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Las mujeres LTBI exigen el cese de las violencias machistas, racistas y LGTBIfóbicas contra mujeres y niñas

Sábado, 25 de noviembre de 2023
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IMG_1486Con motivo del 25N, Día para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

Las mujeres LTBI celebrarán, este fin de semana, las jornadas Mujeres LTBI. Transversalidad: lo que nos atraviesa y lo que nos une”, organizadas por la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTBI+), en el marco del Día para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde este espacio de empoderamiento se exigirá el cese de las violencias machistas, racistas y LGTBIfóbicas de las que las mujeres son víctimas cada día.

Según explica la co-coordinadora del grupo de Políticas Lésbicas de la Federación Estatal LGTBI+, Cristina P. Álvarez, se trata de un encuentro de debate y reflexión, organizado por y para mujeres, que persigue diseñar una estrategia conjunta “para un futuro cargado de retos”.

“Plantaremos cara al odio tanto en este encuentro, como tomando las calles”

“Como mujeres LTBI sufrimos discriminaciones múltiples por nuestra condición de mujeres, por nuestra pertenencia al colectivo LGTBI+ y por otras insterseccionalidades como la edad, la discapacidad, nuestro origen o nuestra etnia. Por eso, plantaremos cara al odio tanto en este encuentro, como tomando las calles en la marcha convocada el sábado 25, para decir basta a estas violencias desde un feminismo basado en la sororidad y el respeto”, asegura P. Álvarez.

Por su parte, la co-coordinadora del Grupo de Política Bisexuales de FELGTBI+, Noelia Mellado, incide en que “solamente aunando aquello que nos atraviesa a todas las disidencias en su conjunto sabremos qué nos une y cómo vencer, desde nuestras especificidades, aquellas violencias continuadas que sufrimos especialmente las mujeres del colectivo: patriarcado, machismo y el famoso sistema cisheterosexista”.

Las jornadas, que tendrán lugar los días 24, 25 y 26 de noviembre

Así, declaran que “las mujeres LTBI compartimos con el feminismo la defensa de nuestros propios derechos tanto con nuestra voz propia, como con la voz conjunta con nuestras hermanas, por todo ello, es absolutamente necesario entender que el movimiento será transfeminista o no será”.

En las jornadas, que tendrán lugar los días 24, 25 y 26 de noviembre, participarán mujeres de la talla de Gracia Trujillo; Sandra Carmona; Marta Sango; Rocío Saiz; Carla Antonelli; Afropoderosa; Bea Cepeda “Perra de Satán”; Alicia Ramos; Gloria Fortún; Ángeles Blanco o Rosa Almirall, entre otras. Se abordarán temas como los feminismos desde los márgenes; la salud integral de las mujeres LBTI+ o las consecuencias de los discursos de odio. Para consultar el programa completo e inscripciones: https://felgtbi.org/mujeresltbi/

NOTA. Día de la Eliminación de la violencia contra la mujer

Fuente FELGTBI+

General, Homofobia/ Transfobia. , , , ,

Amelia Hidalgo Jiménez: Dina, la hija de Jacob y las Dinas actuales.

Viernes, 25 de noviembre de 2022
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250px-Dinah_tissotPor su actualidad, rescatamos este artículo:

25 de Noviembre: Día contra la violencia de género

Era una mañana como cualquier otra. Toda la tribu de Jacob había llegado sin novedad a la ciudad de Siquem y acamparon frente a ella después de que Jacob comprara a los hijos de Jamor, padre de Siquem y rey de aquella ciudad, la parcela de campo donde desplegó sus tiendas. Y allí Jacob erigió un altar en agradecimiento a Yahweh porque tanto el lugar como la ciudad parecían ofrecer buenas oportunidades.

Llevaban varios días acampados y la rutina del campamento ya se había instalado. La hija de Jacob, Dina, habida de su relación con Lía, su primera mujer, no era considerada por su padre ni por ninguno de sus hermanos como alguien especial a pesar de ser la única descendiente mujer de toda la prolífica descendencia. No tuvo, por tanto, ninguna dificultad en salir del campamento para pasear por la gran ciudad de Siquem. Le dijo a su madre que quería conocer a las mujeres de la ciudad. Y marchó sola.

