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Evangelizar no es adoctrinar.

Domingo, 21 de octubre de 2018
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. DÍA DE LAS MISIONES.

Celebramos hoy el clásico día del DOMUND, día de las misiones.

o En este día de la Misiones celebramos el gozo del Evangelio.

o Nos sentimos solidarios con las comunidades cristianas en misión.

o Y nos recordamos a nosotros mismos el compromiso de comunicar, de transmitir esa buena

02. EU – ANGELION: BUENA – NOTICIA.

El punto de partida es el evangelio, la buena noticia de Jesucristo.

El evangelio es salvación. La salvación no es una doctrina que se da en un libro, sino que el evangelio es la experiencia de sentirse amado por Dios. Decía el papa Benedicto que somos salvados cuando tenemos la vivencia de sentirnos definitivamente amados, suceda lo que suceda.

El evangelio del Señor es una alegría (salvación) no una carga, un “peso muerto”, una amenaza, una un sistema legal o cultural, mucho menos una culpabilidad, etc.

Si lo que llamamos cristianismo (o religión o Iglesia) no nos causa serenidad, sentimientos de bondad, esperanza, es que no es el Evangelio del Señor ni es cristianismo, sino un “subproducto religioso”.

03. LA MISIÓN ES UNA HERMOSA TAREA ECLESIAL.

club-misionero-infantilLa misión ha estado siempre presente en la conciencia de la vida eclesial.

Ya Jesús envió a los suyos a predicar y a expulsar demonios. San Pablo realizó tres largos viajes misioneros por los pueblos del Mediterráneo.

Siempre, más o menos, ha habido misioneros en la vida eclesial. Recordemos el gran movimiento misional a partir del siglo XVI: los jesuitas, franciscanos. Recordemos las congregaciones misioneras que nacen en el siglo XIX: Padres blancos, Combonianos, Consolata, etc.

También a nosotros nos llegó el evangelio, la fe. Muy posiblemente S Pablo llegó a Tarraco-nova: Tarragona. Al menos San Pablo anuncia su deseo de llegar a Hispania. Escribe Pablo en la carta a los romanos:

Así que una vez terminado este asunto y entregado oficialmente el fruto de la colecta, partiré para España” (Ro. 15, 23-28).

Una tradición dice que el cristianismo llegó al País Vasco por la depresión del Ebro.

Sea como fuere, el bien tiende a comunicarse. Las personas y los pueblos hemos de comunicar lo que para nosotros es bueno y valioso. Es lo que en el mundo de la educación (pedagogía) llaman socialización. Todo pueblo transmite lo que para él es valioso: su cultura, su idioma, sus creencias, sus mitos, su fe, etc.

Hoy en día la cosa está un poco bronca con la cuestión de si se enseña o no religión en la escuela. Si se duda y discute es porque el Evangelio no es ya un valor para gran parte de nuestro pueblo.

La siguiente pregunta será ¿y porque no es un valor? ¿Quizás porque en vez del evangelio de la bondad de Dios hemos degenerado en la comunicación de una doctrina fría, unos ritos y poco más? Quizás es que no transmitimos evangelio, sino un entramado doctrinal-normativo lejano al Evangelio del Señor.

Misionar es anunciar la bondad y la misericordia del Señor. El papa Francisco habla con alguna frecuencia de curar heridas y siempre habla de misericordia.

El Evangelio cura, sana la vida, sobre todo las zonas y momentos de enfermedad, de debilidad. Y cura no a bofetadas, sino con misericordia. Si Jesús hubiese conocido el problema moderno, nuestro, de las rupturas y separaciones posiblemente habría añadido en sus palabras sobre el final de la historia (Mt 25,31ss): estuve divorciado y me acogisteis.

El Evangelio hace bien, en el evangelio se está bien, (pero no confundamos la buena noticia con los sistemas religiosos).

