. Lo que critica no es lo que dicen sino lo que hacen.

Es un ataque frontal al patriarcado, que se erige como autoridad máxima buscando los privilegios y los primeros puestos a costa de los demás. Esta manera de vivir la religión no ha de ser la de la comunidad de Jesús. Nadie tiene derecho a cargar pesos en las espaldas de los demás mientras que “ellos” se saltan las normas a su antojo. Nadie es superior a nadie, y por tanto el vivir de cara afuera aparentando, buscando el reconocimiento y el elogio de los demás es duramente criticado.

Pero Jesús sobre todo remarca el que no nos dejemos obnubilar por el “saber” teórico de alguien dejándole las riendas de nuestra vida. Si todos somos herman@s tenemos la responsabilidad de compartir los “bienes”, sin alzar a nadie por encima de l@s dem@s.

¡Qué fácil es seguir a un gurú y dejarme guiar en lugar de tomar las riendas de mi seguimiento de Jesús y personalizar mi fe! Claro que a tod@s nos ayuda que personas con estudios nos vayan clarificando aspectos de nuestra vida espiritual; lo que no tiene sentido es que el seguirles a “ell@s” sustituya nuestra oración personal y nuestro compromiso en comunidad.

Tanto a los hombres como a las mujeres nos cuesta romper con esa lacra del patriarcado que nos destruye a tod@s. El discipulado de iguales es lo que Jesús intentó inculcar entre los suyos y se destruyó en los primeros años del cristianismo.

Ni padre, ni maestro, ni preceptor ni intermediario. Nada de todo esto sirve en la comunidad cristiana. Hermanos y hermanas aunque nos pueda sonar un poco extraño. Compañer@s de camino, que quiere decir aquellos con quienes comparto el pan, en todas sus diferentes formas.

A Pablo, en la segunda lectura, se le escapa el ramalazo patriarcal (aunque ese versículo no se leerá en la Misa): “Y aunque podríamos haber dejado sentir nuestra autoridad como apóstoles de Cristo (…) nos comportamos afablemente con vosotros como una madre que cuida de sus hijos con amor”. 1 Tes 2, 7  (El texto en negrita es lo que oiremos).

Como si el ser testigo de la Resurrección de Jesús, (por cierto Pablo no lo fue), confiriera una autoridad por encima del resto de miembros de la comunidad. Jesús dice o por lo menos así lo recoge la comunidad de Mateo: “El mayor de vosotros será el que sirva a los demás. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. (Mateo 23: 11)

Creo que a su comentario de un comportamiento cariñoso como el de una madre con sus hijos Jesús le habría dicho: Has hecho lo que te correspondía como miembro de la comunidad cristiana, ni más ni menos. ¡Qué menos se puede esperar de quien sirve la Palabra!

Estar sentado en la cátedra de Moisés, no nos da garantía de nada. Es vivir sencillamente esos valores a los que Jesús nos invita, lo que nos hace ser auténtic@s, gozar de verdad y no perder la esperanza en medio de tanta apariencia y falsedad.

Se acerca el final de este recorrido evangélico que hacemos cada año. No dejemos que nos pase por encima una vez más. Que su mensaje nos sacuda por dentro y nos de la paz y la armonía que necesitamos.

Carmen Notario

www.espiritualidadintegradoracristiana.es

Fuente Fe Adulta

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En la Iglesia todos sois hermanos.

Domingo, 5 de noviembre de 2017
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tablas-de-la-leya56Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. DIVERSOS MODOS ECLESIALES YA EN EL NUEVO TESTAMENTO.

