6.11.22. Levirato: Mujeres sustituibles al servicio del “capital” del marido (Dom 32 TO: Lc 20, 27-38
Del blog de Xabier Pikaza:
Éste es un evangelio que a muchos les suena extraño y anacrónico. Cuenta la historia de una mujer que, conforme a la ley judía del levirato, para conservar la herencia familiar del primer marido tuvo. que casarse sucesivamente con siete hermanos del difunto.
Actualmente no rige esa ley del levirato, ni la mujer de un hermano que muere tiene que casarse con el siguiente hermano vivo, para que la herencia se conserve dentro de la familia. Pero el sentido de esa ley sigue vigente en gran parte del mundo.
La mujeres, teniendo en principio la misma autonomía que los hombres, sigue estando de hecho al servicio de una capital (poder, sexo, economía) de los varones dominantes. Así lo supone y supera Jesús en este pasaje de Mc 12, 18-27 que ha sido simplificado y ratificado por Lc 20, 27-38
| X Pikaza Ibarrondo
Texto
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.”
Jesús les contestó: “En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos,
PRIMER COMENTARIO. REFLEXIÓN BÁSICA
Conforme a su formulación actual, con la pregunta saducea, este pasaje trata de la resurrección de los muertos, culminando, conforme a la Ley (Ex 3, 1-8), con la afirmación solemne de que el Dios de Israel es dios de vivos, no de muertos. Pero en el fondo de esa temática y de la respuesta mesiánica de Jesús late un profundísimo problema de relación social (económica y sexual) de mujer con el varón, una sociedad “patriarcal” donde lo que prima sobre la mujer es la herencia del dinero y del podere los varones. La mujer aparece como de “capital productivo”, al servicio de la generación de hijos y del mantenimiento del capital del marido.
Jesús se opone a esa situación de la mujer que, en este mundo actual, está al servicio de las “necesidades” del marido, especialmente del mantenimiento de su herencia familia (hijos) y económica (haciendo). Esa es la condición de la mujer en este mundo “malo”, con un tipo de “matrimonio” desigual para varones y mujeres .En contra de esa situación, Jesús eleva cuatro principios.
(a) Esa situación de la mujer que es “mala”, pertenece a este tiempo injusto (con el tipo de matrimonios actuales) y debe superarse. Con la “resurrección” (esto es, con el reino de Dios que llega,, queda abrogada esaa ley del matrimonio, pues hombres y mujeres no se casarán (=no se casarán de esta manera, con esclavitud de las mujeres, al servicio de los hombres y de sus negocios). En ese sentido Jesús dice que hombres y maridos serán (=han de ser) como “ángeles de Dios”, sin sometimiento de unos sobre otros. No se trata de suprimir las relaciones humanas (el sexo), sino este tipo de relación (de sexo, de generación) al servicio del dinero. Ser “ángeles de Dios” no significa “no casarse” (no tener relaciones humanas integrales), sino casarse de otra manera, en libertad de amor, no al servicio del poder o del dinero.
(b) Los saduceos aducen el argumento de que en un mundo económico-social (sexual) como es éste no puede haber resurrección, pues seguiría perpetuándose en el “cielo” la opresión de los hombres sobre las mujeres, a causa de la hacienda. En contra de eso, Jesús aduce y defiende no sólo para el futuro “post mortem”, sino ya desde aquí y ahora, un tipo de matrimonio distinto, fundado en la libertad y gratuidad de las personas (es decir, por amor, no por hacienda), un matrimonio abierto a la resurrección, pues conforme al matrimonio saduceo, la resurrección carece de sentido.
(c) Sólo en ese contexto se puede entender el argumento bíblico, tomado de Ex 3, 1ss, según el cual Dios se define como “Dios de vivos”, no sólo para evocar una resurrección tras la muerte, sino para impulsar desde aquí mismo una vida de resucitados, en el campo esencial del matrimonio (=de la relación interhumana) y del dinero.
(d) Ese Dios de vivos es igual para varones y mujeres, sin que se pueda afirmar que unos son más “vivos” (más poderosos, más “hacendados”, más “ministeriales”. Muchos que en la Iglesia (desde algunos cardenales hasta miles de hombres y mujeres de a pie). En la iglesia católica son muchos los que no se han enterado del contenido y consecuencias de este evangelio del domingo, con su reformulación del matrimonio de la vida de Dios en la historia concreta de los hombres y mujeres.
