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Entradas Etiquetadas ‘Fiodor Dostoyevski.’

El secreto

Martes, 8 de septiembre de 2020
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Del blog Nova Bella:

 

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“El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir,

sino en saber para qué se vive”

*

Fiódor Dostoyevski

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

Eternamente

Jueves, 12 de julio de 2018
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Del blog Nova Bella:

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“Amigos míos,

Dios me es necesario,

porque es el único ser

que se puede amar

eternamente”.

*

Fiodor Dostoyevsky

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

El secreto de la vida

Lunes, 4 de enero de 2016
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El secreto de la vida

“El secreto de la existencia no consiste sólamente en vivir,

sino en saber para qué se vive”

*

Fiódor Dostoyevski

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

Las tentaciones de Jesús y de la Iglesia (F. Dostoievski)

Sábado, 28 de febrero de 2015
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img-gen7He tratado varias veces de las tentaciones de Jesús según Mateo y Lucas. Los eruditos saben, desde antiguo, que ellas no exponen un dato externo, que deba tomarse al pie de la letra, como algo que pasó a Jesús un día, pero que definen el sentido de identidad mesiánica, y marcan desde la historia concreta de los hombres.

Esas tentaciones no pasaron externamente así, aunque es muy probable que, iniciando su mensaje, Jesús haya debido superar alguna prueba, como expresión del conflicto permanente de su vida y de su obra. Más aún, gran parte de los hombres y mujeres de su tiempo (y en especial del nuestro) habrían aceptado la oferta Diablo, que tenía muchas más “razones” que Jesús, como vio certeramente Dostoievsky:

Si hubo alguna vez en la tierra un milagro verdaderamente grande fue aquel día, el día de esas tres tentaciones. Precisamente, en el planteamiento de esas tres cuestiones se cifra el milagro. Si fuese posible idear, sólo para ensayo y ejemplo, que esas tres preguntas del Espíritu terrible se suprimiesen sin dejar rastro en los libros y fuese menester plantearlas de nuevo, idearlas y escribirlas otra vez, para anotarlas en los libros, y a este fin se congregase a todos los sabios de la tierra… ¿piensas tú que toda la sabiduría de la tierra reunida podría discurrir algo semejante en fuerza y hondura a esas tres preguntas que, efectivamente, formuló entonces el poderoso e inteligente Espíritu en el desierto?… Porque en esas tres preguntas aparece compendiada en un todo y pronosticada toda la ulterior historia humana y manifestadas las tres imágenes en que se funden todas las insolubles antítesis históricas de la humana naturaleza en toda la tierra (Los hermanos Karamásovi, en Obras completas, III, Aguilar, Madrid, 1964, 208).

Texto

‒ En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él le contestó, diciendo: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
‒ Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
‒ Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían. (Mt 4, 1-11; cf. Lc 4).

Contexto

El Diablo que “tienta” a Jesús no es un “espíritu” cualquiera, sino “el espíritu del mundo”, aquel que ha dirigido y que dirige los grandes poderes del mundo: la economía “real”, la “Realpolitik” y la ideología de los grandes mass-media. Son esos los poderes que hablan a Jesús y que le dicen aquello de debía ser su mesianismo para triunfar sobre la tierra:

‒ Le dicen que utilice su poder de “hijo de Dios” (ser poderoso) para que las piedras se hagan pan, pues el hambre muerde y quema a muchísimas personas. Simplemente tiene que “pedir rescate”, firmando el documento que le extienden.

‒ Le dicen que se sume a la máquina del poder, porque es grande la opresión de los gobiernos pervertidos, especialmente el imperial de Roma; que suba al carro de los poderosos, que pacte con ellos, y que así podrá triunfar.

‒ Le dicen que realice milagros externos de tipo religioso, al lado del gran templo, para que los hombres superen su angustia y puedan lograr seguridad sobre la tierra; que utilice así la religión para dominar a los demás.

1º. Tentación, venderse por dinero. El dilema de Grecia.

La inmensa Grecia de los filósofos y sabios antiguos ha quedado reducida a la pequeña Grecia de los sucesores de los coroneles, que no tienen más remedio que pedir dinero/pan al Diablo.