Todo era novedoso para ella. Acostumbrada a vivir en tiendas, las casas le parecían mansiones pero se fijaba en las mujeres, sobre todo en las mujeres. Parecía que acababan de salir de una fiesta, de la alegría que mostraban. No conocía su lengua, no entendía lo que hablaban pero al pasar junto a ellas le sonreían con tanta amabilidad que la tentación de acercarse a ellas se repetía cada vez que se cruzaba con uno de los grupos. Hasta que decidió hacerlo. Se detuvo frente a uno de ellos mientras se decidía y no dejaba de mirarlas. Mantuvo esa actitud tanto tiempo que algunas de las mujeres le hicieron ademán de que se acercara. Le hablaban, le hablaban aunque ella se limitaba a sonreír y a encogerse de hombros por no entenderlas. Cada una fue diciendo su nombre al señalarse con su propio dedo. Ella lo entendió y también les dijo el suyo: Dina. Entre todas se ofrecieron a enseñarle toda la ciudad. Parecía que no tenían obligaciones. Cuando se cruzaban con algún joven o un grupo de jóvenes, se ponían nerviosas y cuchicheaban mucho. En un momento determinado se cruzaron con un joven muy bien parecido y que vestía elegantemente. Ninguna de ellas cuchicheó sino que se pusieron serias y muy altivas. Dina no entendía lo que estaba pasando pero no le pasó inadvertido que aquel muchacho se parara y se le quedara mirando. Era a ella a quien miraba. Su mirada era tan penetrante que consiguió ponerla nerviosa. Él llamó a una de las jóvenes y hablaron un rato. Con frecuencia la señalaban, unas veces con la mano otras con un dedo hasta que la joven retornó al grupo. La cogió por los hombros, la giró hacia él y le hizo ademán con una mano al mismo tiempo que empujaba su espalda en dirección a aquel joven. Se acercó temblorosa. Él le retiró el velo que cubría sus cabellos y señalándose le dijo su nombre: Siquem. Hizo lo mismo y pronunció su nombre: Dina. Los dos se miraban detenidamente y Dina comprobó de cerca que era aún más bello y atrayente. Le cogió de la mano y empezaron a caminar. Iba confiada y contenta, segura de que ningún mal le pasaría. No sólo aquel pueblo le invitaba a la confianza sino las mujeres también y el joven le pareció respetuoso y considerado con ella, algo desacostumbrado entre los varones de su pueblo. Al llegar a una de las viviendas, que indudablemente era una mansión, la invitó a pasar dentro hasta llegar a una dependencia ricamente adornada. Ambos se sentaron en una cama y empezaron a quitarse la ropa. Dina nunca había tenido una experiencia igual. Como él se mostraba tranquilo y lento en sus gestos, ella lo imitó y se fueron desnudando paulatinamente.

Aquel encuentro entrañable tuvo sus repercusiones, tanto más cuanto que Siquem se la presentó a su padre Jamor, rey de la ciudad, para manifestarle el deseo de tomarla como mujer. Jamor, confiando en la decisión sincera de su hijo, salió de la ciudad para hablar con Jacob, a quien puso al tanto de la determinación de su hijo. Al enterarse, los hijos de Jacob se enfadaron mucho por la situación, ya que consideraron lo sucedido como una humillación para su hermana y una afrenta para ellos. Pero Siquem estaba tan enamorado de Dina y con una férrea voluntad de seguir adelante que no tuvo reparo en decir a Jacob y a sus hijos que estaba dispuesto a darles lo que le pidieran. Sin embargo los hermanos se negaban a dejar a su hermana a un incircunciso. Así que le propusieron que se circuncidaran todos los varones de la ciudad con idea de emparentarse los dos pueblos como les había propuesto Jamor, rey de Siquem. Tanto al rey como a su hijo les pareció acertado el trato y Siquem no tardó en poner en práctica el acuerdo que fue extensible a todos los habitantes de Siquem. Los dos pueblos intercambiarían todas sus pertenencias, incluyendo a las mujeres, como parte de ellas.

