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Yulia Alióshina, primera política trans de Rusia: “Quiero sacar al colectivo LGTBI de las tinieblas”

Martes, 28 de diciembre de 2021
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Yulia Igorevna Alióshina, presidenta de Iniciativa Ciudadana en la región de Altái, en Siberia (Rusia), en un estudio de radio en Barnaúl en noviembre.

Yulia Igorevna Alióshina, presidenta del partido Iniciativa Ciudadana en la región de Altái, en Siberia, ha sido víctima de ataques desde que llegó al cargo en noviembre Yulia Igorevna Alióshina,

Javier Cuesta

La irrupción de la política trans Yulia Alióshina, de 31 años, como alto cargo del partido Iniciativa Ciudadana ha provocado una auténtica conmoción en una de las fortalezas más sólidas de la conservadora Rusia moderna: su sistema político. Apenas un mes después de ser elegida presidenta de la formación en la región de Altái, en Siberia, el Parlamento regional incumplió sus propias normas al vetarle el acceso a una sesión.

El eco de su nombramiento ha llegado hasta Moscú, donde los diputados de Rusia Unida de Vladímir Putin dicen que su partido “debe mandarla al infierno de una patada o disolverse”. Pese a los ataques, Alióshina aboga por la templanza. “Algunas personas me han dicho que esas palabras se debían a que soy transgénero. Puede ser [también] porque represento a un partido liberal y democrático. Es difícil sacar una conclusión”, responde con calma al otro lado del teléfono.

Iniciativa Ciudadana anunció el nombramiento en su web el 5 de noviembre. “No dijimos que soy una persona transgénero porque pensábamos que no hacía falta remarcarlo. Una de las principales posiciones del partido es que todo el mundo es igual, da igual si es trans o cis [persona que se siente identificada con su sexo anatómico]”, explicó a EL PAÍS en una primera conversación el 17 de noviembre. Después del anuncio, un periodista local contactó con ella y le habló sin tapujos de su condición. “Sí, le dije que soy transgénero. Supuse que, si no lo decía yo, lo dirían mis rivales políticos. Y creo que la política debe ser abierta y sincera, como en Europa”, explicó Alióshina en una segunda charla con este periódico. Tras aquella entrevista, “internet explotó”, según sus palabras.

Alióshina recalca que quiere hacer política para todos y que la discriminación por orientación o tendencia sexual es solo un tema más en su agenda, aunque admite la importancia del paso que ha dado: “El colectivo LGTBI se encuentra en Rusia inmerso en la oscuridad. El Gobierno hace que se encierre en el armario y no salga. Y si el Gobierno les hace esconderse, hay que hablar abiertamente. Además de otros objetivos importantes, mi aproximación a la política busca abrir la puerta a las personas trans, a los homosexuales y que esta parte de la sociedad salga de las tinieblas”.

Alióshina solo fue felicitada por sus compañeros de partido, incluido su fundador, el exministro de Boris Yeltsin, Andréi Necháyev. Sus rivales no se pusieron en contacto con ella. “No les gusto. No me han dicho absolutamente nada. Están en shock porque nunca hubo una persona transgénero en política”, asegura.

Sí se pronunció un diputado de la formación de Putin y conocido homófobo, Vitali Milónov, para “mandarla al infierno”. “Si el partido no está de acuerdo, debería ser prohibido”, dijo el legislador, que ve en su nombramiento “un intento de imponer el estereotipo occidental”. “Los valores LGTBI no pueden formar parte de la agenda política. Si lo prohibimos en el cine, también debería ser inaceptable que estén en la política rusa”, dijo en la radio Govorit Moskvá. La respuesta de Alióshina es contundente: “Según Freud, los mayores oponentes de las personas trans, homosexuales… suelen serlo ellos también, pero no quieren aceptarlo”.

7CDCEC66-51AA-4651-80C0-FAE545340E67“Hacía tiempo que buscaba un partido demócrata, liberal. Esto asusta a los partidos estatales de Rusia”, dice Alióshina.