«Si eres hijo de Dios di a esas piedras que se vuelvan alimento» (cf. Lc 4, 3). Así argumenta el Diablo, con lógica perfecta: si Dios nos ha creado y sacado de Egipto (esclavitud) es evidente que debe alimentarnos. Son millones los hambrientos: si hay Dios, debe resolver su problema. Jesús ha respondido que «no sólo de pan viven los hombres» (Lc 4, 4), sino, y sobre todo, del don creador de la gracia y de la libertad, es decir, de unas nuevas relaciones humana. Dostoievsky ha interpretado así la razón del Satán, con palabras de un Inquisidor de Sevilla:

«Tú quieres irle al mundo, y le vas con las manos desnudas, con una ofrenda de libertad que ellos, en su simpleza y su innata cortedad de luces, ni imaginar pueden… porque nunca en absoluto hubo para el hombre y para la sociedad humana nada más intolerable que la libertad. ¿Y ves tú esas piedras en este árido y abrasado desierto?… Pues conviértelas en pan, y detrás de Ti correrá la Humanidad como un rebaño, agradecida y dócil. Pero tú no quisiste privar al humano de su libertad y rechazaste la proposición, porque ¿qué libertad es esa -pensaste- que se compra con pan?» (Ibid 208-209).

Sabemos en tiempo de Jesús el problema del hambre resultaba intolerable. Él mismo pertenecía a la clase de los campesinos sin tierra, de los artesanos precarios, hallándose cerca de los mendicantes y mendigos de diverso tipo. ¿Qué significaba en ese contexto conseguir comida, convertir las piedras del desierto en pan? Los terratenientes y terratenientes se habían convertido en dueños de un pan que ellos empleaban para imponerse así sobre los pobres. Pues bien, Jesús no quiere asumir ese camino, resolviendo desde arriba el problema del pan, pues con ello acabaría construyendo un nuevo tipo de imposición, más perversa que todas las anteriores.

Jesús no quiere “convertir las piedras en pan”, sino cambiar a los hombres, para que ellos mismos compartan el pan, los de Grecia y Alemania, los del Sahel y los de China. El diablo de Dostoyevsky piensa que “sólo construye del todo el que da de comer” y dice a Jesús: “de haber optado por el pan habrías respondido al general y sempiterno pensar humano: ¿ante quién adorar?”. Leer más…

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, Iglesia Católica , , , , ,

“La belleza salvará al mundo”: Dostoyevski nos dice cómo, por Leonardo Boff, teólogo y escritor

Martes, 6 de mayo de 2014
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baron113Leído en la página web de Redes Cristianas:

Aprendimos de los griegos, y luego pasó a través de todos los siglos, que todo ser por diferente que sea tiene tres características trascendentales (están siempre presentes poco importa la situación, el lugar y el tiempo): es unum, verum et bonum, es decir, goza de una unidad interna que lo mantiene en la existencia, es verdadero, porque se muestra así como es en realidad, y es bueno porque desempeña bien su papel junto los demás seres ayudándolos a existir y coexistir.

Los maestros franciscanos medievales, como Alexandre de Hales y especialmente San Buenaventura fueron los que, prolongando una tradición venida de Dionisio Aeropagita y de san Agustín, añadieron al ser otra característica transcendental: lo pulchrum, es decir, lo bello. Basados seguramente en la experiencia personal de san Francisco que era un poeta y un esteta de calidad excepcional, que “en lo bello de las criaturas veía lo Bellísimo,” enriquecieron nuestra comprensión del ser con la dimensión de la belleza. Todos los seres, incluso aquellos que nos parecen repugnantes, si los miramos con afecto, en los detalles y en el todo, presentan, cada cual a su modo una belleza singular, si no en la forma, en el modo en que todo viene articulado en ellos con un equilibrio y armonía sorprendentes.