Así lo hicieron todos los habitantes de Siquem. Se sometieron a la circuncisión pero al tercer día, mientras estaban convalecientes por el proceso, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, cada uno con su espada entraron en la ciudad y mataron a todos los varones, se apoderaron de sus ganados y de todo lo que había en la ciudad y saquearon todas sus haciendas. Jacob recriminó a sus dos hijos ya que habían roto un pacto y destrozado un buen proyecto de futuro para su pueblo. Estaba tan enfadado con ellos que no les dejó ninguna bendición al morir. En ningún momento se le preguntó a Dina algo sobre sus sentimientos o su opinión sobre aquella frustración que vivió. Solo contaba la soberbia herida de los varones. Partieron de Siquem después de purificarse, dejando tras de sí muerte y desolación.

Dina siguió con su pueblo pero nada dicen las Escrituras de cuál fue su futuro. ¿Qué podría hacer una muchacha en un pueblo que la consideraba como una prostituta por lo que había hecho? Acudiría a su madre Lía, con quién encontraría consuelo pero era impensable que se pudiera casar con alguien, formar su propia familia y tener hijos. Todo desapareció de su vida por la brutalidad de sus dos hermanos. Presumiblemente ninguno de ellos se acercaría a ella para consolarla. Había quedado impura para el resto de sus días.

No he conocido personalmente unos truculentos episodios como aquellos pero sí conocí a una mujer M.H.S. que no se pudo casar porque sus hermanos no aprobaban su relación con un muchacho de fortuna, trabajador y honrado. Al ser la única hija de seis hermanos, era la predestinada a cuidar de todos los de la casa, incluyendo no sólo a sus padres sino a los posibles varones solteros, como así ocurrió. Murió ciega y sola después de toda una vida de permanentes cuidados. ¿Cuántas esperanzas truncadas tuvo esta mujer por la decisión de sus hermanos? Pero eso no contaba como en el caso de Dina. Nadie en toda la familia tomó partido por ella para, al menos, paliar algo de aquel atropello que todos consideraron comprensible.

La obra del Espíritu en el mundo de las Escrituras se expresa a veces mediante imágenes que explícitamente se desarrollan en el campo tradicional de la actividad de las mujeres. Es descrito como una mujer que teje una nueva vida en el seno materno (Sal 139,13); como una comadrona que trabaja hábilmente con los que padecen para producir una nueva creación (Sal 22, 9-11); como una lavandera que restriega manchas de sangre hasta que la gente quede como nueva (Is 4,4;Sal 51, 7-9) o como una madre que da a luz y cuida de sus criaturas (Dt 32, 18; Nm 11, 12-13; Is 42, 14; Is 49, 15).

La Escritura, escribe el Concilio Vaticano II, enseña “firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios quiso que se registrase en los escritos sagrados para nuestra salvación” (D.V. 11). Si todas estas imágenes del Espíritu han quedado como un Testamento donde encontrar la salvación, ¿por qué no son utilizados estos episodios como los de Dina en las parroquias locales para que tales horrores no se vuelvan a repetir? Lamentablemente se repiten pero está en manos de todos los que nos consideramos incorporados al mensaje de Jesús el que se puedan impedir. Estas mujeres encontrarían su salvación.

Amelia Hidalgo Jiménez

Licenciada en C. Biológicas

Profesora Religión Católica Secundaria

Estudios de Teología Feminista (EFETA)

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad ,

El comienzo del fin.