El grupo de Jesús, la Iglesia naciente nunca fue de un modo unitario, la iglesia era una pero no uniforme. Los uniformes (una – forma) pertenecen a otros ámbitos deportivos, militares, majorettes, comparsas de carnavales etc. pero no a la Iglesia

o Las comunidades de san Pablo tenían un tono carismático: cimentadas siempre en el Señor Jesús, se organizaban conforme a los carismas, las cualidades de los cristianos.

o Las comunidades de la tradición de san Juan sufrieron mucho principalmente por la ruptura con el mundo judío y por el gnosticismo que estaba empapando el naciente cristianismo. Por ello estas comunidades eran más bien grupos cerrados. A modo de ejemplo, estas comunidades de Juan “se parecerían” a las iglesias perseguidas en los países del telón de acero de los años 1950-60, “iglesias del silencio”.

o Las comunidades de las cartas Pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) eran comunidades que a fines del siglo I, comienzos del II, echaban de menos la presencia de Pablo y tratan de estructurarse para continuar en la historia. De ahí que comiencen a hablar ya de presbíteros, diáconos y obispos, que habrían de garantizar la continuidad.

o La Iglesia de la tradición de Mateo era una comunidad que se entendía como una fraternidad: TODOS VOSOTROS SOIS HERMANOS.

La iglesia de Jesús tiene algunas características constantes en todos estos modelos eclesiales:

o Una iglesia basada no en el poder, sino en el SERVICIO. Tras el lavatorio de los pies, Jesús les invita a los a suyos a Haced vosotros lo mismo, (Jn 13).

o A los cristianos les conocieron no por una espléndida retransmisión televisiva, sino por cómo se amaban (AMOR), (Jn 13,35).

o La Iglesia que se refleja en el evangelio de Mateo es una FRATERNIDAD. Y eso que Mateo es el único evangelio que recoge aquel texto sobre Pedro: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, (Mt 16,18). Sin embargo la iglesia de Mateo es una comunidad de hermanos, de iguales.

La unidad de la Iglesia no reclama uniformidad. La Iglesia es una en la diversidad, en la pluralidad:

La Iglesia de Cristo, según el Nuevo Testamento, no es una Iglesia de unitarismo centralista e igualitarismo –y menos totalitario-. No conoce la uniformidad, sin alegría ni libertad, de una organización única o de tipo único de unidad. No entra en la esencia de la Iglesia ni el culto uniforme, ni la disciplina uniforme, ni la teología uniforme. Apoyándose en Efe 4,4-6 se podría más bien afirmar lo contrario.

Pluralidad en el culto: un solo Dios, un solo Bautismo, una sola Eucaristía, pero pueblos distintos, comunidades distintas, lenguas distintas, ritos y formas de piedad distintas, cantos y ornamentos distintos, distintas oraciones y, en este sentido, iglesias distintas. Pluralidad también en la teología: Un solo Dios, un solo Señor, una sola fe y una sola esperanza, pero distintas teologías, distintos sistemas, distintos estilos de pensar, aparatos conceptuales y terminologías, distintas escuelas, tradición y tendencias en la investigación, distintas universidades y distintos teólogos y, en este sentido, una vez más, distintas iglesias. Pluralidad finalmente también en el orden eclesiástico: un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu, un solo cuerpo, pero diversas ordenaciones de vida, diversas estructuras de derecho, diversas naciones y tradiciones, diversos usos y costumbres y sistemas de administración y así finalmente, también en este sentido, distintas iglesias. 

La verdad es una, pero las formas y formulaciones en que se expresan, pueden ser varias y variadas.

/ ANACRONISMO

La palabra “anacrónico – anacronismo” es de origen griego y significa “fuera del tiempo”, fuera de tiempo”, (a – cronos).

Hoy en día no pocos católicos se lamentan de que se nombren obispos de mentalidad y actividad tridentinas, que muchos curas, nuevos movimientos religiosos, congregaciones religiosas, laicos, son ultraconservadores. Muchos sueñan con una iglesia uniforme. Pero la Iglesia, como los pueblos y culturas es plural y diversa.

Se están recuperando “latines”, campanillas, roquetes, palios, bandejas, paños, ritos ya casi olvidados, parece como si hacer la genuflexión al comulgar fuese índice de ser mejor cristiano, etc, etc.

En el evangelio hemos escuchado: Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

Uno se queda un tanto pensativo y me surge la nostalgia de que:

¡ya quisiéramos obispos y curas tridentinos!