04. SOLIDARIDAD CON LAS IGLESIAS.

101300503615Con frecuencia evocamos y oramos por las misiones en nuestra Eucaristía. Seamos solidarios en la fe con tantas comunidades extendidas por toda la tierra.

o Pobres comunidades africanas atendidas por un catequista nativo africano. Estas comunidades no tienen sacerdotes, pero tienen evangelio y fe.

o Comunidades en Latinoamérica alentadas por el espíritu de un modo eclesial vivido desde los pobres, (Teología de la Liberación) con el testimonio de tantos mártires. La canonización de Óscar Romero –y de Pablo VI- les supondrá un poco de “aliento vital”, y a muchos de nosotros también.

o Comunidades del lejano mundo oriental en cuyas tradiciones y religiones hay semillas de la Palabra.

Son hermanos nuestros en la fe y en la esperanza. En este día misional seamos solidarios en la fe y en la caridad.

Demos gracias a Dios por el evangelio que hemos recibido y que guía nuestra vida. Dejemos de lado lo que no sea evangelio, lo que no sea expresión de la misericordia de Dios.

ID POR TODO EL MUNDO Y PREDICAD LA BONDAD DE DIOS

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“No podéis servir a la ternura y al dinero”, por José I. González Faus.

Martes, 12 de septiembre de 2017
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Jesus abrazo mujerSi hay algo que nos realice y nos dé plenitud como seres humanos es eso que llamamos ternura. No una ternura simplona, sentimental y momentánea, sino eso que en tantas lenguas se designa con alusión a lo más visceral de nosotros: a lo que llamamos “ser entrañable”, con un término puesto audazmente en circulación por el Primer Testamento bíblico, para hablar de Yahvé.

Por otro lado, la experiencia nos habrá hecho ver en algún momento, que es ahí donde encontramos la más seria y más legítima afirmación de nosotros mismos. Pero a la vez: si hay algo que nos impida desplegar esa ternura y que la agoste en nosotros, es la pasión por el dinero: esa pasión nos lleva a buscar otra afirmación de nosotros mismos, falsa en este caso, siempre jadeante y siempre insatisfecha.

Creo percibir que esas dos dimensiones envuelven casi toda nuestra atmósfera actual. Por fortuna quedan aún suficientes gestos de ternura (otras veces he hablado de estrellas en la noche) que nos dan fuerzas para seguir viviendo. Cuando el pasado atentado de Manchester fue espontánea la oferta de familias y taxistas que se ofrecieron a hospedar en su casa o llevar gratis a dónde hiciera falta, a niños y adolescentes que habían perdido el contacto con sus padres, en el caos subsiguiente a la explosión. Y ahí está el heroísmo reciente de Iñaki Echeverría en Londres.

Uno siente ganas de aplaudir, pero a la vez se pregunta por qué esos gestos no son más frecuentes en este panorama desolador que nos envuelve de atentados socioeconómicos cotidianos: en esas normativas de “austeridad para los pobres, crecimiento para los ricos”, o de “bienestar para los de casa e internamiento para los de fuera” (donde Gran Bretaña ocupa un lugar alto en la clasificación de inhumanidad); o ante esas leyes de terrorismo laboral, llamadas hipócritamente de “reforma”

Y la respuesta me parece clara: es el dios dinero el que ahoga eso mejor de nosotros que la otra barbarie terrorista hace aflorar de vez en cuando. ¡Qué pena que sólo sepamos ser verdaderamente humanos cuando la inhumanidad nos golpea salvajemente! Evocando otra vez a A. Camus: “en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”; pero ¿por qué será que esos trazos admirables sólo se dibujan cuando estalla la peste?

En una de las obras más importantes del siglo pasado (“Lo pequeño es hermoso“) E. Schumacher tiene un capítulo titulado “paz y permanencia”, donde critica esa ideología dominante de que “el camino de la paz es el camino de la riqueza”: que cuando todos seamos ricos se acabarán las guerras. Esa ideología llevó a la atrocidad de Keynes (tan meritorio en otros campos) de que “debemos pasar todavía cien años simulando ante nosotros mismos que lo bello es sucio y lo sucio es bello: porque resulta que lo bello es inútil y lo sucio no lo es… La avaricia, la usura y la precaución deben ser nuestros dioses por un poco más de tiempo“. Han pasado ya 87 años desde que se escribieron esas palabras y lo único que ha sucedido es que nos hemos vuelto todos más cínicos y unos pocos mucho más ricos, pero no que la paz esté más cerca.

