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Breve historia del planeta verde

Lunes, 8 de julio de 2019

Breve-historia-del-planeta-verde.-Flyer-1Breve historia del planeta verde es una película coproducción de Alemania, Argentina, Brasil y España filmada en colores dirigida por Santiago Loza sobre su propio guion que se estrenó el 30 de mayo de 2019 y que tuvo como actores principales a Romina Escobar, Paula Grinszpan y Luis Sodá.

Sinopsis:

Cuando Tania, una joven transexual, debe hacerse cargo de una criatura extraterrestre, recibe ayuda de Pedro y Daniela, sus amigos de siempre, para trasladarla al lugar donde apareció por primera vez iniciando así un viaje por zonas desconocidas que los llevarán a mirar dentro de sí mismos.

Crítica por Fernando E. Juan Lima

Tras ganar dos premios Teddy en el Festival de Berlín y luego un par de distinciones en el último BAFICI, el director de ExtrañoCuatro mujeres descalzasRosa PatriaLa invención de la carneLos labiosLa Paz y Malambo: El hombre bueno estrena una historia de amor y amistad, orgullosamente trans y alienígena.

Breve historia del planeta verde (Argentina-Alemania-Brasil-España/2019). Guión y dirección: Santiago Loza. Elenco: Romina Escobar, Paula Grinszpan, Luis Sodá, Elvira Onetto, Anabella Bacigalupo y Léo Kildare Louback. Fotografía: Eduardo Crespo. Música: Diego Vanier. Edición: Lorena Moriconi e Iair Michel Attías. Sonido: Tiago Bello y Nahuel Palenque. Dirección de arte: Fernanda Chali. Distribuidora: Compañía de Cine. Duración: 75 minutos. Del jueves 30 de mayo al miércoles 12 de junio (menos el lunes 10/6), siempre a las 21.30, en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530), y en Espacios INCAA.

Al presentar su última obra en una enorme sala llena, en el marco de la sección Panorama de la Berlinale, Santiago Loza calificó a Breve historia del planeta verde como una película frágil. Y creo que tiene razón si no tomamos tan estrictamente lo que la Real Academia Española dice que significa ese término. En efecto, esta breve historia que no es “LA del planeta verde” sino una (otra, de las tantas tan hermosamente distintas que existen) que sucede en este planeta, en modo alguno es quebradiza o fácil de hacerse pedazos. No es débil, ni puede deteriorarse con facilidad. No es caduca; no es perecedera. En cuanto a la tercera acepción que decreta la Real Academia Española (que cae fácilmente en el pecado, especialmente contra la castidad), creo que no resulta del todo pertinente…

En fin, que a donde pretendo ir es que esta amorosa historia de amistad, que se disfraza un poco de película de aventuras de los ochentas del siglo pasado (alienígenas incluidos), sólo puede considerarse frágil en cuanto a lo difícil que resulta alcanzar el balance, la sutileza, el agridulce equilibrio que requiere una producción como esta. Lo frágil, en todo caso, es aquello que constituye la esencia de la película. La fragilidad es la del trío de protagonistas; la fragilidad es la de la amistad y el humanismo. Quizás por eso es tan difícil llevarlos a la pantalla grande con herramientas sensibles y sinceras. Y ello es lo que logran el bello trío de protagonistas un poco extraterrestres (Romina Escobar, Paula Grinszpan y Luis Soda), a los que se suma un verdadero alienígena (¿de carne y hueso?).

Se percibe, además, una sintonía de lo que la película propone que nace del guión y la dirección pero que también se imbrica con delicada elegancia con el diseño de imagen y sonido de la película. En un film que abraza también algo del espíritu clase B (quizás también impuesto por los modos de producción a los que debemos acostumbrarnos en esta parte austral del planeta, por qué negarlo), esa coordinación y sintonía no son tan habituales. Esos momentos en los que el humor o el amor simplemente se sienten son pequeños milagros, ellos sí frágiles en la primera de las acepciones referidas.

Película orgullosamente trans y alienígena, Breve historia del planeta verde es tan frágil pero también tan poderosa como lo son la amistad y el amor. Y está bien que así sea.

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Por qué es urgente ver “Breve historia del planeta verde”

Por Lucas Gutiérrez

“Una película frágil”

Así la definió su director y guionista Santiago Loza cuando la presentó en la sección Panorama de la Berlinale, dónde ganó el premio Teddy LGBT. Y sin dudas lo que aquí se narra es un road trip de fragilidades. Los tres (¿cuatro?) personajes que parten de su cotidiano hacia la aventura lo hacen ya partidxs. Loza trae una película reparadora. Porque Breve historia del planeta verde es una narración sanadora de vínculos y biografías, con una sensibilidad para nada naif.

La premisa tan E.T. de devolver un extraterrestre a su lugar de aterrizaje puede parecer un poco bizarra, grotesca. Pero Loza y les intérpretes crean un mundo de posibilidades con una lógica tan palpable en ellxs que es imposible no creerle, no involucrarse.

Romina Escobar, Paula Grinszpan y Luis Soda arman una tríada perfecta. Los tres cubren matices de interpretaciones poco recorridas. Es extraño ver en el cine argentino un producto que no se autoexplique todo el tiempo hasta el nivel del hartazgo. Por eso se agradece estas tres actuaciones que imprimen algo propio. Soda y Grinszpan dan vida a dos borders amorosos que dibujan figuras geométricas filosas en su accionar, van rígidos acompañando a su amiga en la tarea tan especial e interespacial. Destacable por demás la actuación de Escobar quien aporta la humanidad y dulzura que amalgama al grupo.

En una película que todo el tiempo parece servir una ejecución predecible, Loza se fuga de ello inclinándose por la poesía, el amor más fraternal, los sentimientos que no necesitan sobreexplicarse. Hay un banquete de sensaciones, sutiles, escenas de sabores raros que quizás choquen al paladar poco habituado. Pero vale la pena entrarle.

En un cine internacional que suele poner a personas cis a interpretar roles trans, es un gusto ver a Romina Escobar, una actriz trans, interpretar un rol trans. Y Escobar interpreta con la sinceridad justa de su persona/personaje a Tania, la protagonista que como en toda road movie recorrerá su historia hasta un desenlace evolutivo. Pero todo en un registro: muy Loza.

Mientras las películas “de amor” siempre nos hacen comer hasta el empacho romances estereotipados, acá el amor late en cada segundo de cinta y hace nido en la amistad más particular, más extraña, más extraterrestre.

Un cine que nos necesita. Un cine que vale.

No es novedad el momento terrible que vive el cine argentino. El desfinanciamiento, las salas que se llenan de títulos extranjeros de héroes y heroínas, todo juega en contra de las producciones y copros locales. Las estrenan y para cuando te diste cuenta ya la bajaron y a buscar si anda online o si en la calle alguno la vende trucha.

Ir al cine no solo es un placer sino también un acto de apoyo a una industria en peligro. Ir al cine es ayudar a que las películas sigan en cartel, que la industria no muera.

Películas como la de Loza (y Escobar y Grinszpan y Soda y tanta gente que estuvo y está en ella) ayuda a retomar ese ritual de ir a ver películas. Que no se corte.

Encontrá las salas y horarios de Breve historia del planeta verde en sus redes sociales.

Imperdible estos dos fragmentos radiales de charlas con Santiago Loza:

A los botes (FutuRock)
La autopista del sur (AM 750)

Fuente SentidoG

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