Uno de los grandes apreciadores de la belleza fue Fiodor Dostoyevski. La belleza era tan central en su vida, nos cuenta Anselm Grün, monje benedictino y gran espiritualista, en su último libro Belleza: una nueva espiritualidad de la alegría de vivir (Vier Türme Verlag 2014) que el gran novelista ruso iba todos los años a contemplar la hermosa Madonna Sixtina de Rafael. Permanecía largo rato en contemplación delante de esa espléndida obra. Tal hecho es sorprendente, pues sus novelas penetraron en las zonas más oscuras e incluso perversas del alma humana, pero lo que en verdad lo movía era la búsqueda de la belleza. Nos legó esta famosa frase: “La belleza salvará al mundo”, escrita en su libro El idiota.

En la novela Los hermanos Karamazov profundiza la cuestión. Un ateo, Ippolit, pregunta al príncipe Mischkin: “¿cómo “salvaría la belleza al mundo?” El príncipe no dice nada pero va junto a un joven de 18 años que está agonizando. Y se queda allí lleno de compasión y amor hasta que muere. Con eso quiso decir que belleza es lo que nos lleva al amor compartido con el dolor; el mundo será salvado hoy y siempre mientras ese gesto exista. ¡Y que falta nos hace hoy!

Para Dostoyevski la contemplación de la Madonna de Rafael era su terapia personal, pues sin ella habría desesperado de los hombres y de sí mismo, ante tantos problemas como veía. En sus escritos describió a personas malas y destructivas y otras que se asomaban a los abismos de la desesperación. Pero su mirada, que rimaba amor con dolor compartido, conseguía ver belleza en el alma de los personajes más perversos. Para él, lo contrario de lo bello no era lo feo sino el utilitarismo, el espíritu de usar a los otros y así robarles la dignidad.

“Seguramente no podemos vivir sin pan, pero también es imposible existir sin belleza”, repetía. Belleza es más que estética; posee una dimensión ética y religiosa. Veía en Jesús un sembrador de belleza. “Él fue un ejemplo de belleza y la implantó en el alma de las personas para que a través de la belleza todos se hiciesen hermanos entre sí”. Dostoyevski no se refiere al amor al prójimo; al contrario: es la belleza la que suscita el amor y nos hacer ver en el otro un prójimo al que amar.

Nuestra cultura dominada por el marketing ve la belleza como una construcción del cuerpo y no de la totalidad de la persona. Entonces surgen métodos y más métodos de plásticas y botoxs para hacer a las personas más “bellas”. Por ser una belleza construida, no tiene alma. Y si lo miramos bien, estas bellezas fabricadas hacen emerger personas con una belleza fría y con un aura de artificialidad, incapaz de irradiar. Ahí irrumpe la vanidad, no el amor, pues belleza tiene que ver con amor y comunicación. Dostoyevski en Los hermanos Karamazov observa que un rostro es bello cuando se percibe que en él litigan Dios y el Diablo en torno del bien y del mal. Cuando percibe que ha vencido el bien irrumpe la belleza expresiva, suave, natural e irradiante. ¿Qué belleza es mayor, la del rostro frío de una top model o el rostro arrugado y lleno de irradiación de la Hermana Dulce de Salvador de Bahía o de la Madre Teresa de Calcuta? La belleza es irradiación del ser. En las dos hermanas la irradiación es manifiesta, en la top model no tiene fuerza.

El Papa Francisco ha dado especial importancia en la transmisión de la fe cristiana a la via pulchritudinis (la vía de la belleza). No basta que el mensaje sea bueno y justo. Tiene que ser bello, pues solo así llega al corazón de las personas y suscita el amor que atrae (Exhortación La alegría del Evangelio, n 167). La Iglesia no busca el proselitismo sino la atracción que viene de la belleza y del amor cuya característica es el esplendor.

La belleza es un valor en sí mismo. No es utilitarista. Es como la flor que florece por florecer, poco importa si la miran o no, como dice el místico Angelus Silesius. ¿Pero quién no se deja fascinar por una flor que sonríe gratuitamente al universo? Así debemos vivir la belleza en medio de un mundo de intereses, trueques y mercancías. Entonces ella hace realidad su origen sanscrito Bet-El-Za que quiere decir: “el lugar donde Dios brilla”. Brilla por todo y nos hace también brillar por lo bello.

Leonardo Boff escribió La fuerza de la ternura, Editorial Mar de Idéias, Rio 2011.

Traducción de MJ Gavito Milano

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