Porque (concluye Schumacher) “si los vicios humanos tales como la desmedida ambición y la envidia son cultivados sistemáticamente, el resultado inevitable es nada menos que un colapso de la inteligencia: un hombre dirigido por la ambición y la envidia pierde el poder de ver las cosas tal como son”.

Y concluye citando a Dorothy Sayers “no pensemos que las guerras son catástrofes irracionales: las guerras ocurren cuando formas erróneas de pensar y de vivir conducen a situaciones intolerables”. Y situación intolerable es la de miles de millones de personas en nuestro mundo, mientras nosotros creemos ser felices celebrando, por ejemplo, un campeonato de liga ganado, en última instancia, a golpes de talonario. Así de estúpidos nos han vuelto.

¡Cuánta razón tenían Buda y Jesús de Nazaret! El primero pone de relieve la inmensa mentira de ese ego al que intentamos alimentar a base de dinero, y siempre sigue pidiendo más y más porque, en realidad, no se alimenta sino que se consume, ya que ni siquiera tiene verdadera realidad. El segundo con su sencilla radicalidad usual: “no podéis servir a Dios y al dinero”. Que para nuestro tema de hoy significa (¡oigamos bien!): “No podéis servir a la ternura y al dinero”.

Así estamos hoy por haber querido servir al segundo: faltos, totalmente carentes de esa ternura que sería la fuente de nuestra verdadera paz y de la única posible felicidad. Y así vuelven a cobrar enorme relieve aquellas palabras de Ignacio Ellacuría mártir precisamente por pensar de ese modo: nuestro mundo del s. XXI sólo puede tener solución en “una civilización de la sobriedad compartida”. Si no, acaba pasando que, mientras el dinero intenta acomodarnos en una “banalidad” del mal, la guerra reaparece para recordarnos la intolerabilidad del mal.

José I. González Faus

Fuente Religión Digital

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“Nada de eso entre nosotros”. 29 Tiempo Ordinario – B (Marcos 10,35-45)

Domingo, 18 de octubre de 2015
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29-852865Camino de Jerusalén, Jesús va advirtiendo a sus discípulos del destino doloroso que le espera a él y a los que sigan sus pasos. La inconsciencia de quienes lo acompañan es increíble. Todavía hoy se sigue repitiendo.

Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se separan del grupo y se acercan ellos solos a Jesús. No necesitan de los demás. Quieren hacerse con los puestos más privilegiados y ser los primeros en el proyecto de Jesús, tal como ellos lo imaginan. Su petición no es una súplica sino una ridícula ambición: «Queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Quieren que Jesús los ponga por encima de los demás.

Jesús parece sorprendido. «No sabéis lo que pedís». No le han entendido nada. Con paciencia grande los invita a que se pregunten si son capaces de compartir su destino doloroso. Cuando se enteran de lo que ocurre, los otros diez discípulos se llenan de indignación contra Santiago y Juan. También ellos tienen las mismas aspiraciones. La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos interesados rompen siempre la comunión de la comunidad cristiana. También hoy. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y a su proyecto de servir a la liberación de las gentes?

El hecho es tan grave que Jesús «los reúne» para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar siempre a sus seguidores. Conocen sobradamente cómo actúan los romanos, «jefes de los pueblos» y «grandes» de la tierra: tiranizan a las gentes, las someten y hacen sentir a todos el peso de su poder. Pues bien, «vosotros nada de eso».

Entre sus seguidores, todo ha de ser diferente: «El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús.

En la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Este es el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: servicio a todos.

José Antonio Pagola

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“El que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. Domingo 18 de octubre de 2015. Domingo 29º

Domingo, 18 de octubre de 2015
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56-ordinarioB29 cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 53, 10-11: Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años.
Salmo responsorial: 32: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Hebreos 4, 14-16: Acerquémonos con seguridad a trono de la gracia.
Marcos 10, 35-45: El hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos.