Su primer revés político llegó el 16 de diciembre. El Parlamento de Altái le impidió acceder a una sesión pese a que había solicitado permiso con los dos días de margen que marca el reglamento para miembros no electos. Alióshina e Iniciativa Ciudadana decidieron no recurrir y abogaron por “la colaboración constructiva” con el resto de formaciones. Al hablar con ella en noviembre, ya vaticinaba que podría tener “algún problema” en el futuro. “Pueden emplear cualquier excusa. No mi condición de persona transgénero, pero sí mi nombre para rechazar mi registro, por ejemplo”.

Pese a no estar en el Parlamento nacional, Iniciativa Ciudadana es un partido conocido, especialmente tras postularse con esas siglas para las presidenciales de 2018 Ksenia Sobchak, opositora, periodista e hija del mentor político de Putin, Anatoli Sobchak. Alióshina, que se unió a la formación a principios de verano y llegó a la dirección regional pocos meses después por la renuncia de su antecesor, explica: “Hacía tiempo que buscaba un partido demócrata, liberal; una formación que defendiese las elecciones al estilo occidental. Esto asusta a los partidos estatales de Rusia”.

Su carrera en ese partido ha sido meteórica, pero no es una recién llegada. “La primera vez que me interesé por la política tenía 13 o 14 años. ¿Por qué Arnold Schwarzenegger podía ser gobernador en Estados Unidos y no el artista Mijaíl Yevdokímov en mi región?”, recuerda. Después estudió Derecho en la Universidad Estatal de Altái y entró en política. “Trabajé en campañas electorales, desde la propaganda a la asesoría legal en comicios”, recuerda Alióshina, que en 2012 decidió probar por su cuenta y se postuló para la Duma Municipal de Barnaúl, aunque la comisión electoral no validó sus firmas.

La política sabe que era mujer desde su adolescencia, aunque no recibió su pasaporte con su nombre, Yulia, hasta julio de 2020, tras un proceso de año y medio “muy, muy difícil”. “Cuando me dirigía al sexólogo y a los psiquiatras, todos me diagnosticaban de primeras que tenía una enfermedad mental. Si ese dictamen es confirmado, se rechaza el proceso”, explica. Ahora, con el nuevo pasaporte tiene todos los derechos que una mujer puede tener en Rusia. “Gracias a Dios, el Gobierno no impone ninguna limitación sobre mí y tengo derecho a casarme con un hombre”, afirma.

Alióshina, que no hizo pública su realidad después de su paso por la universidad, denuncia que esta cuestión sea tabú en las escuelas de Rusia: “Hay profesores que creen que si dicen a los niños que pueden cambiar de nombre o sexo, entonces esta reflexión les puede llevar a cambiar de género aunque no sean trans”.

Se siente afortunada por haber contado con el apoyo de sus amigos y de su madre, viuda. “Mi mamá fue profesora soviética. Al principio estuvo en shock; después hubo incomprensión y alejamiento. Al final, cuando ya conoció más este tema, cuando leyó por internet y trató con sexólogos, me aceptó. Fue duro, hablé con ella mucho tiempo, pero pienso que mi esfuerzo, mi tiempo y mi energía no los gasté en vano”.

Fuente El País

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La victoria del partido de Putin en las elecciones parlamentarias rusas, una pésima noticia en clave LGTB

Jueves, 29 de septiembre de 2016
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Vladimir_Putin_-_2006No escapa a nadie que el triunfo en las elecciones legislativas rusas de Rusia Unida, el partido del homófobo presidente Vladimir Putin, es un mal augurio para la libertad, la igualdad y los derechos del colectivo LGTB. La aversión irrespetuosa de la gran mayoría de los diputados electos de la Duma (el parlamento ruso) hacia la diversidad de orientación sexual e identidad de género pronostica otra legislatura sombría y llena de incertidumbres dentro del régimen heteropatriarcal ruso. Lamentablemente, el candidato abiertamente gay Bulat Barantaev no ha conseguido el acta de diputado, pero considera que su participación electoral ha servido para “aumentar la visibilidad de las personas homosexuales”.