Viernes, 25 de noviembre de 2022
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unnamed25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Las campanas de Madrid tañerán este domingo contra la violencia machista

25 de noviembre : ¡Ni una violencia más contra las mujeres!, por Consuelo Vélez

Denunciar las violencias que sufren las mujeres dentro de la Iglesia Católica

Las monjas gritan “¡basta!” a la violencia contra la mujer

Miguel Ángel Mesa
Madrid

ECLESALIA, 23/11/20.- Mira a través del cristal y le hiere la luminosidad azul del cielo, la variedad de colores de los árboles en este otoño de su vida, las risas y los gritos de los niños y las niñas al lanzarse desde el tobogán y, sobre todo, los besos, las miradas acariciadoras de una pareja abrazada en un banco del parque…

Baja la mirada y se tapa los oídos, para no ver ni escuchar la llamada que siente para bajar a pasear, a tomar el sol del mediodía. Algo que tiene terminantemente prohibido. Recuerda cuando aún reía y salía a tomar una cerveza con sus amigas…

Por eso las tinieblas empapan aún más de angustia su corazón. Se le ha ido adentrando el silencio sumiso ante la altivez, el menosprecio y las palabras humillantes. Ante las miradas de fuego y la coacción de lo que un día saboreó con placer y hoy siente como un permanente abuso.

No sabe cómo pasó pero, en un rapto de locura, o de profunda lucidez, recordó el teléfono de su amiga íntima, a la que tenía prohibido ver o llamar, y marcó. No hubo disculpas ni lamentos, solo una súplica: “Ven, te necesito”. Y como contestación: “Estoy allí en 10 minutos”.

No hubo tampoco necesidad de más explicaciones. Sin tiempo que perder, recogieron lo imprescindible, bajaron las escaleras y salieron a la calle. En el parque, cruzando la calle, las niñas seguían riendo y columpiándose, los árboles mecían sus hojas de mil colores al compás del viento, la misma pareja que vio desde la ventana seguía besándose, como si solo existieran ellos dos en el universo, y el cielo límpido y azul iluminó de pronto su mirada.

“Por fin. Vámonos de aquí. Hoy es el comienzo del fin de tu infierno”, le dijo su amiga.

Y ella, con los ojos bañados en lágrimas, la abrazó y solo pudo añadir: “Gracias. Sabía que estarías a mi lado cuando tuviera la fortaleza de pedírtelo”.

Metieron la pequeña maleta en el coche. Sintió una calidez inusual al sentarse en su interior. Se abrazaron de nuevo. Su amiga lo puso en marcha y aquella celda de castigo se fue alejando. No quiso mirar atrás. Eran las 13,15 en una tibia mañana de un 25 de noviembre.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Espiritualidad , ,

Amelia Hidalgo Jiménez: Dina, la hija de Jacob y las Dinas actuales.

Jueves, 25 de noviembre de 2021
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250px-Dinah_tissot25 de Noviembre: Día contra la violencia de género

Era una mañana como cualquier otra. Toda la tribu de Jacob había llegado sin novedad a la ciudad de Siquem y acamparon frente a ella después de que Jacob comprara a los hijos de Jamor, padre de Siquem y rey de aquella ciudad, la parcela de campo donde desplegó sus tiendas. Y allí Jacob erigió un altar en agradecimiento a Yahweh porque tanto el lugar como la ciudad parecían ofrecer buenas oportunidades.

Llevaban varios días acampados y la rutina del campamento ya se había instalado. La hija de Jacob, Dina, habida de su relación con Lía, su primera mujer, no era considerada por su padre ni por ninguno de sus hermanos como alguien especial a pesar de ser la única descendiente mujer de toda la prolífica descendencia. No tuvo, por tanto, ninguna dificultad en salir del campamento para pasear por la gran ciudad de Siquem. Le dijo a su madre que quería conocer a las mujeres de la ciudad. Y marchó sola.