La primera lectura de hoy, tomada de la segunda parte del libro de Isaías, nos habla de la misión del ‘siervo sufriente’, es decir, de aquel imaginado redentor del Pueblo de Dios que ofrece su vida para ver el nacimiento de una nueva posibilidad, de una nueva descendencia. Este poema nos habla más de esperanza, de tenacidad y de lucha que de sufrimiento pasivo o resignación. La misión del siervo del Señor no es ver su cuerpo destrozado, sino servir de puente para las nuevas generaciones de creyentes que se han de inspirar en su particular estilo de vida. Por esta razón la “nueva descendencia” no se refiere, ni en el texto ni en la interpretación cristiana, a los descendientes biológicos, sino a una nueva generación de personas comprometidas con la Causa de Dios en favor de su pueblo, el pueblo pobre, dolorido y oprimido.

El Salmo nos sirve de puente entre la primera y la segunda lectura, al recordarnos que la Palabra de Dios se identifica por su capacidad para ayudarnos a reconocer la verdad. Una verdad que no es un asunto metafísico o etéreo, sino la encarnación del proyecto de Dios en la historia por medio de la justicia y el derecho.

El fragmentito de la carta a los Hebreos que hoy leemos nos recuerda que Jesús ha sido probado en todo igual que nosotros, por lo que podemos tener confianza de ser bien comprendidos. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de comprender a los débiles…

El evangelio, de Lucas, nos presenta una escena breve, un pasaje simple pero muy importante del mensaje de Jesús. Jesús establece con claridad su diferencia con el espíritu del mundo, el de los jefes de este mundo, que esclavizan a los suyos y se sirven de ellos; Jesús proclama que su actitud es exactamente la contraria: «No he venido a ser servido sino a servir», y «el que quiera ser grande, que sea el servidor de todos». Es un rasgo cristiano central, decisivo. Y sin complicaciones ni alambicamientos teóricos: no se trata de creer doctrinas, sino de centrar la propia vida sobre la base del amor-servicio. No un amor cualquiera (romántico, sentimental, de bellas palabras…), sino un amor que se expresa en el servicio. No insistiremos nunca demás en este principio central del evangelio, que Lucas nos recuerda hoy.

El penúltimo domingo de octubre la Iglesia Católica lo celebra como Domingo Mundial («Do-Mund») de las Misiones. Muchos de los católicos mayores recordamos que cuando fuimos niños salimos, tal día como hoy, a las calles, con una hucha en las manos, para hacer una cuestación económica en favor de las misiones. En algunas sociedades católicas de entonces, aquello formó parte de un paisaje religioso urbano, que ya desapareció. No se dejó de hacer simplemente por pereza, o por olvido… sino por razones de la secularización de la sociedad. Pero hoy, con una perspectiva más amplia, vemos que no sólo han afectado las razones clásicas de la «secularización»; también han intervenido razones que se refieren a las «Misiones» mismas.

En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de «convertir» al cristianismo (al catolicismo concretamente en nuestro caso) a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era sentida como la centralidad del cristianismo: nosotros éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión-destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos (a «convertirse»)… El «proselitismo», por cualquier medio que fuera posible, estaba justificado; más, era lo mejor que podíamos hacer por la humanidad: el fin justificaba los medios.

Todo esto, lógicamente, ha cambiado. Comprendemos perfectamente que las religiones y las culturas (todas, no sólo la nuestra) han vivido, desde sus orígenes, aisladas, sin sentido de pluralidad. Una especie de «efecto óptico» y, a la vez, una cierta ley de la «psicología evolutiva» de la humanidad, les ha hecho concebirse a sí mismas -cada una- como únicas, y como «centrales» (pensando cada una que eran el centro absoluto de la realidad), igual que cada uno de nosotros, cuando hemos sido niños/as, hemos comenzado a conocer la realidad siempre a partir de nuestro ego-centramiento psicológico inevitable, igual también que todos los humanos han pensado que su tierra, y hasta el planeta Tierra, eran el centro del mundo y hasta del cosmos… Sólo con la expansión del conocimiento y con la experiencia de la pluralidad, las personas, los pueblos y las culturas se han ido dando cuenta de que no son el centro, de que hay otros centros, y han sido capaces de madurar y de descentrarse de sí mismas reconociendo una realidad mayor.

