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Agua ideal: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro…

Domingo, 29 de agosto de 2021

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Agua ideal

Agua redonda y cerrada,
el agua del pozo piensa.

El agua andante del río
es buena como una arteria.

La del mar… está muy lejos
para la sed de la tierra.

El torrente lleva el agua
sin saber por qué la lleva.

La fuente, en su boca clara,
la lleva como un poeta.

…Yo busco un agua sin cauces,
pero pensativa y buena.
Honda y cercana. Y sonora.
¡Señor, el agua perfecta!

Los dos bueyes hermanos
sorben pausadamente
la sangre del ocaso.

Los plátanos aplaudían
en silencio, con sus manos verdes
y aterciopeladas.

La torrentera embestía
las rocas como una vaca
de lengua turbia.

Y la tarde
se moría desangrada…

En la feria de tus viñas,
los cascabeles dorados
—de miel y de sol—, Septiembre.
Bajo el toldo de tu cielo,
¡dulce domingo del año!

*

Pedro Casaldáliga,
Palabra ungida (Poemas), 1955

***

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. ( Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. ) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús

– “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores“?

Él contesto:

– “Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.”

Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:

– “Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.”

*

Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

***

*

La lucha espiritual es un movimiento esencial de la vida espiritual cristiana. Se trata de una lucha interior, no dirigida contra seres exteriores a uno mismo, sino contra las tentaciones, los pensamientos, las sugestiones y las dinámicas que llevan a la consumación del mal. Pablo, sirviéndose de imágenes bélicas y deportivas (la carrera, el boxeo), habla de la vida cristiana como de un esfuerzo, de una tensión interior por permanecer en la fidelidad a Cristo, que implica desenmascarar las dinámicas a través de las cuales se abre camino el pecado en el corazón del hombre, para poder combatirlo en el mismo momento en que surge. El lugar de esta batalla es, en efecto, el corazón. Vigilancia y atención son la «fatiga del corazón» (Barsanufio) que permite al creyente llevar a cabo su purificación: es del corazón, en efecto, de donde brotan las intenciones malvadas y es el corazón el que debe transformarse en morada de Cristo gracias a la fe.

        En este sentido, la «custodia del corazón» constituye la obra por excelencia del hombre espiritual, la única verdaderamente esencial. En esta lucha es menester ejercitarse: es preciso, en primer lugar, saber discernir nuestras propias tendencias pecaminosas, nuestras propias debilidades, las tendencias negativas que nos marcan de un modo particular; en consecuencia, Tiernos de llamarlas por su nombre, asumirlas y no removerlas y, por último, sumergirnos en la larga y fatigosa lucha dirigida a hacer reinar en nosotros la Palabra y la voluntad de Dios.

        El órgano de esta lucha es el corazón, entendido en sentido bíblico como órgano de la decisión y de la voluntad, no sólo de los sentimientos. La capacidad de lucha espiritual, el aprendizaje del arte de la lucha (Sal 144,1; 18,35), resulta esencial para la acogida de la Palabra de Dios en el corazón humano. Los expertos en la vida espiritual saben que esta lucha es más dura que todas las luchas externas, pero conocen asimismo el fruto de la pacificación, de la libertad, de la docilidad y de la caridad que produce.

*

E. Bianchi,
La palabra de la espiritualidad,
Milán 1999.

***

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