Todo era novedoso para ella. Acostumbrada a vivir en tiendas, las casas le parecían mansiones pero se fijaba en las mujeres, sobre todo en las mujeres. Parecía que acababan de salir de una fiesta, de la alegría que mostraban. No conocía su lengua, no entendía lo que hablaban pero al pasar junto a ellas le sonreían con tanta amabilidad que la tentación de acercarse a ellas se repetía cada vez que se cruzaba con uno de los grupos. Hasta que decidió hacerlo. Se detuvo frente a uno de ellos mientras se decidía y no dejaba de mirarlas. Mantuvo esa actitud tanto tiempo que algunas de las mujeres le hicieron ademán de que se acercara. Le hablaban, le hablaban aunque ella se limitaba a sonreír y a encogerse de hombros por no entenderlas. Cada una fue diciendo su nombre al señalarse con su propio dedo. Ella lo entendió y también les dijo el suyo: Dina. Entre todas se ofrecieron a enseñarle toda la ciudad. Parecía que no tenían obligaciones. Cuando se cruzaban con algún joven o un grupo de jóvenes, se ponían nerviosas y cuchicheaban mucho. En un momento determinado se cruzaron con un joven muy bien parecido y que vestía elegantemente. Ninguna de ellas cuchicheó sino que se pusieron serias y muy altivas. Dina no entendía lo que estaba pasando pero no le pasó inadvertido que aquel muchacho se parara y se le quedara mirando. Era a ella a quien miraba. Su mirada era tan penetrante que consiguió ponerla nerviosa. Él llamó a una de las jóvenes y hablaron un rato. Con frecuencia la señalaban, unas veces con la mano otras con un dedo hasta que la joven retornó al grupo. La cogió por los hombros, la giró hacia él y le hizo ademán con una mano al mismo tiempo que empujaba su espalda en dirección a aquel joven. Se acercó temblorosa. Él le retiró el velo que cubría sus cabellos y señalándose le dijo su nombre: Siquem. Hizo lo mismo y pronunció su nombre: Dina. Los dos se miraban detenidamente y Dina comprobó de cerca que era aún más bello y atrayente. Le cogió de la mano y empezaron a caminar. Iba confiada y contenta, segura de que ningún mal le pasaría. No sólo aquel pueblo le invitaba a la confianza sino las mujeres también y el joven le pareció respetuoso y considerado con ella, algo desacostumbrado entre los varones de su pueblo. Al llegar a una de las viviendas, que indudablemente era una mansión, la invitó a pasar dentro hasta llegar a una dependencia ricamente adornada. Ambos se sentaron en una cama y empezaron a quitarse la ropa. Dina nunca había tenido una experiencia igual. Como él se mostraba tranquilo y lento en sus gestos, ella lo imitó y se fueron desnudando paulatinamente.

Aquel encuentro entrañable tuvo sus repercusiones, tanto más cuanto que Siquem se la presentó a su padre Jamor, rey de la ciudad, para manifestarle el deseo de tomarla como mujer. Jamor, confiando en la decisión sincera de su hijo, salió de la ciudad para hablar con Jacob, a quien puso al tanto de la determinación de su hijo. Al enterarse, los hijos de Jacob se enfadaron mucho por la situación, ya que consideraron lo sucedido como una humillación para su hermana y una afrenta para ellos. Pero Siquem estaba tan enamorado de Dina y con una férrea voluntad de seguir adelante que no tuvo reparo en decir a Jacob y a sus hijos que estaba dispuesto a darles lo que le pidieran. Sin embargo los hermanos se negaban a dejar a su hermana a un incircunciso. Así que le propusieron que se circuncidaran todos los varones de la ciudad con idea de emparentarse los dos pueblos como les había propuesto Jamor, rey de Siquem. Tanto al rey como a su hijo les pareció acertado el trato y Siquem no tardó en poner en práctica el acuerdo que fue extensible a todos los habitantes de Siquem. Los dos pueblos intercambiarían todas sus pertenencias, incluyendo a las mujeres, como parte de ellas.

Así lo hicieron todos los habitantes de Siquem. Se sometieron a la circuncisión pero al tercer día, mientras estaban convalecientes por el proceso, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, cada uno con su espada entraron en la ciudad y mataron a todos los varones, se apoderaron de sus ganados y de todo lo que había en la ciudad y saquearon todas sus haciendas. Jacob recriminó a sus dos hijos ya que habían roto un pacto y destrozado un buen proyecto de futuro para su pueblo. Estaba tan enfadado con ellos que no les dejó ninguna bendición al morir. En ningún momento se le preguntó a Dina algo sobre sus sentimientos o su opinión sobre aquella frustración que vivió. Solo contaba la soberbia herida de los varones. Partieron de Siquem después de purificarse, dejando tras de sí muerte y desolación.