Todas las religiones, no sólo la nuestra, están desafiadas a entrar en esta maduración y este reconocimiento de una perspectiva panorámica mucho más amplia que aquella en la que han vivido precisamente toda su historia, los varios milenios de su existencia. La religiosidad, la espiritualidad del ser humano, es mucho más amplia, y mucho más antigua (decenas de milenios al menos) que cualquiera de nuestras religiones. Dar al tiempo sagrado de nuestra religión la centralidad y unicidad cósmica y universal que le solemos dar, necesita sin duda una reevaluación más ponderada. Un pensamiento religioso más sereno y maduro se inclina cada día más hacia una revalorización generosa de las otras religiones, y a una profundización del sentido de modestia y de pluralismo, que no es claudicación ante nada, sino apertura de corazón al llamado divino que hoy sentimos, vibrante y poderoso, hacia una convergencia universal que antes no acabábamos de captar.

Buen día hoy, el del DóMund, para presentar estos desafíos y para profundizarlos en la homilía, en la reunión de la comunidad, en el grupo de estudio, o en el aula con mis alumnos. No desaprovechemos la oportunidad para actualizar también nuestra visión personal en estos temas: hay muchas lecturas (véase, por ejemplo, en la RELaT –http://servicioskoinonia.org/relat– no pocos artículos sobre el tema: en el menú desplegable «selección por materias», escoger «Teología sistemática – Diálogo de religiones – Pluralismo religioso» y pulsar en «ir». También en servicioskoinonia.org/LibrosDigitales). Leer más…

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Dom 18.10.15. El cáliz que has de beber (Evangelio de los Zebedeos)

Domingo, 18 de octubre de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 29, ciclo b. Mc 10, 35-45. Ayer comenté y critiqué, desde una perspectiva de evangelio, unas palabras del Cardenal Cañizares (no es todo trigo limpio), y lo hice con algo de acritud que ahora lamento (y que después corregí en el mismo post). No es que Mons. Cañizares no tuviera razón, sino todo lo contrario, él la tenía y la tiene, pero en un plano que parece más “zebedeo” que propio de Jesús, según el evangelio de este domingo:

Mons. Cañizares tenía razón y la tiene desde un punto de vista de corrección política: Sin duda, un tipo de emigración masiva de personas del Este pone en peligro no sólo la frágil estabilidad cultural y nacional de un tipo de visión política de España, sino la estabilidad de Europa. Por eso es bueno defender lo nuestro, incluso dentro de una larga tradición política cristiana.

Cañizares tenía y tiene razón diciendo que en el fondo de las multitudes que vienen del Este, además de los buenos pobres de siempre, hay mafias políticas y económicas: Hay directrices, consignas y estrategias de auténticos “tunantes” (por usar la palabra de G. Theissen, que ayer empleaba en mi comentario).

caminando hacia cristoPor otra parte, muchos que criticaban a Mons. Cañizares tampoco eran del todo “trigo limpio”, pues tenían (¿teníamos?) en el fondo otro intereses de dominación política más o menos confesados. Pues bien, en este contexto, resulta providencial el evangelio de hoy.

También los zebedeos, el ala política del movimiento de Jesús, tenían razón en su propuesta, al ofrecerse para organizar de un modo racional su proyecto de reino. Ellos lo harían sin duda mucho mejor que el “santo” de las andas de la imagen… pero, evidentemente, necesitaban tomr (recibir) el poder.

El evangelio de hoy afirma que los zebedeos eran los políticamente correctos: Querían ganar una cota de poder para servicio del “evangelio”. Querían “racionalizar” la tarea mesiánica de Jesús, y se sentían capaces de hacerlo (¡en el evangelio de Mateo se dice que en el fondo estaba su madre, es decir, el clan de familia).

Ellos venían de la buena administración; su padre era armador, o al menos propietarios de barcos. Sabían lo que es organizar movimientos sociales, sabían de eso mucho más que Jesús, un pobre albañil… Podrían gobernar bien, si que se viera demasiado (sin utilizar mucho) el mauser de la mano y el dólar de le espalda.

Y sin embargo Jesús critica a los zebedeos, diciéndoles que el único modo de organizar el reino es “dejándose matar”, es poniendo la vida al servicio de los otros, incluso de los tunantes que vienen del Este. Sin duda, Jesús no era políticamente correcto… y estaba dispuesto a morir por los “tunantes”, es decir, por aquellos que no son trigo limpio, no para que todo se destruya, sino para que de la muerte por amor (en servicio a los excluidos) pueda surgir y surja un mundo nuevo de resurrección para todos.