Vladimir Putin ha utilizado las elecciones legislativas como un termómetro a su gestión, aunque el objetivo era elegir a los miembros del parlamento para la próxima legislatura. “Los resultados de la votación reflejan la reacción de nuestros ciudadanos a los intentos de la presión extranjera en Rusia, a las sanciones, a los intentos de desestabilizar la situación en nuestro país desde el interior”, ha asegurado el ínclito presidente. Es cierto que Rusia Unida ha obtenido 343 de los 450 escaños de la Duma y que la bancada impulsora del odio LGTBfóbico tendrá la fuerza suficiente, una vez más, para imponer su heteronormatividad.

Los comunistas rusos vuelven a situarse como segunda formación parlamentaria, incluso después de haber sufrido un considerable batacazo electoral. El Partido Comunista de la Federación Rusa ha obtenido 42 escaños frente a los 92 de la anterior legislatura. En todo caso, parece previsible pensar que el partido de Putin volverá a contar con el seguidismo del grupo comunista de la Duma en lo que ambos denominan “los grandes asuntos de estado”; entre ellos, la indisimulada agenda LGTBfóbica.

Cabe recordar que los diputados comunistas vienen actuando como satélite de Putin en todas las votaciones relacionadas con la discriminación de la comunidad LGTB. Por detrás de Rusia Unida y del Partido Comunista quedan otras formaciones como la de los nacionalistas liberales o Rusia Justa (con 39 y 23 escaños respectivamente), así como varios independientes.

Especialmente gráficas resultan las declaraciones de Dmitry Gudkov, candidato del partido liberal Yabloko, al confesar que “siento miedo por mis hijos, ya que quiero que vivan en Rusia, pero no en esta que he visto en los últimos años y que se hizo aún más fuerte anoche” (en referencia a la jornada electoral, celebrada el pasado domingo 18 de septiembre).

Propaganda, fraude y baja participación

Decíamos que la mayoría parlamentaria del partido de Putin es innegable, pero también es verdad que la participación ha caído en picado: del 60% de las elecciones de 2011 ha pasado ahora al 48%. En Moscú, por ejemplo, apenas han acudido a las urnas el 35% de los ciudadanos con derecho a voto. Algunos analistas señalan que la apatía política es un factor de estabilidad para Putin. Las mismas voces, además, apuntan que no son comparables estas cifras con las de otros países europeos, ya que los rusos “están prácticamente obligados a ir a votar”.

“Estas elecciones no han sido justas, porque no había igualdad de condiciones para los que fueron autorizados a participar”, ha denunciado Mikhail Kasyanov, líde del partido de la coalición liberal Parnas, que se quedó fuera de la Duma por menos del 1% de los votos. Kasyanov también fue primer ministro de Rusia entre 2000 y 2004. Entre otras cosas, a pesar del alto nivel de candidaturas presentadas, el férreo control que la administración Putin ejerce sobre los medios de comunicación (muy especialmente de la televisión) ha invisibilizado en gran parte a la oposición y sus críticas al Gobierno.

No son los primeros comicios rusos, por otra parte, sobre los que hay sospechas (o incluso pruebas) de irregularidades. Pero, concretamente, en las recién celebradas elecciones parlamentarias, en al menos 9 colegios electorales se han invalidado los resultados. Medios de comunicación locales, e incluso las cámaras de seguridad de los colegios, han documentado intentos de pucherazo perpetrados a cargo de mujeres que introducían docenas de papeletas en las urnas, mientras eran tapadas por miembros de la comisión electoral.

Las acusaciones de fraude de 2011 provocaron las mayores manifestaciones contra el entorno de Putin. ¿Y por qué ahora las protestas están siendo aisladas? La razón más plausible es que algunos de los rostros más conocidos de las movilizaciones de hace 5 años todavía están padeciendo las consecuencias. Vladimir Akimenov, del Frente de Izquierda, padeció una arbitraria privación de libertad de 557 días. Aleksei Kiselev, el valiente activista LGTB que se ha enfrentado en diversas ocasiones a las leyes LGTBfóbicas y ha sufrido detenciones, amenazas y ataques, adquirió el estatus de refugiado en España en 2013.