Dina siguió con su pueblo pero nada dicen las Escrituras de cuál fue su futuro. ¿Qué podría hacer una muchacha en un pueblo que la consideraba como una prostituta por lo que había hecho? Acudiría a su madre Lía, con quién encontraría consuelo pero era impensable que se pudiera casar con alguien, formar su propia familia y tener hijos. Todo desapareció de su vida por la brutalidad de sus dos hermanos. Presumiblemente ninguno de ellos se acercaría a ella para consolarla. Había quedado impura para el resto de sus días.

No he conocido personalmente unos truculentos episodios como aquellos pero sí conocí a una mujer M.H.S. que no se pudo casar porque sus hermanos no aprobaban su relación con un muchacho de fortuna, trabajador y honrado. Al ser la única hija de seis hermanos, era la predestinada a cuidar de todos los de la casa, incluyendo no sólo a sus padres sino a los posibles varones solteros, como así ocurrió. Murió ciega y sola después de toda una vida de permanentes cuidados. ¿Cuántas esperanzas truncadas tuvo esta mujer por la decisión de sus hermanos? Pero eso no contaba como en el caso de Dina. Nadie en toda la familia tomó partido por ella para, al menos, paliar algo de aquel atropello que todos consideraron comprensible.

La obra del Espíritu en el mundo de las Escrituras se expresa a veces mediante imágenes que explícitamente se desarrollan en el campo tradicional de la actividad de las mujeres. Es descrito como una mujer que teje una nueva vida en el seno materno (Sal 139,13); como una comadrona que trabaja hábilmente con los que padecen para producir una nueva creación (Sal 22, 9-11); como una lavandera que restriega manchas de sangre hasta que la gente quede como nueva (Is 4,4;Sal 51, 7-9) o como una madre que da a luz y cuida de sus criaturas (Dt 32, 18; Nm 11, 12-13; Is 42, 14; Is 49, 15).

La Escritura, escribe el Concilio Vaticano II, enseña “firmemente, fielmente y sin error la verdad que Dios quiso que se registrase en los escritos sagrados para nuestra salvación” (D.V. 11). Si todas estas imágenes del Espíritu han quedado como un Testamento donde encontrar la salvación, ¿por qué no son utilizados estos episodios como los de Dina en las parroquias locales para que tales horrores no se vuelvan a repetir? Lamentablemente se repiten pero está en manos de todos los que nos consideramos incorporados al mensaje de Jesús el que se puedan impedir. Estas mujeres encontrarían su salvación.

Amelia Hidalgo Jiménez

Licenciada en C. Biológicas

Profesora Religión Católica Secundaria

Estudios de Teología Feminista (EFETA)

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad ,

El comienzo del fin

Jueves, 25 de noviembre de 2021
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unnamed25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

“Por ellas doblan las campanas”: la campaña que propone a las iglesias repicar contra la violencia machista

Denunciar las violencias que sufren las mujeres dentro de la Iglesia Católica

Miguel Ángel Mesa
Madrid

ECLESALIA, 23/11/20.- Mira a través del cristal y le hiere la luminosidad azul del cielo, la variedad de colores de los árboles en este otoño de su vida, las risas y los gritos de los niños y las niñas al lanzarse desde el tobogán y, sobre todo, los besos, las miradas acariciadoras de una pareja abrazada en un banco del parque…

Baja la mirada y se tapa los oídos, para no ver ni escuchar la llamada que siente para bajar a pasear, a tomar el sol del mediodía. Algo que tiene terminantemente prohibido. Recuerda cuando aún reía y salía a tomar una cerveza con sus amigas…

Por eso las tinieblas empapan aún más de angustia su corazón. Se le ha ido adentrando el silencio sumiso ante la altivez, el menosprecio y las palabras humillantes. Ante las miradas de fuego y la coacción de lo que un día saboreó con placer y hoy siente como un permanente abuso.