Buen domingo a todos, y sigan leyendo si quiere esta profundísima parábola sobre el poder (sobre lo correcto)… y sobre el estar dispuestos a morir por el bien de los demás. Por favor, pónganse por un momento en la piel de los zebedeos (pues también ellos, al fin, dieron la vida por los otros, como estoy seguro de que Mons. Cañizares quiere darla).

Marcos 10, 35-45

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.” Les preguntó:- “¿Qué queréis que haga por vosotros?” Contestaron: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.” Jesús replico: “No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?” Contestaron /: “Lo somos” “Jesús les dijo: “El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.”

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniendolos, les dijo: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.”

Éste es un pasaje evidentemente simbólico, construido en su forma presente por la comunidad y reformado por el mismo Marcos, desde su perspectiva social y eclesial (a partir, sin duda, de una experiencia de Jesús y de un proyecto eclesial “zebedeo”, que iba en línea de poder mesiánico, no de entrega de la vida por los otros).

Zebedeos, políticamente correctos

‒ Uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria, es decir, en tu Reino. . Sentarse a la derecha y a la izquierda significa “compartir” el poder de Jesús, no de un modo excluyente, pero sí superior al de los otros (recordemos que Mt 19, 28 hablaba de los doce seguidores de Jesús sentados sobre doce tronos, juzgando a las tribus de Israel:). El Reino de Dios se concibe por tanto como un camino y una meta de triunfo social, a fin de lograr la pacificación de todos, como una forma de tomar el poder y ejercerlo (evidentemente bien, a favor de los demás, pero en línea de poder).

No sabéis lo que pedís: ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? De pronto, Jesús cambia de tercio… La meta y tarea de su movimiento no tomar el poder y triunfar (para crear un tipo de paz política mundial), sino dar la vida por los demás, convirtiéndose en semilla de resurrección, es decir, de un tipo de “política distinta”. Estos zebedeos forman con Pedro el “triunvirato” más saliente de la iglesia primitiva, el deseo de convertir el proyecto de Jesús en un camino políticamente correcto de administración del poder.

Pero Jesús no era políticamente correcto. Por eso rechaza su petición de los zebedeos (y de Pedro) y les recuerda que su “compromiso” mesiánico consiste en beber su cáliz, es decir, en compartir su camino de entrega y de muerte: Ellos, los de Jesús, tienen que morir para que vivan otros… Ellos, su generación política, tienen que “dar la vida”, para que pueda surgir una humanidad distinta.

‒ Beberéis mi cáliz… Jesús les ha preguntado si “están dispuestos beber su cáliz” y ellos han respondido que sí… Éste es el gran “milagro” de la escena. Estos zebedeos que quieren sentarse en dos tronos beber con Jesús la copa del triunfo final sobre los pueblos le dicen que sí, que, a pesar de todo, van a seguir con él… Que están dispuestos a beber el cáliz de la muerte, es decir, del sacrificio y de la entrega propia, para que vivan otros, para que vivan todos, los que vienen del Este y los que son (somos) del Oeste, como dice Jesús en otra ocasión (Mt 8).

Pero sentaros a mi derecha a mi izquierda… Jesús les confía la tarea de seguirle, y así puede asegurar (confirmar) el camino mesiánico, en su vertiente de “entrega de la vida”, pero no ratificar el triunfo político final (en forma externa) que depende del Padre. De esa forma se sitúa, y sitúa a sus discípulos ante un gesto mesiánico de ofrenda y regalo de la propia vida, que ha de ser ratificado por su Padre.

Una teoría sobre el poder, lo políticamente incorrecto

En ese contexto ha interpretado Jesús y ha superado el principio del poder, viendo que los otros diez se (los Doce sin los zebedeos) indignaron… (20, 24), no tanto porque los zebedeos quisieran los primeros puestos, sino porque querían también ellos, los otros discípulos. Seguimos en el mismo contexto anterior del evangelio, donde los discípulos discutían sobre los primeros puestos en el Reino, pues todos querían ocuparlos, entendiendo el mesianismo de Jesús en clave de triunfo y dominio sobre los demás.