TRENTO UN CONCILIO POTENTE.

concilio-de-trentoEl Concilio de Trento fue un concilio potente, serio, con una gran teología, creó un estilo sacerdotal que ha dado grandes frutos y un gran estilo de vida sacerdotal, el cardenal Bérulle, el cura de Ars, la escuela de San Sulpicio, la gran tradición sacerdotal del seminario de Vitoria.

Lo que no está ocurriendo es que hoy en día -entre otras cosas- es que muchos obispos, curas, movimientos religiosos y laicos, puenteando el tiempo (el kairós), el espíritu y el tono del Vaticano II pretenden -supuestamente- remontarse a Trento, pero no porque estimen y amen el espíritu de aquel concilio, sino porque allí encuentran un arsenal para dinamitar el espíritu moderno del Vaticano II, al mismo tiempo que encuentran las piedras necesarias para construir “bunkers ideológico-religiosos”.+

03. UNA COMUNIDAD DE HERMANOS ES UNA COMUNIDAD DE IGUALES.

En la familia los hermanos son iguales. Todos somos hijos de Dios, por tanto hermanos, por tanto iguales.

comunidadfeLas diferencias y grados no son evangélicas y menos si tales diferencias provienen de distinciones de poder. Las distinciones que admite Jesús son las del servicio. En el evangelio de Mateo (20,17-28) aparece ya la tentación del poder en la familia de los Zebedeos: que estos dos hijos se sienten a tu derecha e izquierda… Entre vosotros no ha de ser así, como entre los políticos, sino que ha de ser de servicio: el que quiera ser el mayor que sea vuestro servidor…

Vistas las cosas desde el mundo eclesiástico, no, pero vistas desde Jesús, todos los que queremos seguir al Señor, todos somos iguales, hermanos.

Somos cristianos e iglesia en tanto en cuanto tratamos de ser hermanos, nos ayudamos y servimos (lavatorio de los pies, Jn 13) . Una Iglesia que viva en una pre – tensión (búsqueda previa) del poder, está -estamos- muy lejos de ser la Iglesia del Señor.

Difícilmente podemos ser una comunidad de hermanos en una iglesia de estructuras de poder.


04. ES HERMOSO SER Y VIVIR COMO HERMANOS.

3755462557_0b4aab0541_m¡Qué hermoso y alegre es que los hermanos vivan unidos!, dice el salmo 133. Es una gran verdad que la experimentamos en la vida familiar y en espacios de amistad, de convivencia.

Sin embargo y por desgracia es difícil decir esto del ámbito eclesial. En la Iglesia hay malestar, que significa: estar mal. En nuestra propia diócesis, en nuestra propia iglesia local, el clima es difícil, duro y de tristeza, al menos para muchos de nosotros. La comunión, la fraternidad eclesial se ha resquebrajado. Si el papa Francisco está viviendo en un fuego cruzado, ¿qué podemos esperar los demás?

La comunión eclesial no se logra por sometimiento, por dominación. Somos hermanos porque tenemos todos, -todos-, un mismo Padre. El que nos une es el Padre, lo mismo que nos ocurre en la vida: quienes nos unen a los hermanos son los padres: padre y madre. Cuando van muriendo los padres parece como que, un poco por ley de vida, los hermanos nos disgregamos.

La fraternidad, la unidad eclesial la crea el Espíritu del Señor. Es el espíritu del Señor el que nos une. Es decir, vivimos unidos no por imposición normativa, sino porque todos tenemos el tono vital de Cristo: servicio, paz, libertad.

Quien nos une en el Señor Jesús es Dios Padre, no otros poderes intermedios. La unidad y comunión es de la comunidad con el Señor no es cosa del “orden público eclesiástico”. Los “mandos intermedios” también son comunidad y no han de desgajarse de ella, ni del Señor.

Volvamos la mirada al Evangelio y hagamos nuestro que:

TODOS VOSOTROS SOIS HERMANOS

 

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