SEGUNDO COMENTARIO. SENTIDO Y APLICACIONES ACTUALES
En un primer sentido, el texto este relato simbólica anuncia el futuro de los hombres y mujeres tras la muerte, pero en otro sentido más profundo trata de las condiciones y formas de vida de este mundo, donde hay una “ley” que separa y divide a los hombres y mujeres, poniendo a las mujeres al servicio de la reproducción y de la hacienda (herencia) de los hombres “propietarios”. Ellas no se poseen a sí mismas, ni poseen su dinero, ni su cuerpo, sino que “ruedan” al servicio de los hombres. Pues bien, eso es lo que pone en juicio este pasaje, eso es lo que supera.
- Con la llegada del Reino (simbolizado por la resurrección), cambia esa ley, cesa ese decreto que somete a las mujeres al servicio de los hombres y los hijos, de la hacienda y finalmente de la misma religión (que ratifica el poder de los varones). Esta es la experiencia y novedad del texto, como una bomba que estalla bajo la línea de “flotación” de un tipo de sociedad machista. Conforme al camino y mensaje de Jesús, ellas, las mujeres, no están para los hombres (sometidas a su hacienda y religión), sino que valen/son en sí mismas, como ángeles (hijos de Dios) y sólo desde autonomía y libertad pueden colaborar en igualdad con los hombres.
- En este contexto, ser “hijos de Dios, ser como ángeles” no significa ser axesuados (¡que las mujeres sean angelitos falsamente espirituales!), sino que sean autónomas, independientes, personas (presencia de Dios). En el camino de Jesús (que es camino de reino‒resurrección) emerge así la “dignidad” angélico (es decir, divina) de varones y mujeres, de forma que las mujeres no son siervas de los hombres (para placer, procreación y cuidado de la casa) sino personas autónomas, en todos los sentidos. Eso significa ser “como ángeles”, es decir, hijos de Dios (=presencia de Dios).
- Consecuencia judía y cristiana. En esa línea, un “matrimonio de levirato (como el de las mujeres judías sometidas a los hombres) o una institución levirática como un tipo de Iglesia católica donde las mujeres se encuentra sometidas “jerárquicamente” a los hombres, carece de sentido. Ciertamente, un tipo de ortodoxia o catolicismo posterior ha aceptado este texto de Jesús, pero lo ha arrinconado (como si fuera un pasaje de puro folklore), instituyendo unos ministerios leviráticos de varones que se creen superiores ante Dios y siguen dominando a las mujeres. Buena prueba de ello son las razones “antievangélicos” que cierta jerarquía sigue aduciendo para no “ordenar” a las mujeres.
- Sólo en ese sentido se puede hablar una Resurrección que empieza ya aquí, en esta vida y que se aplica de igual forma a varones mujeres. La prueba de Jesús viene dada por el texto clave de Ex 3, 6 (y de otros pasajes del AT), donde Dios se presenta como “Dios de Abraham, Isaak y Jacob”, es decir, al mismo tiempo (pues Jesús iguala a varones y mujeres) como “Dios de Sara y Agar, de Rebeca, Raquel y Lea…”. Éste es el Dios que está presente y se revela (vive en los hombres y mujeres, que siguen viviendo en su memoria y en la vida de la historia por encima de la muerte).
Presentación y división del texto.
Tal como lo he dividido, el texto tiene tres partes. La primera trata de la ley del levirato y del caso de la mujer de siete maridos. La segunda del matrimonio y los ángeles. Los saduceos ridiculizan la resurrección de los muertos, hablando una mujer que había sido “propiedad” de siete maridos. ¿De quién de ellos será al fin de los tiempos? La cuestión ha sido bien planteada: no alude a la mera supervivencia espiritual sino a realización integral de la persona, dentro de un grupo social (de una familia), en un cielo realísimo, de maridos y mujeres, de propiedades y tierras. Es evidente que una mujer concebida como propiedad del varón no tiene cabida en el Reino de la resurrección, en el que todo se vuelve actual, pues ella tendría que ser concebida como propiedad de siete varones. En este contexto se plantea le ley del levirato.
Ley del Levirato:
“Si unos hermanos viven juntos y muere uno de ellos sin dejar hijo, la mujer del difunto no se casará fuera de la familia con un hombre extraño. Su cuñado se unirá a ella y la tomará como su mujer, y consumará con ella el matrimonio levirático… (Dt 25, 5). Éstos son los fundamentos y sentido de esa “ley”
La herencia debe mantenerse en la familia o clan, de forma que la mujer no vale por sí misma, sino al servicio de la herencia y familia. El texto supone, dentro del espíritu de continuidad familiar, que cada hombre, fundador de familia, posee una tierra y que debe legarla a sus descendientes, dentro de una “federación” de familias libres. Si un hombre muere sin dejar herencia, su tierra podría convertirse en propiedad de otros… Por eso, la viuda debía casarse de nuevo dentro de la familia. Leer más…
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