Aquí ofrece Jesús la carta magna de la relación entre poder político e iglesia,
un tema que debe interpretarse como crítica frente a un mesianismo entendido en línea de poder, tema que ya había sido desarrollado en las tentaciones (cf. Mt 4, 1-11). No es una norma o principio que trate sólo de la Iglesia y de su organización interna, sino una enseñanza universal, válida para todos los poderes de la tierra, en un contexto de fuerte opresión como la expresada por el Imperio Romano: Leer más…

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¿Triunfar o servir? Domingo 29. Ciclo B

Domingo, 18 de octubre de 2015
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0029Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

En las lecturas de los domingos anteriores Jesús ha ido instruyendo a los discípulos a propósito de los más diversos temas (los niños, el divorcio, la riqueza, etc.). En el de hoy da su última gran enseñanza antes de subir a Jerusalén para la pasión.

En lo que piensa Jesús

Todo comienza con el tercer anuncio de la pasión y resurrección, que no se lee, pero que es fundamental para entender lo que sigue. Jesús repite una vez más a los discípulos que los sumos sacerdotes y los escribas lo condenarán a muerte, lo entregarán a los paganos, se burlarán de él, le escupirán, azotarán y matarán.

En lo que piensan Santiago y Juan: Presidente del Gobierno y Primer Ministro

Igual que en los casos anteriores, al anuncio de la pasión sigue una muestra de incomprensión por parte de los apóstoles: Santiago y Juan, dos de los más importantes, de los más cercanos a Jesús, ni siquiera han prestado atención a lo que dijo.

En aquel tiempo se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:

-Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.

Les preguntó:

-¿Qué queréis que haga por vosotros?

Contestaron:

-Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.

Mientras Jesús habla de sufrimiento, ellos quieren garantizarse el triunfo: “sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. “En tu gloria” no se refiere al cielo, sino a lo que ocurrirá “en la tierra”, cuando Jesús triunfe y se convierta en rey de Israel en Jerusalén: quieren un puesto a la derecha y otro a la izquierda, Presidente de Gobierno y Primer Ministro. Para ellos, lo importante es subir.

Jesús replicó:

-No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?

Contestaron:

-Lo somos.

Jesús les dijo:

-El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar. Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.

La respuesta de Jesús, menos dura de lo que cabría esperar, procede en dos pasos. En primer lugar les recuerda que para triunfar hay que pasar antes por el sufrimiento, beber el mismo cáliz de la pasión que él beberá. No queda claro si Juan y Santiago entendieron lo que les dijo Jesús sobre su cáliz y su bautismo, pero responden que están dispuestos a lo que sea. Entonces Jesús, en un segundo paso, les echa un jarro de agua fría diciéndoles que, aunque beban el cáliz, eso no les garantizará los primeros puestos. Están ya reservados, no se dice para quién.

La reacción de los otros diez y la gran enseñanza de Jesús

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.

Jesús, reuniéndolos, les dijo:

-Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.

¿Por qué se indignan? Probablemente porque también ellos ambicionan los primeros puestos. Jesús aprovecha la ocasión para enseñarles cómo deben ser las relacio­nes dentro de la comunidad. En la postura de los discípulos detecta una actitud muy humana, de simple búsqueda del poder. Para que no caigan en ella, les presenta dos ejemplos opuestos:

1) el que no deben imitar es el de los reyes y monarcas helenísticos, famosos por su abuso del poder: “Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las opri­men”.

2) el que deben imitar es el del mismo Jesús, que ha venido a servir y a dar su vida en rescate por todos.

En medio de estos dos ejemplos queda la enseñanza capital: “el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. En la comunidad cristiana debe darse un cambio de valores absoluto.

Pero esto es lo que debe ocurrir “entre vosotros”, dentro de la comunidad. Jesús no dice nada a propósito de lo que debe ocurrir en la sociedad, aunque critica indirectamente el abuso de poder.

Primera lectura: Isaías 53,10-11

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento.
Cuando entregue su vida como expiación,
verá su descendencia, prolongará sus años;
lo que el Señor quiere prosperará por sus manos.
A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará,
con lo aprendido mi Siervo justificará a muchos,
cargando con los crímenes de ellos.