No sabe cómo pasó pero, en un rapto de locura, o de profunda lucidez, recordó el teléfono de su amiga íntima, a la que tenía prohibido ver o llamar, y marcó. No hubo disculpas ni lamentos, solo una súplica: “Ven, te necesito”. Y como contestación: “Estoy allí en 10 minutos”.

No hubo tampoco necesidad de más explicaciones. Sin tiempo que perder, recogieron lo imprescindible, bajaron las escaleras y salieron a la calle. En el parque, cruzando la calle, las niñas seguían riendo y columpiándose, los árboles mecían sus hojas de mil colores al compás del viento, la misma pareja que vio desde la ventana seguía besándose, como si solo existieran ellos dos en el universo, y el cielo límpido y azul iluminó de pronto su mirada.

“Por fin. Vámonos de aquí. Hoy es el comienzo del fin de tu infierno”, le dijo su amiga.

Y ella, con los ojos bañados en lágrimas, la abrazó y solo pudo añadir: “Gracias. Sabía que estarías a mi lado cuando tuviera la fortaleza de pedírtelo”.

Metieron la pequeña maleta en el coche. Sintió una calidez inusual al sentarse en su interior. Se abrazaron de nuevo. Su amiga lo puso en marcha y aquella celda de castigo se fue alejando. No quiso mirar atrás. Eran las 13,15 en una tibia mañana de un 25 de noviembre.

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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El comienzo del fin

Miércoles, 25 de noviembre de 2020
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unnamed25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Miguel Ángel Mesa
Madrid

ECLESALIA, 23/11/20.- Mira a través del cristal y le hiere la luminosidad azul del cielo, la variedad de colores de los árboles en este otoño de su vida, las risas y los gritos de los niños y las niñas al lanzarse desde el tobogán y, sobre todo, los besos, las miradas acariciadoras de una pareja abrazada en un banco del parque…

Baja la mirada y se tapa los oídos, para no ver ni escuchar la llamada que siente para bajar a pasear, a tomar el sol del mediodía. Algo que tiene terminantemente prohibido. Recuerda cuando aún reía y salía a tomar una cerveza con sus amigas…

Por eso las tinieblas empapan aún más de angustia su corazón. Se le ha ido adentrando el silencio sumiso ante la altivez, el menosprecio y las palabras humillantes. Ante las miradas de fuego y la coacción de lo que un día saboreó con placer y hoy siente como un permanente abuso.

No sabe cómo pasó pero, en un rapto de locura, o de profunda lucidez, recordó el teléfono de su amiga íntima, a la que tenía prohibido ver o llamar, y marcó. No hubo disculpas ni lamentos, solo una súplica: “Ven, te necesito”. Y como contestación: “Estoy allí en 10 minutos”.

No hubo tampoco necesidad de más explicaciones. Sin tiempo que perder, recogieron lo imprescindible, bajaron las escaleras y salieron a la calle. En el parque, cruzando la calle, las niñas seguían riendo y columpiándose, los árboles mecían sus hojas de mil colores al compás del viento, la misma pareja que vio desde la ventana seguía besándose, como si solo existieran ellos dos en el universo, y el cielo límpido y azul iluminó de pronto su mirada.

“Por fin. Vámonos de aquí. Hoy es el comienzo del fin de tu infierno”, le dijo su amiga.

Y ella, con los ojos bañados en lágrimas, la abrazó y solo pudo añadir: “Gracias. Sabía que estarías a mi lado cuando tuviera la fortaleza de pedírtelo”.

Metieron la pequeña maleta en el coche. Sintió una calidez inusual al sentarse en su interior. Se abrazaron de nuevo. Su amiga lo puso en marcha y aquella celda de castigo se fue alejando. No quiso mirar atrás. Eran las 13,15 en una tibia mañana de un 25 de noviembre.

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Carla Antonelli, reconocida por el Gobierno de España por su compromiso vital por la igualdad

Miércoles, 25 de noviembre de 2020
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carla-antonelliEl 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España celebrará un acto online en donde se premiará a distintas personas e instituciones cuya labor en la erradicación de la violencia contra las mujeres ha destacado especialmente. Entre ellas, Carla Antonelli.