Este vídeo de la BBC (en inglés) recoge uno de los intentos de pucherazo:

Bulat Barantaev, el candidato igualitario

780x580-noticias-bulat-barantayev-facebookDosmanzanas se ha puesto en contacto con Bulat Barantaev, empresario y activista LGTB. Lamentablemente, no ha obtenido el acta de diputado, ya que solo consiguió el 2,5% de los votos de su distrito. “Incluso si no se toman en consideración todas las manipulaciones de Putin con el proceso electoral y con el acceso a los medios de comunicación, es imposible que un hombre públicamente homosexual sea elegido para el Parlamento de la Rusia de hoy”.

Su objetivo último, según nos ha confesado era “aumentar la visibilidad de las personas homosexuales en la sociedad”. Y lo ha conseguido ya que, incluso en el ámbito internacional, ha logrado atraer una gran atención. “Soy un activista democrático y por los derechos LGBT, así como un hombre de negocios aquí en Siberia y en ocasiones mi personalidad atrae la atención de los medios de comunicación”, relata Barantaev.

El activista prosigue diciendo que dicha atención no solo la consigue cuando “realizamos manifestaciones sobre temas LGBT o para proteger la democracia sino también cuando dimos a luz a un niño con dos amigas lesbianas, cuando las ventas de mi marca fetiche Maskulo comenzaron en París o Londres…”. [En la fotografía inferior, Bulat Barantaev aparece con su pareja].

bulat_barantaev-768x307Sobre la falta de pluralidad y de oposición “real” en el parlamento, Barantaev opina que los diputados más “independientes” se encuentran “más preocupados por su supervivencia política en un momento en el que el 90% de los medios de comunicación pertenecen al estado o a alguna de sus corporaciones, cuando no a los amigos de Putin”. Y el político igualitario concluye que, además, “muchos de ellos experimentan problemas cuando los órganos encargados de hacer cumplir la ley son, de hecho, tratan de ponerlos a prueba en diferentes casos injustos y, a veces, ridículos”.

El infame legado LGTBfóbico de Putin

Dosmanzanas realiza un seguimiento bastante intensivo de las noticias sobre la terrible realidad LGTB de Rusia. Desde la aprobación de las leyes homófobas de estado, no hemos dejado de trasladar a nuestros lectores informaciones sobre la práctica impunidad de los grupos homófobos, dedicados a la extorsión, acoso, tortura e incluso asesinato de personas LGTB, y que son muy tímidamente perseguidos por las autoridades.

De hecho, en lugar de perseguir a quienes agreden y torturan, las autoridades alientan aún más la homofobia con leyes como la aprobada en 2013, que prohíbe informar positivamente de la homosexualidad a menores, a la vez que permite que quienes simplemente enarbolan una bandera arcoíris o reivindican la celebración del Orgullo sean detenidos, sancionados con multas considerables  o incluso encarcelados. El pasado mes de julio, sin ir más lejos, la Policía rusa detenía al pastor estadounidense Jim Mulcahy, que se encontraba realizando un encuentro con miembros del colectivo LGTB en la ciudad de Samara, bajo la acusación de que pretendía celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo.

Afortunadamente, a pesar de todas las dificultades, sigue habiendo valientes que se atreven a dar la cara, como el joven Ivan Kravistin, del que hablábamos hace unos meses, que se niega a volver al armario y hacer más discreta su apariencia pese a haber sufrido una grave agresión por parte de un hombre al que no gustó su aspecto de “maricón”. Kravistin sí que denunció, y aunque el agresor fue acusado de “gamberrismo” no hubo la más mínima intención de considerar el ataque un crimen de odio…

Fuente Dosmanzanas

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