Este texto se ha elegido como comentario de las palabras de Jesús: “el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos” y de sus referencias anteriores a la pasión (el cáliz y el bautismo). Por eso comienza diciendo que El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento; unas palabras que escandalizan por la forma de hablar de Dios, pero que hay que interpretarlas como un recurso para el triunfo final. De hecho, el texto de Isaías insiste más en el éxito de Jesús (verá su descendencia, prolongará sus años, verá y se hartará) y de su obra (el plan de Dios prosperará por sus manos, justificará a muchos).

Reflexiones

1. Este pasaje constituye la última enseñanza de Jesús antes de la pasión, en la que nos deja su forma de entender su vida: “El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Este ejemplo es válido para todos los cristianos, no sólo para papas y obispos.

2. Esta espléndida enseñanza no nos habría llegado si Santiago, Juan y los otros diez hubieran sido menos ambiciosos. Los fallos humanos pueden traer grandes beneficios.

3. La enseñanza de Jesús ha calado muy poco en la Iglesia después de veinte siglos y en ella se sigue dando un choque de ambiciones al más alto nivel. La única solución será tener siempre presente el ejemplo de Jesús.

4. El texto de Isaías nos ayuda a mirar con esperanza los momentos difíciles de nuestra vida. Aunque la impresión que podemos tener a veces es que Dios nos está triturando con el sufrimiento, no es ésa su intención, sino sacar de nosotros algo muy bueno.

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Y esto, ¿para qué me sirve?…

Viernes, 18 de septiembre de 2015
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cadenaspesadasSí, sí, ¿para qué me sirve? ¿Para qué tanto trabajo, tanto tiempo empleado en algo a lo que no encuentro sentido, en algo que me hace sufrir, que me hiere?

Quizás ahí radica la confianza. “…esto os sucederá para que…”, nos dice Jesús procurando dejar las cosas más o menos claras. Lo que sucede es que Jesús, a veces, de claro tenía poco, o al menos así nos lo han transmitido los evangelios.

Sí, es complicado, pero no es imposible, es el “sobre-sentido” (que dice Javier Garrido).

Ante el sufrimiento incomprensible, doloroso, cruel y rechazable, ser capaces de mirarlo desde Dios hace que encontremos ese sobre-sentido. La crisis, incluso el mal, como oportunidad para…; ¡ah!, cada cual ha de encontrar, con Dios, su para: ¿crecer, madurar, relativizar, aumentar la confianza y la esperanza, ser más generosa, más entregada?…

Lo que sí es cierto es que crecemos a base de dolor. Una amiga vieja amiga de la niñez crecía, y lo sabíamos, por sus dolores en las piernas.Vamos asumiendo la contingencia de la vida a medida que sumamos cicatrices en las hojas del calendario del alma. Y nos cuesta aceptar eso, pero… es el tributo que pagamos a la sabiduría.

No es bueno ocuparnos constantemente en ahorrarnos golpes. No es necesario ser masoquista y procurar tropezar en toda baldosa levantada, como aquel que le pedía a Dios que le enviara “pruebas” para demostrarle su fidelidad, como si la vida no tuviera ya suficiente con su dosis habitual. No, no es masoquismo, es realismo. La vida duele. Sobre todo si no le encontramos sentido y no sabemos, o no queremos, esperar.

Todo puede tener otro lado, a ti te toca el esfuerzo de girar y mirar de otra manera. Nadie dijo que mirar de forma contemplativa, que es como mira Dios, fuera fácil, pero si tienes perseverancia llegarás a la plenitud de tu alma.

Y es que… esto de VIVIR lleva mucho tiempo. No te rindas. Confía.

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Vive conmigo

Martes, 6 de mayo de 2014
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Del blog de la Communion Béthanie:

2014 con Dios llama y Vivir por el Espíritu +

En 1932, dos mujeres entregan su existencia a Dios y reciben en su oración, día día, palabras de Vida. Dos libros van a nacer de este compañerismo con Cristo, que te proponemos descubrir a lo largo de este año.

lesilenzio

No te pienses nunca que se te pide

hacer brotar las ocasiones de servir

Vive Conmigo y para Mí.

Soy Yo quien actúo en tí y por tí,

y  soy Yo quien hago surgir las ocasiones. “

*

26 de abril, Dios llama.

***

 

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Recordatorio

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