Dicho acto comenzará con un minuto de silencio a las 12h, en recuerdo de las víctimas. Acto seguido, se procederá a reconocer la labor de distintas instituciones y personas que han sido relevantes este año. Las menciones especiales serán para Jen Brockman, profesora de la universidad de Kansas, experta en violencia sexual, y para las delegadas y delegados de Gobierno contra la violencia de género anteriores.

En el ámbito cultural, se reconocerá el valor de la obra Prostitución, de Andrés Lima, protagonizada por Carmen Machi, Nathalie Poza y Carolina Yuste. Justa Montero recibirá la mención a toda una vida de activismo, y la diputada Carla Antonelli, reconocida activista trans de los derechos LGBTI, será reconocida por su compromiso vital por la igualdad.

Una nueva prueba del valor que se da al compromiso de Antonelli con la defensa de los derechos humanos, que lleva demostrando a lo largo de toda su trayectoria. Y un galardón más para ella, incansable activista que siempre visibiliza la lucha por la igualdad de los derechos LGTBI, y que en esta ocasión es reconocida de un modo más amplio, porque Antonelli es todo un referente que demuestra día a día su voluntad por que todes seamos reconocides como iguales.

Fuente Shangay

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La magnífica campaña contra la violencia hacia las mujeres lesbianas, trans, bisexuales o con discapacidad

Lunes, 2 de diciembre de 2019
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violencia-lgtbCon motivo del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Cicloide y Artsmedia, han realizado esta magnífica campaña contra la violencia hacia las mujeres lesbianas, bisexuales, con discapacidad y personas trans.

El spot, creado por Arcigay, representa el lanzamiento del proyecto de la organización «plural femenino irregular», financiado por la Presidencia del Consejo de Ministros – Departamento de Igualdad de Oportunidades italiano.

El objetivo de la campaña es crear conciencia sobre el tema de la violencia que afecta a las mujeres lesbianas, bisexuales, trans o que sufren alguna discapacidad.

El anuncio tiene cuatro historias que parecen esconder el miedo, la violencia y la discriminación. La joven que huye de casa debido a una salida no aceptada por su padre. La mujer trans que se siente acosada y amenazada. La chica bisexual molestada. La mujer con discapacidad que todos piensan que nunca encontrará a nadie. Pero la pasión, afortunadamente, la complicidad, la amistad y el amor conducirán a las cuatro historias a tomar otro camino. Porque precisamente, «la violencia no es una historia ya escrita. Juntos hacemos la diferencia».

Hay dos mensajes principales: en primer lugar, hay una violencia específica que afecta a las mujeres lesbianas, bisexuales, trans y que sufren alguna discapacidad. Una violencia con nombre propio: lesbofobia, bifobia, transfobia y discafobia, y que adquiere diferentes apariencias: el rechazo tras la salida; agresión física o violación de la percepción de un espacio seguro; acoso sexual o la expectativa de una relación sexual no solicitada o no deseada. El prejuicio que nos hace creer que las personas con discapacidad no tienen derecho a una sexualidad plena o una relación estable.

En segundo lugar, la aceptación de la responsabilidad colectiva detrás del fenómeno de la violencia: nos cuestiona a todos en nuestra vida diaria. Pero elegir no ser violento es posible. Así como la decisión de abandonar el miedo y vivir como personas libres también está en nuestras manos.

«Hay un posible cambio -comentó Natascia Maesi, directora de políticas de género en la secretaría nacional de Arcigay- una revolución que pasa por pequeños gestos diarios de amor, complicidad, amistad y respeto por los demás y que todos debemos tener el coraje de llevarlo a cabo

arcigay-lesbica-2-768x432

La urgencia de reflexionar sobre este tema nació de la conciencia de que las mujeres que no se ajustan a las expectativas sociales y culturales vinculadas a un modelo de sexualidad hetero-normativo, sexista y de género, parecen estar más expuestas a procesos de estereotipos, prejuicios y estigmatización. y discriminación que a menudo resulta en diferentes formas de violencia (victimización verbal, física, directa, indirecta, primaria y secundaria).

Fuente Oveja Rosa

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